TITULO:España Directo - Economía - La no actualización de la renta según el IPC «aumentará» los precios del alquiler,.
foto / Con una inflación rozando en marzo los dos dígitos (9,8%) y con previsiones poco halagüeñas para los próximos meses, el Gobierno decidió el pasado martes incluir en su plan de choque contra las consecuencias de la guerra en Ucrania una medida para limitar al 2% la subida máxima de aquellos alquileres que se tengan que renovar entre abril y junio.
Eso sí, solo afectará a los contratos que recojan la actualización de la renta conforme al IPC. Una medida que para algunos expertos es una «intervención directa» de forma encubierta en el mercado del alquiler que, según el director general de la Agencia Negociadora del Alquiler, José Ramón Zurdo, lo que hará es «espantar a la oferta».
Si bien es cierto que entienden el momento excepcional, creen que el balón de oxígeno dado a los inquilinos podría ser «relativo» si va más allá de junio, como ya ha dejado la puerta abierta el Gobierno. «Si se desincentiva el interés por tener un inmueble en alquiler y, por ende, se reduce la oferta, los precios aumentarán», aseguran los expertos.
Esta menor rentabilidad que adquirirían los propietarios al no poder actualizar la renta al mismo nivel que se encarece la vida puede provocar a su vez una disminución en la inversión para el mantenimiento. «Podríamos tener un portfolio más pequeño y más envejecido», advierte el director de Estudios de Pisos.com, Ferran Font.
Todo ayudaría, por tanto, a crear más trabas en un mercado ya de por sí tensionado y cuyo problema de raíz es la falta de oferta. Y es que, según el Director Corporativo de Desarrollo de Negocio de Gesvalt, Luis Martín Guirado, la inseguridad jurídica que mecanismos como la limitación de las actualizaciones conforme al IPC genera «nunca es beneficiosa, ni para propietarios ni para inquilinos».
No obstante, los inquilinos que deban renovar sus alquileres en este periodo sí notarán el ahorro. Tal y como se establece, a la hora de actualizar el alquiler conforme al IPC, hay que utilizar el último índice publicado a la fecha de renovación de contrato.
Si está fechado a 1 de mayo de 2021, el propietario podría elevarlo conforme al IPC de marzo (9,8% el dato adelantado). Por tanto, si la renta era de 1.000 euros, se incrementaría en 98 euros al mes, 1.176 al año. Ahora, con la nueva normativa, la renta subiría 20 euros al mes, 240 al año.
Aun así, debido a los pocos datos objetivos que se conocen entorno a este mercado, es difícil calcular la efectividad de la medida. Y el Gobierno solo tiene estimaciones. Parten de la base de que en España hay 3,5 millones de inquilinos, pero no se conoce cuántos de ellos deben actualizar su renta entre abril y junio. Ni tampoco el número de contratos que recogen la actualización conforme al IPC.
Fuentes del Ministerio estiman que una cuarta parte de los mismos deberían actualizar la renta en este periodo, por lo que la nueva limitación se aplicaría a cerca de 900.000. Todo ello contando, aseguran, «con que los contratos se repartieran uniformemente en todos los meses del año». La afirmación no se aleja de la realidad. «No se firman los mismos contratos en un mes de diciembre que en un mes de marzo», sostiene Font.
Es por lo que para Martín Guirado, aunque el escenario inflacionista refleja incrementos elevados, «es muy improbable que los propietarios plantearan subidas de estas magnitudes a los inquilinos», ya que «pondrían en riesgo la propia relación contractual y comprometerían la tasa de morosidad».
Prudencia
Este comportamiento que se refleja en los datos de la Agencia Negociadora del Alquiler (ANA). La mayoría de propietarios ya estaban optando por no actualizar las rentas conforme al IPC. En concreto, el 85% de los propietarios con los que ellos trabajan (5.000 aproximadamente) no estaban aplicando ese incremento total, sino que lo aumentaban de forma «moderada», en torno a la mitad del IPC. A su vez, de ese 85%, uno de cada cuatro propietarios directamente no lo había aplicado.
Bien es cierto que un 15% lo habían hecho. Una decisión, según apunta Zurdo, que puede volverse en contra del propietario al no poder el inquilino hacer frente al alquiler. Por ello, tendría que buscar un nuevo inquilino y estar unos meses sin ingresos. Además, tendría gastos de reposición. «Si esos dos gastos podemos aplazarlos, mejor rentabilidad para el propietario», asegura.
