domingo, 20 de octubre de 2013

ENTREVISTA, Los otros elegidos por el Príncipe,./ PRIMER PLANO, LAS NIÑAS DEL BURDEL,.

TÍTULO; ENTREVISTA, Los otros elegidos por el Príncipe,.

Premios Principe  de Asturias, 2013,

  1. MICHAEL HANEKE: Príncipe de Asturias de las ArtesEl cineasta que rueda con las entrañasDirector, dramaturgo y profesor, este austriaco de ...
     
    Premios Príncipe de Asturias 2013

    Los otros elegidos por el Príncipe

    El golfista indestructible, la pensadora que fiscaliza la globalización, el cineasta que nunca deja indiferente y el laboratorio más poderoso del planeta. Ellos, al igual que el Nobel Peter Higgs, han sido reconocidos este año con un Príncipe de Asturias. El próximo viernes, Felipe de Borbón les entrega sus galardones en Oviedo. Antes recibieron a 'XLSemanal', cada uno en su refugio particular.
    MICHAEL HANEKE: Príncipe de Asturias de las Artes
    El cineasta que rueda con las entrañas
    Director, dramaturgo y profesor, este austriaco de 71 años es experto en remover conciencias. Su obra indaga en aquello que nos hace humanos y se fundamenta, ante todo, en un compromiso moral con el espectador: tratarlo como a un ser libre e inteligente, sin manipulaciones.
    XLSemanal. ¿Qué es un espectador inteligente?
    Michael Haneke. Yo también soy espectador y no me gusta que me tomen por un idiota. Quiero que me cuestionen y me incluyan en un diálogo al mismo nivel que el director.
    XL. Afirma que el cine no debe ser un simple pasatiempo...
    M.H. No tengo nada en contra, pero que no me pidan que haga lo mismo.
    XL. Entonces, ¿no está en guerra con Hollywood?
    M.H. No, no [se ríe]. Solo doy mi opinión. Es ridículo compararme con una de las industrias más importantes del mundo. Solo digo que no me interesa.
    XL. ¿Existe una sensibilidad específicamente europea?
    M.H. No sé. En Europa hay públicos muy variados. Aquí también se hacen productos al estilo Hollywood. El cine de autor es algo cada vez más marginal. En los cincuenta, cuando yo era joven, teníamos a Godard, Visconti... Eso, infelizmente, ya no existe.
    XL. ¿Se puede recuperar?
    M.H. No tengo solución, pero lo que veo no es alentador. Todo comienza con la educación, y esta va por detrás de los progresos sociales.
    XL. ¿Defiende la idea de una Europa unida?
    M.H. A pesar de sus defectos, no hay alternativa a la Unión Europea. Sería nuestra destrucción. Se nos olvida, pero hemos estado en guerra permanente durante mil años. Solo por eso es algo extraordinario. Y desde un punto de vista económico, si volvemos a los nacionalismos, estamos perdidos. Seríamos totalmente marginales en el ámbito mundial.
    XL. ¿Alguna reflexión sobre la crisis actual?
    M.H. ¡Qué le voy a decir!, que me deprime enormemente. No comprendo las verdaderas razones. Seguramente tiene mucho que ver la pérdida de valores. Admiro a quienes tienen capacidad para hacer comedias sobre este tema.
    XL. ¿No piensa hacer una?
    M.H. Hice una vez una comedia en el teatro; fue mi único verdadero fracaso [se ríe]. ¡No le pidas a un zapatero que haga sombreros!
    XL. Se etiqueta su cine de brutal, provocador, obsceno...
