TITULO:
La Sexta Noche - Miguel Ángel Revilla y Boris Izaguirre , Sabado -28- Diciembre ,.
El Sabado -28- Diciembre a las 21:20 por La Sexta, foto,.
El Sabado -28- Diciembre a las 21:20 por La Sexta, foto,.
Miguel Ángel Revilla y Boris Izaguirre, este sábado en laSexta Noche
¿Habrá investidura antes de fin de año? Para analizarlo desde dos puntos de vista muy diferentes, Miguel Ángel Revilla y Boris Izaguirre visitan laSexta Noche este sábado a las 21:20 horas.
TITULO: Informe Semanal - Tormenta judicial con efectos políticos , Sabado-28- Diciembre , ,
Tormenta judicial con efectos políticos,.
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También hablaremos de la "Condena antimanadas" y repasamos lo mejor de la cultura y el deporte de 2019 en "El año de Rosalía".
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El sábado 28 de diciembre a las 21:30 en La 1 y el Canal 24H, foto,.
Dos sentencias han levantado esta semana una tormenta judicial con consecuencias políticas. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) dijo el jueves que Oriol Junqueras tenía inmunidad desde que fue elegido eurodiputado en mayo y debió de haber salido de la cárcel para recoger su acta, en contra de lo que decidió el Tribunal Supremo de España. Casi simultáneamente el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) condenaba a Quim Torra a una pena de un año y medio de inhabilitación por haberse negado a retirar los lazos amarillos del palacio de la Generalitat.
“Informe Semanal” analiza con la ayuda de analistas y juristas el panorama que abre las dos sentencias. En el ámbito jurídico, el Supremo tiene ahora la última palabra en los dos casos. Debe decidir qué pasa con Junqueras y si confirma la inhabilitación de Torra. Las sentencias están teniendo un impacto directo en las negociaciones para la investidura de Pedro Sánchez. Además, abren el camino para que Carles Puigdemont, el expresidente de la Generalitat y su exconsejero Toni Comín, huidos a Bruselas, puedan ocupar los escaños que ganaron en las elecciones europeas. Una combinación de factores que podrían precipitar un adelanto electoral en Cataluña.
Puede comentarlo en el Hashtag #TormentaPolíticoJurídica
Condena antimanadas
La sentencia de la Audiencia de Burgos que condena a 38 años a tres exjugadores de La Arandina Club de Futbol, ha reabierto el debate sobre la violencia sexual y la contundencia de las penas en los casos de violaciones en grupo. “Informe Semanal” ha estado en Aranda de Duero, en Burgos. Sus habitantes están divididos entre los que apoyan a los jóvenes condenados - aún a costa de denigrar, en algunos casos, a la víctima- y los que defienden a la menor de edad. Hemos entrevistado también a juristas y a expertos en violencia de género para reflexionar sobre los nuevos patrones de conducta que han permitido instalar una cultura de la violación que -en nuestra sociedad- no siempre se identifica con la comisión de un grave crimen.
Puede comentarlo en el Hashtag #CondenaAntimanada
El año de Rosalía
Estamos en los últimos días del año y en Informe Semanal hacemos balance de todo lo que hemos vivido en 2019. Este sábado repasamos lo sucedido en el mundo de la cultura y el deporte. Le hemos llamado el Año de Rosalía. Su año triunfal es también el del bicentenario del Museo del Prado, el incendio de Notre Dame o la victoria española en la copa Davis con Rafa Nadal, de nuevo, número 1 del tenis mundial…Recordamos también el mundial de baloncesto, los éxitos del deporte femenino, el ballet, el cine, la literatura… los grandes nombres de la cultura que nos inspiran y los que se han ido…Robándole la idea a Pedro Almodóvar, momentos de dolor y gloria.
Puede comentarlo en el Hashtag #ElAñoDeRosalía,.
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La noche temática - Claro que pasamos miedo con la riada , Sabado -28- Diciembre,.
Entre las nueve y las diez de la noche del jueves, el cauce empezó a crecer, y siguió haciéndolo hasta que se desbordó por las dos orillas. Primero coronó las paredes de piedra que lo delimitan; luego sumergió bancos; más tarde tumbó contenedores y los puso a nadar como si fueran tapones de corcho; después se tragó el parque con sus columpios; y finalmente entró en garajes y viviendas. «Fue visto y no visto. Intentamos hacer un muro con ladrillos pero no nos dio tiempo. El agua ha subido hasta un metro diez», cuenta Isidro García mientras muestra con el dedo la señal en la pared que deja claro que no exagera.
