TÍTULO: Deportes - Tenis - Nadal sobrevive al cañón de Karlovic en Shanghai,.
-foto--Nadal sobrevive al cañón de Karlovic en Shanghai
El balear se sobrepuso a los
24 saques directos del gigante croata (7-5, 6-7, 7-6) para pasar a
tercera ronda de Shanghai, donde espera Raonic.
TÍTULO: NBA - Suceso La última canasta de Odom,.
-foto- Lamar Odom, jugando con el Laboral Kutxa, en un partido de la pasada temporada contra Unicaja.
Todo pudo ser distinto si la fortuna le hubiese sonreído tras su impactante fichaje por el Baskonia, hace año y medio
No es sencillo situar en el tiempo el nacimiento de los demonios de Lamar Odom.
Quizá todo empezó con el tormento de tener un padre heroinómano. Con el
fallecimiento de su madre a los 12 años o de quien entonces le acogió,
su abuela, cuando aún tenía 20. O puede que todo ocurriera más tarde,
cuando ya era una estrella en la NBA, con dos anillos de campeón y un
oro mundial con Estados Unidos. Lo más probable es que su descenso a los infiernos fuera paulatino, insoportablemente lento, hasta llegar a un fin de semana de desenfreno en un burdel cualquiera de Nevada con un final todavía por escribir. Porque la vida de este juguete roto de 35 años sigue en el limbo.
Todo pudo ser distinto, quién sabe, si la fortuna le hubiese sonreído tras su impactante fichaje por el Baskonia, hace año y medio. Pero aquello no pudo ser. Apenas un mes duró en Vitoria, aunque cuentan que el chico puso todo de su parte para que la experiencia no finalizara de una manera tan abrupta y decepcionante. Odom llevaba 10 meses de inactividad, entrenando en solitario y acumulando oscuros episodios a su biografía: en agosto de 2013, desapareció durante tres días y fue hallado borracho al volante de su Mercedes.
Era febrero de 2014 cuando el Baskonia buscaba un pívot que cubriera la baja temporal de Lamont Hamilton. Misko Raznatovic, el agente más poderoso del baloncesto europeo, le puso a Sergio Scariolo el atractivo nombre de Odom sobre su mesa. El técnico italiano recabó opiniones, entre ellas la de Pau Gasol, ex compañero de Odom, y habló directamente con el jugador y con su entrenador personal. El Baskonia, finalmente, dio el visto bueno a la operación, aun a sabiendas de que necesitaban rendimiento inmediato en el poste bajo y que Odom no podía ofrecerlo.
Su regreso a las canchas tras 10 meses de inactividad fue una noticia de alcance mundial. Llegó a Vitoria como una superestrella de cine. El entonces alcalde de la ciudad, Javier Maroto, le recibió casi con honores de Jefe de Estado. El Baskonia puso en marcha una maquinaria mediática sin precedentes en el club. Sus camisetas con el '7' se vendieron como churros en las tiendas oficiales. Todo iba de maravilla... hasta que le tocó jugar, que era para lo que, en teoría, había desembarcado en Vitoria.
Desde el primer momento, Scariolo pidió paciencia con el chico nuevo. Darle minutos desde el primer día era una temeridad, debido a su precario estado físico. Lo más importante era que se pusiera a tono, algo en lo que se esmeró. Cuentan que incluso tenían que frenarle en los entrenamientos para que no fuera más allá de lo recomendable. Su apuesta por volver a ser jugador de baloncesto era sincera. De otro modo, jamás habría aceptado un contrato de 50.000 euros al mes, una cantidad pírrica para un jugador que llegó a ganar cerca de 10 millones de dólares por temporada.
Tuvo algún episodio excéntrico en su corta estancia en Vitoria, pero nada realmente grave. Cuentan que un día acudió a un hipermercado, a puerta cerrada, para gastarse varios cientos de euros en toallas. También tuvo una escapada nocturna a Bilbao con un canterano del equipo, resuelta sin incidentes conocidos. Finalmente, debutó en un partido de Euroliga contra Unicaja, desatando el delirio en un Buesa Arena rendido al nuevo ídolo. Aportó dos rebotes, puso un tapón y falló un triple. Aunque se le notaba falto de ritmo, nadie pensó entonces que sólo le quedaban unos minutos más con el Baskonia. El 2 de marzo, frente al Valencia, metió su primera y última canasta en España.
