La Diputación de Cáceres ha concluido las obras de rehabilitación de la carretera CC-3.1, vía principal de comunicación de Moraleja con Cilleros y con varios pueblos de la Sierra de Gata, cuyo arreglo ha supuesto una inversión de 482.644,80 euros.

El diputado de Infraestructuras Territoriales Inteligentes y Movilidad de la Diputación de Cáceres, Fernando García Nicolás, acompañado del alcalde de Moraleja, Julio César Herrero, ha recorrido este viernes la obra, ya concluida.

La actuación se ha centrado en la renovación del firme, a sección completa, de dos tramos de la referida carretera, los que se encontraban en peor estado.

Éstos están localizados entre los puntos kilométricos 0+250 a 0+500 y pk 3+700 a 12+074, incluyendo la calzada anular y accesos de la glorieta situada en el pk 11+170, que canaliza los accesos a la CC-3.1 desde la carretera EX-109 y otra que procede de Vegaviana.

Además, se han llevado a cabo las actuaciones previas de adecuación de la superficie existente y la regularización de la rodadura actual.

Por otro lado, el diputado ha abordado también con el alcalde una próxima obra, la de un paseo peatonal hacia el parque fluvial.

García Nicolás ha recordado que el Pleno de la institución provincial aprobó el pasado 29 de agosto una nueva inversión en las inmediaciones de esta vía, dentro del casco urbano de Moraleja, que tendrá un coste de 30.000 euros, aproximadamente, y que se centrará en la ejecución de un paseo peatonal entre la propia carretera y el Parque Fluvial de Moraleja.

Esto permitirá cerrar un itinerario peatonal alrededor del mismo «haciendo más fácil el acceso de los peatones tanto al propio parque como al cementerio municipal por esta vía», ha apuntado el diputado.  

 

TITULO: Jordi Évole y Lo de Évole -   Miquel Roca  ,.

 Este domingo -5, 12 - Diciembre , a las 21.30, La Sexta emite la última entrega de la primera temporada de 'Lo de Évole', dirigido y presentado por el propio Jordi Évole., foto,.

  Miquel Roca,.

 Miquel Roca | Abogado y 'padre' de la Carta Magna,.

La división en bloques es muy peligrosa para la sociedad y genera declive»,.

En el 43 aniversario de la Constitución, defiende una lectura flexible de la misma y rechaza que sea heredera del franquismo. «Solo la ignorancia puede dar fundamento a esa idea», asegura tajante,.

Miquel Roca (Burdeos, 1940) lleva dos décadas alejado de la política tras haber ejercido durante más de 17 años de portavoz del grupo Catalán en el Congreso, pero será siempre uno de los 'padres de la Constitución'. Ello hace que su opinión sobre la misma y su posible reforma tenga un interés singular. Como integrante de una generación de políticos que lograron un gran acuerdo entre diferentes, contempla con disgusto el ambiente que tantas veces se vive en las Cortes y las formas que adquiere el debate entre partidos. Y advierte con seriedad: «El desacuerdo tiene que dejar de ser rentable electoralmente. Si saco partido de la discrepancia, discreparé siempre». Por eso reclama un gran acuerdo nacional, unos nuevos Pactos de la Moncloa.

- La Constitución cumple 43 años. Hay quien destaca que la gran mayoría de los españoles -quienes están por debajo de los 61 años- no la votaron. ¿Habría que darles la oportunidad de hacerlo?

- El argumento de que la mayoría de los españoles no la ha votado no me sirve. Ningún estadounidense ha votado la suya y sigue vigente. Dicho eso, puede ser reformada porque está en su misma esencia. Si los ciudadanos trasladan a sus representantes lo que hay que reformar, estos deberían abordarlo. No olvidemos que la de 1978 es la primera Constitución española que fue refrendada por el pueblo. Por eso creo que cualquier reforma debería contar con una mayoría no sé si tan amplia como el 91% que la aprobó pero sí muy amplia.

- ¿Cree que necesita reformas de calado?

