Residencia de Señoritas, cantera de pioneras,.
La Residencia de Estudiantes abre el día 1
una muestra sobre la versión femenina de una institución que revolucionó
la Educación en España, foto.
Les acusaron de subversivos,
de anarquistas e incluso de no ajustarse a la realidad de España.
Ocurre a menudo que lo que rompe con lo establecido genera dudas entre
los conservadores; y eso fue justo lo que sucedió primero con la
Residencia de Estudiantes y más tarde con la Residencia de Señoritas, la
«versión femenina» de una institución que revolucionó la Educación en
España por sus métodos, su exigencia y el enorme talento que acumuló en
sus aulas.
La Residencia de Señoritas nació casi como consecuencia de una mudanza. La antigua Residencia de Estudiantes de la calle Fortuny (a la que solo acudían hombres) se estaba quedando pequeña y empezaron a construir otra en su emplazamiento actual, la calle del Pinar. Corría el año 1913 y decidieron destinar los edificios antiguos para crear una residencia de mujeres a imagen y semejanza de aquella en la que estudiaron García Lorca, Salvador Dalí o Luis Buñuel. Esta institución, que abrió sus puertas hace ahora un siglo, recibe el homenaje de la Residencia de Estudiantes con una exposición, organizada junto con Acción Cultura Española (AC/E), que reunirá fotos y documentos inéditos de una generación de mujeres que buscó la igualdad de género a través de la enseñanza.
«Tenemos todas las plazas cubiertas y nos sobran peticiones», aseguraba por carta el presidente de la Residencia de Estudiantes en 1915, poco antes de empezar el curso. «Dentro de dos años podremos hacer lo que queramos. Aquí en Málaga, donde era mirada la Residencia como una institución casi anarquista, está ya considerada como cosa tan pública, beneficiosa y oficial, que no podré atender este año las peticiones que recibo [...]. Creo que no debe usted apurarse lo más mínimo por lo de las señoritas: eso llevará el mismo camino».
Con esa determinación nació la Residencia de Señoritas, que pretendía la igualdad educativa y profesional entre hombres y mujeres. Un objetivo que todavía hoy no se ha cumplido pero que entonces era el motor de un internado donde todo giraba en torno a la educación. «Las alumnas tenían que entregar una especie de horario en el que detallaban cómo habían repartido su tiempo a lo largo del día», explica Almudena de la Cueva, comisaria de la exposición. Por las tardes hacían una reunión de todas las residentes (alumnas y profesoras) y las salidas nocturnas debían estar justificadas. De acuerdo con los usos de la época, ellas tenían un horario más rígido que el de los chicos, pero también iban a conciertos o a esquiar a la sierra.
Un día, un ministro visitó la Residencia de Estudiantes y al ver los métodos tan avanzados que utilizaban le dijo a Alberto Jiménez Fraud, presidente de la institución: «¿Pero usted cree que esto es España?». Jiménez respondió: «No, pero lo será». A pesar de su exigencia, la Residencia de Señoritas no era una Universidad privada, sino el lugar donde muchas estudiantes universitarias (la minoría) y no universitarias (la mayoría) encontraban las herramientas y el ambiente de estudio adecuados para completar su formación.
En este sentido jugó un papel fundamental el International Institute for Girls in Spain, una institución norteamericana con sede en Madrid que aportó medios materiales, métodos de enseñanza y hasta profesores. Además, por mediación de este Instituto Internacional se alcanzaron varios acuerdos con colleges femeninos norteamericanos para conceder becas de intercambio supervisadas por María Goyri y Zenobia Camprubí.
Ellas tuvieron como profesoras a María Goyri, María Zambrano, Victorina Durán o Maruja Mallo, cuyos cuadros ocupan un lugar destacado dentro de la exposición. A lo largo del curso también colaboraban otras mujeres brillantes del siglo XX como Gabriela Mistral, Victoria Ocampo, María Martínez Sierra, Clara Campoamor o Concha Méndez.
La institución no dejó de crecer y llegó al año 1936 con casi un 50 por ciento de estudiantes universitarias bajo su techo, una cantidad ingente para la época. Sin embargo, la Guerra Civil se llevó por delante muchas de las aspiraciones de estas alumnas y el proyecto de la Residencia de Señoritas se agotó en torno al año 1940, cuando muchos de sus edificios pasaron a manos de otras instituciones de la dictadura. ¿Tuvo tiempo la Residencia de cumplir sus objetivos? «Yo creo que sí porque ese cambio se transmitió de algún modo a las siguientes generaciones –opina la comisaria de la muestra–. Se vio que en un momento dado fue posible y cuando hubo ocasión de recuperar el terreno perdido ahí estaba el precedente de la Residencia».
