Mañana hará 500 años que España descubrió el Pacífico. Un hidalgo de Jerez de los Caballeros, de nombre Vasco Núñez de Balboa, de vida ...
El mundo de Balboa
Núñez de Balboa avistó hace 500 años el Pacífico y 'unió' Occidente y Oriente. En el camino se topó con la perla 'Peregrina'
Mañana hará 500 años que España descubrió el Pacífico. Un
hidalgo de Jerez de los Caballeros, de nombre Vasco Núñez de Balboa, de
vida atrabiliaria, tras una expedición larga, cruel y terrible a través
de la intrincada selva de lo que hoy llamamos Panamá entraba en el mar
con su armadura, su casco, su bandera y una gran cruz de madera, y
tomaba posesión de ese Océano en nombre de Dios y de Castilla. Stephan
Zweig incluye esta escena en sus 'Momentos estelares de la Humanidad' y
la describe así: «En ese momento, Balboa ordena a sus hombres que se
detengan. Nadie debe seguirlo. No quiere compartir la primera vista del
océano ignoto. Quiere ser el único, el primer español, el primer
europeo, el primer cristiano (.) que haya divisado el Pacífico».
Vasco Núñez de Balboa había llegado a América en 1501 en
busca de fortuna. En Santo Domingo pierde hasta las cejas y se embarca
como polizón, oculto en un cofre, en un barco rumbo a Urabá. Tras
motines, naufragios, batallas, Núñez de Balboa establece un asentamiento
en Darién, desde donde inicia la exploración de Panamá. Tiene la suerte
de dar con el paso más corto de Centroamérica, pero aún así ha de
atravesar selvas impenetrables y luchar y pactar con las tribus que
encontraba a su paso. Uno de los caciques le habla de ese mar que le
espera al otro lado. También del 'Birú', la tierra del oro, el Perú.
Nada fue igual a partir de entonces para el mundo, aunque el adelantado
del Mar del Sur no halló tampoco entonces reposo y tuvo un triste final,
en enero de 1519, ahorcado y con su cabeza expuesta para escarmiento
público en la ciudad de Acla.
Hoy la figura de Núñez de Balboa sigue siendo discutida.
Para unos fue codicioso y cruel, y estremece leer cómo usaba su perro
Leoncico para despedazar a los indígenas. Para otros, se distinguió como
un hábil negociador con los caciques, uno de los cuales, Careta, le
recibió con tesoros como la perla 'Peregrina' que lucía Liz Taylor, y le
dio como esposa a su hija. Pero si la aventura del descubrimiento es en
sí apasionante, no menos resulta su importancia geográfica. A partir de
entonces, el mundo se completó, la Terra Incognita lo fue menos y se
abrieron nuevas e importantes rutas.
La primera, hacia Oriente, hacia la Especiería, el
verdadero objetivo de Colón. Gracias a ello en 1540 los españoles
establecieron en Filipinas la cabeza de puente con China y Japón. La
segunda, hacia el Norte, por las Californias, donde aún quedan huellas
de las misiones. Solo el frío detuvo a los españoles, que no llegaron a
plantar cara a los rusos, que entraban por el norte. Una tercera fue la
ruta del sur, la que llevó al imperio de los incas, El Dorado prometido.
Los americanistas lamentan el injusto olvido de este
episodio crucial de nuestra historia. Todos coinciden en que si lo
hubiera protagonizado cualquier otro país se habría 'vendido' como
merece.
TÍTULO: REVISTA TOROS, TARDE FIRME DE FANDIÑO EN LOGROÑO,.
Tarde firme de Fandiño, dos orejas en Logroño y trofeo también para Padilla
El diestro Iván Fandiño hizo lo más destacado del
festejo celebrado hoy en Logroño, al cortar una oreja de cada toro de
su lote en una tarde de mucha firmeza y solvencia, mientras que -foto-Juan
José Padilla consiguió otro apéndice.
foto revista toros,.