- Antes de responder a eso voy a decir algo: el Tribunal Constitucional puede y debe actualizar su lectura. Una cosa es una reforma constitucional y otra que se haga una lectura evolutiva de la misma, según los tiempos. Por ejemplo, el Constitucional hizo una lectura que permitió el matrimonio homosexual. Lo mismo puede suceder con aspectos relativos al medio ambiente. A veces no es necesario cambiar el texto. Pero dicho eso, sí creo que alguna reforma de calado sería necesaria cuando haya condiciones para ello.

- ¿Cuál?

- El papel del Senado. En España no había experiencia previa de una cámara así. La idea era hacer una cámara de representación territorial al estilo alemán y no lo es. Sería preciso reformar ese papel.

- ¿Y la tan hablada reforma para suprimir la primacía de los varones en el acceso a la corona?

- No sería preciso cambiar la Constitución para ello. En el texto se habla de esa primacía pero también de que nadie puede ser discriminado por razón de sexo. Eso parece entrar en colisión. Pero el artículo 57.5 dice que cualquier duda sobre la sucesión se resolverá por una ley orgánica. Ya está resuelto el problema. A veces hay un deseo de cambio que va más allá de la necesidad. No es malo tener por primera vez en la Historia una Constitución con 43 años de antigüedad y refrendada por una muy amplia mayoría.

- Estamos hablando de la Corona. Otro aspecto a debate: la forma de Estado no se ha sometido a consulta, dicen muchos. ¿Una Constitución se aprueba en bloque o debería someterse a consulta por secciones?

- Una constitución no se somete a consulta artículo por artículo; no hay un solo precedente de ello. Y nadie podrá decir que la forma de Estado pasase inadvertida en el referéndum. Aquello fue votado.

Vivir en paz y libertad

- Usted fue ponente de la Constitución. ¿Es, como la Transición, una herencia del franquismo?

- Lo diré con contundencia: solo la ignorancia puede dar fundamento a una acusación así. No fue heredera del franquismo. Por primera vez en la Historia de España se hacía un texto para dar respuesta a nuestra incapacidad de vivir en paz y libertad. Una respuesta que exigía una base de convivencia y respeto. Ganar la libertad es fácil, aprender a vivir en ella es mucho más difícil.

- Pero, ¿recibieron presiones?

- Los que veníamos de la oposición al franquismo no aceptábamos la presión del franquismo. ¿De verdad alguien puede creer que a Santiago Carrillo la impresionaba la herencia franquista? Queríamos dar un marco de convivencia para romper una tradición de intolerancia de dos siglos.

- Volvamos a las reformas de la Constitución. ¿Cree que existe la atmósfera precisa para abordar alguna?

- Las de poco calado se hacen con rapidez y sin problemas, como hemos visto. Las de más enjundia quizá sean inviables en este momento, pero puede ser consecuencia de que no existe una prioridad real. Si la hubiera, deberíamos pensar que la sensatez se impondría. Desde luego, no soy partidario de aprobar una reforma con el 50,5% de los votos. Si aceptamos eso, estaríamos ante la posibilidad de entrar en una dinámica de reformas continuas.

- ¿Pusieron un procedimiento tan exigente para las grandes reformas con objeto precisamente de evitar cambios continuos?

- Pensamos que era bueno que las reformas tuvieran un gran apoyo. Éramos conscientes de que el clima en que la elaboramos era excepcional porque era preciso crear las bases que rompieran con el pasado. Pero no había garantías de que el pasado no quisiera volver, y lo queríamos poner difícil. Las duras exigencias para reformas importantes deben ser entendidas sobre todo como una garantía, no como un encorsetamiento.

- Pero los procedimientos luego pueden saltarse. En Cataluña, con menos votos de los precisos para cambiar el Estatut, el Parlament proclamó la independencia.

- Justo esa experiencia demuestra que la Constitución prosperó. Nadie puede impedir pensar de una manera o de otra, pero la canalización del proyecto debe hacerse en el marco constitucional.

- ¿Qué hay de malo en votar? Esa es una pregunta que repiten como un mantra algunos políticos.

- No hay nada malo en votar. Por eso hemos hecho unas leyes. Cuando se da en el marco de las leyes que nos dimos nosotros mismos se puede votar. Otra cosa es que no esté contemplado por la ley.

- ¿Sería planteable que el Gobierno central cediera algunas competencias nuevas a los autonómicos y al tiempo recuperara otras cedidas con anterioridad en aras de una mayor eficacia?

