TITULO: Cena con mamá - Gustavo Gimeno ,. Viernes - 15, 22, 29 - Julio ,.
Viernes -15, 22, 29 - Julio a las 22:00 en La 1, foto,.
Gustavo Gimeno,.
Gustavo Gimeno será el nuevo director musical del Teatro Real en 2025,.
El maestro valenciano sustituye a Ivor Bolton que ostentaba el cargo desde hace 7 años. Nicola Luisotti será nombrado director emérito, un puesto nuevo,.
La temporada 2025/2026 del Teatro Real arrancará con un nuevo director musical. “Se hará cargo el maestro Gustavo Gimeno. También se creará entonces un nuevo puesto, el de director emérito, que lo ocupará Nicola Luisotti”, ha anunciado este jueves el presidente del Teatro Real, Gregorio Marañón. Gimeno sustituye a Ivor Bolton, que ostentaba el cargo desde la temporada 2015/2016.
“Puede parecer un poco marcianada anunciar algo para la temporada 2025/2026, pero en un teatro de ópera los tiempos son los que son. Estas cosas las aprueba el patronato y, si no lo explicamos, alguien lo filtra y tendríamos un lío. Más vale que si ya se ha decidido, lo digamos”, ha aclarado Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real. Gimeno, que está al frente de la Orquesta Sinfónica de Toronto y de la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo, es uno de los directores de orquesta españoles más internacionales. Y su debut en el Teatro Real ha resultado un flechazo. Fue precisamente esta temporada, la de 2021/2022, cuando estrenó por primera vez en España El ángel de fuego, de Serguéi Prokófiev. “Poco o nada podía imaginar lo que sucedería”, ha contado ahora. “Me sentí en familia, en casa. Amo la ópera y dar vida a una nueva producción, pero sobre todo me apasiona el trabajo en equipo. Estoy deseando volver y seguir creciendo junto a ellos”.
Gimeno no ha adelantado el tipo de repertorio que abordará a partir de 2025 en Madrid. “Hay líneas generales de trabajo, pero no hay nada concreto y menos en esta etapa. No voy a delimitar nada, sino a intentar crecer junto a la gente que me rodea”, ha avanzado. Por su parte, Luisotti, futuro director emérito del Teatro, también ha tenido unas palabras para Gimeno. “El Teatro Real necesitaba un director español. Y un teatro necesita también energía joven y Gustavo la tiene y también ideas y calidad. Es un director sofisticado. A mí me encanta y creo que a él le encanto yo. Vamos a hacer un gran equipo”.
La carta de presentación de Luisotti se puede disfrutar aún en el Teatro Real. Hasta el 22 de julio está a cargo de la dirección musical de Nabucco. Hacía 151 años que no se representaba esta ópera de Verdi en el Real y Luisotti está consiguiendo arrancar bises al coro y aplausos de varios minutos tras el famoso Va pensiero.
En julio de 2025 se acababa el contrato del actual director musical del coliseo Ivor Bolton, pero también el de Pablo Heras-Casado y el del propio Luisotti, que son y seguirán siendo los dos próximos años los directores principales invitados. “La tarea de Ivor ha sido excepcional, quiero expresarle agradecimiento infinito. También la de Heras y la de Luisotti. Tenemos una orquesta muchísimo mejor de lo que teníamos y esto es mérito del trabajo que están haciendo”, ha querido recalcar Matabosch. Ocho temporadas ha estado Bolton al frente de la dirección musical, unos años también de buenas noticias para el Teatro Real, como el reconocimiento a la mejor compañía del mundo por su programación de 2019 en los International Opera Awards. El fin del contrato en 2025 de Bolton no significa que desaparezca del teatro. Estará presente, igual que Heras-Casado, con un título cada año y medio, según ha explicado el director artístico.
Habrá que esperar para saber qué nuevas apuestas traerán tanto Gimeno como Luisotti, pero este último sí apunta hacia una dirección clara: “Seguimos adelante con la música, que es la cosa más bonita del mundo”.
TITULO: Imprescindibles' estrena en La 2 - Muere el periodista Eugenio Scalfari, fundador del diario italiano ‘La Repubblica’, a los 98 años . , Domingo -17, 24, 31- Julio .
