domingo, 8 de septiembre de 2024

España Directo -Economía - Retrasar un año la edad de jubilación aumenta el riesgo de morir entre los 60 y los 70, alerta Fedea ,. / Mi casa es la vuestra - Julia Navarro - Escritora ,. Viernes - 20 - Septiembre ,. / Detrás del muro - PÁGINA DOS - Andrea Camilleri ,. Martes - 17 - Septiembre ,. / Cartas de amor - Marcando el destino ,.

   TITULO: España Directo - Economía -  Retrasar un año la edad de jubilación aumenta el riesgo de morir entre los 60 y los 70, alerta Fedea,.


Retrasar un año la edad de jubilación aumenta el riesgo de morir entre los 60 y los 70, alerta Fedea,.


Demorar la jubilación eleva el riesgo de morir antes de los 70 años, según un estudio de Fedea junto a un grupo de autores de las Universidades de Valencia y Extremadura.

Los jubilados de España, a la cola del bienestar europeo
 
foto / Dos jubilados contemplando el mar en España,.

El Gobierno de España no deja de incentivar a los futuros pensionistas que se acojan a la jubilación demorada. Tanto es así que en la última sesión de la Mesa de Diálogo Social de Seguridad Social y pensiones, celebrada a finales del mes de junio, presentó una serie de propuestas dentro de la reforma de las pensiones con un nuevo marco legal que busca facilitar la transición hacia la jubilación activa con el objetivo de mejorar las condiciones para quienes decidan retrasar su retiro laboral.

En este sentido, cabe señalar que a día de hoy la jubilación activa permite trabajar y percibir el 50% de la pensión desde el primer día de retiro y el 100% si se acredita tener contratado al menos un trabajador por cuenta ajena. Sin embargo, una de las principales novedades con respecto a la anterior propuesta es la eliminación de la incompatibilidad entre la jubilación activa y el incentivo de demora, el cual se explica a continuación.

Sin embargo, retrasar la edad de jubilación aumenta el riesgo de mortalidad en profesiones con estrés físico o mental. Así lo afirma un nuevo estudio publicado por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), publicado hace solo unos días, junto a un grupo de autores de las Universidades de Valencia y Extremadura, integrados en el Grupo de Investigación en Pensiones y Protección Social de Fedea.

¿Qué pasa si me jubilo más tarde?

Según el informe de Fedea, posponer un año la jubilación incrementa en un 38% el riesgo de mortalidad entre los 60 y 69 años. El estudio destaca que las ocupaciones más afectadas son aquellas que requieren un esfuerzo físico considerable o que están sujetas a un elevado nivel de estrés emocional y mental. Entre estas profesiones se encuentran la industria extractiva, el transporte, la hostelería, la sanidad y las actividades administrativas.

Los investigadores subrayan que el impacto negativo sobre la esperanza de vida supera las ganancias fiscales que se podrían obtener al retrasar la jubilación. Además, la investigación también menciona que los trabajadores que tienen acceso a mecanismos de jubilación parcial, que les permiten reducir sus horas de trabajo a partir de cierta edad, presentan un riesgo de mortalidad significativamente menor.

Beneficios para la Seguridad Social

Esto sugiere que las políticas de jubilación deben diseñarse con cuidado para mitigar los efectos adversos sobre la salud de los empleados. Utilizando el valor de un año de vida ajustado por calidad a los 60 años en España, el estudio señala que un aumento de 0,46 años en la edad al morir se traduce en una pérdida social valorable en 8.564 euros por cada individuo.

Por otro lado, Fedea sostiene en este estudio que dicha reforma supone un retraso en la salida del mercado laboral que genera, en promedio, una aportación adicional al sistema de pensiones y unos ingresos fiscales de 1.925 euros. Además, debido a que tal reforma conduce a una mortalidad temprana, la Seguridad Social ahorra 3.228 euros por jubilado en beneficios de pensión. Como resultado, defiende Fedea, la Seguridad Social obtiene una ganancia fiscal de 5.213 euros gracias a la reforma.

¿En qué se basa este informe?

El informe de Fedea se basa en un experimento generado por la reforma española del sistema de pensiones de 1967. Entonces se modificó la edad de jubilación anticipada en función de la fecha en la que los individuos comenzaron a cotizar al sistema de Seguridad Social, endureciendo así el acceso a esta figura para un subconjunto de cohortes de trabajadores.