La espalda, o al menos esa fue la versión oficial, le dijo basta. Odom viajó a Nueva York para visitar a su médico de confianza. Con la aquiescencia del club, dicen, aunque en realidad parece que sólo dijo que lo iba a hacer cuando se disponía a coger el avión. Se le diagnosticó una baja de dos meses, demasiado tiempo como para que el Baskonia le esperara. La aventura acabó el 15 de marzo, con el recuerdo de lo que pudo haber sido y no fue. En Vitoria dejó el recuerdo de un éxito mediático y un estrepitoso fracaso deportivo. Y una vídeoconsola que dejó abandonada en su hotel y de la que nada más se supo. Meses después, Phil Jackson le ofreció una nueva oportunidad de rehabilitarse en los New York Knicks. Era una misión imposible. Si no lo había conseguido en la ACB, con todo a favor, no lo iba a hacer en la NBA. Aquella canasta en la Fonteta sería la última de Odom como jugador de baloncesto.
TÍTULO: NBA - Suceso La última canasta de Odom,.
-foto- Lamar Odom, jugando con el Laboral Kutxa, en un partido de la pasada temporada contra Unicaja.
Todo pudo ser distinto si la fortuna le hubiese sonreído tras su impactante fichaje por el Baskonia, hace año y medio
Todo pudo ser distinto, quién sabe, si la fortuna le hubiese sonreído tras su impactante fichaje por el Baskonia, hace año y medio. Pero aquello no pudo ser. Apenas un mes duró en Vitoria, aunque cuentan que el chico puso todo de su parte para que la experiencia no finalizara de una manera tan abrupta y decepcionante. Odom llevaba 10 meses de inactividad, entrenando en solitario y acumulando oscuros episodios a su biografía: en agosto de 2013, desapareció durante tres días y fue hallado borracho al volante de su Mercedes.
Era febrero de 2014 cuando el Baskonia buscaba un pívot que cubriera la baja temporal de Lamont Hamilton. Misko Raznatovic, el agente más poderoso del baloncesto europeo, le puso a Sergio Scariolo el atractivo nombre de Odom sobre su mesa. El técnico italiano recabó opiniones, entre ellas la de Pau Gasol, ex compañero de Odom, y habló directamente con el jugador y con su entrenador personal. El Baskonia, finalmente, dio el visto bueno a la operación, aun a sabiendas de que necesitaban rendimiento inmediato en el poste bajo y que Odom no podía ofrecerlo.
Su regreso a las canchas tras 10 meses de inactividad fue una noticia de alcance mundial. Llegó a Vitoria como una superestrella de cine. El entonces alcalde de la ciudad, Javier Maroto, le recibió casi con honores de Jefe de Estado. El Baskonia puso en marcha una maquinaria mediática sin precedentes en el club. Sus camisetas con el '7' se vendieron como churros en las tiendas oficiales. Todo iba de maravilla... hasta que le tocó jugar, que era para lo que, en teoría, había desembarcado en Vitoria.
Desde el primer momento, Scariolo pidió paciencia con el chico nuevo. Darle minutos desde el primer día era una temeridad, debido a su precario estado físico. Lo más importante era que se pusiera a tono, algo en lo que se esmeró. Cuentan que incluso tenían que frenarle en los entrenamientos para que no fuera más allá de lo recomendable. Su apuesta por volver a ser jugador de baloncesto era sincera. De otro modo, jamás habría aceptado un contrato de 50.000 euros al mes, una cantidad pírrica para un jugador que llegó a ganar cerca de 10 millones de dólares por temporada.
Tuvo algún episodio excéntrico en su corta estancia en Vitoria, pero nada realmente grave. Cuentan que un día acudió a un hipermercado, a puerta cerrada, para gastarse varios cientos de euros en toallas. También tuvo una escapada nocturna a Bilbao con un canterano del equipo, resuelta sin incidentes conocidos. Finalmente, debutó en un partido de Euroliga contra Unicaja, desatando el delirio en un Buesa Arena rendido al nuevo ídolo. Aportó dos rebotes, puso un tapón y falló un triple. Aunque se le notaba falto de ritmo, nadie pensó entonces que sólo le quedaban unos minutos más con el Baskonia. El 2 de marzo, frente al Valencia, metió su primera y última canasta en España.
La espalda, o al menos esa fue la versión oficial, le dijo basta. Odom viajó a Nueva York para visitar a su médico de confianza. Con la aquiescencia del club, dicen, aunque en realidad parece que sólo dijo que lo iba a hacer cuando se disponía a coger el avión. Se le diagnosticó una baja de dos meses, demasiado tiempo como para que el Baskonia le esperara. La aventura acabó el 15 de marzo, con el recuerdo de lo que pudo haber sido y no fue. En Vitoria dejó el recuerdo de un éxito mediático y un estrepitoso fracaso deportivo. Y una vídeoconsola que dejó abandonada en su hotel y de la que nada más se supo. Meses después, Phil Jackson le ofreció una nueva oportunidad de rehabilitarse en los New York Knicks. Era una misión imposible. Si no lo había conseguido en la ACB, con todo a favor, no lo iba a hacer en la NBA. Aquella canasta en la Fonteta sería la última de Odom como jugador de baloncesto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario