TITULO: El paisano - Viernes -21- Mayo - El rey de la sapateira proyecta un hotel en Elvas ,.
Viernes -21- Mayo a las 22:10 horas en La 1 , foto,.
El paisano - El rey de la sapateira proyecta un hotel en Elvas ,.
El rey de la sapateira proyecta un hotel en Elvas,.
El Cristo. El hijo del fundador ha extendido el negocio con otras dos marisquerías en Vilamoura, y Troya, donde también tiene una pizzería,.
Los conductores que entren por Elvas desde la autopista de Lisboa se toparán, dentro de unos dos o tres años, con el Resort Natura. Con 40 habitaciones, seis suites y spa es el nuevo proyecto de Miguel Mendao, el propietario de la popular marisquería El Cristo.
Convencido de que el cambio será espectacular para la red y que la transformación a la que se ha sometido al parador será un éxito. Óscar López, presidente de Paradores, nos recibe en uno de los nuevos salones de San Marcos, pero no en un salón cualquiera: se trata de la habitación principal, aquella reservada para Franco y su esposa con el balcón principal. Rodeado de obras de José Caballero, con una mesa que aún huele al hostal de antaño, y su reflejo marcado sobre el centro de mesa, no abandona su pin de la Agenda 2030 ni su talante para tomar asiento y abrirse sobre sus impresiones. Se reconoce emocionado tras haber visto con el director un reportaje del cierre de puertas, un lejano 15 de diciembre de 2017.
Tres años después y tras 15 millones de inversión, la compañía lograba reflotar uno de sus emblemas tras ejecutar una obra integral que requería este hostal.
-Lo primero, estamos ahora mismo en un lugar que ha permanecido cerrado tres años, ¿ha merecido la pena la espera?
León siempre ha sido un excelente producto, pero todos sabemos, y ahí estaba el precio medio, que era un parador viejito. La parte de atrás no correspondía a la calidad que se espera de un hostal como este, y la prueba era el precio medio, que era la mitad que en Santiago, no hay más preguntas. Este parador requería esta inversión y significará que haya mucho cliente internacional y va a ser un éxito de primera linea.
-¿Qué parte es la que más le gusta al presidente?
El nuevo claustro, por decirlo así, configurado en torno a Lucio Muñoz, es lo que mas va a impactar. El Parador de León tiene un valor patrimonial e histórico innegable y se ha preservado todo. El claustro es imbatible y todo lo histórico también. De lo nuevo, lo que más aporta es: en primer lugar, la calidad de las habitaciones, lo puramente hotelero. Espacios, como este que ahora son para disfrute del publico. Haber musealizado el parador, que no tiene nada que ver. Tener cuadros repartidos sin ton ni son o tener una colección pictórica con un sentido, bien iluminado y tratado por zonas; y es un museo. Y luego esa cafetería que la gente va a alucinar. Entre otras cosas porque en la reforma anterior se bajó el techo y estaba Lucio Muñoz a tres metros de nuestras cabezas y de gente fumando puros; hoy está nuevo, limpio, restaurado y a una altura impresionante y con luz natural.
-¿Ha podido pasar la primera noche aquí?
No, no. Nos hemos ido al Parador de Villafranca, también espectacular. La inauguración queda para los huéspedes.
-¿Es San Marcos la niña mimada de Paradores?
Paradores en los últimos años ha cambiado muchísimo y han entrado paradores en valor que le impresionan a la gente, como Muxía o Cádiz, nuevos y modernos, todo de cristal, porque la gente espera un castillo o palacio y esas dos armas tienen que funcionar en paradores: tiene que haber paradores que facturen mucho para sostener a otros más humildes, esa es filosofía de la red. Si hablamos de un parador, en el sentido más puro de la palabra, son Santiago y León. Son los dos buques de la compañía en el sentido tradicional: Cádiz o Alcalá facturan más, pero son más modernos. En el estilo puro y clásico, el parador de Santiago y León.
-A esa, llamémosle, niña mimada, le falta un hermanito, ¿qué sabemos de la segunda fase de San Marcos? ¿Se puede adelantar algún plazo?
Puedo garantizar que Paradores tiene una linea presupuestaria para el año que viene para un proyecto de ejecución. Ese proyecto de ejecución tiene que ser compatible, condición 'sine qua non', con no tener que volver a cerrar la Fase I. No estoy dispuesto a cerrar otros tres años para la segunda fase, no tendría sentido. Tendremos que hacer un proyecto compatible con que siga funcionando la Fase I. Más allá de saber que el año que viene tiene que haber un proyecto, tengo la suficiente edad como par ano comprometer un plazo porque sé lo que son las obras. Ni hemos parado de trabajar en la segunda fase ni vamos a parar. Nos comprometimos a abrir esta fase y el compromiso de la segunda está ahí. Este parador estaba previsto en dos años y ha tardado tres, ¿y es culpa de paradores? No. Hemos seguido pagando las facturas, pero han aparecido problemas y una obra complicada. Soy prudente, le digo que no hemos parado de trabajar y que el año que viene habrá proyecto de ejecución.
-¿Y qué presupuesto alcanzará ese proyecto?
Depende del proyecto que hagamos finalmente serán varios millones de euros, pero depende del proyecto. No tendría sentido, después de tener este hotel que, respeto opiniones, ha habido comentarios injustos, pero este hotel hoy espero que los leoneses lo vean con orgullo. Un hotel de lujo, si la gente piensa en playas o piscinas no, eso es un resort. Si pensamos en un hotel urbano histórico pocos hoteles hay en el mundo como ha quedado este hotel. Tiene lo último en hotelería y en un edificio como San Marcos. No tendría sentido hacer una chapuza detrás. Ese era el fallo del anterior San Marcos: entrabas por una fachada espectacular e ibas con la maleta a una habitación al fondo. La calidad tiene que ser acorde con la fase uno.
-¿Es rentable San Marcos sólo con el edificio de la primera fase?
Dependerá del nivel de ocupación y el precio medio que tenga. Hoy tiene mucha plantilla para las habitaciones que tiene y no hay ningún parador que tenga 80 trabajadores para 50 habitaciones, y eso es difícil de sostener. Ahora bien, la rentabilidad de un parador o no depende del nivel de ocupación y el precio que tenga. Era un desastre del anterior, que facturaba muchísimo, diez millones de euros, pero dejaba uno de beneficio el último año. Hondarribia facturaba cinco veces menos y el mismo beneficio. El nuevo San Marcos será más rentable; y cuando se haga la segunda fase más porque tendrá más habitaciones y la rentabilidad está en el alojamiento.