Para ser más exactos, dicha reforma establecía que aquellos que comenzaron a cotizar antes del 1 de enero de 1967 podían jubilarse voluntariamente a partir de los 60 años, mientras que el resto, con algunas excepciones, tenían que esperar hasta los 65 años. Así, tras estudiar los efectos de la medida, los autores observan un incremento en la proporción de muertes entre los 60 y los 65 años para los que se vieron afectados por la reforma.

¿Qué quiere decir la jubilación activa?

La sostenibilidad del sistema de pensiones está en riesgo a causa del envejecimiento de la población y la oleada de jubilaciones que llegará con la retirada de los trabajadores del "baby boom". Por ello, desde el Gobierno de España han desplegado varios mecanismos para hacer frente a esos retos como mejorar los incentivos de la jubilación demorada o proponer la jubilación activa.

En el caso de la jubilación activa, es una iniciativa que busca incentivar el envejecimiento activo y al mismo tiempo contribuir a la sostenibilidad del sistema de pensiones. Por tanto, aquellos que elijan esta opción compatibilizarán la pensión de jubilación con un trabajo por cuenta ajena o propia, a jornada completa o parcial.

¿Cuáles son los requisitos?

Para poder acceder a la jubilación activa el trabajador deberá cumplir ciertos requisitos, que están recogidos en el artículo 214 de la Ley General de la Seguridad Social (LGSS):

  • Tiene que haber pasado al menos un año desde que cumpliera la edad para acceder a la jubilación ordinaria.
  • No pueden solicitar la jubilación activa quienes se hayan beneficiado de bonificaciones o anticipaciones en su edad de jubilación.
  • Debe haber cotizado los años suficientes para tener derecho a percibir el 100% del importe de la pensión ordinaria de jubilación.

Cotización de la jubilación activa

El trabajador en situación de jubilación activa seguirá cotizando a la Seguridad Social, pero solo por incapacidad temporal y por contingencias profesionales, no para añadir más años cotizados a su vida laboral que puedan incrementar su pensión.

 

 

TITULO: Mi casa es la vuestra -   Julia Navarro -  Escritora ,.Viernes -  20 - Septiembre ,.

Viernes - 20 - Septiembre a las 22.00, en Telecinco, foto,.

 

 Julia Navarro -  Escritora,.


«Aprendamos a decir no, el silencio de los corderos es letal»,.

«Los dictadores siempre temerán a la palabra», asegura la autora de 'El niño que perdió la guerra». «Quizá la inteligencia artificial escriba mis novelas, pero no creo ni quiero creer que pueda escribir 'el Quijote',.

 
Julia Navarro. 

«Estoy preparada para el fracaso». Lo dice desde su sostenido e indiscutible éxito Julia Navarro (Madrid, 1953), escritora que cuenta por millones los lectores de sus libros. Vuelve a la arena con 'El niño que perdió la guerra' (Plaza & Janés), su novena novela. Es una historia sobre totalitarismos, inmigración y desarraigo que dedica a quienes se atreven a decir no. La protagoniza uno de los críos enviados a la Unión Soviética para evitarles el horror de la derrota de nuestra incivil guerra y que conocieron el implacable rostro de la dictadura roja. La autora cree que la palabra aún es un arma eficaz contra las dictaduras.

-Acallar a los disidentes es esa ambición totalitaria que aborda esta novela.

-Sí. Por desgracia la historia se repite. De distintas maneras, si, pero los tiranos persisten. Hubo autócratas y dictadores en el pasado, los hay hoy y los habrá en el futuro. Sean de derechas o de izquierdas, todos quieren acallar el pensamiento crítico, someter la libertad de expresión y poner el arte a su servicio. Hay intelectuales y artistas que se prestan y toman la pancarta del régimen casi siempre por miedo o por terror.

-El péndulo de la historia parece tender a la autocracia. ¿Peligra la democracia?

-Vive momentos complicados, incluso en muchos países donde parece que estaba asentada. Hay mucho autócrata disfrazado de demócrata. Que haya elecciones en algunos países no garantiza la democracia, como vemos en Venezuela o en Rusia.

-¿Los hijos pierden siempre las guerras de los padres, como le ocurre a Pablo Sanz, su protagonista.

