La red de residencias no crece en diez años y deja a 3.000 mayores sin plaza,.
La Comunitat está a la cola de España en infraestructuras para acoger a los ancianos con apenas 27.000 puestos,.
En concreto, la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas impulsó un concurso con el que pretendía contratar 1.550 nuevas plazas en residencias privadas a las que poder derivar a los solicitantes de estos recursos, puesto que las infraestructuras públicas son incapaces de acoger el volumen de demanda. Sin embargo, la respuesta de las compañías no ha cumplido las expectativas del departamento de Mónica Oltra y varios lotes en los que se dividía el concurso han quedado sin una sola oferta, lo que se traduce en unas 400 plazas menos de lo previsto inicialmente. Y todo ello, en un contexto de progresivo envejecimiento de la población no correspondido con un aumento similar en el número de recursos.
Por tanto, la cifra de plazas residenciales apenas ha variado en la última década; diez años en los que la Comunitat ha pasado de tener 354 centros con 26.516 plazas -según recoge el informe 'Instrumentos de financiación y gestión en residencias de personas mayores' elaborado por el departamento de Economía Aplicada de la Universitat de València- a contar con 334 residencias, veinte menos, y 27.429 plazas, apenas 913 más. Así las cosas, mientras que el número de mayores de 80 años ha crecido un 34% en estos últimos diez años, la de plazas residenciales sólo se ha incrementado un 3,4% y prácticamente gracias a las iniciativas privadas.
Además, el último informe sobre envejecimiento en red elaborado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) establece una radiografía nacional de la situación que no deja en muy buen lugar a la Comunitat. Según el estudio, la región presenta un ratio de plazas residenciales por cada 100 mayores de 65 años de 2,8. Sólo Ceuta, Murcia y Canarias presenta unas tasas inferiores. Por tanto, la Comunitat no sólo está lejos de la media española, situada en 4,1 plazas por cada 100 potenciales usuarios. Autonomías como Extremadura, Castilla-La Mancha, Castilla y León o Aragón duplican, y hasta llegan a triplicar en algunos casos, la oferta valenciana, siempre en comparación con la población de cada región.
Esta carencia de plazas se hace casi más patente en el ámbito público, puesto que, salvo Cantabria, la Comunitat es la autonomía con un porcentaje inferior de recursos de titularidad de la Administración. Así, según el informe del CSIC, apenas el 19,9% de las residencias de la región son de titularidad pública, frente al 27,2% de la media nacional o, por ejemplo, al 55% de Extremadura o al 52% de Canarias.
Este histórico déficit se ha visto agravado en los últimos diez años y, según fuentes de la Asociación Empresarial de Residencias de la Tercera Edad y de Servicios a Personas Dependientes de la Comunitat (Aerte), son varios los motivos por lo que el sector privado no ha apostado por incrementar los recursos en la Comunitat. Por un lado, el conflicto jurídico que se ha venido arrastrando desde 2016 el conocido modelo Cotino, «que no daba seguridad jurídica sobre la situación de concertación en la Comunitat», la crisis económica, «los mensajes del Gobierno del Botánico sobre la preferencia por las entidades públicas o sin ánimo de lucro», «la desprofesionalización de las prestaciones con la apuesta por los cuidados en el ámbito familiar», «la complejidad burocrática y los atrasos en la autorización de nuevos proyectos» y «los retrasos en los pagos de las facturas por este tipo de servicios».
Por tanto, el sector apunta, por un lado, a las dificultades económicas por las que ha atravesado no sólo la región, sino todo el país, durante la última crisis de este freno en la puesta en marcha de nuevas infraestructuras. Pero, por otro, apunta directamente a la gestión del tándem PSPV-Compromís, en la primera legislatura, y a la incorporación de Podemos en esta segunda como responsables de la situación, con unas políticas que han generado inseguridad a las empresas dispuestas a invertir en la Comunitat y una apuesta por los cuidados en el ámbito familiar -con la intención de que los beneficiarios estén en su entorno más cercano el mayor tiempo posible- frente a la atención profesional de las residencias.
La situación actual, por tanto, ha desembocado a que se den casos como el registrado en el último concurso, que ha vuelto a dejar patente las diferencias existentes entre la conselleria y el sector empresarial. Para el departamento de Oltra, la mayoría de las plazas vacantes se encuentran en los núcleos más poblados, «donde las empresas tienen asegurado el negocio y, por lo tanto, no les interesa presentarse a estos concursos». Frente a ello, fuentes de las empresas achacaron a los bajos precios ofertados por la conselleria, alrededor de un 30% menos que las tarifas de mercado, que el concurso no haya tenido una mayor aceptación, precisamente, en las grandes ciudades, donde los costes son mayores que el poblaciones rurales de interior.
