Nuestras Gretas, nuestras Elsas,.
Ya sé, ya sé, que ese es un asunto que compete a sus padres. ¡Quién soy yo para meterme en lo que es bueno o no para Greta!
Mientras Greta cruzaba el Atlántico, otra niña, esta extremeña, Elsa, de ocho años, ocupaba periódicos, redes sociales y televisiones con un discurso pronunciado en la Asamblea de Extremadura. En él declara que es una niña transgénero y da las gracias a quienes le han ayudado a reconocer su identidad, incluido el colegio de su pueblo, Arroyo de San Serván. No es la primera vez que se habla de Elsa en los medios. Hace casi cuatro años sus padres y la Fundación Triángulo explicaron de la situación. Y publicamos su caso, el de un niño de que siente niña y quiere que se le trate como tal. Pero la niña permaneció en el anonimato.
Bien por Elsa, ha dicho todo el mundo. ¿Quién no está hoy a favor de que todas las personas puedan vivir con arreglo a cómo se sienten, al margen de que haya nacido hombre o mujer? ¿Quién no apoya hoy la lucha contra la discriminación por razón de sexo, orientación sexual?
Mi única duda, la duda que me asaltó desde el momento en que vi la carita de la niña multiplicada en webs y televisiones es si Elsa debe ser expuesta y convertida en activista Lgtbi a sus ocho años.
Sin haber resuelto mi duda, he llegado a pensar que si se echa mano de los niños para que defiendan las causas más en boga, ya sea el cambio climático o la lucha contra la discriminación sexual es porque los políticos, las ong, los intelectuales, los científicos, ya no nos conmueven con sus discursos y echamos mano de niñas para que enarbolen banderas que corresponde a los adultos defender.
Está bien que los niños sean ecologistas desde pequeños; que sean tolerantes y acepten la diversidad, las diferencias de sexos, razas, religiones, culturas, como una riqueza inmensa y no como una amenaza. Eduquémosles desde pequeños para que asuman las causas justas, esos derechos humanos que siempre están en peligro si no se defienden día a día.
Sin embargo, junto a este convencimiento de que solo se construye un mundo mejor si los niños son educados para ello, mi intuición me dice que los niños no deberían convertirse en el último objeto de consumo de una sociedad del espectáculo que necesita todos los días una historia emocionante con la que impactar al público y que usa a las personas como objetos de usar y tirar.
Elsa decía en su intervención en el parlamento que su deseo es ser feliz. Yo también deseo que todas las Elsas y todas las Gretas lo sean.
Y deseo que la inocencia de Elsa no se la roben; que la infancia de Elsa no la abrasen los focos que hoy la iluminan. Que Elsa juegue con balones, con castillos, con muñecas, con niños y con niñas de su edad; que nadie le robe las horas de juego, sus fantasías, sus Harry Potter, sus Batman, su Rey Leon, para convertirla en una activista. Tendrá tiempo de ser activista de lo que quiera.
TITULO: EL MAGO DEL TIEMPO - Extremadura ya sufre el cambio climático,.
Extremadura ya sufre el cambio climático,.
Encinas que florecen en diciembre, alcornoques en estado crítico, aves más pequeñas, insectos que traen virus y animales mal alimentados y sedientos son los efectos del calentamiento global que ya se aprecian en la región,.
«No
conozco a ningún científico que lo niegue», «centenares de miles de
estudios muestran evidencias apabullantes de que existe», «no me gusta
que nos manipulen con este asunto», «en muchas zonas de la tierra ya hay
consecuencias negativas o por lo menos imprevisibles». Todas estas
frases las han dicho investigadores extremeños que
llevan años analizando los efectos de las temperaturas y las
precipitaciones en el medioambiente. Todos, que se fijan
escrupulosamente en experimentos y datos, coinciden: «El cambio climático ya ha dejado huella en Extremadura». Lo afirman con ejemplos. En la dehesa, en los animales, en los árboles y en sus frutos.
