Viva la vida - Monseñor Blázquez, el obispo tranquilo ,.SABADO -21- Marzo ,./ VIVA LA VIDA - Máximo Huerta , DOMINGO -22- Marzo . / Ese programa del que usted me habla con - El niño ruso que vivió en un cementerio ,. / LOS TOROS LA SER - Alarde de torería y valor de Emilio de Justo y Ginés Marín para abrir la puerta grande,.
TITULO: Viva la vida - Monseñor Blázquez, el obispo tranquilo ,. . ,.SABADO -21- Marzo,.
El sabado -21- Marzo a las 16:00 por Telecinco , foto,.
Monseñor Blázquez, el obispo tranquilo ,.
Perfil
Próximo
a la jubilación, deja la presidencia del Episcopado tras una larga
carrera marcada por su impronta en Euskadi en tiempos de ETA,.
El próximo martes Ricardo Blázquez dejará la presidencia de los obispos
con la certeza de que su singladura eclesiástica está muy cerca del
final. A un mes de cumplir los 78, el Vaticano le ha mantenido en activo
durante tres años desde que presentó su renuncia como obliga el Derecho
Canónico a todos los prelados, y no habrá una segunda prórroga. Se despide desde lo más alto, como príncipe de la Iglesia,
desde que el papa Francisco le concediera el capelo cardenalicio y
reparara una situación injusta con un hombre afable y sencillo, que
siempre ha huido de la confrontación.
Hace ya casi siete
décadas de cuando aquel jovenzuelo hijo de unos modestos agricultores
abandonara Villanueva del Campillo, un pueblecito de la sierra de Ávila,
para formarse en el sacerdocio en los seminarios abulenses. Fueron años
difíciles, con inviernos duros y extremos y disciplinas severas. Allí forjó su caràcter recio y completó su propio manual de resistencia,
toda una coraza para los tiempos que le tocarían vivir. No en
Salamanca, donde vivió un tiempo idílico como profesor de la Pontificia.
Tampoco en la pacifica Palencia, su primer destino como obispo titular,
después de las 'prácticas' como auxiliar en Santiago de Compostela,
donde ya reinaba el todopoderoso Rouco Varela. El frente vasco le
esperaba. El
8 de septiembre de 1995 fue nombrado obispo de Bilbao cuando la ETA más
despiadada intensificaba la socialización del sufrimiento a sangre y
fuego. En Euskadi no fue bien recibido. Hubo maniobras políticas y eclesiásticas para que no aceptara. Pero aceptó. El PNV recibió de uñas a «un tal Blázquez»,
según la expresión acuñada por Xabier Arzalluz, que se enteró del
nombramiento antes que el Ministerio de Justicia gracias a sus contactos
en Roma. También fue mal recibido en los ambientes eclesiales
hegemónicos porque no tenía ninguna relación con la Iglesia vasca,
ignorada en el proceso de decisión. La famosa 'corresponsabilidad',
marca de la diócesis vizcaína, que tantos disgustos le reportaría. Pero
aquel cura sencillo y pacificador nunca respondió con baculazos.
Fueron años duros y en soledad.
Aprovechó para escribir cuatro libros en el pequeño apartamento donde
vivía, en una residencia de monjas, pegada al santuario de Begoña. Pero
lo importante no fue su herencia literaria, sino su impronta en la
relación de la institución eclesial con el terrorismo y con sus
víctimas, a las que pidió perdón en numerosas ocasiones. Acabó con la
praxis de que un obispo no podía presidir funerales por las víctimas y peleó por la «deslegitimación histórica, política y ética de medios y objetivos» de ETA.
Aunque tampoco impidió que sus zapadores tendieran puentes para acabar
con la violencia cuando la Iglesia fue requerida en labores de mediación
para acabar con aquella sangría interminable de muertos. Incluso
suscribió en 2002 la pastoral 'Preparar la paz' en la que los obispos se
oponían a que la izquierda abertzale fuera ilegalizada. Entonces se
ganó una cruz en su expediente. Pero salió de Bilbao con el
reconocimiento general.