Urge más oferta
El Real Decreto aprobado por el Gobierno y en el que se recoge la medida, que no afecta a otro tipo de alquileres como pueden ser los de locales comerciales, establece que en un primer momento, en el caso de que el arrendador no sea un gran tenedor –persona física o jurídica titular de más de diez inmuebles– el incremento de la renta será el que resulte del nuevo pacto entre las partes.
Es en ausencia de este acuerdo cuando el incremento no podrá exceder el índice de Garantía de Competitividad (2%). Desde Legálitas, vienen recomendando a sus clientes «negociar» desde que en los últimos meses del pasado año la inflación ya estaba subiendo. Pero esto no estaba ocurriendo. Sí que notaron que había más interés por parte de los propietarios por conocer el mecanismo de subida establecido en el contrato. Pero en ningún momento existía diálogo. «Observamos inquilinos que decidían subir el porcentaje correspondiente y otros que preferían mantener el precio», asegura la abogada de Legálitas, Macarena Redondo.
A pesar de todo, desde Gesvalt señalan que hay que tener en cuenta que se han firmado contratos recientemente en los que se ha dado hasta dos años de no variación del precio del alquiler. Por ello, también el impacto «será moderado».
Esta situación se produce, además, cuando ya de por sí el precio del alquiler estaba volviendo a crecer. En febrero, según Pisos.com, subió un 4,56% frente al mismo mes del pasado año. Una situación que parte de una oferta «que en muchas ocasiones no tiene capacidad de dar respuesta a la demanda existente», afirma Font.
Por ello, desde la Agencia Negociadora del Alquiler explican que lo que debe hacer el Gobierno para moderar los precios del alquiler es apostar por políticas que favorezcan un aumento de la oferta de inmuebles en alquiler. Así, desde Gesvalt consideran que el establecimiento de mecanismos para reducir el escenario inflacionista sería una medida «mucho más eficaz».
Viernes -15 -Abril a las 22.00, en Telecinco, foto,.
James Davies: "La psiquiatría medicaliza problemas que en realidad son sociales",.
James Davies, profesor de Antropología y Psicoterapia en la Universidad de Roehampton (Reino Unido). En Sedados (Capitán Swing) revela qué falla para que, a pesar del enorme aumento del consumo de psicofármacos, las enfermedades mentales no dejen de subir.
- Las prescripciones psiquiátricas han aumentado en el Reino Unido un 500% desde 1980, en todos los países occidentales han registrado una enorme subida. Sin embargo, los problemas de salud mental no sólo no han disminuido sino que han crecido. ¿Cómo es posible?
- Creo que fundamentalmente se debe a que hemos adoptado un enfoque equivocado, un enfoque que medicaliza y medica en exceso reacciones humanas comprensibles a las circunstancias difíciles a las que a menudo nos enfrentamos.
- ¿Es casualidad que ese aumento del consumo de fármacos psiquiátricos comenzara en la década de los 80?
- No, no es casualidad. Desde la década de 1980 el sector de la salud mental ha evolucionado para servir a los intereses del capitalismo actual, del neoliberalismo, a expensas de las personas necesitadas. Y eso explica por qué los resultados sobre salud mental no han mejorado durante ese período de tiempo: porque no se ha tratado de ayudar a los individuos, se ha tratado de ayudar a la economía.
- ¿Puede darnos algún ejemplo de ese vínculo entre la psiquiatría y el neoliberalismo al que alude?
- Desde el punto de vista del neoliberalismo, el actual enfoque de sobre-medicalización funciona por varias razones: para empezar, porque despolitiza el sufrimiento, conceptualiza el sufrimiento de manera que protege a la economía de las críticas. Un ejemplo lo vemos en la insatisfacción de muchos trabajadores. Pero esa insatisfacción, en lugar de dar pie a un debate sobre las malas condiciones de la vida laboral moderna, se aborda como algo que va mal dentro del trabajador, algo que necesita ser afrontado y cambiado. Y podría darle muchos otros ejemplos.
- ¿Se trata entonces de convertir un problema social en un problema individual?
- Sí. Se trata de reducir el sufrimiento a una disfunción interna, a algo que va mal dentro de nosotros, en lugar de verlo como una reacción de nuestro organismo antes las cosas malas que están sucediendo en el mundo y que necesitan nuestra atención y cuidado.
- Los datos muestran que las personas con peores condiciones económicas, las más afectadas por el desempleo y la pobreza, son a las que más psicofármacos se receta. ¿Tiene eso también algo que ver con la economía?