Domingo - 17, 24, 31- Julio a las 21:30 horas en La 2, foto,.
Muere el periodista Eugenio Scalfari, fundador del diario italiano ‘La Repubblica’, a los 98 años,.
El intelectual y escritor fue uno de los grandes faros de la información en la Italia que nació después de la II Guerra Mundial hasta la actualidad,.
Eugenio Scalfari, fundador del periódico La Repubblica o el semanario L’Esprresso, faro del periodismo de la Italia del último medio siglo, ha muerto hoy en Roma a los 98 años. Escritor, poeta, empresario o filósofo, se dedicó en cuerpo y alma hasta el último día al periodismo, la pasión que le mantuvo despierto hasta casi alcanzar el siglo de vida. Hacía tiempo que atravesaba problemas de salud. El jueves escribió las últimas líneas de su vida antes del cierre definitivo de la edición.
Scalfari era de esos viejos periodistas, en el sentido noble del término, que solía acudir al rudimento del oficio para explicar su grandeza. “Periodista es gente que le dice a la gente lo que le pasa a la gente”, dijo una vez ante los alumnos de la Escuela de Periodismo de EL PAÍS. Años más tarde, como recordaba Juan Cruz en una estupenda entrevista con este periódico en 2009, fue algo más allá también ante un grupo de estudiantes. “El periodismo es un oficio cruel”.
Esa sencillez la mostraba también hablando de sí mismo. “Nací en Civitavecchia el 6 de abril de 1924, a las 10.30, en el último piso de un edificio construido en los albores del siglo XIX en la plaza central de la ciudad”. En 1941, se mudó a la capital italiana, donde participó en los Grupos Universitarios Fascistas hasta ser expulsado en 1943 tras publicar un artículo sobre la corrupción de las altas esferas del partido. Empezó así a alejarse de la ideología fascista y a acercarse al movimiento liberal y socialdemocrático.
Al comienzo de los años cincuenta, comenzó a colaborar con las publicaciones Il Mondo y Europeo y en 1955 participó en la fundación del semanal Espresso, en el que trabaja como director administrativo y periodista económico hasta convertirse en el director editorial y administrativo, un cargo totalmente nuevo en el panorama italiano, que asumiría también luego al frente de La Repubblica. Sucedió después de conocer a Simonetta de Benedetti, hija del director del diario La Stampa, que se convirtió en su esposa en 1954.
Scalfari firmó en julio de 1975 el acto constitutivo de una nueva sociedad editorial para alumbrar el 14 de enero de 1976 La Repubblica, un periódico de corte progresista que marcaría la vida de los italianos en las siguientes décadas. Scalfari permaneció en la dirección del periódico hasta 1996, con 72 años.
El fundador de La Repubblica no ocultó nunca su voluntad de influir en la política. De hecho, llegó a ser diputado por el Partido Socialista Unificado entre 1969 y 1972. Siempre inclinó sus publicaciones hacia la izquierda y la órbita progresista. Pero la política, de todos los colores, le ha recordado ahora con enorme reconocimiento. Desde Matteo Salvini, líder de la ultraderechista Liga, al propio primer ministro, Mario Draghi. “Su desaparición deja un vacío incolmable en la vida pública de nuestro país. Ha sido un absoluto protagonista de la historia del periodismo en la Italia de después de la II Guerra Mundial. La claridad de su prosa, la profundidad de sus análisis, la valentía de sus ideas han acompañado a los italianos durante más de 70 años y convirtieron sus artículos en una lectura fundamental para quien quisiera entender la política o la economía”, ha apuntado el presidente del Consejo de Ministros en un comunicado.
Una de las condolencias más relevantes ha sido también la de Silvio Berlusconi, quien fue bestia negra de Scalfari durante los años de sus distintos gobiernos. “Ha sido una figura de referencia para mis adversarios en política. Hoy, sin embargo, no puedo no reconocerle haber sido un gran director y un gran periodista, que siempre apreció por su dedicación y la pasión por su trabajo”. La guerra entre ambos fue cruenta y era costumbre de Il Cavaliere liquidar ese tipo de problemas comprándose el medio que le criticaba. Así lo recordaba en una escena de Il Divo Paolo Sorrentino, en una escena que protagonizaba el propio Scalfari entrevistando al actor que encarnaba a Giulio Andreotti.