-Ha dicho que hay exceso de trabajadores, ¿se mantendrá el compromiso del empleo o tendrá que haber despidos?
Yo adquirí un compromiso personal de ni un solo despido en San Marcos y vamos a mantener la plantilla en San Marcos. Si dentro de seis meses, un trabajador quiere trasladarse voluntariamente lo podrá hacer, pero aquí no va a haber ni un despido. Va a mantenerse la plantilla esperando a esa segunda fase y, ojalá, esa segunda fase pueda mantenerse o mejorar la plantilla, ojalá.
-¿Habrá trabajadores sin función? Porque 80 para 50 habitaciones...
Función van a tener todos porque este parador tiene la máxima categoría hotelera y tiene que prestar servicios que otros no tienen. Un cinco estrellas tiene que poder llamar a cafetería por la noche, servicio de puerta para traer las maletas y otros servicios que no requieren los que tienen menos categoría, y ahora tener tanta plantilla nos va a ayudar a poder dar ese servicio.
-Y, por último ¿cómo convencería a un turista para que pernocte en San Marcos y no en otro lugar? ¿Y qué ofrece León a Paradores?
España recibe 84 millones en un año normal, hay quien busca sol y playa, vacaciones baratas con 20 años; hay quien viene a por la cultura, gastronomía, patrimonio o la España interior y Paradores está destinado a ese publico de calidad. Un vecino de Nueva York que viene a León y viene y prueba un vino de León, se va y lo pide para allí. ¿Qué poder económico y creación de riqueza tiene este parador para León? No se puede medir. Conoce cultura, patrimonio, historia productos, lo va a volver a pedir. Paradores está presente en todas las ferias de turismo del mundo. En muchas, Shangai o Méjico, nos preguntan por León, ¿cuándo abren León?, porque tiene un atractivo espectacular. Va a tener turista internacional, y no digo en el año santo. León exporta riqueza alrededor y mucha gente viene a León, y porque viene a León va a otro parador del Camino, y porque ha intentado reservar en León y está lleno busca en otro. León tiene un efecto muy positivo sobre toda la red.
TITULO: VACACIONES - EUROPA DE PELICULA -Paseos históricos: Filadelfia,.
Paseos históricos: Filadelfia,.
foto / Hoy, 4 de julio, celebraremos el Día de la Independencia en
Filadelfia, la verdadera cuna de EE.UU. Fue aquí donde los grandes
líderes de las colonias norteamericanas se reunieron y redactaron la
Declaración de Independencia y la Constitución. Ésta fue la primera
capital de EE.UU. y muchos de los edificios e instituciones históricas
que participaron en la invención de este país se encuentran en el centro
histórico de la ciudad y nosotros vamos a visitarlos.
TITULO: HOSPITAL - Vacunación masiva en Mérida y Almendralejo mañana lunes ,.
Vacunación masiva en Mérida y Almendralejo mañana lunes,.
El Área de Salud de Mérida convoca una vacunación masiva mañana lunes para los nacidos entre 1956 y 1960.
Habrá dos puntos de vacunación, el Palacio del Vino de Almendralejo y el Ifeme de Mérida, donde vacunarán en diferentes horarios según la residencia., etc,.
TITULO: VUELTA AL COLE - Emilia Pardo Bazán, la terremoto de Meirás ,.
Emilia Pardo Bazán, la terremoto de Meirás,.
fotos / Hacía unos momentos que nos habíamos parado y doña Emilia seguía esperando a alguien. Yo no había querido preguntar a quién, entre otras cosas por no cortarla según se explayaba sobre una cuestión tan crucial como el feminismo, pero ahora por fin pude ver que se acercaba a nosotros un landó decimonónico descubierto, tirado por dos flemáticos caballos. Los conducía, fusta en mano, un hombre con chistera de edad avanzada, pelo grisáceo, cejas boscosas, patillas largas y ojos apagados. El tipo maniobró para que los dos caballos se echasen a un lado y los detuvo, consiguiendo que la puerta del vehículo quedase a la altura de la condesa.
—Muchas gracias, Manolo. Y ahora, señor Mañas, disculpe pero me tengo que ir.
—¿Y no podría acompañarla a casa? ¿No podríamos seguir con esta conversación?
—¿No ha tenido usted suficiente, hombre de Dios? ¿No hemos hablado ya de Galdós y las mujeres, que es por lo que todo el mundo me pregunta?
—Pues por eso mismo. Déjeme que explore un poco más el pozo sin fondo de su sabiduría. Es fama que su cultura es vastísima. Eso ya lo comprobaron en su día personalidades tan exigentes como Menéndez Pelayo o Clarín. Pero permítame que lo corrobore yo también, y las nuevas generaciones descubrirán todo lo que tiene usted que decir sobre muchas otras cuestiones. ¿Le importa si subo y la acompaño?
El cochero, sin volver la cabeza, soltaba un bostezo. La Pardo Bazán pareció dudarlo y al final se movió. Se corrió hacia el fondo. Me dejó espacio.
—Suba usted, ande.
—Muchas gracias —me encaramé al asiento.
—Manolo, ¡a casa!
—Allá vamos, señora.
El landó se incorporó al tráfico sin que a nadie le pareciera extraño ver a un coche de caballos en pleno centro de Madrid. Los automóviles nos abrían paso en torno a la Cibeles. De quienes andaban por la acera ninguno volvió la cabeza. Se acercaban las Navidades. Debían de pensar que era algún tipo de atracción o que estábamos importando de Sevilla la moda. Muy pronto pasamos por delante del palacio de Correos. Yo me empezaba a sentir muy cómodo en el landó. Era muy mullido el asiento. Subíamos hacia la Gran Vía.
—Bien, pues ¿qué más quiere saber usted?
—Hombre, todo esto es muy aristocrático —observé—, y usted también hizo alarde de aristocratismo en su vida. Pero sin embargo en sus novelas demostró mucha simpatía por lo plebeyo y lo democrático. Es una contradicción que no acabo de entender.
