Atención obras - Elvira Sastre, Anna Castillo, Irene Escolar, Ismael Serrano y Marwan, en el festival virtual #PoesíaEnTuSofá ,.
Jueves 19 de Marzo a las 20:00 en La 2, foto,.
Elvira Sastre, Anna Castillo, Irene Escolar, Ismael Serrano y Marwan, en el festival virtual #PoesíaEnTuSofá,.
Elvira
Sastre es la organizadora de un festival virtual de poesía en la que
participan Andrés Suárez, Anna Castillo, Benjamín Prado, Irene Escolar,
Ismael Serrano, Marwan, Miguel Poveda, Leticia Dolera...
Cerca de
una treintena de poetas, músicos, actores y, en general, personalidades
del mundo de la cultura, participarán este fin de semana en la
iniciativa #PoesíaEnTuSofá, un festival virtual que
pretende combatir la cuarentena a ritmo de verso y que se celebrará a
través en Instagram los días 20, 21 y 22 de marzo, coincidiendo con el
Día Internacional de la Poesía.
La idea surge a raíz de
la cancelación de todos los eventos culturales a raíz de la crisis
provocada por la pandemia del coronavirus, un contexto que ha afectado
también a la gira que tenían prevista los poetas Elvira Sastre, Andrea Valbuena y Fran Barreno por Colombia y Ecuador. La situación les dejó "bastante tocados", pero al poco tiempo vieron cómo "la belleza empezó a asomar desde los escombros". Fue entonces cuando surgió el festival de música vía redes #YoMeQuedoEnCasaFest, en el que se inspiraron para organizar #PoesíaEnTuSofá.
La poeta segoviana afincada en Madrid Elvira Sastre fue la encargada de lanzar la iniciativa a través de las redes sociales, que recibió cientos de respuestas, entre ellas, la de la actriz Inma Cuesta, quien se ofreció para hacer "más grande" el festival. Sastre accedió sin dudar y contactó de manera personal con la casi treintena de integrantes que ahora componen el cartel.
"El objetivo no es publicitarse, sino proveer de poesía al público y ofrecer un plan para salir de la rutina ahora que todos estamos encerrados en casa", ha explicado, en declaraciones a Europa Press, la poeta Elvira Sastre, que ha decidido pasar la cuarentena en Madrid "por responsabilidad".
El repertorio, según ha explicado Sastre, será muy "variado" y reunirá textos clásicos y actuales, originales propios y ajenos, pasando por versos de Gloria Fuertes o poemas musicalizados de Miguel Hernández, entre otras propuestas.
Así, junto a Inma Cuesta, destaca la presencia de artistas como Andrés Suárez, Anna Castillo, Benjamín Prado, Irene Escolar, Ismael Serrano, Marwan y Samir, Miguel Poveda, Leticia Dolera, Nadia de Santiago o Nuria Gago, entre muchos otros, quienes recitarán poemas propios y ajenos desde sendos perfiles de Instagram durante el fin de semana. No obstante, Sastre ha asegurado que el cartel aún no está cerrado, por lo que anticipa "más de una sorpresa".
Por el momento, se han publicado los horarios de este viernes, 20 de marzo, con la participación de Rebeca Jiménez, Adriá Salas, Raquel Lanseros, Guille Galván, Beatriz Luengo y Marta Waterme, Luis Ramiro y Marwan. El festival podrá seguirse a través del perfil de Instagram de cada artista en horario de 18.30 a 21.30 horas.
TITULO: TARDE DE CINE CON - Adicto a la morfina, mujeriego y genio: la vida de Mijail Tal .
Adicto a la morfina, mujeriego y genio: la vida de Mijail Tal,.
