TITULO: Juego de Niños - Caso Shevchenko: a vueltas con las trampas en el ajedrez ,. Sábado - 2 - Noviembre ,.
Juegos de niños,.
Sabado - 2 - Noviembre , a las 22:00 por La 1, foto,.
Juego de Niños -Caso Shevchenko: a vueltas con las trampas en el ajedrez ,.
Caso Shevchenko: a vueltas con las trampas en el ajedrez ,.
El ucraniano Kirill Shevchenko ha sido expulsado de un importante torneo en Melilla por usar «dispositivos móviles durante el desarrollo de sus partidas». El cáncer de las trampas amenaza el futuro del ajedrez presencial,.
La madrugada del domingo pasado, el rumor se propagó como una onda electromagnética entre los círculos ajedrecísticos del país. La sospecha de trampas acorralaba al gran maestro ucraniano (bajo bandera rumana) Kirill Shevchenko, 69º en la clasificación mundial de la FIDE. Hace unos meses, el joven ajedrecista, de 22 años, envió un mensaje en el que se ofrecía para jugar en las filas del Club de Ajedrez de Silla Integrant Col•lectius. Su fuerza en el tablero era incuestionable y las referencias obtenidas, muy positivas, por lo que Shevchenko terminó fichando por el club valenciano. La nueva incorporación hacía soñar con los mejores resultados. El estreno de Kirill en su nuevo equipo se produjo en Melilla, en el fortísimo Campeonato de España de Clubes. Hasta ese momento, nadie podía haber anticipado que, fuera del tablero, las cosas se iban a poner muy feas.
El lunes por la mañana el rumor de madrugada se convirtió en la peor de las noticias. La Federación Española de Ajedrez (FEDA), a través de un comunicado, hizo oficial su decisión de sancionar a Kirill Shevchenko «con la pérdida de sus partidas disputadas en la primera y la segunda ronda, así como con su expulsión del campeonato». En la línea siguiente, el comunicado informaba: «El motivo ha sido la utilización de dispositivos móviles durante el desarrollo de sus partidas».
En este sentido, la normativa anti-trampas ('anti-cheating') de la FIDE es clara al considerar trampa «el uso deliberado de dispositivos electrónicos u otras fuentes de información o asesoramiento durante una partida». Lógico, pues la mayoría de los teléfonos inteligentes incorpora alguna aplicación de ajedrez con una potencia de cálculo superior a la del ser humano.
El comunicado de la FEDA abundó en el argumento al subrayar que «mantiene un firme compromiso contra las trampas en el ajedrez, actuando de la manera más enérgica posible en cualquier caso que se detecte». La sanción de Kirill Shevchenko cayó como una bomba sobre Melilla. Y su impacto sacudió, al instante, la escena ajedrezada internacional.
La secuencia de los hechos
La primera ronda del Campeonato de España de Clubes arrancó en el Hotel Melilla Puerto, de la cadena Meliá, con duelos muy atractivos para el aficionado. El neerlandés Jorden Van Foreest (35º del mundo) no pasó de las tablas contra Vasily Ivanchuk, leyenda viva de este deporte. El prodigio argentino Faustino Oro, conocido como el Messi del ajedrez, le arrancó medio punto al gran maestro Iván Salgado. Por su parte, Kirill Shevchenko jugó con negras contra Bassem Amin, que en egipcio significa «el que sonreía».
A pesar de que Amin logró un peón pasado y amenazaba con coronar en dama, Shevchenko neutralizó con jaques al rey blanco y forzó el empate. Más tarde, Bassem Amin, médico cirujano además de ajedrecista, se quejó al capitán de su equipo, José Carlos Ibarra, de las numerosas ausencias de Shevchenko durante la partida. «En ese momento, nosotros no le dimos más relevancia, estamos muy acostumbrados a comentar cosas así», reconoce Ibarra. Esa misma noche, el egipcio Bassem Amin no sonreía.
