La hora de los Fósforos - La Cope - CARLOS HERRERA -A por el Trono de Hierro. , fotos.
A por el Trono de Hierro,.
George Clooney, Cate Blanchett y Richard Gere protagonizan las nuevas series en un año marcado por el fin de los dragones,.
A cualquier serie que se estrene en el 2019 le tocará el sambenito de lidiar en el año en que Juego de tronos echa el cierre, tras ocho temporadas entonces cumplidas. En abril los seguidores de la célebre ficción conocerán quién ocupa el Trono de Hierro y qué destino les espera a los habitantes de Poniente.
La adaptación de los libros de George R. R. Martin ha dejado pasar un tiempo considerable antes de volver a las pantallas con el fin de consolidar un producto que satisfaga a un público cada vez más exigente con las ficciones seriadas. No ha sido la única en tomarse con calma su regreso. Las prisas no son buenas compañeras de viaje. Y si no que se lo pregunten a True Detective, que, por precipitada, firmó una segunda temporada tediosa e irregular que mereció toda clase de críticas. Cuatro años después regresa, para hacer olvidar aquella catástrofe, con un nuevo caso que deberán resolver esta vez Mahershala Ali, el oscarizado actor del filme Moonlight, y Stephen Dorff.
En el 2019 diremos adiós a los Stark y a los Lannister (sí, de nuevo, Juego de tronos), pero no serán los únicos protagonistas catódicos memorables que se despiden. En los próximos meses se sucederán los finales de títulos emblemáticos como Veep o Homeland, y con ellos se marcharán dos de los personajes femeninos más fascinantes de la última década, Selina Meyer y Carrie Mathison.
El hueco de estas lo ocuparán nuevas producciones que se presentan ante el público con el propósito de empatizar y mantenerse durante varias temporadas, algo no tan sencillo en un mercado cada vez más reñido en el que la acumulación de propuestas provoca que muchas pasen inadvertidas. Entre los títulos que más curiosidad despiertan está Sex Education, que trae de regreso a Gillian Anderson, en el papel de una terapeuta sexual que transmite a su hijo tanta información que le permite a este abrir su propio consultorio en el instituto. Y Black Monday, que se encarga de recrear la mayor crisis bursátil en la historia de Wall Street, acaecida en octubre de 1987.
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Regreso a Mogadiscio
Estados Unidos reabre su embajada en la capital somalí 25 años después de abandonarla tras la crisis por el derribo de dos helicópteros 'Black Hawk'
Ahora, 25 años después, la Casa Blanca ha decidido reabrirla. La capital es otra, muy distinta a la que sirvió de escenario a 'Black Hawk derribado', la película que inmortalizó aquel episodio, pero Washington se ha resistido a regresar, a mantener una presencia permanente en el escenario de uno de los peores desastres de su reciente política exterior.
La metrópoli somalí sigue siendo una isla dentro de un territorio fracturado en taifas. Las guerrillas regionales en manos de clanes o ligadas a los yihadistas de Al Shabaab y el Estado Islamico se reparten el país, con algunas regiones como Somalilandia que ya han declarado su independencia. El mundo ha olvidado que en 1991 el país se fracturó en milicias empeñadas en una lucha fratricida y que, dos años después, Estados Unidos desató una ambiciosa iniciativa militar, la Operación Devolver la Esperanza, que pretendía auxiliar a una población devastada por la sequía y el caos bélico, y acabar con este líder que se oponía a la intervención de las fuerzas de la ONU. La estrategia costó la vida a 19 soldados estadounidenses y, desde entonces, el Pentágono mata a los extremistas mediante drones, tal y como mostró otra película, 'Espías desde el cielo'.
Hace tan sólo un mes que la embajada de Estados Unidos se ha reabierto en Mogadiscio. La paz parece haberse instalado en la ciudad. Como sucede en otras muchas capitales africanas, numerosos minibuses, repletos de pasajeros, recorren las avenidas bajo un cielo azul y abrasador. Pero el peligro se agazapa para golpear en cualquier momento del día, ya sea estallando en un vehículo aparcado cerca de un edificio público o irrumpiendo a mano armada en el vestíbulo de un establecimiento hotelero.
