lunes, 9 de septiembre de 2019

La hora de los Fósforos - La Cope - CARLOS HERRERA - La cárcel no asusta a la tele ,./ RADIO - TELEVISION - EL TRANVÍA DEL TIEMPO - Amor en imágenes,./ Adivina qué hago esta noche - Dies irae ,./ El escarabajo verde - Malí no tiene quien le visite,.

TITULO: La hora de los Fósforos - La Cope - CARLOS HERRERA - La cárcel no asusta a la tele,.

 La hora de los Fósforos - La Cope - CARLOS HERRERA - La cárcel no asusta a la tele, fotos,.


La cárcel no asusta a la tele,.


De izquierda a derecha y de arriba abajo, fotogramas de 'En el corredor de la muerte', 'The Night Of, 'Orange Is the New Black' y 'Rectify'. :: r. c./
De izquierda a derecha y de arriba abajo, fotogramas de 'En el corredor de la muerte', 'The Night Of, 'Orange Is the New Black' y 'Rectify'.

Resultat d'imatges de La hora de los Fósforos  La Cope  CARLOS HERRERA'En el corredor de la muerte' es la última serie que se desarrolla entre rejas, que ha sido escenario de títulos como 'Oz', 'Rectify' u 'Orange Is the New Black',.


El cine ha mostrado desde siempre fascinación por el drama carcelario, un género que suele traer consigo una indiscutible denuncia social y que ha propiciado títulos tan notables como 'El expreso de medianoche', 'La evasión', 'Cadena perpetua' o 'La milla verde'. Estas dos últimas se estrenaron en los años 90, una década en la que destacaron especialmente (por frecuentes) notables propuestas con argumentos desarrollados entre rejas.
Fue en esta época también cuando la cadena HBO inicia una transformación en su oferta apostando por nuevas ficciones, más arriesgadas, con temáticas diferentes y con innovadoras formas narrativas. Son los tiempos de su famoso lema «No es TV, es HBO». Aunque los títulos que mayor trascendencia han logrado de esa etapa han sido 'Los Soprano' o 'Sexo en Nueva York', una de sus apuestas más fuertes fue precisamente un drama carcelario, 'Oz'.
Lo de titularlo 'Oz' tenía toda la intencionalidad del mundo, porque obviamente remite al universo mágico creado por Frank Baum en sus novelas, que nada tiene que ver con lo que se vive allí dentro. La prisión de máxima seguridad Oswald State era un lugar hostil, bronco, sin normas, un territorio en el que difícilmente nadie podría rehabilitarse mientras cumple condena. Precisamente esta era una de las cuestiones que se criticaban desde esta ficción, junto a la pena de muerte y al olvido institucional. Y lo hacía con una crudeza nunca vista antes en televisión, sin escatimar a la hora de representar los vínculos entre los presos, los bandos que se originaban, el uso de drogas y las peleas y vejaciones. Se mantuvo en antena seis temporadas y sirvió para abrir a la televisión un escenario que había sido explorado en contadas ocasiones.

En prisión por voluntad propia

A partir de entonces (y sobre todo con la proliferación de series en las plataformas) la ficción catódica se ha metido entre rejas más a menudo. Y lo ha hecho desde géneros bien diversos. 'Prison Break' apostó por la acción convirtiendo el penal de Fox River en una suerte de laberinto del que los protagonistas debían salir a toda costa. Allí ingresaba voluntariamente -cometía un delito para ser encarcelado- Michael Scofield con el fin de rescatar a su hermano.
La cadena británica ITV apostó por una especie de versión femenina de 'Oz' con 'Bad Girls', que incorporaba como novedad el hecho de que fuesen mujeres las que estuvieran encerradas, y se centraba no solo en la convivencia sino en cómo habían terminado cada una de las convictas en semejante situación.
'Orange Is the New Black' ha demostrado (se acaba de despedir tras siete temporadas) que se puede ofrecer una visión más humorística de la vida privada de libertad. Basada en las memorias de Piper Kerman, describe las andanzas de una mujer que llega a prisión por transportar dinero proveniente del narcotráfico y ha de adecuarse a unas compañeras que no siempre iban a permitir que su estancia fuese cómoda.

