TITULO: Domingo -3- Octubre - LIARLA PARDO - Benjamín Prades ,.
El domingo-3- Octubre - a las 18:00 por La Sexta, foto,.
Benjamín Prades,.
Benjamín Prades ganar en el castillo trujillano y se pone líder de la Vuelta Ciclista a Extremadura
segunda etapa,.
Consiguió distanciarse en las rampas duras de la parte antigua,.
La ciudad trujillana volvió a vivir ayer un bonito día de ciclismo con la llegada de la segunda etapa de la Vuelta Ciclista a Extremadura, que encumbró a uno de los favoritos de esta carrera, como es Benjamín Prades. El corredor de Vigo-Rías Baixas ganó la etapa, con un tiempo de 2:58.46. Mejoró en más de 20 minutos el mejor de los tiempos previstos y es que hizo una media de más de 45 kilómetros por hora. Gracias a esa victoria, se ha situado líder de la general, sustituyendo a su compañero, Miguel Ángel Fernández. El primer extremeño es Antonio Nieto, de Lizarte.
Esta segunda etapa salió de Montijo para terminar en las duras rampas empedradas del castillo trujillano, con un total de 136 kilómetros. El mallot amarillo reconoce que su equipo intentó controlar en todo momento la prueba con el fin de llegar a los últimos tramos de la etapa con opciones de victoria. Ya, en las primeras rampas de la parte antigua de la ciudad trujillana, Prades arrancó con fuerza, consiguiendo unos metros de distancia de un grupo algo numeroso. Tal es así que asegura que en los últimos metros tuvo tiempo de regular para evitar posibles averías. Tras los primeros clasificados, fue un continuo reguero de ciclistas. Una vez más, el pelotón estuvo arropado por numeroso público, sobre todo en las rampas más duras de la Cuesta de San Andrés de la subida al castillo.
Tras la prueba, fue la entrega de los premios, en la que estuvieron el subdelegado del Gobierno, José Antonio García; el director general de Deportes, Dan de Sande; el diputado cacereño de Cultura y Deporte, Francisco Javier Grande; además del primer teniente alcalde trujillano, Enrique Borrega; junto a otras autoridades.
La prueba ciclista estuvo acompañada, además, por hinchables y un concierto, así como por un circuito ciclista para menores organizada por la Asociación Ciclista Francisco Pizarro. Todo ello dio un ambiente especial a la plaza Mayor, con una buena aceptación de público. .
Hoy se disputa la tercera y última etapa de la Vuelta Ciclista a Extremadura y quizá, la más exigente. Saldrá a las diez de la mañana desde Villarreal de San Carlos y terminará en Hervás, con un total de 148 kilómetros.
TITULO: ESPAÑOLES POR EL MUNDO -Tahití, Moorea y Rurutu,.
Españoles en el mundo' viaja hasta la Polinesia francesa para descubrir Tahití, Moorea y Rurutu
- Recorre 20.000 kilómetros para conocer su riqueza natural y tradiciones de la mano de seis compatriotas, fotos.
Tras viajar hasta Egipto en la primera entrega de su nueva temporada, ‘Españoles en el mundo’ recorre 20.000 kilómetros hasta llegar al archipiélago del Pacífico Sur y descubrir tres de las islas más importantes de la Polinesia francesa: Tahití, Moorea y Rurutu. Junto al reportero Antonio Montero, Alba, Jesús, Jorge, Gonzalo, Montse y Nito serán los guías por este paraíso para los amantes de la naturaleza salvaje, los deportes acuáticos y las tradiciones ancestrales.
El equipo recalará primero en la isla de Tahití, la más grande de la Polinesia. Un islote elevado y montañoso, rodeado de un inmenso arrecife de coral, que será avistado a ojo de helicóptero con Alba, una modelo valenciana que hace cuatro años empezó una nueva vida junto a su pareja. Ya en Papeete, su capital, la audiencia descubrirá la economía generada por la perla negra.
