Académicas de la lengua: "Las chicas de la Academia hacemos pandilla"
La Real Academia Española tardó 266
años en admitir a una mujer. Ahora hay siete académicas, de 46 plazas.
La desproporción sorprende, además, porque en el mundo editorial ellas
son mayoría. Hablamos con cinco damas de la RAE. Nos cuentan cómo se
trabaja en una institución tan antigua y masculina. Son pioneras.
Clara Janés todavía no asiste a los Plenos ni a las
comisiones. Tampoco puede hacerse fotos dentro de la sede de la Real
Academia Española. Tiene que esperar a pronunciar su discurso de
ingreso. No es una norma escrita, pero...
Por eso reunimos a cinco de las siete académicas (Carmen Iglesias y Aurora Egido declinaron participar) en el jardín. Así son las cosas en esta institución tricentenaria. El protocolo manda y la tradición pesa, aunque ahora es más moderna y más femenina que nunca.
* De izquierda a derecha, de pie: Carmen Riera, catedrática de Literatura Española y escritora; Clara Janés, escritora y traductora; e Inés Fernández-Ordóñez, Catedrática de Lengua Española. Sentadas: Margarita Salas, doctora en Bioquímica; y Soledad Puértolas, escritora y periodista.
La Real Academia Española (RAE) está llena de mujeres. Son mayoría entre sus lexicógrafos. También es mujer la bibliotecaria, la directora de gabinete de dirección y gran parte del personal. Pero ellas son minoría entre los académicos. Son siete mujeres frente a 37 hombres: hay 46 sillones en la RAE, pero ahora hay dos vacantes.
Nunca han sido tantas: en los 302 años de historia de la RAE, solo ha habido diez mujeres académicas. Y de esas diez, siete están en activo. Es un récord. Doña Emilia Pardo Bazán estaría feliz. Quiso ser académica y no se lo permitieron, aunque combatió como una jabata y fue muy respondona frente a las muchas pullas que recibió. «Día y noche pienso en el sillón [...] mi vida tiene un objeto, mis actos, una clave: entrar en la Academia. Por ahí, por ahí me duele; aprieten bien, ciérrenme esas puertas benditas y habrán logrado matarme de pena», respondía, irónica y chula, a quienes la llamaban 'ambiciosa' y 'soberbia', en uno de sus artículos feministas en la revista Nuevo Teatro Crítico.
También se quedaron fuera María Moliner, Rosa Chacel, María Zambrano, Carmen Laforet, Carmen Martín Gaite... La primera académica de la RAE fue Carmen Conde ¡en 1979!, es decir, ayer. La siguieron Elena Quiroga (1983), Ana María Matute (1996) y, después, las siete académicas actuales: Carmen Iglesias (2000), Margarita Salas (2001), Inés Fernández-Ordóñez (2008), Soledad Puértolas (2010), Carme Riera (2012), Aurora Egido (2013) y Clara Janés (2015).
Reivindicativas
Son cuatro catedráticas, una doctora en Bioquímica, una escritora y periodista, y una poetisa y traductora. Las cinco que se han reunido para este reportaje se han hecho amigas y a veces quedan para comer o tomar una copa. O se envían correos electrónicos en los que se hacen consultas sobre su trabajo en la Academia. «Las chicas hacemos pandilla», explica Margarita Salas.
Son muy cumplidoras: participan en comisiones, acuden a los plenos... Margarita Salas pasa los jueves enteros en la RAE, mañana y tarde, porque también forma parte de la junta de gobierno y de la comisión delegada.
Reconocen que la RAE tiene un halo conservador, que la proporción entre hombres y mujeres no es equilibrada, aunque todas coinciden en que las cosas están cambiando; despacio, pero cambian. No reivindican a gritos una mayor presencia femenina, pero tampoco callan sus reflexiones.
«En mi carrera, me discriminaron por ser mujer», confiesa Margarita Salas. «Hay recelo ante las mujeres en la Academia y en la sociedad», afirma Soledad Puértolas. «Los hombres prefieren a las mujeres como musas», proclama Carme Riera. «Las mujeres son mayoría entre los alumnos y profesores de Filología, pero no es esa la proporción entre los catedráticos», dice Inés Fernández-Ordóñez. «Pensar que Rosa Chacel se quedó fuera...», recuerda Clara Janés.
MARGARITA SALAS
"Mi director de tesis doctoral pensó: 'Bah, una chica, le daré algo poco importante', me lo confesó él después, el día que me concedieron un premio"
Doctora en Bioquímica. Nació en Canero (Asturias). Tiene 76 años. También es miembro de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y de otras cuatro prestigiosas academias internacionales. Con su equipo ha descubierto una proteína que amplifica el ADN.
XL. ¿Qué aporta a la Academia?
M.S. Mis conocimientos científicos. En la comisión de vocabulario científico y técnico estamos un físico, un médico, un arquitecto, un traductor, un filólogo, dos lingüistas, un lexicógrafo y yo. Las reuniones están muy bien. Me gusta que se rinda. Y estamos al completo casi siempre.
xl. Son solo siete mujeres.
M.S. Cuando yo entré, éramos tres. Últimamente están entrando más mujeres. Creo que la Academia siente la necesidad de nombrar académicas, aunque sin implantar cuotas. Yo no quiero discriminación: ni positiva ni negativa, no soy partidaria de que nos den o nos quiten algo por ser mujeres.
xl. ¿Se ha sentido discriminada?