Atentados cotidianos
Las bombas diseminan muerte y desolación con extraordinaria frecuencia en el corazón de la ciudad. Como Argel al final de los años cincuenta o Saigón durante la década de los setenta, la alegría de vivir en Mogadiscio salta por los aires, literalmente, en cualquier momento. El Gobierno, apoyado por Occidente y países de Medio Oriente, no puede garantizar la seguridad en su área de control, rodeada por enemigos y fronteras demasiado porosas. En octubre de 2017, un vehículo detonó cerca del Kilómetro 5, uno de los cruces capitalinos con mayor circulación. Tan sólo el atentado de las Torres Gemelas acumuló más víctimas que esta catástrofe que se llevó por delante el hotel Safari, decenas de automóviles y 587 vidas.Pero Estados Unidos había de vencer su miedo. Quizás han regresado alentados por los propios somalíes, que han demostrado una capacidad asombrosa para desescombrar y recuperar el pulso cotidiano. La ciudad vivió un primer periodo de paz en 2006 cuando el Tribunal de las Cortes Islámicas tomó el control de la urbe e instaló una visión sumamente severa de la 'sharia'. Los señores de la guerra y el fútbol fueron eliminados.
La batalla de Mogadiscio
El 3 de octubre de 1993, efectivos de los grupos de Operaciones Especiales de las fuerzas armadas estadounidenses.Rangers, Delta Force y Navy SEALs partieron por tierra y aire para asaltar un edificio de la zona de la ciudad controlada por los rebeldes con el objetivo de capturar a líderes de la milicia de Mohamed Farrah Aidid.
160 hombres, 19 helicópteros y doce vehículos componían la fuerza de asalto, dividida en varios grupos coordinados.
La fuerte resistencia de las milicias rebeldes retrasó la llegada de los efectivos terrestres. Los somalíes, armados de lanzacohetes GRP-7, lograron derribar dos helicópteros 'Black Hawk' y otros dos 'UH 60' y cercar a los supervivientes hasta el día siguiente.
19 soldados de EE UU murieron en la operación y otros 79 resultaron heridos. En el otro bando, entre 300 y 500 milicianos y civiles perdieron la vida, y unos 4.000 cayeron heridos.
Los duelos de artillería y la lucha callejera habían dañado la vieja medina de Hamar Weine, que remite al siglo X, y reducido a ruinas el legado transalpino. Ya nada quedaba de su catedral, el arco de Umberto, el Santuario de Consolata, y las mezquitas de Arba'a Rukun o Fakr al Ad-Din aparecían horadadas por obuses. Los bulevares arbolados, los night clubs y restaurantes de Lido Beach se habían convertido en parte de una historia que repudiaban los nuevos amos de la capital.
Despegue desde las ruinas
El renacimiento llegó hace once años, cuando las fuerzas conjuntas de la Unión Africana y el Ejército etíope se hicieron con el control de la ciudad. A partir de la toma, se sucedieron varios gobiernos interinos que pretendían crear una Administración nativa, amagos de elecciones y crisis sucesivas. Pero algo había cambiado. La descomposición del Estado había dado lugar a una emigración masiva y muchos hijos de la diáspora volvieron a Somalia con nuevas ideas y deseos de prosperar y de crear otro escenario social, económico y político, favorecido por la llegada de ingentes ayudas de todo el mundo.Las inversiones en educación, salud, infraestructura pública y empresa pública, llevadas cabo por estos grupos formados en el extranjero, han sido decisivos para el despegue económico de Mogadiscio, hoy una importante urbe comercial dotada de varias universidades, centros comerciales y uno de los puertos más dinámicos del Océano Índico. Su protagonismo ha tenido también graves consecuencias. A menudo, estos han sido los objetivos de los atentados radicales.
El regreso de Washington era inevitable e, incluso, llega tarde. Su ascendiente en la reciente historia somalí ha quedado relegado por la aparición de Turquía o Qatar, convertidos en nuevos protectores de esta suerte de ciudad-Estado. Ankara se ha implicado en la renovación de infraestructuras esenciales, caso del aeropuerto y los muelles comerciales, e, incluso, ha creado una base de entrenamiento militar en la que se forma el incipiente Ejército local. Los críticos aducen que la aparente ayuda otomana al desarrollo fomenta la corrupción de la Administración más venal del mundo.