Segunda ronda. El olfato de Vallejo
Nada de lo anterior había llegado a oídos de Paco Vallejo, el rival de Shevchenko en la segunda jornada. Vallejo es un tótem. Estadística en mano, es el mejor jugador de la historia del ajedrez español. Curtido en mil batallas, su olfato resultó clave para descubrir el pastel. «Yo iba con negras y planteé una línea de la defensa Petrov que no juego nunca porque se supone que no es muy buena, pero la tenía estudiada. En la jugada cuatro, Shevchenko me hace 'dama e2' (De2) al toque y se va corriendo al baño», declara Vallejo. «No había pasado ni un minuto desde que comenzamos la partida. Me pareció muy raro». Paco decidió hablar con el árbitro y dar aviso.
Durante el encuentro, Shevchenko continuó con sus visitas al baño. «Más de cinco veces, seguro», confirma Vallejo. Para el gran maestro menorquín, hubo dos momentos muy singulares sobre el tablero: «Uno de ellos fue cuando puse mi rey en 'f7' (Rf7). Me costó mucho encontrar esa jugada. Y el tipo me respondió al toque». El segundo no deja de ser un detalle que solo es apreciable desde la óptica de un ajedrecista de élite: «Shevchenko me hizo una jugada antinatural. Movió su torre a 'd6' (Td6), lo que me permitió llevar la mía a esa misma fila (Tc6). Tras el cambio de torres, llegamos a una posición con alfiles de distinto color», explica Paco.
«Es cierto que él tenía un peón de ventaja, pero ahí un gran maestro te mantiene la tensión, no decide simplificar y jugar un final que suele terminar en tablas», sentencia. «Recuerdo que me sorprendió», admite Vallejo. «No sé, últimamente todo el mundo parece Kaspárov cuando juega contra mí». Después, Shevchenko hizo bueno el peón de más y, con refinada técnica, derrotó al jugador español. «Bien jugado», le dijo Paco, con un apretón de manos.
Dos móviles en el baño
Unas horas más tarde, el escándalo estalló. «Al final, has ganado», le comentó un conocido gran maestro a Vallejo, en el hotel. «No, he perdido», debió pensar Paco. Pero ese «has ganado» era un modo de decirle «te hicieron trampas y te darán el punto de la partida». Así fue. Y es que, tras las quejas de Vallejo, el árbitro principal, Óscar de Prado, habló con Shevchenko. El ucraniano justificó sus visitas al baño debido a «un problema», sin más. El árbitro le recordó la necesidad de pedir permiso, puesto que los baños estaban fuera de la sala de juego. Los jugadores tenían a su disposición dos baños: uno común, con dos inodoros y tres urinarios; y otro individual. En la práctica, todos usaban el primero, simplemente porque estaba más cerca. Todos, menos Shevchenko, que entraba y salía del más alejado.
Conforme al relato que se recoge en el informe arbitral, Shevchenko siguió «saliendo de la sala de juego sin pedir permiso». La insistencia del ucraniano encendió todas las alarmas y se activó, por orden del árbitro principal, una vigilancia. Uno de los miembros de la organización, Ismael Mohamed García, fue testigo directo del extraño vaivén de Shevchenko durante su partida contra Vallejo. En su labor de investigación, Mohamed inspeccionó el baño de Shevchenko y, escondido en un cubículo, encontró un teléfono móvil con una nota manuscrita: «¡No toques! ¡El teléfono se dejó para que el huésped contestara por la noche!».
En virtud de cómo proceda la FIDE y del fallo que resulte, la decisión sentará un precedente
Tras el insólito hallazgo, el árbitro principal ordenó cerrar ese baño, lo que devino en una segunda sorpresa porque, cuando la limpiadora del hotel acudió para echar con llave la puerta, contó que el día anterior, alrededor de las seis y media, ella misma había encontrado otro teléfono móvil, y que lo había entregado en la recepción del hotel. Al habla con la dirección del Melilla Puerto, me confirman la custodia de este dispositivo: «Sin una orden judicial, o sin que acuda la policía, no podemos entregar el móvil a nadie que no sea el titular. No son unas gafas olvidadas. Debemos cumplir con la Ley de Protección de Datos».
