TITULO: CAFE BAR DAVID - La memoria del campo ,.
CAFE BAR DAVID - La memoria del campo ,. fotos,.
La memoria del campo,.
Un libro rescata la vida en la España rural entre 1885 y 1945 a través de más de 200 fotografías inéditas. «Allí se decidía el futuro del país»
Hubo un tiempo, tampoco tan lejano, donde al campo español había que tratarle de usted.
Las grandes decisiones de este país se tomaban en batidas y monterías a
las que acudían reyes y reinas, príncipes, presidentes, ministros,
aristócratas y banqueros. Pero, al margen de cacerías regias, el campo
de antaño, como el de ahora, era el que daba de comer a las ciudades, y
gozaba de un respetuoso protagonismo que se ha ido diluyendo con el paso
del tiempo y la sangrante despoblación del medio rural. Aquel olvidado
rol es el que ha querido recuperar la editorial Turner con la
publicación de 'Recuerdos del campo español', un
formidable libro de fotografías inéditas realizadas entre 1885 y 1945
que retratan la vida cotidiana de más de medio siglo en el agro español,
con sus contrastes de sobriedad y opulencia.
Se trata del segundo volumen del mismo título, cuya primera parte apareció en 2018. Si aquel se centraba, sobre todo, en escenas de caza, el nuevo recoge instantáneas dedicadas a las actividades, las costumbres, los festejos y romerías... en cortijos, fincas, cotos y demás parajes de la geografía española. Esas 317 páginas y sus 220 fotografías antiguas (muchas, de gran formato) rinden homenaje a esa España vacía que una vez no lo estuvo tanto, a su memoria y a las labores que allí se desarrollaban: las idílicas estampas de los labradores aventando el heno con las horquillas, el alegre bullicio de las lavanderas junto al manantial, las pantagruélicas meriendas en los trigales, el pastoreo en las dehesas, las tradicionales matanzas del cerdo, de las que los campesinos comían todo el año, la irrupción de los primeros automóviles, así como un buen número de escenas cinegéticas con la presencia habitual de Alfonso XIII, de políticos como Maura y Cánovas del Castillo y artistas como Sorolla.
Esa mirada nostálgica a un mundo rural que ya no existe late en cada una de las páginas, que conviene ojear y hojear con el deleite y la cadencia de los tiempos del campo. También transitan por ellas la luz, los horizontes abiertos y el encanto de la arquitectura popular; y, por supuesto, sus gentes, desde las más humildes a las más almidonadas, recobran la voz en la cuidada y muy visual obra de Turner.
Otras
fincas que aparecen retratadas en el libro con sus personajes, sus
hábitats, su flora y su fauna, la diversidad de sus actividades o la
tipología de sus construcciones son El Parque (Murcia); El Águila,
Castillo Anzur y Mezquetillas (Córdoba); La Alcaría, Torre Breva, Las
Quinientas, Laguna de Medina, Llanos de la Ina y La Esparragosilla
(Cádiz); La Cascajera y Castilleja de Talhara, (Sevilla); Coto de Doñana
(Huelva); Doña Catalina y Los Zamores (Cáceres); Madrigal y El Sotillo
(Toledo); Dehesa de Milla, Real Monte de El Pardo, El Quexigal,
Romanillos y Venta de la Rubia (Madrid); Cuadrilleros (Salamanca); Real
Coto de Gredos y Muñopedro (Ávila); Prados (Segovia); Picos de Europa
(Asturias); Castillo de Butrón (Bizkaia); Monreal y Señorío de Olza
(Navarra); Los Pirineos (Lérida); y S'Hostalet (Mallorca).
Gasset se ha encargado de recopilar y seleccionar los dos centenares de instantáneas, que, a pesar del tiempo transcurrido, presentan buena calidad. «Todas son inéditas y tienen el valor añadido de que en aquellos tiempos, finales del XIX y principios del XX, no era muy común hacer fotos, y menos aún en los hogares rurales». La editora subraya que el libro quiere rescatar del abandono, la destrucción y el olvido no solo las imágenes, sino también los lugares y los quehaceres en ellos retratados. «Es una puesta en valor de unas fotografías que podrían perderse y cuya vida nos proponemos alargar. Pero, sobre todo, es un homenaje al campo español con el que pretendemos devolverle el papel protagonista que tenía entonces».