Ante esta situación, desde Igualdad confirmaron que la conselleria ya está «estudiando fórmulas para atender la demanda de plazas públicas en estas zonas, bien a través del concierto social -que también implica concertar plazas en residencias, pero éstas gestionadas por entidades sin ánimo de lucro- o bien impulsando infraestructuras de carácter público»; decisión que requerirá una mayor inversión.
Además, las proyecciones de futuro no invitan al optimismo. Según cálculos de Aerte, y en relación de las previsiones que maneja el Instituto Nacional de Estadística de aumento de la población mayor, calculan que sería necesario casi duplicar la oferta actual o, al menos, generar unas 18.000 plazas más en la próxima década. En concreto, recuerdan que para alcanzar la tasa media española se tendrían que poner en marcha en la Comunitat casi 13.000 plazas nuevas, cifra que se eleva hasta las 19.000 si el objetivo fuese llegar al ratio recomendado por la Organización Mundial de la Salud. Esto se traduce en la construcción de entre 150 y 200 nuevas residencias.
No hay duda, está de vacaciones. Su vestimenta le delata. Viste pantalones cortos, camiseta y zapatillas de deporte. El joven madrileño, José María Avís, ha elegido la primera semana de agosto para descansar en Trujillo. No es una novedad. José Mari, como le llaman sus amigos, pasa unos días, todos los veranos, en la casa de su abuela de esta ciudad cacereña. «Me gusta venir para ver a la familia y a los amigos», afirma.
Su residencia habitual está en Leganés. Su padre, que tuvo que emigrar a la capital de España, siempre le transmitió su cariño por esta localidad. Recuerda que, desde pequeño, ha pasado las vacaciones en Trujillo. Ahora continúa con esa tradición. Además de disfrutar de sus amigos, busca tranquilidad y «descansar del ajetreo de Madrid».
Este verano, Jose Mari, antes de llegar a Trujillo, ha estado una semana en la Rivera Maya. Es la única farmacia que hay en Alange, y está en la plaza de España o plaza del pueblo, al final de una dura cuesta. José es joven pero recuerda que la localidad siempre se llena un poco más en verano. «Las segundas generaciones no vuelven, pero los padres de estos siguen conservando el cariño de sus casas y en vacaciones pasan por aquí».
Aunque al hacer un viaje la mayoría de las personas suelen ir preparadas de las medicinas que le van a hacer falta, el farmaceútico afirma que sí se nota que se vende un poco más. «Son gente conocida, nos acordamos de un año para otro, porque además son del pueblo». Es una farmacia pequeña donde el trato con el cliente es humano.
José Pavón reconoce que aunque Alange es un pueblo turístico por el balneario, los emigrantes dan vida a las calles y en verano siempre se ve más gente que alegran la época. En las pequeñas localidades no hay grandes superficies, pero las tiendas de toda la vida hacen las veces de éstas sin tener nada que envidiarles. Es el caso de Perfumería y regalos Pili, donde a la vez se pueden comprar golosinas, haciendo la veces de kiosco con nombre propio: 'La carbonería'.
Allí despacha José Sancho, quien coincide con su compañero el farmaceútico. «En invierno es como si el pueblo estuviera cerrado, en verano hay mucha vida, mucha gente de otros sitios que dan alegría. Aunque el turismo, tanto en una época como en otra, hacen que no sea tan triste».
Por su experiencia asegura que las familias de emigrantes «suelen venir un mes, aunque este año menos, una semana, y siempre traen a los niños. Cuando se hacen mayores es normal que no vengan, porque tienen novias de fuera». «Venimos porque nos encanta», dice sonriendo Inés. A ella y a su marido Antonio los encontramos dándose un chapuzón en la piscina de Santa Marta. Ella vivió allí de joven, él es de la provincia de Cáceres. Hace más de 30 años que establecieron su residencia en Amorevieta, Vizcaya, pero no han faltado nunca a la feria del municipio pacense.
Adoran la tranquilidad y poder dar paseos por el campo. Lo que más valoran es el clima y el carácter abierto del sur. La comida no la echan tanto de menos por dos razones: porque siguen elaborando platos extremeños y porque los platos vascos son también para chuparse los dedos.
«Venimos en Semana Santa y verano. Tenemos aquí un grupo de amigos. Vivimos en nuestra propia casa. Nuestros hijos no vienen mucho, ya son mayores», comentan,.
TITULO: 80 cm' - La primavera ha venido, la madre que la parió ,.
La primavera ha venido, la madre que la parió,.