- No solo es planteable, sino que ya se está haciendo. Hay legislación de base y eso permite lecturas más amplias o menos. Soy partidario de una Constitución flexible y leída con flexibilidad. Otros lo son de lo contrario, pero me parece absurdo cuando la flexibilidad es innata a la realidad social.

Cuestión de buenos y malos

- Y la realidad empuja.

- Los liberales preferimos que la sociedad marque el paso. Una sociedad es un hecho vivo y evoluciona. Y pasa en el tema autonómico. Una comunidad puede sentirse cada vez más segura en el uso de sus competencias. Ha adquirido madurez y es capaz de aceptar otras nuevas. Una política agraria debe ser diferente en Extremadura y el País Vasco. Y si algo lo impide, no tiene sentido. La excesiva rigidez sería un error.

- La Administración cercana funciona mejor, pero no siempre. Lo hemos vivido en algunos episodios de la pandemia donde la competencia entre administraciones llevó a subir los precios de algunos suministros.

- Eso justifica la necesidad de un Senado más representativo de los territorios. Si hay voluntad de acuerdo, muchas cosas serán posibles. Pero el desacuerdo tiene que dejar de ser rentable electoralmente. Si saco rédito de la discrepancia, discreparé siempre. Por el contrario, yo pienso que el país necesita otros Pactos de la Moncloa.

- ¿Habría sido posible hacer la Constitución con el ambiente político de hoy, con insultos casi cada día en el Parlamento?

- Imposible. Añadiré algo: el mejor remedio para disimular la falta de argumentos es el insulto. Y es preocupante porque debilita mucho el valor de la política y el respeto institucional.

- ¿Se desespera viendo algunos debates?

- Me disgusta mucho. El vacío programático se sintetiza en la división en bloques. No hay nada más fácil que eso, pero tampoco nada tan estéril ni que salga tan caro. La sociedad paga esa pobreza de argumentos. La democracia es pacto. Si defiendo el pluralismo, tendré que pactar. Hay que gestionar el interés general y eso pasa por diálogo y pactos. La libertad no es solo respetar la diferencia, sino hacerla posible. Si no, no vamos a ninguna parte.

- Hablando de gestionar, ¿el abismo abierto entre bloques en Cataluña está también en la sociedad?

- Esa es la gran cuestión que afecta no solo a Cataluña sino también a España e incluso a Europa. ¿Nos encontramos cómodos en una sociedad dividida? Puede que sí, que exista un confort en pensar que estás con los buenos y los demás son los malos. La clave es saber si la sociedad ha generado este clima o lo ha hecho la acción política. Y ese es un debate muy profundo.

- ¿Y a usted qué le parece?

- Ya no estoy en la acción política, pero no puedo comprender la política si no es para romper esa división. Toda mi vida he apostado por el pacto y el reconocimiento de la diferencia. Solo me alejo de quienes no respeten eso. La acción política debe cohesionar a la sociedad, y esta debe elegir si quiere eso, o la otra opción: la de los buenos y los malos. Tengo una anécdota personal al respecto.

- ¿Cuál?

- Como sabe, yo nací en el exilio, así que no debería ser dudoso sobre mis fidelidades. Pues bien, poco antes de fallecer mi padre me dijo: «Somos parte de los que perdimos la guerra». A mí me pareció evidente, pero mi padre iba más allá: «Lo somos desde el mismo día que se inició y ganara quien ganara», añadió. La división en bloques es muy peligrosa para la sociedad y genera declive. Si lo simplificamos todo, estamos perdidos. Si la reacción frente a la complejidad es el simplismo, eso nos conduce al populismo, que lleva un riesgo muy alto de confrontación.

- Usted se declara liberal. Una etiqueta que muchos que no lo son se atribuyen y que otros detestan porque lo asocian solo a lo económico.

- Y eso es muy injusto. Cuando se habla de liberalismo se cita mucho más a Adam Smith que a Voltaire. El liberalismo es una idea que puede impregnar a democristianos, conservadores y socialistas. El liberalismo es la base de la democracia. El Estado Social y Democrático de Derecho que compartimos con Europa tiene un potentísimo componente liberal. Y no olvidemos que en Francia en 1789 los revolucionarios eran los liberales.