jueves, 31 de octubre de 2013

BENDITA LOCURA EN EL BERNABÉU,.REAL MADRID-7- SEVILLA-3-/ Redford, icono del thriller político,.

TÍTULO; BENDITA LOCURA EN EL BERNABÉU,.REAL MADRID-7- SEVILLA-3-.
  1. Vibrante, vistoso, loco y desencorsetado duelo en el Bernabéu que ni siquiera pudo afear un mal árbitro, otro más, empeñado en pitar penaltis ...
     

    FÚTBOL

    Bendita locura en el Bernabéu

    Bale y Cristiano, autores de cinco de los siete goles del Madrid. /foto
    Vibrante, vistoso, loco y desencorsetado duelo en el Bernabéu que ni siquiera pudo afear un mal árbitro, otro más, empeñado en pitar penaltis inexistentes y en ser más protagonista que las estrellas. Un choque donde el Madrid dejó muestras de ese equipo extraordinario que debe llegar a ser pero también cometió distracciones imperdonables en defensa que permitieron crecer a un Sevilla muy extraño para ser entrenado por el detallista Unai Emery. Contrates, dobles caras y un Gareth Bale que se convirtió en el jugador de la noche. Disfrutaba de su primer partido como titular en el Bernabéu, marcó dos goles, el primero de gran belleza, dio dos asistencias con la derecha, recordó a ese jugador cañón que maravilló en el Tottenham y estropeó su imagen con una caída teatral dentro del área que le retrata y le daña aún más que esa protrusión en la espalda.
    Espoleado por la falta de respeto del máximo dirigente del fútbol mundial, Cristiano aceleró, firmó un triplete y superó los 156 goles en Liga del mítico Puskas. Tras anotar el primero de la serie, de penalti, el «comandante» se cuadró y utilizó un saludo militar que dará la vuelta al mundo. Desde la distancia, respondía así, con goles y gestos, a ese dirigente con dotes de ‘Chiquito de la Calzada’, de mal parodiante.
    Anécdotas al margen, Benzema se reencontró con los aplausos, los pases y controles geniales y los goles, Isco se reivindicó tras verle las orejas el lobo durante dos partidos en el banquillo y Xabi Alonso volvió a sentirse futbolista. Pero hubo más porque Arbeloa fue recriminado por la exigente hinchada merengue. Durante varias fases del partido, el defensa internacional fue un coladero por el que Vitolo, otro magnífico futbolista de la inagotable escuela canario, y Jairo, penetraron hasta el fondo.
    Ambiente cargado en Chamartín en una jornada de resaca de clásico. Loas a Cristiano, insultos al guasón Joseph Blatter y tímidos pero sintomáticos abucheos a Carlo Ancelotti en los prolegómenos. Un técnico que realizó cuatro cambios con respecto al once del Camp Nou, ya que entraron Arbeloa, Illarramendi, Isco y Benzemá en lugar de Carvajal, Pepe, Modric y Di María. Pero, por encima de todo, no jugaba un central de medio, ni Bale de ariete, donde el galés no puede desarrollar sus virtudes porque no encuentra espacios y ejerce casi más de espaldas que hacia el frente.
    Un once lógico
    Con un equipo mucho más lógico, el Madrid brilló como no se recordaba en la primera media hora. Junto, dinámico con y sin balón, solidario, rápido, versátil y decidido. Presionó arriba, robó y jugó a uno o dos toques. Cuatro jugadores por encima de todos. El letal Cristiano; Isco, que se ofrecía, zigzagueaba, driblaba y asistía; Benzema, un fenómeno en los desmarques que se abrazó a Zidane cuando marcó en la segunda parte; y Gareth Bale, que por fin se soltó y dejó claro que no se le ha olvidado jugar el fútbol. Entró desde la derecha, a pierna cambiada, y se asoció a la perfección con Karim.
    El duelo se abrió tras una combinación maravillosa y un movimiento enorme de Cristiano, que se llevó a dos defensores y facilitó el trabajo de galés. Bale controló, recortó hacia fuera y la rompió de rosca. Un magnífico gol que desnudó a un Sevilla que se presentaba después de siete partidos sin perder, cinco de ellos en Liga, y con una defensa de cinco o de tres, según se mire y dependiendo de si Figueiras y Alberto Moreno se incorporaban al centro del campo o reculaban, como hicieron al principio.
    Era la noche de Gareth. Así lo entendió Cristiano, que le permitió incluso lanzar un golpe francó que se convirtió en gol tras desviar con la mano Moreno en la barrera. A partir de ahí, la noche se transformó en un correcalles magnífico para el espectador y, seguramente, difícil de asimilar por los entrenadores. Cuando Cristiano firmó el tercero, de penalti, había sensación de goleada pero no de que los hispalenses rondasen incluso el empate. Rakitic, de penalti, y Bacca acercaron distancias antes del descanso. Y en el arranque de la segunda parte, Jairo la tuvo justo antes de que reapareciese el huracán blanco. Rakitic falló un penalti y el Bernabéu acabó de fiesta, con gritos de «¡Diego Costa, no es español!».