-Así es. La pierde sin combatir. Como muchos de los refugiados que huyen de la guerra en Malí, Siria, Gaza o Ucrania. Los niños españoles llevados a Rusia se vieron atrapados entre el yugo soviético o el franquista. Sin elección. Conocí varios casos y para todos el desarraigo era lo más doloroso, a pesar de tener una segunda vida o una segunda madre, como Pablo, que conoció el gulag y la incipiente democracia española a su regreso.

Portada de la novela Plaza & Janés

-Un desarraigo ultradestructivo que está en todas sus novelas.

-Trato de ponerme en la piel de los demás. ¿Qué sería de mí si mañana me sueltan en Afganistán, me obligan a vestir un burka y a vivir con un idioma y unas costumbres que desconozco?. Enloquecería. Te quiebras si pierdes tus raíces, tu entorno, tu cultura, tu idioma y tus códigos. Dbes desaprender todo para volver a aprender. Es un drama. La integración no es inmediata. No es fácil. No se hace apretando un botón.

-La historia de la humanidad es la de las migraciones. ¿Qué hacer hoy?

-La gente ha huido siempre del hambre, la guerra y la violencia. No va a parar ahora. Hay que recibir y tratar con dignidad a las personas que llegan a Europa y España esquivando la muerte. Y hacerlo respetando los derechos humanos, lo que exige una política de estado que no existe. Los seres humanos no son el pimpampum de los políticos. Hay mucha hipocresía y demagogia con este tema. Ningún político pueden dar lecciones humanitarias, porque ninguno lo está haciendo bien. Hablamos de vidas. No pueden estar en el limbo. Europa debe actuar aquí y en sus lugares de origen; interpelar a países como Marruecos cuyos niños se juegan la vida para huir.

-¿España es un país racista como denuncia Vinicius?

-No lo es. Desde luego que hay racistas. Pero la mayoría de la sociedad tiene una actitud de respeto hacia quienes sufren dificultades. Colaboro con una ONG y veo a familias que ayudan activamente en la integración de inmigrantes.

-Por su novela desfilan Anna Ajmátova y Marina Tsvetáieva, poetas rusas acosadas por Stalin, como los escritores Bulgákov, Pasternak, Mandelsthan, Platónov o Bábel.

-Stalin las cercó y se ensañó con ellas. Sobre todo con Ajmátova. Machacó a su entorno y a su familia. Torturó a la gente a la que quería para quebrantarla. Es la quintaesencia de la crueldad.

-Enfrentarse al poder siempre sale caro ¿Más en Rusia?

-En Rusia, en la Alemania nazi y en toda partes. En el franquismo se pagó con la cárcel y con la vida. Aunque sean pocos, quienes alzan la voz y dicen no abren las rendijas de libertad de las que nos beneficiamos todos.

-A esos 'héroes del no' de ayer, hoy y mañana les dedica la novela.

-Deberíamos decir no muchas más veces en la vida. También a los nuestros, no solo a los enemigos. Es más difícil, pero si no lo haces, transiges con los desmanes y errores de tus seres más afines ideológicamente y te conviertes en su cómplice. Hay que decir no a los nuestros para que sigan siendo los nuestros. El silencio de los corderos es letal. Da alas autocráticas a los gobernantes.

-¿No es ingenuo pensar que la palabra es un arma efectiva contra el totalitarismo?

-No. Mientras alguien se atreva a decir no, los dictadores tendrán miedo. Temen a la gente que piensa, con criterio e ideas propias. Temen más a la palabra que a las armas. La palabra aún es efectiva contra las balas y los cañones.

-¿La experiencia es un grado para para una escritora de éxito?

-Las inseguridades siguen ahí. Con cada novela me examino y empiezo de cero. Es como si fuera la primera. El éxito de las anteriores no garantiza nada.

-¿Está preparada para el fracaso?

-Desde luego. He visto caer a mucha gente desde muy alto y de un día para otro. En especial en la política. Hay que estar preparado para fracasar. El éxito es efímero y puede desvanecerse en nada. No su muy bien qué es el éxito y no soy consciente de tenerlo. Me dan cifras de venta fabulosas, sí, me reúno con los lectores…Hago lo que me gusta y eso me satisface. Pero también hacía lo que me gustaba cuando era periodista.

-¿Cómo se lleva con las redes sociales?

-No me llevo. Hay una parte profesional que gestionan mis editores. No vivo en el mundo virtual. No me interesa.

