«Hola, soy James Costos»-foto.
El nuevo embajador de EE UU saluda a
los españoles a través de YouTube, con un vídeo en el que presenta a su
pareja, Michael, y a sus tres perros
James Costos, el nuevo embajador de Estados Unidos en
España y Andorra, ha presentado esta semana sus cartas credenciales al
Rey Juan Carlos. Pero, además de eso, también ha decidido saludar con
menos ceremonias a los ciudadanos a través de un vídeo en YouTube.
Costos, un nieto de emigrantes griegos que hasta ahora trabajaba como
ejecutivo del canal HBO, ya había adelantado en su discurso de toma de
posesión que tenía la intención de hacer «diplomacia pública» y que el
presidente Obama le apoyaba en el empeño: «Me animó a viajar por el
país, a salir de la embajada y conocer a la gente de España y Andorra, a
escuchar y aprender».
Su vídeo de presentación puede verse como primera muestra
de este espíritu, aliñada con fotos de algunos lugares emblemáticos de
nuestro país (el acueducto de Segovia, la Sagrada Familia, la Plaza de
España de Sevilla y una panorámica de Montjuïc) y también con planos de
una bailarina flamenca, una paella, unas guitarras y una celebración de
La Roja. Pero, más allá del condimento un poco indigesto de tipismo
básico, lo llamativo de la grabación es que no escatima detalles
personales del protagonista y reserva un papel central para la pareja
del embajador desde hace catorce años, el decorador Michael S. Smith.
Tarda menos de treinta palabras en citarlo: «Hola, soy
James Costos -empieza diciendo en español, para pasarse inmediatamente
al inglés-. Es un honor para mí ser el nuevo embajador de Estados Unidos
en España y Andorra. Hace siete años, mi pareja, Michael, y yo hicimos
nuestro primer viaje a España. Desde entonces, hemos vuelto casi todos
los años para explorar diferentes lugares de vuestro fascinante país».
Smith, un decorador estrella al que Michelle Obama encargó dar un nuevo
aire a la Casa Blanca, siempre ha tenido una presencia pública más
notoria que Costos, así que viene a ser el embajador del embajador ante
el mundo.
«Estamos muy contentos de regresar en nuestro papel oficial
y de disfrutar más de vuestra rica cultura y tradiciones y de los
paseos por las montañas», dice Costos, mientras se ve a la pareja de
excursión campestre. Cita en dos ocasiones a fray Junípero Serra, el
franciscano mallorquín que fundó varias misiones en California allá por
el siglo XVIII: «Al vivir en Los Ángeles, visitamos con frecuencia estas
históricas misiones y paseamos por los senderos cercanos con nuestros
tres perros», comenta el embajador. Y, claro, las imágenes los muestran
recorriendo uno de esos venerables edificios en compañía de los
caniches, para después centrarse en uno de los animales, de color
blanco: «Esta, que se llama Lily, vendrá con nosotros a España», informa
el embajador, que pasa a exponer las directrices que marcarán su
actividad y recupera su inseguro español para la despedida. «¡Hasta
pronto!».
La pareja lleva quince días en España y ha tenido tiempo de
visitar El Prado, tomar el 'brunch' en el Ritz y hacer una escapada a
Bilbao para recorrer el Guggenheim. Michael, que por supuesto redecorará
la embajada estadounidense, ya ha descubierto también las antigüedades
del Rastro madrileño: según Vanitatis, estuvo almorzando en el palacete
de un colega de profesión, Pascua Ortega, y encargó una cristalería a la
Real Fábrica de La Granja. Ah, el vídeo apunta que la pareja planea
«mostrar la cultura estadounidense de una manera parecida a como lo han
hecho la Primera Dama y el presidente Obama en la Casa Blanca», así que
la embajada de la calle Serrano, que no es precisamente un edificio
glamuroso, tiene visos de convertirse en el sitio de moda de Madrid.
TÍTULO; LA ANFITRIONA DEL REY,.