Mogadiscio sigue regenerándose, cicatrizando las viejas heridas que aún muestran sus muros y las nuevas que horadan los hoteles, habituales blancos de ataques. Incluso llegan turistas amantes de aventuras extremas que recorren con guardaespaldas el mercado de Bakara, epicentro de todo tipo de negocios ilícitos. La bandera de barras y estrellas se suma a las numerosas que ya ondean en Villa Somalia, el complejo gubernamental, y el barrio diplomático. Para extranjeros y nativos, residir en esta compleja ciudad es resistir, sobrevivir, soñar con que otro mundo es posible, sin sobresaltos ni hongos de fuego y humo alzándose sobre amasijos de hierro.
Y el mar llegó a Castilla,.
En 1936 prometió a sus alumnos que les llevaría a la playa. Su escuela de Burgos revive el legado del maestro Benaiges,.
El único océano que conocía la gente humilde de La Bureba eran los campos de cereal, cuyas mieses se mecían a finales de la primavera como si fueran olas secas. En 1934, Bañuelos tenía 200 vecinos, 58 casas y 32 niños. Pocos o ninguno sabían cómo era una playa. La riqueza agrícola aún no daba para que hubiera agua o luz en las casas. Se llegaba a aquellos parajes por caminos de tierra.
Formado en las corrientes pedagógicas más innovadoras, Antoni Benaiges (Mont-roig del Camp, Tarragona, 1903) llegó de maestro en 1934. En su primer curso pagó de su bolsillo una prensa, tipos y material para que sus alumnos elaboraran su propio material didáctico. «Los niños no pueden ser lo que uno quiera. No son cosas. Deben ser según los valores que esconden. Que piensen, que sientan y que quieran. Dejémosles ser niños. Respetémosles en todos sus momentos». Así dejó escrito su propio manual. Para entonces avanzaban por Europa los métodos del pedagogo francés, protector de Antoni, Célestin Freinet, impulsor de la imprenta escolar.
En un pueblo sin agua ni luz llevó imprentas para que los niños relataran su aprendizaje
Ya en su primer curso, Benaiges revolucionó
algo más que la enseñanza en Bañuelos. Sustituyó la jerárquica mesa del
maestro por las cajas de la imprenta con las que sus estudiantes
publicaban sus propios escritos. Los niños le visitaban fuera del
horario escolar. Desterró la regla y los castigos. Les trajo un
gramófono para que bailaran en la escuela los domingos. Pero la
orientación laica de sus clases (imbuido por la Institución Libre de
Enseñanza) y su implicación en la vida republicana de la comarca le
granjearon la desconfianza de las fuerzas conservadoras y la Iglesia
católica.En el verano de 1935, el docente regresó a la casa familiar de Mont-roig del Camp, hoy Costa Dorada tarraconense. Será la penúltima vez que vea el mar. Al menos de forma física. Antoni tuvo la oportunidad de lograr una buena plaza docente en el curso siguiente, pero renunció. «Este pueblo (por Bañuelos) no tiene agua, no tiene luz, no tiene caminos y, sin embargo, aquí me quedo. Veo claro, claro cómo me voy haciendo luz en los cerebros de cada uno de estos chiquillos y chiquillas, y me hago luz también en el pueblo», le escribe a Patricio Redondo, otro docente aventajado de las técnicas Freinet.
El mar posible
Con el nuevo curso 1935-1936 redobla su implicación educativa. Adquiere para su escuelita burgalesa nuevo material editor con tipos de mayor tamaño que le permiten diversificar las publicaciones. Editan la revista 'Recreo' y arrancan unas 'publicaciones especiales'. Tal vez con el recuerdo fresco y la añoranza del hogar materno, la primera será en enero de 1936 y versará sobre el mar.Se tituló 'El mar. Visión de unos niños que no lo han visto nunca'. Benaiges invitó a sus alumnos a que definieran lo desconocido. «El mar será muy grande, muy ancho y muy hondo. Dice Fernando que será como de Vallejopablo al cerro de Quebrantalinos de ancho», escribió Antonio García. «La gente irá allí a bañarse. Yo no he visto el mar. El maestro nos dice que iremos a bañarnos», apuntó la niña Florentina Sáez. «El mar será...», «el mar será...», todos los textos empezaban igual. Conmovido, Benaiges les prometió que aquel verano de 1936 irían a Mont-roig del Camp, a su casa familiar, a conocerlo. Así podrían escribir a la vuelta «el mar es...».
La segunda 'publicación' será 'El Retratista', con la visita de un fotógrafo al pueblo. Maestro y alumnos posan delante de la escuela. Su cabeza de adulto mezclada entre la chavalería. No hay jerarquías ni distancias. Toda una declaración de intenciones de su forma de concebir la educación.
