TITULO : Los pilares del tiempo - Los adolescentes soviéticos que soñaban con ser escritores ,.
Los pilares del tiempo - Los adolescentes soviéticos que soñaban con ser escritores,.
Los adolescentes soviéticos que soñaban con ser escritores,.
fotos / Autorretrato de Ivan Khripunov (1923-1942?), un joven campesino soviético, dibujado en su diario.
Una investigadora de Cambridge revela el contenido de más de un veintenar de diarios de jóvenes en la Rusia de Stalin, donde retratan sus luchas con el amor, el hambre y la presión soviética para lograr sus objetivos, mientras construyen un camino como narradores,.
Ivan Khripunov tenía 17 años cuando escribió en su diario: “Las diez de la noche. Estoy sentado solo en la trastienda. Todos ya se han acostado… la tinta es mala, se difumina en el papel, y la pluma lo araña como un buen arado… Todo me impide trabajar… Pero tengo que llenar el diario, cueste lo que cueste”. Era 1940 y Khripunov, un adolescente campesino en la Rusia de Stalin, ensayaba con esas líneas difuminadas —casi obsesivamente, como hacía desde hace tres años— su camino para convertirse en escritor. “Pienso en mi futura gran obra literaria, en la que muestro mi vida y doy una descripción completa de la sociedad contemporánea”, escribió en otro momento. Su afán terminó pronto, cuando con 18 años fue reclutado por el Ejército Rojo. Lo reportaron como desaparecido dos veces, en marzo y en julio de 1942. La fecha exacta de su muerte nunca se supo.
Su diario, cuenta la investigadora de la Universidad de Cambridge Ekaterina Zadirko, “es solo el más ilustre ejemplo” de los muchos de una generación de adolescentes soviéticos nacidos a finales de la década de 1910 y principios de 1920 que “encontraban un desproporcionado interés en convertirse en escritores”. Para ello, ha estudiado más de una veintena de esos diarios inéditos, “habitualmente menospreciados por ser solo consideradas preocupaciones de adolescentes”, y acaba de publicar un artículo en la revista Slavic Review de la universidad — una publicación académica enfocada en trabajos sobre disciplinas relacionadas con Rusia, Eurasia central y Europa central y oriental— dedicado al diario de Khripunov. “Son una de las fuentes más perspicaces para explorar la muy flexible naturaleza de la subjetividad soviética”, expone.

Si los investigadores hasta ahora no le habían dado mucha importancia es porque la sociedad en la que vivían tampoco lo hacía. Los jóvenes aspirantes a escritores no habían conocido más realidad que la soviética. El mundo prerrevolucionario había terminado, y estaban profundamente presionados por una sociedad que esperaba de ellos la construcción del futuro socialista, pero sin ofrecerles muchas referencias a ese porvenir.
Además de lidiar con las emociones habituales de un adolescente —en un contexto que las reprimía—, las exigencias sociales y simbólicas del estalinismo eran parte del mundo adulto que tenían que dominar para crecer exitosamente. “La cultura soviética estaba muy enfocada en la infancia feliz. La idea eran los niños alegres que el Estado cuidaba y apoyaba que serían leales cuando crecieran. Pero no había ninguna representación cultural, ni siquiera en los medios, de la etapa intermedia. Es ese alguien que se está transformando, que duda, alguien cuyo cuerpo no es perfecto —porque el de los niños o adultos jóvenes [en la representación soviética] sí lo es—. Con esas experiencias de los adolescentes: enamorarse, dudar, tener sexo, sentirse solo... era algo en lo que la cultura soviética puritana no quería pensar. Así que estaba reprimido”, cuenta Zadirko.
En ese contexto de enorme incertidumbre personal, sigue la investigadora, “los diarios se convirtieron en un mecanismo para establecer un entendimiento coherente con ellos mismos. Un yo creado por una variedad de a veces controvertidas emociones y comportamientos”. Era una manera de encontrar distintas formas de autopresentación sin ser censurados o sancionados.