Está en una cochera llena de cosas que quizás no volverán a funcionar. Hay tres motores de los que se utilizan para curar los cerezos que dan fama a este valle. Hay también pellet para la estufa. Yun microondas y un somier y un colchón. «No debemos tocar nada hasta que venga el perito del seguro», informa Isidro con el teléfono móvil en la mano. A dos pasos de él, Román cuenta que tuvo que dormir en casa de su nieta. «Nosotros vivimos en un chalé que está como a 50 metros del río –cuenta el anciano–, pero por la tarde, el agua llegaba ya casi a mi huerta. Mi mujer dijo que ahí no se quedaba porque nos podía llevar el agua, así que nos fuimos donde mi nieta».
Actividad frenética
Podrían trazarse tres perfiles humanos en la mañana del día después en la zona más afectada de Navaconcejo: los que sacan barro de las casas o la calle, los que comentan los detalles del desastre y los que enseñan en sus móviles fotos y vídeos grabados el jueves por la noche. Los WhatsApps jerteños echan humo. Todos tienen la fotos del césped artificial del campo de fútbol vuelto del revés, como si fuera una alfombra que se pudiera levantar moviendo las puntas de los pies. «Todo esto no es nada comparado con la zona donde vivimos nosotros», asegura María Jesús López, que tampoco durmió en casa el jueves. «La Guardia Civil nos dijo que nos teníamos que ir, que corríamos peligro, así que pasamos la noche en casa de mi hermana», cuenta la mujer, que tiene el río a sus espaldas. Frente a la puerta de su casa hay una hormigonera volcada, y unos metros más allá, dos coches que el agua arrastró hasta hacerlos chocar. Junto a ellos, una verja abierta de par en par y en el suelo, un hoyo que supera el metro de profundidad.
«Esta verja tenía un pedazo de candado, pero no valió para nada, y el hoyo lo ha hecho el río», cuenta Antonio, que el jueves vivió un episodio que no olvidará. Su compadre Elías tiene una casa pegada al río, y él, consciente de la que se avecinaba y buen amigo, se acercó hasta la vivienda. Lo que encontró allí y lo que ocurrió a partir de entonces no podía imaginarlo. «Claro que pasamos miedo –reconoce–. Nos pusimos Elías y yo a empujar la puerta de casa para que no entrara el agua, pero no hubo forma. Nos vimos cada uno subido a un mueble, en el salón, con el agua entrando por una puerta y saliendo por la otra».
Al lado, en la casa rural Clevar, también pegada al río, a las afueras de Navaconcejo, Clemente Castro y su familia muestran las huellas que la riada ha dejado en la vivienda. «De aquí he sacado yo esta mañana siete u ocho carretillas de barro», detalla el hombre, que asegura, y en el corrillo que se ha formado refrendan su comentario, que «aquí ha llovido más otras veces, lo que pasa es que cayó mucha agua en la sierra, y quizás también algo de deshielo por la nieve». Según la Agencia Estatal de Meteorología, entre las 00.00 horas del jueves y las 18.00 del viernes cayeron en Tornavacas, que está valle arriba, 129 litros por metro cuadrado. Y en Piornal, por tener otra referencia de la misma comarca, 155 en el mismo periodo.
«Todo se convirtió en río»
«Toda esta zona se convirtió en un río», resume Cristina Alonso, alcaldesa de Navaconcejo por el PSOE, que el jueves se fue a casa a las tres de la madrugada y a las siete ya estaba de vuelta a la zona cero de la tormenta Elsa en Extremadura.
La avenida del Santísimo Cristo de Navaconcejo es ancha, y tiene un tramo que es una zona de bares. En primavera y verano es un sitio estupendo para sentarse en una terraza a la una de la tarde a tomar una caña y un pincho. Frente a los bares hay un puente. Buena parte del año, por debajo de él no hay más que hormigón, o un hilo de agua, porque unos metros antes, el río gira a la derecha. Es una desviación del cauce natural. La obra se hizo hace casi veinte años, y en condiciones normales, el agua toma esa curva mansamente y sigue valle abajo, en dirección a Plasencia, donde el Jerte anegó ayer algunos tramos del paseo fluvial. El jueves por la noche, la naturaleza dejó claro que si se dan las circunstancias, no le cuesta demasiado recuperar el camino que fue suyo.
«Estábamos expectantes porque sabíamos que iba a llover mucho, pero no pensábamos que el río fuera a subir tanto, porque nunca ha llegado tan alto como esta vez», cuenta Pepe Manjón, que sale de su casa y en diez pasos está asomado a la barandilla que da al Jerte. «En unos pocos minutos subió el cauce de golpe, serían entre las nueve y las diez de la noche –relata–. Fue una cosa fuera de lo común. Pusimos mantas a presión en los bajos de las puertas, para intentar contener el agua pero al final acabó entrando. Yo pensé que la puerta del garaje y la de la casa las tumbaba, de los golpes que daba, porque el agua venía con contenedores y con troncos de árboles». «Después, lo mismo que el agua subió rápidamente, bajó también rápidamente, y al final –concluye el vecino–, lo que hay que pensar es por fortuna no ha habido daños personales».
