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: Los pilares del tiempo - El Rosario de Cristal ilumina la devoción por la Virgen del Pilar,.
Los pilares del tiempo - El Rosario de Cristal ilumina la devoción por la Virgen del Pilar,.
El Rosario de Cristal ilumina la devoción por la Virgen del Pilar,.
Las calles del Casco Histórico se han impregnado de religiosidad durante una procesión de tres horas en la que han participado aproximadamente 200 grupos y 1.500 cofrades.
Desde 1889 se lleva realizando esta tradición que este domingo, en su 130 aniversario, ha vuelto a llenar, durante tres horas, las calles del Casco Histórico de la capital aragonesa, como broche de oro a unas fiestas que ya tocan a su fin. El Rosario de Cristal ha llevado consigo, una vez más, luz, religiosidad y, sobre todo, devoción, a su paso por las calles zaragozanas.
Aunque la procesión comenzaba a las 18.30, casi una hora antes la plaza de San Pedro Nolasco y las puertas de la iglesia del Sagrado Corazón se encontraban repletas de gente, tanto cofrades y acompañantes como público que, previsor, esperaba en primera fila a que el evento comenzara. El calor, eso sí, no daba tregua, y los rayos del sol han apretado con saña hasta que ha llegado la noche acompañada de una ligera brisa que ha sido de agradecer.
Como el año pasado, esta edición ha contado con aproximadamente 200 grupos inscritos de Zaragoza y de casas regionales del resto de España. "El Rosario de Cristal es emblemático porque es el más antiguo y es único, es algo que la gente aprecia mucho", ha contado Jesús Aladrén, canónigo del Pilar.
Asimismo, ha explicado que para esta ocasión se restauraron tres estandartes –de un total de 70– de diferentes entidades, con la intención de poco a poco restaurar todos los demás. Por otro lado, los dos faroles de Isabel Guerra, que fueron la novedad de las anteriores fiestas, se han incorporado a la carroza de la Venida de la Virgen, ya que tras ser llevados en mano el año pasado se comprobó que eran demasiado pesados como para continuar haciéndolo de la misma manera.
En total han procesionado, según Aladrén, 1.500 cofrades, y, aunque antes de comenzar consideró la posibilidad de que, al ser el día siguiente laborable, la afluencia fuese menor que en otras ocasiones, lo cierto es que todas las calles por donde transcurría el Rosario permanecieron, desde primera hora, abarrotadas de público. Este suele ser siempre un evento multitudinario en Zaragoza, que ha llegado a registrar 150.000 personas entre participantes y seguidores.
Agradecimiento
También desde el principio han esperado su turno, dentro del Sagrado Corazón, Ascensión Guallar y Clara Espés; impacientes de empezar a caminar portando el vexillum de la Legión de María, uno de los primeros grupos en emprender la marcha. Este ha sido el séptimo Rosario de Ascensión y la segunda vez que su hija la acompaña. "Yo soy una persona creyente y comprometida y me encanta que siga el camino que comencé hace muchos años, es una forma de darle las gracias a la Virgen del Pilar y de venerarla porque nos ayuda a salir de los baches que vamos teniendo en la vida", ha indicado.
Poco después comenzó, con puntualidad, la procesión, que escenifica un Rosario en el que las cuentas ha sido sustituidas por faroles de cristal. Así, está formada por 15 faroles monumentales que se llevan en las carrozas y 307 faroles de mano: 20 para los Padrenuestros, 200 para los Avemarías, 20 para los Glorias, 4 para las salutaciones y 63 para la Letanía.
Primero han comenzado a desfilar las 16 figuras que representan los misterios gozosos, dolorosos, gloriosos y luminosos. Al inicio, el respetuoso nerviosismo de los participantes contrastaba con la seriedad y el silencio de quienes estaban observando.