La siguiente travesía desde Moorea hasta la bahía de Opunohu, donde llegó James Cook en 1769, será junto a Gonzalo, un biólogo marino catalán que estudia los efectos del aumento de la acidez de los océanos en los corales tropicales. El mirador Roto Nui -con parajes de vegetación salvaje repletos de mangos, papayas, pomelos, cocoteros y el árbol del pan- y la imponente cascada de Afareaitu serán visitas indispensables.
A continuación, Montse, una profesora española en su colegio en Taravao, uno de los muchos islotes que conforma el archipiélago de Barlovento. Junto a esta catalana los espectadores conocerán la haka, danza de guerra tradicional maorí, y el alfabeto tahitiano. Además, el equipo navegará por la laguna formada entre la arena y el arrecife y degustará el poisson cru.
En el mercado de Papeete espera Jesús, un enfermero vallisoletano que lleva cuatro años viviendo en Tahití y que mostrará otras tradiciones gastronómicas, culturales, musicales y espirituales como el Templo Marae de Arahurahu en Paea. Junto a Nito, un farmacéutico granadino, el equipo se subirá a una tabla de surf para sortear la mítica ola de Teahupoo.
Esta intensa singladura finalizará en Rurutu con Soraya, una fisioterapeuta barcelonesa con la que explorar en va’a, canoa tradicional, su escarpada costa, y el tere, un ritual de levantamiento de piedras para demostrar la fuerza de sus habitantes.
Más de una década en antena
Con la emisión de esta nueva tanda de episodios, ‘Españoles en el mundo’, producido por RTVE en colaboración con Secuoya Studios, que comenzó su andadura en 2009, se confirma como uno de los programas más veteranos de TVE, al cumplir 12 años en emisión. Más de una década en la que los reporteros y cámaras del espacio han visitado más de 160 países y más de 1.000 ciudades, con casi cinco millones de kilómetros recorridos.
TITULO: Donde viajan dos - «Iba a vender el barco, pero he decidido restaurarlo; ahora es nuestra casa»,.
«Iba a vender el barco, pero he decidido restaurarlo; ahora es nuestra casa»,.
fotos / Luis tiene 90 años y vive con su mujer en una pequeña lancha atracada en el puerto de Tazacorte tras ser desalojados por el volcán; Jaqueline, que ahora es su vecina de pantalán, iba a vender su velero el día que el Cumbre Vieja entró en erupción,.
«Don Luis el médico», como lo conocen en Todoque, tiene 90 años y todavía se atreve con túnidos de 300 kilos. Su barco venía con nombre cuando lo compró, el 'Hammurabi' (los marineros creen que da mal fario cambiarlos), una vieja lanchita de seis metros con dos, cabina y un par de literas que Luis Rodríguez apenas había utilizado hasta ahora. De hecho, antes de todo esto planeaba venderlo. «Ya no. Cuando nos vinimos aquí después de la erupción, Luis dijo: 'Vamos a restaurarlo entero'», afirma Margaretha Straates, una holandesa entrañable a la que el rumor del volcán no le apaga el sentido del humor, mientras tiende una camiseta en la caseta. Porque el 'Hammurabi' es, desde hace 10 días, su hogar.
Luis estaba al teléfono con un familiar que vive en Sudamérica y que lo llamó preocupado por las noticias sobre los seísmos en La Palma. Justo hablaban de la posibilidad de una erupción cuando el Cumbre Vieja interrumpió la conversación. «Le dije: '¡Ya explotó, me voy! Y colgué», relata él. Luis fue a su casa, en el Camino de la Majada de Todoque, y avisó a Margaretha. Apenas les dio tiempo a hacer el petate cuando la Guardia Civil llamó a su puerta para evacuarlos por la colada amenazaba su vivienda, que por ahora sigue en pie.