Se
publica 'Nieve negra' un libro dedicado a los dioses, héroes y
bastardos del ajedrez que durante 1.500 años han formado parte de los
imperios que gobernaban el mundo. Este fragmento del libro está dedicado
a Tal, el Mago de Riga
Cuando el gobierno de Nikita Jruschov promovió
una campaña contra el alcoholismo en la Unión Soviética, Mijaíl Tal
dijo: «¿El estado contra el vodka? Pues yo me pongo del lado del vodka».
Ácrata y soviético por accidente, Tal pudo haber nacido en la Polinesia o en un suburbio de Lagos. Fue un regalo de Caissa perfumado con nicotina que se posó un día en Riga, un maverick que sacrificaba piezas para brindar por la belleza.
Tal se enamoraba (y divorciaba) con frecuencia, bebía mucho y fumaba tres cajetillas diarias de cigarrillos. Asiduo de los hospitales, los riñones nunca le funcionaron bien. Envejeció prematuramente porque se emborrachaba de vida y eso no hay prescripción médica que lo tolere. Su cuerpo era un tatuaje de cicatrices y agujeros. Sus cejas y sonrisa de niño demoníaco en realidad eran generosidad para con los mortales. Cuando se empezó a quedar calvo se dejó crecer una melena agrupando todo su cabello en las sienes como una fallera valenciana. Duró más de lo que él y sus médicos esperaban.
En una ocasión, Tal tuvo que ser ingresado de urgencia por un fallo renal. Ante lo peligroso de la intervención, un periódico soviético encargó a uno de sus redactores un texto sobre el ajedrecista por si este no sobrevivía. El obituario es un género en el que los más importantes son enterrados con antelación para que su muerte inoportuna no joda un cierre de la edición de papel. Lo cierto es que Tal sobrevivió a la operación y lo que es más extraordinario: a su necrológica. Alguien con espíritu burlón le mostró en vida lo que se había escrito sobre él prediciendo su muerte y no le gustó. Pero Tal, que era muy listo, no tardó en convertir esa máscara mortuoria en una broma macabra. Cuando en un torneo hablaba de su obituario decía que «algunos datos eran incorrectos» pero que había tenido «la fortuna de corregirlos».
Los grandes maestros durante una partida llegan a alcanzar las 145 pulsaciones por minuto y un aumento de la presión arterial de hasta un 30 %. Ritmos que él solo podía mantener en sus aventuras noctámbulas con gente de la farándula y espíritus libres. Tal regateaba la exigencia física con la confianza de quien cree que no verá el mañana.
-¿Es usted morfinómano? -le preguntaron en una conferencia.
-No. Soy chigorinómano -contestó haciendo referencia a Chigorin, el patriarca del ajedrez ruso.
Por supuesto que era adicto a la morfina. Y a las mujeres. Y a la música.
Tocaba el piano, Chaikovski y Rajmáninov eran sus compositores favoritos, sin que importara el defecto congénito que le había dejado una mano derecha con solo tres dedos. No necesitaba más. Los agitaba como un prestidigitador cuando se encendía un cigarro o acariciaba las teclas.
Una vez los organizadores de un torneo quisieron presentarle a unos jóvenes, presuntas promesas del pujante ajedrez del país. «A su edad yo ya era excampeón del mundo», replicó con malicia.
A Tal el título mundial nunca le importó demasiado. Quiso vivir como jugaba: sin mirar atrás. Su reinado fue fugaz pero inolvidable. Es una pena que un Tal sin achaques no se enfrentara al mejor Fischer. Nunca sabremos qué talento natural era más extraordinario. El letón ha sido el mejor ajedrecista ofensivo que ha existido, lo que tiene mucho mérito en una época donde brillaba la estrategia del no perder. Fue la contrafigura del también campeón Tigrán Petrosián, araña tejedora de la táctica profiláctica. Un ajedrecista que logró muchos más triunfos que él, pero que nunca se acercó al carisma del brujo de Riga.