En este punto de la historia, las preguntas se multiplican. ¿Es Shevchenko el titular de los teléfonos? ¿Sabía el jugador ucraniano que una limpiadora encontró el primer móvil? ¿Explicaría esta hipótesis, de ser cierta, la nota manuscrita del segundo? ¿Cómo se debe proceder ahora con este segundo móvil? ¿Quién puede acceder a su contenido?
Indicios, pruebas y reacciones
Por si todos los indicios no apuntaran a una misma dirección, deben saber que el teléfono encontrado («encendido y con un código PIN que bloquea la pantalla») marcaba una hora más, coincidente con el huso horario de Rumanía y el de Ucrania. Y que la letra de la nota de este dispositivo tenía «una amplia coincidencia en grafía y tinta» con las planillas donde Shevchenko anotaba sus jugadas.
Una vez conocidos los hechos, Kirill Shevchenko mantuvo una «actitud muy tranquila», negó cualquier circunstancia, devolvió a su club el dinero que había recibido por su participación en el campeonato y abandonó la ciudad. Le pregunto por lo ocurrido a José Antonio García Domingo, delegado del Silla Integrant Col•lectius, quien en un primer momento interpuso recurso contra la sanción del informe arbitral: «Fue una situación muy desagradable», reconoce. «Kirill puede ser culpable. Creo que lo es, pero no puedo estar seguro al cien por cien. Es un escenario muy complicado y entiendo todas las posturas, pero yo no lo hubiera sancionado, prefiero estar en el beneficio de la duda».
Por su parte, la Federación Rumana de Ajedrez emitió un comunicado en el que destaca que «acusaciones tan graves deben estar respaldadas por pruebas sólidas y, hasta ahora, sólo han aparecido públicamente pruebas circunstanciales». Y añade: «Esperamos los detalles del caso y estudiaremos cuidadosamente las pruebas que lo acompañan. Por el momento, sólo tenemos información de medios de comunicación y presuntos testigos, pero ninguna comunicación oficial. Hasta entonces, estamos del lado de nuestro ajedrecista, que niega las acusaciones que se le imputan».
Me pongo en contacto con una voz autorizada, el gran maestro Aleksandar Colovic, miembro de la Comisión de Juego Limpio de la FIDE, para conocer cuál es el recorrido del caso Shevchenko: «El informe arbitral se enviará a la Comisión de 'Fair Play' de la FIDE y se formará un panel de investigación», explica Colovic. «Este panel emitirá un informe que enviará a la Comisión de Ética y Disciplina de la FIDE, órgano que decidirá si hay culpa y cuál será el castigo».
¿Qué debe ocurrir para que la evidencia de los hechos no sea considerada una prueba indiciaria?
Sin ánimo de condicionar la opinión de quien lea esta nota, ni de las partes implicadas en el caso, me permito lanzar varias preguntas. ¿Qué debe ocurrir para que la evidencia de los hechos no sea considerada una prueba indiciaria? Porque, bajo la innegociable garantía de la presunción de inocencia (nada ni nadie debería quebrantarla), corremos el riesgo de que todo indicio se convierta en prueba circunstancial.
A los efectos prácticos, es este un dilema capcioso que juega en contra, ya que deja un espacio muy reducido desde donde poder luchar, de forma eficaz, contra las trampas presenciales en el ajedrez competitivo. A la vista de este dilema, ¿cuál sería la única prueba sólida en un caso de posibles trampas? Solo nos queda la imagen del sospechoso mientras hace uso de un dispositivo electrónico. Y todos sabemos que, en un baño, grabar es ilegal.
Pongo ahora un último dedo en la llaga: cuando los testigos de unos hechos probados son árbitros o miembros cualificados de la organización de un torneo, no entiendo que se aplique el término «presuntos». En puridad, son testigos directos y sus testimonios deberían ser tomados como declarantes de primer orden, desde el principio de veracidad.