TÍTULO: ¡ QUE TIEMPO TAN FELIZ ! AMAZON Y LA CIUDAD FELIZ ,.
La Residencia de Señoritas nació casi como consecuencia de una mudanza. La antigua Residencia de Estudiantes de la calle Fortuny (a la que solo acudían hombres) se estaba quedando pequeña y empezaron a construir otra en su emplazamiento actual, la calle del Pinar. Corría el año 1913 y decidieron destinar los edificios antiguos para crear una residencia de mujeres a imagen y semejanza de aquella en la que estudiaron García Lorca, Salvador Dalí o Luis Buñuel. Esta institución, que abrió sus puertas hace ahora un siglo, recibe el homenaje de la Residencia de Estudiantes con una exposición, organizada junto con Acción Cultura Española (AC/E), que reunirá fotos y documentos inéditos de una generación de mujeres que buscó la igualdad de género a través de la enseñanza.
«Tenemos todas las plazas cubiertas y nos sobran peticiones», aseguraba por carta el presidente de la Residencia de Estudiantes en 1915, poco antes de empezar el curso. «Dentro de dos años podremos hacer lo que queramos. Aquí en Málaga, donde era mirada la Residencia como una institución casi anarquista, está ya considerada como cosa tan pública, beneficiosa y oficial, que no podré atender este año las peticiones que recibo [...]. Creo que no debe usted apurarse lo más mínimo por lo de las señoritas: eso llevará el mismo camino».
Con esa determinación nació la Residencia de Señoritas, que pretendía la igualdad educativa y profesional entre hombres y mujeres. Un objetivo que todavía hoy no se ha cumplido pero que entonces era el motor de un internado donde todo giraba en torno a la educación. «Las alumnas tenían que entregar una especie de horario en el que detallaban cómo habían repartido su tiempo a lo largo del día», explica Almudena de la Cueva, comisaria de la exposición. Por las tardes hacían una reunión de todas las residentes (alumnas y profesoras) y las salidas nocturnas debían estar justificadas. De acuerdo con los usos de la época, ellas tenían un horario más rígido que el de los chicos, pero también iban a conciertos o a esquiar a la sierra.
Intercambio de ideas
«La Residencia era una institución novedosa que quería implantar un tipo de educación que en ese momento no se daba en España. Incluían la educación física, los viajes, la práctica en laboratorio...», detalla De la Cueva. «Era una formación que fomentaba el diálogo y el intercambio de ideas. Que no todo fuera escuchar al maestro sin tener un punto de vista crítico. Esa evolución hizo que en muchos sectores fuera recibida de forma regular».Un día, un ministro visitó la Residencia de Estudiantes y al ver los métodos tan avanzados que utilizaban le dijo a Alberto Jiménez Fraud, presidente de la institución: «¿Pero usted cree que esto es España?». Jiménez respondió: «No, pero lo será». A pesar de su exigencia, la Residencia de Señoritas no era una Universidad privada, sino el lugar donde muchas estudiantes universitarias (la minoría) y no universitarias (la mayoría) encontraban las herramientas y el ambiente de estudio adecuados para completar su formación.
En este sentido jugó un papel fundamental el International Institute for Girls in Spain, una institución norteamericana con sede en Madrid que aportó medios materiales, métodos de enseñanza y hasta profesores. Además, por mediación de este Instituto Internacional se alcanzaron varios acuerdos con colleges femeninos norteamericanos para conceder becas de intercambio supervisadas por María Goyri y Zenobia Camprubí.
Alumnas ilustres
La iniciativa fue cuajando y bajo la dirección de María de Maeztu la Residencia de Señoritas pasó de tener espacio para treinta estudiantes a contar con una docena edificios con capacidad para casi 300. Por sus aulas, repartidas entre las calles Fortuny, Miguel Ángel y Rafael Calvo, pasaron Victoria Kent (abogada y política), Matilde Huici (abogada), Delhy Tejero (pintora) o Josefina Carabias (abogada, escritora y periodista), mujeres que entendieron que el camino más corto y duradero a la libertad estaba en los libros y la educación.Ellas tuvieron como profesoras a María Goyri, María Zambrano, Victorina Durán o Maruja Mallo, cuyos cuadros ocupan un lugar destacado dentro de la exposición. A lo largo del curso también colaboraban otras mujeres brillantes del siglo XX como Gabriela Mistral, Victoria Ocampo, María Martínez Sierra, Clara Campoamor o Concha Méndez.