Primero los llevaron al campo de fútbol de Los Llanos de Aridane, como al resto de vecinos, y luego les dijeron que los iban a realojar en el antiguo cuartel militar de Santa Cruz de La Palma. Ellos no tienen hijos ni familiares en la isla, a diferencia de otros evacuados. «No queríamos marcharnos de aquí, pero tampoco teníamos dónde ir. Quedaban algunos apartamentos, pero a 100 euros la noche. ¿Quién puede permitirse eso?», cuenta Margaretha, que es 10 años más joven que su marido. Allí fue donde lo decidieron: nos vamos al barco.En el 'Hammurabi' duermen sobre dos colchones de tres dedos de grosor –«aquí te quedas con el cuerpo un poco encogido»- y se han comprado hasta un pequeño aparatito de aire acondicionado. Tienen agua, cerveza, gazpacho y «la leche que toma Luis». De sus tres gatos solo pudieron traerse a uno, «la hembra», pero saben que los otros dos están bien porque la Guardia Civil los acompañó hace unos días a verlos y a recoger unas medicinas.
En el barco, el día de la marmota en el que están instalados empieza muy temprano, sobre todo para Margaretha, a la que le cuesta conciliar el sueño con el sonido de las explosiones del volcán. Desde la popa se divisa la columna de humo. «Menos mal que los dos estamos sordos de un oído», bromea ella. «Yo me levanto –continúa- a las seis y Luis un poco antes de las nueve. Nos vamos a desayunar a Tazacorte –el pueblo donde está ubicado el puerto- y hacemos algunas compras», relata Margaretha. El agua dulce se ha convertido en un bien aún más preciado, «porque gastamos muchísima», interviene él. El resto del día se van apañando a base de bocadillos.
Cuando vuelven al puerto, después del desayuno, van a hacer la colada al edificio de Capitanía Marítima y se asean como pueden. «Eso es lo peor», confiesa ella. «Tengo la cabeza todo el día llena de arenilla y de ceniza, como si fueran piojos». ¿Cómo es verse así, a su edad, durmiendo en un viejo barco y con su casa amenazada por la lava? «Eso no se piensa. Seguramente lo evitamos para que no nos afecte psicológicamente. Si no, caeríamos en una depresión. Hay que afrontar las cosas como vienen y responder lo mejor posible», explica Luis, al que le delata el acento gallego.
Se conocieron cuando ella era una adolescente en un viaje a Holanda que una hermana de Luis le regaló al terminar los estudios de medicina. Se cruzaron en un parque, se miraron y hasta la fecha. Como ella era menor, tuvo que darle la dirección de una amiga para empezar a cartearse. Y como no entendía ni papa de lo que él le escribía, se compró con sus primeros ahorros un pequeño diccionario de español-holandés que aún conserva. A Luis la especialidad –cirujano digestivo- lo llevó por algunos hospitales del mundo: Utrecht (Holanda), Londres (Inglaterra), Düsseldorf (Alemania)… «Yo no quería vivir en España (en la Península) ni él en Holanda», aclara Margaretha. Y así acabaron en La Palma…
A tres pantalanes de distancia asoma Jacqueline Rehm (49 años) con una bolsa de la compra. Ella llegó con su pareja a la isla bonita en 2019. Alquilaron una casa en Todoque y se gastaron parte de sus ahorros en amueblarla a su gusto. Con lo que les quedó, compraron el Stella Maris, un velero de 7,6 metros de eslora y 2,5 de manga que repararon y renovaron las jarcias y el velamen.
Como Luis y Margaretha, ellos también se refugian del volcán en su barco. La noche del martes, cuando la lava tocó el mar, la Guardia Civil desalojó el puerto y estuvieron a punto de quedarse sin lo único que les queda. «Al rato, les pedimos volver al barco porque ya no tenemos casa. No sabemos cómo está, si la ha arrasado la lava o si sigue en pie. Nos preguntaron si teníamos otro alojamiento y les dijimos que no. Y menos mal que todavía nos quedaba el barco, porque el domingo por la mañana, cuando salió el volcán, queríamos venderlo». Ese día habían quedado con una chica francesa interesada en adquirirlo.
