Barcelona
Resultado final, CELTIC GLASGOW -0-BARCELONA-1-
El Tata Martino pierde a Leo Messi entre dos y tres semanas
El jugador argentino sufre una pequeña lesión fibrilar en el bíceps femoral de la pierna derecha. El Barça espera que pueda disputar el partido ante Osasuna.
Recurrente. Así las cosas, Leo deberá descansar las próximas dos o tres semanas, que es el mismo tiempo que estuvo de baja en 2006, tras un Barça-Atlético, cuando se le diagnosticó una elongación del bíceps femoral de la pierna derecha. Ese músculo es el talón de Aquiles del crack. En su carrera profesional ha sufrido 11 lesiones: en ocho ocasiones el bíceps femoral resultó dañado. Esta lesión llega en pleno debate de si Messi debe aceptar mejor que de tanto en tanto el técnico lo sustituya, precisamente, para evitar episodios como el de Almería.
Pero lo cierto es que, recientemente, Leo está sufriendo más problemas musculares que nunca. Desde el pasado mes de marzo se ha lesionado el bíceps femoral derecho en dos ocasiones (frente al PSG, la temporada pasada, y ante el Almería) y el izquierdo en una, frente al Atlético en la Supercopa de agosto.
Objetivo: que esté a tope ante Milán y Madrid
Las dos o tres semanas de baja que estará Messi se traducen en que se perderá, seguro, los encuentros ante Celtic (mañana) y Valladolid (el próximo sábado) y, presumiblemente, los dos compromisos de la selección argentina (ante Perú y Uruguay). El Barcelona no quiere correr riesgos con su jugador franquicia y es por ello que quieren recuperarlo de forma más lenta pero bien. La idea es que esté a tope para el primer reto importante de la temporada que tendrá lugar a finales del mes de octubre. Será entonces cuando el Barça, en apenas cinco días, deberá visitar San Siro (al Milán, en la Champions) y recibir al Madrid en la Liga. Para ello, el Tata podría darle algunos minutos ante Osasuna, si está recuperado, para que coja ritmo.
El salvaje brillante
El agitador Diego Costa-foto-, que suena para 'La Roja', es el delantero del momento y el rostro triunfador del Atlético
Diego Costa (Lagarto, Brasil, 1988) lo aprendió todo en la
calle. Aprendió a sobrevivir, a defenderse, a atacar. Sobre todo a
atacar, su actitud ante la vida y el balón. De pequeño ni siquiera
fantaseaba con ser futbolista, simplemente quería un trabajo para ganar
unos reales e invitar a una chica bonita a comer. Fue allí, en el
asfalto, donde comenzó a escribirse la historia de un jugador brillante y
salvaje. Hasta los dieciséis años no formó parte de ningún equipo
porque en su ciudad natal no había infraestructuras ni campos de hierba,
una suerte de escuela en la que formarse y aprender los códigos de
conducta básicos para actuar en un terreno de juego.
En el 'verde' se peleaba con todos, insultaba y amenazaba,
imponía la ley del más fuerte, y hoy reconoce que aquel 'modelo' de
aprendizaje contaminó su comportamiento en un estadio de verdad. Tras
muchas temporadas de idas y venidas, de lesiones y mudanzas constantes,
el delantero representa ahora mismo el carácter ganador de un Atlético
espectacular y suena para 'La Roja'.
Su padre, Jair, le puso el nombre Diego por Maradona,
jugador que admiraba. Le importaba un bledo que fuera argentino porque
disfrutaba con su fútbol. «A mi padre le gustaba lo bueno», explicaría
después el brasileño nacionalizado español, que el sábado tumbó al Real
Madrid en el Bernabéu y marcó su octavo gol en siete jornadas de Liga.
Lleva los mismos que Messi y dos más que Cristiano Ronaldo, un registro
espectacular que confirma su inmejorable estado de forma. Tanto es así
que se especula con su presencia en la selección nacional y, según sus
compañeros de vestuario, estaría encantado de ponerse a las órdenes de
Vicente del Bosque.
A Diego Costa o se le quiere o se le odia. No deja
indiferente a nadie y él lo sabe. Admite que ha cometido muchísimos
errores y que su comportamiento ha sido inadecuado en más de una ocasión
-llamó «mono» a Kondogbia en un duelo de Copa, Demichelis y Jesús Gámez
quisieron pegarle por sus continuas provocaciones y el bético Amaya,
desquiciado, le escupió en un partido-, pero asegura que ha aprendido a
controlar su lado salvaje. Sostiene que la ausencia de la pedagogía
durante sus años de formación como futbolista le hizo mucho daño y que
por eso le costaba -y le sigue costando- controlarse en el terreno de
juego. De todos modos, no piensa anestesiar del todo su carácter
volcánico y visceral. «Si las cosas me salen mal, me queda la pelea»,
advierte.
Es justo lo que le apasiona a Simeone, el único entrenador
que le dijo que le quería con todos sus defectos y con todas sus
virtudes. Estuvo a punto de marcharse del Atlético -Betis y Liverpool le
abrieron sus puertas-, pero el argentino le prometió que sería uno más.
Contrabando en la frontera
El camino no ha sido nada fácil para un chaval que siendo
adolescente se dedicó durante una temporada al contrabando de «marcas
falsas». Solía desplazarse a la frontera con Paraguay, donde se hacía
con la mercancía que luego revendía en un centro comercial. El fútbol
fue su tabla de salvación y su primer contrato en condiciones lo firmó
con el Sporting de Braga (2006), después de pasar por el modesto
Penafiel. Luego militó en Celta, Albacete, Valladolid, Rayo y Atlético.
Iba de un lado a otro hasta que Simeone le dio la estabilidad que tanto
buscaba. El año pasado hizo 20 goles con la camiseta rojiblanca -venía
de recuperarse de una grave lesión de rodilla- y ahora ya lleva 8 y sólo
en Liga.
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