    M.H. No veo nada de eso en mis películas. Al contrario, si las compara con cualquier serie policiaca, verá que no hay prácticamente violencia. Denuncian, precisamente, esa forma de transformarla en producto de consumo. Eso es lo peligroso: jugar con la curiosidad humana ante el sufrimiento y el mal.
    XL. También se lo acusa de convertir la violencia en espectáculo para denunciar ese mismo espectáculo...
    M.H. Eso no funciona. En el cine se necesita una historia, hechos, por eso siempre es difícil tratar el mal sin convertirse a un tiempo en vendedor del mismo. Este es uno de los medios con los que es más fácil manipular. Tenemos, como creadores, una responsabilidad al usar ese poder.
    XL. Sus películas sí que son, a menudo, amargas, sin esperanza...
    M.H. La esperanza también puede ser un producto de consumo. Mi cine tiene la esperanza propia de las tragedias clásicas. Me dicen que soy pesimista, pero no es verdad. Si lo fuera, solo haría películas para entretener; pensaría que todo el mundo es tan tonto que no valdría la pena hablar de cosas serias.
    XL. Quiso ser pianista, pero su padrastro se lo quitó de la cabeza...
    M.H. Afortunadamente, porque no tengo talento [se ríe]. Aunque sin la música la vida sería mucho más triste. En mis películas no hago una banda sonora de forma estricta, utilizo fragmentos conocidos que producen asociaciones en el espectador.
    XL. La idea de Amor, su última película, surgió de un pacto con su esposa...
    M.H. Sí, nos hicimos la promesa de no ingresarnos en un asilo y cuidar al otro en casa. Lo más difícil para un anciano es perder su entorno habitual. Debes de sentirte perdido como un niño.
    XL. Según usted, pocas personas tienen el privilegio de conocer el amor de verdad.
    M.H. Enamorarse es fácil, pero si hablamos de amor, de un sentimiento verdaderamente profundo, que sea el centro de una vida en común, no lo es.
    XL. ¿Y cuál es su secreto?
    M.H. Primero, la suerte. Encontrar una persona con la que sea posible. Y, en segundo lugar, apreciar al otro como ser autónomo, que no está contigo solo para darte gusto, sino que tienes una responsabilidad con él, porque también decides por él. Creo que Dios y el sacramento del matrimonio vienen de ahí; es una utopía que buscamos, pero que muy poca gente tiene la suerte de alcanzar. Y si tienes la impresión de haberlo conseguido, debes cuidarlo: no sobrevive solo.
    SASKIA SASSEN: Principe de Asturias de Ciencias Sociales
    La socióloga que vigila el mundo globalizado
    Holandesa criada en Argentina, esta socióloga, economista, filósofa y urbanista es una de las grandes expertas en globalizaciones. «No hay una, sino varias», subraya. El pensamiento de Sassen no deja títere con cabeza en su afán por analizar el mundo que nos rodea.
    A los 13 años se hizo comunista «¡Quién sabe lo que eso significa a esa edad!», reflexiona y se puso a estudiar ruso. Una decisión derivada de la lectura de La rebelión de las masas, de Ortega y Gasset. «Me llevó muchas discusiones con mi padre entender que aquello no era exactamente la revolución del proletariado», recuerda entre risas. Aquel libro, en todo caso, la llevó a tomar una decisión. «No volví a leer novelas; solo historia, análisis político y social... Debo de haber sido un horror para mis padres». Hoy, a sus 64 años, la autora de La ciudad global influyente libro sobre globalización y urbanismo lleva décadas denunciando que el crecimiento económico no ha creado un mundo mejor, sino uno más desigual. Sostiene también que «no hay postulado más dañino que la defensa del libre mercado como generador de justicia económica», y que el espectáculo de la arquitectura elegante y de firma, símbolo del enriquecimiento de cierta clase media, ha servido para encubrir el empobrecimiento de buena parte de la sociedad en los últimos años.