La historia de Pablo Ibar

Dos de los mejores ejemplos sobre las consecuencias de la vida en prisión son 'The Night Of' y 'Rectify'. La primera fue un 'remake' firmado por HBO de una producción británica sobre un joven paquistaní acusado de haber asesinado a una joven con la que pasa una noche. La serie, más allá de descubrir datos sobre el crimen en cuestión, se centraba en cómo el condenado mutaba para adaptarse a un entorno en el que es difícil sobrevivir sin hacer uso de la violencia. La segunda nos presenta a su protagonista después de haber pasado 19 años preso por un homicidio en el que no participó, algo que echa por tierra todos los sueños y planes que se había trazado de adolescente.
'En el corredor de la muerte', la serie de Movistar que protagoniza Miguel Ángel Silvestre y se estrena el próximo viernes 13, también plantea el modo en que se enfrenta un hombre a un cambio tan radical por estar en el momento y el lugar equivocado. La suya es una historia real, la de Pablo Ibar, el español condenado a pena de muerte por un jurado de Florida en un caso marcado por las irregularidades y por la ausencia de pruebas incriminatorias en el triple crimen con el que ha cargado. Bambú se ha basado en la investigación de Nacho Carretero para desarrollar un proyecto que deja en entredicho el sistema jurídico americano y retrata la batalla por salvar su vida de este hombre y su familia.
No es la primera vez que una cadena española ingresa en la cárcel con una de sus series. Telecinco lo hizo sin éxito en la futurista 'La Fuga', mientras que Antena 3 acertó cuando rodeó de barrotes a Najwa Nimri, Maggie Civantos y Alba Flores en 'Vis a vis'.


TITULO:  RADIO - TELEVISION -  EL TRANVÍA DEL TIEMPO -  Amor en imágenes,.



 RADIO - TELEVISION - EL TRANVÍA DEL TIEMPO - Amor en imágenes  , fotos,.


 

Amor en imágenes,.


Amor en imágenes

Los álbumes de fotografías preboda arrasan en China. Las parejas invierten fortunas y los estudios se hacen de oro,.


Resultat d'imatges de el tranvia del tiempoMao Zedong debe de estar removiéndose en su tumba ante la determinación de China de demostrarle al resto del mundo que puede ser más burguesa que nadie. Y no solo porque avance con paso firme a la conquista del planeta, el dinero lleve décadas entrando a espuertas y la lista de potentados patrios siga creciendo a la velocidad de la luz. Al Gran Timonel se le pondrían los pelos de punta si se enterara de que, mientras el país camina hacia la superabundancia, sus compatriotas se afianzan con el mismo desparpajo en la senda de la extravagancia, el consumo desmedido y el despilfarro. Una carrera imparable que acaba de incorporar las sesiones fotográficas previas a la boda a la lista de 'imprescindibles' de cualquier chino que se precie.
Resultat d'imatges de RADIO - TELEVISIONAtrás quedaron los días en que las parejas se daban con un canto en los dientes si atesoraban una foto en blanco y negro para recordar el día más importante de su vida. Puestos a demostrar de lo que son capaces, el casamiento no estará a altura si los novios no pueden presumir de una acaramelada instantánea delante de la torre Eiffel, acunados por las ramas de los árboles de un frondoso bosque, a punto de ser abducidos por un enjambre de rosas o en medio de un idílico paisaje mientras un enorme ciervo es testigo de su pasión.
De que el asunto va en serio da idea el dineral que los futuros esposos se gastan en perpetuar fotográficamente su amor y, en paralelo, las fortunas que de un tiempo a esta parte amasan los grandes estudios de fotografía. Y es que una sesión de este tipo puede costar desde unos pocos cientos de euros hasta el sueldo de varios años de un trabajador medio. Eso sí, la pareja solo tiene que preocuparse de seguir enamorada, porque ellos se encargan de todo lo demás: desde los atuendos hasta el maquillaje y el transporte, sin olvidar la ambientación.
Como cabía esperar, dada la trascendencia del acontecimiento, a las novias no les vale con fotografiarse con un solo vestido, de modo que lo habitual es que se cambien no menos de tres veces por sesión dejándose llevar por sus gustos, que pueden ir desde el clásico traje blanco al más puro estilo occidental hasta el rojo chino tradicional, pasando por una versión barata de Chanel.
En cualquier caso, y por más que el Partido Comunista, que no ha soltado las riendas del gigante asiático desde que creó la República Popular hace casi setenta años, ande preocupado con tanto despilfarro, el reportaje fotográfico se lleva sólo una parte del dineral que gastan los ciudadanos el día de su boda. El precio de un enlace chino ronda por término medio los 25.000 euros, pero la mayoría aspira a demostrar que es capaz de gastarse mucho más y todo aquel que puede lo consigue. Porque las fotografías de estudio, por mucho que cuesten, son una ganga comparadas con la factura que deberán afrontar las parejas que se hacen el álbum nupcial en una réplica de los Campos Elíseos, ante un falso Coliseo de Roma o a bordo de una góndola en el corazón de una Venecia de cartón piedra. Ese deseo irrefrenable de tirar la casa por la ventan el día del 'sí quiero' ha convertido a la industria en una de las más potentes del país, con un volumen de negocio de 300.000 millones de euros y la previsión de seguir creciendo en los próximos años.
Por eso, tanto o más contentos que los novios están los empresarios de restaurantes, tiendas de alquiler de trajes de etiqueta, agencias de viajes y, por supuesto, los fotógrafos. «Las fotos de boda en China se personalizan cada vez más», explica Zhao Rongchang, director de uno de los estudios que de un tiempo a esta parte pueblan Shanghái. «Los chinos adoraban irse de viaje para las fotografías de boda, pero ahora prefieren hacerlo al abrigo del estudio y con un estilo más preciso. Nosotros acogemos cada día a entre 50 y 60 parejas. Es cómodo, les ofrecemos de todo», dice Rongchang, encantado con la idea de hacerse rico.