- -Absolutamente. Sólo hay que ver lo que ha ocurrido durante la pandemia. Las madres solteras que viven en grandes bloques de edificios en ciudades tenían tres veces más probabilidades de sufrir depresión y ansiedad que las personas con una casa en el campo con un gran jardín. Las circunstancias en las que uno se encuentra determinan su estado mental. Pero en lugar de centrarnos en esas circunstancias a través de reformas políticas, lo que hacemos es medicalizar el problema y pensar que podemos tratarlo en clínicas y centros de salud. Ese ha sido el principal problema durante los últimos 40 años, la arrogante idea de que a través de una píldora podemos resolver problemas que no tienen sus raíces en la neuroquímica, sino en el mundo. Y, en última instancia, es en reformas políticas en lo que tenemos que pensar si queremos resolver ese problema.
- Y ese enfoque de la psiquiatría en línea con el neoliberalismo, ¿considera que es deliberado?
- Bueno, ha habido poderosos intereses industriales que han apoyado la sobre-medicalización de la vida cotidiana. Eso ha sido muy bueno para la industria farmacéutica, porque cuantas más personas puedan ser clasificadas como enfermas mentales o con trastornos mentales, mayor será el mercado para los productos que aparentemente resuelven el problema. La industria farmacéutica ha promovido absolutamente esa idea de manera muy calculada durante los últimos 30 años. Por otro lado, en lo que respecta a los gobiernos no creo que hayan estado necesariamente conspirando junto con la industria farmacéutica. Creo que más bien ha tenido con ver con ideologías e ideas que parecen encajar con las suyas, y de ese modo han privilegiado formas de intervenir y de pensar sobre el estrés y la angustia que encajan con sus criterios. En ese sentido, la narrativa despolitizadora es buena desde el punto de vista de político. Esa alianza mutua entre industria farmacéutica y poderes políticos ha ido evolucionando lentamente durante 40 años y es la que nos ha llevado a la situación en la que ahora nos encontramos. No creo que esa alianza haya sido algo necesariamente calculado, simplemente ha sido el resultado inevitable de que ambos encuentren algún tipo de apoyo el uno en el otro.
- ¿El neoliberalismo no es entonces sólo un paradigma económico?
- No. Sabemos por la historia social que el paradigma económico dominante en una época da forma a las instituciones sociales, las moldea de manera que se adapten a ese sistema. Así que todas las instituciones sociales, en un grado u otro, cambian para servir a esa superestructura más grande. Lo hemos visto en las escuelas, en las universidades, en los hospitales... ¿Por qué no iba a suceder también en el campo de la salud mental? Por supuesto que sucede.
- Al final, ¿la psiquiatría está haciendo más daño que bien?
- Creo que si la psiquiatría no reconoce hasta qué punto es cómplice de un sistema que hace daño, ella misma está haciendo daño. La psiquiatría puede evolucionar, ver en qué medida es cómplice y puede cambiar. La psiquiatría es una institución social que por naturaleza no es dañina, todo depende de cómo opere como institución social. Y en este momento como institución social, y visto lo que privilegia, diría que en muchos casos está haciendo más daño que bien. Los datos que proporciono en mi libro sobre la prescripción a largo plazo de psicofármacos creo que lo ilustra muy bien. Esos datos muestran que esos medicamentos no sólo no están generando los resultados que esperaríamos de un servicio eficaz sino que, además, están haciendo daño a muchas personas que se ven afectadas negativamente por esos tratamientos largo plazo. Y en tercer lugar, esos fármacos están costando una enorme cantidad de dinero. Juntando todo eso, creo que efectivamente en estos momentos la psiquiatría como institución social no está actuando como debería hacerlo.
- Dice que la psiquiatría está híper-medicando a muchos pacientes... Pero supongo que hay personas que necesitan realmente medicación, ¿no?
- Sí, estoy de acuerdo. Yo no soy anti-fármacos ni anti-psiquiatría. La psiquiatría juega un papel en la sociedad, la medicación psiquiátrica juega un papel para las personas gravemente angustiadas. De hecho la investigación muestra que recetar medicamentos psicotrópicos a corto plazo puede ser muy útil y ventajoso. Lo que yo critico es la extensión excesiva de un sistema que ahora se aproxima a que a una cuarta parte de nuestra población adulta se le recete algún un tipo de medicamento psiquiátrico al año. Ese sistema está completamente fuera de control. Es esa extralimitación lo que critico, el que se medicalicen problemas que en realidad son sociales y psicológicos y por lo tanto habría que abordar con intervenciones sociales y psicológicas. Sí, hay un papel para la psiquiatría en la sociedad, pero no el que representa en la actualidad.