    JOSE MARÍA OLAZÁBAL: Príncipe de Asturias de los Deportes
    El golfista que siempre se levanta
    Leyenda viva del deporte, a sus 46 años, este vasco sigue siendo uno de los grandes del golf. Ni la artritis reumatoide que casi lo condena a una silla de ruedas ni otros problemas de salud que lo han perseguido han logrado doblegar su voluntad: jugar al golf. Y ganar.
    XL. ¿Cuántos torneos ha jugado este año?
    José María Olazábal. Veintitantos, y por todo el mundo. Incluyendo dos grandes: Masters y US Open.
    XL. Y su juego, ¿qué tal?
    J.M.O. Fatal, no consigo corregir un pequeño defecto en el swing y voy un poco errático. Pero, oye, hay que seguir trabajando y mejorar.
    XL. ¿Y cómo se siente?
    J.M.O. Físicamente, muy bien. Algún dolorcillo aquí o allá, aunque empiezo a creer que esta vez se trata de la edad [se ríe], que no guarda relación con mis problemas anteriores. Estoy trabajando mucho en el gimnasio desde principios de año con un preparador físico y está dando resultados.
    XL. El jurado del premio dice de usted: «... capacidad de superación encomiable, talante competitivo y cualidades humanas admirables». ¿Cómo se queda uno cuando lo piropean así?
    J.M.O. No sé. Lo cierto es que en mi vida he pasado momentos muy duros, casi acabo en una silla de ruedas. Me negué a aceptar esa opción y nunca he parado de luchar hasta salir del pozo. Hoy sigo luchando, quiero volver a estar arriba.
    XL. Este premio evoca la figura de Severiano Ballesteros, amigo suyo y galardonado en 1989. ¿De qué modo sigue él a su lado?
    J.M.O. Seve es algo único en mi vida. Me cogió del brazo cuando era un niño y me llevó en volandas por el mundo del golf. Todavía lo siento cerca cada vez que necesito consejo. Mi vida no habría sido la misma sin él.
    XL. El día en que se lo dieron a él le comentó: «Prepárate, Chema, un día te lo darán a ti». ¿Qué le respondió?
    J.M.O. Eso me dijo, sí, en el Masters de Augusta. Pero ni me lo creí entonces ni me lo acabé de creer cuando me llamó Arantxa Sánchez Vicario para decírmelo. Una vez más, Seve tenía razón.
    XL. En el golf actual, mucho más profesionalizado, ¿se habrían hecho tan amigos?
    J.M.O. ¡Vamos, es que no lo concibo de otra forma! Seve siempre fue muy especial, y la química surgió desde el primer día, cuando lo conocí con 16 años. En los torneos en Europa nos veíamos menos y practicábamos juntos de vez en cuando, pero en los Estados Unidos y Japón éramos inseparables en el campo, en las cenas, los hoteles...
    XL. ¿Y qué es eso tan especial que le ven al golf?
    J.M.O. Es una fuente de integridad y honradez, un juego donde lo único que no se contempla es la trampa. Es una forma de vida, una escuela permanente. Es también un desafío constante, la perfección no se alcanza nunca y demanda un trabajo y un esfuerzo absolutos, ya que tu único enemigo eres tú mismo. Si todo eso no te engancha, no sé qué más te puede motivar.