    1. De aquel personaje perplejo perseguido por la CIA que interpretaba un joven -foto-Robert Redford en 1975 en Los tres días del Cóndor (Sydney ...
    Redford, icono del thriller político 
    De aquel personaje perplejo perseguido por la CIA que interpretaba un joven Robert Redford en 1975 en 'Los tres días del Cóndor' (Sydney Pollack) al James Grant-Nick Sloan buscado por el FBI de 'Pacto de silencio', film dirigido por el mismo Redford, median tres décadas, si bien ambos personajes sirven para emitir una crítica a los cuerpos de investigación americanos, a sus métodos, a su falta de escrúpulos y matices. En efecto, uno de los actores, directores, productores más influyentes y con mayor interés en el cine político de la industria americana, Robert Redford, está de vuelta con un thriller político, con periodismo al fondo, que revela su continuado interés por un género que él mismo ayudó a diseñar en los setenta con films como 'Todos los hombres del presidente' (Alan J. Pakula, 1976), el mencionado film de Sidney Pollack, 'Los tres días del Cóndor' o 'El candidato' (Michael Ritchie, 1972).
    En 'Pacto de silencio', Robert Redford es James Grant un abogado pro derechos civiles, viudo, y con una hija de 12 años que vive una vida tranquila en Albany, Nueva York. Su cotidiano pegará un vuelco cuando una activista (Susan Sarandon) del grupo Weather Underground, grupo de la izquierda radical de fines de los sesenta y primeros setenta, decide salir de su tapadera de ama de casa para confesar el asesinato de un guardia de seguridad en el asalto a un banco 30 años atrás. Un joven periodista con altas dosis de ambición personal (Shia LaBeouf), pone a Grant frente a los fantasmas de su pasado, al desentrañar su verdadera identidad como antiguo radical antibelicista. El periodista destapa que el personaje de Redford fue también integrante del grupo radical Weather Underground, conocido por sus actividades violentas en contra de las políticas belicistas del gobierno americano en los años de la Guerra de Vietnam. La investigación de LaBeouf lo obligará a emprender nuevamente una vida de fugitivo.
    Culpabilidad, confrontación con los ideales de juventud, condena de aquello de «el fin justifica los medios», cierta nostalgia del activismo sesentero. La película busca levantar preguntas sobre las consecuencias de la militancia política como ¿cuáles han sido los sacrificios? ¿es sostenible con los años la militancia violenta? o ¿lo volverían a hacer? La deriva del film hacia el drama familiar parece apuntar algunas respuestas para un Robert Redford, que, a pesar de mantener la actitud crítica con el gobierno estadounidense -con alusiones directas a la estafa de las preferentes, entre otras- parece mantener una mirada más conservadora y también más matizada: cuidar a la familia es mucho más importante que cuidar los ideales.
    El reparto es apabullante: desde el propio Redford, a Susan Sarandon, pasando por Richard Jenkins, Nick Nolte o Julie Christie, entre muchos otros, todos compañeros de un activismo basado en el apoyo mutuo aun pasadas tres décadas y muchos conflictos éticos de por medio. Esa solidaridad de hierro, Redford la confronta con el individualismo y la ambición desmedida del personaje de Shia Labeouf, que sirve para tocar otra de las pasiones de Robert Redford: el periodismo, cuyo film icónico es 'Todos los hombres del presidente', protagonizada por Redford.
    En la presentación de 'Pacto de silencio' en EE UU Redford ha abundado en su interés por dicho oficio: «Obviamente estoy fascinado por el periodismo, de hecho ha sido el foco en algunos de los films que he hecho a lo largo de mi carrera. Suelo poner un ojo crítico en el periodismo, pero eso es porque realmente me importa. Creo que es muy importante para la sociedad, y que hoy en día ha cambiado y no siempre para bien. Con tanta información como hay hoy, muchas veces se vuelve difícil encontrar la verdad».
    Mezclando lo personal y lo político, 'Pacto de silencio' deja claro una vez más el interés de Redford en el cine que fija su mirada en los compromisos éticos y morales de la sociedad contemporánea, por mucho que este film no tenga el vigor y la contundencia de los films que el actor protagonizó en los setenta. Más adelante, su interés no ha mermado, como demuestran films como 'Leones por corderos', donde el actor, productor y director, además de creador del festival de Sundance, ponía la mirada sobre el conflicto de Afganistán, y buscaba una vez más poner al espectador en una tesitura ética más allá de la sala de cine.

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