TITULO:  Adivina qué hago esta noche -Dies irae,.



Lunes -9- Septiembre  a las 22:55 por La Cuatro, foto.

Dies irae,.


Dies irae

A mí lo que me gustaría es morir aquí», me decía señalando los árboles, el camino, la hierba… y añadía bajando el tono como en confidencia: «Así mis hijas sabrían que he muerto feliz». Era la hermana pequeña de mi madre, mi tía Dolores (Loli, claro), una mujer muy especial que desde la lúcida serenidad de sus casi cien años andaba preocupada porque su muerte causara el menor dolor posible a sus seres queridos y encontraba, en estas 'terras de reyerta' de la Tojera desde donde escribo, el lugar perfecto para echarle una última mirada a la vida y partir dejando a los demás el consuelo de saberla dichosa en el ineludible momento del 'dies irae'. Quizá entonces, estúpidamente ciego, no supe entenderla. O quizá me pareció simplemente una boutade de su espíritu francés. Ahora, cuando contemplo el magnífico futuro que tengo a mis espaldas y la vecindad inevitable del adiós muy buenas, he conseguido comprender toda la sencilla verdad que encerraban sus palabras.
Por eso estos días pasados me he sentido muy cerca de la pasión y muerte de Blanca Fernández Ochoa. Ignoro si ella misma convocó a la vieja dama o la encontró en un recodo de la montaña. Da igual. La despedida es siempre dolorosa aun en las ocasiones en las que se reviste de liberación. Y eligió despedirse acurrucada en el tibio amanecer de su tierra, sintiendo valle abajo el despertar de la vida, perdiendo su mirada en infinitos de lejanía, respirando hasta lo más hondo el aire puro de Guadarrama y con la vista prendida una vez más en el perfil amigo de Siete Picos. Y se amodorró acunada en el rumor de los pinos, 'o choro' que dicen los gallegos, en el perfume del cantueso y la jara; en la plenitud, allá arriba. Ladera abajo quedaban las dentelladas, la mala sangre, la traición, la polución de un mundo que vive de espaldas a la pureza de las nieves en el bronco respirar de las tierras altas. «Murió en la montaña que amaba» oí comentar a alguno de sus allegados. Y comprobé cómo el saberla acurrucada en el paisaje que amaba servía de bálsamo a quienes lloraban su ausencia.
Y como siempre la grandeza de los cientos de voluntarios que han peinado día tras día el monte en su búsqueda; la entrega de quienes oficialmente estaban encargados de dirigir los trabajos; la desolación de tantos españoles que, aún sin conocerla, enmudecíamos ante los noticiarios para saber noticias de nuestra Blanca fue mancillada por la falta de profesionalidad de algunos medios más atentos al morbo que a la noticia; a echar sal en la herida para deleite de comadrejas y hurones; a especular antes incluso de saber. Y, como siempre, aparecieron los inevitables ¿por qué a ella? de la envidia siempre presente en los justicieros de la igualdad; permanentemente atentos al agravio comparativo, el evangelio de los mediocres.
Yo no conocí a Blanca y mi relación con la nieve no pasa de contemplarla desde la ventana, mientras crepita el fuego y el vaho dibuja arabescos en el cristal. Pero he sentido su muerte como muy cercana, como muy mía y ahora, cuando escribo, ni siquiera se muy bien cómo explicarlo. Pronto volveré a Cercedilla, y a pasear sin prisas por las veredas de la Fuenfría o Camorritos y, cuando al atardecer, pierda la mirada en la lejanía de Siete Picos musitaré a mi manera una oración pidiendo a quien corresponda que me deje morir feliz, en mi paisaje.
 

