miércoles, 23 de octubre de 2013

¿Quién no mete la pata en su trabajo?» / La calderilla de Bill Gates,.


A ti te gusta hablar de tu vida privada?». Con esta contundente pregunta retórica responde-foto- Sara Carbonero ante cualquier cuestión ..



Sara Carbonero: «¿Quién no mete la pata en su trabajo?»A ti te gusta hablar de tu vida privada?». Con esta contundente pregunta retórica responde Sara Carbonero ante cualquier cuestión relacionada con su vida más allá de los focos. De todas formas, parece que las 26 semanas de embarazo han 'ablandado' a la periodista, que aunque no habla de Iker Casillas, sí desvela en una entrevista a 'Telva' que las críticas no le afectan demasiado y que ni ha pensado en retirarse con solo 29 años como se ha especulado. «Cuando estás expuesta, siempre hay críticas, pero eso no me ha amargado ningún momento profesional bonito. ¿Quién no mete la pata en su trabajo? Y más, tras ocho horas de directo y en unas condiciones como las nuestras, en las que en absoluto tienes las facilidades para ver el fútbol como lo ve la gente en su casa», explica la periodista deportiva, haciendo alusión al conocido 'Gracias Sara', que tan de moda se puso en la pasada Eurocopa para mofarse en la red de sus errores.
Carbonero ya tiene marcada en rojo una fecha en el calendario, el día que espera estar reincorporada de su baja maternal si todo va bien: el Mundial de fútbol de Brasil del próximo mes de junio. Nada de dedicarse a vivir de su revalorizada imagen protagonizando todo tipo de campañas publicitarias, por las que factura un buen pico. No en vano, se especula con que solo de Women's Secret se ha embolsado más de 100.000 euros.
«Me gusta mi trabajo. Cada día es distinto, siempre hay un momento en que no sabes qué va a pasar y eso da mucha adrenalina. Si todo va bien y normal, me cogeré mi baja de maternidad y volveré después», zanja Carbonero, que también admite que le encantaría entrevistar algún día a Angelina Jolie. «Me parece admirable cómo lo compagina todo (...) Siendo una mujer bellísima, eso queda en segundo plano».
Este y otros sueños los contará a partir de ahora en su blog 'Cuando nadie me ve' -título tomado de una de sus canciones favoritas de Alejandro Sanz- y que ayer inauguró en la revista 'Elle'. Pese a ser alérgica a las redes sociales, la novia de Iker Casillas se ha comprometido a compartir semanalmente la vida «que hasta ahora nadie ve». Eso sí, no resuelve la principal duda: ¿presentará a su pequeño en el blog? A finales de año se desvelará la incógnita.
  1. La calderilla de Bill Gates
    Los asistentes a una conferencia sobre tecnología que se celebró en Long Beach (California) en 2009 se quedaron atónitos cuando Bill Gates ...
     

    una fortuna muy repartida

    La calderilla de Bill Gates

    Si diera un billete de diez dólares a cada uno de los ciudadanos de este mundo, seguiría teniendo el suficiente dinero para invertir en empresas como FCC

