sábado, 26 de octubre de 2013

ENREDATE, ANATOMIA DE UN TECNOBULO:/ LA MUJER DE ROJO,..La Juez Alaya,.

TÍTULO; ENREDATE, ANATOMIA DE UN TECNOBULO,.

¿ A quién le importa?

Su primera oración fue una pregunta: ¿por qué guardas la mierda junto a las joyas de la abuela? Quedé congelado y no supe responder. Sus joyas son un auténtico tesoro; el inventario contiene una amplia variedad de sentimientos de los cuales sobresale el miedo que nos invade al contemplar el abismo residente en un par de ojos ajenos.
Es una pena que los tesoros sean valiosos sólo hasta que notamos su ausencia. Despertamos a mitad de la madrugada y buscamos con desesperación al menos el rastro de un cigarrillo en la cajetilla vacía. Después de confirmar que el empaque es una caja solitaria, comenzamos a inventar mentiras que lograremos creer con enorme derroche de estupidez. Decimos que las farolas estaban encendidas al medio día, que por años la luna dejó huérfanas a las estrellas y que Ricky Martin es un poeta. Cuando ya no tenemos petróleo hacemos guerra, cuando llega la sequía también hacemos guerra, hay mensajeros de paz pero a nadie realmente preocupan las guerras porque incluso las hacemos por ocio y mucho menos la ausencia, que es una milicia sigilosa, nos arrebata de pronto el sueño. Lo que nos ocupa es reencontrar los tesoros perdidos que casi nunca se hallan colgados en la pared y tampoco responden llamadas porque los números telefónicos tienen fecha de caducidad. La pre-ocupación no parece ser una cualidad humana y sobre todo cuando sin escrúpulos desechamos, por ejemplo, las palabras que algún día se convertirán en diamantes perdidos en la historia de la existencia.
¿Cómo se siente descubrir que las risas se agotaron? Tal vez hallas algunas en la televisión, pero sabes muy bien que no fueron hechas para ti... que no son tus risas sino las de ellos. Yo no recuerdo cómo se siente, pero sé que al extrañar esos hilarantes momentos me refugiaré de inmediato en las viejas manchas del suelo o en lejanos planetas que brillan en el cielo. Mientras tú respondes mi pregunta, yo continúo: el tesoro de la abuela estuvo oculto en un cajón.

 TÍTULO; LA MUJER DE ROJO,.La Juez Alaya,.

 La Juez Alaya-foto,.

Kelly LeBrock fue la mujer de rojo en aquella película de los 80 que recordamos por su belleza en un espectacular vestido rojo, pero no por su calidad. Y una famosa jueza española fue también la mujer de rojo hace unos días en las portadas de la prensa que recordaremos por la operación judicial contra unos sindicalistas, pero quizá también por otro espectacular vestido rojo. Un vestido rojo muy ajustado con el que vimos el vestido y no a la mujer, como habría dicho Coco Chanel. Y que me hace pensar nuevamente en ese eterno problema no resuelto de las mujeres con la vestimenta y el trabajo.
Piensan muchos que tal problema es inexistente, que podemos ponernos lo que no dé la gana para trabajar, sea un vestido ajustado de estrella de cine para detener sindicalistas, sea una minifalda estilo Twiggy como se puso otra juez, de Melilla, para dirigir un registro en el Ayuntamiento. O sean unos leggins como los que lució la presidenta argentina para un mitin. Y que todo cuestionamiento de tales atuendos constituye una actitud machista. Porque no criticamos igualmente la vestimenta de los hombres y juzgamos a las mujeres por su aspecto y a los hombres por sus acciones. Y porque una mujer se puede poner lo que le parezca, el vestido rojo ajustado, la mini o los leggins, que para eso somos libres e iguales.
Pero resulta que los hombres no se ponen lo que les da la gana. Para actividades como las anteriores visten generalmente traje y corbata o camisa y pantalones anchos y clásicos. Ni camisetas o camisas ajustadas ni pantalones estrechos y caídos como lucen algunos chicos “fashion”. Los jueces y los políticos, por ejemplo, optan más bien por el look Angela Merkel, es decir, chaquetas y trajes discretos, sin concesiones a la ruptura y a la imaginación. Es que la moda masculina es discreta y aburrida, alegan en este punto algunos. Nada tiene que ver con la moda femenina. Y es verdad, pero sí tiene unos códigos profesionales estrictos que ningún hombre se salta en determinadas profesiones con presencia pública. Por eso no comentamos su ropa, pero lo haríamos, estoy segura, si se saltaran esos códigos. 
Pero, además, la moda es comunicación, de una imagen, de una idea, de una personalidad, de unos objetivos. Vestimos para presentarnos a los demás de una determinada manera, discreta, provocadora, atrevida, imaginativa, valiente, prudente, clásica, moderna. Por lo que las mujeres tenemos que prestar doble atención a esta cuestión. Porque las opciones de mensaje alternativo que nos da la moda femenina son muchas más que las que tienen los hombres. Y las posibilidades de equivocarnos, también. Y porque la moda cuenta mucho en esa evolución desde las mujeres objeto, tan relevantes en el pasado, a las mujeres profesionales, iguales a los hombres. Aquellas vestían para impactar con su cuerpo; estas, para impactar con su trabajo. Y lo malo de impactar con tu cuerpo, o con tu vestido, es que dejas en segundo plano tu trabajo, por bueno que sea.

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