Lunes -27- Julio a las 22:00 en La 2 / foto,.
Mi ex ,.
Hace casi un año escribí mi primera columna en este periódico. Se daba la posibilidad de que Neymar volviera al Barça y yo hacía un paralelismo entre él y mi ex, personas a las que quieres a tu lado, pero que no llegas a saber si son la mejor compañía. Personas que te aseguren algunos momentos de gran felicidad y también grandes dolores de cabeza. Hoy, pensando en ello, llegué a la conclusión de que no es solo el carioca, sino también el Barça de estos últimos mercados el que se comporta como mi ex, poniéndole la miel en los labios al culé, prometiendo un nuevo idilio con Neymar para acabar en la cama con Malcom.Llevamos meses escuchando con fuerza el nombre de Lautaro. Al no llegar la confirmación que tanto bien haría al aficionado barcelonista, comenzamos a tener la sensación de que puede ser un globo pinchado de antemano. No sé si es culpa del Barça o de los rumores interesados de cada verano, pero cuando leo los periódicos vuelvo a ser el tipo que era hace unos años: el triste cantautor que se ilusionaba con su ex y terminaba componiéndole dieciséis discos nuevos.
¿No les sucede a ustedes lo mismo? ¿No les parece que cada vez que vemos escritos los nombres de Lautaro, Neymar, Alaba, De Ligt, Xavi, etc, nombres que enderezarían nuestra esperanza de un solo golpe acaban como yo en mis peores años? La sensación es que esta directiva del Barça ha convertido al equipo en el club de las eternas promesas, dejando de ser el de las realidades. Incluso Ansu Fati y Riqui Puig, que pintan de maravilla, no dejan de ser estrellas por confirmar. Como también lo son Trincao, Pedri, Aleñá o Araujo, nombres que suenan realmente bien e ilusionan.
Pero la vida es una testaruda aguafiestas empeñada en enseñarnos que de ilusiones no se puede vivir. Es necesaria, por supuesto, y ayuda a caminar, pero no estaría nada mal que en algún momento concretara algo. ¿Volverán algún día, el Barça y mi ex, a entrar por la puerta grande para confirmar con resultados de verdad el amor que nos tenemos?,.
TITULO: Zona indie - Cine - Cita a ciegas,.
Este lunes -27- Julio a las 23:30, en la ‘Zona indie’ de La 2 se emite la película, foto.
- Reparto
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- Walter Davis es un ejecutivo adicto al trabajo que dedica muy poco tiempo a su vida privada. Un día necesita una acompañante para ir a una cena de negocios con un cliente japonés, y su hermano le propone ir acompañado de Nadia, una chica nueva en la ciudad.
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TITULO: + Cotas - Mundo Natural: Operación hipopótamo pigmeo.
El Sabado -25- Julio a las 9:30 por La 1, foto,.Mundo Natural: Operación hipopótamo pigmeo,.
El hipopótamo pigmeo es uno de los últimos grandes misterios de la naturaleza. Solitario, reservado y muy difícil de encontrar, los científicos no saben casi nada acerca de este animal en peligro de extinción y lo que necesita para sobrevivir. - TITULO: Generaciones - Amigos, los justos,.
- Amigos, los justos,.
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Las relaciones tóxicas no solo se dan en pareja. Se sufren con ese amigo que es un envidioso, el jefe orgulloso, el vecino que siempre tiene razón...
foto / Ese que se dice tu compadre pero a la mínima te lanza un dardo en público y te hace quedar en ridículo, el jefe autoritario que alarga tu jornada, el amigo envidioso al que 'miedo' te da contarle lo del ascenso, el vecino chismoso que vigila tus entradas y salidas, el compañero de trabajo que te empaqueta el informe a medio acabar porque está muy liado (otra vez), la pareja celosa que te revisa el móvil (por amor, claro...), ese pariente que en cualquier evento familiar hace que todos crucen los dedos (¿estará de buen ánimo o nos arruinará el día?), el conocido que siempre tiene razón y en vez de hablar hace monólogos... Van minando poco a poco el ánimo ajeno, restando en lugar de sumar. En el campo de la psicología se les dice 'gente tóxica' y, aunque no podemos evitar relacionarnos con ellos, podemos arrebatarles el 'control' que tienen sobre nosotros.
A veces es tan sencillo (y tan complicado) como «decir no a tiempo». «¿Por qué le estoy regando siempre las flores al vecino cuando no me apetece, por qué le estoy haciendo el trabajo a ese colega de la oficina que siempre está con la misma película, que si tiene que llevar a los niños a no sé dónde y no le da tiempo, que si su suegra no sé qué...? Cuando hacemos cosas que en realidad no queríamos hacer, cuando nos sentimos mal tras una conversación con una persona, cuando no nos apetece ver a alguien... Es el momento de alejarse, de poner límites. Hay que decir no, sin agresividad pero con asertividad», aconseja Elisa Sánchez, coordinadora del grupo de salud laboral del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid y directora de la consultoría Idein.
Ella compara a la gente tóxica con «esos productos contaminantes que, según los tocas, los hueles o los metes a la boca, te hacen sentir cierto malestar», aunque más que de individuos tóxicos ella habla de «dinámicas y relaciones tóxicas». Cosas 'pequeñas' a simple vista que acaban por hacerse un mundo. Situaciones cotidianas como las peroratas de ese amigo que siempre «va de víctima», por ejemplo. «Cuando 'la víctima' encuentra 'un salvador', ha dado con la horma de su zapato y esperará que le salve y le solucione sus problemas. Igual no hay mala intención, esa persona que abusa del victimismo quizá tiene una 'herida' por cerrar, quizá fue un niño superprotegido al que convirtieron en una persona insegura. Y el 'salvador', como es su amigo, le ayuda una vez, otra, una tercera... Porque le gusta complacer, porque tiene miedo a decepcionar, a quedar como el malo... Pero ese 'salvador' que cuida de otro no se cuida a sí mismo y, como todos tenemos un límite, un día va y se harta. Y el 'salvador' pasa a ser 'el perseguidor': juzgará a la 'víctima'. Le ayudará, pero le criticará y eso no es sano. Lo sano habría sido cortar pronto y decir: 'No, no te puedo ayudar'». Un ejemplo, éste, de cómo esa 'toxicidad' inicialmente unidireccional pasa a ser bidireccional.
También sucede así en muchas relaciones de pareja. «'Yo voy a comer hoy a casa de tus padres a condición de que mañana tú vengas a cenar con mis amigos'. Estos arreglos son funcionales y muy habituales, pero a la larga pueden resultar una bomba de relojería y están en la base de muchas discusiones de pareja. ¿Por qué? Porque tú estás yendo a comer con tus suegros no porque te apetezca, sino porque así obtendrás algo a cambio: que tu pareja vaya a esa cena con tus amigos a la que tampoco le apetece asistir, es algo así como un chantaje mutuo. 'Los dos ganamos', pensarán algunos. Pero es justo al revés: los dos pierden. Es como si a uno le gusta el rock y a otro la ópera y van a ver zarzuela, que no les gusta a ninguno». Elisa Sánchez llama a este tipo de acuerdos «interacciones transaccionales, como las que hacen los bancos: yo te doy a cambio de que tú me des». Y eso «en relaciones personales no es sano».
Otras veces no es tanto una transacción, como un patrón que se repite y «agota al que tiene al lado». «Pensemos en esa persona que no pide las cosas de forma directa, sino que dice 'habría que hacer...', 'hace mucho que no nos vemos, como estás tan ocupada...'. Esas frases suenan a reproche, hacen sentir culpable a quien las escucha. Es mejor decir 'te toca hacer tal' y 'oye, ¿qué te parece si nos vemos?'». Otro ejemplo de manual es el de aquel «que siempre quiere tener la razón y no escucha a nadie. Se cree superior al resto y sus conversaciones no resultan enriquecedoras porque sus interlocutores se sienten ninguneados».
Este, por cierto, es uno de los 'perfiles' que el psicólogo argentino Bernardo Stamateas recoge es su libro 'Gente tóxica' (Vergara), en el que dibuja más de una docena de retratos de personas tóxicas: desde «el agresivo verbal que, si está buscando algo en casa y no lo encuentra, en lugar de preguntar dónde está, grita: '¿Quién ha cogido mis cosas? Sois todos unos inútiles'; al envidioso que se aplica el lema 'si yo no puedo, él tampoco'; el descalificador que juega el papel del amigo pero mira tus defectos con lupa para luego utilizarlos a su favor y desvalorizarte para minar tu autoestima hasta el punto de que te preguntarás: '¿No será que él tiene razón? Yo no puedo con todo esto'; el orgulloso que tras discutir con un amigo se enroca: '¡Que llame él!'; el quejica que ha hecho del lamento un hábito: si llueve, mal y si sale el sol, también...».
A veces esos perfiles no se presentan tan claros como para etiquetar a una persona y esa 'toxicidad' es simplemente una sensación de hastío... «Me viene a la cabeza algo que me contaba una amiga el otro día. Celebraban el cumpleaños de su hijo y acabó la cosa regular porque el padre de uno de los amiguitos de su hijo acabó monopolizando la conversación. 'Le gusta hablar de política, pero todo lo lleva a su terreno, te da datos y opiniones y no entiende que, simplemente, hay gente que tenemos otros valores. Así que no hubo más conversación que la suya', se lamentaba mi amiga».
Y no hablamos de malas personas, insiste la psicóloga. «Muchas veces, detrás de esas actitudes hay miedo al rechazo, baja autoestima, no sentirse querido, hay una infancia en la que te decían 'mira qué bien tu primo, qué buenas notas saca, no como tú'... Y ese niño luego es un adulto que envidia a los que le recuerdan a su primo... Un tipo con «hambre espiritual», que decía Miguel de Unamuno.
Los perfiles
- El envidioso:
- «La envidia es una profunda rabia producida por el logro de otros», define el psicólogo Bernardo Stamateas en su libro 'Gente tóxica' (Vergara). Y distingue entre la 'envidia sana', «que reconoce que el otro tiene algo que uno desea y aún no ha obtenido pero que no acarrea dolor ni frustración», y la 'envidia enfermiza', «que genera una continua desazón, infelicidad, frustración y dolor por no poder tener lo que otro ha logrado».
- El descalificador:
- «Su mentalidad es avasallante y precisa, sabe con exactitud cuál es el dardo que saldrá de su boca. Si haces algo, te criticará. Si no lo haces, te juzgará por no hacerlo. Su especialidad son los dobles mensajes, es irónico y sarcástico. Hoy te endiosa y mañana te baja del pedestal, agigantará tus errores. Su idea es que vivas desconfiado, te sientas inseguro y dependas de sus palabras y opiniones».
- El agresivo verbal:
- «Mordaz, intimidante y ofensivo, sin importarle el tema del que se esté hablando, su objetivo es meter miedo. Es sarcástico e iracundo y todo lo que diga, hasta un halago, lo hará en modo irónico. Nos hace consumir energía pensando: '¿Cómo se levantará hoy, tendremos un día de paz o de guerra?'».
- El psicópata:
- «Puede ser un compañero de trabajo, o de la escuela... Son expertos en la mentira y tienen como fin arruinarte la vida. No son antisociales sino que suelen ser locuaces, convincentes, saben expresarse con encanto y son capaces de 'vendernos' cualquier cosa que les haga quedar bien. Consideran al otro un objeto y no sienten culpa ni angustia por el daño causado».
- El chismoso:
- «El que transmite el chisme jamás es neutral, siempre trata de convencer. Si no, no haría ese comentario a quien no corresponde. Trata de agradar al otro e intenta tener cómplices alternativos».
- El mediocre:
- «La pereza, la falta de estímulo, la pérdida de sueños y de visión han llevado a muchos a conformarse con una vida monótona y sin sobresaltos. Para ellos lo importante es 'llegar a fin de mes' y eso no está mal, pero se están perdiendo lo inesperado y lo extraordinario».
- El manipulador:
- «¿Has contado alguna vez algo privado que no querías?, ¿sientes que estás tomando decisiones que van en contra de tus valores?» Mira a tu lado, quizá hay un manipulador.
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