Se trata del segundo volumen del mismo título, cuya primera parte apareció en 2018. Si aquel se centraba, sobre todo, en escenas de caza, el nuevo recoge instantáneas dedicadas a las actividades, las costumbres, los festejos y romerías... en cortijos, fincas, cotos y demás parajes de la geografía española. Esas 317 páginas y sus 220 fotografías antiguas (muchas, de gran formato) rinden homenaje a esa España vacía que una vez no lo estuvo tanto, a su memoria y a las labores que allí se desarrollaban: las idílicas estampas de los labradores aventando el heno con las horquillas, el alegre bullicio de las lavanderas junto al manantial, las pantagruélicas meriendas en los trigales, el pastoreo en las dehesas, las tradicionales matanzas del cerdo, de las que los campesinos comían todo el año, la irrupción de los primeros automóviles, así como un buen número de escenas cinegéticas con la presencia habitual de Alfonso XIII, de políticos como Maura y Cánovas del Castillo y artistas como Sorolla.
Esa mirada nostálgica a un mundo rural que ya no existe late en cada una de las páginas, que conviene ojear y hojear con el deleite y la cadencia de los tiempos del campo. También transitan por ellas la luz, los horizontes abiertos y el encanto de la arquitectura popular; y, por supuesto, sus gentes, desde las más humildes a las más almidonadas, recobran la voz en la cuidada y muy visual obra de Turner.
«Hemos querido rendir un homenaje al campo español», dice su editora, Mariana Gasset
Hay imágenes cuyo interés antropológico vale
más que mil palabras, trozos rescatados de un pasado en blanco y negro
que harían las delicias de Miguel Delibes. Fatigados jornaleros de
rostros ajados por el viento, el frío y el sol, ancianas enlutadas hasta
las cejas o enjoyadas señoritas de la alta sociedad empuñando la
escopeta con la que acaban de abatir un corzo. «Es que entonces los hombres cazaban de chaqueta y corbata, y las mujeres acudían engalanadas a las monterías»,
ilustra Mariana Gasset, editora de Turner y responsable de la
publicación. De hecho, a través de las fotografías se aprecia la
evolución de la moda, que se refleja en los atuendos y complementos para
cada actividad, tanto en las faenas del campo como en la servidumbre de
las residencias. También se puede observar cómo eran los uniformes y la
indumentaria de los guardas, los perreros, las lavanderas, los
renteros, los resacadores, los jornaleros, los ojeadores, los
pastores..., hasta la de los guardias civiles y los curas que
frecuentaban las cacerías, como ese 'Don Camilo' ensotanado que posa sonriente con su fusil y media docena de ¡águilas! abatidas junto al Tormes en los años cuarenta.34 parajes de toda España
'Recuerdos del campo español' recorre de norte a sur y de este a oeste (incluyendo las Baleares) nuestro país a través de 34 parajes, la mayoría de titularidad privada. Las imágenes, todas perfectamente documentadas, van acompañadas de textos no demasiado largos con los testimonios que Gasset ha recabado de los descendientes de los primeros propietarios de las fincas. Unos cuentan la historia de las explotaciones, otros narran de su puño y letra sus recuerdos, vivencias y anécdotas. Abundan entre los autores los marqueses, los condes y los apellidos largos y compuestos, pues no se puede olvidar el estrecho vínculo de la nobleza con las propiedades rurales. Eugenia Martínez de Irujo, duquesa de Montoro e hija de la fallecida duquesa de Alba, describe con todo detalle La Pizana, un cortijo medieval de su familia, en Garena, a 30 kilómetros de Sevilla, al que, de niña, acudía a montar a caballo los fines de semana. También su sobrino Fernando Fitz-James Stuart, el joven duque de Huéscar y futuro duque de Alba, cuenta la historia de los latifundios de Cabra Alta y Cabra Baja, en Extremadura, 2.500 hectáreas de alcornocales que pertenecieron a la Casa de Alba hasta su expropiación por la Junta de Extremadura, en 1990.Gasset se ha encargado de recopilar y seleccionar los dos centenares de instantáneas, que, a pesar del tiempo transcurrido, presentan buena calidad. «Todas son inéditas y tienen el valor añadido de que en aquellos tiempos, finales del XIX y principios del XX, no era muy común hacer fotos, y menos aún en los hogares rurales». La editora subraya que el libro quiere rescatar del abandono, la destrucción y el olvido no solo las imágenes, sino también los lugares y los quehaceres en ellos retratados. «Es una puesta en valor de unas fotografías que podrían perderse y cuya vida nos proponemos alargar. Pero, sobre todo, es un homenaje al campo español con el que pretendemos devolverle el papel protagonista que tenía entonces».
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