También en los recursos hídricos e incluso en la llegada de nuevos
parásitos. No son especulaciones ni un cúmulo de ideas generales. Cada
una de sus afirmaciones se sustentan en estudios. De hecho, miden cada
palabra y no son nada alarmistas.
Así son los investigadores que trabajan en la Universidad de Extremadura (UEx) y cuentan cómo está afectando a esta comunidad autónoma el calentamiento global. Encinas que florecen en diciembre, aves más pequeñas con cambios en sus dietas y movimientos migratorios, plagas, animales mal alimentados y sedientos, escasez de pastos, sequías que ponen en juego la producción de bellotas, desaparición de alcornoques y encinas a las que cada vez les cuesta más sobrevivir.
El escenario es peor si se mira a 2050. Según el último estudio del Observatorio de la Sostenibilidad, que analiza el incremento de los termómetros en el país con los datos recogidos por la Aemet, las temperaturas llegarán a subir en Extremadura hasta tres grados centígrados.
Sin embargo, no hace falta esperar tres décadas para ver consecuencias en esta tierra. Santiago Fernández, profesor del departamento de Construcción de la Escuela Politécnica que imparte asignaturas sobre impacto ambiental y ecología en Ingeniería Civil, lleva 11 años investigando con el grupo de Aerobiología de la UEx. Centra sus estudios en el polen y cuenta con un registro en varias ciudades de Extremadura (Badajoz, Cáceres, Plasencia, Don Benito y Zafra). Tienen datos desde 1993 y en cada primavera realizan un análisis.
«Hemos detectado que el período de polinización de varias especies está variando», asegura Fernández, que se refiere a las gramíneas, el olivo y la encina. En el caso de las gramíneas se está reduciendo dicho período. En 1993 duraba 100 días y en 2016, además de retrasarse, duró solo 75. En el olivo el polen aparece con unos diez días de retraso y en la encina también hay cambios. «Florece hacia marzo y hemos llegado a encontrar algunas floreciendo en diciembre», especifica.
Con modificaciones como esa, asevera que ya hay ejemplos de «plantas que no saben cómo responder ante los continuos cambios de lluvias y temperaturas».
Sobre ese asunto también investiga Gerardo Moreno,
doctor en Biología y profesor en la Escuela de Forestales de Plasencia.
Se centra en la dehesa y en concreto en el pasto, los árboles y el
ganado. «El cambio climático está provocando déficit de pasto. El
período de crecimiento cada año es más corto porque los otoños empiezan
tarde y las primaveras acaban demasiado pronto», explica.
Sobre el árbol, destaca varios efectos. «La bellota es un fruto que engorda en verano y para eso es necesario que la encina y el alcornoque no alcancen ciertos niveles de estrés hídrico. Si no el fruto cae sin desarrollarse. Las sequías intensas y prolongadas están poniendo en peligro la producción de las bellotas», apunta Moreno, quien detalla que se está observando que el alcornoque «está teniendo dificultades para su regeneración natural». Especifica que eso está sucediendo en un 85% de zonas que cuentan con esa especie en esta región. «Está en situación crítica y podría desaparecer de la dehesa en este siglo. El grado de salud del arbolado se está deteriorando gradualmente. A la encina ya le está sucediendo», añade.
Moreno
también alude a las plagas y enfermedades. Se refiere a la
'phytophthora', que produce la seca de la encina. «Está aumentando de
manera evidente. A ese organismo le viene muy bien las lluvias
torrenciales y largos episodios de sequía», afirma antes de señalar que
últimamente se acusa a la producción ganadera de ser una de las
responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Le culpan del cambio climático e incluso hay movimientos que invitan a dejar de comer productos cárnicos porque consideran que la ganadería es responsable de esta situación. El investigador Gerardo Moreno lo niega. «La dehesa está siendo más víctima que culpable. De hecho, ya se ha demostrado que secuestra más carbono del que emiten sus animales».