M.S. Sí, en los primeros años de mi carrera, pero solo en España.
xl. ¿Cómo fue?
M.S. Mi director de tesis dijo que no creía en mí porque era mujer. Al regresar de los Estados Unidos, me concedieron el Premio Severo Ochoa de Investigación de la Fundación Ferrer. Durante la comida, este señor comentó que, cuando fui a verlo en 1961, pensó: «Bah, una chica, le daré algo poco importante». Esa era la mentalidad.
xl. ¿Y ahora?
M.S. Hace 40 años éramos pocas las que nos dedicábamos a la ciencia. Ahora hay más mujeres que hombres haciendo la tesis doctoral y empezando su carrera de investigación. Pero somos minoría en los puestos de responsabilidad.
xl. ¿Por qué?
M.S. Son cosas que llevan su tiempo. También a veces las mujeres hemos rechazado la responsabilidad y no hemos querido dar un paso al frente. Pero creo que en pocos años las mujeres ocuparán en la ciencia el puesto que les corresponde según sus méritos.
«De pequeña nunca pensé en ser bioquímica ni investigadora», cuenta.
Tras licenciarse en Ciencias Químicas, se marchó a Nueva York junto con su marido, Eladio Viñuela, también científico. Él falleció en 1999. «En quien siempre pienso cuando me dan un premio es en mi marido», confiesa.
SOLEDAD PUÉRTOLAS
"No entramos en la Academia por ser mujeres, pero hay quienes sí lo piensan. Hay recelos; los hay en todo, en la Academia y en la sociedad"
Licenciada en Periodismo. Estudió unos años de Ciencias Políticas y fue alumna de Carmen Iglesias, compañera académica. Nació en Zaragoza. Tiene 68 años. Ha ganado el Premio Planeta y el Anagrama de ensayo, entre otros. Ha realizado una versión de 'La celestina'. Acaba de publicar 'El fin'.
xl. ¿Cómo se trabaja en la Academia?
S.P. Predomina un ambiente cálido, muy agradable. No te intimida, a pesar de que es un mundo muy solemne, de muchas normas, dichas y no dichas. Me ha impresionado el nivel de trabajo.
xl. Esa solemnidad...
S.P. La Academia arrastra una idea de elitismo porque nació en el siglo XVIII, de un grupo de hombres ilustrados que querían educar al pueblo. Ya no es así. Hemos vivido un estallido democrático de la cultura. Hay un proceso de acercamiento.
xl. Solo siete mujeres...
S.P. Cuando se funda la Academia, se discutía si las mujeres tenían capacidad de discurso o no. En una institución que nace en una época así hay un temor a perder la personalidad, se arrastran prejuicios, por eso le ha costado empezar a dar pasos.
xl. ¿Continúan los prejuicios?
S.P. Hay mucha conciencia, pero también están los que dicen: «Ahora van a entrar las mujeres en tropel». No entramos por ser mujeres, pero hay quienes sí lo piensan. Hay recelos; los hay en todo, en la Academia y en la sociedad.
xl. ¿Cuál es su contribución?
S.P. Hago mucho hincapié en la naturalidad de las definiciones.
xl. Algunas se han quedado trasnochadas.
S.P. Trabajamos en ello. El concepto de 'bien', por ejemplo, en los diccionarios antiguos es lo que emana de Dios. Hoy en día, 'bien' es aquello que se considera supremo dentro de un sistema de valores sociales. Es importante, porque hace referencia a nuestros valores, y el diccionario lo recoge.
xl. Va a hacer el elogio de Ana María Matute.
S.P. ¡Qué suerte haberla conocido! Era listísima. Y con un sentido del humor... ¡Qué risas compartimos! Es bonito rendir homenajes con esa solemnidad de la Academia, eso está bien.
De niña, leyendo, y a los 20 años, en la playa. Al ser elegida académica, Soledad pensó en sus padres: «Les habría hecho mucha ilusión. Los padres siempre están temerosos con la posición social de los hijos, y ser escritora no es un oficio convencional. Para ellos habría significado un reconocimiento social», cuenta.
CARME RIERA
"Parece mentira, pero no hay ninguna catedrática de Ginecología. Es increíble. Y eso que las cosas están mejorando y ya hay hombres que ponen lavadoras"
Es catedrática de Literatura Española en la Universidad Autónoma de Barcelona. Nació en Palma de Mallorca. Tiene 67 años. Ha logrado el Premio Ramon Llul, el Josep Pla y el Anagrama de ensayo, entre otros. Acaba de ser nombrada presidenta del Centro Español de Derechos Reprográficos.
xl. Solo siete académicas...
C.R. Es el reflejo de lo que sucede en la sociedad. Yo soy catedrática de Univer-sidad: las mujeres son mayoría entre los alumnos y entre los profesores asociados, pero catedráticas somos solo un 14 por ciento. Esto sucede en muchos ámbitos. Parece mentira, pero no hay una catedrática de Ginecología, por ejemplo; es increíble. Yo no creo en la paridad, pero creo que esto evolucionará.
xl. Dirigió el 'Estudio de la representación de la mujer en la modernidad hispánica', ¿cuál es la conclusión?