-¿Es casualidad que yo salvase el prestigioso periódico fundado por usted de ser comprado por Berlusconi? Un empresario poco apreciado por usted...
-Las cosas eran matizables- respondía Scalfari luego.
-Usted es muy perspicaz y lo ha entendido bien. Pero entonces yo también soy matizable - sentenciaba Andreotti.
Scalfari, que siempre quiso conocer la opinión de todo el mundo y se sumergió en las tripas de la historia de Italia, seguía en activo en los últimos tiempos. Cada domingo dictaba todavía su artículo semanal, una especie de homilía laica en las que se lanzó también a un diálogo con Dios y el mundo religioso desde una óptica atea. Eran famosas también sus entrevistas con el papa Francisco, de las que salía sin apenas haber tomado notas y reconstruyendo la conversación con algunos matices discutibles, pero siempre interesantes de leer (en la última aseguró que Francisco había negado la existencia del infierno, algo que el Vaticano se apresuró a desmentir poco después). El Papa también quiso acordarse “con dolor de la desaparición de un amigo”. Según su portavoz, aseguró que conserva “con afecto la memoria de los encuentros -y las densas conversaciones sobre las últimas preguntas del hombre- mantenidas en los últimos años”.
TITULO: De seda y hierro - La memoria de tu mirada ,. Domingo - 17, 24, 31 - Julio,.
El Domingo - 17, 24, 31 - Julio a las 20:20 por La 2, foto,.
La memoria de tu mirada,.
Hay besos que pronuncian por sí solos
la sentencia de amor
condenatoria,
hay besos que se dan con la mirada
hay besos que se dan con
la memoria.
Hay besos silenciosos, besos nobles
hay besos enigmáticos,
sinceros
hay besos que se dan sólo las almas
hay besos por prohibidos,
verdaderos.
Hay besos que calcinan y que hieren,
hay besos que arrebatan
los sentidos,
hay besos misteriosos que han dejado
mil sueños errantes y
perdidos.
Hay besos problemáticos que encierran
una clave que nadie ha
descifrado,
hay besos que engendran la tragedia
cuantas rosas en broche
han deshojado.
Hay besos perfumados, besos tibios
que palpitan en íntimos anhelos,
hay
besos que en los labios dejan huellas
como un campo de sol entre dos
hielos.
Hay besos que parecen azucenas
por sublimes, ingenuos y por puros,
hay
besos traicioneros y cobardes,
hay besos maldecidos y perjuros.
Judas besa a Jesús y deja impresa
en su rostro de Dios, la
felonía,
mientras la Magdalena con sus besos
fortifica piadosa su
agonía.
Desde entonces en los besos palpita
el amor, la traición y los
dolores,
en las bodas humanas se parecen
a la brisa que juega con las
flores.
Hay besos que producen desvaríos
de amorosa pasión ardiente y loca,
tú
los conoces bien son besos míos
inventados por mí, para tu boca.
Besos de llama que en rastro impreso
llevan los surcos de un amor
vedado,
besos de tempestad, salvajes besos
que solo nuestros labios han
probado.
¿Te acuerdas del primero…? Indefinible;
cubrió tu faz de cárdenos
sonrojos
y en los espasmos de emoción terrible,
llenaron sé de lágrimas
tus ojos.
¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso
te vi celoso imaginando
agravios,
te suspendí en mis brazos… vibró un beso,
y qué viste después…?
Sangre en mis labios.
Yo te enseñe a besar: los besos fríos
son de impasible corazón de
roca,
yo te enseñé a besar con besos míos
inventados por mí, para tu
boca.
Amor, de Pablo Neruda
Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte
la leche de los senos como de
un manantial,
por mirarte y sentirte a mi lado y tenerte
en la risa de oro
y la voz de cristal.
Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos
y
adorarte en los tristes huesos de polvo y cal,
porque tu ser pasara sin pena
al lado mío
y saliera en la estrofa -limpio de todo mal-.
Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabría
amarte, amarte como nadie supo
jamás!
Morir y todavía
amarte más.