    XL. Pero siempre se ha visto como un deporte para élites, para ricos. ¿Qué me dice?
    J.M.O. En España, los clubes de golf sí que han sido de élite. En los países anglosajones, sin embargo, desde los años veinte, los profesionales siempre han sido héroes nacionales y un modelo al que seguir para millones de personas.
    XL. También es cierto que ni usted ni Seve, por ejemplo, provienen de familias adineradas...
    J.M.O. Es que, hasta hace poco, los profesionales españoles con éxito siempre surgían de las clases menos favorecidas. Mis padres trabajaban en un campo de golf y vivíamos muy cerca; casi nací ahí. Es un juego que llevo en las venas. Después, todo fue cuestión de amor, esfuerzo y dedicación.
    XL. No se lo pusieron fácil...
    J.M.O. La generación de Ramón Sota, Manolo Piñero, José María Cañizares, José Rivero, Seve, yo y tantos otros nos enganchamos desde críos al golf y lo convertimos en nuestra profesión, pese a las dificultades. Hubo obstáculos y mucha incomprensión. Fue un poco la misma evolución que la de los toreros.
    XL. ¿Fuenterrabía u Hondarribia?
    J.M.O. No tengo preferencia, según el idioma que use.
    XL. Lo mejor de su pueblo es...
    J.M.O. Que es mi pueblo, mi gente, mi tierra, mi mar, mi paz, mi luz, mis verdes, mis azules y mis grises.
    XL. ¿A quién vio jugar de niño?
    J.M.O. Antes se jugaba en Jaizquibel un torneo al que venían todos los profesionales españoles y algún francés. Yo no levantaba cuatro palmos, pero alucinaba. Y vino Seve una vez, con 16 años.
    XL. Con la frontera en la puerta de casa, ¿miraba mucho hacia el otro lado?
    J.M.O. Sí, jugué en el suroeste francés, la cuna del golf en Francia, muy joven. A los 14 ya iba por Europa, EE.UU. y Hong Kong. Ya ve, con lo viajado que estoy, sigo siendo un hombre de raíces.
    CERN: Príncipe de Asturias de investigación científica y técnica
    La máquina que acelera el mundo
    El acelerador de partículas del CERN está detrás de tres premios Nobel. La confirmación de la existencia del bosón de Higgs no es, sin embargo, el único logro de este laboratorio de física de partículas, el mayor del mundo, creado en 1954. Y todo ello por el precio «de una taza de café».
    Eso es lo que le cuesta a cada europeo, algo menos de dos euros, mantener el CERN», dice Rolf-Dieter Heuer, director de la Organización Europea para la Investigación Nuclear. Con un presupuesto cercano a los mil millones, repartido entre 20 países miembros España lo es desde 1961, los científicos del CERN, de 113 nacionalidades y provenientes de 608 universidades y centros de investigación, no solo han confirmado la existencia del bosón de Higgs. A 175 metros bajo el suelo de Ginebra, en el túnel de 27 kilómetros del gran colisionador de hadrones, Heuer de 64 años repasa otras aportaciones a la humanidad. «En 1984 descubrimos los bosones W y Z, no tan célebres como el de Higgs, pero también merecedores de un Nobel. Aquí se creó la World Wide Web, el gran medio de comunicación actual. Sin mencionar avances en el tratamiento del cáncer gracias al desarrollo de la neuroimagen, la terapia de hadrones y los más de diez mil aceleradores que hay en hospitales de medio mundo».