Les aviso. El caso Shevchenko marcará un antes y un después en la batalla contra las trampas en el ajedrez. En virtud de cómo proceda la FIDE y del fallo que resulte, la decisión sentará un precedente. En otras palabras: el futuro del 'noble' juego está en juego. Ojalá sea para bien.
TITULO: POLICIA O JUSTICIA - La Guardia Civil y la Policía Nacional se exhiben en las calles de las ciudades vascas,.
La Guardia Civil y la Policía Nacional se exhiben en las calles de las ciudades vascas,.
Las Fuerzas de Seguridad del Estado, acantonadas durante años, están empezando a dejarse ver de modo deliberado en las calles vascas. En 2024, la Policía Nacional celebró un acto en el centro de Vitoria con motivo de su duocentésimo aniversario –aunque en puridad la institución con ese nombre y funciones es de 1986– y este mismo jueves ha hecho una exhibición de vehículos y unidades en pleno centro de Bilbao. Además, está ya decidido que el 12 de octubre –fiesta nacional de España– la Guardia Civil haga también su acto central no en el cuartel de Sansomendi, como ha sido costumbre, sino también en las calles de la capital vasca, en plena plaza de España.
“Esta exhibición abierta de la Policía Nacional en Bilbao es un buen síntoma de la normalidad democrática que estamos viviendo en el País Vasco. La Policía Nacional, la Guardia Civil, las Policías locales y la Ertzaintza estamos para colaborar y proteger y servir a la ciudadanía”, se ha felicitado la delegada del Gobierno de España en Euskadi, la socialista Marisol Garmendia. Desde el final de ETA, ya en 2011, varios representantes del Estado como Carlos Urquijo o Javier de Andrés del PP o Jesús Loza y Denis Itxaso del PSE–EE habían verbalizado su deseo de hacer más visibles las atribuciones del Gobierno central, pero está siendo ahora cuando esos planes han llegado a los agentes uniformados.
El cambio es evidente. Los anuncios del aniversario de la Policía Nacional aparecen en estaciones de tren, las patrullas están ahora aparcadas y visibles fuera de las comisarías y mandos uniformados están asistiendo a algunos eventos sociales. La Guardia Civil de Bizkaia hace ya algún tiempo que tiene redes sociales en euskera en las que muestra –a veces incluso excediéndose de sus competencias– que está presente en la vida social de Bilbao y el territorio. En el caso de Vitoria, han encontrado la complicidad de la alcaldesa socialista, Maider Etxebarria, en el cargo desde 2023, que les ha invitado ya a varias actividades y ha dado el visto bueno a los actos de ambos cuerpos frente al Ayuntamiento.
Sin embargo, para el SUP el contexto actual es de “falsa normalidad social”. “Se quiere dar una imagen que realmente no es cierta. Es verdad que en las ciudades ha bajado la presión, pero en los pueblos no. No es cierto que del ostracismo estemos saliendo a la luz. Para nada es cierto. Aquí seguimos siendo ciudadanos de segunda. Tenemos que seguir viendo a qué médico vamos. O cuando tenemos que presentar la nómina. Eso de que hay absoluta normalidad no es cierto. Esto no es Soria no es Palencia o Santander”, apunta el sindicato policial. Añaden que, con motivo de la exhibición en Bilbao, el principal partido de EH Bildu, Sortu, ha lanzado mensajes contra el cuerpo y empapelado las calles con carteles de protesta. “Ni se os quiere ni se os necesita. ¡Fuera la Policía española! ¡Independencia!”, ha clamado la formación dirigida por Arkaitz Rodríguez, que cree que es “inaceptable” que la Policía Nacional haya sacado a la calle su “arsenal”.
