TITULO: CAMPO ESTRELLAS BARCELONA - Liga Fútbol - El Barcelona se da otro festín en casa ante el Sevilla, con doblete de Lewandowski y el regreso de Gavi ,.
El Barcelona se da otro festín en casa ante el Sevilla, con doblete de Lewandowski y el regreso de Gavi ,.
Los azulgrana no dieron opción a un conjunto hispalense que pagó una mala primera parte,.
Resultado Final - Barcelona - 5 - 1 - Sevilla , foto,.
El FC Barcelona golea al Sevilla (5-1) en partido de la jornada 10 de LaLiga, disputado este domingo en el Olímpico Lluis Companys. El conjunto que dirige Hansi Flick deshace el empate momentáneo con el Real Madrid, a la espera del clásico que se juega la semana que viene. Un doblete de Robert Lewandowski, un gran gol de Pedri González y otro doblete de Pablo Torre plasmaron la superioridad culé.
En los onces titulares la gran novedad fue la presencia de Ansu Fati por los locales y Marcao en los visitantes. En el caso del primero se benefició, por decirlo de alguna manera, de la lesión de Eric García en el calentamiento. Este iba a actuar en la media, como en anteriores ocasiones, y Ansu salió de inicio en dicha línea como interior, una posición que ya ocupó en los minutos que jugó en Champions contra el Young Boys. La otra gran novedad estaba en el banquillo: Pablo Martín Páez Gavira, 'Gavi'.
El Barça salió a recitar el guion ante su público y dominó desde el inicio, pero adelantando mucho su defensa, como le recordó Lukebakio a los diez minutos con una ocasión que terminó en un disparo desviado. Los de García Pimienta defendían muy atrás, pero contra una zaga tan adelantada, les bastaban dos pases para ganarles la espalda. El problema les llegaba a la hora de hacer el balón a sus extremos, puesto que les duraba más bien poco. La otra 'bala' del Sevilla era la capacidad de desborde de Ejuke por el otro costado, el izquierdo.
Esa apuesta podía salir bien, siempre que no se cometieran errores defensivos. Pero el error llegó. Gerard 'Peque' Fernández derribó a Raphinha de forma tan clara como innecesaria en el área y Robert Lewandowski no perdonó desde el punto de penalti (minuto 23). El delantero polaco, pichichi de LaLiga, y Lamine Yamal hicieron sonar las alarmas al volver tocados del parón de selecciones. Fue empezar a rodar el balón y el susto ya se había pasado en ambos casos.
El Sevilla se vio obligado a cambiar a una versión más ofensiva, pero el Barça le dio una lección de contragolpe en forma de golazo de Pedri por la escuadra. El tinerfeño inició la jugada robando en su campo y la culminó después de que Lewandowski y Lamine, máximo asistente de la competición, se inventaran la jugada (minuto 28). La última victoria sevillista en una visita al conjunto culé en Liga databa de 2002, 22 años y 21 partidos, y todo indicaba que tendrían que esperar a otro año. Nyland evitó -o retrasó- que los máximos goleador y asistente aumentaran su cuenta pasada la media hora con una gran parada. La noche iba a ser larga para los hispalenses.
Lewandowski, lanzado al pichichi
Lewandowski hizo el tercero, segundo para él, desviando lo justo un disparo de Raphinha desde fuera del área en la continuación de un saque de esquina (minuto 39). 12 goles y sin haber terminado su décimo partido de liga. La mejor noticia para el Sevilla iba a ser el descanso, y eso que tuvieron una ocasión inesperada propiciada por un error de Iñaki Peña en una falta lateral, pero ni por esas.
Peque quedó señalado tras el penalti y fue el sacrificado por García Pimienta en la reanudación para dejar su lugar en el once a Suso, otrora internacional. También entro Lokonga por Ejuke, este lesionado, pero el mejor del Sevilla a pesar de la goleada seguía siendo Nyland. El meta noruego le sacó una gran mano a Lamine Yamal en un intento de ponerla por la escuadra con el exterior de su zurda. Luego dudó en su salida en un mano a mano con Raphinha y este le batió por bajo, pero se libró por el fuera de juego del brasileño. No era aún el momento del cuarto.
Ese guarismo lo buscaban con ahínco el propio extremo brasileño, con el brazalete de capitán entre tanto canterano, y Lamine Yamal, como si el parón de selecciones y los compromisos venideros -Bayern en Champions y el clásico contra el Madrid- no fueran con ellos. Raphinha, además, derrochando esfuerzo en ayudas defensivas que no pasaron desapercibidas para los aficionados, que se lo recompensaron con ovaciones continuadas.
Mientras, el Sevilla intentaba crecer con Isaac Romero echándose al equipo a la espalda, pero sin éxito ofensivo. Un disparo desviado por la defensa del Barça y un penalti provocado, aunque luego anulado por fuera de juego, llevaron su firma. El tiempo corría y el objetivo a falta de media hora era dejar una impresión mejor que en la primera parte. La entrada de Suso tuvo buena parte de responsabilidad en esa tímida mejoría. Sin embargo, ni para eso tenía suerte el conjunto visitante, porque el andaluz se tuvo que retirar lesionado minutos después, sustituido por Sow.
Gavi, la ovación de la noche
Antes de la marcha de Suso, en el Barça se dieron cuenta de lo que estaba por venir durante la semana y metieron una marcha menos. Gavi se llevó la primera ovación de la noche al salir a calentar, aunque luego fue eclipsada por la que se llevaron Lewandowski y Raphinha al ser sustituidos. Uno de los que entró fue Fermín López, campeón de Europa y Olímpico, que reaparecía después de una lesión. Minutos después fue el turno del descanso -y de la ovación- para Lamine Yamal y Ansu Fati, quien había tenido antes una buena ocasión de cabeza. También tuvo una ocasión el Sevilla, un gran gol de Lukebakio anulado por claro fuera de juego.
Con el 'Baby Barça' sobre el terreno, el cuarto lo anotó Pablo Torre (minuto 82) aprovechando un centro de Jules Koundé, que este no descansa. Fue la antesala de la ovación de la noche, todo Montjuic y sus propios compañeros. Gavi entró por Pedri, gesto significativo de Hansi Flick, como el del propio jugador tinerfeño cediéndole el brazalete a su compañero. Del '8' al '6', como en otros tiempos. El partido ya estaba más que acabado. Pau Víctor tuvo el quinto en sus botas, pero el que llegó fue el gol del Sevilla, obra de Idumbo al culminar por fin una contra. Hasta en los hispalenses empezaban a pedir protagonismo los jóvenes. La 'manita' la redondeó Pablo Torre con un saque lateral de falta que no llegó a tocar Iñigo Martínez y entró directo.
27 puntos en diez jornadas, nueve victorias y una sola derrota. El clásico espera.
TITULO : Mi casa es la tuya - Antonio Soler - Fiscal imputado, bulos impunes ,. Viernes - 1 - Noviembre ,.
Mi casa es la tuya,.
Este viernes - 1 - Noviembre a las 22.00, Telecinco emite una nueva entrega de 'Mi casa es la tuya', con Bertín Osborne charlando con - Antonio Soler - Fiscal imputado, bulos impunes , fotos,.
Antonio Soler - Fiscal imputado, bulos impunes,.
Antonio Soler,.
Son las 12.01 de un domingo soleado sin estridencias y arriba de la escalera, junto a un par de grabados del “mago” Rafael Pérez Estrada, aparece Antonio Soler (Málaga, 1956). El atleta, el pajarito, como le llamaban en su juventud de olor a dos cilindros de la Sanglas 400, de curas agustinos (“fueron buenos”, escribe, “el padre Manrique enseñaba literatura con mucho interés”), bares de barrio y lecturas febriles. El Territorio Soler.
Hace unos minutos corría un poco de fresco en la terraza. Nos sentamos mejor dentro, en el salón. La tele es minúscula (la grande, junto a la colección de DVD, está en la planta de abajo) y nos escoltan catálogos de arte (me fijo en el de Enrique Brinkmann, que está encima de la mesa) y libros de fotografía. El que más sobresale es Manila, de Ricky Dávila. La biblioteca literaria, de la su memoria de lector, se sitúa en su estudio de trabajo, justo arriba. Entre planta y planta están los de Historia.
Sacramento (Galaxia Gutenberg) es la novela número 14 de Soler. La historia del sacerdote Hipólito Lucena. Un oscuro episodio de la Iglesia que es también, en parte, una intrahistoria decisiva en la biografía del escritor. Se enciende la grabadora del móvil y del iPad. Solo se interrumpe unos minutos la conversación con la llamada de un gran amigo, que le da la alegría de que ya ha acabado lo peor. “Tengo un libro reservado para ti”, le anuncia. “Hasta pronto”.
“¿Por dónde íbamos?”, pregunta Soler, el ganador del Premio Herralde, el Nacional de la Crítica (dos veces), el Primavera de Novela, el Nadal, el Dulce Chacón… y los que quedan por llegar.
Arranca el diálogo:
—¿Ha sido tu novela más difícil de escribir?
—Si quieres tener un desafío como escritor, el reto es cada vez más difícil. Pero si te conformas con lo que ya sabes, pues no. Quizá la novela más difícil que he escrito sea Sur, por la complejidad y el número de personajes. También tengo claro que Sacramento es la que más trabajo me ha costado. No quería conformarme con contar la historia del cura tal cual, a modo de narración clásica. Eso era algo que no me interesaba. Y luego también mi proceso creativo, tan largo después de tantos años, donde he ido reflexionando qué es ser escritor y qué es la literatura, me parecía que formaba parte de la propia novela. Del mismo modo, tampoco podía obviar hacer una reflexión sobre la época en la que ocurrían los hechos.
El reto era aglutinar todo eso en un solo libro. Y no es que esos treinta y tantos años haya estado pensando en cómo hacerlo. Era una intermitencia en la que llegaban noticias. Al principio era el encargo para escribir un simple reportaje y luego cada vez noticias más contundentes, precisas y reveladoras, hasta que me lo planteé seriamente. Llegó un momento en el que me dije: “Parece que la historia me está persiguiendo”. Había una serie de casualidades que se producían. A partir de ahí, viene la reflexión de que cómo puedo contar yo la historia que no sea una historia simple porque, además, el personaje no es nada simple. A mí no me interesaba contar la historia de un sinvergüenza, de un tipo que abusaba de su poder y nada más. No. Me parecía que era un personaje lleno de luces y sombras. Un sacerdote que hacía una labor social magnífica, que ayuda a los necesitados y que tiene una parcela de sombras. Todo eso era un reto y un desafío a la hora de contarlo.