C.R. Que los hombres prefieren a las mujeres como musas. A menudo el arte ofrece una imagen de la mujer estilizada, degradada. La imagen real interesa menos.
xl. ¿Ahora también?
C.R. Las cosas están cambiando, ya hay anuncios en los que aparecen hombres poniendo la lavadora.
xl. Dice que un libro no es literatura.
C.R. Es que no lo es. Pregunté a mis alumnos de la Universidad cuál era el último libro que se habían leído y una alumna me respondió que uno sobre cómo vencer el estreñimiento. Esto me lo dijo ¡una estudiante de Filología!
xl. ¿Ni siquiera ellos leen?
C.R. Mis alumnos se aburren con La desheredada, de Benito Pérez Galdós; no están acostumbrados a leer descripciones, ellos quieren acción trepidante. No tienen hábito lector.
xl. Ve el futuro muy negro.
C.R. Es el fin de la literatura. No creen en ella ni los alumnos de Filología. Interesa más lo audiovisual, la música, las series de televisión. La literatura es algo residual.
xl. ¿Cree que desaparecerá?
C.R. Puede que sí. Y no pasa nada.
xl. ¿No pasa nada?
C.R. Cuesta imaginarlo, pero hace cincuenta años también era impensable que habláramos por teléfono sin cables. Desaparecerá la literatura igual que ha desaparecido la máquina de escribir. El texto literario, el intentar decir algo de un modo distinto, está muerto.
xl. ¿Lo dice tan tranquila?
C.R. Lloro por dentro. Los que no leen literatura no saben lo que se pierden: nos ayuda a saber lo que somos.
xl. ¿Qué podemos hacer?
C.R. El drama de nuestro país es la educación. Esto es culpa del Bachillerato, de la ESO, de las pocas horas que se dedican a la literatura. No entiendo por qué no protestan los editores. Ellos sabrán.
Con el vestido típico mallorquín a los cuatro años.
De adolescente tomando un chocolate; y en la RAE, adonde acude desde Barcelona casi todos los jueves: «Faltaría más. Cuando te comprometes, hay que cumplir, a pesar del esfuerzo», explica.
INÉS FERNÁNDEZ ORDÓÑEZ
"En Filología son mujeres el 70 por ciento de los alumnos y la mitad de los profesores titulares, pero esa proporción no se da entre los catedráticos"
Doctora en Filología Hispánica y catedrática de Lengua Española. Es especialista en dialectología rural: ha recorrido los pueblos de España para registrar palabras y documentar su uso. Nació en Madrid. Tiene 53 años.
xl. Se define como lingüista, dialectóloga y filóloga especializada en ecdótica... ¿Puede explicar sus cometidos?
I.F.-O. Lo mío es la Historia de la Lengua. A veces en los diccionarios hay palabras fantasma, que no existen, son erratas. También hay hápax, que son formas que solo se han detectado una vez y existe la duda de si es un error de transmisión o si verdaderamente existió esa palabra.
xl. ¿Qué es la ecdótica?
I.F.-O. Consiste en asegurarte de que el texto que lees se corresponde con lo que el autor escribió, en eliminar el ruido de la transmisión textual.
xl. En Filología, las mujeres son abrumadora mayoría.
I.F.-O. Son mujeres el 70 por ciento de los alumnos y la mitad de los profesores titulares, esa proporción no se da entre los catedráticos, pero es cuestión de tiempo.
xl. ¿Por qué hay menos mujeres en puestos de responsabilidad?
I.F.-O. Puede ser algo estrutural de la sociedad: ellos no sienten que se tengan que ocupar tanto de la familia como ellas. También influye la mentalidad de las mujeres que a veces no tienen tanta ambición en lo laboral como los hombres y optan por una vida más compensada.
xl. ¿Se ha sentido discriminada?
I.F.-O. En mi carrera profesional no, pero en otras cosas sí. Prefiero no precisar.
xl. ¿A qué se dedican en la comisión de cultura en la que participa?
I.F.-O. Revisamos palabras propuestas, vemos defectos, inconsistencias, irregularidades del diccionario. Revisamos también palabras que están en barbecho, analizamos si tienen relevancia para mantenerlas en el diccionario o no.
xl. ¿Sacan muchas palabras del diccionario?
I.F.-O. En la última edición se han excluido las palabras medievales. Hemos conservado las del año 1500 en adelante. Estudiamos el vocabulario actual, de nuestra época, pero lo hacemos con una profundidad histórica que permita leer a los clásicos.
xl. Cuesta adaptarse a los últimos cambios ortográficos.
I.F.-O. Claro, igual que nos cuesta cambiar hábitos aprendidos desde niños como la manera de hacer la lazada del zapato. Cuando la Academia cambió la ortografía del siglo XVIII, se necesitó por lo menos una generación para que se asumieran los cambios. Yo escribo guion con tilde.
Adoraba a su padre, "una persona íntegra y apasionada". Es sobrina de Francisco y de Miguel Ángel fernández-Ordóñez. exministro y exgobernador del Banco de España.