El diestro Iván Fandiño hizo lo más destacado del festejo celebrado hoy en Logroño, al cortar una oreja de cada toro de su lote en una tarde de mucha firmeza y solvencia, mientras que Juan José Padilla consiguió otro apéndice.
FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Juan Pedro Domecq, aceptablemente presentados, descastados y sin fuerzas, de juego deslucido. El cuarto, descompuesto, duró algo más; y el quinto tuvo más genio que sus hermanos.
Juan José Padilla: estocada (vuelta al ruedo); y media (oreja tras aviso).
Iván Fandiño: media tendida (oreja tras aviso); y gran estocada (oreja).
Alejandro Talavante: pinchazo y estocada (silencio); y estocada y tres descabellos (pitos).
La plaza tuvo media entrada en tarde muy calurosa y con la capote del coso de La Ribera totalmente abierta.
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FANDIÑO PUEDE CON TODO
La falta de casta y fuerzas en la corrida de Juan Pedro Domecq condicionó sobremanera un espectáculo en el que Fandiño demostró que puede con todo, Padilla mostró que su espectáculo funciona, mientras que Talavante, sin ánimo alguno, fue una sombra en el coso de la Ribera.
Padilla anduvo muy dispuesto con su blandengue primero, al que saludó con dos largas de rodillas en el tercero. Sin embargo, tanta entrega se vio eclipsada por la falta de colaboración del burel, que no le permitió brillar como se esperaba con las banderillas, su gran especialidad.
En el último tercio trató Padilla por todos los medios de imponerse a su antagonista con un toreo a media altura y dando muchos tiempos entre tanda y tanda para dosificar al "juanpedro". Lo único que alegró su labor fueron los molinetes de rodillas y algunos circulares enroscándose y agarrando el lomo del toro. Dio una vuela al ruedo.
En el quinto, en cambio, si conectó rápido Padilla con la gente poniendo banderillas, algo que sumado al inicio de faena de muleta de rodillas, propició que el ambiente estuviera ya muy a su favor.
El toro no fue nada del otro mundo, pero Padilla vendió muy bien su personal espectáculo con muletazos por los dos pitones acompasando a media altura las acometidas del "juanpedro", y, qué decir, los alardes finales con desplantes y toreo genuflexo de notable calado en los tendidos. Paseó un apéndice.
Fandiño se topó en primer lugar con un toro muy medido de fuerzas al que instrumentó una faena muy inteligente y bien estructurada, en la que cuidó mucho al animal al principio con distancia y muchos desahogos entre muletazos, para acabar robándole posteriormente pases de buena factura por los dos pitones.
Lo bueno fue que la faena nunca perdió interés, sobre todo, por la gran actitud del de Orduña, que destacó en las ceñidas manoletinas de final de obra. Una media estocada tendida fue suficiente para que el animal doblara y pudiera cortar así una oreja.
En el quinto, el toro de más genio y picante del envío, mostró Fandiño su versión de torero firme y valiente en una faena en la que acabó imponiéndose al genio de su oponente para "arrancarle" otra oreja de ley.
Muy bien y muy torero Fandiño rodilla en tierra en el inicio de faena por abajo. Muy seguro en todo momento del trasteo, perdiéndole los pasos justos al animal para enjaretarle pases de mucho mérito. Agarró una soberbia estocada, la mejor de lo que va de feria, y, ya está dicho, paseó otro apéndice.
Talavante se estrelló de bruces con su primero, el toro más flojo de la primera parte del festejo, con el que pasó desapercibido en una labor abúlica y sin atisbos de emoción por lo poco o nada que colaboró su claudicante enemigo.
En el sexto ya vino el enfado. Cierto que el toro no apuntaba nada del otro mundo, pero algo tuvo que verle Talavante para justificar su falta de compromiso, pues tras "tocarle las orejas" levemente al animal con un macheteo por la cara, optó por irse a por la espada entre los pitos de la gente.