TITULO: El escarabajo verde -Malí no tiene quien le visite,.

 

Malí no tiene quien le visite


Viviendas en Badiangara, el hogar de los dogones. En esta página, tres estampas de Malí. :: R. C./
Viviendas en Badiangara, el hogar de los dogones. En esta página, tres estampas de Malí. foto,.

La guerra ha arruinado el turismo del país con el acervo cultural más rico del África subsahariana,.


Hubo una África casi virgen que las agencias de viajes de aventura convirtieron en atractivo reclamo para los turistas más aventureros. Era un lugar sin resorts de lujo, grandes felinos adormilados en las llanuras y playas bañadas por mares azul turquesa, pero, en cambio, guardaba algunas de las esencias del continente anterior a la colonización, modos de vida ancestrales y escenarios naturales a caballo entre el desierto y la sabana. Ese excepcional vestigio se encontraba en Malí, país inmenso donde confluyen el mundo musulmán y el animismo tribal, un territorio del Sahel habitado por numerosas tribus, árabes, bereberes y negras, y bañado por el río Níger.
Hace diez años, José Delcán se propuso conocer la cultura de los dogones, uno de esos pueblos casi míticos que se encuentran en Malí. Este profesor universitario de Madrid aterrizó en Ouagadougou, la capital de la vecina Burkina Faso, y, desde allí, se dirigió a bordo de un Land Rover hasta la república vecina. Este visitante atravesó un paisaje verde plagado de pequeños lagos estacionales, fruto de la temporada de lluvias. «Fue un viaje tranquilo, sin ningún atisbo de inseguridad», asegura.
Entonces no lo podía imaginar, pero se trataba de un privilegiado, uno de los últimos turistas que podían disfrutar de ese espléndido recorrido durante la estación de lluvias. Hoy, el itinerario que llevó a cabo, desde la ciudad a la frontera maliense, resulta extremadamente peligroso.
Hace solo diez años se podía disfrutar del país con seguridad
Las agencias han excluido a Malí de sus catálogos turísticos
Miquel Barceló, que se inspiró en la belleza del país, no ha vuelto allí
A lo largo del último año, más de 500 personas han muerto en la región fronteriza y decenas de miles han abandonado sus casas ante la creciente actividad de los milicianos yihadistas, empeñados en arrasar iglesias y clausurar escuelas. La pareja formada por la canadiense Edith Blais y el italiano Luca Tacchetto desapareció el pasado mes de diciembre cuando se desplazaba en un vehículo particular por una zona cercana, teóricamente más segura.
Malí sufre las consecuencias de un largo proceso bélico. Ya había signos que anticipaban el ocaso antes de que Delcán llegara hasta el acantilado de Badiangara, hogar de los dogon. En 2008 se había suspendido el rally de Dakar, que atravesaba la región más occidental debido a la insurgencia islamista en Mauritania, aunque lo peor estaba por venir. En 2011, dos visitantes desaparecieron de su hotel en Tombuctú, tres fueron secuestrados y un cuarto, asesinado por guerrilleros de Al Qaeda del Magreb islámico. Un año después, el estallido de la insurrección tuareg en el norte de país supuso el final del sueño.