CLARA JANÉS
"Viví con Rosa Chacel el lío de cuando ella o Carmen Conde iban a ingresar en la Academia. Eran las primeras: se organizó una tremenda"
Licenciada en Filosofía y Letras y en Literatura Comparada en la Sorbona. Poetisa, novelista, ensayista y traductora. Es Premio Nacional de Traducción y también ha sido premiada en República Checa y Turquía. Nació en Barcelona. Tiene 74 años. Su padre fue el fundador de la editorial Plaza & Janés.
xl. ¿Alguna vez se imaginó académica?
C.J. Me llamó Soledad (Puértolas). «¿Te opondrías?», me preguntó. ¿Quién se opondría a algo así? Nunca lo imaginé.
xl. ¿Qué es lo primero que pensó cuando le dieron la noticia?
C.J. En mi madre, que tenía ese sueño y murió hace tres años. Es algo importante la muerte de la madre...
xl. Solo son siete mujeres...
C.J. Fui íntima amiga de Rosa Chacel. Viví con ella paso a paso el lío de cuando ella o Carmen Conde iban a entrar en la Academia. Fue muy fuerte. La prensa organizó una tremenda, como una pelea de gallos, porque era la primera vez que una mujer iba a entrar en la Academia, solo una, porque había que elegir entre Carmen o Rosa.
xl. Rosa se quedó fuera.
C.J. Es injusto, porque era una eminencia. Rosa era superior. Estas injusticias suceden en todo, también con los hombres. Me acordé mucho de Rosa cuando me admitieron a mí.
xl. ¿Se ha sentido discriminada por ser mujer?
C.J. Sí, desde siempre. Lo notas en todo en la vida, en todos los terrenos, pero no le he dado importancia, mis energías las he empleado en hacer bien las cosas.
xl. ¿Qué va a aportar a la Academia?
C.J. Mi experiencia de traductora: trabajo con el idioma y detecto sus movimientos, porque cambia continuamente.
xl. ¿Cuántos idiomas controla?
C.J. Controlar, controlar... yo siempre estoy con el diccionario, incluso en español. Me he lanzado a estudiar algunos idiomas interesantes, como el checo y el farsi.
xl. Aprendió checo para poder hablar con un poeta que admiraba.
C.J. Me enamoré de la poesía de Vladimir Holan. Quise conocerlo y, como solo hablaba checo, lo estudié diez horas diarias durante dos años. Soy muy apasionada.
xl. También admira a Santa Teresa, ¿le dedicará su discurso de ingreso?
C.J. No. Creo que será sobre algo que entronque traducción y creación. Tengo que ir a la Biblioteca Nacional. Allí hay muchísimos tesoros. Por cierto, cuando beatificaron a Santa Teresa hubo fiestas en toda España, justas poéticas, jeroglíficos... y el primer pregón fue de Lope de Vega. Es fascinante. Todo está allí.
«No puedo decir que viva de la literatura. He tenido la suerte de contar con una ayuda familiar. Estoy contenta de lo que he conseguido porque muchos han creído en mí y eso es impagable», confiesa.
Por eso reunimos a cinco de las siete académicas (Carmen Iglesias y Aurora Egido declinaron participar) en el jardín. Así son las cosas en esta institución tricentenaria. El protocolo manda y la tradición pesa, aunque ahora es más moderna y más femenina que nunca.
* De izquierda a derecha, de pie: Carmen Riera, catedrática de Literatura Española y escritora; Clara Janés, escritora y traductora; e Inés Fernández-Ordóñez, Catedrática de Lengua Española. Sentadas: Margarita Salas, doctora en Bioquímica; y Soledad Puértolas, escritora y periodista.
La Real Academia Española (RAE) está llena de mujeres. Son mayoría entre sus lexicógrafos. También es mujer la bibliotecaria, la directora de gabinete de dirección y gran parte del personal. Pero ellas son minoría entre los académicos. Son siete mujeres frente a 37 hombres: hay 46 sillones en la RAE, pero ahora hay dos vacantes.
Nunca han sido tantas: en los 302 años de historia de la RAE, solo ha habido diez mujeres académicas. Y de esas diez, siete están en activo. Es un récord. Doña Emilia Pardo Bazán estaría feliz. Quiso ser académica y no se lo permitieron, aunque combatió como una jabata y fue muy respondona frente a las muchas pullas que recibió. «Día y noche pienso en el sillón [...] mi vida tiene un objeto, mis actos, una clave: entrar en la Academia. Por ahí, por ahí me duele; aprieten bien, ciérrenme esas puertas benditas y habrán logrado matarme de pena», respondía, irónica y chula, a quienes la llamaban 'ambiciosa' y 'soberbia', en uno de sus artículos feministas en la revista Nuevo Teatro Crítico.
También se quedaron fuera María Moliner, Rosa Chacel, María Zambrano, Carmen Laforet, Carmen Martín Gaite... La primera académica de la RAE fue Carmen Conde ¡en 1979!, es decir, ayer. La siguieron Elena Quiroga (1983), Ana María Matute (1996) y, después, las siete académicas actuales: Carmen Iglesias (2000), Margarita Salas (2001), Inés Fernández-Ordóñez (2008), Soledad Puértolas (2010), Carme Riera (2012), Aurora Egido (2013) y Clara Janés (2015).
Reivindicativas
Son cuatro catedráticas, una doctora en Bioquímica, una escritora y periodista, y una poetisa y traductora. Las cinco que se han reunido para este reportaje se han hecho amigas y a veces quedan para comer o tomar una copa. O se envían correos electrónicos en los que se hacen consultas sobre su trabajo en la Academia. «Las chicas hacemos pandilla», explica Margarita Salas.
