Comando Actualidad es un programa de Televisión Española que cada semana muestra un tema de actualidad, a través de las miradas de cuatro reporteros callejeros, las cuales se complementan para mostrar la totalidad del tema, por La 1 a las 21:45, los miercoles, foto.
EL GARBANZO MAGICO,.
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En Valencia del Ventoso dicen cosechar legumbres prodigiosas,.
Los mejores garbanzos del mundo son extremeños y ya tenían fama hace más de un siglo. Los mejores garbanzos del mundo son de Valencia del Ventoso y doy fe de su calidad porque me compré varias garrafas de cuatro kilos, se los he regalado a medio Cáceres y todos los días recibo parabienes y agradecimientos por tan sutil regalo. Y no es pitorreo, que ya sé que una garrafa con cuatro kilos de lo que sea es de todo menos sutil pero... ¿Y el garbanzo que contiene? ¡Ay el garbanzo! Grande, de piel lisa, harinoso, absorbente hasta el punto de que masticas y no comes una legumbre, comes todo lo que se coció con ella.
En 1910, el Diario de Huelva ya anunciaba dónde se encontraba el mejor garbanzo. En su edición del 3 de agosto, un avispado comerciante extremeño proclamaba su riquísima mercancía: «Miguel Macías Perulero. Valencia del Ventoso (BA). Exportador de cereales y legumbres y del legítimo garbanzo fino de Extremadura». Un lujo de legumbre que se vendía al nada módico precio de una peseta el kilo.
Cuentan las crónicas que los garbanzos de Valencia del Ventoso triunfaron cuando en el siglo XIX subió mucho el precio del pan y del trigo, por lo que se convirtieron en un alimento base. Y parece ser que a los viajeros que hacían la ruta de Badajoz y Mérida a Sevilla y Huelva por ferrocarril, les encantaba detenerse en la estación de Zafra y comer garbanzos de Valencia del Ventoso en colmados famosos como el popular Turrafa.
Pero la leyenda no empieza ahí, que viene de muy atrás. Estos garbanzos valencianos se los enviaban directamente al rey Carlos III y, el mito definitivo: Luis XIV, el Rey Sol de Francia, se llevó a Versalles a un cocinero de Valencia del Ventoso, que, a su vez, cargó con varias arrobas de garbanzos de su pueblo. Cuando los probó el monarca, dijo que, ¡por sus soles!, en las cocinas de Versalles no volverían a entrar otros garbanzos que no fueran los de aquel mágico pueblo extremeño.
Porque los garbanzos de Valencia del Ventoso, además de ser los mejores del mundo, se comercializan como mágicos, ya sea a granel ya sea en garrafas de plástico, como las de agua, conteniendo lotes de cuatro kilos. Es un producto de pura proximidad: no se comercializan a gran escala y lo mejor para conseguirlos es ir a por ellos al mismo Valencia y de paso te comes un cocido en el hotel Fuente Nueva.
Eso es lo que hicimos hace un par de semanas. Así que, decididos a comer los mismos manjares que el Rey Sol, aparecimos por Valencia una mañana de sábado y no hizo falta preguntar demasiado por los famosos garbanzos mágicos: los anuncian en algunos comercios y los venden en los supermercados del pueblo. Servidor se hizo con ellos en el Spar: a 1.50 euros el kilo, en garrafa y a 1.25, a granel.
Son garbanzos de secano, no se riegan. Se sembraban, y en algunos casos aún se siembran, con el costal al hombro y arrojando la semilla, entre mediados de febrero y principios de marzo, arrancándose a finales de julio. Entonces se llevan a la era, se trillan, se criban y se ventean para limpiarlos. Casi siempre a mano, pura artesanía garbancera.
En Valencia, cultivan unas mil hectáreas, cosechan alrededor de millón y medio de kilos y pelean por conseguir la Denominación de Origen. Gran parte de la producción la vende directamente el agricultor. Yo me traje unos kilos y ahora presumo de comer lo mismo que Carlos III y que Luis XIV, es decir, la mejor legumbre del mundo, el garbanzo mágico de Valencia del Ventoso. ¿Y por qué son mágicos? ¡Ah! Nadie ha sabido explicármelo. Hay que probarlos.