El diestro Iván Fandiño hizo lo más destacado del festejo celebrado hoy en Logroño, al cortar una oreja de cada toro de su lote en una tarde de mucha firmeza y solvencia, mientras que Juan José Padilla consiguió otro apéndice.
FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Juan Pedro Domecq, aceptablemente presentados, descastados y sin fuerzas, de juego deslucido. El cuarto, descompuesto, duró algo más; y el quinto tuvo más genio que sus hermanos.
Juan José Padilla: estocada (vuelta al ruedo); y media (oreja tras aviso).
Iván Fandiño: media tendida (oreja tras aviso); y gran estocada (oreja).
Alejandro Talavante: pinchazo y estocada (silencio); y estocada y tres descabellos (pitos).
La plaza tuvo media entrada en tarde muy calurosa y con la capote del coso de La Ribera totalmente abierta.
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FANDIÑO PUEDE CON TODO
La falta de casta y fuerzas en la corrida de Juan Pedro Domecq condicionó sobremanera un espectáculo en el que Fandiño demostró que puede con todo, Padilla mostró que su espectáculo funciona, mientras que Talavante, sin ánimo alguno, fue una sombra en el coso de la Ribera.
Padilla anduvo muy dispuesto con su blandengue primero, al que saludó con dos largas de rodillas en el tercero. Sin embargo, tanta entrega se vio eclipsada por la falta de colaboración del burel, que no le permitió brillar como se esperaba con las banderillas, su gran especialidad.
En el último tercio trató Padilla por todos los medios de imponerse a su antagonista con un toreo a media altura y dando muchos tiempos entre tanda y tanda para dosificar al "juanpedro". Lo único que alegró su labor fueron los molinetes de rodillas y algunos circulares enroscándose y agarrando el lomo del toro. Dio una vuela al ruedo.
En el quinto, en cambio, si conectó rápido Padilla con la gente poniendo banderillas, algo que sumado al inicio de faena de muleta de rodillas, propició que el ambiente estuviera ya muy a su favor.
El toro no fue nada del otro mundo, pero Padilla vendió muy bien su personal espectáculo con muletazos por los dos pitones acompasando a media altura las acometidas del "juanpedro", y, qué decir, los alardes finales con desplantes y toreo genuflexo de notable calado en los tendidos. Paseó un apéndice.
Fandiño se topó en primer lugar con un toro muy medido de fuerzas al que instrumentó una faena muy inteligente y bien estructurada, en la que cuidó mucho al animal al principio con distancia y muchos desahogos entre muletazos, para acabar robándole posteriormente pases de buena factura por los dos pitones.
Lo bueno fue que la faena nunca perdió interés, sobre todo, por la gran actitud del de Orduña, que destacó en las ceñidas manoletinas de final de obra. Una media estocada tendida fue suficiente para que el animal doblara y pudiera cortar así una oreja.
En el quinto, el toro de más genio y picante del envío, mostró Fandiño su versión de torero firme y valiente en una faena en la que acabó imponiéndose al genio de su oponente para "arrancarle" otra oreja de ley.
Muy bien y muy torero Fandiño rodilla en tierra en el inicio de faena por abajo. Muy seguro en todo momento del trasteo, perdiéndole los pasos justos al animal para enjaretarle pases de mucho mérito. Agarró una soberbia estocada, la mejor de lo que va de feria, y, ya está dicho, paseó otro apéndice.
Talavante se estrelló de bruces con su primero, el toro más flojo de la primera parte del festejo, con el que pasó desapercibido en una labor abúlica y sin atisbos de emoción por lo poco o nada que colaboró su claudicante enemigo.
En el sexto ya vino el enfado. Cierto que el toro no apuntaba nada del otro mundo, pero algo tuvo que verle Talavante para justificar su falta de compromiso, pues tras "tocarle las orejas" levemente al animal con un macheteo por la cara, optó por irse a por la espada entre los pitos de la gente.
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