En 2005, y contra todo pronóstico,
monseñor Blázquez fue elegido presidente de la Conferencia Episcopal
Española en pugna con el cardenal Rouco, que nunca le perdonó que le
arrebatara el mando. Tampoco le perdonó que no saliera tras las pacartas
cuando el sector más duro del episcopado plantó cara al Gobierno de
Rodríguez Zapatero, entre otra cosas por la legalización del matrimonio
homosexual. Aguantó la travesía del desierto hasta que fue nombrado
arzobispo de Valladolid el 13 de marzo de 2010, quince años después de
su llegada al frente del norte. Para entonces, en un golpe de mano bien
planificado, Rouco ya le había arrebatado la presidencia de los obispos,
que el purpurado gallego mantuvo durante dos trienios. En 2014 Blázquez
volvió a recuperar el mandato, y lo revalidó en 2017 para otros tres
años. Hasta hoy.
«Ha mandado más de lo que pensamos», asegura un
intelectual eclesiástico. No es esa, sin embargo, la sensación general,
que consideran su labor continuista y de mantenimiento. De perfil bajo. Y
es que a Blázquez, etiquetado como moderado, nunca le
ha gustado meterse en líos. Ni en la Iglesia, ni contra el Gobierno de
turno. En las últimas elecciones generales ni siquiera sacó una nota
para orientar a los fieles sobre su voto. Justo ahora al final ha
mostrado su «inquietud» y ha pedido «estar muy alerta» ante el nuevo Gobierno del PSOE con Podemos.
Con la Santa Sede
Monseñor Blázquez ha viajado a Roma de manera constante durante su mandato. Y en el Vaticano, la consigna estaba muy clara: diálogo con el Gobierno.
Ese ha sido su talante en asuntos espinosos como la exhumación de los
restos de Franco del Valle de los Caídos o el pulso soberanista de
Cataluña. En cuanto a la agenda interna, también le ha tocado encarar la
delicada crisis de la pederastia, siempre en línea con las directrices
de la Santa Sede, aunque no con la transparencia que la sociedad
demandaba. El Vaticano confió en él en 2010 para investigar a Marcial
Maciel, líder de los Legionarios de Cristo y protagonista de uno de los
escándalos de abusos más sonados en la Iglesia.
Blázquez deja un episcopado dividido en frentes y capillas, que afronta esta semana unas elecciones más abiertas que nunca
y en un momento muy delicado para la Iglesia. Hay un sector que no está
enrolado en la renovación que pretende el papa Francisco. ¿Se
inclinarán los obispos por una presidencia de transición con un líder
más que veterano, o apostarán por un prelado joven que garantice la
renovación? La única señal que ha llegado de Roma es la enigmática frase
del pontífice cuando le preguntaron si tiene pensado viajar a España:
«Primero tienen que ponerse de acuerdo ustedes». Transición tranquila o
terapia de choque.
TITULO:
VIVA LA VIDA - Máximo Huerta ,. DOMINGO -22- Marzo .
El domingo -22- Marzo a las 16:00 por Telecinco , foto.
Máximo Huerta,.
El afrancesado que ama el silencio,.
Máximo Huerta, en un céntrico café madrileño.
La semana de Máximo Huerta,.
Después
de su efímero paso por el Consejo de Ministros, da los últimos toques a
su octava novela. El presentador de TVE profesa devoción por su madre.
De buen yantar, adora el olor a lavanda,.
Cuando
le nombraron ministro de Cultura hace año y medio, la tropa
periodística se puso a indagar en sus redes sociales y sacó en claro
fueron dos cosas: que no tenía ni idea de fútbol, cosa por lo visto
imperdonable, y que el calor le aplatana. Pero Máximo Huerta es mucho
que eso. No tiene nada de indolente y es un hombre de contrastes. Le
fascina Cézanne, Patrick Modiano, la zarzuela y el lomo de orza. Es un
animal televisivo que apenas ve la tele y que no tiene la más mínima
idea de cómo resintonizar los canales ante el segundo apagón de la TDT.
Para mayor desconcierto, es creyente. «He asistido a más misas que nadie
en este mundo. Si las juntara todas, tendría para tres vidas».
Lunes
7.00 horas. He
dormido mis ocho horas y pico, y ese pico es muy importante. Saco a
pasear a mi perra Leo. Últimamente encuentro mucha mierda por la calle.
Luchamos por que el planeta sea limpio, por que las empresas no
contaminen, pero las papeleras y contenedores rebosan de basura, las
paredes están repletas de rayajos –ahora lo llaman grafitis– y el suelo
sembrado de colillas. Y para colmo el patinete amanece aparcado en medio
de la acera. 8.45 horas.