El propio Khripunov lo ejemplifica en un texto de 1941: “En el extranjero el amor es la principal meta de la vida… Para nosotros, el amor es secundario. Lo más importante es el trabajo común. Rara vez pronunciamos la palabra amor… Me enamoré de una chica, pero ella no me correspondió. En mi mente solo quería mirarla y no mancillar mi ternura con sueños de relaciones sexuales". O Vasili Trushkin, otro joven campesino que con 18 años escribió sobre estar con una chica llamada Natasha: “¡Es tan placentero sentir la cercanía de una mujer amada! Del vaso sagrado, cantado por muchos poetas, bebí con avidez el placer. Después, ya en la cama, no pude calmarme durante mucho tiempo”.
Aunque el amor era recurrente, no era de lo único de lo que se escribía, también lo hacían de la presión por triunfar, la hambruna que sufrían sus familias, el exilio o el reclutamiento para la guerra. “Los exámenes no deberían de definir la vida, ¿¡verdad?! ¿Pero qué es la vida verdadera? Mirad mis padres: viven y trabajan del sudor de su piel. ¿Quizá eso es ‘vida’? Si es así, que Dios me perdone. ¿Tal vez, la vida verdadera está en el ejército, en la guerra, en el frente?”, escribió Sergei Argirovski con 19 años. También Aleksei Smirov: “Hoy cumplo 18 años… Si recuerdo mi pasado e imagino mi futuro incierto, siento una sensación aterradora, una necesidad imperiosa de escapar de la vida, pero ni yo mismo sé adónde. Pero esta sensación es muy fuerte, casi frenética”.

Sus textos bebían directamente de referencias de los autores soviéticos clásicos que estudiaban en la escuela. “Hay una idea de que la cultura estalinista estaba muy centrada en la literatura, y, en cierto modo, es verdad”, cuenta la investigadora de Cambridge. “Los jóvenes estudiaban literatura clásica en la escuela: Pushkin, Nekrásov, etc. Y encontraron en poemas y novelas esas emociones que sentían y no sabían expresar, encontraron modelos a seguir, ejemplos, palabras para hablar de eso”. Fue en ese ejercicio de escritura para encontrar un sentido a su vida, el yo para presentar a la sociedad, que descubrieron también una vocación compartida.
Al menos eso defiende la investigadora: “Siempre se ha dicho que los diarios son espacios seguros para practicar métodos de autopresentación, pero yo sostengo, y es lo interesante aquí, que escribir para esos jóvenes no solo era una forma de procesar la frustración y trabajar en una estrategia para convertirse en adultos”, explica Zadirko. Porque ellos no solo contaban lo que les pasaba y sentían, sino que experimentaban con la forma de sus escritos; convertían pasajes en ficción, escribían poemas “que incluso luego juzgaban en una entrada siguiente”, y hablaban de sus diarios como un “diario de escritor”.
¿Y de dónde surge esta tan particular obsesión colectiva por escribir? Para Zadirko la respuesta es clara. “La cultura soviética ofrecía un rango de modelos heroicos, como pilotos o exploradores polares, pero en la práctica eran actividades que implicaban talento, habilidades físicas y larga experiencia y preparación que no era muy fácil de obtener. Pero había otra opción que parecía más realizable: convertirse en escritor soviético”. Además, estos jóvenes tenían clara la importancia de internalizar los marcos ideológicos de colectivización para recibir aceptación social y oportunidades profesionales, pero al mismo tiempo tenían un deseo de establecer la singularidad de su personalidad y experiencias de vida. Querían ser exitosos y sobresalir. La literatura tenía una gran relevancia en su contexto, la estudiaban con mucho énfasis en la escuela y leer, como dice la investigadora, “era el ocio más aceptado y adecuado”. Convertirse en escritores soviéticos era “una especie de agujero en el sistema” porque podían preservar sus experiencias, pensamientos, pero también venderlas al mundo y ser útil a la sociedad sin cambiar ni desaparecer entre la gente.
“La ideología soviética moldeó a la gente, pero no la lavaron por completo. No solo había verdaderos creyentes y disidentes. La gente no se limitaba a aceptar o rechazar la propaganda, ni a seguir sus reglas para sobrevivir. Los diarios muestran que los soviéticos, incluyendo a los adolescentes, eran muchas cosas a la vez, intentando forjar su identidad y comprender el mundo con lo que les era dado”, sentencia Zadirko. La mayoría de esos textos terminaron, como el de Iván, abruptamente cuando sus escritores entraron inevitablemente al ejército para la Segunda Guerra Mundial. Muchos fallecieron, y quienes sobrevivieron, envejecieron y murieron. Así lo hizo la propia Unión Soviética. “No podemos juzgarlos como escritores porque apenas empezaban, pero evidentemente había algo, había formas. Un futuro que no llegó”, termina la investigadora. Unos pocos lograron su objetivo, como David Samoilov, que terminó convirtiéndose en uno de los poetas más famosos de su generación.
