domingo, 27 de octubre de 2013

REVISTA D. BALON,. El Barça hunde el plan fallido de Ancelotti (2-1) / TERCERA GRUPO 14,. AT.SAN JOSE-3- CASTUERA-0-/ REVISTA FOTOGRAMA,. Terry O'Neill, la mirada invisible .

  1. El Barça hunde el plan fallido de Ancelotti (2-1)El primer clásico de la temporada, el Barça-Madrid, estaba anunciado como un choque de trenes entre los dos capos del fútbol español, ...

    FÚTBOL


    El Barça hunde el plan fallido de Ancelotti (2-1)


    Neymar y Alexis acaban con el experimento del italiano, que sacó de sitio a Ramos y Bale



    El primer clásico de la temporada, el Barça-Madrid, estaba anunciado como un choque de trenes entre los dos capos del fútbol español, un duelo de altos vueltos entre los mejores jugadores del mundo, entre Messi y Cristiano Ronaldo, entre Neymar y Bale, y acabó como un enfrentamiento muy vibrante, intenso, pero no del todo brillante en el juego, en el que se impuso el menos malo y el que acertó con dos golazos. En este caso fue el Barça, que firmó una buena primera parte, aprovechó mejor sus oportunidades y supo sufrir cuando el rival apretó. El Madrid, en cambio, fue una sombra de equipo en los primeros 45 minutos, se rehizo tras el descanso y pudo empatar cuando el partido iba ajustado, porque Benzema estrelló un derechazo al palo y Cristiano fue objeto de penalti. Sin embargo, al equipo merengue le faltó juego, llegada y un patrón.
    El Real Madrid, que cae a seis puntos de los azulgrana, sale muy 'tocado' del clásico. Sus jugadores parecen desorientados, confusos, no encuentran el norte y su fútbol sufre cuando no pueden explotar las contras. Más allá de la casta, a día de hoy el Madrid ofrece poco. Pero sobre todo, sale 'tocado' el técnico blanco, Carlo Ancelotti, que sorprendió con varias decisiones, todas ellas equivocadas y a la postre decisivas para el desenlace del choque.
    La primera, en el centro del campo. Buscó el músculo, la experiencia y la contundencia con Sergio Ramos en el eje de la medular y renunció a la creación y la salida más oxigenada que le ofrece Illarramendi. El italiano esperaba una guerra en el centro del campo y quiso armarse con el defensa sevillano, al que se vio aseado con el balón, aunque desubicado, por lo que entorpeció la construcción, especialmente cuando entraba en acción Modric, que no acabó de encontrarse junto al de Camas y Khedira.
    La otra decisión de Ancelotti que no tenía explicación estaba en la delantera. Prescindió del '9' (Benzema empezó en el banco y Morata vio el partido desde la grada) y se la jugó con Di María, Bale y Cristiano como tridente algo extraño. Además, la tripleta blanca cambió tanto sus posiciones que al final ninguno de ellos dio la impresión de saber dónde jugaba. Ni Ronaldo se sentía peligroso, ni Di María se nutría de balones para encarar al contrario. Lo de Bale ya es otro cantar. Cien millones no los vale nadie, pero muchos menos él, que a día de hoy está a años luz de parecer el futbolista más caro del planeta. Ancelotti tiene un problema: tiene que hacerle jugar, aunque da la impresión de que no sabe muy bien dónde ponerle. Su rodaje se antoja complicado. En definitiva, el Madrid no sabía muy bien a qué jugaba. Esta circunstancia se hizo mucho más palpable a raíz del gol azulgrana, marcado por Neymar en el minuto 18. A partir de entonces el Barça reculó unos metros, permitió al Madrid construir desde atrás y ahí es donde al conjunto blanco se le veían las vergüenzas y donde no podía esconder sus limitaciones. El cuadro de Chamartín había planteado un partido para robar rápido y salir con sus balas atacantes y se encontró con un problemón con tanto balón en los pies.
    Dudas en ambos bandos
    El Barça, en cambio, se sentía cada vez más cómodo desde una posición atrasada. Con un Neymar muy activo y muy peligroso y de estilete en la banda, Messi intentando moverse por todos lados (aunque sin chispa) y Cesc bastante pendiente de apoyar a Busquets, Xavi e Iniesta en la creación y en la recuperación, el conjunto de Gerardo Martino se adaptó mejor al choque. El Barça, en cualquier caso, también ofrece dudas. A día de hoy aplica la teoría del vaso medio lleno o medio vacío. Los optimistas, Martino entre ellos, ponen sobre la mesa las nueve victorias y un empate, el descaro de Neymar, el crecimiento de Alexis, los chispazos intermitentes de Messi y, sobre todo, que aunque el juego no es muy brillante, siempre puede mejorar. Los pesimistas, por su parte, ven un equipo más conservador, que pega mucho pelotazo y excesivamente dependiente de sus dos figuras (Neymar y Messi), en parte porque Xavi e Iniesta (a pesar de que completaron un buen clásico) no están finos. Los culés negativos echan en falta el juego que ha definido a este equipo en el último lustro.
    El caso es que el Barça reculó tanto que en la segunda parte el choque se le empezó a torcer de verdad. Ancelotti corrigió el error, dio entrada a Illarramendi y Benzema y con un Barcelona cada vez más desconectado, el Madrid se fue haciendo dueño del partido. Su dominio duró un buen tramo de la segunda parte y a los azulgrana se les veía que no sabían cómo contrarrestarlo. Buscaban en exceso el balón cruzado, para lanzar las contras, y el Madrid recuperaba muy rápido. El clásico de los contrastes, el de las paradojas, en el que uno -el Barça- jugaba a la contra, cuando nunca lo ha hecho, y el otro se iba creciendo, pudo cambiar en el minuto 70. Ronaldo cazó un balón en el área, notó el contacto de Adriano sobre su espalda y cayó. A la jugada siguiente. Benzema armó un cañonazo que dejó temblando el larguero de Valdés. Fueron las dos mejores ocasiones del Madrid en todo el partido, al margen de otro zurdazo de Cristiano, y poco más. El Barça ha aprendido a jugar con el resultado, aunque a veces está cerca de quemarse.
    TÍTULO; TERCERA GRUPO 14,. AT.SAN JOSE-3- CASTUERA-0-.