Cojo el coche para ir a TVE, camino de Prado del Rey. Quizá porque mi
padre era camionero, conducir para mí es relajante. De pequeño me ponía
en la camita que había detrás de la cabina del camión y me dormía. 17.00 horas.
Después de una minisiesta, enseguida me pongo a escribir. Ahora estoy
trabajando con las galeradas de mi última novela, 'Con el amor bastaba',
que saldrá a finales de marzo. Cierro capítulos y corrijo hasta la hora
en que el cuerpo me pide un vino. Como siempre, la periodista y
escritora Marta Fernández, mi amiga, pero también mi correctora, editora
y mucho más, se ha leído el libro. 22.00 horas.
Llamo a mamá. Hablo con mi madre todo el rato. Seguramente es el acto de
mi agenda que más se repite a lo largo de la semana. Charlamos cada día
por la mañana, antes de entrar al programa, a su término, por la tarde y
por la noche, poco antes de irme a dormir... Son intercambios muy
breves. '¿Dónde vas?'. 'A hacer la compra', '¿Hace sol en la playa',
'Pues sí'. Cosas así.
Martes
8.00 horas.
Tras pasear a Leo, a Doña Leo, así la llamo a veces para que no
confundan su sexo, desayuno galletas y café con leche; solo un chorrito
de café, el justo para manchar la leche. No soy de untar tostadas con
aguacates ni tomate triturado ni otras vainas. 12.30 horas.
Ya estamos en el plató para emitir en directo 'A partir de ahora', en
La 1. Queda por delante una hora y media de televisión con invitados y
tertulia. Es una franja complicada, en la que en hay mucha pelea
televisiva. Mientras otras cadenas apuestan por la política, los
'realities' y el corazón, nosotros nos ocupamos de la vida. Todos los
días, de lunes a viernes.
«Hablo con mi madre por teléfono todo el rato. Seguramente sea el acto de mi agenda que más se repite a la semana»
20.00 horas. He estado más de dos horas y medio escribiendo. Leo, a mis pies. Si continúo me estallará la cabeza. 23.00 horas. Me voy a dormir muy temprano. De hecho a las 10.30 ya se acerca para mí el pasaje directo a la cama.
Miércoles
12.30 horas. He
convertido el plató en mi casa. He ido colocando aquí y allá cuadros
míos, fotos de la perra, barcos de papel de mi colección, caracolas que
he encontrado en la playa. Durante la tertulia procuro huir de las dos
Españas. 15.00 horas. Cocino poco y mal. Vivo
solo, pero me apaño bien. Hoy he comido en casa, pero no me importa
bajar al bar y comer solo. Soy de buen comer y buen beber. Cuando voy a
Utiel, mi pueblo, siempre me acerco al bar de mis primas y les digo:
«ponedme todo lo que me gusta». Y me zampo tajadas de lomo de la orza y
todo lo que me sienta mal. Ya me tomaré un Omeprazol. Me encanta
recuperar los sabores de la cocina de mi abuela. 17.00 horas.
Toca clase de acuarela en la escuela de arte Alda con Limón, en
Malasaña, el que es mi barrio. Antes pintaba con óleo pero me he pasado a
las acuarelas porque son perfectas para viajar. Provisto de una cajita
más pequeña que una libreta, me siento y pinto donde sea. No necesito
nada más. Cézanne es mi pintor favorito. Estando en Francia viajé hasta
Aix-en-Provence para conocer su taller, que permanece tal como él lo
dejó.
Jueves
8.00 horas. Pongo la
cafetera italiana a calentar, aunque el café lo tengo muy racionado. Lo
he sustituido por el té para que no se me dispare la hernia de hiato,
además de que no me conviene con la diverticulitis que tengo. 17.00 horas.
No me pierdo mi clase de francés. Es una hora y media de conversación
de nivel avanzado en casa de un profesor particular. Cuando dejé el
programa de Ana Rosa estuve viviendo en París dos años. La tele no me
llenaba, me apetecía cambiar. Mi padre estaba enfermo de alzhéimer y
debía estar con la familia. Iba con mucha frecuencia a la playa, a
Altea, para acompañar a mis padres. 23.00 horas. Siempre
tengo un frasco de aceite puro de lavanda en la mesita del dormitorio.
Me ayuda a dormir. Supongo que esta querencia me viene de las
procesiones de mi pueblo, donde echaban lavanda en el suelo.
Viernes
16.00 horas.