Jacqueline sintió la erupción al lado de su casa. «Fue como si un avión volara muy bajo». La policía los desalojó al rato y esa misma noche, la del 19, durmieron en el velero. Ella escucha música para silenciar las explosiones del Cumbre Vieja. «Nos llevamos lo que nos dio tiempo: las motos, los papeles, los móviles y los cargadores. El resto se quedó allí. Y hemos gastado un montón de dinero en los muebles». También están sus cuadros, porque Jaqueline tiene talento para la pintura y vende algunas obras. «Si la casa desaparece, ya no tenemos nada. Bueno, el barco», añade, mientras dibuja una mueca de sonrisa.
Jacqueline se ganaba la vida trabajando en alquiler de coches, aunque con la pandemia se quedó sin empleo, de ahí que planearan vender el Stella Maris. Su pareja tiene una pensión, «pero yo necesito trabajar», dice ella. No descarta volver a Alemania, pese a que La Palma era su sueño. «Nos gustaba mucho porque aquí no hay estrés, aunque después del volcán nada será igual».
«Es mejor no pensar en la situación en la que nos ha dejado el volcán. Lo evitamos para no caer en una depresión», dice Luis
Confiesa que su pareja pensaba que en ese barco no se podía vivir. «No tenemos mucho sitio dentro, pero se está bien. Hay dos literas, tenemos gas, un calentador de agua, hemos comprado una cafetera pequeñita y te puedes duchar aquí delante. ¿Qué más se necesita? Un español me enseñó el otro día que… cómo se dice… hay que apechugar con lo que viene». Y eso hace.
TITULO : Escala
humana - «Me duele el codo, mañana llueve» . , Miercoles - 29- Septiembre ,.
El Miercoles -29- Septiembre a las 21:00 por La 2, foto,.
«Me duele el codo, mañana llueve»,.
Los cambios de tiempo afectan a la salud de una de cada tres personas, capaces de predecir la llegada de una borrasca o un anticiclón porque les duele una antigua fractura o la rodilla,.
¿Cuántas veces le ha oído decir a su abuela que va a llover porque le duele la rodilla? ¿O escuchar a un compañero de trabajo quejarse de dolor de cabeza cada vez que sopla viento sur? Seguro que muchas. Pues debe saber que no es una forma de hablar ni una cosa de 'gente de pueblo'. Lo que les ocurre es que su organismo es más sensible que el del resto de personas a los cambios de tiempo (variaciones de temperatura, presión atmosférica, humedad...) y su cabeza, sus huesos o sus pulmones responden de diferente forma cuando entra un anticiclón o sube el nivel de oxígeno, por ejemplo. Es lo que técnicamente se conoce como personas con meteorosensibilidad o meteorosensibles. Y no son pocas. Se calcula que al menos uno de cada tres humanos son capaces de anticipar con precisión casi científica la llegada de un frente frío o una ola de calor antes incluso que el 'hombre del tiempo' solo porque les duele una antigua fractura o tienen molestias articulares o musculares.
Uno de los primeros especialistas españoles que se tomaron en serio el estudio de la relación entre los cambios meteorológicos y la salud (biometeorología médica) fue el neurólogo Javier López del Val, actual presidente del Comité de Mediación y Arbitraje de la Sociedad Española de Neurología (SEN). Fue durante su primer año de residencia en el Hospital Clínico de Zaragoza (1982) cuando empezó a interesarse por este fenómeno, con el que tuvo su primera toma de contacto gracias a su abuela Bárbara, capaz de predecir un cambio de tiempo cada vez que le dolía el codo. «Acertaba siempre», recuerda.