El jefe superior en la demarcación de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa, Jesús Herranz, en el cargo desde 2021, ha explicado que el material exhibido en Bilbao es una muestra de que el cuerpo está a la “vanguardia” en medios contra la criminalidad. Se han exhibido drones o equipos móviles de Policía científica, pero también unidades caninas o de caballería. No todas ellas están operativas en Euskadi, donde la Policía principal es la Ertzaintza. Las Fuerzas de Seguridad del Estado tienen competencias exclusivas en materia de fronteras, inmigración, DNI y pasaportes, puertos y aeropuertos, costas, explosivos, resguardo fiscal y, sobre todo, los delitos de ámbito superior al autonómico. Ahí se engloba la lucha contra el terrorismo, el crimen organizado, la trata de personas o investigaciones judiciales que trasciendan a Euskadi. La suma total de ambos cuerpos rondaba los 3.200 efectivos en 2023 por 7.400 de la Ertzaintza, por ejemplo. Es este cuerpo el que asume las funciones ordinarias de seguridad ciudadana, tráfico y orden público.
TITULO: LA PANTERA ROSA - Y LUKE LUKE - Leire, Amaia y cuatro tíos ,.
LA PANTERA ROSA - Y LUKE LUKE - Leire, Amaia y cuatro tíos , fotos,.
Leire, Amaia y cuatro tíos,.
Amaia Montero (a la izquierda), y Leire Martínez, las sucesivas cantantes de La Oreja de Van Gogh.
Vale que ellos son los compositores, los propietarios, los cerebros de La Oreja de Van Gogh, pero ella, ellas, son el alma y, sin alma, no hay paraíso,.
Nunca fui fan de La Oreja de Van Gogh. Su aparición estelar, en 1998, me pilló cumplidos los 30, una edad malísima para gestionar prejuicios. Demasiado vieja y resabiada para apreciar esas letras de chica conoce a chico bajando del tren y desde entonces lo quiere y lo adora y lo vuelve a querer. Demasiado joven y arrogante para no despreciar,.
TITULO : EL CLUB COMEDIA - Freelance ,.
Freelance ,.
foto / Marzo de 2020. Necesito vacaciones. Desde hace años trabajo más de lo recomendable. Tras el fracaso de una novela en la que hipotequé demasiadas ilusiones, el trabajo representa una huida hacia adelante. Seco de mente, avaro de planes, encarno la extensión de un dispositivo iPad, programo agendas y me limito a cumplir. Hay días que llego a trabajar en cinco sitios diferentes. Salgo de casa a las 08:30, y a la vuelta, entre las 21:30 o 21:45, me acompaña hasta cierto tramo un viejo colega con el que comparto la locura del trabajo fijo combinado con la modalidad “freelance / falso autónomo / ni falta hace que me exploten que ya me exploto yo”. Universidades privadas que brotan como hongos con sus doctorados para estudiantes foráneos junto con el desembarco de empresas extranjeras eleva a la enésima potencia las posibilidades de dar clases de español. En cuestión de pocos años hemos pasado de las colas del INEM al pluriempleo. Es materialmente imposible hacer más horas pero las notificaciones de llamadas, mensajes y mails, aunque en silencio, insisten en reclamar mi atención. Le cuento a mi colega que me he convertido en una especie de agente de empleo, tengo en agenda a profesores jóvenes que recomiendo a mis jefes cuando no doy abasto. Empiezo a dudar si me buscan por mis servicios o por ahorrarse leer curriculums. Debería cobrar comisión, me aconseja. Nos preguntamos qué puede frenar la racha, qué puede parar este tren de alta velocidad en que se ha convertido nuestra vida robótica. Son testigos esas noches invernales, la rasca y las calles vacías. La única respuesta imaginable es que en una de esas caminatas uno de los dos se desplomará como un juguete roto. Presiento que yo no, que desconozco la fatiga y he trasmutado en máquina, incluso el alma se la he vendido al mejor postor.
Una semana antes de partir de vacaciones en el único trabajo fijo hay programada una reunión urgente. Las noticias inquietan cada vez más a la gerencia, que ya para esas fechas da el año por perdido: los estudiantes del gigante asiático (más de la mitad de la clientela) ya no vendrán al menos hasta el próximo año. El mensaje sin embargo es de calma. La escuela puede resistir. Somos una marca consolidada a nivel internacional. Se espera que las drásticas medidas tomadas por el gobierno de Xi corten la irradiación del virus y con ello vuelvan las matrículas.