—En realidad, también querías contar una historia del posfranquismo. Hasta ahora no habías escrito una novela de esa época.
—El personaje no se entiende sin el contexto en el que está viviendo. Había que enmarcar a don Hipólito en un mundo de penumbras, donde el bulo, el rumor, la fantasía conviven continuamente con la realidad. Y esos bulos están en los periódicos. Lo que uno daba por hecho es que en esos viajes a la hemeroteca me iba a encontrar con algo ya consabido: la interpretación que el Régimen hacía de sí mismo y el papel de la Iglesia. Además de esas cuestiones de carácter político, me fui encontrando con una realidad fantasiosa que abarcaban muchos más elementos: una presencia continua de platillos volantes, 60.000 perros en Hollywood que se vuelven locos por la influencia de la televisión, cuando en España todavía no había televisión… o un tipo que dice que ha donado 700 litros de sangre y le hacen una entrevista de un modo muy realista. Me imagino a los lectores interpretando eso con un pie en la realidad y otro en la duda de qué hay de cierto de lo que estaba ocurriendo. Y en ese contexto se encuentra don Hipólito, que a su vez provoca rumores y bulos, hasta que esos rumores van tomando un perfil muy nítido y se convierten en información real.
—¿Había o hay en la Iglesia más don Hipólitos?
—Puede haber abusos, como se está viendo en España, Irlanda o Estados Unidos, pero no, creo que no, al menos con sus características. He leído un libro bastante interesante del hispanista Stephen Haliczer, titulado Sexualidad en el confesionario, que menciona a don Hipólito como el último caso de iluminismo en el siglo XX. Lo que hace el personaje de mi novela es conectar con creencias de siglos anteriores. Eso no se da en la Iglesia Católica, y precisamente es lo que le pone contra las cuerdas porque va contra el Dogma y eso le convierte en un enemigo. Va mucho más allá de que se acostara con una mujer o 24.
—Ángel Herrera Oria, obispo de Málaga (1947-1966), conoce el caso y quiere saber si es un lío de faldas o bien el sacerdote va contra la norma.
—No se sabe si Herrera Oria quiere salvarlo o camuflar el escándalo, pero el asunto tiene tanta importancia que hace intervenir al propio Vaticano. En cualquier caso, no quería hacer un libro contra la Iglesia, y por eso en un principio renuncié a escribir un reportaje para esa revista, que al final tampoco salió adelante, porque me parecía que era obvio, como pegar una pedrada a la Iglesia. No. Me interesaba todo el trasfondo que hay detrás. Creo que finalmente es un libro sobre la Iglesia, no contra la Iglesia, que al final toma medidas para defenderse.
—Como en otras novelas tuyas, el autor también es el narrador. Pero es la primera vez que introduces la autoficción. ¿Hasta qué punto la considerabas necesaria para que funcionara la historia?
—Por el proceso de acercamiento. La transformación de una información en materia literaria me hizo reflexionar sobre el propio hecho de la escritura. Y pensar en quién era el escritor de mitad de los ochenta y quién es ahora. Más que autoficción, lo concebí casi como un libro de memorias y a la vez como un ensayo donde reflexionaba sobre el hecho de escribir, el sentido de la literatura y lo que significaba para mí.
—La literatura como salvavidas. Ese atleta que no quiere convertirse en un escritor de fin de semana y lucha por no ser lo que todo el mundo espera de él: un hombre de provecho. La autoficción regresa hacia el final de la novela y, como al principio, aparecen dos personajes. Se trata de los escritores Rafael Pérez Estrada y Rafael Ballesteros, fundamentales en tu vida.
—Fueron vitales en el sentido de mi existencia, pero no hubo una influencia literaria. Siendo tan cercano y amigo de los dos, los mundos literarios de ellos, que entre sí tampoco están relacionados, no tienen nada que ver con el mío. Pérez Estrada tenía 22 años más que yo y Ballesteros unos 18. A pesar de su edad y de que cuando yo los conocía tenían ya una obra muy en marcha y en el caso de Pérez Estrada ya casi hecha, no me influyeron literariamente en ningún sentido. En aquella época, y en esta ciudad, me sentía un tipo al margen. Yo había publicado una novela corta y unos relatos. Ellos, en un acto de generosidad, me dijeron que publicarían todos mis poemas. Yo les dije que no escribía poesía. Aquí lo único que había eran poetas; escribir novelas era un poco estrambótico. Hoy en día no sé cuántos novelistas hay en Málaga. Eso es una señal estupenda, pero en ese momento no se practicaba la narrativa.
—Te defines como “joven por fuera y más viejo que una gárgola semimuda”.
—A lo que me dedicaba fundamentalmente en esa época y, sobre todo en aquellos ámbitos, era a observar y a callar. Sí. Y, además, cuando tenía 29 o 30 años, siempre me echaban cinco o seis años menos. Tenía una apariencia bastante juvenil, pero por dentro ya tenía mucho vivido y andado. Era una especie de armadura.
