Natalia de Molina una chica con estrella -
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Todavía no la reconoce mucha gente por la calle, pero la actriz Natalia de Molina (Linares, 1990), la protagonista de Vivir es fácil con los ojos ...-foto,.
El Goya a la mejor actriz revelación consagró
su talento y naturalidad. Humilde, dulce, torrencial... así es la chica
de Vivir es fácil con los ojos cerrados, la película que España envía a
los Oscar.
La novata dio la campanada con un gran papel dentro de un gran reparto en una gran película que todavía puede depararle grandes éxitos y este solo es el comienzo de un futuro prometedor que ya le ha llegado: pendientes de estreno tiene Cómo sobrevivir a una despedida, “una comedia gamberra sobre una despedida de soltera”, que se estrenará en enero de 2015 y donde interpreta a la protagonista; Pozoamargo, del director mexicano Enrique Rivero, “este es otro tipo de cine, muy poético, muy de autor, que se mueve por los circuitos de los festivales”; y Solo química, dirigida por Alfonso Albacete, un “moderno cuento de hadas” con un reparto coral compuesto, entre otros, por José Coronado, Ana Fernández, Alejo Sauras y María Esteve.
Además, Natalia acaba de terminar de rodar Bajo sospecha con Bambú Producciones (creadora de Velvet) para Antena 3, una serie que se emitirá en prime time. “Es un thriller policíaco”. Y actualmente está inmersa en el rodaje de Techo y comida.
Con tanto trabajo, lo que es evidente es que está lejos de haber sucumbido al temible “maleficio del Goya” (la creencia de que el actor que lo gana tarda mucho en volver a trabajar). “Mi sueño era rodar una película, y no solo lo he conseguido, sino que he hecho la película del año en España, ¡y ahora somos candidatos a los Oscar! No me quejaría si no estuviera trabajando, pero el caso es que no he parado. Y estoy feliz. ¿Qué más puedo pedir?”.
Mujerhoy. ¿Se imagina en la ceremonia de los Oscar?
Natalia de Molina. Eso sí que sería llegar y besar el santo de verdad. [Risas]. Sé que es difícil, pero soñar no cuesta nada. Así que fantaseo hasta con el traje que voy a llevar. Natalia de Molina (24 años) empezó probar suerte en los castings a los 16 y al principio no tuvo mucha: “Siempre me decían: “Nos gustas mucho pero no…”. De casting en casting, aprendió a disimular su acento, porque muchos directores prefieren actores que hablen lo que suele llamarse castellano neutro.
Cuando Natalia se presentó ante David Trueba, se trabajó el acento más que nunca para que no se le notara que era andaluza. “Me lo preparé superperfecto, pero no me cogieron a la primera. Me dejaron en stand by”, recuerda la actriz. Luego hubo una segunda oportunidad en la que el director le preguntó de dónde era: “De Granada”, confesó ella, y Trueba le pidió que volviera a hacer la prueba, pero con su auténtico acento. “Yo le decía: “¡Pero que lo sé hacer en castellano neutro!, de verdad”. Y luego descubrí que Belén, mi personaje, era andaluza”.
MH. ¿Siempre ha tenido suerte?
NM. Con esta película es evidente que la he tenido. También es cierto que llevaba mucho tiempo trabajando para encontrar una oportunidad, y conseguir que alguien confi ara en mí siendo una desconocida.
MH. Después de lo que pasó con la prueba de Vivir es fácil con los ojos cerrados, ¿cree en las segundas oportunidades?
NM. Sí, sí creo, en las segundas, en las terceras y en las cuartas oportunidades. [Risas] Sin ellas, y sin el éxito de la película y el Goya, este año no habría trabajado tanto.
MH. Ha sido inmune maleficio del Goya, al menos esta vez. ¿Tiene algún amuleto?
NM. Pues sí, estos pendientes que llevo. Son de mi madre y son los mismos que llevaba el personaje de Belén en la película. Me dejaron llevarlos y, desde entonces, si es posible, no me los quito. La verdad es que me han dado suerte.
MH. ¿Qué feeling tiene ahora con la selección para los Oscar?
NM. Es difícil, porque competimos con trabajos muy buenos. Por ejemplo, la película polaca Ida, de Pawel Pawlikowski, o la argentina Relatos salvajes, dirigida por Damian Szifron y producida por Pedro Almodóvar. Al fi nal solo van cinco y es difícil. La parte buena es que acabo de volver de presentar la película en San Francisco y ahora David está en Los Ángeles y la gente allí la ha recibido muy bien. Es una de las experiencias más bonitas que he vivido, cruzar el charco, yo que nunca había estado en Estados Unidos, presentar la película y ver cómo gente de un cultura tan diferente puede entender tan bien la historia. Allí la película está funcionando muy bien. En resumen, lo de los Oscar lo veo difícil, pero no imposible.
MH. ¿Qué tipo de carrera le gustaría hacer?
NM. A mí me gusta mucho el cine pero también el teatro. Mi actriz favorita es Gena Rowlands y, para mí, llegar a ser la mitad de la mitad de lo que fue ella ya sería sufi ciente.
MH. ¿Es cierto que lleva un dibujo de Marilyn Monroe tatuado?
NM. Sí, soy muy freak de Marilyn. Tengo mi casa llena de sus cosas. Realmente, la etapa que más me gusta de ella es la de Norma Jean. Todo lo que había detrás de la imagen construida era realmente una coraza, porque ella era una persona sensible e inteligente. De no haber sido así, no habría sufrido tanto. Fue muy infravalorada como actriz y muchos solo la vieron como un icono sexual. Y ella era mucho más que eso. El tatuaje lo tengo debajo del pecho izquierdo porque es fácil de tapar. En mi caso, los tatuajes son personales, no me los hago para que la gente los vea, sino para mí.