- Cuando habla de intervenciones psicológicas, ¿se refiere a hacer terapia?
- Creo que hay diferentes formas de proceder. Creo que la terapia juega un papel, pero me parece que también debemos reconocer que la terapia en el pasado ha sido responsable de reducir los problemas a disfunciones internas, a dinámicas familiares o a incidentes del pasado. Debemos entender que las familias se insertan en sistemas sociales más amplios. No se puede reducir el sufrimiento a la familia, porque la familia muchas veces es expresión de algo más. Un padre que llega a casa de un humor de perros puede que lo haga porque está deprimido con su trabajo, porque peligra su empleo o porque su salario no le llega. Esos son factores que pueden hacer que la vida familiar sea muy difícil y, si los terapeutas no son conscientes de ello es un gran problema. Creo que la terapia que tiene en consideración los problemas políticos y sociales puede ser de gran apoyo para crear conciencia no sólo de los problemas inmediatos, sino también de estructuras más amplias y de cómo estas afectan a la salud. Ese tipo de terapia es muy valiosa. Hay muchas intervenciones psicológicas que pueden ser muy útiles, pero no creo que debamos detenernos ahí.
- ¿Qué más habría que hacer?
- Creo que también deberíamos reconocer que hay determinantes sociales muy serios y reales de la angustia, y la única forma de encararlos es a través de políticas sociales. Necesitamos pensar más qué tipo de políticas deberían implementarse para resolver la crisis actual en la que nos encontramos. Las reformas políticas deben ser el pilar central de cualquier reforma de salud mental.
- ¿Y cree que se hará?
- Si la historia es una guía válida, sabemos que los paradigmas económicos ascienden y caen. Lo hemos visto en los últimos 200 años, y sospecho que mucha gente está pensando que el neoliberalismo como paradigma económico está llegando a su fin. En cuanto a lo que venga tras el neoliberalismo, espero que sea algo con un estilo más humanista, una especie de capitalismo de economía mixta. Creo que eso podría encajar con una visión de la salud mental que privilegie las intervenciones políticas, sociales y psicológicas sobre los psicofármacos, sabiendo por supuesto que hay un espacio para los psicofármacos, pero menor al que ocupan ahora. Es muy difícil saber con certeza dónde vamos a estar, pero considero que no habrá una reforma de la salud mental hasta que haya reformas políticas y económicas.
- ¿Cómo han reaccionado los psiquiatras ante su libro?
- Hasta ahora la reacción ha sido bastante buena. Tengo amigos que son psiquiatras, no veo de ninguna manera a los psiquiatras o a los médicos de atención primaria como enemigos. Son buenas personas que intentan hacer un buen trabajo en circunstancias muy, muy difíciles y que a menudo son víctimas de un sistema estructural más amplio, como lo son las personas que acuden a ellos en busca de ayuda. A los psiquiatras con los que he hablado les interesa el análisis que hago, un análisis en el que trato de ir más allá de culpar a un psiquiatra o un hospital y en el que examino los motivos estructurales que nos han llevado a esta situación. Y creo que eso es interesante para muchos psiquiatras. Pueden estar de acuerdo o en desacuerdo con mi argumento, pero la mayoría me parece que simpatizan con el análisis y su intención. Además, el libro no sólo critica a los psiquiatras, sino también a los terapeutas y psicólogos, quienes también son responsables de despolitizar, mercantilizar y privatizar la angustia y el estrés.
- La pandemia, ¿ha hecho más evidente que necesitamos un cambio de paradigma?
- Creo que sí. Creo que la pandemia ha demostrado la extensión en que las circunstancias, las relaciones y las situaciones afectan a la salud mental, y esa narrativa se ha reforzado porque toda la población ha tenido un cambio de circunstancias que para muchas personas ha supuesto un fuerte impacto en la forma en que se sienten y funcionan. El modelo social de la angustia y el estrés ha ganado credibilidad como consecuencia de lo que hemos visto. Y también hemos visto a más personas reconocer que medicalizar la angustia no sólo no resuelve el problema, sino que no es viable. En el Reino Unido, por ejemplo, ha habido un fuerte impulso para desmedicalizar la angustia y el estrés porque el servicio de salud no es capaz de hacerles frente. Por primera vez en 40 años, organismos importantes como el de salud pública de Inglaterra decían: "Su angustia y estrés no son problemas médicos. No acudan a nosotros, tenemos las manos atadas. Tenemos demasiada gente en este momento, es un problema social". Es justo lo contrario de lo que nos han estado diciendo durante mucho tiempo. Ahora se da más crédito a nuevas narrativas, veamos cómo evoluciona eso.