-¿Qué le parece el drama de esos jóvenes siempre apantallados?

-Cuidado, que no son solo los jóvenes. Veo a gente pegada al móvil en el gimnasio y en la iglesia. Las pantallas son la droga de nuestra era. Han creado una adicción peligrosa. Y ojo, que estoy a favor de las nuevas tecnologías.

-La inteligencia artificial, para unos un monstruo para otros una maravilla ¿llegará a escribir algo como 'el Quijote'?

-Quizá llegue a escribir novelas como las mías, pero estoy segura, o quiero estarlo, de que no podría escribir 'el Quijote'. Cuando los hombres juegan a ser dioses la humanidad está en peligro. Avancemos, investiguemos e innovemos. Pero no juguemos a ser dioses.

 

TITULO: Detrás del muro - PÁGINA DOS  - Andrea Camilleri  , Martes - 17 - Septiembre ,.


PÁGINA DOS -  Andrea Camilleri ,.

 

 Andrea Camilleri

 

Martes - 17 - Septiembre  , a las 22:00, en La2, foto,.

 

  Andrea Camilleri ,.


Página Dos estrena nueva temporada, la undécima, y lo hace a lo grande: entrevistando a Andrea Camilleri en su casa de Roma. Celebramos los 50 años de "Cien años de soledad". E inauguramos dos nuevas secciones: La Red social y el Poema, en este programa recita Flavia Company,. 

 

 

TITULO: Cartas de amor -  Marcando el destino ,.

Marcando el destino ,.

 Esta dura condena de amor

foto - Portada del libro ,.

Terminaba el año 2014, un año convulso en lo personal, un año de finales y principios. Un año en el que muchas veces me había visto a través de una lente externa, un ojo de pez que todo lo deformaba y me devolvía imágenes de alguien que ya no era yo. Y, sin embargo, lo era. Fue un momento de toma de decisiones, tiempos que exigían valentía. Por eso recuerdo más el contexto temporal que el disparador de la novela. Aunque siempre hay un chasquido, algo que no anotamos porque tenemos la certeza de que no podremos olvidar, un personaje que empezás a conocer y no podés dejar ir.

Quisiera amarte menos es un texto sobre cómo el amor puede destruirlo todo y, a su vez, ese acto de destrucción puede refundar un amor nuevo. Es un texto sexual y violento, pero lleno de ternura. Es un texto, por momentos, explícito, que profundiza en las fantasías privadas, que se aleja de la corrección política, que da cuenta de que todas y todos somos capaces de llegar al límite. A ese límite. La diferencia entre actuar y no actuar está, a veces, más cerca de lo que nos gustaría creer.

"Quisiera amarte menos es un texto sobre cómo el amor puede destruirlo todo y, a su vez, ese acto de destrucción puede refundar un amor nuevo"

Pero volvamos a los disparadores. Corría ya el 2015 y me habían invitado a Barcelona para asistir a BCNegra. Acababan de publicar una edición española de ¿Quién mató a la cantante de jazz? y había sido convidada a dar una charla sobre el primer policial en lengua castellana. Antes de viajar estudié mucho. Soy de tomarme las charlas en serio y tenía mi escritorio repleto de libros teóricos y literatura sobre crimen. Quedé impresionada con algunas de esas lecturas, la diferencia entre las propuestas más clásicas, las escuelas francesas e inglesas, los decálogos de los diversos escritores negros. No soy una escritora de género. Había escrito La cantante con intuición lectora, replicando estructuras que había aprendido a fuerza de repetición, lejos de un marco teórico. Y cada día que pasaba estudiando el tema me daba cuenta de que todo me llevaba de regreso a la tragedia clásica. La que había estudiado hasta el hartazgo en mis años de dramaturgia.

Ya en Barcelona, quedé impresionada por la organización del festival. Era la primera vez que me encontraba con tantos lectores. Me sorprendió la altísima concurrencia y la cantidad de preguntas que hacía la gente. No solo querían saber de qué iba tu libro. También querían saber de qué ibas vos. Y eso a mí me daba vergüenza. Siempre reivindiqué la literatura de la imaginación, lo privado es lo privado, les decía. No escribo autoficción. La Cantante no soy yo, aunque sí, canto. ¿Que si puedo cantar algo? Claro que sí. Pero no, no, La Cantante no soy yo. En eso estaba metida, tratando de entender por qué ese personaje de cantante era necesario para presentar a La cantante, cuando empecé a escuchar las charlas de las mesas contiguas. No hablo de las mesas públicas, sino de las que albergaban a la peña. Entre las y los colegas se hablaba mucho sobre violencia de género, y yo viajaba desde una Buenos Aires que estaba prendida fuego. El Ni Una Menos estaba en todos lados y los rumores de la marea verde, que por ese entonces todavía no había estallado, ya se intuían a lo lejos.