Ya en el hospital, le llamó la atención que había días en los que ingresaban diez o doce pacientes con ictus «sin ninguna razón aparente» y otras guardias en las que no entraba ninguno. «Entonces decidimos apuntar durante un año entero todos los datos relativos a la jornada en la que se producían más accidentes cerebrovasculares y también de la anterior, y los cruzamos con los de la máxima y la mínima presión atmosférica, temperatura y humedad, que nos proporcionaba el Servicio Meteorológico Provincial de Zaragoza. Enseguida encontramos una correlación entre cambios atmosféricos y una mayor incidencia de los ictus en el servicio de Urgencias», recuerda el neurólogo maño, que hizo su tesis doctoral sobre este tema.
El doctor López del Val insiste en que la relación entre los cambios meteorológicos y la salud de las personas meteorosensibles «no es una creencia de nuestros abuelos» sino que tiene una explicación científica. «Se sabe desde hace mucho tiempo que en la atmósfera existen una serie de iones positivos (los malos) y negativos (los buenos) que se desplazan con los vientos incluso más rápido que la velocidad de la luz. Pues bien, estas partículas que preceden la entrada de un nuevo frente penetran en todas partes, incluido nuestro organismo. Lo que ocurre es que hay personas más sensibles que otras a esos iones positivos (sferics), cuya presencia en su cuerpo se traduce en una serie de síntomas (dolor de cabeza, en las articulaciones...) que pasan absolutamente desapercibidos para la mayoría de la gente», precisa el neurólogo.
«El ejemplo más habitual es el de las olas de calor. Las personas especialmente vulnerables a los cambios meteorológicos y con patologías previas pueden experimentar un empeoramiento de su estado de salud. Es evidente que una subida brusca de las temperaturas prolongada en el tiempo nos afecta a todos, pero no lo hace a todos por igual. A unas determinadas personas las puede llevar al hospital», añade Pablo Fernández de Arróyabe, profesor de la Universidad de Cantabria, responsable del Geobiomet (Grupo de Biometeorología) y, entre otras muchas cosas, presidente electo de la Sociedad Internacional de Biometeorología.
Vientos de las brujas o la locura
En cualquier caso, el experto insiste en que no siempre se trata de una relación directa de causa (suben las temperaturas) efecto (empeoramiento de la salud), sino que influyen muchas variables. «Si los termómetros se ponen a bajo cero es probable que esos días aumenten los ingresos hospitalarios por fracturas. Lo que no quiere decir que la bajada de temperaturas cause traumatismos sino que al estar las calles heladas hay más riesgo de resbalarse y caerse. Lo que sí parece claro es que se dan ciertas situaciones atmosféricas que son más opresivas y que tienen un mayor impacto en la población en general y en las personas meteorosensibles en particular. De manera que cuando alguien dice que va a llover porque le duelen los huesos es así», precisa el experto.
Los estudiosos de la relación entre la meteorología y la salud apuntan al viento como uno de los fenómenos que más afectan a nuestra salud, sobre todo a las personalidades depresivas. Uno de los más activos en este sentido es el 'viento Foehn', una masa de aire cálido y seco conocido también como el viento de las brujas o de la locura. «Cuando este fenómeno se prolonga durante muchas horas, puede producir efectos nocivos en las personas meteorosensibles como insomnio o dolores de cabeza».
«Hay niños que tienen que ser medicados solo por cambiar de latitud»
Los cambios espaciales también afectan a nuestra salud, según explica el profesor Pablo Fernández de Arróyabe. «Cuando una persona nace en una zona tropical y se va a vivir a una latitud templada, como la nuestra, su cuerpo se resiente. Pensemos, por ejemplo, en un niño que ha nacido en un país del África Central, donde tanto él como sus padres han recibido muchas horas de radiación solar, y se va a vivir a Londres con su familia, una ciudad en la que el número de horas de luz es mucho menor. ¿Qué ocurre? Pues que todos estos cambios desencadenan una serie de problemas en su desarrollo. De hecho, hay niños que tiene que ser medicados simplemente por cambiar de latitud. Un exceso de radiación solar puede ser malo (cáncer de piel), pero lo contrario puede causar raquitismo».
No hay comentarios:
Publicar un comentario