Y todavía
amarte más
y
más.
TITULO: Noche Sexo - Monica y el sexo - Retrato del putero en España: “Vas, pasas un rato con los amigos, follas y para casa. Y no es carísimo” ,.
El viernes -15, 22, 29 - Julio 0.40 / Cuatro, foto,.
Retrato del putero en España: “Vas, pasas un rato con los amigos, follas y para casa. Y no es carísimo”,.
Los estudios sobre los hombres que pagan por sexo son escasos y las cifras, antiguas. No hay un perfil determinado; puede ser cualquiera, aunque con una característica común: son machistas,.
—¿Dónde estabais?
—De putas.
La primera vez fue una Navidad de hace 12 años. El que preguntaba tenía 22 años y quien respondía, 19. Desde entonces, aquello se ha repetido un par de veces al año, incluido 2020, el más agudo de la pandemia de covid. Lo cuenta al teléfono el más joven, no le importa admitirlo, no ve “qué hay de malo” en esos “viajes” por una comarcal hasta una autovía de vez en cuando, pero no quiere que aparezca su nombre ni sus iniciales, dónde vive ni en qué trabaja. “No quiero que toda España sepa que vamos de putas porque te acaban diciendo putero, aunque seguro que más de uno de los que lo dirían también va. Pon Manuel”, dice. Sabe y reconoce que es un putero, y también lo dice, entre risas, pero no quiere que lo acaben llamando así.
¿Cuántos más hay en España? ¿Quiénes son? ¿Por qué van? Los análisis en profundidad son tan escasos y la mayoría tan antiguos, la realidad tan compleja y la sociedad tan cambiante que hay pocas certezas.
El cálculo es que alrededor de un millón de españoles han pagado por sexo en el último año, un 5% de la población masculina, pero es eso, una estimación, porque desde hace más de una década las cifras parecen no haberse movido demasiado. La falta de estudios amplios no deja ver una foto exacta. La encuesta de salud y hábitos sexuales del INE de 2003 estableció que el 25,76% de los hombres de 18 a 49 años habían hecho uso de la prostitución alguna vez en su vida y el 5,83%, en el último año.
En 2008, otro estudio del Instituto de Salud Carlos III actualizó ligeramente esas cifras (aunque también partió de las anteriores del INE) y fijó en el 25,4% los que habían pagado alguna vez, en el 13,3% quienes lo habían hecho en los últimos cinco años y en el 5,7% en los últimos 12 meses. Ese mismo año, la encuesta sobre actitudes y prácticas sexuales del CIS subió hasta el 32,1% los hombres encuestados que habían pagado alguna vez por sexo, una o más de una vez. Y el informe del Injuve de 2020 cifró en el 10,6% los hombres de 15 a 29 años que alguna vez lo habían hecho, y en un 5% el consumo regular.
Sobre el perfil, expertas e investigadoras consultadas para este reportaje aseguran que no hay uno determinado: cualquier ideología política, cualquier lugar, cualquier renta, cualquier nivel educativo, cualquier edad. Solo hay una constante: son hombres que en general no ven “nada malo” en ir a un club, a un piso, a una rotonda, a un polígono o a una esquina y pagar a una mujer “por follársela un rato”. Hombres “ordinarios”, tal y como los llamó el sociólogo francés Daniel Welzer-Lang, en una conferencia de 2001 titulada Prostitution et travail sexuel: le client, “en el sentido de que son personas socializadas normalmente como hombres” y que cuando van a pagar por sexo, “disocian”. Dos vidas: la doméstica y la sexual.
Manuel es uno de esos hombres. Está a punto de cumplir los 31 y hace jornadas de ocho horas en el sector primario. Los otros “tres o cuatro” con los que suele ir, “casi siempre en verano y en Navidad”, rondan su edad y trabajan en la hostelería, alrededor de coches y en el sector financiero. No siempre son exactamente los mismos. Algunos son autónomos y otros tienen jefes. Hay mileuristas y los que duplican o triplican ese sueldo. Tienen novias, están casados, tienen uno o dos hijos o ahora no tienen pareja. Pero todos la han tenido durante estos últimos 12 años. Y nunca han fallado a la cita, aunque antes eran más. “Cuando empezamos a ir éramos ocho o 10, los de siempre, el grupo, pues a celebrar en fiestas... lo normal. Pero, bueno, van pasando los años y algunos ya no quisieron seguir viniendo, y [eso es] respetable es también, ¿eh?”.