También hace referencia a la disponibilidad de agua en las fincas. «Este año las charcas han quedado secas. Además, los episodios de exceso de calor provocan un desgaste energético en los animales. Gran parte de lo que consumen debería ir para su engorde y lo tienen que destinar a refrigerarse».
Sobre ese aspecto, Susanne Schnabel, catedrática de Geografía Física que coordina el grupo de investigación Geoambiental en la UEx y dirige del Instituto Universitario de Investigación para el Desarrollo Territorial Sostenible, apunta a que en la actualidad está realizando un estudio sobre las charcas ganaderas. «El agua será insuficiente en los períodos de sequía y generará un problema para el ganado. Esto se puede agravar en un futuro», afirma.
Va más allá. «Un aumento de la intensidad de las sequías provoca disminución de la producción de pasto y eso lleva a un sobrepastoreo y a un elevado riesgo de sufrir erosión en los suelos».
Añade que todavía estamos a tiempo de aportar soluciones. «Hay que conocer el medio natural y su funcionamiento para desarrollar sistemas de manejo adecuados».
José Antonio Masero, profesor del área de Zoología en la UEx, está evaluando el impacto del calentamiento global en las aves. A partir de los datos de la estación meteorológica de Talavera la Real, en Badajoz, han comprobado que el número de días de más de 35 grados ha aumentado significativamente durante los meses de abril a julio, que precisamente corresponde con el período de reproducción de numerosas especies.
«El cambio climático ha hecho que muchas aves que se dirigen al norte de Europa lleguen antes a Extremadura y pasen más tiempo en esta comunidad. Pasa tanto en los paseriformes, las especies más pequeñas, como en otras más grandes como las cigüeñas», especifica Masero, que pone ejemplos. «Los ruiseñores que van al norte de Europa antes pasaban aquí dos semanas y ahora están cuatro».
También alude a una especie muy abundante en la región. Se llama aguja colinegra y suele estar en los arrozales del Guadiana. Algunas de ellas incluso las marcan con transmisores satélites para estudiar su movimiento. «Es una especie que ahora llega mucho antes y se marcha después. En los años 90 estaba en Extremadura cinco días y ahora lo hace 40. También ha cambiado su dieta. Por ejemplo, ahora se alimentan de un tipo de semilla que no tiene ácidos grasos omega-3, que son esenciales para ella. Eso afecta directamente a su salud».
Además, Masero está analizando el efecto de las olas de calor en el carbonero común, una especie de ave paseriforme muy común en esta región. Lleva dos años haciendo ese estudio y los resultados por el momento son preliminares. «Hemos comprobado que hay efectos en la coloración de las plumas, la masa corporal y en una serie de medidas de estrés». También apunta a que «con el calentamiento global las aves son cada vez más pequeñas».
Sobre el futuro, dice que si esto sigue así asistiremos a una redistribución de especies en busca de un ambiente térmico más favorable. «Es posible que dejemos de ver aves a las que estamos acostumbrados», concluye.
Alfonso Marzal también es profesor del área de Zoología de la UEx y pone ejemplos sobre la llegada de enfermedades parasitarias. De hecho, recientemente han publicado un artículo en el que reflejan que han identificado por primera vez una especie de malaria tropical proveniente de África en gorriones comunes de Europa tras analizar muestras de sangre de cerca de 3.000 ejemplares en Andalucía y Extremadura. «Se debe al cambio climático y al cambio global. Son procesos que no se pueden separar uno de otro», matiza. Lo que sí asegura es que «si el calentamiento global continúa, cada vez habrá más parásitos que se transmitan de manera activa en nuestro territorio».
Antes de publicar esa investigación, en 2011 dieron a conocer otro estudio sobre poblaciones de aves. Comprobaron que la prevalencia de algunos parásitos de malaria habían pasado de un 30% a un 60% en 20 años.
Con datos como esos, Marzal dice que Extremadura puede ser una de las comunidades a las que más afecte esta situación. «Las características geográficas y poblacionales nos hacen más vulnerables», destaca.
Sobre la llegada de nuevas espacies también sabe Eva María Frontera, profesora del área de Parasitología de la Facultad de Veterinaria de la UEx. Coordina el grupo de investigación Paruex, que estudia enfermedades transmisibles al humano y a los animales. En él participan desde investigadores hasta personal del Servicio Extremeño de Salud y se dedican especialmente al mosquito tigre, un insecto que se alimenta de sangre humana y transmite enfermedades como el dengue, el zika y el chikungunya.
«Hace años no estaría habitando en la península ibérica, sino en países más cálidos de Asia. Con la subida de temperaturas y la globalización en la que cada vez la gente viaja más, se detectó por primera vez en la provincia de Barcelona y se ha expandido por el Mediterráneo», explica Frontera, quien apunta que a Extremadura también ha llegado.
En 2018 detectaron huevos de mosquito tigre en Badajoz, Monesterio, Aldea del Cano y Almaraz. «Gracias a la coordinación con Salud Pública se pusieron los medios para evitar que se reproduzca y se asiente», comenta Frontera.
«Antes el dengue era una enfermedad que solo se daba en personas que viajaban, pero en 2018 ya se detectaron seis casos en nuestro país de ciudadanos que no habían ido a lugares donde suele habitar este mosquito», recuerda la investigadora de la UEx.
Ella no muestra ni un atisbo de duda cuando se le pregunta por el mosquito tigre en esta región. «Estoy convencida de que se asentará en Extremadura y puede suceder en cuatro o cinco años».
Así son los investigadores que trabajan en la Universidad de Extremadura (UEx) y cuentan cómo está afectando a esta comunidad autónoma el calentamiento global. Encinas que florecen en diciembre, aves más pequeñas con cambios en sus dietas y movimientos migratorios, plagas, animales mal alimentados y sedientos, escasez de pastos, sequías que ponen en juego la producción de bellotas, desaparición de alcornoques y encinas a las que cada vez les cuesta más sobrevivir.
Las temperatura actual en Extremadura ya es de media 1,5 grados superior a la registrada entre los años 1961 y 1990
Aunque en la mayoría de los casos no
se puede buscar la causa solo en el cambio climático, gran parte de esas
consecuencias se deben a lo que destaca la Agencia Estatal de Meteorología en Extremadura.
Las temperaturas medias han subido en la región en torno a 1,5 grados
respecto a las existentes entre 1961 y 1990, las décadas que se toman
como referencia. Además, las olas de calor ya duran más y se registran
menos días de lluvia y heladas. El escenario es peor si se mira a 2050. Según el último estudio del Observatorio de la Sostenibilidad, que analiza el incremento de los termómetros en el país con los datos recogidos por la Aemet, las temperaturas llegarán a subir en Extremadura hasta tres grados centígrados.
1
Floración
«La polinización está variando, hay plantas que no saben responder ante el cambio»
Sin embargo, no hace falta esperar tres décadas para ver consecuencias en esta tierra. Santiago Fernández, profesor del departamento de Construcción de la Escuela Politécnica que imparte asignaturas sobre impacto ambiental y ecología en Ingeniería Civil, lleva 11 años investigando con el grupo de Aerobiología de la UEx. Centra sus estudios en el polen y cuenta con un registro en varias ciudades de Extremadura (Badajoz, Cáceres, Plasencia, Don Benito y Zafra). Tienen datos desde 1993 y en cada primavera realizan un análisis.