La falta de sentido práctico de Tal es proverbial. Cuando estaba en la cumbre, el Estado soviético le regaló un Volga, el mejor automóvil de fabricación nacional. El letón, ludita más por indolencia que por convicción, no sabía conducir y tampoco tenía intención de aprender. Así que se lo regaló a su hermano. Para él tener un coche no era un dilema, era un problema.
Con solo 23 años este hijo de médico había logrado desmontar pieza a pieza el corazón de silicio de Mijaíl Botvínnik (1911-1995), vaciarlo y volver a recomponerlo para ser el campeón más joven de la historia hasta la aparición huracanada de Kaspárov. Pero la mecánica de Botvínnik, paladín del ajedrez y héroe de la URSS, no enfermaba ni se oxidaba con vodka y un año después recuperó el título.
El poeta perdió esta vez contra el ingeniero. Unos días antes del encuentro al mago le habían operado de apendicitis. En la clínica donde reposaba fumaba a escondidas y lanzaba piropos a las enfermeras.
Tal no fue, como Bobby Fischer un adicto al ajedrez, fue un adicto a la vida.
Fragmento de 'Nieve negra. Dioses y héroes del ajedrez' (Editorial Libros del K.O.)
Ácrata y soviético por accidente, Tal pudo haber nacido en la Polinesia o en un suburbio de Lagos. Fue un regalo de Caissa perfumado con nicotina que se posó un día en Riga, un maverick que sacrificaba piezas para brindar por la belleza.
Tal se enamoraba (y divorciaba) con frecuencia, bebía mucho y fumaba tres cajetillas diarias de cigarrillos. Asiduo de los hospitales, los riñones nunca le funcionaron bien. Envejeció prematuramente porque se emborrachaba de vida y eso no hay prescripción médica que lo tolere. Su cuerpo era un tatuaje de cicatrices y agujeros. Sus cejas y sonrisa de niño demoníaco en realidad eran generosidad para con los mortales. Cuando se empezó a quedar calvo se dejó crecer una melena agrupando todo su cabello en las sienes como una fallera valenciana. Duró más de lo que él y sus médicos esperaban.
En una ocasión, Tal tuvo que ser ingresado de urgencia por un fallo renal. Ante lo peligroso de la intervención, un periódico soviético encargó a uno de sus redactores un texto sobre el ajedrecista por si este no sobrevivía. El obituario es un género en el que los más importantes son enterrados con antelación para que su muerte inoportuna no joda un cierre de la edición de papel. Lo cierto es que Tal sobrevivió a la operación y lo que es más extraordinario: a su necrológica. Alguien con espíritu burlón le mostró en vida lo que se había escrito sobre él prediciendo su muerte y no le gustó. Pero Tal, que era muy listo, no tardó en convertir esa máscara mortuoria en una broma macabra. Cuando en un torneo hablaba de su obituario decía que «algunos datos eran incorrectos» pero que había tenido «la fortuna de corregirlos».
Los grandes maestros durante una partida llegan a alcanzar las 145 pulsaciones por minuto y un aumento de la presión arterial de hasta un 30 %. Ritmos que él solo podía mantener en sus aventuras noctámbulas con gente de la farándula y espíritus libres. Tal regateaba la exigencia física con la confianza de quien cree que no verá el mañana.
-¿Es usted morfinómano? -le preguntaron en una conferencia.
-No. Soy chigorinómano -contestó haciendo referencia a Chigorin, el patriarca del ajedrez ruso.
Por supuesto que era adicto a la morfina. Y a las mujeres. Y a la música.
Tocaba el piano, Chaikovski y Rajmáninov eran sus compositores favoritos, sin que importara el defecto congénito que le había dejado una mano derecha con solo tres dedos. No necesitaba más. Los agitaba como un prestidigitador cuando se encendía un cigarro o acariciaba las teclas.