    El Castuera pierde contra el San Jose en un partido con muchos fallos en la defensa, etc,.



    1. Su silencio vale tanto como sus imágenes. Churchill, Mandela, Margaret Thatcher, Isabel II, Pelé, los Beatles y los Rolling, Frank Sinatra, Ava ...

      Su silencio vale tanto como sus imágenes. Churchill, Mandela, Margaret Thatcher, Isabel II, Pelé, los Beatles y los Rolling, Frank Sinatra, Ava Gardner, Audrey Hepburn, Sean Connery o Kate Moss se rindieron ante la cámara y el encanto de Terry O'Neill (Londres, 1938). El legendario fotógrafo invisible les mitificó con sus retratos y calló lo que vivió con ellos. Sus imágenes se reúnen en la muestra 'El rostro de las leyendas', que recorre la trayectoria del genial fotografo británico, que sedujo y catapultó con su cámara a mitos del cine, la música, la moda y la política de la segunda mitad del siglo XX. La Fundación Telefónica exhibe en sus salas de Madrid 66 retratos, desde unos imberbes Beatles y Stones hasta la serie que le convirtió durante tres décadas en la sombra de Frank Sinatra, o su rutilante constelación de astros del cine.
      Cristina Carrillo de Albornoz, la comisaria, centra la exposición en unos retratos intimistas y muy naturales. Se exhiben en seis espacios: supermodelos; política, realeza y deporte; los años 60; los años 70; Hollywood y los años 80 y Estrellas del Pop y del Rock. Arranca con la última fotografía pública de Winston Churchill y concluye con la instantánea del 90 cumpleaños del expresidente sudafricano Nelson Mandela y el retrato oficial de Pelé para el Mundial del fútbol de Brasil.
      La espontaneidad y la cercanía están en el ADN fotográfico de O'Neill. La discreción para manejaba su pequeña réflex y el tiempo que dedicaba a sus modelos son sus infalibles herramientas. Cuando se usaban aparatosas cámaras de grandes planchas, irrumpió con su pequeña cámara de 35 milímetros «comprada en Fleet Street que me permitía tomar las fotos de manera espontánea, discreta y directa; fue una puerta de bienvenida a la fama», dice.
      Mantuvo O'Neill siempe su estilo natural y directo. «Ser invisible, tener paciencia y saber combinar discreción y mano izquierda» son para él las reglas de oro de un buen fotógrafo. Hoy acepta encargos de forma esporádica y excepcional, como retratar a Isabell II de Inglaterra, las últimas fotografías oficiales de Nelson Mandela en 2008 o la foto oficial del Mundial de fútbol de Brasil en 2014, en la que aparece Pelé con la Copa del Mundo y que se exhibe por primera vez.
      Fotógrafo temprano de los Beatles y los Stones, captó su primera imagen del cuarteto de Liverpool en 1963, en el patio de los míticos estudios Abbey Road durante la grabación de 'Please, please', su primer disco. Por primera vez un grupo pop fue portada de un periódico, el 'Daily Sketch', que agotó su tirada.
      Vivió O'Neill a tope los 60 y los 70 en un Londres en ebullición. Fotografió a David Bowie y Elton John -lanzó su carrera con unas fotos en Vogue-, a actores como Michael Caine o Julie Christie, a diseñadoras como Mary Quant y a míticas modelos como la pionera Twiggy, Jean Shrimpton, Naomi Campbell o Kate Moss.
      El animal más bello del mundo, Ava Gardner, refulgió ante su objetivo, como Raquel Welch, Brigitte Bardot, Faye Dunaway o Goldie Hawn. Retrató a Marlene Dietrich en su último concierto en Europa y a Romy Schneider un par de meses antes de su fallecimiento. Pero O'Neill solo se rinde ante Audrey Hepburn, «la estrella más distinguida que he fotografiado». «Perfecta, bellísima e irrepetible; era imposible tomarle una mala foto. No habrá una nueva Audrey», asegura.
      Durante tres décadas fue la sombra de Frank Sinatra. «Nunca fuimos amigos», acota este testigo cercano y sigiloso de 'La voz', que le permitió acompañarlo a todas partes desde su encuentro en el rodaje de 'La mujer de cemento' (1968). «Lo mejor para un fotógrafo es ser ignorado. Podía entrar y salir a mi antojo y tomar las fotos que quisiera. Trabaja maravillosamente con una espontaneidad que ahora es imposible. Los relaciones Públicas lo complican todo», lamenta O'Neill, que niega a los paparazzi la condición de fotógrafos.
      En Hollywood, con la ayuda de sus amigos Michael Caine y Richard Burton, entró en la crema y fotografó a astros del cine como Steve McQueen, Al Pacino, Robert Redford, Clint Eastwood, Groucho Marx y Paul Newman. O'Neill es el único que ha inmortalizado a todos los actores que han sido James Bond. Se queda con Sean Connery, «el hombre más masculino al que he retratado», dice recordando que quiso ser músico de jazz y se hizo fotógrafo «por casualidad».

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