«Hemos detectado que el período de polinización de varias especies está variando», asegura Fernández, que se refiere a las gramíneas, el olivo y la encina. En el caso de las gramíneas se está reduciendo dicho período. En 1993 duraba 100 días y en 2016, además de retrasarse, duró solo 75. En el olivo el polen aparece con unos diez días de retraso y en la encina también hay cambios. «Florece hacia marzo y hemos llegado a encontrar algunas floreciendo en diciembre», especifica.
Con modificaciones como esa, asevera que ya hay ejemplos de «plantas que no saben cómo responder ante los continuos cambios de lluvias y temperaturas».
2
La dehesa
«El cambio climático está provocando déficit de pasto»
Sobre el árbol, destaca varios efectos. «La bellota es un fruto que engorda en verano y para eso es necesario que la encina y el alcornoque no alcancen ciertos niveles de estrés hídrico. Si no el fruto cae sin desarrollarse. Las sequías intensas y prolongadas están poniendo en peligro la producción de las bellotas», apunta Moreno, quien detalla que se está observando que el alcornoque «está teniendo dificultades para su regeneración natural». Especifica que eso está sucediendo en un 85% de zonas que cuentan con esa especie en esta región. «Está en situación crítica y podría desaparecer de la dehesa en este siglo. El grado de salud del arbolado se está deteriorando gradualmente. A la encina ya le está sucediendo», añade.
3
La seca
«Los alcornoques podrían desaparecer de la dehesa en este siglo»
Le culpan del cambio climático e incluso hay movimientos que invitan a dejar de comer productos cárnicos porque consideran que la ganadería es responsable de esta situación. El investigador Gerardo Moreno lo niega. «La dehesa está siendo más víctima que culpable. De hecho, ya se ha demostrado que secuestra más carbono del que emiten sus animales».
También hace referencia a la disponibilidad de agua en las fincas. «Este año las charcas han quedado secas. Además, los episodios de exceso de calor provocan un desgaste energético en los animales. Gran parte de lo que consumen debería ir para su engorde y lo tienen que destinar a refrigerarse».
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Charcas ganaderas
«El agua será insuficiente y eso generará un problema para el ganado»
Sobre ese aspecto, Susanne Schnabel, catedrática de Geografía Física que coordina el grupo de investigación Geoambiental en la UEx y dirige del Instituto Universitario de Investigación para el Desarrollo Territorial Sostenible, apunta a que en la actualidad está realizando un estudio sobre las charcas ganaderas. «El agua será insuficiente en los períodos de sequía y generará un problema para el ganado. Esto se puede agravar en un futuro», afirma.
Va más allá. «Un aumento de la intensidad de las sequías provoca disminución de la producción de pasto y eso lleva a un sobrepastoreo y a un elevado riesgo de sufrir erosión en los suelos».
Añade que todavía estamos a tiempo de aportar soluciones. «Hay que conocer el medio natural y su funcionamiento para desarrollar sistemas de manejo adecuados».
5
Aves
«Es posible que dejemos de ver aves a las que estamos acostumbrados»
José Antonio Masero, profesor del área de Zoología en la UEx, está evaluando el impacto del calentamiento global en las aves. A partir de los datos de la estación meteorológica de Talavera la Real, en Badajoz, han comprobado que el número de días de más de 35 grados ha aumentado significativamente durante los meses de abril a julio, que precisamente corresponde con el período de reproducción de numerosas especies.
«El cambio climático ha hecho que muchas aves que se dirigen al norte de Europa lleguen antes a Extremadura y pasen más tiempo en esta comunidad. Pasa tanto en los paseriformes, las especies más pequeñas, como en otras más grandes como las cigüeñas», especifica Masero, que pone ejemplos. «Los ruiseñores que van al norte de Europa antes pasaban aquí dos semanas y ahora están cuatro».
También alude a una especie muy abundante en la región. Se llama aguja colinegra y suele estar en los arrozales del Guadiana. Algunas de ellas incluso las marcan con transmisores satélites para estudiar su movimiento. «Es una especie que ahora llega mucho antes y se marcha después. En los años 90 estaba en Extremadura cinco días y ahora lo hace 40. También ha cambiado su dieta. Por ejemplo, ahora se alimentan de un tipo de semilla que no tiene ácidos grasos omega-3, que son esenciales para ella. Eso afecta directamente a su salud».