Son muy cumplidoras: participan en comisiones, acuden a los plenos... Margarita Salas pasa los jueves enteros en la RAE, mañana y tarde, porque también forma parte de la junta de gobierno y de la comisión delegada.
Reconocen que la RAE tiene un halo conservador, que la proporción entre hombres y mujeres no es equilibrada, aunque todas coinciden en que las cosas están cambiando; despacio, pero cambian. No reivindican a gritos una mayor presencia femenina, pero tampoco callan sus reflexiones.
«En mi carrera, me discriminaron por ser mujer», confiesa Margarita Salas. «Hay recelo ante las mujeres en la Academia y en la sociedad», afirma Soledad Puértolas. «Los hombres prefieren a las mujeres como musas», proclama Carme Riera. «Las mujeres son mayoría entre los alumnos y profesores de Filología, pero no es esa la proporción entre los catedráticos», dice Inés Fernández-Ordóñez. «Pensar que Rosa Chacel se quedó fuera...», recuerda Clara Janés.
MARGARITA SALAS
"Mi director de tesis doctoral pensó: 'Bah, una chica, le daré algo poco importante', me lo confesó él después, el día que me concedieron un premio"
Doctora en Bioquímica. Nació en Canero (Asturias). Tiene 76 años. También es miembro de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y de otras cuatro prestigiosas academias internacionales. Con su equipo ha descubierto una proteína que amplifica el ADN.
XL. ¿Qué aporta a la Academia?
M.S. Mis conocimientos científicos. En la comisión de vocabulario científico y técnico estamos un físico, un médico, un arquitecto, un traductor, un filólogo, dos lingüistas, un lexicógrafo y yo. Las reuniones están muy bien. Me gusta que se rinda. Y estamos al completo casi siempre.
xl. Son solo siete mujeres.
M.S. Cuando yo entré, éramos tres. Últimamente están entrando más mujeres. Creo que la Academia siente la necesidad de nombrar académicas, aunque sin implantar cuotas. Yo no quiero discriminación: ni positiva ni negativa, no soy partidaria de que nos den o nos quiten algo por ser mujeres.
xl. ¿Se ha sentido discriminada?
M.S. Sí, en los primeros años de mi carrera, pero solo en España.
xl. ¿Cómo fue?
M.S. Mi director de tesis dijo que no creía en mí porque era mujer. Al regresar de los Estados Unidos, me concedieron el Premio Severo Ochoa de Investigación de la Fundación Ferrer. Durante la comida, este señor comentó que, cuando fui a verlo en 1961, pensó: «Bah, una chica, le daré algo poco importante». Esa era la mentalidad.
xl. ¿Y ahora?
M.S. Hace 40 años éramos pocas las que nos dedicábamos a la ciencia. Ahora hay más mujeres que hombres haciendo la tesis doctoral y empezando su carrera de investigación. Pero somos minoría en los puestos de responsabilidad.
xl. ¿Por qué?
M.S. Son cosas que llevan su tiempo. También a veces las mujeres hemos rechazado la responsabilidad y no hemos querido dar un paso al frente. Pero creo que en pocos años las mujeres ocuparán en la ciencia el puesto que les corresponde según sus méritos.
«De pequeña nunca pensé en ser bioquímica ni investigadora», cuenta.
Tras licenciarse en Ciencias Químicas, se marchó a Nueva York junto con su marido, Eladio Viñuela, también científico. Él falleció en 1999. «En quien siempre pienso cuando me dan un premio es en mi marido», confiesa.
SOLEDAD PUÉRTOLAS
"No entramos en la Academia por ser mujeres, pero hay quienes sí lo piensan. Hay recelos; los hay en todo, en la Academia y en la sociedad"
Licenciada en Periodismo. Estudió unos años de Ciencias Políticas y fue alumna de Carmen Iglesias, compañera académica. Nació en Zaragoza. Tiene 68 años. Ha ganado el Premio Planeta y el Anagrama de ensayo, entre otros. Ha realizado una versión de 'La celestina'. Acaba de publicar 'El fin'.
xl. ¿Cómo se trabaja en la Academia?
S.P. Predomina un ambiente cálido, muy agradable. No te intimida, a pesar de que es un mundo muy solemne, de muchas normas, dichas y no dichas. Me ha impresionado el nivel de trabajo.
xl. Esa solemnidad...
S.P. La Academia arrastra una idea de elitismo porque nació en el siglo XVIII, de un grupo de hombres ilustrados que querían educar al pueblo. Ya no es así. Hemos vivido un estallido democrático de la cultura. Hay un proceso de acercamiento.
xl. Solo siete mujeres...
S.P. Cuando se funda la Academia, se discutía si las mujeres tenían capacidad de discurso o no. En una institución que nace en una época así hay un temor a perder la personalidad, se arrastran prejuicios, por eso le ha costado empezar a dar pasos.
xl. ¿Continúan los prejuicios?
S.P. Hay mucha conciencia, pero también están los que dicen: «Ahora van a entrar las mujeres en tropel». No entramos por ser mujeres, pero hay quienes sí lo piensan. Hay recelos; los hay en todo, en la Academia y en la sociedad.
xl. ¿Cuál es su contribución?