"Los euros me eludían y para poder aceptar la invitación al festival había antes aceptado la generosidad de un escritor de vieja escuela"

La gente que conocí en España era solidaria ante mi situación de extranjera. Los euros me eludían y para poder aceptar la invitación al festival había antes aceptado la generosidad de un escritor de vieja escuela. Es que tiempo antes, en Mar del Plata, había conocido a William Gordon, un tipo muy generoso. Gordon había leído mi novela y al enterarse de que Paco Camarasa me había invitado me escribió un mail ofreciéndome ayuda. Es que BCNegra no cubría todos los gastos y yo no estaba en condiciones de hacerme a la Europa. Así, Gordon me propuso que compartiera cuarto con la persona que le llevaba la fotografía y prensa, que era Laura Muñoz Hermida, una mujer que había conocido por mis pagos y que, para ese entonces, ya era una querida amiga. Así que acepté contenta. Y todo fluyó. Ahí estaba, escuchando las charlas sobre violencia de género, tomando mis primeras cañas, agradecida ante la amabilidad de la gente, sin sospechar que, al igual que el ambiente jazzero, el ambiente literario también estaba plagado de estereotipos y preconceptos.

Habían pasado diez años desde la publicación de mi primera novela y quince desde que había empezado a trabajar para diferentes medios, pero no fue hasta que empecé a viajar que escuché esos primeros rumores. Esas voces que me preguntaban con quién se había acostado tal autora para ganarse tal premio, a quién le había mandado fotos comprometedoras tal otra para que la pusieran de jurado en ese famoso certamen o cómo había hecho esa mujer tan poco agraciada para ganarse esa enorme beca a uno de los centros literarios más prestigiosos de Estados Unidos…

"¿La gente se seguiría animando a fantasear con lo que le genera placer, o lo políticamente correcto se extenderá hasta taparlo todo?"

Flashforward, o prolepsis, a unos meses después. Me puse a escribir un monólogo sobre una mujer que se enamora de un desconocido. “Es que tal vez solo pueda amarse a alguien desconocido”, se plantea el personaje (aunque no esté dicho en el texto de manera explícita). Es un monólogo que funciona solo: ella quiere que él le haga un hijo, las cosas no salen como a ella le gustaría. Se va tejiendo la trama de la historia. Decido que el texto tiene que poder funcionar de manera autónoma, que no voy a ceñirme a las reglas que estuve estudiando, que no me importa de qué color sea la narración, que igual tengo que escribir todo el contexto para después borrarlo. Y sigo teniendo en cabeza las charlas sobre género, violencia, chismes del ámbito literario, lo difícil que es ser mujer en este ambiente… Todavía no existía el MeToo ni las denuncias ni los escraches, pero todo me parecía de una violencia tristísima.

Mientras tanto, empezaba a aparecer en Latinoamérica la idea de lo políticamente correcto. De inmediato empecé a preguntarme por el deseo, las fantasías, el erotismo. ¿Qué va a pasar con las fantasías en el ambiente de lo privado? ¿La gente se seguiría animando a fantasear con lo que le genera placer, o lo políticamente correcto se extenderá hasta taparlo todo? Y seguía escribiendo, pero bien lento, porque probaba diferentes formatos y borraba, seguía escribiendo y seguía borrando. No quería dejar más marcas que las huellas de los nuevos personajes.