TITULO: Detrás del muro - PÁGINA DOS - Julia Viejo y Fernando Navarro,.
PÁGINA DOS - Julia Viejo y Fernando Navarro,.
Martes -19- Abril a las 22:00, en La2, foto,.
- Julia Viejo y Fernando Navarro,.
'Página Dos' se centra en el mundo de los cuentos y entrevista a Julia Viejo y Fernando Navarro, que acaban de publicar sus últimas obras de este género: ‘En la celda había una luciérnaga’ y ’Malaventura’, respectivamente. También participará la escritora Mariana Travacio autora de ‘Quebrada’, a lo que se suma un recorrido por los nombres más relevantes de la literatura ucraniana de ayer y de hoy.
Óscar López, director y presentador de ‘Página Dos’ conversa con Fernando Navarro sobre 'Malaventura', en el que varios personajes transitan de un relato a otro. "Mi intención con este libro era retratar un lugar y un estado de ánimo", explica el autor. En sus cuentos campa la violencia, enmarcada en una época "entre los bandoleros y los quinquis", añade.
Julia Viejo acaba de publicar su primera obra en solitario, una colección de relatos titulada 'En la celda había una luciérnaga'. En la que "el espíritu común entre ellos es que aparecen personajes solitarios que se enfrentan a situaciones extrañas, siempre con una mirada absurda" relata la escritora.
Las escritoras Valeria Correa Fiz, María Bastarós y Sònia Hernández ofrecerán su punto de vista sobre este género que, además, comparten.
'Página Dos' también analiza por qué el western sigue en boga con la escritora argentina Mariana Travacio, que presenta 'Quebrada'.
El programa finalizará su emisión de la mano de Marta Rebón y Dimas Prychyslyy, que hablarán de literatura ucraniana.
TITULO: ANTENA 3 TV - MASTERS DE LA REFORMA - Los bajos sueldos y la falta de industria expulsan la mano de obra cualificada de Extremadura,. El Lunes -18 - Abril a las 22:45 por Antena 3, foto,.
Los bajos sueldos y la falta de industria expulsan la mano de obra cualificada de Extremadura,.
Los pocos alumnos que acaban carreras técnicas e incluso el teletrabajo también complica que las empresas den con los profesionales que buscan,.
Markus estudió Ingeniería Informática en la Escuela Politécnica del campus universitario cacereño. «Tras un par de años trabajando en esta región, me pagaban muy poquito y me tuve que ir a Madrid. Me fui con la idea de volver y cuando vi el momento regresé. Después de cinco meses buscando trabajo encontré una oportunidad que me cuadró,.El sector de la obra pública calcula que se necesita unos 30.000 trabajadores en Castilla y León durante los próximos años para ejecutar los proyectos previstos en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, ante la previsión de que lleguen unos 4.500 o 5.000 millones de los fondos Next Generation para reactivar la economía, tras el impacto de la covid-19. Para ello, los empresarios ya asumen que tendrán que subir salarios si quieren captar a jóvenes, mujeres y personas extranjeras.
De nuevo, el 'ladrillo' aspira a ser uno los sectores que pueda recuperar el terreno perdido durante la anterior crisis provocada por la 'burbuja inmobiliaria', cuando se destruyeron cerca de 70.000 puestos en la construcción en Castilla y León, el 50 por ciento, y 1,2 millones en España. Ahora, la llegada de los fondos europeos se presenta con una nueva inyección de combustible que exigirá ampliar plantillas, según explicó a Ical el presidente de la Cámara de Contratistas de Castilla y León, Enrique Pascual.
En ese sentido, los empresarios de la obra pública esperan encontrar mano de obra en un país como España donde de media la tasa de paro juvenil alcanza el 40 por ciento, antes de recurrir a trabajadores foráneos. También, confían en que se impulse la incorporación de mujeres a la construcción, al haber avanzado los procesos y no ser decisiva la fuerza física, tras la incorporación de maquinaria, equipamiento y mayores medidas de seguridad y protección.