—Mire, yo llegué a ser condesa por mi literatura, no por mi sangre. La sangre que corre en mis venas es azul de tinta. A mí el título me lo otorgó Alfonso XIII en mayo de 1908 por mis méritos literarios, y yo lo ostento desde entonces con mucho orgullo.
—Como Valle-Inclán.
—Bueno, la diferencia es que marquesado de Bradomín se lo da Juan Carlos I en 1981 y no lo disfrutó en vida. Pero efectivamente, igual que Valle. Ni él ni yo éramos nobles de nacimiento, aunque ciertamente teníamos inclinación hacia lo nobiliario y hacia los ideales nobiliarios desde muy jovencitos. Mi casa era, si no noble, al menos de renta acomodada. Yo tuve una infancia dorada en Marineda…
—La Coruña. Digo para que el lector medio nos comprenda.
—Efectivamente. Así llamo a Coruña en mis novelas. A mi infancia no le faltaron juguetes. Unas Navidades recuerdo que los Reyes Magos me trajeron una locomotora comprada en el almacén Schropp porque en el año de mi nacimiento se había inaugurado la segunda línea ferroviaria española, la primera que nosotros podíamos usar, la que iba de Madrid a Aranjuez. Esa locomotora, llena de bombones y chocolate, metió en mi mundo los progresos de la ciencia.
—También tendría muñecas.
—No muchas. El recuerdo que guardo de mi infancia es estar vestida de raso, con tirabuzones, calcetines calados y zapatitos, sentada sobre un caballo enorme de cartón, embadurnado de ocre, con el que jugaba mucho. Lo prefería a las muñecas. Pero sobre todo leía todos los libros que podía y que mi padre me regalaba.
—¿Cuál fue su educación?
—La normal de la época. Mi madre me enseñó a leer y, ya en Madrid, acudí al típico colegio francés al que acudían todas las señoritas. Un general, Arturo Díaz Ordóñez, me enseñó matemáticas y algo de ciencias. Pero había más interés en que aprendiese a hacer calceta. Tuve una maestra de costura, como cualquier española. En definitiva, crecí entre Madrid y Coruña, leyendo mucho libro. Generalmente lo que me recomendaba y me pasaba mi padre: el duque de Rivas, Quintana, Fray Luis de León, Shakespeare traducido, Heine. Y muchos autores franceses. Hasta que me caso, claro, con diecisiete años. Eso me obligó a concentrarme en tener hijos y en la maternidad… Pero no lo lamento.
—¿A esos hijos los amamantó usted?
—Por supuesto.
—Digo porque no es muy aristocrático.
—En qué quedamos, ¿soy o no aristocrática?
—Pues yo creo que a ratos. Eso es lo curioso. En Los pazos de Ulloa, por ejemplo, claramente sí. Usted arranca con esa obra un nuevo género, casi, el de la novela galleguista. Es un género que continuará con enorme fortuna Valle-Inclán, pero usted le puso los cimientos. Está ya todo en Los pazos: caserones tristes y decadentes, los cruceiros, la Santa Compaña, los caciques crueles, los campesinos a cuál más rústico y libidinoso, vegetación asfixiante. Hay una atmósfera que usted es la primera en fijar. Y la óptica que adopta es claramente clasista. Las gentes del pueblo están cerca de la animalidad. La civilización es patrimonio de las clases pudientes. Ocurre igual en Madre naturaleza, donde los personajes plebeyos están sometidos a instintos incestuosos…
—Ya, pero también hablo de los caciques, y no puede decirse que los presente bajo una luz simpática.
—Porque son los malos aristócratas. A usted lo que le va es la buena aristocracia.
—Supongo que sí. No lo niego.
—Pero luego en La tribuna, otra de sus obras, cuando recrea usted la vida de las cigarreras de Marineda demuestra una enorme simpatía por lo plebeyo. Creo que ya hemos mencionado ese “¡Viva la República federal!” con el que cierra la novela. ¿Cómo me lo explica usted?
—Vayamos por partes. Aquí estamos juntando muchos asuntos: la aristocracia, mis novelas, mi marido…
—Es que su marido era carlista. Hay una foto muy conocida en la que se le ve vestido de tradicionalista, con la boina roja bien calada.
—Insisto en que vayamos por partes, porque todo se puede explicar si se avanza paso a paso. Procedamos con un mínimo de método, si le parece. Dice usted que mi marido era carlista, y es cierto. Mi padre también estuvo cerca del carlismo. Igual que mucha gente de nuestra condición en Galicia y en otras regiones. El carlismo tenía un aura romántica, envuelto en una serie de valores aristocráticos como la lealtad, que nos atraía y en el que yo nací y viví. Es el entorno del que salgo, y a partir del cual empiezo mi desarrollo…
—Su educación.
—Efectivamente, la educación es lo primero que colisiona con esos valores. No se olvide de que yo asistí a un colegio francés y que muy pronto me vi confrontada con los pensadores y escritores franceses ilustrados, muchos de ellos laicos y progresistas… Eso por no hablar de la ciencia, que siempre me atrajo. Todo ello me obligó a modernizarme, digámoslo así, a asimilar las ideas que estaban en el aire en aquellos años…
—¿Y la atmósfera de La tribuna?
—No me deja usted acabar mis frases, caballero. Luego empecé a leer novela y la propia estética naturalista, muy en boga en mi día, me llevó a interesarme por ambientes que en un principio no me eran conocidos. Yo me sentía muy cómoda en los salones burgueses que saco en Viaje de novios, Insolación o Morriña. Pero el tipo de novela que necesitaba España en mi época me pedía interesarme por la clase trabajadora, hacer una novela más social, y eso hice. Y ya me documenté en las fábricas para entender la vida de las cigarreras…
—Que la recrea usted francamente bien.
—Gracias. Y como hablando de aquella gente era inevitable darles las ideas que corresponden a su medio social, en este caso el gremio de las cigarreras y mujeres trabajadoras tan activas políticamente como mis protagonistas, era lógico que tuvieran afinidad con la República Federal. Pero eso no quiere decir que yo compartiera esa afinidad ni esa simpatía. Yo sencillamente hacía mi trabajo como novelista.
—Es curioso, porque usted parece progresista en algunas novelas y conservadora en otras.