    Los asistentes a una conferencia sobre tecnología que se celebró en Long Beach (California) en 2009 se quedaron atónitos cuando Bill Gates (Seattle, 1955) sacó un tarro de cristal -a simple vista sin contenido- y espetó: «Los mosquitos transmiten la malaria. He traído algunos y los voy a dejar que pululen por aquí. Es injusto que solo los pobres se infecten». Hubo quienes empezaron a revolverse incómodos en sus asientos y por un momento pareció imponerse el caos. Hasta que, pasado un minuto, Gates tranquilizó al auditorio: nadie tenía que preocuparse, que aquellos bichos no transmitían ninguna enfermedad. En cambio, a aquel selecto público ya no se le quitó de la cabeza la idea de que «los investigadores tienen menos dinero para combatir la malaria que la calvicie». El creador de Windows, gurú de la era digital, se había convertido en el factótum de la solidaridad mundial.
    Por aquel entonces, Bill Gates ya llevaba un año lejos del trajín de la dirección de Microsoft, la compañía que fundó, que después le hizo multimillonario y a la que ahora le dedica algunas migajas de su tiempo como presidente de honor. Tenía otras cosas más importantes en las que pensar, como la Fundación Bill y Melinda Gates -creada en 2000 junto a su mujer con fines tan loables como la erradicación de la pobreza, la reducción de la mortalidad infantil y la lucha contra las enfermedades-, o los nuevos negocios que empezaban a surgir en el horizonte en multitud de sectores que tenían poco o nada que ver con la informática. Una jugada que no le ha salido nada mal, a tenor de la última lista de los hombres más ricos del planeta, elaborada por Bloomberg, y en la que vuelve a aparecer en primer lugar con un patrimonio de 72.200 millones de dólares, más de 52.500 millones de euros. Una pequeña parte, como si hubiera sido un pellizco de la lotería, ha caído esta semana en la multinacional española FCC, la constructora de Esther Koplowitz en la que Bill Gates entra como segundo accionista después de desembolsar 113,5 millones de euros por un paquete de 7,6 millones de acciones. Lo mismo que vale su mansión de Seattle, que ronda los 123 millones.
    De residuos a refrescos
    Y eso que el nuevo prócer de FCC ha invertido en la constructora solo un 0,21% de una fortuna cuyo montante total supera el PIB de países como Croacia, Luxemburgo, Uruguay o Costa Rica. Si Bill Gates fuera una nación, estaría entre las 66 más ricas. Y si repartiera diez dólares a cada ser humano, aún le sobraría un considerable pastizal que le daría para vivir a cuerpo de rey el resto de sus días. Pero no se haga ilusiones. No le llegará a su casa un billete de diez 'pavos' por cortesía de Microsoft, cuyas acciones solo suponen una quinta parte de su patrimonio. Casi todas sus inversiones están bien aseguradas en Cascade Investment L.L.C., un conglomerado empresarial con el que Bill Gates ha diversificado -y ampliado- su descomunal montaña de billetes en sociedades que van desde los residuos a los refrescos, pasando por el motor o las televisiones. Coca-Cola -su bebida favorita-, John Deere, la empresa pública de trenes de Canadá o los hoteles Four Seasons son una minúscula muestra de lo largos que son los tentáculos financieros de este gurú, que no ha dejado de crecer desde que con 17 años vendiera su primer 'invento' por 4.200 dólares.
    Pero, de la misma manera que gana el dinero, lo reparte. No entre su familia ni con sobres de diez dólares, sino a través de la fundación que él mismo administra junto a su amigo y compañero de partida de bridge Warren Buffett, otro multimillonario norteamericano que comparte con Gates muchas cosas, aunque entre ellas no está el amor por las nuevas tecnologías. Buffett no tiene -ni quiere- ordenador ni móvil. Una pequeña 'diferencia' que no les impide, sin embargo, manejar la Fundación Bill y Melinda Gates, que concentra la mayor parte de los recursos económicos de este rey Midas, premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional en 2006. Casi la mitad de su fortuna, unos 36.400 millones de dólares, está en la caja de la institución, que solo en partidas sanitarias duplica el presupuesto anual de la OMS y que desarrolla macroprogramas contra la malaria, la polio -este junto a otro magnate, Carlos Slim- y otras enfermedades radicadas en los países más pobres. De vez en cuando, también invierte en peculiares proyectos, como un concurso de ideas para buscar nuevas generaciones de preservativos o retretes sostenibles que transformen las heces en electricidad e hidrógeno. Eso sí, tampoco escatima cuando se trata de financiar la investigación sobre la vacuna del sida, que cree que llegará en un plazo «de entre seis y diez años». Y mientras se produce tan buena nueva, Bill Gates, que es el primero que reconoce que «no es habitual tener tanto dinero», sigue promocionando la iniciativa 'The Giving Pledge' (El compromiso de dar), con la que invita a todos los ricos a donar parte de su capital a fines benéficos. Si no le hacen caso, siempre le quedará el truco del tarro, los mosquitos y la malaria.
    millones de euros es la fortuna estimada de Bill Gates. El empresario ya ha dicho en más de una ocasión que no dejará «nada» a sus tres hijos y que la idea es que, con el tiempo, la Fundación Bill y Melinda Gates acabe disponiendo del 95% del patrimonio.
    Con la entrada de Bill Gates en FCC, el magnate pasa a ser el segundo mayor accionista de la compañía, solo por detrás de Esther Koplowitz. La constructora forma así parte de la amplísima lista de inversiones de Gates, en la que ya están Coca Cola, John Deere o la cadena de hoteles Four Seasons.

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