Cristal y madera
Sin embargo, la máxima expectación estaba reservada para algunas carrozas que siempre suelen ser las favoritas. Frágil y delicada pero especialmente bella, la que representa a la basílica del Pilar siempre emociona a su paso. En esto estuvo de acuerdo, por ejemplo, Javier Galdeano, que, junto a su mujer, esperaba el momento de ver pasar esta obra, su preferida, que está compuesta por 30.000 piezas de cristal. Además, también es una de las más antiguas, pues fue creada a finales del siglo XIX por el epilense Policarpo Valero y Bernabé.
Una de las más representativas es también la Venida de la Virgen. De tamaño considerable y con una espectacular escenografía, es la única admitida en el Rosario que no es de cristal, sino de madera. Esta talla, que es la que llevan las Damas de la Corte de Honor y Caballeros del Pilar, es obra del escultor Francisco de Borja y data del año 1903.
La carroza de la Hispanidad, que sale en última posición (no por ello menos importante), es tanto o más querida que las anteriores. Es portada por miembros de la Policía Local y en su día fue donada por el Ayuntamiento de Zaragoza. Fue creada en 1946 por Manuel y José Romera y representa una enorme barca que se asemeja a la Santa María con la que llegó a América Cristobal Colón.
Ya de vuelta, las primeras carrozas que volvían al Sagrado Corazón tuvieron que permanecer un rato fuera, pues las últimas aún no habían iniciado el recorrido,.
TITULO: REVISTA QUO - El 'blues' de Kamala Harris: Trump seduce a la clase proletaria,.
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El 'blues' de Kamala Harris: Trump seduce a la clase proletaria,.
Los demócratas necesitan mantener el 'muro azul' en los estados industriales clave para llegar a la Casa Blanca,.
El declive económico y el mensaje populista del republicano se lo están complicando a la vicepresidenta,.
Entrar en Dearborn, una pequeña localidad muy cerca de Detroit (la capital del Estado de Michigan) es como viajar a Oriente Medio. En sus calles, los letreros y carteles se leen en inglés y árabe, las pastelerías ofrecen repostería libanesa y es fácil encontrar en cualquier establecimiento carne halal (producida y procesada de acuerdo con las leyes islámicas). Es la huella de la diáspora árabe que llegó a esta zona del país en 1908, cuando Ford Motor Company comenzó a producir su famoso vehículo «Model T» y sus políticas de contratación racista hacia los negros y sus tendencias antisemitas contra los judíos le empujaron a buscar mano de obra en otro grupo de inmigrante que empezaba a descubrir el sueño americano en ese momento.
«Llegaron oleadas de trabajadores procedentes de Líbano, Siria, Irak y Yemen», explica Ray Alcodray a LA RAZÓN. «No sabían inglés, pero tampoco lo necesitaban para trabajar en la industria automotriz. Comenzaban viviendo en la periferia de la ciudad, cuando hacían un poco de dinero, pasaban a vivir al oeste de Dearborn, y luego ya al este, donde estamos ahora, la zona más moderna».
Poco a poco, una oleada de trabajadores inmigrantes huyendo de los conflictos en su país fue convirtiendo Dearborn en el corazón árabe de Estados Unidos (según el censo, el 54,5% de sus 110.000 habitantes tienen este origen). Por eso, cuando comenzó el conflicto en Oriente Medio hace más de un año, vecinos como Ray decidieron que tenían que hacer algo «aunque solo fuera una persona».
El resultado de su decisión decora ahora las paredes de su cafetería que también es una galería de arte. Desde hace un año, los clientes pueden disfrutar de una exposición llamada «So Let It Be Written» (Que Se Escriba). Todo el mundo puede compartir sus pensamientos en esta obra de arte popular, porque la idea es «crear un lugar de libre expresión, porque en este país han estado frenando las protestas, diciéndoles a los estudiantes que pararan y aquí les estamos diciendo que vengan, que vengan y se expresen». Se leen frases como «libertad», «resistencia», «viva Palestina», «Gaza», y también se ven duras imágenes de las mortales consecuencias de la guerra en la franja de Gaza.
