ME RESBALA - NO ME SIENTO DEL CACEREÑO, fotos.
No me siento del Cacereño,.
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Como Trueba, cuanto más reniego de lo mío, más lo amo,.
Yo, como Trueba, no me siento del Cacereño. O sea, soy del Cacereño hasta la médula, hasta los tuétanos, hasta lo más profundo de mis emociones, que es lo que le pasa a Trueba: cuanto más pregona que no se siente español, más lo es. El español y el hincha del Cacereño son dos maneras de entender el sufrimiento, pertenecen a esa especie tan hispánica del perdedor nato, del iberista depresivo, que en Portugal se convierte en un pesimista congénito y en España en un dolorido histórico, ese me duele España que sueltan quienes más la aman.
En 1889, se debatía en las Cortes el Código Civil y se discutía sobre la nacionalidad española hasta que Cánovas del Castillo acabó con el debate sentenciando: «Son españoles los que no pueden ser otra cosa». Pues yo pertenezco a una subespecie de la definición canovista: «Soy del Cacereño porque no puedo ser otra cosa». Y mira que lo he intentado...
He traicionado al club de mi corazón haciéndome socio de los equipos de todas las ciudades en las que he vivido: del Zamora C. F., de la U. D. Salamanca, del Arousa S. C. y de la S. D. Compostela, el equipo que ayer nos visitaba en el Príncipe Felipe. El caso es que de todos estos clubes, el que más satisfacciones me dio fue el Compostela. Lo seguí durante sus temporadas en Primera División y disfrutaba mucho. Hacía unas crónicas de la grada que me permitían sentarme entre los locutores de Carrusel Deportivo y Domingo Deportivo Español. Aquello era lo máximo para un colaborador periodístico de provincias: escuchar los goles a gritos radiofónicos, asistir en directo al desmayo literal de las chicas al ver saltar al campo a Julen Guerrero, vacilar con la artista e hincha Teté Delgado en el descanso... Hasta me puso a parir, sin saberlo, José Ramón de la Morena en El Larguero.
En aquellos años gloriosos, hacía la portada, sin firmarla, de un gratuito (La Capital) editado por La Voz de Galicia, que salía los jueves en Santiago. Cuando vino el Deportivo de A Coruña a jugar con el Compos, titulé en grande: 'A por ellos' con un texto emotivo que animaba a los aficionados compostelanos a empujar sin desmayo durante el derbi. Aquello fue entendido como incitación a la violencia o algo así y al autor anónimo de aquella portada, o sea, a un servidor, le cayó la del pulpo en el Marca y en el As, en la COPE y en la SER.
Yo no incitaba a nada, si en el fondo me daba lo mismo quién ganara. Yo solo quería ser de un equipo triunfador y escapar a mi lacerante condición de sufridor hincha del Cacereño. Pero nada, no era capaz. Al final, tuve que reconocer que prefería un empate en casa del Cacereño contra la Gimnástica Segoviana a una victoria del Compos sobre el Athletic de Bilbao del bello Julen Guerrero.
Y me resigné, regresé a mi ciudad, renové el carné de socio, que había tenido hasta que a los 14 años me fui a estudiar a Zamora, y entendí perfectamente la frase de Cánovas: Soy del Cacereño porque no puedo ser otra cosa, es imposible. Ayer, en el estadio, repasaba mis andanzas por esas gradas del diablo, de ciudad en ciudad, buscando inútilmente un equipo que no me hiciera sufrir y me fijaba en los viejos aficionados cacereños: tan mayores, tan fieles, abrigados con su manta, prometiendo, como cada temporada y después de cada error del equipo, que no volverán al campo nunca más. Doliéndoles el Cacereño, pero incapaces de dejar de padecer.
Recuerdo que en el estadio de San Lázaro colocaban una ristra de ajos en un córner y así se mantuvieron varias temporadas en Primera. Tras el partido de ayer y sin ajos, el Compos, que falló cuatro goles cantados, lleva nueve partidos sin ganar y es colista. Pero estuvieron en Primera, tienen recuerdos dulces y no son sufridores de pata negra. Sufrir, sufrir, nosotros: pesimistas congénitos, hinchas depresivos, perdedores natos que disfrutamos del placer masoquista de no querer ser del Cacereño y cuanto más renegamos, más lo queremos.
TÍTULO: EL TIEMPO - Así ha sido la tormenta en Valencia ,.
TEMPORAL / fotoLluvias torrenciales, olas de cuatro metros y fuertes vientos en la Comunitat
Los bomberos no dan abasto por las inundaciones de bajos y garajes y la caída de árboles. No hay, de momento, daños personales
Las últimas horas y las últimas lluvias dejan un reguero de complicaciones e incidencias, afortunadamente sin daños personales.
El puerto de Valencia ha estado cerrado varias horas, ahora se ha abierto parcialmente para salidas. El de Gandia continúa cerrado. Permanece abierto el de Sagunto.
Los registros más destacados 138 litros por metro cuadrado en Chera, 118 litros en Siete Aguas y 106 litros en Chiva, poblaciones todas ellas de la provincia de Valencia, que es donde con mayor intensidad ha llovido.
Las precipitaciones se han extendido también tanto a la provincia de Castellón, con 78 litros por metro cuadrado en Catí, como en la de Alicante, con 76 litros en Vall de Laguar y 74 litros por metro cuadrado en Guadalest.
Los bomberos de la ciudad de Valencia han realizado durante esta noche una decena de salidas por la caída de ramas en vía pública, y en estos momentos están todos los parques ocupados en este tipo de servicios.
Desde primera hora se han registrado retrasos de entre 10 y 20 minutos en la línea C1 de Renfe,que conecta por cercanías Valencia y Gandia, porque se ha roto un cable en la estación de Sueca. Y también retasos en los cercanías que conectan con Castellón, la línea C6, entre Almassora y Nules.
También complicaciones en el metro, en la línea 1 se ha cortado durante unos minutos la circulación entre Empalme y Bétera.
También se han producido cortes de suministro eléctrico en Chiva, Lliria y Picassent, ya se trabaja para el restablecimiento del servicio.
También se han registrado complicaciones en las carreteras, de hecho los bomberos del consorcio provincial han atendido a varios conductores sorprendidos por la crecida de barrancos en carreteras de la red secundaria.
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