Sí materiales. Y cuantiosos. «Muchísimos», sitúa la alcaldesa antes de que un hombre le interrumpa para preguntarle si va a por el 'dumper' (la ratona) para cargar más tierra. «Todas las cocheras de esta parte del río (la orilla izquierda, la de la católica avenida) están afectadas. Los que tenían dentro está para tirar. El agua se ha llevado todo lo que había en la calle. El campo de fútbol está muy mal, y lo de la cooperativa es bestial. Da pena entrar».
Calles embarradas
Tal como dice, en los alrededores del campo de fútbol y de la plaza de toros, el firme tiene una capa de barro que hace aconsejable moverse por allí en un todoterreno. Y en la Cooperativa del Campo, el panorama a la una de la tarde de ayer era el de media docena de personas escoba en mano achicando aguas y tratando de limpiarlo todo. En la nave principal y en los accesos, un joven con una excavadora se afana en devolver el escenario a algo que se parezca más a la normalidad.
A dos pasos de la cooperativa, una mujer sostiene un paraguas con una mano y con la otra un teléfono móvil. Se llama Ángela González, y a ratos llora. Un tercio de la casa de piedra que hay junto a la zona de carga de la cooperativa es suya. «La heredé de mi madre, y ella de sus abuelos, y ahora no sabemos qué va a ser de ella, igual nos dicen que hay que tirarla», se lamentaba ayer la mujer. Muchos han perdido muchas cosas por culpa de la riada. La avenida del Santísimo Cristo está salpicada de contenedores de obras, alguno de ellos lleno. Se ven muebles, electrodomésticos, sillas, cajas, sofás, bolsas llenas, colchones... Es el paisaje después de la riada, que deja también cierta huella emocional. A la alcaldesa le cuesta hablar. «El parque de la mora, que está del puente hacia arriba, ha desaparecido». ¿Y ahora, qué? «Ahora toca limpiar y estar con los vecinos, ponernos a su disposición y ayudarles en todo lo que esté en nuestras manos», plantea la regidora, que lleva medio año en el cargo y cuya preocupación era también que pasaría hoy. A última hora de la tarde, de hecho, el río volvió a desbordarse.
«Ahora no tengo cabeza para echar cuentas de los daños, lo iremos viendo con detalle cuando estemos más tranquilos», se disculpa Cristina Alonso, a la que previnieron el jueves de la que se podía formar. «Emergencias nos avisó por la tarde. Estuvimos pendientes de la situación, vigilando los márgenes del río, pero a partir de las nueve de la noche fue una barbaridad. No había forma humana de parar lo que vino. Se intentó hacer todo lo posible, pero no pudo ser. Contra el río no se puede luchar». Y la foto de la avenida del Santísimo Cristo a la mañana siguiente de la riada le da la razón.
El viernes -20- Diciembre a las 22:00 por Telecinco, foto,.
El mejor libro de narrativa en otras lenguas en 2019: 'Desierto sonoro', de Valeria Luiselli,.
La escritora mexicana denuncia la muy delicada situación de los niños migrantes entre el río Bravo y EEUU en 'Desierto sonoro'
«¿Y por
qué se me ocurre siquiera que puedo o que debo hacer arte a partir del
sufrimiento ajeno?», se pregunta la protagonista de Desierto sonoro (Sexto Piso), una documentalista interesada en rescatar los testimonios y las voces de los niños migrantes
que, tras cruzar la frontera, alcanzar -solo unos pocos lo logran- el
río Bravo y adentrarse en los desiertos del sur de Estados Unidos,
desaparecen en los centros de detención. Las devoluciones masivas, a
pesar de que la ley migratoria señala que los migrantes provenientes de
Centroamérica tienen derecho a una audiencia, y el secretismo que
envuelve los centros de detención hace imposible rastrear el paradero y
la historia de estos menores.