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REVISTA QUO - Rajoy ajusta cuentas con Sánchez: «Está a la desesperada, retrasando lo inevitable»
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Rajoy ajusta cuentas con Sánchez: «Está a la desesperada, retrasando lo inevitable»,.
Se suma a los mensajes más duros y acusa al PSOE «de cambiar el régimen por la puerta de atrás»,.
Mariano Rajoy con Alberto Núñez Feijóo,.
Mariano Rajoy tomó la palabra en el congreso nacional del PP como acostumbra desde que se fue de la política en 2018, cuando prosperó la moción de censura que le echó de La Moncloa: arrancando risas entre los asistentes y tirando de retranca de principio a fin. Por si alguien tenía alguna duda -era difícil- brindó un apoyo absoluto a Alberto Núñez Feijóo, al que le regaló el mejor elogio posible con todos los barones autonómicos en la primera fila: «Encarna mejor que nadie lo que es este partido».
Tras repasar los éxitos electorales del partido en los últimos tres años y reivindicar al PP como «uno de los referentes más sólidos del centro derecha en Europa», se lanzó a ajustar cuentas con Pedro Sánchez: «La situación política en España es muy mala, lo saben sobre todo los que nos han traído hasta aquí. Y no hay más que verles la cara que lucen últimamente», advirtió. Rajoy aseguró que «hemos visto de todo, cosas que no podíamos imaginar, disparatadas». Y continuó: «Todas arrancan desde el mismo origen: quien perdió las elecciones se dispuso a mantenerse en el poder a cambio de un chantaje constante».
El mensaje a Sánchez fue muy claro: «En 2018 ya le dije que para dar lecciones hay que estar muy seguros. Si no, lo mejor es callarse. No están hoy ni estaban entonces para dar lecciones», le reprochó al presidente del Gobierno, que «tiene una ambición sin límites».
Rajoy no pudo evitar referirse al caso de Leire Díez: «Nunca se había visto a una destacada dirigente socialista arropada por el secretario de Organización creando un sindicato de intereses para organizar campañas de desprestigio a jueces, fiscales y guardias civiles. Es que es alucinante. No se conocen precedentes de algo así», se despachó.
Dirigiéndose a todos los cargos del PP, a los que encomendó «reconstruir la moral pública» en vista de la situación actual, cargó contra el Gobierno acusándolo de estar «endureciendo leyes contra la independencia judicial» y respondiendo a los ataques que tantas veces repite el PSOE contra el PP: «La diferencia es que unos actuamos contra la corrupción y otros lo hacen contra los jueces, fiscales y guardias civiles», remató.
«No se trata de hacer un nuevo sanchismo con logo del PP», dijo el expresidente, insistiendo en el cambio que está por venir. «La democracia española debe volver a ser esa democracia modélica», reiteró a las filas populares, entregadas a los oradores de la jornada. Le había precedido José María Aznar.
«España no tiene Presupuestos ni tiene elecciones. Y solo importa que no venga la derecha. Están atrincherados, a la desesperada, tratando de retrasar lo inevitable. Y ese día será el día en el que todos se irán a su casa», advirtió en otro recado a Sánchez. No dudó en cargar contra las reformas judiciales de Félix Bolaños y tampoco contra los argumentos tan repetidos por el Gobierno para defender la ley de amnistía: «Hay quien piensa que la democracia es votar y disfrutar de una especie de patente de corso sin limitación. Pero alcanzar el gobierno no faculta más que a gobernar. No sirve para apoderarte de instituciones o cambiar el régimen por la puerta atrás», zanjó.
También tuvo palabras muy duras contra el Tribunal Constitucional: «No se trata de echar más leña al fuego, sino de no callarse cuando las decisiones van contra el interés general». «Y esa decisión es una auténtica mutación de la Constitución sin precedentes», recalcó, anticipando que la amnistía ha abierto paso a otra sentencia «que permita el referéndum». «¿Y por qué no?», se preguntó.


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