Silencio. Adoro el silencio. Lo he heredado de mi madre. Pienso en
ella. Me fastidia que haya perdido visión y movilidad. Me jode que no
viva mi padre, que ya no esté mi abuela. Noto el paso del tiempo en los
demás. Personalmente no me importa echar tripa ni peinar canas. 17.00 horas.
Me voy a mi pueblo Me alojaré en mi casa de Buñol. Utiel huele a viñas,
a espliego, lavanda, romero y olivos. Huele a tierra labrada. A pinos.
Utiel es una infancia con olor a vino. Para comer, mi abuelo rebajaba el
vino con agua. Tú, como los curas, me decía.
TITULO:
Ese programa del que usted me habla con - El niño ruso que vivió en un cementerio ,.
El martes -17- Marzo por La 2 a las 21:30, fotos,.
El niño ruso que vivió en un cementerio,.
Esta
es la historia de Andrei, el primer niño de Rusia adoptado en España.
Manuel Luna y Mercedes Campos le dieron luego otros tres hermanos
nacidos en ese país,.
Estamos
en un pueblo cercano a Moscú. Años 90. La caída de la Unión Soviética
aún está reciente. La madre biológica de Andrei muere y una vecina se
hace cargo de él. Un día el niño desaparece y la policía lo encuentra tiempo después famélico en un cementerio. No saben cómo llegó allí. Su actual padre, Manuel, aún se emociona al recordar la historia. Él y su esposa lo acogieron cuando tenía seis años y se recuperaba en un sanatorio. Andrei se convirtió en el primer niño ruso adoptado en España,
dos años antes de la firma del Convenio de La Haya (1996). Ahora este
matrimonio de Madrid tiene cuatro hijos: Andrei, Katia, Emilia y Miguel,
todos ellos nacidos en la capital rusa. Es la historia de la familia Luna Campos.
Rusia
llegó a las vidas de Manuel y Mercedes tras haber agotado otras muchas
opciones de paternidad. Conocían la situación de la antigua Unión
Soviética tras la Guerra Fría, Manuel se sentía muy atraído por el país:
«Lo que sobraban allí eran niños por todas partes».
Sin precedentes ni mecanismos que regulasen la adopción internacional,
decidieron probar suerte en Moscú. Fue una lucha personal. No tuvieron
problemas administrativos, pero fueron necesarios muchos papeles,
contactos en el país y viajes para conseguir su objetivo: «El gobierno
español y el ruso no se comunicaban, pero sorprendentemente se
coordinaron muy bien», apunta Mercedes. Y como pioneros se lanzaron a la
aventura: «No había móviles, yo llegué allí con un mapa dibujado a lápiz, pero con la ilusión que tienes haces lo que sea».
Mercedes
repasa el álbum familiar, del que saca una foto de Emilia, con la que
posa en la imagen de al lado durante los días de su adopción en Rusia.
Andrei ha preferido no salir en imágenes en este reportaje. / pablo cobosEn
sus numerosos viajes se interesaron por conocer el país: «En las
tiendas todavía utilizaban ábacos y todo era muy barato, me parecía un
paraíso», apunta la mujer. Ella siempre iba a un bar repleto de gente
que hacía cola para tomar un desayuno tradicional. Era su forma de
conocer la cultura y descubrir la calidez del pueblo ruso para después
transmitírsela a sus hijos: «Es muy importante que ellos vean su país con normalidad, que mantengan sus orígenes, y eso se consigue con experiencias, con lo que les cuentas que has vivido».
Andrei
fue el primero en llegar a la familia. Mercedes recuerda un pasillo
oscuro y a su hijo sentado al fondo en una silla. «Le quité el gorrito
de lana y me pareció impresionante. Un angelito». Aquel niño sintió que
aquella mujer era su madre. En el avión de vuelta gritaba en ruso «a España, a España».
La primera vez que Manuel le vio en Moscú fue acompañado de un
psicólogo: «Le llevaba una mochila y lo primero que pidió fue una
manzana y una galleta».
Carencias psicológicas
Su padre no es capaz de hablar sin emocionarse sobre la estancia de su hijo tras las tapias de un cementerio ruso.
Allí fue encontrado por la Policía y trasladado a un sanatorio en un
pésimo estado de salud. Es su madre la que tiene que acabar de contar
esta historia porque «Manuel es muy emotivo y lo manifiesta mucho». Para
ese niño de seis años una manzana era mejor que cualquier juguete:
«Ningún niño que esté destinado a ser adoptado lo ha pasado bien,
tienen serias carencias, sobre todo psicológicas», cuenta. Ambos
coinciden en que el instante en el que conocieron a su hijo es «un
momento para toda la vida y no tiene descripción».