Era adicto a la morfina. Y a las mujeres. Y a la música.El peculiar Alexander Koblenz, reportero y cantante de ópera además de ajedrecista, fue su entrenador durante muchos años. Lo dirigió (sabiamente) más como un padre que como un instructor. Regateó las travesuras y templó los impulsos de su querido Misha. Sabía que un martes el pupilo vencía en la partida decisiva con una combinación majestuosa y el miércoles era sancionado sin Olimpiadas por recibir un botellazo de un novio celoso en un cabaré de Cuba. Tal era muy de sacar a bailar a la chica equivocada.
Una vez los organizadores de un torneo quisieron presentarle a unos jóvenes, presuntas promesas del pujante ajedrez del país. «A su edad yo ya era excampeón del mundo», replicó con malicia.
A Tal el título mundial nunca le importó demasiado. Quiso vivir como jugaba: sin mirar atrás. Su reinado fue fugaz pero inolvidable. Es una pena que un Tal sin achaques no se enfrentara al mejor Fischer. Nunca sabremos qué talento natural era más extraordinario. El letón ha sido el mejor ajedrecista ofensivo que ha existido, lo que tiene mucho mérito en una época donde brillaba la estrategia del no perder. Fue la contrafigura del también campeón Tigrán Petrosián, araña tejedora de la táctica profiláctica. Un ajedrecista que logró muchos más triunfos que él, pero que nunca se acercó al carisma del brujo de Riga.
Estuvo a punto de morir en una operación y pudo leer su obituarioTal gustaba de lucir sacrificios de piezas a veces pirotécnicos para desarticular a aquellos que creen que el ajedrez es un juego-ciencia y no un arte. Era un populista del tablero que gustaba de erizar emociones. A su amigo Sosonko le confesó que sentía celos si era otro el que levantaba en la audiencia un suspiro o un aplauso.
La falta de sentido práctico de Tal es proverbial. Cuando estaba en la cumbre, el Estado soviético le regaló un Volga, el mejor automóvil de fabricación nacional. El letón, ludita más por indolencia que por convicción, no sabía conducir y tampoco tenía intención de aprender. Así que se lo regaló a su hermano. Para él tener un coche no era un dilema, era un problema.
Con solo 23 años este hijo de médico había logrado desmontar pieza a pieza el corazón de silicio de Mijaíl Botvínnik (1911-1995), vaciarlo y volver a recomponerlo para ser el campeón más joven de la historia hasta la aparición huracanada de Kaspárov. Pero la mecánica de Botvínnik, paladín del ajedrez y héroe de la URSS, no enfermaba ni se oxidaba con vodka y un año después recuperó el título.
El poeta perdió esta vez contra el ingeniero. Unos días antes del encuentro al mago le habían operado de apendicitis. En la clínica donde reposaba fumaba a escondidas y lanzaba piropos a las enfermeras.
Tal no fue, como Bobby Fischer un adicto al ajedrez, fue un adicto a la vida.
Fragmento de 'Nieve negra. Dioses y héroes del ajedrez' (Editorial Libros del K.O.)
TITULO: Historia de nuestro cine -Cine - La leyenda del alcalde de Zalamea, Viernes -20- Marzo,.
El Viernes -20- Marzo a las 22:15 por La 2, foto,.
El Viernes -20- Marzo a las 22:15 por La 2, foto,.
- Reparto
- Francisco Rabal, Fernando Fernán Gómez, Julio Núñez, Teresa Rabal, Mario Pardo, Sonsoles Benedicto, Charo López, Ramiro Oliveros, Ramón Centenero, Gonzalo Esquiroz, Alberto Fernández, Hortensia García, Antonio Iranzo, Luis Marín, Antonio Medina, Fernando Nogueras, Gregorio Paniagua, Concha Rabal, Ricardo Rodríguez, Fernando Sánchez Polack, Josele Román,.
- En el pueblo extremeño de Zalamea, en la casa del labrador Pedro Crespo se hospeda el capitán Álvaro de Ataide quien rapta y seduce a su hija menor.
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