    TÍTULO: PRIMER PLANO, LAS NIÑAS DEL BURDEL,.

    1. Sarah se cubre las cicatrices que atraviesan sus antebrazos. Muchas veces, cientos, se hizo daño a sí misma: «Quería morirme». Sarah fue ...
       
      En primer plano

      Las niñas del burdel

      Cada año, 15.000 niñas bengalíes son prostituidas y acaban en un cuartucho como este. Las venden sus familias o son hijas de las propias prostitutas. Entramos en uno de los mayores burdeles asiáticos, donde se reproduce este círculo infernal.
      Sarah se cubre las cicatrices que atraviesan sus antebrazos. Muchas veces, cientos, se hizo daño a sí misma: «Quería morirme». Sarah fue vendida al burdel cuando tenía diez años. Se vio forzada a mantener relaciones sexuales con multitud de hombres por jornada. Su cuerpo de niña no podía soportar este abuso continuo, así que colapsaba, se lesionaba y despertaba en el hospital, donde permanecía hasta que sus heridas mejoraban. «Pero un día me puse este anillo y me prometí a mí misma no lesionarme nunca más», dice con firmeza. Tras seis años de subordinación, tiempo de cautiverio considerado suficiente para haber pagado su 'deuda', Sarah se rebeló contra su sardani la madama que la compró y pudo irse.
      Ahora, Sarah tiene 24 años y una enfermedad venérea que a menudo le impide trabajar. Porque no ha tenido otra opción que seguir prostituyéndose por su cuenta. En cada servicio gana entre 50 céntimos y un euro y medio, dependiendo de si el cliente usa o no preservativo, lo que apenas le da para pagar el alquiler del cuartucho que hace de vivienda y lugar de trabajo. Las rentas dentro del burdel son mucho más caras.
      El burdel de Kandapara, en la ciudad de Tangail, alberga 868 mujeres; 130 de ellas, menores de edad. Callejuelas estrechas de paredes sucias y suelos llenos de barro y mugre desembocan en multitud de cuartuchos sin ventanas y techos de uralita. Durante el día, toda clase de vendedores ambulantes se adentran en ellas ofreciendo huevos, pescado y carne, cruzándose con otros hombres que deambulan eligiendo otra clase de mercancía. Conforme cae la noche la agitación aumenta. Huele a rancio, a tabaco y alcohol. Corrientes de hombres inundan las calles y los cuchitriles. La mayoría buscan niñas. Las menores traficadas o chukris ('prostitutas esclavas') adquieren el estatus inferior dentro de la jerarquía del prostíbulo, y durante los cinco o seis años que dura su cautiverio atienden una media de 15 a 20 clientes cada día; no pueden negociar el uso del preservativo y muchas son forzadas a tomar esteroides hormonas para el engorde del ganado para parecer más atractivas y saludables. Hasta que un día, sus cuerpos castigados no generan la misma ganancia. Entonces deben tomar una decisión crucial: o dedicarse a la trata de niñas o prostituir a sus hijas.
      En estas calles nació y creció Luna, que a sus 14 años se considera «una chica del burdel» y que conocía todo sobre esta profesión cuando su madre, hace un año, le 'arregló' el primer cliente. Ella asume su condición y su rol de cabeza de familia con sumisión y con cierto orgullo: «Mi madre ha trabajado muchos años para mantenerme, ahora necesita descansar», dice. Su amiga Nila, de su misma edad, admite que le aterrorizaba tener su primer cliente y recuerda que fue muy doloroso. De eso hace ya nueve meses: ahora trabaja todo el día y, aun sintiéndose cansada, tiene que sonreír. «Hay clientes que se comportan de forma violenta, pero solo me queda asumir el dolor con resignación. Me gustaría tener la libertad de poder elegir los clientes», cuenta con desánimo. Con su trabajo mantiene a sus dos hermanos pequeños y a su madre, Helena, contra la que a menudo se rebela. Helena se defiende: «Yo quería que Nila estudiara y tuviera una vida buena. Ninguna madre quiere que su hija termine haciendo este trabajo. La única razón es el hambre... ¡Yo la alimenté vendiendo mi sangre!».
      Shaina ha roto el ciclo sin salir de él. «Mi vida es una basura, y yo no quería eso para mis hijas», cuenta con serenidad. Para ello, primero las envió a vivir fuera; luego contrató a un 'mediador de matrimonios' para que les encontrara futuros maridos; finalmente invitó a grandes banquetes a los líderes de las comunidades donde residían los pretendientes para que aceptaran a sus hijas en sus aldeas. Logró sacar a sus hijas, pero para ello tuvo que traficar con otras niñas. Solo así pudo ahorrar el dinero suficiente y sufragar los costes de casar a sus hijas. Shaina, a sus 49 años, sigue ejerciendo la prostitución.
      La vida en esta ciudad prostíbulo es terrible, pero Kandapara es uno de los burdeles con menor índice de violencia del país gracias a la labor de la organización Nari Mukti Shango (Mujeres Unidas para la Liberación). Interceden ante sardanis despiadadas o clientes muy violentos. Sus logros pueden parecen escasos, pero para las chukris son significativos. Hace unos años, las mujeres de Kandapara iniciaron una acción revolucionaria: ponerse los zapatos al salir del burdel. Hasta entonces no podían. Una ley no escrita dictaba que tenían que ir descalzas para que pudiera reconocerse su condición. Y lograron otro hito: ser enterradas. Adquirieron colectivamente un trozo de tierra al lado del cementerio municipal. Hoy, Sarah y las demás tienen la tranquilidad de que sus cuerpos no acabarán en las cunetas o los ríos. Ahora, las hijas del burdel pueden visitar ese lugar solo para ellas sagrado, donde sus huesos descansan, al fin, con la dignidad que se les negó en vida.



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