La experiencia
del primer niño ruso adoptado en España tuvo mucha repercusión: «Tuvo
tanta que nos vimos obligados a crear una asociación». Habla Manuel, que
preside la Asociación Internacional para la Protección y Ayuda a los Menores del Este (AIPAME).
La historia llegó a los medios de la época y le dedicaron un programa
de televisión, donde se evocaba la adopción de Andrei. Los niños del
frío era el título.
Ser el primer ruso adoptado nunca suscitó en
él demasiado interés: «No piensa en eso, nos ayuda mucho con los temas
de la Asociación y en algunas conferencias», dice Mercedes. Ahora, Andrei tiene 33 años y, tras haber trabajado en una empresa, se está sacando el carnet de conducir camiones. Prefiere el anonimato. Por esa razón ninguna fotografía suya ilustra este reportaje.
Emilia, que ahora tiene 24 años, posa con sus padres de adopción, Manuel Luna y Mercedes Campos.El matrimonio decidió dar hermanos a Andrei y continuar adoptando en Rusia. Katia es la segunda en llegar a la casa de los Luna Campos,
en 1997. Tenía 11 años y el Convenio de la Haya ya estaba en vigor. En
Moscú pensaban que podía tener un problema de corazón, pero al llegar
aquí resultó que no era nada. Ahora tiene 34 años y se ha buscado la
vida enrolándose en el Ejército.
Dos años después adoptaron a
Emilia, con tres años. Nació con neumonía, transmitida por su madre
biológica durante el embarazo, y con un año la tuvieron que operar de
urgencia. Desde entonces solo tiene un pulmón: «Los médicos decían que
me iba a morir», explica ella misma. Los dos años siguientes los pasó en
un orfanato, y allí conoció a los que serían sus padres. Al igual que
sus hermanos, mantuvo su nombre de nacimiento, pero en el juicio de la
adopción añadió otro, ahora es Emilia Desiré.
A los 15 años tuvo un vacío personal: «Una noche sentí que necesitaba saber algo, ahí fue cuando mi madre me contó mi historia»,
confiesa. Así descubrió que sus progenitores eran de Kirguistán y
musulmanes: «Mi padre no me reconoció, mi madre me dejó en el orfanato
por cuestiones religiosas y familiares, y le estoy muy agradecida, si no
me hubieran matado».
En 2009 decidió visitar el sitio en el que
volvió a nacer: el hospital de Moscú en el que la operaron. Allí conoció
al doctor que la había tratado cuando aún no era médico: «Gracias a ti estudié Medicina», le dijo él en ese reencuentro. Le quitaron el pulmón derecho. Con el paso del tiempo, el que le queda se ha ido moviendo hacia la parte derecha de su cuerpo.
Este año cumple 25 y está a punto de terminar la carrera de Psicología. El sueño de Emilia es especializarse en adopciones
y ayudar a otros niños: «Yo más que nadie sé qué implica y qué es ser
adoptada». Su decisión nace de una vocación profesional y personal:
«Puedo ayudar a otras personas, pero también a mí misma».
«Quiero un hijo»
Reconoce
que ella tuvo la suerte de ser abierta afectivamente con su entorno,
pero sabe que no todos reaccionan así: «El niño es una persona
vulnerable, necesita atención y yo quiero ayudar en lo que pueda». Para
ella también es muy importante crear una familia: «Quiero un hijo. Voy a hacer lo posible para tenerlo y la adopción es una de las opciones». Miguel fue el último en llegar.
Los rusos lo etiquetaron en el peor de los niveles de salud, el quinto,
por el hecho de ser mulato. «Como nadie le iba a adoptar, los rusos lo
tenían con los niños con Síndrome Down», explica emocionado Manuel.
Haciendo repaso, el matrimonio Luna Campos confiesa que repetiría todos sus pasos, a pesar de que el coste medio de una adopción en Rusia ronda los 17.000 euros, sin incluir viajes ni estancia, lo que les ha dejado con los años en una precaria situación económica. «Hemos tenido que hipotecar dos veces nuestra casa».