Cualificación de los empleados
No obstante, uno de los desafíos a la hora de hacer contrataciones en el corto plazo, ante la adjudicación de numerosas actuaciones, es la cualificación de los empleados. Por ello, Enrique Pascual destacó la labor que lleva a cabo la Fundación Laboral de la Construcción, con el fin de formar a futuros trabajadores, si bien lamentó que hasta ahora haya tenido «poco éxito». Por ello, insistió en que el 'ladrillo' tiene que ser una alternativa en el mercado laboral, como lo fue en el pasado, aunque no se alcancen niveles de empleo similares.
Ante la escasez de trabajadores, el presidente de los contratistas de Castilla y León ya admite que tendrán que subir los salarios para captar a jóvenes dispuestos a incorporarse a la construcción, ante el 'tajo' que ofrecerán en los próximos meses los miles de millones de los fondos Next Generation, que comenzarán a llegar a la economía real, una vez las administraciones se contraten las obras previstas en los proyectos aprobados.
Por ello, la apuesta de los contratistas para el nuevo ciclo derivado de los fondos europeos pasa por atraer a jóvenes y también al colectivo femenino, que representa solo el diez por ciento actual en el sector de la construcción. «No es como antes, no hace falta fuerza física para mover materiales, ahora contamos con equipos de protección y con ropa de trabajo adecuada. Ha mejorado muchísimo las condiciones y estamos encantados de incorporar mujeres», dijo.
Unos 1.700 millones
Unos 5.000 millones de los fondos Next Generation espera captar la Junta de Castilla y León, que elaboró una biblioteca de proyectos de 439 proyectos con un gasto de 6.000 millones de euros, de los cuales 289 tenían un componente digital y 201 se relacionaban con la transición verde. Asimismo, de estas iniciativas, 182 tienen carácter público, 132 privado y 125 eran público-privadas.
De momento, según el Gobierno, se han preasignado a Castilla y León un total de 1.700 millones en la primera anualidad del Plan de Recuperación. De ellos, según los últimos datos del Ejecutivo de Pedro Sánchez, se han asignado a la Comunidad 732 millones para el despliegue de inversiones en sus ámbitos de competencias: vivienda, movilidad sostenible, promoción de renovables, restauración de ecosistemas, renovación de edificios públicos, educación y formación profesional, inclusión y servicios sociales, entre otros.
«No va a ser fácil, pero vamos a aprovechar los fondos europeos», dijo Enrique Pascual, quien no obstante subrayó que la anterior crisis les enseñó «mucho» y ha dado lugar a empresas «muy resilientes», con una gestión «muy optimizada» y con gran capacidad de adaptación. Por ello, remarcó que para atender al volumen inversor de los fondos europeos necesitarán unos 30.000 o 35.0000 empleados, lo que supone un aumento del 50 por ciento.
Sin embargo, el presidente de los contratistas de Castilla y León destacó que el sector camina hacia una construcción más industrial, «por obligación», aún así remarcó que el problema por la escasez de mano de obra no se resuelve. De esta forma, remarcó que cada vez se fabrica menos en las obras y se ensamblan más elementos, lo que abarata los procesos y permite ejecutar los proyectos con menos plantillas.
TITULO: Jordi Évole y Lo de Évole - Hijos de la guerra,.
Este domingo -17- Abril a las 21.30, La Sexta emite la última entrega de la primera temporada de 'Lo de Évole', dirigido y presentado por el propio Jordi Évole., foto,.
Hijos de la guerra,.
foto / 'Lo de Évole' se fija en las cicatrices que deja tras de sí un conflicto bélico en las personas que las sufren y cómo estas consecuencias se repiten. Así, Évole entrevista a cuatro personas que de niños escaparon de guerras que se han producido en distintos momentos y lugares en las últimas décadas. A todos les une un hilo invisible: ser hijos de la guerra.
Teresa tiene 95 años y fue una de los miles de niñas y niños que durante la Guerra Civil española pudieron abandonar el país para instalarse en la entonces Unión Soviética. Una vez allí, estalló la II Guerra Mundial y sufrió uno de sus episodios más crudos: el sitio de Leningrado. Es de los pocos testimonios vivos que quedan de uno de los grandes horrores de la historia reciente de Europa.
"Hitler quería la ciudad, no quería a la gente", cuenta Teresa, explicando que tiraron las bombas a los almacenes para matar a las personas de hambre. "Yo solía ir por las casas para cuidar a los heridos y sacar a los muertos", detalla la mujer. "Los sacábamos y los llevábamos a rastras por las escaleras, porque no teníamos fuerzas. Una vez perdimos la cabeza de uno", relata Teresa en este vídeo, en el que cuenta todo lo que tuvo que hacer aquellos terribles días.
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