—La importancia de la mirada, de ser esponja.
—Tampoco era una cuestión reflexionada. Respondía a mi naturaleza y era un rasgo de personalidad.
—Hay un momento clave en tu vida, casi dramático, en el que estás decidido a dejar la escritura profesional y a que se convierta en algo más ocasional por la falta de dinero, de un sustento para vivir. Ballesteros te pide que no lo abandones, que te des un plazo, y lo aceptas.
—Fue muy importante escuchar ese consejo. Rafael Ballesteros estaba en ese momento en Madrid (diputado constituyente, escritor y destacado dirigente del PSOE de Málaga). Me enviaba cartas que eran como balas de oxígeno. Eso estaba muy bien, pero ¿cuánto duraban? Luego venían los días solitarios, la presión cotidiana que llega por todos los sitios. Los amigos empezaban a trabajar, a casarse, y a tener vidas más o menos ordenadas. Cuando me encontraba a algún amigo por la calle, me hacía el gesto del movimiento de la mano que escribe: “¿Tú sigues escribiendo?”, preguntaban. Como si la escritura fuera una especie de pasatiempo que me estaba apartando de la vida. Y en cierto modo era así. Como si para los demás la película continuara, fuera en movimiento, y yo me hubiera quedado estancado dentro de mí mismo. Y en realidad lo estaba haciendo.
—Seguías viviendo con tu madre en un piso que daba al Callejón de las Puercas, escribías con tu Olivetti Valentine roja. No solo era vocación, sino tu vida.
—Era mi forma de estar en el mundo y lo que se movía alrededor me parecía que no tenía mucho sentido para mí. Iba a entrevistas de trabajo. No me cogían y salía triste porque no tenía empleo y alegre porque podía continuar escribiendo. Había mucha inseguridad y al mismo tiempo mucha determinación y constancia. En eso la fundamental fue Libertad, como se llamaba mi madre, que en cierto modo era un escudo contra lo que había alrededor y la presión de la familia que llegaba a casa y preguntaban: “¿Y este? ¿Qué hace?”. O las novias. Al principio para ellas era muy gracioso estar con un presunto escritor, pero cuando la cosa se ponía en serio se preguntaban qué sentido tenía. Yo sabía que ser un escritor de fin de semana no te llevaba a ser un escritor.
—El deseo sexual y la lucha por el poder. ¿No era el deseo una especie de fe? ¿En qué sentido la historia de don Hipólito es dominar a esas mujeres, a las «hipolitinas», o bien que el hombre no podía controlar sus instintos?
—Es un religioso con mucha fe, aunque no fanático. Se da cuenta de que su deseo sexual es irrefrenable y encuentra una vía en la que todo eso tiene sentido: el iluminismo. También tiene muy claro que cuando la cuestión se destape, todo se acaba. Me imagino que fue actuando como lo hacen muchos transgresores de la ley: como los políticos corruptos que cometen actos que se salen de la norma y no va ocurriendo nada y llegan a tener una conciencia de impunidad, de que no van a ser destapados nunca. En este caso todo lo que hace don Hipólito sí tiene consecuencias. La querencia final suya siempre será un misterio. ¿Hasta qué punto estaba convencido de que lo que hacía era bueno? Yo creo que eso se murió con él. Hasta el último momento se mantiene en eso, y decía que “no tenía conciencia de haber pecado” y que esos matrimonios místicos y sexuales que practicaban al pie del altar no eran pecados, sino una aproximación a Dios. Si él de verdad lo creía… a saber.
—¿Qué ha sido más determinante para construir el personaje: la hemeroteca, los testimonios o lo imaginado?
—En la hemeroteca no hay nada de él. Hay algún artículo con muchos errores. Lo fundamental fueron los testimonios de Pérez Estrada, la confirmación contra su voluntad que me da Alfonso Canales, abogado del Obispado [poeta y Premio Nacional de Literatura]. Me daba largas, pero cuando le pregunto si la Iglesia condenaba a un inocente, me dijo: “No, cuidado. A un inocente no”. Allí había un hecho delictivo dentro de la Iglesia, las personas que me han ido contando cosas, y luego su sobrino, que aparece cuando el libro está a dos días de entregar las pruebas de corrección de imprenta.
—Hay páginas muy explícitas.
—Todo me lo fueron comentando, incluso quien en principio me lo negó, como el librero Pepe Negrete, delante de la Iglesia donde actuaba don Hipólito. “Aquí, en el altar, decían, ¿que se acostaba con todas? ¿Y decían que hacía esto?”. Negándolo, fue diciendo un montón de cosas que luego otra gente me ha ido confirmando. Entre ellas la madre de Rafael Pérez Estrada, Mari Pepa, que nadie puede tachar de provocadora. En las memorias cuenta parte del ritual, que es tremendamente sacrílego. Al final toda esa información la metes en una coctelera y a partir de ahí trabajas interpretando del mejor modo posible toda la información que tienes e imaginando cómo pueden ser esos puntos ciegos.
—Sacramento iba a ser el título de El Camino de los Ingleses (Premio Nadal 2004 y llevada al cine por Antonio Banderas con guion del propio Soler). ¿Te quedaste con ganas de poner ese título?