—Por lo que acabo de explicar. Cada novela pide un tratamiento diferente.
—Morriña, desde luego, es inequívocamente clasista. Llamar Esclavitud a una criada no se lo perdonaría nadie ahora mismo. Ahí sí se nota mucho el prisma. Su punto de vista es el de una señora acostumbrada a tratar con criadas, pero hay que decir que consigue usted que se sienta una tremenda empatía por Esclavitud. Supongo que eso es talento.
—Es el oficio del novelista. Si uno no consigue que el lector empatice con los personajes, mal vamos.
—Pero llamarla Esclavitud no es muy políticamente correcto que se diga.
—Bueno, también en Doña Milagros y en Memorias de un solterón llamo al personaje femenino más importante Feíta, que es a la vez el diminutivo de “fe” y de “fea”, y es un alter ego mío. Si soy capaz de tratarme con esa falta de complacencia a mí misma, creo que me he ganado el derecho a hacer lo mismo con los demás.
—Galdós también tenía tendencia a dar ese tipo de nombres cargados de connotaciones a sus personajes: Torquemada, Estupiñá, Juanito Santa Cruz, Fortunata…
—Era la tendencia en la época.
—En definitiva, que usted se define más como una señora conservadora y aristócrata que como una naturalista progresista. Está usted más con Valera, casi, que con Zola.
—El debate sobre el naturalismo me resulta cansino. Yo lo único que dije en su día y seguiré diciendo es que en esa lucha perenne entre naturaleza y civilización siempre estuve con los valores de la civilización, y esos valores son los que han nutrido históricamente a la aristocracia, que es lo mejor de cada sociedad. La educación es lo que nos da. Recuerdo haberle leído en alguna parte a Madame de Sevigné que le gustaría vivir doscientos años para comprobar lo mucho que mejoraría, como persona cultivada, en todos los ámbitos. Hay que elevar al ser humano, siempre.
—Y sin embargo insisto en que en las novelas usted trabaja con material humano muy diverso. Su espectro es amplísimo.
—Las novelas son como la vida: en ellas hay que meter de todo. Hay novelas que son como mansiones aristocráticas, otras como un carnaval.
—Resulta sorprendente que a alguien que defiende los valores aristocráticos le guste tanto el carnaval.
—Porque es mera vacación. El carnaval es una infracción temporal de las reglas sociales. Es un momento en el que el capricho, la espontaneidad, la mofa, la ironía despreciadora de etiquetas y formulismos, etcétera, se abren paso, rompiendo la valla que les oponen durante el resto del año las conveniencias. Un carnaval sin plebeyismo no se concibe. Ningún carnaval puede ser meramente aristocrático. Hay países donde, mientras dura, los amos son criados y los criados amos. La alegría carnavalesca no es compatible con la rigurosa separación de clases. A ese respecto me gusta recordar el famoso cuento del rey a quien sus nobles piden que les acote un paseo público a fin de que no se mezcle con ellos el pueblo. “Así lo haré —contesta—. Solo siento que, establecido el sistema de que cada cual pasee con sus iguales, voy a aburrirme de muerte, pues tendré que hablar siempre solo”. Guste o no, nos tenemos que mezclar todos. Sin mezcla saludable no hay sociedad que aguante. Ni la española ni ninguna.
—Usted también tiene un cuento en el que el rey vive en un inmenso palacio congelado. Un día el médico le recomienda que abra la ventana y se asome al exterior. Lo hace y, efectivamente, eso le calienta. Animado, constata que el mundo no es tan feo como los cortesanos se lo pintaban, se une a su pueblo y gobierna feliz… Es curioso también que sus simpatías, cuando abre usted el objetivo, vayan a la clase popular pasando por encima de la clase media. Como autora es o aristócrata o demócrata, en sus obras, pero nunca mesócrata como Galdós.
—¿Podemos dejar de hablar por un momento de Galdós? El pobre ya está suficientemente triste viendo cómo lo malinterpretan como para volver a remover sus huesecitos. Estamos con mis ideas, no con las suyas.
—No lo volveré a mencionar, lo juro.
—Mire usted. La clase media es poco novelable, por anodina. Así, o se hace la novela de los próceres, o la de los golfos —dijo, ojeando a un mendigo postrado de rodillas a un lado de la Gran Vía—. En eso no ha cambiado tanto la sociedad española. La miseria nunca dejó de existir. El problema con la pobreza es que engendra gente de ningún provecho. La pobreza no tiene interés ninguno para el país.
—Me temo que me cuesta seguirle por ese camino.
—Pues será porque usted no es totalmente sincero consigo mismo. Usted ahora mismo está disfrutando de una conversación cultísima con una mujer como yo. ¿De verdad cree que podría mantener la misma conversación, no digo ya con un menesteroso, sino con cualquier modistilla o vendedora de una tienda de grandes almacenes? No seamos hipócritas: la cultura ha sido y será siempre patrimonio de las clases altas. No existiría la cultura sin la aristocracia. La aristocracia es la gran valedora de la cultura universal. Cuando la hace porque la hace, y cuando no la hace porque la patrocina. Somos los mecenas de la humanidad.
TITULO: EN PRIMER PLANO - A FONDO - REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - En la tuya o en la mía - Miercoles -26- Mayo - Covax, la proeza de vacunar al planeta,.
En la tuya o en la mía - Miercoles -26- Mayo ,.
En la tuya o en la mía', presentado por Bertín Osborne, acerca a los espectadores el lado más desconocido de personajes relevantes de diversos ámbitos. Durante aproximadamente una hora, los telespectadores tienen la oportunidad de conocer mejor al invitado y también al propio Bertín Osborne, en La 1 a las 22:30, el miercoles -26- Mayo , etc.
EN PRIMER PLANO - A FONDO - REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - Covax, la proeza de vacunar al planeta ,.
Covax, la proeza de vacunar al planeta,.
fotos / Sin la enfermera, no habría habido niños; sin críos, no habría habido vacunas; sin antígenos, no se habría emprendido la Real Expedición Filantrópica; sin la travesía intercontinental, no se habría erradicado la viruela en América, en Filipinas y en otras latitudes; sin tamaña proeza, España no habría figurado como el azote de una epidemia que había castigado a la humanidad con millones de muertes. Sin embargo, Isabel Zendal permaneció sumida en el olvido desde que el 30 de noviembre de 1803 la corbeta María Pita partió del puerto de A Coruña con veintiuna criaturas a bordo, quienes portaban la salvación en sus propios brazos, hasta que recientemente ha sido situada en el anaquel de la historia que le corresponde por méritos propios.