—¿Por qué vas, o vais, a clubes?
—Se quedó como costumbre: vas, pasas un rato con los amigos, follas, cero complicaciones y pa’ casa. Y tampoco es que sea carísimo. ¿Qué nos podemos gastar? ¿Entre 50 y 100 euros cada uno? Pues para eso trabajamos. No veo dónde está el problema. Si tienes mujer o hijos, eso ya cada cual, pero si no, es que no hacemos daño a nadie.
Para Manuel es una noche más de juerga. Nada más. Pero detrás de esas noches hay redes de trata que se extienden por toda la geografía española. El último balance del Ministerio de Interior, de 2020, cifra en 3.867 las personas en “situación de riesgo de trata y explotación sexual”, es decir, aquellas que identifican durante las inspecciones, aunque varios estudios apuntan a que el número real podría estar entre 20.000 y 40.000 —cifras que también dio el Gobierno en mayo en el Congreso—, y la tecnología no ha hecho más que abrir más agujeros y más hondos por donde colarse, facilitando y multiplicando no solo la oferta, sino las posibilidades de salir impunes de los proxenetas y la facilidad y la privacidad con la que se mueven los puteros.
La socióloga Rosa Cobo asegura que “funciona bastante la idea de que la prostitución se inscribe dentro del mundo del ocio y el entretenimiento y así se despolitiza mucho más, se normaliza”. Con esa normalización, viene la “ruptura” de cuestiones “tan básicas” como que “la sexualidad y los deseos se negocian, no se imponen”. Y no perciben violencia en ello: “Tratan de borrar si a ellas les puede o no hacer daño, si están haciendo daño, porque su deseo, el de ellos, se sobredimensiona. Y además tienen una enorme batería de argumentos”. Cobo explica que van desde: “A ellas les encanta, yo lo hago muy bien”, a: “Todo el mundo lo hace, ¿por qué yo no?”.
“Los puteros de lo que hablan ahora es de libertad”
Sin embargo, “el gran relato no es el de antes, el de la sexualidad irrefrenable”. Ha cambiado: “Los puteros nunca hablan de violencia ni de abuso, de lo que hablan ahora es de libertad. Manejan otros argumentos complementarios, el relato fundamental es que es un acto de libertad entre dos individuos en diferentes planos, con diferentes necesidades, y ambas necesidades están compensadas por la aportación del otro. Ese es el relato central de la legitimación de la violencia”.
Javier es el segundo nombre de un andaluz de 49 años. “¿Qué violencia?, a ver, ¿qué violencia?”, repite una y otra vez al teléfono. Lleva casi 30 años yendo a clubes y, durante largos, larguísimos periodos, ha ido “con la misma”. “Es que yo no iba solo por sexo. Estaba solo, todos mis amigos tenían pareja y se fueron casando y yo seguí solo y también necesito cariño como todo el mundo. No sé por qué nunca se me dio bien lo de ligar. Y al final vas y pagas: es más fácil”.
—¿Pero había sexo o no?
—Sí, a ver, al final, pues acabas follando. Pero que yo no soy un putero como muchos otros que van ahí y las tratan fatal, como si fueran un trozo de lomo. Yo he estado casi cinco años yendo a ver a la misma chica y luego otros ocho con otra porque la anterior desapareció de un día para otro. Con cariño, ¿sabes? Yo lo hacía con cariño y hablaba con ella y eso. Follar sí, pero lo demás también.
Amelia Tiganus sabe perfectamente de lo que habla Javier. Ella lo vivió desde el otro lado y adelanta que la historia se ve de otra manera. Es activista por la abolición de la prostitución y los derechos de las mujeres y autora de La revuelta de las putas. Es superviviente de una red de trata de mujeres con fines de explotación sexual. La vendieron sin haber cumplido 18 años por 300 euros en Rumania, donde nació, a un proxeneta que la trasladó a España. La movieron por más de 40 prostíbulos en cinco años. Ahora tiene 38 y asegura que lo único que todos los puteros tienen en común es que “son hombres y machistas que comparten la idea de que las mujeres hemos nacido para servirlos”.