TÍTULO: MUERE ELENA ASINS, PIONERA DEL ARTE CONCEPTUAL EN ESPAÑA,.
"España no es una madre, es una madrastra,. - Después de recorrer un largo periplo por París, Stuttgart y Nueva
York, donde pasó largos años aprendiendo y trabajando, la artista Elena Asins se refugió, casi aislada, en un caserío en Azpirotz (Navarra) donde falleció la tarde del pasado lunes a la edad de 75 años.
Comenzó su carrera en Madrid, ciudad en la que nació en 1940, participando con unas obras geométricas muy radicales en la importante exposición Arte objetivo (1967), con la que se dio a conocer la abstracción de raíz constructiva y geométrica en España. En 1969, participó activamente en el Seminario de Análisis y Generación Automática de Formas Plásticas, del Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid. Desde los años sesenta se decantó decididamente por el arte concreto, prestando un particular interés por la lógica formal y la geometría. En 1979, revalidó su radicalismo con una exposición individual en la Biblioteca Nacional de Madrid, donde mostró obras que seguían pautas musicales, delineadas con sutiles trazos negros sobre inmensas superficies de papel blanco.
Aquellas obras, que aún permanecen en el recuerdo de los que tuvimos ocasión de verlas, fueron el comienzo de una intensa carrera que culminó con dos grandes premios, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (2006) y el Premio Nacional de Artes Plásticas (2011), y una monumental exposición antológica en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (2011).
Desde los orígenes, influida por la figura de Jorge Oteiza, realizó una pintura extremada que huye de los engaños de la figuración, del gestualismo y del cromatismo, desterrando lo superfluo, apoyándose en la lógica formal y en el álgebra, para situarse en los bordes de la poesía y la música. Sus obras suelen ser estructuras de apariencia simple que luchan con la simetría y persiguen las leyes de una armonía fugitiva.
Interesada por la aplicación de los ordenadores a la creación artística, su obra se apartó de las prácticas convencionales de la pintura, afianzándose en lo concreto, que para ella estaba unido a la lógica formal (Wittgenstein) y a la combinatoria de las matemáticas como generadoras de otra realidad constituida por líneas y superficies despojadas de cualquier simbolismo.
En su obra se sirvió de un lenguaje esquemático y utilizó reducidos elementos que desarrolló a través de estructuras repetitivas. La geometría de Elena Asins sobrepasa sus propias reglas generativas para ofrecer una visión que es a la vez cosmogónica y profundamente personal.
En los últimos años de la década de los sesenta realizó también varios poemas concretos utilizando la tradicional máquina de escribir, que desgraciadamente han desaparecido. El único que se ha salvado es Cantos de Orfeo, compuesto a finales de esa década y editado recientemente.
Abierta polemista
Aunque su trabajo se inició dentro de las prácticas de la pintura, su obra se ha manifestado de muy diferentes maneras: como esculturas (los Canons 22 del malecón de Zarautz), como dibujos, como poemas visuales, como infografías animadas y, muy particularmente, como piezas inmateriales, lo que confirma el carácter conceptual de su trabajo que ha sido pionero del género desde finales de los años sesenta, siendo hoy considerada como una de las representantes más genuinas del conceptualismo español.
Su pensamiento, analítico y riguroso, le condujo a realizar obras de serena elegancia pero de tensión sostenida, lo que se traduce, a veces, en una cierta inquietud. Abierta polemista, no eludió ofrecer explicaciones sobre su trabajo, ejerciendo como conferenciante y ensayista. Su taller de creación de arte actual, impartido en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, estuvo dedicado a generar formas plásticas con ordenadores y fue también pionero en su género. Sus últimos trabajos se desarrollaron en el campo de las infografías animadas, mostrando secuencias de líneas y formas geométricas que se desarrollan serenamente ante los ojos del espectador.
Tras una titánica entrega al trabajo, con continuas renuncias cotidianas, su cuerpo agotado se ha ido consumiendo por el esfuerzo hasta que su vida se ha apagado definitivamente. Su obra, de una sostenida contundencia, permanecerá entre nosotros.
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