sábado, 5 de julio de 2014

CALLEJEROS, Minerales de sangre,./ ¡ QUE TIEMPO TAN FELIZ ! CRIMEN Y FE EN LA ESPAÑA RURAL,

TÍTULO: CALLEJEROS, Minerales de sangre,.


Los 'minerales de sangre' siguen malditos,.|foto|

Embargos nacionales e internacionales solo empujan los minerales al mercado negro,.

La zona este de la República Democrática del Congo (RDC) es de una belleza natural exuberante. Sin embargo, sus montañas, bosques y volcanes esconden otro atractivo menos agradable para la vista pero más útil para el bolsillo: una riqueza mineral extraordinaria. En las numerosas minas esparcidas por la región de los Kivus, hombres, mujeres y niños excavan con sus manos o con herramientas muy básicas, durante larguísimas jornadas, en ocasiones 300 metros bajo tierra con apenas seguridad. Por esto suelen cobrar algo menos de un dólar al día.
Buscan minerales con nombres exóticos, pero de una realidad muy cercana: el famoso coltán, la casiterita y la wolframita. De esta se obtiene tungsteno, usado en los filamentos de las bombillas, en los componentes que hacer vibrar los teléfonos móviles y en ciertos tipos de misiles. El tantalio de coltán y el estaño que se extrae de la casiterita –actualmente más rentable que el coltán- son necesarios para la producción de casi cualquier aparato electrónico moderno, desde armamento a ordenadores y tabletas pasando por máquinas para hospitales.
Para los habitantes de la región, esta riqueza mineral ha demostrado ser una maldición para la que parece no haber cura. Varios grupos armados congoleños, ruandeses y ugandeses siguen presentes en los Kivus tras la guerra que asoló la RDC entre 1998 y 2003 y que provocó la muerte de unos 4,5 millones de personas.
Estos grupos obligan a las poblaciones locales a trabajos forzados en minas bajo su control, extorsionan a los mineros mediante impuestos ilegales o directamente se quedan con parte de los minerales que éstos encuentran. El propio ejército congoleño, corrupto y mal pagado, participa de estas actividades. Los que proceden de estas minas son los llamados minerales de conflicto o de sangre.

La influencia de grupos armados

Los minerales de los Kivus salen de la RDC a través de los comptoirs (mostradores, en francés) de Goma y Bukavu. Los comptoirs son empresas registradas legalmente que compran los minerales a las minas o a intermediarios y los exportan a empresas internacionales, que los funden y refinan y los dejan listos para su uso industrial.
"No sé de ninguna mina en los Kivus en la que grupos armados no tengan alguna influencia", asegura Dominique Bikaba, director de Strong Roots, una ONG congoleña que trabaja con comunidades rurales. "Quizá no estén totalmente involucrados pero siempre hay soldados alrededor y, en cuanto pueden, aprovechan para extorsionar o quedarse con minerales", añade. La ONG británica Save the Congo calcula en 85 millones de dólares anuales los beneficios de los grupos armados por el comercio de estaño (de la casiterita) y en 8 millones por el comercio de tántalo (del coltán).
Probablemente, el mayor beneficiado es el general Bosco Ntaganda, líder de una antigua milicia rebelde hoy integrada en el ejército congoleño. Ntaganda, sobre quien pende una orden de arresto de la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra, controla el tráfico ilegal de minerales hacia Ruanda, lo que le reporta unos 15.000 dólares semanales, según detalla un informe publicado en enero por el Grupo de Expertos en la RDC de Naciones Unidas.
Otro de los grandes beneficiados es Ntabo Ntaberi Sheka, comandante del grupo rebelde Mai Mai Sheka. Naciones Unidas lo nombró responsable de haber organizado las violaciones en julio y agosto de 2010 de al menos 387 personas, incluyendo niñas y niños, en la zona de Walikale en Kivu Norte, una de las más ricas en minas. Sheka, que financia su milicia gracias a los minerales de Walikale, se presentó a las elecciones parlamentarias del 28 de noviembre, aunque finalmente no ha resultado elegido. En caso contrario, habría conseguido inmunidad como diputado.
"Cuando Sheka aparece, nos pide comida o 10 dólares a cada uno de los que estamos allí. Y cuando te piden dinero con un fusil, ¿cómo te vas a negar?", dice con una sonrisa amarga Christophe Bahati, un négociant o intermediario que comercia con casiterita procedente de Walikale. El informe de la ONU corrobora éste y otros métodos de extorsión por parte de Sheka, aunque señala que las cantidades de dinero exigidas son mayores.
Tanto las autoridades congoleñas como actores internacionales han intentado mejorar esta situación pero con escasos y discutibles resultados, según confirma el informe de Naciones Unidas. Entre septiembre de 2010 y marzo de 2011, el Gobierno prohibió la minería en los Kivus con el objetivo de desmilitarizar las minas. Sin embargo, los únicos resultados visibles fueron que muchos mineros perdieron su única fuente de ingresos y que parte del comercio de minerales pasó al mercado negro.
Por otro lado, la EICC, una coalición internacional de empresas de la industria electrónica, anunció entonces que en abril de 2011 dejaría de comprar materiales que no pudiesen demostrar que no incluían minerales de conflicto congoleños. La EICC está formada por las principales empresas de esta industria, como Apple, HP, Philips o Sony. Pero esto dejó un pequeño resquicio: cuando el Gobierno congoleño levantó su prohibición en marzo, "los comptoirs se apresuraron a exportar minerales procedentes del este de la RDC antes de la fecha tope del 1 de abril", según el informe de la ONU.