Todos los meses deben hacer frente a nueve créditos. Cuando Manuel creó
la asociación dejó su trabajo y se centró exclusivamente en las
adopciones. Ahora buscan alternativas para sobrevivir: «Con 62 años me
he puesto a cavar en una finca porque necesito dinero de donde sea». No
le quedan ahorros. «La herencia de mi padre está agotada», dice. «Antes
manejábamos muchos expedientes, pero ya no». Para Manuel ha llegado la
hora de tomar una de las decisiones más duras desde que pisaron Rusia
por primera vez: «Es el momento de cerrar».
De 1.618 rusos adoptados en 2004 a solo 9 el pasado año
Nueve
expedientes de niños rusos se han resuelto en el último año en España.
Una cifra que contrasta con las 1.618 adopciones que se llevaron a cabo
en el 2004. El peor estado de salud de los niños en adopción es una de
las causas de esta caída. En quince años se han reducido un 99,4% los
procesos llevados a cabo por las familias españolas.
Las
restricciones a las parejas homosexuales y familias monoparentales han
influido en esta disminución. Rusia fue uno de los primeros países en
limitar las adopciones a los gays.
Los niños rusos se clasifican
en origen en cinco grupos, del 1 al 5, según su estado de salud y su
grado de dependencia. El primer nivel hace referencia a los más sanos y
el quinto incluye a los más dependientes. Hace unos años, la mayoría de
los niños adoptados pertenecían a los niveles dos y tres -salud media-.
Ahora, Rusia pone cada vez más dificultades a las familias y les ofrece
niños con mayores dificultades.
Vietnam se convierte en la principal cantera de niños para España
La
grave crisis en las adopciones internacionales salpica a todos los
países. Rusia pasó de ser el segundo país que más niños daba en adopción
en 2014 y 2015, solo por detrás de China, a situarse el quinto en 2018.
Los cambios de políticas en los países de origen, la larga espera para
los padres, el gran gasto económico y el crecimiento de nuevas prácticas
como los vientres de alquiler han influido en este descenso.
Las
acogimientos internacionales en España han disminuido de manera
exponencial. Desde 2004 a 2018 han pasado de 5.541 a 445 expedientes
resueltos, según el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar. En
total, desde que existen datos, se han llevado a cabo 55.245 adopciones
internacionales.
Vietnam es el que más expedientes cerró con
España en 2018 con 94 niños. Le sigue China con 86. El gigante asiático
es otro de los grandes afectados. Desde 2014 a 2018 ha pasado de 229 a
86, con una caída del 62,5%. India es el que más crece, pasa de 59 a 75.
Destaca la caída de Etiopía, que en un año pasó de dar en adopción 53
niños a solo uno.
TITULO: LOS TOROS LA SER - Alarde de torería y valor de Emilio de Justo y Ginés Marín para abrir la puerta grande ,. LOS TOROS LA SER,. Los toros es un programa radiofónico que dirige el periodista especializado Manuel Molés en la Cadena SER.
Desde abril de 2015 se emite los lunes de madrugada tras ser sustituido
de su horario habitual de emisión de los domingos por el programa Contigo dentro. Contó con la colaboración de Antonio Chenel Antoñete, fallecido en Madrid el 22 de octubre de 2011,
siendo uno de los espacios más antiguos del panorama radiofónico
nacional ya que continúa emitiéndose de manera ininterrumpida desde 1982.
Es un espacio taurino
a modo de repaso informativo semanal. Consta de tertulias, entrevistas
con los personajes de actualidad y crónicas de los eventos taurinos más
destacados de la jornada., etc.
Alarde de torería y valor de Emilio de Justo y Ginés Marín para abrir la puerta grande,.
Los dos matadores extremeños
demuestran su gran momento y sellan un triunfo de categoría ante un buen
encierro de Victoriano del Río,.
foto / Conformaban
el paseíllo de la matinal de Olivenza los dos recientes triunfadores de
la feria de Ambato y, como en tierras ecuatorianas, refrendaron su
excelente nivel de toreo que, sumado a las altas dosis de valor que
acostumbran a derrochar, dieron como resultado un atractivo festejo en
el que el ganado de Victoriano del Río contribuyó con su nobleza y buen
juego.
Abrió plaza Emilio de Justo con Malhumor, un
negro mulato muy bien presentado que echó la cabeza arriba en el saludo y
que perdió las manos tras un largo puyazo.