La institución no dejó de crecer y llegó al año 1936 con casi un 50 por ciento de estudiantes universitarias bajo su techo, una cantidad ingente para la época. Sin embargo, la Guerra Civil se llevó por delante muchas de las aspiraciones de estas alumnas y el proyecto de la Residencia de Señoritas se agotó en torno al año 1940, cuando muchos de sus edificios pasaron a manos de otras instituciones de la dictadura. ¿Tuvo tiempo la Residencia de cumplir sus objetivos? «Yo creo que sí porque ese cambio se transmitió de algún modo a las siguientes generaciones –opina la comisaria de la muestra–. Se vio que en un momento dado fue posible y cuando hubo ocasión de recuperar el terreno perdido ahí estaba el precedente de la Residencia».
TÍTULO: ¡ QUE TIEMPO TAN FELIZ ! AMAZON Y LA CIUDAD FELIZ ,.
Amazon y la ciudad feliz -foto.
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Cáceres lidera la compra de luces navideñas a la compañía de Seattle,.
Amazon no conoce bien Cáceres. Analiza los datos referentes a la ciudad como si fueran los de Lyon o Guadalajara. Y no, Cáceres es diferente... Cáceres es feliz. Un informe de la compañía del controvertido Jeff Bezos (Albuquerque, Nuevo México, 1964), persona del año según la revista Time y peor jefe del año según la Confederación Internacional de Sindicatos... Un informe de Amazon, digo, asegura que Cáceres se encuentra entre las provincias donde más brillará la Navidad este año. ¿Por qué saben esto en Seattle, sede de Amazon? Pues pura estadística: es en Cáceres donde más luces navideñas per cápita se han comprado en 2015.
Además, informan desde Amazon, esta Navidad, en los hogares cacereños, al igual que en los del resto del país, hay un nuevo 'brote verde': según las compras de pinos artificiales realizadas en Amazon, los árboles de las familias españolas medirán este año 9 centímetros más: 167 centímetros en 2015 frente a los 158 de media de los comprados el año pasado.
Es verdad que las luces navideñas hacen mucho. Tanto que este año, los comerciantes de diferentes calles cacereñas, hartos de llorar para que les pusieran luces municipales, las han contratado ellos mismos y da gusto salir a las calles y caminar bajo un techo iluminado la mar de lujoso.
Pero Cáceres no es feliz por la Navidad, ni por las luces ni tan siquiera por Amazon. Cáceres es feliz porque sí, porque lo lleva en su marca genética. Y lo de echarse a la calle por cualquier pretexto, con luces o sin ellas, es algo que ya anotaron en sus diarios los forasteros que pasaron por la ciudad hace cien años o más.
Míster Luffman, un viajero inglés que estuvo en Cáceres en 1910, reflejó en su diario de viaje la sorpresa que le produjo ver a los nativos disfrutando en la calle: «La multitud que llena la plaza y la calle principal por la tarde y hasta bien avanzada la noche es tan encantadora en todos los sentidos que merece la pena peregrinar para verla». Un siglo después, miles de jóvenes peregrinaban a Cáceres para descubrir la multitud que seguía llenando la plaza para hacer botellón y hoy, esa multitud sigue llenando la plaza Mayor y la calle principal, que en 1910 era Pintores y en 2015 se ha extendido hasta la Cruz de los Caídos.
El propio Luffmann, cuyo nombre completo era G. Bogue Luffmann, dejaba claro hace 115 años que los cacereños no necesitaban de Amazon ni de ninguna otra compañía distribuidora para ser felices. Así, escribía: «En Cáceres no hay señal de comercio, nadie parece desear nada. Como comunidad es autosuficiente y (...) posee el encanto de la tranquilidad nacida de una indiferencia genuina a las preocupaciones del exterior».
Aunque la señal definitiva de que Cáceres es una ciudad inasequible a las crisis y feliz porque sí la dio un cronista portugués en plena Guerra Civil. Se llamaba José Augusto y publicó el 4 de septiembre de 1936 una crónica en el lisboeta Diario de Noticias que no tiene desperdicio. El corresponsal de guerra describe cómo Cáceres, sede del Estado Mayor de Franco, se divierte mientras el resto de España sufre en los frentes de batalla y seis vecinos de Almoharín y cuatro de Cáceres son condenados a muerte.
«En la plaza principal, dominada por la mole del Ayuntamiento (...), la animación excede todo lo que se pueda pensar. Sobre los arcos, un jazz martillea música todo el santo día. De vez en cuando, toca una marcha patriótica (especialmente el himno de la Falange). Inmediatamente, en la esquina se aglomeran centenas de personas que acompañan la música. Al final, los vivas a España se suceden. Hay entusiasmo y calor en estos saludos a la Patria. Después, pasado un momento, el jazz se mezcla con un fox y todos vuelven a sus conversaciones. Así vive Cáceres estos días de lucha. Cáceres es una ciudad feliz», escribe el cronista luso 79 años antes del dictamen de Amazon. ¿Si Cáceres era feliz en plena guerra, cómo no lo va a ser en Navidad?,.
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