Repetía mi abuela aquello de «que Dios no te mande todo lo que puedas soportar» y en estos días –harto ya de estar harto– cuando me dicen que, en realidad, está por llegar lo peor, miro de reojo a ese cielo al que solo echamos cuenta cuando truena, a ver si acaso la cosa se va amainando sin llegar al límite que marcaba mi abuela. Es casi imposible imaginar un tiempo en el que hayan concurrido tantas desventuras. El virus coronado venía haciendo de las suyas desde la mismísima China, y aun viendo cómo arrasaba Italia, el desgobierno de España sin enterarse y el sabio encargado de los desastres tan pancho de tele en tele. No era necesario comprar suministros de enfermería, ni respiradores, ni batas, ni caretillas, ni nada de nada. Y cuando fue necesario, con torpeza infinita, se reguló el asunto de forma que los pedidos no llegaran y fueran desviados a otros lares. Y los del gobierno de tele en tele, como pollos sin cabeza. El presidente insistiendo solemnemente es que esto era «coyuntural», como si él fuera eterno –líbranos Señor–. Y el Rey en el discurso más insulso de su reinado, repitiendo los mismos lugares comunes del presidente. Y en estas llegó la primavera, disfrazada de lluvia y de relente. Y el vicesánchez enloquecido –así se las ponían a Felipe II– nada mejor que el terror para asaltar los cielos. El pueblo en pánico se entrega sin rechistar
Y miro esta primavera casi nonnata y siento miedo. No por el dichoso virus –asesino de viejales como yo– me educaron en la tradición hispano-fatalista del «lo que Dios quiera», sino por el día después. Por la mañana en que las calles se vuelvan a llenar de gente y nos demos de cara con la realidad de un país en ruinas, textualmente en ruinas, con las libertades «coyunturalmente» recortadas y con un gobierno de incapaces jugando a las casitas. Esta primavera pasará, pero llegará otra; que los cielos nos amparen. Ave atque vale.
TITULO: Hacer de comer -Melón relleno de jamón y huevos fritos con patatas, cebolla y berenjena,.
lunes -23- a viernes - 27- Marzo a las 13:25h, en La 1 , foto.
Melón relleno de jamón y huevos fritos con patatas, cebolla y berenjena,.
Melón relleno de jamón y huevos fritos con patatas, cebolla y berenjena
Melón relleno de jamón y crema de queso.
¿Con qué?
Un melón, trescientos gramos de jamón serrano en virutas, queso crema, una copa de Oporto.
¿Cómo?
Se parte el melón por la mitad y se le quitan todas las semillas, se ralla un poquito para que sude, se vierte unas gotas de vino de Oporto, se deja reposar un momento y se coloca encima el jamón en virutas con una ligera capa de queso crema y así sucesivamente hasta llenar el hueco. Se sirve cortando de forma trasversal las dos mitades del melón.
Huevos fritos con patatas, cebolla y berenjena.
¿Con qué?
Una docena de huevos, cuatro patatas grandes, una cebolla, una berenjena, aceite de oliva y sal.
¿Cómo?
Pelamos las patatas, las cortamos en rodajas y las freímos en bastante aceite a fuego lento, cortamos la cebolla en juliana y la añadimos, pelamos la berenjena y la cortamos en tiras finas y la añadimos; cuando todo este lo sacamos y salamos y lo ponemos en una fuente de servir grande. Colamos el aceite, subimos el fuego y hacemos los huevos, no muy pasados para que la yema quede liquida. Cada comensal se sirve uno o dos huevos y acompañamiento de la fuente común.
Sorbete al gusto.
¿Con qué?
Un melón, trescientos gramos de jamón serrano en virutas, queso crema, una copa de Oporto.
¿Cómo?
Se parte el melón por la mitad y se le quitan todas las semillas, se ralla un poquito para que sude, se vierte unas gotas de vino de Oporto, se deja reposar un momento y se coloca encima el jamón en virutas con una ligera capa de queso crema y así sucesivamente hasta llenar el hueco. Se sirve cortando de forma trasversal las dos mitades del melón.
Huevos fritos con patatas, cebolla y berenjena.
¿Con qué?
Una docena de huevos, cuatro patatas grandes, una cebolla, una berenjena, aceite de oliva y sal.
¿Cómo?
Pelamos las patatas, las cortamos en rodajas y las freímos en bastante aceite a fuego lento, cortamos la cebolla en juliana y la añadimos, pelamos la berenjena y la cortamos en tiras finas y la añadimos; cuando todo este lo sacamos y salamos y lo ponemos en una fuente de servir grande. Colamos el aceite, subimos el fuego y hacemos los huevos, no muy pasados para que la yema quede liquida. Cada comensal se sirve uno o dos huevos y acompañamiento de la fuente común.
Sorbete al gusto.
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