Expertas e investigadoras arguyen lo mismo, no hay un perfil. Pero sí un trasfondo extendido y común: socialización y dominación. En el libro El putero español, Águeda Gómez, Silvia Pérez y Rosa María Verdugo concluyen tras una revisión de múltiples investigaciones y la suya propia que pagar por sexo no se produce por “la búsqueda de sexo de calidad, por diversión ni por disfrute hedonista, sino que es una estrategia de reforzamiento de una masculinidad conformada por una identidad que gira en torno a la exhibición frente al grupo de pares”.
Al teléfono, Gómez apunta que desde la expansión de internet y las redes sociales y el cambio social en los últimos años ha habido “una hiperindividualización y una digitalización, se profundiza en el individualismo: mi deseo, mi derecho”. En esa nueva construcción hay “un problema de identidad en la sexualidad”, que no se sacia sino que sirve “para reforzar un modelo de pares”. “Lógicas más de carácter expresivo que instrumentales, como desarrolla Rita Segato [antropóloga y escritora]. Es decir, el fin último no es el sexo, sino un acto de poder”.
Cliente misógino, amigo, consumista y crítico
Tanto ella y sus compañeras como otras investigadoras han estudiado y dividido el comportamiento de los puteros por categorías. En El putero español, la clasificación tiene cuatro tipologías. El cliente misógino acude con amigos y compañeros de trabajo con toda “normalidad”. Cree que las mujeres se prostituyen porque quieren ganar mucho dinero y no ven “zonas oscuras” en ello. El cliente consumista tiene cierta percepción de desigualdad, pero siempre antepone sus derechos como “consumidor” y las razones para ir suelen tener que ver con la socialización, “como un rito de iniciación”.
Después está el cliente amigo, los hombres “amables”, que “son capaces de humanizar a las mujeres en prostitución y empatizar con ellas”. Pueden llegar a tener la percepción de generar “lazos afectivos”. Y el cliente crítico reconoce la desigualdad y vulnerabilidad de las mujeres prostituidas y cree que los demás, pero no él, buscan “la situación de poder que poseen en el contexto prostitucional y que les permiten desahogar sus frustraciones cotidianas a través de la humillación y el abuso hacia estas mujeres”.
La categorización de Tiganus fue a través de su experiencia —“según cómo nos trataban”—, y algunos de sus tipos encajan con los anteriores. La primera a la que alude es a la del “putero majo”, que es equivalente al “cliente amable”. Una categoría en la que encajaría Javier. Son los “que necesitan afecto, que no tienen habilidades sociales y tienen esta necesidad, porque siempre se entiende como una necesidad”, apunta Tiganus.
Para ella es uno “de los peores” perfiles: “No solo era hablar y penetrarnos, sino que buscaban en nosotras lo que ya no existe tanto en la sociedad, gracias a la lucha feminista, esa mirada de admiración, de comprensión, de sentirse reconocidos. Quieren comprar la performance de una relación de noviazgo”.
Mientras estuvo en el sistema prostitucional, entre 2002 y 2007, recuerda que evitaban el contacto emocional: “Nos negábamos a dar besos. Esa especie de noviazgo de mentira rompe la barrera que tienes. Es destructivo hacer el papel de novia entregada, nos producía daño porque nos impedía disociarnos, nos obligaba a sentir el aliento y las caricias de esos hombres”. Dice que es difícil explicar la contradicción inmensa que vivían: “Es una situación violenta, mucho, cuando un hombre al que no deseas te está obligando a hacer no solo de puta feliz, sino de novia entregada”.
Las tipologías pueden mezclarse. Así surge, por ejemplo, el “putero macho”, que es una mezcla del cliente consumista y el misógino de la socióloga Gómez. Son “la mayoría”, según Tiganus. Y buscan “reproducir aquello que aprenden en la pornografía, en los prostíbulos, que son espacios cada vez más pornificados, está presente 24 horas, emitiéndose en las televisiones”. Afirma que es para “sentar” cuestiones: “Dejarnos claro qué somos, y que les servimos a ellos para invitarlos a descubrir nuevas experiencias. Este putero macho quiere un cuerpo para reproducir esas prácticas, cada vez más violentas”.