—Lo primero que pensé es qué suerte tenía por no haber utilizado antes Sacramento. Porque era el título de este libro. Hubiera sido forzado titular El Camino de los Ingleses como Sacramento, por aquello del sacramento de la amistad. Aquí me parecía que era el título perfecto. Desde antes de poner la primera palabra sabía que así se iba a llamar la novela.
—Eliges muy bien la portada del libro. Tu mujer, María del Mar Peregrín, coach, psicóloga y enorme lectora, te propone siempre alguna fotografía para ilustrar la novela.
—María del Mar sabía de qué trataba el libro. Buscó una imagen y me dijo: “Abre la mente. No sé si te va a gustar, pero a mí me parece perfecta”. La vi y dije que esa es la portada. Pero no acabó ahí. Contacté con el fotógrafo y tuve que pasar un examen. Me preguntó qué simbología veía en esa imagen y cuál era el contenido del libro. No quería poner un cura, una cruz o nada de eso. No quería hacer un libro que no fuera ni plano ni evidente.
—¿Cuántas versiones has escrito?
—Como mínimo, han sido cuatro entre las correcciones y versiones del libro. Y luego correcciones más parceladas, por llamarlo de algún modo, yendo a las zonas que me parecían más susceptibles de depuración. La primera versión fue bastante más voluminosa. Sobre todo en la primera y segunda parte del libro había muchas más páginas y me parecía que la novela quedaba descompensada estructuralmente y en el ritmo. No era necesaria tanta información previa antes de entrar en la historia. Ahí fui eliminando muchas páginas, alrededor de 150.
—Málaga es también protagonista de la novela.
—La ciudad formaba parte de la historia. Hay que tener en cuenta la cronología de don Hipólito, que nace en 1907 y atraviesa, siendo ya sacerdote, la llegada de la Segunda República. También la quema de conventos e iglesias, que en Málaga tiene un peso especial, además de la represión contra los curas y las monjas. Luego la Guerra Civil con la muerte de su hermano y él encarcelado. Y una brutal represión por parte del régimen franquista en la ciudad. Eso lo ve el protagonista en primera línea y me parecía que había que contarlo para ver la influencia de cómo todos esos acontecimientos de la ciudad repercutían en él. Sin esas circunstancias, el personaje quedaba más desdibujado y deslavazado. Era importante construir parte de la historia del país y de la ciudad. En Málaga se vive todo el proceso de España de un modo más acusado.
—Todo eso ya lo reflejaste en Málaga, paraíso perdido (Fundación José Manuel Lara).
—Sí, sí. Y hay más. El primer diputado comunista, Cayetano Bolívar, viene de Málaga. Los movimientos obreros de izquierdas eran muy fuertes y se manifestaban en ocasiones con mucha virulencia. La quema de conventos, que se origina en Madrid, es en Málaga donde tiene más eco. La Guerra Civil y el éxodo de la Carretera de Almería y la represión con Arias Navarro, entonces fiscal, el «Carnicerito de Málaga» [el último presidente del Gobierno nombrado por Franco, quien anunció por televisión la muerte del dictador] y con la Iglesia con clarísima connivencia y represora con el Régimen y el brazo en alto al estilo fascista… Todo eso lo ve don Hipólito y había que contarlo también.
—¿Y ahora? ¿Cómo valoras el empuje de la Málaga cultural y tecnológica? ¿Hay algo de cartón piedra?
—Depende de cuál sea el punto de referencia. Si se compara con los años de la posguerra, es el paraíso absolutamente. Lo que pasa es que un paraíso que tiene algo de trampantojo o cartón piedra, como dices. En el ámbito cultural hay mejoras, sin duda. La llegada de museos ha traído un turismo que no es el más deseable, pero eso también hay que llevarlo a escala mundial. Venecia es una ciudad intransitable. En muchas áreas de Barcelona ocurre exactamente lo mismo y se convierte en una especie de parque temático, pero en el plano puramente cultura, si comparamos Málaga con la de los años 70, ahora es un lujo absoluto por los centros literarios donde pueden verse a los mejores escritores nacionales. Claro que es mejorable, pero era impensable hace 40 años que podríamos encontrarnos en esta situación.
—Sacramento se escribió en buena parte durante los meses más duros del confinamiento. ¿En qué medida crees que la pandemia ha modificado conductas o ha cambiado el mundo que vivimos?
—En el aspecto cultural hubo una conmoción con lo que estaba ocurriendo en el mundo, en el país y con los muertos. Te preguntabas hasta dónde iba a llegar el derrumbe de las empresas y de las editoriales. Ese temor lo tuve en los comienzos. Luego, tras el empacho de Netflix y de hacer pan, la gente se puso a leer y se empezó a ver que el mundo editorial no solo no caía, sino que se mantenía con cierta fuerza. Ahora hay optimismo y se va a saber si esos lectores fueron ocasionales o se han hecho lectores. No lo sé. Tampoco me gusta ser adivino.
—¿Un lector de best sellers es recuperable para la literatura?
