ABANICO - ME RESBALA -Puente cargado de actividades en el Valle del Jerte, fotos.
Puente cargado de actividades en el Valle del Jerte,.
En el vecino Cabrero, en los Encuentros de Música y Gastronomía Tradicionales, comenzarán el sábado as actividades con un mercado artesano ambientado por tamborileros, asados típicos, actuación del grupo de coros y danzas La Serrana de Piornal y comida de patatas solidarias en la plaza Mayor. Por la tarde, en el polideportivo, habrá actuación de humor, circo y teatro gestual a cargo de la Compañía Saltimbanqui y a la vez en el centro social, una proyección documental de 'San Miguel y la elaboración del Ramo'.
En la población de Traslasierra el sábado habrá una ruta senderista solidaria a 5 euros el dorsal a favor de la Asociación de Esclerosis Múltiple de Plasencia, que comenzará a las 09.00 para los que hagan la Ruta de las Cumbres de 20 kms y las 10.00 los que hagan la ruta corta de 6 kms, la de la Fuente del Regajo.
Ya el domingo será la recreación de la Boda Torniega, dedicada a revivir estos ritos tradicionales , relacionados con el casamiento, como las rondas callejeras, trajes tradicionales, recogida de la novia, bailes típicos y el afamado baile del Roscón. Comenzarás las actividades en la plaza Mayor a las 11.30 horas.
TITULO: ¡ QUE GRANDE ES EL CINE ! - AQUEMARROPA - ¡ QUE TIEMPO TAN FELIZ ! - Monarquía o república ,.
¡ QUE GRANDE ES EL CINE ! ,.
¡Qué grande es el cine! fue un programa de cine dirigido por José Luis Garci y emitido por Televisión Española por su cadena La 2.
El programa comenzaba con una presentación de la película que se emitía esa noche, posteriormente esta película se emitía y acababa con una tertulia entre Garci y los invitados del día sobre ella.1 El programa comenzó a llevarse a cabo en enero de 1995 y comenzó sus emisiones el 13 de febrero del mismo año., etc.
AQUEMARROPA - ¡ QUE TIEMPO TAN FELIZ ! - Monarquía o república ,.
Monarquía o república ,.
foto / Crónica de un referéndum informal celebrado en Madrid,.
El domingo, en Madrid, junto a la estación de Metro y Cercanías de Delicias, unos jóvenes de entre 30 y 40 años celebraban un referéndum informal. Había que escoger entre república o monarquía. Entregaban una hoja contando de qué iba la consulta y razonando por qué era un buen momento para optar entre los dos regímenes políticos.Yo iba camino del 'Matadero', donde se celebraba un mercado de productos de cercanía del que me habían hablado muy bien. Llevaba un gorro de lana, unos viejos pantalones grises de corte vaquero y un anorak marrón de Decathlon, es decir, mi atuendo era normal y pocas pistas podía dar sobre mí. Sin embargo, algo debieron de interpretar dos de los organizadores de la votación porque uno le dijo al otro: «A ese no le des información».
Me dejaron un tanto sorprendido. ¿Tanto se me nota en la cara que soy hijo del régimen del 78? ¿Denotan mis gestos que aquella Constitución me emocionó porque suponía vivir en libertad y significaba que mi país cambiaba por fin el paso uniforme y militar por otro más libre y diverso? ¿Tengo mirada de republicano o tengo mirada de monárquico? Según aquellos muchachos, más hombres maduros que chicos jóvenes, debo de parecer un integrado con pocas ganas de cambios sustanciales. Será la edad, pensé. O quizás sea algo más.
El sábado antes de esta anécdota del referéndum informal, una camarera me echó de una taberna porque no quería cenar a las siete de la tarde y gracias a ella pude asistir a una proyección sobre la Constitución. La verdad es que caminaba bastante molesto tras ser expulsado del bar por pedir solo una cerveza sin alcohol y paseaba sin rumbo fijo, camino de la Carrera de San Jerónimo, cuando escuché una música poderosa y el aviso de que comenzaba una proyección conmemorativa del 40 aniversario de la Constitución.
Aceleré el paso y pude llegar ante el palacio de las Cortes para unirme a un gentío que asistía al espectacular vídeo mapping de la foto, que proyectaba sobre las columnas y la fachada del Parlamento una historia audiovisual de los últimos 40 años. Al acabar el repaso a este periodo de Constitución, uno de los más largos y tranquilos de la historia de España, aplaudí tan emocionado como el resto del público, lo hice a mi manera, claro, golpeando mi mano sobre una pierna, pero aplaudí como el que más.
Sé que los errores recientes del rey emérito han sido graves, pero no olvido que cuando tenía 18 años, mis amigos y yo, todos rabiosamente rebeldes, recién expulsados de un colegio mayor y rechazados por los padres de nuestras novias por revoltosos, vimos en don Juan Carlos una barrera contra los intentos de cerrar las ventanas recién abiertas de la democracia, sentimos que el aire fresco, que nos hacía tan felices que preferíamos perder las novias a perder la ideología, llegaba, en gran parte, gracias a él y entendimos que la monarquía no era nuestro régimen ideal y que España mañana sería republicana... Pero mañana, cuando fuera necesario e imprescindible, no entonces y, quizás, tampoco ahora.
Supongo que todo eso vieron en mi cara los activistas del referéndum. De todas maneras, se equivocaban. Por un lado, deberían haber adivinado que, aunque mis emociones y recuerdos de juventud me hagan pragmática y sentimentalmente monárquico, la lógica me aparta de ese camino. Algo de eso debió de entrever otro animador del referéndum unos metros más adelante porque me miró detenidamente y acabó entregándome el folleto. Me gustó el gesto, me pareció muy... constitucional.
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