Además, Masero está analizando el efecto de las olas de calor en el carbonero común, una especie de ave paseriforme muy común en esta región. Lleva dos años haciendo ese estudio y los resultados por el momento son preliminares. «Hemos comprobado que hay efectos en la coloración de las plumas, la masa corporal y en una serie de medidas de estrés». También apunta a que «con el calentamiento global las aves son cada vez más pequeñas».
Sobre el futuro, dice que si esto sigue así asistiremos a una redistribución de especies en busca de un ambiente térmico más favorable. «Es posible que dejemos de ver aves a las que estamos acostumbrados», concluye.
6
Enfermedades parasitarias
«Por primera vez hemos encontrado un linaje de malaria en gorriones de Extremadura»
Alfonso Marzal también es profesor del área de Zoología de la UEx y pone ejemplos sobre la llegada de enfermedades parasitarias. De hecho, recientemente han publicado un artículo en el que reflejan que han identificado por primera vez una especie de malaria tropical proveniente de África en gorriones comunes de Europa tras analizar muestras de sangre de cerca de 3.000 ejemplares en Andalucía y Extremadura. «Se debe al cambio climático y al cambio global. Son procesos que no se pueden separar uno de otro», matiza. Lo que sí asegura es que «si el calentamiento global continúa, cada vez habrá más parásitos que se transmitan de manera activa en nuestro territorio».
Antes de publicar esa investigación, en 2011 dieron a conocer otro estudio sobre poblaciones de aves. Comprobaron que la prevalencia de algunos parásitos de malaria habían pasado de un 30% a un 60% en 20 años.
Con datos como esos, Marzal dice que Extremadura puede ser una de las comunidades a las que más afecte esta situación. «Las características geográficas y poblacionales nos hacen más vulnerables», destaca.
7
Mosquito tigre
«Estoy convencida de que el mosquito tigre se asentará en Extremadura»
Sobre la llegada de nuevas espacies también sabe Eva María Frontera, profesora del área de Parasitología de la Facultad de Veterinaria de la UEx. Coordina el grupo de investigación Paruex, que estudia enfermedades transmisibles al humano y a los animales. En él participan desde investigadores hasta personal del Servicio Extremeño de Salud y se dedican especialmente al mosquito tigre, un insecto que se alimenta de sangre humana y transmite enfermedades como el dengue, el zika y el chikungunya.
«Hace años no estaría habitando en la península ibérica, sino en países más cálidos de Asia. Con la subida de temperaturas y la globalización en la que cada vez la gente viaja más, se detectó por primera vez en la provincia de Barcelona y se ha expandido por el Mediterráneo», explica Frontera, quien apunta que a Extremadura también ha llegado.
En 2018 detectaron huevos de mosquito tigre en Badajoz, Monesterio, Aldea del Cano y Almaraz. «Gracias a la coordinación con Salud Pública se pusieron los medios para evitar que se reproduzca y se asiente», comenta Frontera.
«Antes el dengue era una enfermedad que solo se daba en personas que viajaban, pero en 2018 ya se detectaron seis casos en nuestro país de ciudadanos que no habían ido a lugares donde suele habitar este mosquito», recuerda la investigadora de la UEx.
Ella no muestra ni un atisbo de duda cuando se le pregunta por el mosquito tigre en esta región. «Estoy convencida de que se asentará en Extremadura y puede suceder en cuatro o cinco años».
TITULO:'Volando voy -Jesús Calleja -Cantabria desde San Vicente de la Barquera ,.
Este domingo 15 de Diciembre , a las 21.30, Cuatro emite una nueva entrega de 'Volando voy',foto .
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