S.P. Hago mucho hincapié en la naturalidad de las definiciones.
xl. Algunas se han quedado trasnochadas.
S.P. Trabajamos en ello. El concepto de 'bien', por ejemplo, en los diccionarios antiguos es lo que emana de Dios. Hoy en día, 'bien' es aquello que se considera supremo dentro de un sistema de valores sociales. Es importante, porque hace referencia a nuestros valores, y el diccionario lo recoge.
xl. Va a hacer el elogio de Ana María Matute.
S.P. ¡Qué suerte haberla conocido! Era listísima. Y con un sentido del humor... ¡Qué risas compartimos! Es bonito rendir homenajes con esa solemnidad de la Academia, eso está bien.
De niña, leyendo, y a los 20 años, en la playa. Al ser elegida académica, Soledad pensó en sus padres: «Les habría hecho mucha ilusión. Los padres siempre están temerosos con la posición social de los hijos, y ser escritora no es un oficio convencional. Para ellos habría significado un reconocimiento social», cuenta.
CARME RIERA
"Parece mentira, pero no hay ninguna catedrática de Ginecología. Es increíble. Y eso que las cosas están mejorando y ya hay hombres que ponen lavadoras"
Es catedrática de Literatura Española en la Universidad Autónoma de Barcelona. Nació en Palma de Mallorca. Tiene 67 años. Ha logrado el Premio Ramon Llul, el Josep Pla y el Anagrama de ensayo, entre otros. Acaba de ser nombrada presidenta del Centro Español de Derechos Reprográficos.
xl. Solo siete académicas...
C.R. Es el reflejo de lo que sucede en la sociedad. Yo soy catedrática de Univer-sidad: las mujeres son mayoría entre los alumnos y entre los profesores asociados, pero catedráticas somos solo un 14 por ciento. Esto sucede en muchos ámbitos. Parece mentira, pero no hay una catedrática de Ginecología, por ejemplo; es increíble. Yo no creo en la paridad, pero creo que esto evolucionará.
xl. Dirigió el 'Estudio de la representación de la mujer en la modernidad hispánica', ¿cuál es la conclusión?
C.R. Que los hombres prefieren a las mujeres como musas. A menudo el arte ofrece una imagen de la mujer estilizada, degradada. La imagen real interesa menos.
xl. ¿Ahora también?
C.R. Las cosas están cambiando, ya hay anuncios en los que aparecen hombres poniendo la lavadora.
xl. Dice que un libro no es literatura.
C.R. Es que no lo es. Pregunté a mis alumnos de la Universidad cuál era el último libro que se habían leído y una alumna me respondió que uno sobre cómo vencer el estreñimiento. Esto me lo dijo ¡una estudiante de Filología!
xl. ¿Ni siquiera ellos leen?
C.R. Mis alumnos se aburren con La desheredada, de Benito Pérez Galdós; no están acostumbrados a leer descripciones, ellos quieren acción trepidante. No tienen hábito lector.
xl. Ve el futuro muy negro.
C.R. Es el fin de la literatura. No creen en ella ni los alumnos de Filología. Interesa más lo audiovisual, la música, las series de televisión. La literatura es algo residual.
xl. ¿Cree que desaparecerá?
C.R. Puede que sí. Y no pasa nada.
xl. ¿No pasa nada?
C.R. Cuesta imaginarlo, pero hace cincuenta años también era impensable que habláramos por teléfono sin cables. Desaparecerá la literatura igual que ha desaparecido la máquina de escribir. El texto literario, el intentar decir algo de un modo distinto, está muerto.
xl. ¿Lo dice tan tranquila?
C.R. Lloro por dentro. Los que no leen literatura no saben lo que se pierden: nos ayuda a saber lo que somos.
xl. ¿Qué podemos hacer?
C.R. El drama de nuestro país es la educación. Esto es culpa del Bachillerato, de la ESO, de las pocas horas que se dedican a la literatura. No entiendo por qué no protestan los editores. Ellos sabrán.
Con el vestido típico mallorquín a los cuatro años.
De adolescente tomando un chocolate; y en la RAE, adonde acude desde Barcelona casi todos los jueves: «Faltaría más. Cuando te comprometes, hay que cumplir, a pesar del esfuerzo», explica.
INÉS FERNÁNDEZ ORDÓÑEZ
"En Filología son mujeres el 70 por ciento de los alumnos y la mitad de los profesores titulares, pero esa proporción no se da entre los catedráticos"
Doctora en Filología Hispánica y catedrática de Lengua Española. Es especialista en dialectología rural: ha recorrido los pueblos de España para registrar palabras y documentar su uso. Nació en Madrid. Tiene 53 años.
xl. Se define como lingüista, dialectóloga y filóloga especializada en ecdótica... ¿Puede explicar sus cometidos?
I.F.-O. Lo mío es la Historia de la Lengua. A veces en los diccionarios hay palabras fantasma, que no existen, son erratas. También hay hápax, que son formas que solo se han detectado una vez y existe la duda de si es un error de transmisión o si verdaderamente existió esa palabra.
xl. ¿Qué es la ecdótica?
I.F.-O. Consiste en asegurarte de que el texto que lees se corresponde con lo que el autor escribió, en eliminar el ruido de la transmisión textual.
xl. En Filología, las mujeres son abrumadora mayoría.