El ensayista y profesor de la Universidad de León Enrique Javier Díez arguyó hace ya una década, que “cada vez son más los hombres que buscan prostitutas para dominarlas, más que para gozar sexualmente con/de ellas: los hombres han experimentado una pérdida de poder y de masculinidad tradicional, y no consiguen crear relaciones de reciprocidad y respeto hacia las mujeres”.
De ahí, otra de las categorías de Tiganus, el “putero sádico”. Ella, y también comparte la teoría las expertas Cobo y Gómez, analiza esta tipología desde una sociedad que evoluciona, “donde la misoginia está cada vez menos presente”, aunque ahora esté habiendo “una contrarreacción” al movimiento feminista: “La prostitución es el sitio seguro donde pueden seguir ejerciendo esa violencia. Nuestro cuerpo es el campo de batalla, pero contra todas las mujeres. A veces tortura, ese sadismo que llega en ocasiones a los feminicidios, súper olvidados. Ni siquiera son cifras en las estadísticas, ni siquiera esa representación simbólica”.
“Se explota, se tortura, se cosifica y se mercantiliza”
Fuera ya de esa clasificación, Tiganus hace referencia a un grupo más: “Esos que no son puteros, pero van a tomar una copa para acompañar a sus amigos. Eso se encuentra mucho en el relato social y nos hacen creer que es mejor y que no implica violencia. Van a pagar tres veces más por una consumición en un lugar donde una agresión sexual jamás se considera tal y ahí brindan, en un espacio donde se explota, se tortura, se cosifica y se mercantiliza a las mujeres. Eso es ser cómplice de un delito. El proxenetismo es un delito”.
El proxenetismo está recogido en el Código Penal, con penas de dos a cinco años de cárcel —una norma que podría cambiar en los próximos meses tras la proposición de ley del PSOE para modificar algunos de sus artículos—. Y aunque no se considera delito el pago por sexo, sí supone una infracción grave.
Los ayuntamientos tienen la capacidad de regularlo a través de sus ordenanzas municipales y desde la entrada en vigor de la llamada ley mordaza, se puede multar con entre 601 y 30.000 euros a quienes paguen por servicios sexuales “en zonas de tránsito público” o cuando haya “un riesgo para la seguridad vial”. Pero esos códigos también permiten multar a las mujeres; algo que va en la línea opuesta del abolicionismo, cuyo fin último es perseguir a proxenetas y puteros y proteger y darles alternativas a ellas.
Madrid y Barcelona multan, el municipio valenciano de Albal, o el Ayuntamiento de Valencia, también; y hace apenas un mes el Gobierno de esa autonomía puso a disposición de los consistorios un modelo de ordenanza abolicionista de la prostitución para multar con hasta 3.000 euros a los puteros y proxenetas y amparar a las mujeres.
El vacío de los datos
Ahora, esa modificación del Código Penal propuesta por el PSOE tiene como objetivo que haya un paraguas nacional para esas y otras cuestiones: perseguir penalmente el proxenetismo, a los prostituidores, a los dueños de los locales donde se da (la llamada tercería locativa), y proteger a las víctimas. ¿Cuántas? También se desconoce de forma exacta. Las horquillas según distintas organizaciones son amplísimas.
En 2005, el estudio Impacto de una posible normalización profesional de la prostitución en la viabilidad y sostenibilidad futura del sistema de pensiones de protección social, encargado por el Ministerio de Trabajo, estableció ese número por encima de 100.000: “Lo importante es constatar que el número de nuevas altas a nivel nacional no debería ser inferior a 113.426, dato que se ha estimado con carácter conservador”. Siete años después, el Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado, de Interior, estimó en 45.000 las mujeres en situación de prostitución en España.