La protagonista de la última novela de Valeria Luiselli quiere documentar la historia de estos «niños perdidos»,
pero, se pregunta «¿cómo puede un documental radiofónico contribuir a
que más menores indocumentados obtengan asilo?» y, sobre todo, si tiene
ella la legitimidad de crear, «hacer arte», a partir de la experiencia y
del sufrimiento ajeno. La pregunta de la protagonista de Luiselli es la
misma que se realiza la propia autora a lo largo de toda la novela y
que, en cierta manera, se puede formular respecto a su anterior trabajo,
Los niños perdidos (Sexto Piso), una crónica en torno al
desamparo de los niños migrantes que Luiselli realizó a partir de su
experiencia como intérprete en las cortes migratorias de Nueva York. Desierto sonoro aborda desde la ficción la misma realidad que se denunciaba en Los niños perdidos, sin embargo aquí la escritora mexicana ahonda, como no lo había hecho antes, sobre el lugar desde dónde escribir y, sobre todo, sobre la legitimidad de escribir en torno a aquellos cuyas voces no se escuchan. Como ya apuntaba Juan Pablo Villalobos en Yo tuve un sueño (Anagrama), no se trata de dar voz a los niños migrantes, pues ya la tienen, nunca dejaron de tenerla. Se trata más bien de hacer audibles sus testimonios y, consecuentemente, su historia, pero ¿cómo hacerlo? ¿Es legítimo recurrir a una voz interpuesta? ¿Es la ficción la única voz interpuesta posible? Valeria Luiselli sabe que la literatura no está para responder preguntas, de ahí que Desierto sonoro sea por sí mismo un interrogante en torno al lugar de la enunciación, pero también en torno al lenguaje a partir del cual se nombra y se construye la realidad.
En este sentido, la novela es una indagación en torno a ese léxico familiar que asumimos sin cuestionar. Valeria Luiselli, sin embargo, lo cuestiona y lo hace no solo en relación con la manera en que se elabora, desde la prensa y el poder, el relato en torno a los niños migrantes, sino también en relación con el relato de la esfera privada, del ámbito familiar y de la relación de pareja.
Estos dos planos -el relato de la esfera privada y el de los niños migrantes- se superponen en Desierto sonoroa través del subgénero del road book y a través de la historia de una pareja, la protagonista y su marido, también documentalista, que viajan de Nueva York hasta Arizona en compañía del hijo de él de 10 años y del hijo de ella de tan solo cinco. Él, también documentalista, investiga la historia de los apaches chiricahuas, el último pueblo libre «antes de rendirse a los ojosblancos y ser desplazados a reservas». La historia de los apaches chiricahuas entronca directamente con la de los niños migrantes: ambos no solo son sujetos negados por la historia, sino también sujetos desplazados, personas a las que les es negado un territorio propio.
«Un refugiado es alguien que espera», les explica la protagonista a los niños, es alguien «que ya llegó a algún lugar, a un país extranjero, pero debe esperar por un tiempo indefinido antes de llegar del todo», continúa la narradora, el refugiado es aquel que espera «en centros de detención, refugios o campos; bajo custodia federal y muchas veces vigilados de cerca por guardias armados». Y así se definen los últimos apaches chiricahuas, que viven en la apachería, territorio bajo control que les es concedido por el estado, y así se definen también los niños migrantes en los centros en los que están detenidos.
Su cámara «había borrado los nombres de los jefes apaches, igual que los ojosblancos los habían borrado de la historia», cuenta el niño, que no solo se convierte en el narrador de la segunda parte, sino también en esa voz capaz de narrar aquello que los dos adultos no consiguen contar.
De esta manera, lejos de cualquier tipo de moralismo, el niño no solo hace confluir en su relato lo personal -su historia y la historia de sus padres narrada a su hermana, todavía pequeña para ser consciente de ella- con lo ajeno -la historia de los apaches y de estos «niños perdidos» cuya historia trata de reconstruir su madre-, sino que, sin responder a las cuestiones planteadas, da sentido a la novela, convirtiéndola en un artefacto donde lo documental y la ficción se entremezclan para «capturar un instante efímero y escenificar un instante».
Como los archivos que, a través de sus grabaciones, construyen la protagonista y su marido, Desierto sonoro archiva esos relatos -esos nombres, esas voces, esos testimonios- que no puede reproducirse, pero sí pueden evocarse. De la misma manera que la cámara del niño rescataba aquellos nombres borrados, la novela rescata las voces de esos niños que, registradas a través de la ficción, no terminarán nunca de perderse del todo.
TITULO: Versión Española despide la temporada con el estreno de -Cine Spain in a Day ,.Domingo -22- Diciembre,.
Domingo -22- Diciembre a las 22:25 en La 2 de TVE / foto,.
- Reparto
- Documentary,. Isabel Coixet,.
- Basada en el concepto de la película Life in a Day, dirigida por Kevin Macdonald y producida por Ridley Scott, Spain in a Day da vida a la historia de los españoles (en España y el extranjero) con el objetivo de crear una película grabada por ellos mismos, en la que se reflejan también los miedos y los sueños de la España actual para los españoles del mañana, en una época de grandes cambios sociales y culturales. La película social más innovadora creada y rodada por los españoles, el evento social cinematográfico más extraordinario nunca antes realizado en España.
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