El Problema con los Teléfonos Móviles, foto
Los
teléfonos móviles se han convertido en una herramienta de comunicación
omnipresente y básica — hoy son usados no solamente para hacer llamadas,
sino también para acceder a la Internet y enviar mensajes de textos y
documentos al mundo.
Desafortunadamente, los
teléfonos móviles no fueron diseñados para la privacidad y seguridad. No
solamente hacen un pobre trabajo para proteger tus comunicaciones,
ellos también te exponen a un nuevo tipo de riesgo
en la vigilancia, especialmente en el rastreo de localización. La
mayoría de los teléfonos móviles le dan al usuario mucho menos control
de lo que podría una computadora de escritorio personal o una laptop; es
más difícil reinstalar el sistema operativo, más difícil de investigar
los ataques maliciosos del malware, difícil de remover o reemplazar
paquetes indeseables de software, y difícil de prevenir que personas,
como el operador del servicio móvil, vigilen tu uso del dispositivo. Es
más, el fabricante del dispositivo puede declarar que es obsoleto y
parar de proveerte con software que actualizado, incluyendo componentes
de seguridad; si esto pasa, tú no tienes ningún lugar donde ir para
conseguir estos componentes.
Algunos de estos
problemas se pueden resolver usando un software de privacidad de
terceras persona, pero algunos de ellos no pueden resolverse. Aquí,
nosotros le vamos a describir algunas de las maneras en que un teléfono
puede ayudar a la vigilancia, y resquebrajar la privacidad del usuario, etc.
TÍTULO: EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - EN TU ENVIDIA O EN LA MIA,.
Es cuestión de tiempo que podamos entenderlo todos, hasta
los más reticentes, los que desconfían de los estudios científicos y
creen que un misterioso enjambre de intereses guía las predicciones de
los expertos: el mundo, el planeta, no puede continuar con su deriva
actual si quiere garantizar mínimamente la vida de millones de sus
pobladores. Reconozco que soy poco amigo del catastrofismo ecologista:
en el aparatoso mundo del ecologismo militante abundan tipos de
intolerancia manifiesta y de exageración interesada, gente que considera
preferente el derecho de algunos animales (si es que los tienen, que
creo que no, ya que no tienen deberes) a los del hombre, o el de algunos
modelos territoriales a los del progreso más elemental. Pero esta vez
no se trata de un calentón iracundo de unos cuantos progres ociosos.
Esta vez va en serio. La Tierra no puede continuar con la emisión de
gases de efecto invernadero, que es eso que nos permite vivir en la
superficie de la misma, pero que debe guardar determinados equilibrios
si se quiere que sigamos existiendo como hasta ahora. Parece mentira que
sólo un par de grados de media pueda desequilibrar el planeta, pero
científicos de diversa índole y categoría así lo certifican: si seguimos
utilizando combustibles fósiles, léase petróleo y otros, las emisiones
de CO2 harán más complicada la vida allá por los finales de este siglo.
Usted y yo no estaremos, salvo sorpresas biológicas, pero sí nuestros
nietos o bisnietos, y el panorama que se encontrarán puede llegar a ser
catastrófico. Asómese a cualquier informe de los muchos publicados: una
subida de un par de grados más de media en la temperatura global de la
Tierra aboca indefectiblemente a esta bola que habitamos a auténticas
catástrofes de difícil conllevancia. Se deshacen los polos, aumenta el
nivel del mar, llega el agua hasta Córdoba, cambia la pluviometría, se
desertifican territorios completos, no se puede alimentar a los más de
dos mil millones extras que van a nacer de aquí a mediados de siglo...
Hay que 'descarbonizar' el mundo, en pocas palabras. Pero eso no es tan
sencillo, más aún cuando no nos afecta en toda su gravedad a la
generación que tomamos ahora mismo las decisiones. Hay que cambiar
modelos energéticos y hacer posible un futuro mágico que ahora sólo cabe
en las películas de ciencia ficción. Esa misión política parece
imposible, pero... Si hoy nos echáramos a dormir y despertásemos dentro
de cien años, a buen seguro nos encontraríamos un mundo tecnológicamente
desconocido para nosotros, ya que el progreso es geométrico, no
aritmético: con unas horas de sol se podrá calentar un dispositivo que
traducirá esa energía en electricidad para una ciudad, casas y coches
incluidos. Con el viento de cualquier otero se alimentará
automáticamente una provincia. Pero hasta llegar ahí hacen falta
millones de horas de investigación y desarrollo. El petróleo será
historia, sí, pero el camino habrá sido endemoniadamente complicado:
muchos países en vías de desarrollo habrán necesitado durante este
tiempo acceso a una energía rápida que les permita alcanzar la vida
media de las sociedades más desarrolladas, y si no pueden acceder a
ellas, los países punteros deberán ayudarlos. Con dinero, claro; no con
buenas palabras. Y ese dinero es Mucho Dinero. De eso se ha hablado
estos días en París, en la Cumbre del Clima que sucede a otras como
Copenhage o Kioto, donde todo fueron buenas palabras pero pocos hechos.
Las alarmas que han sonado en este momento obligan a los países más
industrializados (encabezados por Estados Unidos y China) a compromisos
vinculantes de ejercicio sacrificado. Pueden no hacerlo, pero su
responsabilidad en los desequilibrios planetarios será descomunal.
Cambiar los combustibles fósiles por lo que conocemos como 'energías renovables' cambia literalmente el mundo en diversos órdenes. Incluidos los geoestratégicos. En nada se parecerá el globo terráqueo a lo que es hoy cuando ese paso sea dado, tras un par de generaciones al menos. No sé si lo veremos los que hoy debatimos en torno a este asunto, pero reconozcamos que supone una expectativa de futuro apetecible. Ya que no es políticamente correcto hablar de energía nuclear, la más efectiva hasta ahora, crucemos los dedos y deseemos que los investigadores y científicos den con la tecla cuanto antes, mejor.
Cambiar los combustibles fósiles por lo que conocemos como 'energías renovables' cambia literalmente el mundo en diversos órdenes. Incluidos los geoestratégicos. En nada se parecerá el globo terráqueo a lo que es hoy cuando ese paso sea dado, tras un par de generaciones al menos. No sé si lo veremos los que hoy debatimos en torno a este asunto, pero reconozcamos que supone una expectativa de futuro apetecible. Ya que no es políticamente correcto hablar de energía nuclear, la más efectiva hasta ahora, crucemos los dedos y deseemos que los investigadores y científicos den con la tecla cuanto antes, mejor.
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