Isabel nació en 1773 en la parroquia ordense de Santa Mariña de Parada. Concretamente, en la aldea de A Agrela, a medio camino entre Santiago y A Coruña, hija de unos sufridos campesinos que concibieron a otros dos vástagos. "Su familia era pobre de solemnidad, hasta el punto de que sus progenitores fueron enterrados de caridad en sepulturas propiedad de la parroquia, sin testamento, pues no tenían nada que legar", explica Antonio López Mariño, autor de Isabel Zendal Gómez, en los archivos de Galicia.
El conde de Altamira no perdonaba un tributo, en moneda o en especie, como tampoco el cura, la autoridad provincial ni la Corona. "La inmensa mayoría llevaba sus labranzas en arriendo", mientras que otras explotaciones estaban cedidas "a ganancia del tercio o de la mitad", lo que condenaba a los paisanos —ya exprimidos por los impuestos oficiales— a una situación de "vasallaje" respecto a los propietarios de la tierra, escribe el periodista en el citado libro, editado el año pasado por el Parlamento de Galicia. La precariedad de una existencia sin posibles llevó a Zendal a buscarse la vida en la capital, donde en comenzó a trabajar en 1800 en la Casa de Expósitos del Hospital de Caridad.
La minuciosa investigación de López Mariño nos permite saber que ella era la única encargada de los huérfanos, pues en la contabilidad de la inclusa sólo consta un pago puntual a una hospiciana por "ayudar a la rectora en el cuidado" de los chavales. La recompensa: un corte de tela para un jubón y un vestido largo. Si les parece una insignificancia, fíjense en el magro salario que recibía Isabel como rectora del orfelinato: cincuenta reales. Aunque quizás la cifra no refleje la precariedad del estipendio si no se compara con el que se embolsaba el cura del hospital, ciento cincuenta reales, el triple que ella. O sea, que la jefa —y única trabajadora— cobraba menos que la lavandera, quien se llevaba cien, y que el aguador, retribuido con ochenta.
"Eso indica que el cargo lucía mucho más que la realidad económica", ironiza el periodista, quien relata las características de otro empleo íntimamente relacionado con los críos abandonados o sin padres. "Cada semana, en una ciudad que no llegaba a los quince mil habitantes, entraban dos niños por el torno. Hablamos de cien bebés al año, que eran dados a lactar al poco de llegar y regresaban a la inclusa cuando cumplían siete". Entonces, Isabel se hacía cargo de ellos hasta los trece o catorce, cuando las familias bien adoptaban a los más "espabilados". Otros eran encomendados a artesanos —"quienes probablemente no los tratarían con mucho cariño", especula López Mariño— y "al resto, vía", aunque muchos se enrolaron voluntariamente como tamborcitos del Ejército.
Las nodrizas que les daban de mamar recibían treinta reales al mes hasta que los pequeños tenían tres años y, durante los cuatro siguientes, las de segunda clase cobraban veinte reales por su manutención. "Aunque es posible que, durante ese tiempo, realizasen tareas domésticas, al igual que los propios hijos de las mujeres", relativiza el investigador. Cuando volvían al orfelinato, les enseñaban a leer y a escribir. Bueno, en realidad, esa suerte sólo la corrían los varones, pues ellas debían aprender a calcetar y a coser. La intención era que tanto unos como otras aprendiesen los cimientos de un oficio y no quedasen expuestos a la calle y a la mendicidad cuando tocaba dejar atrás la inclusa, donde nunca residían más de treinta expósitos, atendidos exclusivamente por Isabel, quien para redondear el sueldo se veía obligada a remendar ropa en sus ratos libres.
"Sin duda, es una historia de superación provocada por las necesidades económicas, porque escapó de la pobreza de la aldea y llegó a Coruña como una emigrante. Ese instinto para eludir la miseria le permitió cazar al vuelo las oportunidades laborales que se le presentaban, entre ellas embarcarse en la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna", cree López Mariño, una gesta ensalzada por el británico Edward Jenner —descubridor de la vacuna de la viruela en 1796—, quien sostenía que "no se imaginaba que los anales de la historia nos proporcionen otro ejemplo de filantropía tan noble y extenso como éste", recuerda el autor de Isabel Zendal Gómez, en los archivos de Galicia.
Actualmente, cuenta con un monumento y una calle que la homenajean en A Coruña; la televisión le ha brindado la película 22 ángeles, dirigida por Miguel Bardem y protagonizada por María Castro; hay abundante literatura —Javier Moro publicó la novela A flor de piel (Seix Barral) y Almudena de Arteaga, Ángeles Custodios (Ediciones B); María Solar escribió la novela juvenil Los niños de la viruela (Anaya), cuya edición en gallego, Os nenos da varíola (Galaxia), mereció el Premio Fervenzas Literarias en 2017—; el cómic también le ha puesto cara, pues nadie conocía las facciones de su rostro —El Primo Ramón, pseudónimo de Borja López y María Olmo, firma Novo Mundo: Isabel Zendal na Expedición de la Vacina (Bulubú)— y hasta una asociación, presidida por la exconselleira de Sanidade Pilar Farjas, lleva su nombre y abrillanta su recuerdo.
"Sin embargo, es un reconocimiento muy minoritario y sigue siendo una gran desconocida, sobre todo si se tiene en cuenta que la profesión de enfermera es una de las más valoradas por el conjunto de la ciudadanía. ¿Cómo es posible que sea ignorada cuando simboliza el estandarte del oficio?", se pregunta López Mariño. Porque, además de ejercer de rectora de la Casa de Expósitos, se la considera la primera enfermera en misión internacional: nueve años de navegación y rutas terrestres para inmunizar a sus coetáneos, en la que podría considerarse la primera campaña de vacunación universal de la historia de la humanidad. "Su proeza abrió los ojos al mundo y lo convenció de que podía combatirse un mal infectándose con ese mismo mal en dosis atenuadas, algo revolucionario para la época. Así, el planeta descubrió que era el método de inmunización perfecto contra la viruela y otras enfermedades contagiosas".