MH. En la película Techo y comida interpreta a un personaje duro, una madre soltera desahuciada. Es una realidad difícil, ¿cómo se ha preparado para este personaje?
NM. He podido conocer a varias personas en esa situación y he visto una infi nidad de documentales sobre el asunto. Además, cerca de mi casa hay un centro donde van a recoger la comida y me dedico a observar cada día a estas personas. Es un personaje que no entiende lo que le está pasando y su mayor miedo es que le quiten a su hijo. Es un drama. Es una película muy difícil, y el rodaje es duro a nivel personal.
MH. A propósito de este trago de realidad, ¿cree que los actores y actrices deben hacer públicas sus posturas y preferencias políticas?
NM. Creo que cada quien es libre de hacer lo que quiera. Los actores son ciudadanos y respeto tanto al que piensa que hay que estar totalmente fuera como al que quiere dar la cara e involucrarse. Yo, a veces, creo que defender una causa está bien, y otras veces creo que no hace falta decir muchas cosas que se dicen. Pero a la vez opino que en España hay demasiados problemas con eso. Si te fi jas, en países como Estados Unidos los actores van a las campañas de los políticos o dan comidas para recaudar fondos para un candidato u otro y no pasa nada. La gente no deja de ir a ver sus películas porque apoyen una opción política u otra. Los respetan como actores y como ciudadanos.
MH. ¿Es de pareja o está más a gusto soltera?
NM. Pues estoy soltera ahora mismo y llevo bastante tiempo así. La verdad es que estoy muy tranquila y bien. No me da miedo estar sola. Pero no estoy cerrada para nada y me gustaría conocer a alguien y enamorarme, porque creo que es muy bonito. Yo creo que el amor tiene que aparecer. Al menos, es siempre lo que me ha pasado, las cosas surgen, aparecen. Aunque, obviamente, tiene una que estar abierta para conseguir algo.
MH. ¿Dónde le gustaría verse de aquí a cinco años? ¿Qué cosas le gustaría que le hubiesen pasado?
NM. Para empezar, me gustaría haber ido a los Oscar. [Risas]. Y verme hablando inglés perfectamente. Sobre todo, me gustaría verme trabajando. ¿Y quién sabe? También sorprenderme un poco a mí misma y que suceda lo inesperado...
TÍTULO: SI TIENES MINUTOS Y DESCANSO- AMIGAS,.
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El otro día la vi por la calle. Iba deprisa. Ensimismada. Supongo que llegaba tarde a algún sitio. Sentí una sacudida de nostalgia. En el pasado, fue mi mejor amiga. De eso hace tantos años que me sorprendió el escozor que sentí al recordarlo. A ustedes también les habrá pasado. Seguro que han tenido algún amigo cuya amistad creían que sería para siempre y estaría por encima de cualquier vicisitud con la que pudiera sorprenderles la vida.
Pero de repente un día, por algo que sucede, esa amistad se deshace en añicos. El caso es que esta amiga (no diré el nombre), es periodista como yo e hicimos juntas un largo trecho del camino de la vida. Compartimos secretos, confi dencias, risas, sueños, amigos. Nos consolábamos si alguna tenía un traspiés sentimental y, como éramos jóvenes, tuvimos unos cuantos. Así que, en muchas ocasiones, nos sorprendió la madrugada divagando y secándonos las lagrimas, porque menganito no hacía caso a una o porque algún tonto había plantado a la otra.
Sí, compartimos lágrimas pero también muchas risas. Y aquellos viajes locos a cualquier rincón del mundo que disfrutábamos en compañía de buenos amigos. Fueron muchos años de amistad. Ambas sabíamos que la otra siempre sería un puerto en el que refugiarse si venían mal dadas. Hasta que un día sucedió algo que me provocó una quiebra de confi anza de la que nunca me pude recuperar. Algo que sentí como una traición a los muchos años de amistad compartida.
Nos dejamos de hablar una temporada; después, poco a poco, volvimos a hacerlo, pero el desencuentro era demasiado profundo y nunca recuperamos la amistad tal y como la habíamos vivido. Incluso se rompió el grupo de amigos del que ambas formábamos parte. Así que, poco a poco, nos dejamos de ver; nos sacamos, la una a la otra, de nuestras respectivas vidas.
Aún así, en ocasiones añoro aquella amistad que nos unió. Dirán ustedes que por qué no hemos sido capaces de deshacer los malos entendidos, de hablar sinceramente. Pero hay cosas que, cuando se rompen, son irreparables; como una porcelana hecha pedazos, en la que las cicatrices quedan para siempre. Yo nunca miro atrás; el pasado, pasado está y lo vivido, como dice un amigo, es leche derramada. Así que no suelo pensar en esta amiga, como en otras personas que he conocido y que, como ya no forman parte de mi vida, he borrado. Pero el otro día, al verla con su aire de miope despistada, no pude dejar de esbozar una sonrisa y pensé que la había echado de menos todos estos años.
Presumo de tener buenas amigas. Con cada una la relación es diferente, pero me produce confort saber que están ahí. Siempre lo digo: sin mis amigos, no soy nada. Por eso, y sin que sirva de precedente, me he permitido este momento de nostalgia sobre una amiga con la que ya no tengo nada que decirme, por más que compartiéramos tantas palabras, tantas risas, tantas lágrimas. ¡Uf, creo que me he puesto demasiado sentimental!
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