I.F.-O. Son mujeres el 70 por ciento de los alumnos y la mitad de los profesores titulares, esa proporción no se da entre los catedráticos, pero es cuestión de tiempo.
xl. ¿Por qué hay menos mujeres en puestos de responsabilidad?
I.F.-O. Puede ser algo estrutural de la sociedad: ellos no sienten que se tengan que ocupar tanto de la familia como ellas. También influye la mentalidad de las mujeres que a veces no tienen tanta ambición en lo laboral como los hombres y optan por una vida más compensada.
xl. ¿Se ha sentido discriminada?
I.F.-O. En mi carrera profesional no, pero en otras cosas sí. Prefiero no precisar.
xl. ¿A qué se dedican en la comisión de cultura en la que participa?
I.F.-O. Revisamos palabras propuestas, vemos defectos, inconsistencias, irregularidades del diccionario. Revisamos también palabras que están en barbecho, analizamos si tienen relevancia para mantenerlas en el diccionario o no.
xl. ¿Sacan muchas palabras del diccionario?
I.F.-O. En la última edición se han excluido las palabras medievales. Hemos conservado las del año 1500 en adelante. Estudiamos el vocabulario actual, de nuestra época, pero lo hacemos con una profundidad histórica que permita leer a los clásicos.
xl. Cuesta adaptarse a los últimos cambios ortográficos.
I.F.-O. Claro, igual que nos cuesta cambiar hábitos aprendidos desde niños como la manera de hacer la lazada del zapato. Cuando la Academia cambió la ortografía del siglo XVIII, se necesitó por lo menos una generación para que se asumieran los cambios. Yo escribo guion con tilde.
Adoraba a su padre, "una persona íntegra y apasionada". Es sobrina de Francisco y de Miguel Ángel fernández-Ordóñez. exministro y exgobernador del Banco de España.
CLARA JANÉS
"Viví con Rosa Chacel el lío de cuando ella o Carmen Conde iban a ingresar en la Academia. Eran las primeras: se organizó una tremenda"
Licenciada en Filosofía y Letras y en Literatura Comparada en la Sorbona. Poetisa, novelista, ensayista y traductora. Es Premio Nacional de Traducción y también ha sido premiada en República Checa y Turquía. Nació en Barcelona. Tiene 74 años. Su padre fue el fundador de la editorial Plaza & Janés.
xl. ¿Alguna vez se imaginó académica?
C.J. Me llamó Soledad (Puértolas). «¿Te opondrías?», me preguntó. ¿Quién se opondría a algo así? Nunca lo imaginé.
xl. ¿Qué es lo primero que pensó cuando le dieron la noticia?
C.J. En mi madre, que tenía ese sueño y murió hace tres años. Es algo importante la muerte de la madre...
xl. Solo son siete mujeres...
C.J. Fui íntima amiga de Rosa Chacel. Viví con ella paso a paso el lío de cuando ella o Carmen Conde iban a entrar en la Academia. Fue muy fuerte. La prensa organizó una tremenda, como una pelea de gallos, porque era la primera vez que una mujer iba a entrar en la Academia, solo una, porque había que elegir entre Carmen o Rosa.
xl. Rosa se quedó fuera.
C.J. Es injusto, porque era una eminencia. Rosa era superior. Estas injusticias suceden en todo, también con los hombres. Me acordé mucho de Rosa cuando me admitieron a mí.
xl. ¿Se ha sentido discriminada por ser mujer?
C.J. Sí, desde siempre. Lo notas en todo en la vida, en todos los terrenos, pero no le he dado importancia, mis energías las he empleado en hacer bien las cosas.
xl. ¿Qué va a aportar a la Academia?
C.J. Mi experiencia de traductora: trabajo con el idioma y detecto sus movimientos, porque cambia continuamente.
xl. ¿Cuántos idiomas controla?
C.J. Controlar, controlar... yo siempre estoy con el diccionario, incluso en español. Me he lanzado a estudiar algunos idiomas interesantes, como el checo y el farsi.
xl. Aprendió checo para poder hablar con un poeta que admiraba.
C.J. Me enamoré de la poesía de Vladimir Holan. Quise conocerlo y, como solo hablaba checo, lo estudié diez horas diarias durante dos años. Soy muy apasionada.
xl. También admira a Santa Teresa, ¿le dedicará su discurso de ingreso?
C.J. No. Creo que será sobre algo que entronque traducción y creación. Tengo que ir a la Biblioteca Nacional. Allí hay muchísimos tesoros. Por cierto, cuando beatificaron a Santa Teresa hubo fiestas en toda España, justas poéticas, jeroglíficos... y el primer pregón fue de Lope de Vega. Es fascinante. Todo está allí.
«No puedo decir que viva de la literatura. He tenido la suerte de contar con una ayuda familiar. Estoy contenta de lo que he conseguido porque muchos han creído en mí y eso es impagable», confiesa.
Cuando los niños se juegan la vida
Los niños practican deportes de alto
riesgo a edades cada vez más tempranas. Escalada extrema, 'motocross',
'skate'... Estas modalidades tienen campeones mundiales de 14 años.