Si la expedición estaba dirigida por el médico cirujano Francisco Javier Balmis, ayudado por su colega José Salvany y Lleopart, ¿por qué la presencia de Isabel fue trascendental para que la aventura llegase a buen puerto? "Ella era la única mano experta para tratar a esos chavales, pues tenía mucha experiencia por sus años de trabajo en la Casa de Expósitos. Y los niños eran el elemento clave. Sin los críos, no habría remedio posible, porque ellos mismos eran la vacuna viva y activa", subraya el investigador. O sea, que los pequeños portaban en sus brazos la salvación. Otros intentos previos habían fracasado, porque los antígenos no se conservaban durante una larga travesía. Llevar vacas hubiese sido una locura: podrían sobrevivir al océano, pero los caminos se les harían cuesta arriba. "Para llegar a la población más desperdigada, el ganado era un incordio. ¿Cómo iban a atravesar los Andes? Habría sido un viaje lentísimo y podrían morir por el camino, mientras que los niños se desplazaban mejor y garantizaban una mayor eficacia".
Quizás convenga explicar lo de las vacas… Edward Jenner descubrió que las campesinas que ordeñaban las vacas eran inmunes, pues las protegía el contacto con el pus de las ampollas de las reses —portadoras del virus de la viruela bovina, menos agresiva que la humana—. El investigador británico tuvo entonces la ocurrencia de inocular en los brazos de un niño el pus de una lechera infectada, sin que sufriese más que una fiebre. Luego probó con una técnica que ya se usaba antes de que descubriese la vacuna, la variolización, que consistió en practicar una incisión en la piel del pequeño, introducir el polvo de las costras de la viruela y cerrar el corte. ¡Y funcionó! Aquel niño ya era inmune a la viruela, aunque lo curioso del hallazgo es que no hacía falta inocular directamente el pus directamente del ganado, sino que podía hacerse de persona a persona.
Ahora quizás se entienda que Balmis, Salvany y Zendal embarcasen a los niños rumbo al nuevo continente, con el objetivo de transmitirles la vacuna de dos en dos, hasta formar una cadena —o vacuna— humana que garantizaría el suministro hasta llegar a América. Sin embargo, aunque las crónicas hablan de veintidós niños, uno de ellos falleció antes de que partiese del puerto de A Coruña la corbeta María Pita, por lo que en realidad viajaron sólo veintiuno, pues no encontraron a otro para reemplazarlo. Niños a los que no quería nadie, excepto Isabel, quien llevó a su propio hijo, Benito Vélez, de diez años. Abandonados, aunque luego lo políticamente correcto los convirtió en expósitos. Los periódicos dejaron de redactar aquello de que "anteayer se echó en el torno de la inclusa a un niño a las tres de la mañana" y comenzaron escribir que la criatura "se expuso en el torno"; es decir, en la apertura, agujero o ventana que daba a la calle, donde eran depositados los bebés. Y, de tanta exposición, el verbo se convirtió en sustantivo y la lengua adoptó el eufemismo expósito. Todavía hoy pueden leerse en los muros de los antiguos orfelinatos inscripciones como ésta : "Mi padre y mi madre / me arrojan de sí. / La caridad divina / me recoge aquí".
No obstante, pese al descubrimiento de las inoculaciones brazo a brazo, las vacas —si en Galicia ya eran un animal sagrado, imagínense después de la invención de la vacuna: un término que deriva de vaca, claro— siguieron utilizándose en A Coruña hasta principios del siglo XX. "La calle Médico Rodríguez está dedicada a un doctor que practicaba la técnica desde la ternera hasta la persona. Y Ramón Pérez Costales, ministro de la I República y primer mecenas de Picasso durante los cuatro años que el pintor vivió en la ciudad, también tenía una clínica de vacunación animal", apunta López Mariño. La de José Rodríguez Martínez, también político y periodista, se llamaba Centro Jenner de Vacunación Animal, donde los pobres de solemnidad eran atendidos gratis.
¿Contó la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna con el apoyo del rey Carlos IV porque estaba sensibilizado por la muerte de su hija de tres años a causa de la viruela? López Mariño cree que la niña pudo infectarse y sufrir las erupciones, que podrían haberle dejado marcas, pero no que hubiese muerto. Quizás las causas no sean tan personales como materiales. "La mayor parte de los impuestos de la Corona eran indirectos, por lo que si una epidemia diezmaba a la población, se quedaba sin fondos para sus arcas", razona el investigador. "En todo caso, somos una monarquía borbónica gracias a la viruela. Al morir por esa causa el príncipe Baltasar Carlos —heredero al trono—, accede al poder Carlos II, el Hechizado. Como era estéril, el último de los Austrias falleció sin descendencia y, con él, se acabó su dinastía, comenzando en 1700 la borbónica con Felipe de Anjou como Felipe V. Y, desde entonces, la viruela siempre rondó a los Borbones y se cobró la vida de otros herederos".
Otra revelación de López Mariño que desmitifica más leyendas en torno a los motivaciones de los expedicionarios. Isabel Zendal tampoco estaba concienciada porque se hubiese llevado a su madre. El óbito de Ignacia Gómez se produjo el 31 de julio de 1788 y su partida de defunción no menciona la causa de la muerte. "Tampoco la de ningún vecino, pues el párroco nunca actuó como médico forense", ironiza el periodista. "Ahora bien, de trescientos parroquianos, en 1785 fallecieron tres vecinos, en 1786 cuatro, en 1787 cinco, en 1788 ocho y en 1789 dos. Fue este pico de defunciones en el año de la muerte de Ignacia el hecho real que llevó al novelista Javier Moro a recrear las verosímiles circunstancias de su muerte y, de esta manera, fijar una experiencia inolvidable —la lucha contra la viruela— en la memoria de la futura enfermera", añade el investigador, quien lo considera un elemento más novelesco que histórico. "Un truco narrativo para entender la personalidad y el derrotero vital de la protagonista".