El último análisis sobre la prostitución en España, de la Comunidad Valenciana, pero con perspectiva nacional, es del año pasado y estima que la cifra que se ajusta mejor a la realidad es una que se ubica entre las 100.000 y las 150.000 mujeres; aunque la referencia es un dato de 2003. Sucede lo mismo con el número de puntos donde se da la prostitución. Clubes de carretera, dentro de las ciudades, pisos, localizaciones en las calles, saunas y lugares de masajes... Se cuentan por miles, pero no hay ninguna cifra fiable. Los últimos cálculos de la Policía Nacional, de hace al menos tres años, apuntan como mínimo a la existencia de 1.600 prostíbulos en España. Solo prostíbulos.
Mabel Lozano, directora de cine y escritora, y dedicada a la investigación del proxenetismo y la trata, está “convencida” de que hasta que no haya un “verdadero compromiso” no solo por parte del Gobierno sino social, y un cambio “profundo”, seguirán existiendo puteros. Porque “un hombre, por más pobre que sea, siempre tiene acceso al cuerpo de una mujer, porque siempre hay una mujer infinitamente más pobre”. Y la cuestión “no es el sexo, sino el poder”. Una afirmación que comparte una amplia mayoría de investigadoras en este ámbito.
Lo refleja también el punto con el que se despide Tiganus. Cuenta que en sus clases y charlas con adolescentes, les pregunta qué piensan ellos: “La mayoría dicen que no consumirían, pero no porque las mujeres somos personas y porque no tendrían sexo con alguien que no los desea, sino porque ellos no pagarían por follarse a una, sino que ya lo hacen gratis. Y esa es la misma idea: que el cuerpo es un mero objeto para eyacular. Que somos instrumentos”.
Alrededor de un millón de hombres en España pagan por sexo
No hay datos representativos más actualizados que los del informe del Injuve de 2020, que cifró en el 10,6% los hombres de 15 a 29 años que alguna vez habían pagado por sexo y en un 5% el consumo regular. Pero son de esa franja etaria. Sin embargo, desde hace años se viene usando un porcentaje, el del 39%, que en realidad tiene más de tres décadas. Con él se han manejado agencias de prensa, medios de comunicación, administraciones, organizaciones contra las redes de explotación sexual e incluso la ONU, también de forma repetida. En el informe Trata de personas hacia Europa con fines de explotación sexual, de 2019, se incluyó el consumo de prostitución por países.
Calculó “en torno a un 19%” los hombres que habían “consumido servicios sexuales” alguna vez en el continente. “Estudios recientes realizados en otros países indican cifras similares en Suecia (13%), los Países Bajos (14%), y Suiza (19%). España (39%) representa un valor atípico en Europa”, indicó. Pero si se lee la letra pequeña, la bibliografía que responde a cada uno de esos porcentajes, el dato general para Europa es de 1994. Los de Suecia, Países Bajos, Suiza y España de 1998, y el dato español responde a cifras recogidas en 1990. La ONU se manejó con las estadísticas que le ofrecieron los distintos estados, y recientes no eran, pero quedó aún más extendido como dato fiable que cuatro de cada diez españoles consumían prostitución.
La estimación más actual de prevalencia, de estudios no representativos sino con muestras aleatorias, se mueve en alrededor del 5%. Es decir, que casi un millón de españoles de más de 18 años han pagado por sexo en el último año. Es una cifra alta, pero no son los 7,4 millones que supondría el 39% usado ampliamente. El informe Apoyando a las víctimas de trata, de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género, de 2015, realizado por un equipo de la Universidad Pontificia de Comillas coordinado por Carmen Meneses, marcó que “alrededor del 20% de la población masculina en España declara pagar por servicios sexuales”, y entre el 11,7% y el 18,7% en los últimos 12 meses, pero insistían en las “limitaciones”, porque la muestra no era representativa.
En 2018, Meneses, doctora en Antropología Social, publicó junto a varios compañeros otro análisis en la revista de Sociología del CSIC con una muestra aleatoria de 1.048 hombres entre los 18 y los 70 años: “De los cuales el 20,3% han pagado por servicios sexuales en algún momento de su vida y el 15% en el último año”. La antropóloga asegura ahora que “no es un comportamiento mayoritario” y que, según la encuesta más reciente que ha elaborado, –"también aleatoria", repite, por lo que no es representativa– ,“España estaría entre el 3% y el 5% anual y aproximadamente entre el 10% al 15% alguna vez en la vida”. La realidad, la exacta, se desconoce.
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