En Dearborn, se encuentre la mayor mezquita de Norteamérica con espacio para que 1.000 personas puedan rezar. A su inauguración en el año 2005 acudió el alcalde musulmán de la ciudad, Abdullah H. Hammoud. Es también la mezquita chií más antigua del país y se encuentra a poco más de tres kilómetros de la sede central de Ford. Aquí practicar la fe es una parte muy importante de la rutina diaria, por eso, cuando escuchan el llamado a orar, la mezquita del American Muslim Society se convierte en un imán que atrae feligreses desde todas las direcciones.
Un letrero les indica a las mujeres que su entrada está separada de los hombres, y mientras ellas huyen de las preguntas de esta periodista occidental, escondiéndose aún más en su «hiyab», los hombres se paran por curiosidad y comparten sus opiniones políticas. «Yo voy a votar a Trump», le explica a LA RAZÓN Mohamad Almahayni en un roto inglés a pesar de que lleva 28 años viviendo en Estados Unidos. «A Trump le gustan los árabes, le gustan los yemeníes también».
Una opinión que parece que comparten cada vez más votantes en Michigan. Según una encuesta de Arab News/YouGov publicada hace unos días, Donald Trump acaba de superar a la vicepresidenta y candidata demócrata, Kamala Harris, con un 45% de apoyo en este territorio frente al 43% de la demócrata. El enfado de la comunidad con el Gobierno actual es tal que los votantes parecen haber olvidado incluso los agresivos calificativos que suele lanzar el expresidente o que hace un mes declaró que si regresa a la Casa Blanca restablecería la «prohibición de viajar a los musulmanes» que impuso durante su primer mandato y acabaría con la llegada al país de los refugiados de Gaza.
Pero aquí el electorado quiere castigar a la Administración de Biden el próximo 5 de noviembre, aunque algunos como Halal Mourani, que hasta hace un año se identificaba como demócrata, ahora tienen «un serio conflicto interno», confiesa a LA RAZÓN. Esta joven libanesa llegó a Estados Unidos con siete años y posee dos pasaportes, el de la tierra que la vio nacer y el del país que le ha acogido y donde vive con su marido, Humberto Hernández, de origen mexicano.
Halal está decepcionada con los demócratas y «como persona árabe americana, no estoy entusiasmada por votar por ninguno de los dos candidatos y, por supuesto, tiene que ver los asuntos internacionales». Mourani se queja de que ni Kamala Harris, ni Donald Trump han sido claros acerca de cómo van a gestionar el conflicto en Oriente Medio. «Ninguno ha dicho explícitamente que terminaría con esta guerra, o que dejaría de enviar armas a Israel», un armamento militar que «pagan con mis impuestos. Yo trabajo mucho cada día y con ese trabajo estoy pagando bombas con las que bombardean a mi familia. Se supone que tengo que proteger a mi familia y cuidarla, no atacarla».
Su voto irá a parar a Jill Stein, una médico y activista norteamericana que lidera el Partido Verde, «porque ella quiere terminar con el genocidio, ella sí quiere representar a los árabes», asegura Mourani con convicción. «Es la mejor candidata». Ni Trump, ni Harris contarán con su apoyo, y en unas elecciones presidenciales como estas, donde cada voto cuenta en unos ajustados resultados, que varias papeletas vayan a parar a un tercer partido podría complicar la victoria del Partido Demócrata o Republicano en un Estado históricamente demócrata, pero arrebatado por Trump en las presidenciales de 2016 y recuperado por Joe Biden en las elecciones de 2020 con apenas 150.000 votos y gracias al apoyo del colectivo musulmán.
«El objetivo de Biden tenía que haber sido acabar con la situación en Palestina, para que así el siguiente candidato no tuviese que lidiar con ello como parte del proceso electoral. Él ha fallado y ahora es un problema para Kamala Harris», asegura Ray. «Gran parte de la comunidad árabe estadounidense considera estas elecciones como una oportunidad histórica para demostrar nuestra influencia», explica a LA RAZÓN Amer Zahr, profesor adjunto en la University of Detroit Mercy School of Law. La influencia de una comunidad que se estima en 3.7 millones de ciudadanos.
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