Muchos expertos han dado la voz de alarma. ¿Padres e hijos son
conscientes de lo que se juegan
"Mi padre me animó a escalar"
Michael Cullen tiene ocho años y escala animado por su padre. «Es una actividad en familia, para pasar tiempo juntos», explica Brian Cullen. Pero mientras los Cullen escalan, psicólogos, médicos y educadores discuten si los niños deben o no practicar deportes extremos. Algunos creen que subestiman el peligro y que aún son jóvenes para calibrar los riesgos. Otros ven en deportes como este, entre otras cosas, un modo de prevenir futuras conductas agresivas.
"El miedo nunca me detiene"
La vida de Mina Stess sufrió un vuelco con tres años tras ver en acción al gran campeón de skate Bob Burnquist. «¡Quiero hacer eso, mami!», dijo. Con seis años ganó -primera fémina en conseguirlo- una prueba del campeonato amateur de California. Hoy, con nueve años, se lanza por rampas de diez metros de altura. «Siento miedo, claro -dice-, pero, si quiero hacer algo, lo hago». Los expertos creen que, en su afán por imitar a sus ídolos adultos, los niños arriesgan más de lo que es conveniente para su edad.
"La adrenalina se me dispara"
Tessa Maude tiene once años y ya es una aventajada del snowboarding, con varios títulos en su palmarés. «Me gusta tener miedo -asegura-, como cuando hago una maniobra radical y la adrenalina se me dispara. Me encanta esa sensación». Casos como los de estos niños plantean una disyuntiva a los padres, dice un experto: «Sobreproteger a sus hijos o dejar que se diviertan, aunque puedan hacerse daño. Es difícil, pero todos sabemos que, en la vida, muchas veces no siempre lo más seguro es la mejor opción».
"Sé que puedo matarme"
Eric Burdell se subió a una moto con ocho años. Tres años después no hay quien lo baje. «El motocross es peligroso -dice-. Puedo romperme un brazo o matarme, pero procuro que eso no suceda. No hay nada como ir a 120 por hora, enfilar una rampa y saltar 20 metros en el vacío». Los expertos advierten que las lesiones en niños, en fase de desarrollo, tienen consecuencias más graves que en un adulto. Otros creen que quien se habitúa a este tipo de experiencias mejora su capacidad para evaluar los riesgos.
"Es peligroso, pero me gusta"
Luke Acuña patinaba por una calle de su ciudad cuando le arroyó un camión de basura. Tenía nueve años y perdió una pierna. Tres años después da saltos mortales practicando el chairskating, aunque todo el mundo le dijera que era demasiado peligroso para él. «Y lo es, claro -admite-, pero eres tú quién decide qué puedes hacer y qué no puedes. Ir en una silla de ruedas no significa que no puedas divertirte».
Michael Cullen tiene ocho años y escala animado por su padre. «Es una actividad en familia, para pasar tiempo juntos», explica Brian Cullen. Pero mientras los Cullen escalan, psicólogos, médicos y educadores discuten si los niños deben o no practicar deportes extremos. Algunos creen que subestiman el peligro y que aún son jóvenes para calibrar los riesgos. Otros ven en deportes como este, entre otras cosas, un modo de prevenir futuras conductas agresivas.
"El miedo nunca me detiene"
La vida de Mina Stess sufrió un vuelco con tres años tras ver en acción al gran campeón de skate Bob Burnquist. «¡Quiero hacer eso, mami!», dijo. Con seis años ganó -primera fémina en conseguirlo- una prueba del campeonato amateur de California. Hoy, con nueve años, se lanza por rampas de diez metros de altura. «Siento miedo, claro -dice-, pero, si quiero hacer algo, lo hago». Los expertos creen que, en su afán por imitar a sus ídolos adultos, los niños arriesgan más de lo que es conveniente para su edad.
"La adrenalina se me dispara"
Tessa Maude tiene once años y ya es una aventajada del snowboarding, con varios títulos en su palmarés. «Me gusta tener miedo -asegura-, como cuando hago una maniobra radical y la adrenalina se me dispara. Me encanta esa sensación». Casos como los de estos niños plantean una disyuntiva a los padres, dice un experto: «Sobreproteger a sus hijos o dejar que se diviertan, aunque puedan hacerse daño. Es difícil, pero todos sabemos que, en la vida, muchas veces no siempre lo más seguro es la mejor opción».
"Sé que puedo matarme"
Eric Burdell se subió a una moto con ocho años. Tres años después no hay quien lo baje. «El motocross es peligroso -dice-. Puedo romperme un brazo o matarme, pero procuro que eso no suceda. No hay nada como ir a 120 por hora, enfilar una rampa y saltar 20 metros en el vacío». Los expertos advierten que las lesiones en niños, en fase de desarrollo, tienen consecuencias más graves que en un adulto. Otros creen que quien se habitúa a este tipo de experiencias mejora su capacidad para evaluar los riesgos.
"Es peligroso, pero me gusta"
Luke Acuña patinaba por una calle de su ciudad cuando le arroyó un camión de basura. Tenía nueve años y perdió una pierna. Tres años después da saltos mortales practicando el chairskating, aunque todo el mundo le dijera que era demasiado peligroso para él. «Y lo es, claro -admite-, pero eres tú quién decide qué puedes hacer y qué no puedes. Ir en una silla de ruedas no significa que no puedas divertirte».
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