SOCIEDAD
La anfitriona del Rey
-foto--Pilar Muro, viuda de Publio Cordón y
jefa de la clínica Quirón, cuida de la Familia Real con detalles como
acomodarles personalmente en una suite y supervisar su cena
Cuenta la mitología griega que Quirón era un centauro
prudente, bondadoso y sabio, gran conocedor de la medicina y la cirugía y
buen amigo de los hombres. No participaba en las encarnizadas luchas
que mantenían el resto de centauros, salvajes y violentos, y recibía
hospitalariamente a los viajeros que llegaban hasta su morada guiados
por asombrosas historias de sanación. Como el centauro bueno, Pilar Muro
(Zaragoza, 1936) también recibe con los brazos abiertos al enfermo que
busca manos expertas. Al menos, si ese enfermo es el Rey de España y
vuelve a requerir los servicios del grupo hospitalario que esta mujer
dirige con pulso firme desde 1995, cuando los GRAPO secuestraron a su
marido, el empresario aragonés Publio Cordón. Casi 20 años, un rescate
de 400 millones de pesetas y un buen puñado de pistas falsas después,
Cordón sigue en paradero desconocido aunque un juzgado de Zaragoza
sentenció el año pasado que estaba «oficialmente muerto».
En el Grupo Quirón, una de las redes sanitarias privadas
más importantes del país, ya es una tradición que la 'jefa' y su hija,
la doctora María Cordón, consejera delegada de la empresa, encabecen la
comitiva de bienvenida del hospital de Pozuelo de Alarcón -la joya de la
corona del grupo- en el que el monarca pasa estos días «por el taller»,
como le gusta bromear. Pilar Muro, mujer de pelo blanco, mirada serena y
porte sobrio, empezó la carrera de Bellas Artes oponiéndose a sus
padres y por su amor a la pintura, un 'hobbie' que ha retomado en los
últimos tiempos y que le da hasta para montar exposiciones. Pero los
derroteros de la vida la han convertido hoy en perfecta anfitriona para
la Familia Real cuando don Juan Carlos está en el quirófano. Según las
crónicas de esta semana, la presidenta del Grupo Quirón fue la encargada
de acomodar personalmente a la Reina Sofía, a los Príncipes de Asturias
y a la Infanta Elena en una suite de la clínica la noche de la
intervención del Rey. Y hasta compartió con ellos mesa y mantel con la
cena que ella misma había supervisado previamente en los fogones del ala
noble del centro. Cuidando de sus ilustres invitados como si fueran su
propia familia. Esa familia a la que un día le sobrevino la tragedia.
No solo a raíz del secuestro de Publio Cordón, del que
Pilar dice acordarse «todos los días». Cinco años antes, en 1990, el
único hijo varón del matrimonio fallecía en Lérida al estrellarse el
ultraligero que pilotaba. «Eso te marca para siempre y nunca te
recuperas. De hecho, en el fondo nunca lo quieres superar, quieres
tenerlo presente en cada momento de tu vida», reconocía en una
entrevista. Pilar Muro, que se considera «una superviviente», tiene en
cambio otros motivos para sonreír: cuatro hijas y varios nietos «que son
buenas personas. Estoy orgullosa de mi familia». Además de su mano
derecha en Quirón -María- sus otros tres pilares son Carmen, la mayor y
licenciada en Periodismo; Raquel, abogada; y Pilar, la benjamina de la
casa y amazona profesional. Los caballos, amén de los pinceles y los
lienzos, y sobre todo los fines de semana en familia, son una de las
grandes debilidades de Pilar Muro, que no solo está rodeada de mujeres
en casa. También en el trabajo.
«No soy de llorar»
Seis de cada diez miembros del consejo de dirección del
Grupo Quirón son mujeres. A pie de camas y quirófanos, el porcentaje se
dispara y las empleadas llegan hasta el 80% del total de los
trabajadores. «No creo en la ley de igualdad. No depende del sexo, sino
de la capacidad de cada uno, de su espíritu de sacrificio», explicaba
Muro. Y el suyo parece incuestionable. Madruga con gusto y todos los
días se levanta a las seis y cuarto de la mañana. Además, se machaca en
el gimnasio «tres o cuatro veces por semana». Y hace mucho tiempo se
prometió «no ceder, durar hasta el final, aguantar lo que me echen. No
al desánimo, no al pesimismo».
Pilar nunca ha perdido la esperanza. Ni con las peores
noticias. Odia la palabra «viuda». Y llorar. «No soy una mujer de
llorar», admite. En los momentos duros, que en su vida han sido unos
cuantos, ella ha sacado fuerza «de las virtudes teologales: la fe, la
esperanza y la caridad». También de las virtudes cardinales: «la
prudencia, la fortaleza, la templanza y la justicia. Me las repito
constantemente porque son buenas referencias. Y más en estos tiempos».
Con semejantes herramientas, quizá un día se cumpla el deseo más
ardiente de Pilar Muro: «Encontrar a Publio y traerlo a casa».
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