El caso es que el doctor Balmis contrata a Zendal con un sueldo similar al de un varón de su categoría: tres mil reales en concepto de "ayuda de costa" con destino a su habilitación y el pago en Indias de un salario de 500 pesos anuales. La Real Orden de 14 de octubre de 1803 también establece que será contratada como enfermera para la inoculación de la vacuna y para que cuide durante la navegación de los niños "y cese la repugnancia que se experimenta en algunos padres de fiar sus hijos al cuidado de aquellos —los enfermeros que ya había seleccionado Balmis—, sin el alivio de una mujer de probidad". El entrecomillado no necesita mayor explicación: debía velar por veintiún críos varones de entre tres y nueve años, aunque en realidad el más pequeño sólo tenía dos años y ocho meses. La corta edad puede sorprender, pero entonces era una garantía de que estaban sanos. Cuatro procedían de Madrid; cinco, de Santiago; y trece, de A Coruña, incluido el que murió antes del viaje.
Todos, al igual que la propia Isabel, ignorados, hasta que López Mariño y el también periodista coruñés Joaquín Pedrido les pusieron nombre en 2004. ¿Los grandes olvidados? "Bueno, tan olvidados que no se sabía ni quiénes eran". Con la intención de rescatarlos del doble abandono, la escritora compostelana María Solar les dedicó la novela juvenil Los niños de la viruela. "Sin ellos no se habría organizado la expedición. Y sin ésta la viruela no se habría erradicado. Balmis no solo llevó a América la vacuna: lo más importante es que dejó allí instaladas juntas de vacunación y, por primera vez, se implantó como un sistema de medicina preventiva. Y funcionó. Desde ese momento, la vacunación se ha utilizado en el mundo y, cuando en los setenta la Organización Mundial de la Salud (OMS) montó una gran campaña para erradicarla en todo el planeta, logró terminar con ella", explica la coordinadora de Cultura de la Radio Televisión de Galicia y directora del programa Zigzag Fin de Semana.
¿Pero fueron los chavales utilizados como conejillos de —en mayúscula— Indias? "En absoluto. Ellos ejercieron de vehículo de transporte de la vacuna, que ya estaba sobradamente probada y se sabía que funcionaba. En ese sentido, no eran cobayas de laboratorio, aunque hoy esto sería inviable y existen estrictos controles. Sólo se puede entender desde la perspectiva de la época, sus medios y el terror a la viruela, pues ha sido la enfermedad infecciosa que ha matado a más gente en la historia de la humanidad". Entre ellos, viajaba el propio hijo de Isabel, aunque Solar subraya que durante años fue una incógnita. "Hoy sabemos que era madre soltera y han aparecido los papeles de cómo se le amplió la paga que recibía —una parte, en especie— para él. La confusión viene de que el propio Balmis le proporcionó tras el viaje papeles de que era su hijo adoptivo, consiguiendo llegar a América como una mujer sin mancha".
Y como la primera enfermera de la historia en misión internacional de salud pública, como fue reconocida hace décadas por el Congreso Panamericano de Salud. Un mérito al que habría que sumar el Premio Nacional de Enfermería que desde 1975 concede el Gobierno mexicano en su honor. "Fue decisiva en el viaje, tal y como el propio Balmis dejó escrito. Incluso arriesgó su salud durante la expedición por cuidar a los niños día y noche. Tras el viaje del médico de Madrid a Coruña, al tratar con los primeros niños se dio cuenta de que sería imposible controlarlos y cuidarlos en el barco. Por eso, al llegar a la ciudad gallega decidió escoger chavales más pequeños —seis tenían apenas tres años— y enrolar a Zendal, pues conocía a buena parte de ellos", apunta Solar. "Hay que entender que por entonces la vacuna suponía contraer una enfermedad leve, pero al fin y al cabo acarreaba una indisposición para aquellos niños metidos en un barco durante un viaje a Ultramar".
Pese a los recientes aplausos de algunos organismos internacionales, la amnesia no fue sólo posterior, sino también contemporánea a la protagonista. "El mundo la olvidó y el propio Balmis, quien sí reconoció su extraordinaria labor, le dio seis apellidos distintos en sus escritos, algo que no sucedió con ningún hombre de la expedición. El reconocimiento le está llegando ahora, con más de doscientos años de retraso", se queja la periodista. "Que su nombre nos haya llegado de ¡treinta y cinco! formas diferentes ya revela que el mármol de la posteridad no estaba pensado para una mujer", escribe el columnista Jorge Bustos en el libro Vidas cipotudas (La Esfera). Cendal, Cendala, Sendales, Zendala, Sandalla… ¡Hasta la calle que le rendía homenaje en A Coruña se llamaba Isabel López Gandalia!
La misma que zarpó el 30 de noviembre de 1803 a bordo de la corbeta María Pita con veintiuna criaturas a bordo, de ahí el apodo de "madre de los galleguitos", y otros quince tripulantes y sanitarios, encabezados por los médicos militares Balmis —cirujano de Cámara Real— y Salvany —cirujano del Real Sitio de Aranjuez—. La cadena humana consistía en inocular la vacuna en el brazo de dos niños, quienes se la transmitirían a otra pareja a los diez días, y así sucesivamente.
La ruta: A Coruña, Santa Cruz de Tenerife, Puerto Rico —adonde arriban el 9 de febrero de 1804— y Puerto Cabello. En Venezuela, la expedición se divide en dos grupos: el de Balmis vacuna en Caracas, embarca en La Guaira rumbo a La Habana y continúa hasta Sisal-Yucatán y Veracruz (México), desde donde la corbeta María Pita retorna al puerto de A Coruña. Por tierra, llega a Ciudad de México y, desde Acapulco, viaja en el correo Magallanes hasta Manila (Filipinas). En su regreso a España, vacuna en Macao y Cantón (China), así como en Santa Elena —la isla inglesa donde sufriría prisión y destierro Napoleón Bonaparte—. El 14 de agosto de 1807, recala en Lisboa y, un mes más tarde, es recibido en la Corte por Carlos IV. Atrás quedan otros expedicionarios, continuando con las tareas de inmunización de los indígenas rebelados contra la Corona, quienes finalmente pondrían rumbo a Acapulco.
Por su parte, el grupo de Salvany ha cruzado Suramérica, desde Cartagena de Indias (Colombia) hasta Chiloé (Chile), pasando por Quito (Ecuador), Lima (Perú), La Paz (Bolivia) y Santiago. Luego, en 1812, regreso en barco a Lima, pero ya sin el joven cirujano, quien en 1810 fallecería a los treinta y dos años en Cochabamba (Bolivia). Es decir, el mérito se lo llevó Balmis, pero su compañero murió vacunando tres años después, mientras que sus acompañantes Manuel Grajales y Basilio Bolaños seguirían dos temporadas más haciendo lo propio en el archipiélago chileno, en su día conocido como Nova Galicia.