Mi compañero y yo intercambiamos miradas de un extremo al otro de la sala: ¿será la respuesta a la pregunta que nos hacemos cada noche de qué habrá de frenar la racha? Covid 19 le dicen al cabrón. Entre incrédulo y optimista, cruzo el charco unos días después. Me desenchufo de la vida, consumo los días sin pena ni gloria o apagado o en pausa. Regreso el domingo 7, por la mañana no me da tiempo de ver las noticias, en el trabajo me dan el número de infectados. Por la noche, en el último trabajo, me dan otra cifra muy superior. El viernes siguiente Sánchez decreta el confinamiento que se hace efectivo el sábado. Suerte que no me agarró en Perú.
De un día para otro paso de no tener tiempo para nada a no saber qué hacer con mi tiempo. Me sobra. ¿Qué hago, aparte de encenderme para salir de la cama? ¿Qué solía hacer antes con mi vida? Mi memoria empieza a activarse. El pasado me demuestra que he sido una persona humana, un Homo sapiens sapiens bípedo parlante. Yendo más lejos alguna vez fui un niño, un adolescente, un joven, conocí la gloria y la miseria absolutas. Me doy cuenta de que he estado vivo todo este tiempo. No son cables lo que conecta mi circuito interno, sino venas, arterias, carne, hueso y un corazón, trajinado pero todavía late. La vida se me presenta como el bien más valioso ahora que corre peligro.
Se materializa la inusitada posibilidad de recuperar el territorio perdido de la lectura y la escritura de quien antes vivía en mí. La tan ansiada combinación cuarto propio y tiempo libre y otros dos milagros más: uno llamado ERTE (Expediente de Regulación de Empleo Temporal) que sacaron a flote a 50 millones de europeos, y otro seguir vivo, o sea que el corona no me lleve.
Primera fase de un plan poco ambicioso es leer algunos tochos pendientes, empiezo por Guerra y paz. Descubro una máquina de literatura rusa de casi dos siglos de antigüedad. Segunda fase del plan es descartar grandes proyectos. Ahora que he recuperado las emociones siento miedo, no a la página en blanco, sino a descarrilar antes de lo previsto. Nada de cantares de gesta escritos en español medieval ni de construir la última distopía partiendo de postulados borgesianos. Limitarme a corregir, editar páginas de diarios, pasarlas a limpio y poco más. El fracaso me acecha. A los pocos días decido que lo mejor es coger carrerilla con unas crónicas de viaje. En contados casos mis diarios pueden ayudar. En la lista figuran: Puerto Fiel, Hamburgo, Toulouse, Londres, Tokio y Seúl, entre otros.
Imagino que Puerto Fiel, al tratarse más de una excursión que de un viaje, no pasará de las diez páginas. No bien empiezo me doy cuenta de algo a lo que nunca le había dado importancia. ¿Quién era la persona con la que arrancó aquella aventura? Descubro que nunca he sabido de quién se trata. Era un viejo conocido del colegio, amigo de unos amigos, pero quién. En mi colegio éramos miles de estudiantes. Conformábamos una especie de clan, una gran familia, como gustaban decir los padres recoletos. Estaban los amigos y los amigos de los amigos, solíamos llamarlos por sus apellidos, a veces por su sobrenombre, a veces solo los conocíamos de cara. Sabía que era amigo de unos amigos pero no ubicaba de quiénes. A lo mejor me avergonzó preguntárselo. Tal vez lo hice. No lo sé, pero nos reconocimos en medio de la carretera y decidimos emprender viaje juntos. En realidad no era un viaje per se, pero la literatura lo convertiría en una odisea. Nos disponíamos a celebrar año nuevo, él en una playa en el kilómetro cuarenta y tantos al sur de Lima y yo en otra en el 122. Eran las doce del mediodía del día 30 y los autobuses pasaban llenos, ninguno paraba. Al día siguiente sería aún peor: o nos íbamos cuanto antes o caería la tarde y debíamos resignarnos a pasar el año nuevo en Lima. En eso se nos acercaron tres desconocidos, más o menos de nuestra edad, que nos propusieron “tirar dedo” juntos. Dijeron que los camioneros paraban si veían grupos grandes. Era verdad, no tardó nada en parar un camionero y su joven copiloto, en una carcacha que llevaba costales de arroz al sur del país a no más de 30 kilómetros por hora. Las cosas que pasaron en aquella travesía inspiraron esta novela tanto como las que ignoraba. ¿Quiénes eran todas aquellas personas con las que pasé esas horas interminables? Especular fue un regalo del cielo en esos momentos en que el mundo se sumía en el pánico, en que cada cual se protegía y protegía a los suyos de un enemigo invisible que se propagaba por el mundo.