—Depende de la edad que tenga el lector y de las ambiciones. Sobre todo, qué significa para cada uno la lectura. Si es una mera distracción, una cuestión de evasión o entretenimiento, como el que ve películas de acción o el que come comida basura. Cada uno hace lo que le da la gana, y somos libres de hacerlo. También hay lectores que empiezan desorientados, que van exigiendo algo más que la distracción. Intentas entrar en otros mundos y cabezas. Ves la literatura como un espejo de ti mismo, donde te ves reflejado y ahondas en un conocimiento a través de personajes que están bien hechos y tienen profundidad humana.
—¿No se le concede demasiada importancia a las polémicas y a los premios literarios y menos a explicar bien las obras en sí?
—Hay de todo, y eso siempre ha sido así. Siempre ha convivido la literatura popular con una más exigente y de altura mayor. Ahora sigue ocurriendo con mucho más eco porque está la cultura de masas, pero ya no es nuevo. Hay mucho más ruido que en la época de Galdós, claro.
—Desde el principio renunciaste a tener redes sociales y hace un mes sorprendiste abriéndote una cuenta en Instagram llamada «El hijo del camionero».
—Ahí solo pretendo un poco de diversión, nada más.
—¿Solo pura evasión o hay algún germen de una posible novela en esos camiones?
—Es un juego, y hago algunos guiños con pequeñas reflexiones, pero ni siquiera me atrevo a llamarlos microrrelatos. Es poner pies de foto tomando como excusas los camiones. Mi padre tenía un camión y me ha llamado la atención la gente que está en el camino, en la carretera.
—Pensaba que tu padre era ferroviario.
—No, eso nunca.
—¿Entonces a qué se dedicaba?
—Mi padre se dedicó a muchas cosas. Era un buscavidas y una parte importante de su vida tuvo un camión. También llegó a tener dos. Mi padre tenía uno de la marca Leyland. El otro día estuve hablando con Juan Cruz de camiones porque su padre también tenía uno.
—¿Tiene futuro la ficción pura o dura, o cada vez estará más basada en hechos reales? En la promoción de Sacramento se dice en la primera línea que es un suceso real.
—Tengo confianza absoluta en la ficción pura y en la novela pura. Lo que pasaba es que esta historia estaba latiendo, pero no la ha escrito hasta que no se ha convertido en materia literaria. No me he tenido que apartar de mi camino para contar esta novela. Es como si a don Hipólito, a lo largo del tiempo, le hubieran salido raíces, ubicado en mi territorio literario y formara parte de mi mundo. No ha sido a la inversa. La historia ajena se ha ido impregnando de mi mundo, y a lo mejor por eso he tenido que contar cosas de mí mismo. No creo tanto en la novela simple o la clásica que esté un poco desfasada.
—En alguna entrevista de la década los noventa solías decir que querías ser Dostoievski. ¿Hay que compararse con los grandes, o cada uno seguir tu propio camino y ser la mejor versión de uno mismo?
—Están unidas las dos cuestiones… Ahora mismo no sé si querría ser Dostoievski, que sigue siendo grandísimo, pero he evolucionado en el estilo. De joven me gustaba mucho Tolstoi, pero Dostoievski estaba por encima. Con los años me he hecho más de Tolstoi, aunque Dostoievski me siga fascinando. Hay que tomar como referencia a los grandes y tratar de estar a su sombra. Evidentemente sobrepasarlos está fuera de los límites, pero el no conformarse con lo que uno ya domina me parece vital. También el intentar trazar caminos paralelos y no volver a lo transitado. Entre otras cosas, porque sería un aburrimiento muy grande.
—Aunque no vas a decir de qué va tu próxima novela, ¿la tienes clara ya?
—Es posible que sí.
—¿Y las siguientes?
—Hay sombras. Ja, ja.
—Algunos escritores admiten que les van a faltar años de vida para las novelas que quieren hacer. ¿Es tu caso?
—No tengo idea… porque no sé si me voy a morir la semana que viene. Ja, ja.
—¿Cuáles son los clásicos que has releído este año?
—Faulkner. He vuelto a leer Santuario y Mientras agonizo. Y he estado hojeando muy seriamente El ruido y la furia.
—Estas novelas las leíste en tus veintitantos. Ahora, con 64 años, ¿qué te llama más la atención? ¿El trasfondo, la tramoya narrativa?
—Quizá me fije con más detalle en lo que antes ya lo hacía. Me quedé conmocionado cuando leí a Faulkner con veintitantos porque me estaba contando las cosas de otro modo y con mucha profundidad, como en El ruido y la furia, una obra de mucha complejidad y, aun interesándome mucho, había partes que no tenía claras por la dificultad intrínseca del texto. Todavía tengo un punto de fascinación más allá de la mirada técnica.
—Galaxia Gutenberg es una editorial que ha creído en ti. Has publicado ya cuatro novelas (Una historia violenta, Apóstoles y asesinos, Sur y ahora Sacramento) más la reedición de Las bailarinas muertas. ¿Qué te aporta Galaxia? ¿Estabilidad?
—Llegado a un punto de mi territorio y después de haber pasado por algunas editoriales donde he dejado muy buenos amigos, y de los que tengo muy buenos recuerdos, necesitaba un cómplice en la figura de un editor. Alguien que me propusiera un largo viaje juntos, con un concepto de lo literario muy cercano al mío, y donde la confianza mutua fuera muy sólida. Eso lo he encontrado con Joan Tarrida y Galaxia.