"Balmis era un moneda con dos caras, porque demuestra grandeza al proteger su causa, pero tiene un lado oscuro. Mientras que parte de su grupo sigue ejerciendo su tarea en Filipinas y José Salvany y Lleopart fallece cumpliendo con su labor en Bolivia, él regresa a España para coronarse como campeón de la filantropía. Y su colega quedó tan en la sombra que nadie habla de la expedición Balmis-Salvany", critica López Mariño. Tampoco, claro, de la Balmis-Salvany-Zendal. Más allá del afán de protagonismo, hay otros aspectos controvertidos en torno al director de la expedición. ¿Tenía muy mala leche? "Era un poco animal para las relaciones personales, pero amparaba su expedición, por lo que cualquier palo que le metiesen entre las ruedas lo sacaba de sus casillas. Era malencarado, pero defendía a muerte una causa que entendía como absolutamente legítima. Tuvo broncas con gobernadores, virreyes, capitanes de barco y con casi todo el personal. Reclamaba lo que creía que era justo para la misión y le fastidiaba que no entendiesen la grandeza de la empresa que tenía entre manos", justifica el periodista coruñés.
¿Hablamos de un Balmis ambicioso que anteponía el éxito a la ética? "Él no hubiese llevado a niños si pudiese llevar vacas. Desde el experimento de Jenner, se sabe que la inoculación de brazo a brazo no acarreaba ningún problema físico para la persona vacunada. De hecho, era el método más adelantado de la época", explica López Mariño, quien destaca que en México embarcaron veintiséis críos locales para portar la vacuna en sus brazos, quienes —excepto un par de expósitos— eran hijos de familias estructuradas, de ahí la importancia de Isabel. "Ella continúa la expedición de Acapulco a Manila porque sus padres quieren que cuide a sus niños y aleje los temores de ceder a sus pequeños al cuidado exclusivo de enfermeros varones". De los mexicanos que viajaron a Filipinas, el investigador asegura que alguno murió en la ruta Venezuela-Cuba, mientras que en el regreso de Manila a México fallecieron otros dos.
No obstante, Balmis no dudó en comprar a cuatro esclavos en La Habana, aunque el investigador coruñés le resta importancia al hecho. "Se enfadó muchísimo cuando las autoridades cubanas no le facilitaron a otros portadores, pero su ira está justificada en una expedición de tanta grandeza. En concreto, compró a un tamborcito del Ejército —tendría trece años, edad a la que también algunos expósitos coruñeses se incorporaban a la milicia— y a tres niñas negras para llevar la vacuna de Cuba a México, donde los vendió después, perdiendo dinero de su propio bolsillo. Algo que sabemos porque, posteriormente, le pasó la factura a la Corona. En un informe de incidencias y de gastos, a modo de resumen de campaña, escribe: Por no facilitarme cuatro jóvenes el gobernador de La Habana, para llevar la vacuna a Yucatán, me fue preciso comprar tres esclavas que luego vendí con pérdida de 350 pesos".
¿Y qué sucedió con los galleguitos? ¿Fue su destino, una vez en el Nuevo Mundo, el esperado? "Al principio no se les dio lo prometido. Hay dos cartas de Balmis al ministro Caballero quejándose por ello. Luego, algunos fueron adoptados y otros estudiaron en las escuelas patrióticas, aunque poco se sabe de su vida posterior y su pista está aún por investigar. Sea como fuere, la situación era parecida a la de hoy: los pequeños fueron más fácilmente prohijados que los mayores. En todo caso, como España vivía una época terrible y tormentosa, algunos investigadores aseguran que su futuro aquí habría sido aún más incierto. ¿Quién sabe?", se pregunta María Solar.
López Mariño —quien, pese a la coincidencia del apellido, no guarda ninguna relación con el autor de estas líneas, más allá de una dilatada conversación y varios correos para cotejar datos e informaciones— detalla que los expósitos se quedaron a vivir en México. "La mayoría de los huérfanos fueron adoptados por gente relacionada con la Iglesia —párrocos y responsables de casas de acogida y de desamparados—, así como por comerciantes autóctonos". No se puede decir que hicieran las Américas, ni mucho menos que volvieran como indianos, con inmaculados trajes blancos y sombreros de ala calados. "Ahora bien, su futuro no fue tan malo. Como mínimo, no fue peor que el que habrían tenido en España. Por ejemplo, un expósito llamado Francisco Antonio llegó a ser abogado y profesor de leyes en la Escuela de San Juan de Letrán, en Ciudad de México", concluye el autor de Isabel Zendal Gómez, en los archivos de Galicia. "Basta preguntarse cuántos de nosotros tendría hace dos siglos un abogado en nuestras familias".TITULO: EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - MI CASA ES LA TUYA - viernes -28- Mayo - Psicópatas ,.
Esta semana, en la provincia andaluza, las bulos se replicaron rápidamene tras los numerosos terremotos registrados,.
«Sólo hay que fiarse de fuentes oficiales y de medios de comunicación». El responsable del 112 en Granada puede decirlo más alto, pero no más claro. Esta semana, en la provincia andaluza, las bulos se replicaron rápidamene tras los numerosos terremotos registrados. Al pánico de ver temblar sus casa, se sumaba el provocado por los nostradamus de las redes sociales. Frente a sus locuras perversas, el diario IDEAL mostraba cómo los medios se han ganado esa confianza. Sus noticias desmentían el supuesto anuncio de un seísmo de más de 7 grados o el hundimiento de una carretera, entre otras trolas digitales. Los titulares luchaban contra los riesgos de las mentiras, como el colapso de los teléfonos de emergencias o las falsas recomendaciones de seguridad.
Un creador de bulos es como un pirómano. Disfruta con la destrucción e incluso se excita viendo lo lejos que puede llegar. Si ve el momento propicio lanza su cerilla y da igual lo que se lleve por delante. Cada 'reenviado' le supone una descarga de placer maligno. ¡Como para fiarse de estos psicópatas de la mentira!,.
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