TÍTULO: ¡ QUE TIEMPO TAN FELIZ ! CRIMEN Y FE EN LA ESPAÑA RURAL,
  1. Las escritoras Rosa Ribas y Sabine Hofmann han escrito una novela doblemente negra, por criminal y por desarrollarse en la España rural, ...-foto,.

    • La segunda entrega de la serie protagonizada por la periodista Ana Martí cuenta un caso de superchería y devoción en clave de novela negra,.

    • Rosa Ribas y Sabine Hofmann cargan contra el fanatismo religioso en 'El gran frío',.

      Las escritoras Rosa Ribas y Sabine Hofmann han escrito una novela doblemente negra, por criminal y por desarrollarse en la España rural, atrasada y asfixiante de los años cincuenta. En 'El gran frío' (Siruela) las dos narradoras, afincadas en Alemania, se sumergen en lo más profundo de un país ensimismado en la superstición y la incultura. Ribas y Hofmann recuperan el personaje de la periodista Ana Martí, ahora en nómina del periódico de sucesos 'El Caso'. La reportera viaja a un pueblo remoto del Maestrazgo aragonés para esclarecer la verdad de una niña a la que le han brotado los estigmas de la Pasión. «La vida en las ciudades en los años cincuenta ya nos parecía durísima por las carencias, la represión y el miedo. Pero en el ámbito rural era aún peor. Llevar la acción a un pueblo perdido nos permitía reflejar los estragos de la ignorancia y del fanatismo religioso en un escenario claustrofóbico, hostil y goyesco», argumenta Rosa Ribas. Ese escenario de ciudad sitiada por un clima de agobiante beatería es el mismo que se respira en una de sus novelas preferidas, 'La Regenta', de Clarín.
      Ana Martí ya aparecía en la anterior novela del tándem, 'Don de lenguas', cuya acción transcurría en la Barcelona de 1952, cuando la ciudad vivía inmersa en los preparativos del Congreso Eucarístico y de repente experimenta la conmoción del asesinato de una conocida viuda de la burguesía catalana. Ahora, cuatro años después, la incredulidad de la informadora se enfrenta al poder de los que quieren presentar el extraño caso de Isabelita como un milagro. Pero van emergiendo contradicciones y Martí conoce el caso de una niña muerta años atrás en misteriosas circunstancias. Todo ello se entrevera con un frío siberiano, la nieve omnipresente y la amenaza de que el pueblo quede aislado a causa de las bajas temperaturas. «En un lugar en el que tantas personas están imbuidas de fe puede resultar muy peligroso ese escepticismo de la investigadora, que es vista siempre como una forastera».
      La nieve y el silencio que comporta se erigen en una poderosa metáfora de la soledad y la cerrazón de una población que calla y dobla la cerviz por el miedo. «El fanatismo y la superstición son el verdadero tema del libro. Me documenté viendo los noticiarios de la época y el NO-DO, en el que aparecían imágenes espeluznantes de miseria y mujeres consumidas por el hambre».
      Alicante bajo, cero
      La novela está ambientada en 1956, un año en el que el frío siberiano hizo que los ríos se helaran. En Alicante el termómetro bajó hasta casi los cinco grados bajo cero. «No se había vivido nunca nada así. Toda Europa quedó pasmada por un frío glacial».
      La escritora aduce que los reporteros que trabajaban para 'El Caso', bajo la férrea censura del franquismo, fueron los pioneros del «periodismo presencial». En una España en la que las mujeres eran ciudadanas de segunda, relegadas al papel de madres y esposas, el caso de Ana Martí es relevante por su reciedumbre. «La situación era tremenda, las mujeres no podían firmar papeles o trabajar. Su única función era tener hijos y ocuparse de la casa y el marido».
      Rosa Ribas es una escritora de amplios recursos. Ha hecho alguna incursión en la novela histórica y hasta ha tocado el palo del relato de superhéroes. A su entender, el alud editorial de la novela negra acabará como todas las modas y se producirá una «decantación» natural. «Hoy en día el exceso de publicaciones termina ahogando la calidad». Para la autora los tiempos de crisis alientan el desarrollo de la novela negra, que no explica pero sí al menos muestra la realidad. «Luego, claro está, el relato criminal tiene éxito por el entretenimiento que lleva aparejado, el misterio que acaba siendo resuelto, lo que siempre gusta al lector».
      El de Sabine Hofmann y Rosa Ribas es un caso singular de compenetración y trabajo en equipo. Mientras Hofmann tiene un don para la planificación y la síntesis, Ribas se encarga de la redacción final y de infundir un aliento dramático a las historias. «Una vez que está todo terminado, realizamos una labor de edición, de discusión, volvemos a revisarlo todo y acordamos la versión final».
      Rosa Ribas adora a Raymond Chandler y siente admiración por Fred Vargas. Frecuenta la lectura de Wolf Haas porque le hace reír, mientras que Patricia Highsmith le transmite desazón y angustia. Al margen de la literatura criminal y de detectives, la escritora, que trabaja en la cuarta novela de la serie de la comisaria Cornelia Weber-Tejedor, experimenta devoción por las novelas de Juan Marsé y Thomas Bernhard.
      Tanto Ribas, que reside en Alemania desde 1991 y tiene fijada su residencia en Fráncfort, como Hoffman son filólogas. Atraída por la literatura y música germanas, Ribas viajó a Berlín a aprender el idioma y allí conoció a su marido. «Los alemanes poco informados se dejan llevar por los estereotipos y siguen viendo a los españoles como holgazanes que se echan la siesta todos los días. Los intentos de manipulación a veces son muy fuertes».

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