Entonces me llegó una invitación desde Gijón. Ángel de la Calle me invitaba a la Semana Negra a presentar ¿Quién mató a la cantante de jazz? y a participar de mesas sobre el tema de la edición 2015: violencia de género. Éramos una comitiva enorme de argentinas y argentinos y en total más de 200 escritores de varios lugares del mundo. En la mesa sobre violencia de género éramos casi todas mujeres, cada una habló de sus textos y de su historia o de la historia que nos atravesaba a todas. Hablamos sobre feminicidios, sobre los abusos físicos y mentales, hablamos y después me alejé a tomar un café con dos colegas que no participaron en el coloquio: una catedrática francesa y una periodista norteamericana. Les dije que me sentía un poco rara, porque en una mesa sobre violencia de género solo hablamos sobre lo violentos que podían ser los hombres, pero en ningún momento dijimos nada sobre la violencia de la que son (somos) capaces las mujeres. Temí quedar marginada por tan solo pensarlo, pero no hubo ni un segundo de silencio. Las dos asintieron con la cabeza y expusieron su propia preocupación. La sororidad no siempre está presente. Y eso que en el 2015 no se usaba mucho “sororidad”, pero teníamos otra manera de decir las mismas cosas. Además, ¿las mujeres no son capaces de hacer cosas terribles? Claro que sí, lo son, lo somos. Y me quedé pensando.

"Escribir Quisiera amarte menos fue casi como dirigir una obra de teatro, dándole a los actores la información sobre la vida de sus protagonistas para después pedirles que dijeran una sola línea que contuviera todo"

De ahí en adelante no paré de escribir. Las voces me pedían que las tirara ahí, desnudas, con sus cuerpos y sus traumas, con sus deseos disparados, crudas, sin adornos. Julia, Clara y Juan, ese triángulo fatídico, me acompañaba ya hacía algunos meses. Pero a ellos se les sumaron La Turca, Vera y Roberto. Seis personajes que ojalá lograran escaparse del autor. Y lo hicieron.

Un año después terminé la novela. Borré las marcas del trabajo. Una persona que valoro mucho me dijo que era un poco corta para ser comercial, que la engordara para que pudiera venderse más en España, ya que allí no se estila mucho la nouvelle. Pero no pude. Cada vez que intentaba agregarle algo, sentía que era antinatural. Me había costado mucho despojarla de todos los artilugios, de todos esos trucos que, gracias al oficio, tenemos bajo la manga. Y, por otro lado, temía que los personajes pudieran rebelarse y venir a buscarme.

Escribir Quisiera amarte menos fue casi como dirigir una obra de teatro, dándole a los actores la información sobre la vida de sus protagonistas para después pedirles que dijeran una sola línea que contuviera todo. Pidiéndoles que fueran precisos al dar información, que supieran que lo dicho iba a ayudar al lector a tener una comprensión más aguda. Dentro del libro se narra incluso un crimen que aconteció de verdad. Un feminicidio que ocurrió en una provincia argentina. Ese feminicidio es fundacional, es una marca en el cuerpo de un país. Y, sin embargo, no es el centro de la trama.

El título lo tomé prestado de un vals escrito por Luis César Amadori, un vals que inconscientemente quedó atrapado en el corazón del texto. Un vals que dice así:

Primavera de mis veinte abriles,
relicario de mi juventud.
Un cariño ignorado soñaba
y ese sueño ya sé que eras tú…
Cuántas veces rogaba al destino,
ser esclavo de mi sueño azul.
Hoy que sé lo que cuesta un cariño,
ya no puedo con mi esclavitud.

Quisiera amarte menos.
No verte más quisiera.
Salvarme de esta hoguera,
que no puedo resistir.
No quiero este cariño,
que no me da descanso.
Pues sufro si te alcanzo
y lejos no sé vivir.
Quisiera amarte menos,
porque esto ya no es vida.
Mi vida está perdida
de tanto quererte.
No sé si necesito
tenerte o perderte.
Yo sé que te he querido,
más de lo que he podido.
Quisiera amarte menos
buscando el olvido,
Y en vez de amarte menos,
¡te quiero mucho más!

Ya sé que entre dos que se quieren,
el cariño distinto ha de ser.
Mientras uno da entera su vida,
otro sólo se deja querer.
Ya lo sé, y sin embargo no puedo,
conformarme con quererte yo.
Tengo miedo que nunca termine
esta dura condena de amor.

Escribo este making of en plena cuarentena. Acá estamos recién en la fase 3 de confinamiento y llevamos más de dos meses encerrados. Una alegría saber que, cuando llegue a sus manos, este libro verá plazas y parques, playas y bares. Mucho más de lo que esta autora podrá ver en mucho tiempo. Fuerza a todas y todos los que todavía están de ánimos bajos.

 

 

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