—¿Ahora es más difícil publicar para un autor joven o quien empieza en la narrativa? ¿Hay más embudo que cuando tú empezaste a mitad de la década de los ochenta?
—A lo largo de estos años y décadas he ido viendo cómo ese embudo se estrechaba y ensanchaba dependiendo de las épocas. Hubo una etapa donde ser joven era un atributo. Otro donde ser mujer era lo deseable. He visto distintas fases. En este exacto momento, y en el momento donde yo empezaba, el grado de dificultad es el mismo. Hay grandes grupos con diferentes sellos y tendencias. Y luego hay un grupo de editoriales que aunque no son enormes sí tienen unos catálogos muy abiertos y de una calidad contrastada. No veo que haya un grado de especial dificultad. A veces ocurre que en periodos de crisis económica que ese embudo se estrecha. Como antes hablábamos, la pandemia no ha repercutido negativamente en el mundo editorial.
—¿Qué tiene que seguir alimentando la vocación de un novelista? ¿Esa mezcla de inseguridad y determinación que antes has comentado?
—Eso es lo que conforma al trabajo en sí, más que la vocación o el deseo de escribir. La inseguridad es una especie de estado de alerta de no confiarte. Eso me parece absolutamente vital. El oficio no se acaba de aprender. Cada novela es un ejercicio distinto, por lo menos para mí. La determinación de sacar el trabajo adelante, cueste lo que cueste. Pero eso forma parte del momento en el que ya te has puesto a trabajar. Lo que te impulsa a escribir es algo que forma parte de tu vida, casi mecánico. El estar pensando en qué vas a escribir y qué forma le puedes dar a eso que se está dibujando en tu cabeza es un nuevo desafío y una nueva pirueta para alguien que ya vive en el trapecio.
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Pena de muerte, armas de fuego, pornografía, basura nuclear y derechos trans son algunos de los asuntos en el menú de un curso judicial que puede decidir sobre el expresidente y sobre las elecciones,.
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Richard Glossip ha tenido ocho veces cita con su ejecución. En tres de ellas, pasó incluso por el ritual de la última comida en el corredor de la muerte. Esta semana, tiene una nueva oportunidad de salvar su vida. Su caso será uno de los primeros que analice el Tribunal Supremo de Estados Unidos en su nuevo curso judicial, que empieza este lunes con dos pleitos de carácter técnico y procesal. Durante los próximos meses, los jueces que llevan acometiendo una revolución conservadora desde hace tres años analizarán casos relacionados con las armas de fuego, el acceso a la pornografía,.
TITULO: La Historia del Fútbol en Castuera - Fútbol - El Castuera consigue su segunda victoria de la temporada tras ganar 1-0 al Santa Amalia ,.
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El equipo de Manu Agudo ganó al Santa Amalia y suma tres nuevos puntos a su casillero. Josito firmó el gol del Castuera en el minuto 18 de la segunda parte.
foto / Vestuario del CD Castuera celebrando la victoria,.
El partido fue de mucho ritmo durante los noventa minutos y con pocas ocasiones de gol. El juego también resultó bastante igualado, con un constante ir y venir del esférico de las cercanías de un área hacia otra, pero siempre con algo más de peligro en la portería visitante.
La excesiva dureza con la que se emplearon los visitantes, no tuvo respuesta por parte del arbitro que permitió acciones como la que acabó lesionado al jugador del Castuera Piti, sin que el colegiado la considerase ni falta.
En la segunda parte se jugó igual, mucho ritmo e intensidad, aunque pocas ocasiones de gol. El único gol del partido subió al marcador en el minuto 62, después de un centro lateral que no encontró rematador y que controló Josito en el vértice del área, para después de recortar a un defensor sacar un preciso disparo que se coló por toda la escuadra.
CD Castuera-Subastacar y CD Santa Amalia se enfrentaron el pasado domingo en el partido correspondiente a la séptima jornada del campeonato liguero de la Tercera División RFEF, que finalizo con victoria de los locales por uno a cero.
El partido, disputado en el «Manuel Ruiz», significó para los de Manu Agudo sumar tres nuevos puntos para mantenerse fuera de los puestos de descenso en la tabla clasificatoria.
La próxima jornada, el domingo 27 de octubre, el Castuera visitará al Jerez CF para disputar el partido correspondiente a la octava jornada del campeonato liguero del Grupo 14 la 3ª División RFEF.
Resultado Final ,.
Castuera: Canito; Neiva, Chavero, Duván, Álex Gil (Josito 56′), Neil, Loren, Louis (Angelito 56′), Guinda (Quintero 85′), Piti (Jorge 12′), Enrique (Vera 85′).
Santa Amalia: Joaquín; Manu (Macías 67′), Gonzalo (Torvisco 78′), Josepe, David Díaz, Cano (Jhojan 67′), Cañamero, Pelu, Canito, Albertino (Víctor 67′), Enrique.
Goles: 1-0 (62′): Josito.
Árbitro: Delfa Ramos. Mostro tarjeta amarilla a los jugadores del Castuera, Canito, Duván y Neiva, y al técnico local, Manu Agudo; por el Santa Amalia vieron la amarilla, David Díaz, Manu y Jhojan.