Desde la minúscula atalaya rural, su fama crece. Benaiges se implica con la vida política y cultural de Briviesca, capital de la comarca, cuyo alcalde es uno de los muchos suscriptores de sus ediciones escolares (también el presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora). Antoni se relaciona con militantes socialistas y hasta pronuncia (dicen que en verso) el mitin del 1º de Mayo de 1936 desde el balcón del Ayuntamiento.
Al finalizar el curso, avisa a su familia de la multitudinaria visita y empieza los preparativos para fletar un autobús y llevar a sus niños a la orilla del Mediterráneo. Regresa a Castilla en los días previos al levantamiento del 18 de julio. Al día siguiente fue detenido, torturado y fusilado una semana después en el no muy lejano paraje de La Pedraja. Su escuela fue asaltada y su obra, quemada.
Testimonio de una fosa
Junto a otros 600 cadáveres, los restos de Benaiges permanecieron en el olvido. Pero la voz del docente despertó casi 75 años después. La mala fortuna de su destino le devolvió un requiebro de justicia. Durante la gran exhumación de La Pedraja en 2010, el fotógrafo Sergi Bernal pasa diez días documentando aquello. Horas después de su marcha, un anciano de la zona se acerca a ver la fosa. «Aquí está el maestro del pueblo», le dice a uno de los investigadores. Le invita a ir a Bañuelos, donde guarda mucho material de la escuela. También los cuadernos que editaban con el maestro.«A partir de ahí inicié una obsesiva investigación. Me dije que entre todos esos huesos acababa de encontrar una historia increíble», recuerda aún Sergi Bernal, que ha recorrido todos los puntos vitales de Benaiges. Entre ellos, localizar a su familia en Tarragona, únicos depositarios de la colección de sus publicaciones escolares.
En estos ocho años se han publicado libros, documentales, una novela ( 'El mar será...') y hasta se ultima un cómic. La figura del maestro que quiso llevar el océano a Castilla no ha dejado de crecer. En el Museo Marítimo de Barcelona sigue abierta la exposición que recrea su aula burgalesa.
A Benaiges le comparan con don Gregorio, el maestro de 'La lengua de las mariposas' (1999), el maravilloso papel crepuscular de Fernando Fernán Gómez en la película que José Luis Cuerda hizo de la novela de Manuel Rivas.
Hoy Bañuelos tiene diez veces menos población que entonces. Apenas supera los 30 vecinos. Pero llevan años entregados a devolver a su pueblo la esperanza que trazó su querido maestro. «Dad luz a los pueblos, a las aldeas. No luz de ciudad, sol artificial sino luz de su luz, luz que sea también calor, sabor, alma. Luz y alma», redactó en sus escritos.
«Queremos que su legado sea un grito del esfuerzo de los pueblos por no desaparecer»
Desde hace un mes, la vieja aula de
don Antoni reluce como cuando él la llenaba de ideas. También la parte
de la casa que era su vivienda. Incluso disponen de una imprenta como la
que él usó. A plazos y con esfuerzo, el Ayuntamiento lleva invertido el
doble de su presupuesto anual (no pasa de 60.000 euros). «Queremos que
sea un museo pedagógico en el que organizar talleres. Pero también un
grito del esfuerzo de estos pueblos de la España deshabitada para no
desaparecer», avanza el secretario de la Asociación Escuela Benaiges,
Javier González. Ninguna institución les ha ayudado. Todo lo que 'huela'
a memoria histórica aún es tabú en muchos lugares y, sobre todo,
cabezas.Estos días no dan abasto a cubrir las peticiones para obtener una copia restaurada de las obras editadas en el viejo caserón. Sus mentores sueñan con atraer a colegios que repitan aquella experiencia con sus alumnos. «Continuar regando la semilla que hace tantos años nuestro maestro plantó con tanto mimo».
Benaiges hizo ediciones como la del mar (arriba) con la pedagogía Freinet. Bañuelos celebra en mayo el 50 aniversario de la muerte de este maestro francés. Docenas de expertos analizarán los postulados que practican muchos colegios españoles.
visitas ha recibido 'Antoni Benaiges, el maestro que prometió el mar', en el el Museo Marítimo de Barcelona. La exposición se ha prorrogado hasta mayo.
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