Fuera de la oferta viajera

La guerra excluyó a Malí de los más sugerentes catálogos turísticos, aquellos que ofrecen exóticas y caras expediciones fuera del circuito comercial. Tombuctú, la ciudad de los 333 santos, epicentro del islam africano, constituía su principal baza y, lamentablemente, regresó a sus orígenes, cuando era una plaza prohibida para los no creyentes. La conquista por los radicales la cerró al mundo y así permanece. Su festival del desierto, una cita con la música y danza de los hombres azules, se suspendió 'sine die', cientos de antiguos manuscritos fueron destruidos y varios de los característicos mausoleos del centro histórico cayeron víctimas del extremismo iconoclasta de la banda islamista Ansar Dine.
La estrategia oficial se vino abajo ante la expansión de las organizaciones extremistas en el Sahel, fenómeno fomentado por el acceso a los arsenales del difunto Gadafi. Esa divulgación se había intensificado desde mediados de los noventa, al abrigo de las nuevas demandas vacacionales. El Gobierno se había empeñado en obtener una proyección en el exterior acudiendo a todo tipo de ferias. Egipto constituía el ejemplo a seguir por las similitudes en el plano cultural e, incluso, físico. Malí posee el segundo patrimonio arqueológico más importante del continente, y el viaje en pinazas a través del Níger, contemplando los poblados ribereños de pescadores, recuerda al que se puede disfrutar surcando el Nilo.
El acantilado de Badiangara fue destino final de Delcán y sus compañeros de fatigas. Esta fractura geológica de paredes escarpadas se halla horadada por cavernas donde el pueblo dogon halló refugio en su huida de la dominación musulmana, en torno al siglo XV. «Fue muy costoso llegar hasta allí, una mezcla de caminata y escala con un calor brutal, pero mereció la pena. La vida era increíblemente tradicional. No estaba preparado para el turismo. Dormimos en la azotea de un edificio», recuerda Delcán.
El arte tradicional de esta comunidad ha conseguido proyección internacional gracias a su escultura religiosa, sus elementos domésticos como las puertas labradas, sus ritos y costumbres. «No había inseguridad, sino una pobreza tremenda y muy poca comida disponible. Había arroz con tierra y pollo sin carne», indica. «Las mujeres trabajaban en el campo, los niños cuidaban el ganado y los hombres permanecían bajo una palmera».

Por pisar una piedra sagrada

El grupo conoció el peso de las costumbres locales. «Nos habían advertido que no fuéramos por algunos sitios, pero una chica dio una vuelta por su cuenta y pisó una piedra sagrada. La enjuiciaron y a los demás nos encerraron en una estancia. La condenaron a pagar unos 20 euros, el precio de una gallina y una cabra, y nos soltaron. Pero en ningún momento tuvimos impresión de peligro», admite el profesor.
La realidad ha cambiado sustancialmente. La rebelión tuareg acabó con los acuerdos entre el Gobierno central, apoyado por tropas francesas, y los sublevados, pero las demás tribus, afectadas por la insurrección, también organizaron sus autodefensas y se armaron convenientemente. La chispa independentista del norte ha prendido en viejas rencillas interétnicas, como las que enfrentan a los pastores fulani con los campesinos dogon por el control de pastos y fuentes de agua. Ahora, las disputas no se dirimen con un puñado de monedas, sino con ataques a poblados enemigos y matanzas indiscriminadas.
La 'crisis', como es conocido este conflicto, amenaza con desestabilizar la región de Mopti, en el centro, allí donde se concentran gran parte de los atractivos turísticos del país. La Minusma, la misión local de Naciones Unidas, no puede controlar una superficie que dobla la española. Además, las diversas facciones islamistas que allí operan también se han implicado en estas antiguas rivalidades para aumentar sus adeptos. Ni siquiera Bamako, la capital, ha escapado a la violencia religiosa en un país conocido por su tolerancia, y ya ha sufrido varios atentados contra hoteles y restaurantes, frecuentados por los escasos occidentales que permanecen en la ciudad.
Kananga, Temps D'Oci, Paso Noroeste o Viajes Cathay, entre otras agencias de viaje especializadas en la aventura, ya no operan con Malí, a donde tampoco ha vuelto el artista mallorquín Miquel Barceló, que reconoció haberse inspirado en su «belleza sobrecogedora» para pintar. Pero el Ministerio de Turismo del país se resiste a perder uno de sus mejores recursos e intenta dar a conocer fuera de sus fronteras la mezquita de Djenné, cumbre de la arquitectura sudanesa saheliana con su característico adobe revocado.
La lejana China se ha convertido en el último intento de revitalizar la maltrecha industria turística de Malí con iniciativas como una invitación a touroperadores y periodistas chinos para que visitaran sus principales atracciones a lo largo del pasado mes de noviembre. La Agencia de Promoción del Turismo del país asegura que a lo largo de 2016 unos 173.000 osados expedicionarios recorrieron los lugares donde se erigieron los imperios de Malí, Shongai o Bambara. La cifra, posiblemente, incluye a hombres de negocios, políticos y personal adscrito a la cooperación al desarrollo, porque, aún hoy, los ministerios de Asuntos Exteriores de numerosos países, incluido España, desaconsejan adentrarse en la última 'África auténtica', según el eslogan acuñado por las autoridades locales, una tierra de cultura milenaria acosada por problemas contemporáneos.

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