Nada me inspira más que aquello que jamás tendrá respuesta. ¿Quién era mi viejo compañero de colegio y qué diablos hacía ahí? ¿Por qué iba solo, como yo, prácticamente de incógnito? ¿Cómo es que no conocía su destino, era una de las playas más concurridas del sur, de la que tantos recuerdos guardaba yo de la infancia? ¿Quiénes eran los otros viajeros? ¿Que sería de sus vidas? ¿Cómo es que congeniamos y nos caímos tan bien pese a que pertenecíamos a clases sociales tan distanciadas por una brecha enorme? ¿Quiénes eran el camionero y su sobrino, cuáles eran sus vidas, cuál era su pasado, qué les pasó después de dejarnos en medio de la noche, en ese país lleno de peligros, amenazado por el terror de la guerra subversiva de Sendero Luminoso y el MRTA, dividido en un complejo mapa de Zonas de Emergencia militarizadas y otras simplemente a punto de caer en esa categoría, infestado de rumores de un inminente golpe de Estado y la certidumbre de estar librándose una guerra sucia descarnada?
De pronto las interrogantes crearon el ruido incesante del teclado, ya no me dedicaba a apuntalar una crónica de viaje, ya ni siquiera escribía, me poseían voces ajenas que me dictaban cosas que ignoraba que escribiría en la siguiente línea. Deshecho de la máquina, me convertí en un filtro, en un embudo que vertía relatos ajenos en una pantalla, y que más tarde se veía simplemente recopilando, corrigiendo, acoplando, organizando. Me reencontré con el chico de 19 años que escribió su primera novelita en un rapto idéntico, y que supo que si eso era ser escritor no había nada mejor en la vida.
Tan fuerte era mi humanidad y mi temor a fracasar, a descarrilar de nuevo, que me engañé, llevaba 20 páginas y no había contado ni la quinta parte de la historia, pero me dije a mí mismo: «No es una novela lo que tienes entre manos, es solo un cuento largo, como mucho una nouvelle o un relato en dos partes, pon un punto final aquí y debajo del título escribes “primera parte”, en la segunda terminas». En la segunda parte, en vez de continuar y terminar, inicié una digresión, y me fui de viaje al pasado.
El resultado final fueron dos años de escritura y un año de correcciones y cuatrocientas treinta y tantas páginas. Tal vez nunca sabré quiénes son los verdaderos protagonistas del viaje, tal vez ellos tampoco lleguen a saber que escribí una novela inspirándome en ellos, que mi intención fue rendirles un homenaje, porque el tiempo y la edad me hicieron rescatar lo verdaderamente importante de aquella aventura, en plena pandemia, en plena soledad, en pleno desamparo: el hecho de vivir nuestra juventud cueste lo que cueste, de que no nos la robe la guerra, el terror, y en su caso, además, la falta de oportunidades. Nos hermanaron las circunstancias, nos descubrimos en el otro, en sus miedos, en sus esperanzas, fuimos compañeros pese a nuestras procedencias dispares, y gracias a todo ello aquella excursión quedó en nuestra memoria —estoy seguro— como una odisea irrepetible que, al ver la vida en peligro, rescaté.
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