Incidencias: Manuel Ruiz. Alrededor de 400 espectadores.
TITULO: Saber Vivir - Cita médica en vídeo,.
Cita médica en vídeo,.
foto / Un servicio de salud digital con la cercanía de un médico de cabecera,.
Personal Doctor combina la agilidad y comodidad de las consultas digitales o telefónicas con un trato personalizado mediante un profesional que sigue de cerca la evolución de sus pacientes,.
La revolución digital ha cambiado nuestras vidas en casi todos los aspectos, incluso en la manera en la que se cuida de la salud. Especialmente a raíz de la pandemia, las consultas médicas presenciales se han sustituido en muchos casos por llamadas o videollamadas, ahorrando tiempo y evitando desplazamientos al paciente y agilizando los procesos. Ese avance, sin embargo, también puede llevar a una atención más fragmentada, en la que se pierda la cercanía y la relación con un médico de cabecera que conoce de primera mano a sus pacientes y su historial. Combinar las ventajas de los métodos digitales con ese trato personalizado es la finalidad de Personal Doctor, el seguro creado por DKV.
La aseguradora, que ya había comenzado a desarrollar un ecosistema de salud digital antes de la pandemia, ha acelerado este entorno para mejorar la asistencia médica y adaptarla a las nuevas necesidades. como parte de su oferta innovadora, Personal Doctor devuelve al centro de la atención sanitaria la figura tradicional del médico de cabecera, una persona que trata de manera regular a sus pacientes y conoce sus circunstancias e historial médico. Los usuarios pueden elegir a través de este servicio al profesional que prefieran, que seguirá su estado de salud a través de chat, llamada o videollamada, con el objetivo de establecer un vínculo de confianza y un trato más cercano.
La relación entre médico y paciente a través de Personal Doctor comienza con una llamada para establecer un diagnóstico inicial. Este médico no solo está disponible para atender las consultas habituales, sino que también trata a sus pacientes de manera proactiva, promoviendo hábitos de vida saludables, y derivando en caso de ser necesario a pruebas presenciales con especialistas. En caso de no poder atender al paciente en un momento dado, siempre se cuenta con otro profesional para realizar las consultas con el paciente. Los asegurados también disponen de un contacto administrativo para realizar gestiones como autorizaciones o gestiones de citas, de manera que se agilicen los procesos y el paciente no tenga que ocuparse de aspectos burocráticos. El seguro cuenta con dos modalidades: Personal Doctor (sin hospitalización), Personal Doctor Premium (con hospitalización).
Atención médica digital
Personal Doctor forma parte de la oferta digital de DKV, en una apuesta de la aseguradora por la innovación y una atención adaptada a los tiempos. Otra de sus iniciativas es la plataforma de telemedicina Quiero cuidarme Más, que a finales de 2022 superó las 600.000 descargas y los 325.300 usuarios que han seguido sus sesiones a través de su aplicación. Este servicio da acceso a los asegurados a distintos servicios, desde la imagen radiológica o la fisioterapia online.
Asimismo, la app Activa permite gestionar el seguro de DKV. A través de la aplicación, se puede gestionar autorizaciones, tener su tarjeta médica digital o realizar consultas con Nauta, un asistente virtual. Activa se integra en la plataforma Quiero cuidarme Más, y a través de ella tienen también acceso a la videoconsulta, el chat con especialistas o la sección Mi Farmacia, desde donde se pueden solicitar recetas, y una carpeta de salud, donde quedan almacenados sus informes médicos y resultados.
- TITULO: Días de cine - Cine - La actriz Paz Vega,. - Viernes - 1 - Noviembre ,.
La actriz Paz Vega,.
La actriz Paz Vega es la madrina de este ‘Días de Cine’. Tras muchos años delante de las cámaras, ha dado el salto a la dirección con su primer largometraje ‘Rita’, participada por RTVE, la película se presenta en la Seminci y llega a las pantallas la próxima semana.
Entre los estrenos de la semana, ‘La habitación de al lado’, el primer largometraje rodado en inglés de Pedro Almodóvar, que le ha supuesto el León de Oro en el pasado Festival de Venecia, con el protagonismo de Tilda Swinton y Julianne Moore.
Dos películas belgas, ‘Here’ y ‘Luka’; el documental dirigido por Beatriz Luengo ‘Patria y vida’; la última película como intérprete de Maggie Smith, ‘El club de los milagros’; la secuela de terror ‘Smile 2’; y ‘Valenciana’, escrita y dirigida por Jordi Nuñez.
Se cumplen 40 años sin Burt Lancaster, uno de los grandes intérpretes de la historia del cine. ‘Días de Cine’ le recordará con un reportaje.
Para cerrar el programa, un reportaje sobre el Another Way Film Festival, Festival de Cine y sostenibilidad que cumple 10 ediciones, y como cada semana las recomendaciones de ‘Días de Cine’.
TITULO: UN BUEN PLAN ES IR AL CINE - El Niño,.
Reparto ,. · Mariam Bachir · Ales Furundarena · Abel Mora · Mario de la Rosa · Luka Peros · Somaya Taoufiki · José Manuel Poga · Khaled Kouka · Chema ,.
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