Un
quite por chicuelinas dio paso tras las banderillas a un torerísimo
inicio de faena en el que el de Torrejoncillo se dobló con el toro hasta
llevarlo a los medios y enlazar con una muy buena tanda de derechazos
en los que el toreo vertical de Emilio de Justo llenó de olés os
tendidos.
Dos tandas más de derechazos dieron paso a un intento
de explorar el pitón izquierdo que resultó infructuoso. Acorta las
distancias el cacereño para doblarse con su enemigo para rematar la
faena que, tras un pinchazo y una estocada entera mereció una oreja.
El
toro que ocupaba la tercera posición en le orden de lidia fue devuelto a
los corrales tras lesionarse en el encuentro con el picador y en su
lugar salió el primer sobrero que metió bien la cara en el caballo en el
saludo y empujó con fuerza en el caballo, hasta el punto de que dejó en
él gran parte de sus fuerzas y, con ella, las opciones de triunfo de De
Justo. Había visto Emilio en el capote que el pitón izquierdo tenía más
posibilidades que el derecho y con la zurda empezó la faena de muleta.
La falta de transmisión y el poco fondo del de Victoriano del Río
hicieron que la actuación del torrejoncillano pasara desapercibida en
los tendidos. Una estocada entera, algo desprendida, conllevó una
ovación como recompensa.
Ficha del festejo
Toros.
Cuatro toros de
Victoriano del Río 1, 3, 3bis, y 5; y tres de Toros de Cortés 2,4 y 6.
Justos de fuerzas pero de juego aceptable en capote y muleta.
Toreros.
Emilio de Justo, oreja,
ovación y dos orejas. Ginés Marín, oreja, dos orejas y dos orejas.
Plaza.
Tercer festejo de abono
de la feria de Olivenza, casi lleno en mañana primaveral.
Con el
quinto el escenario cambió radicalmente a pesar del tremendo susto que
se llevó Emilio de Justo a portagayola. A continuación lo saludó por
verónicas rematadas con una media muy ceñida. Al caballo lo llevó por
chicuelinas y lo quitó con el capote a la espalda. Brindó la muerte del
toro al público para citar al anical en largo y comenzar a someterle con
poderío.
Toro y torero se acoplaron una pelea que acabó ganando
el extremeño ante la satisfacción del público oliventino. Se dobló en
los medios para rematar la faena el torrejoncillano y se tira a matar a
sabiendas de que en esa estocada estaba el triunfo. El acero entra hasta
la cruz y las dos orejas caen al esportón del cacereño. Ginés revitalizado
Le
ha sentado tan bien a Ginés Marín el cambio de apoderados que ayer
parecía haber recuperado la frescura y el dinamismo con el que embelesó a
los públicos de toda España en su etapa final de novillero y el
comienzo de su carrera de matador.
Se marchó el oliventino a
portagayola para recibir al toro que abría su feria, antes de quitarlo
del caballo por chicuelinas e iniciar la faena por estatuarios casi
inmóviles. Tiró de recursos toreros para iniciar las tandas con el envés
de la muleta y meter al toro en la franela hasta encelarlo en varias
tandas de mucho mérito. Por la izquierda el toro tuvo menos recorrido y
acabó por tirar gañafones y rajarse sin remisión.
Una estocada le valió su primera oreja de la mañana.
Al
cuarto pronto le adivinó Ginés un mejor pitón izquierdo que derecho. Se
lucieron Guillermo Marín con la puya y Fini con las banderillas. Inició
la faena el oliventino con la muleta en la zurda y calzó al de
Victoriano dos buenas tandas de naturales. Por la derecha el toro
comenzó a colaborar en cuanto el oliventino le bajó la mano lo que,
además, sacó a relucir un fondo físico que nunca había parecido tener el
animal. Se permitió Ginés citarlo en largo y hasta pasárselo por la
espalda hasta que se fueron acortando las embestidas y el oliventino se
ve obligado a acortar también las distancias e imponerse definitivamente
a su contrincante. Media estocada valió para que el torero local
cortara dos orejas y se hiciera merecedor de salir por la puerta grande.
El sexto fue el toro de la confirmación del triunfo y tras meter
mejor la cara en el capote por el pitón derecho, ensució algo la
embestida en el inicio de la faena de muleta en la que acaba tomando
tantas tandas de derechazos como Ginés le propone.
Por la
izquierda colabora sin transmisión pero acaba llegando a los tendidos
por los alardes de valor del oliventino. Bernardinas para rematar y una
buena estocada valieron otras dos orejas más.
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