La última minera de la Costanaza,.
La logrosana Petra Barbas acaba de cumplir un siglo de vida rodeada de los suyos | Desde los 17 años trabajó clasificando fosforita en la mina, un duro trabajo que acabó con muchas vidas por la silicosis, entre ellos su padre,.Durante muchas horas, ella y otras veinte o treinta compañeras se colocaban de pie sobre las cintas por las que pasaba la fosforita que los hombres extraían del interior de la mina con el método de extracción denominado «de realce». De este modo, los mineros iban sacando las capas del filón situadas por encima de su vista
Para Petra, aunque dura, era una tarea que no le desagradaba, y que arrancaba a las nueve de la mañana con una parada a mediodía para comer. Las mujeres tenían que apartar las piedras útiles de las que no valían, ya que eran la materia prima por excelencia para la fabricación de fertilizantes fosfatados. Luego, a las cinco, terminaba la jornada que, a veces, también exigía y quedarse a coser por las tardes los sacos que se iban rompiendo para guardar el mineral. «Pero eso nos lo pagaban aparte», dice. Y así estuvo cinco o seis años, hasta que tuvo que elegir entre seguir en la mina o casarse. «Ambas cosas no eran posibles en aquellos entonces», se lamenta.
La explotación
La mina Costanaza se explotó intermitentemente desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX. Cuando se cerró la explotación, en el año 1944, la mina tenía 210 metros de profundidad y 14 plantas. Esta fue la más importante fuente de materia prima para la fabricación de abonos de fosfato en Europa en el siglo pasado. Para el transporte del molido se emprendió en 1926 la construcción de una línea ferroviaria entre Villanueva de la Serena, Logrosán y Talavera de la Reina, pero tras la Guerra Civil se abandonó la construcción del trazado ferroviario. Algunas de las dificultades eran atravesar el macizo montañoso de Las Villuercas, pero también el bajo precio de los abonos debido a la explotación de los yacimientos norteafricanos, mucho más barata. De este modo, en 1944 se detuvo la explotación y en 1946 la mina se cerró definitivamente, como relata la guía del recorrido geoturístico de la mina, Francisca Piñas.Pero la llegada a la mina Petra en el año 1937 no fue casual, sino más bien un empeño por sentirse más libre e independiente, a pesar de lo encorsetado de la época y de las escaseces familiares. «Yo era la cuarta de siete hermanos, y aunque todos trabajábamos y llevábamos el jornal a casa, había veces que poco había para llevarse a la boca», cuenta.
Esta lograsana trabajaba primero blanqueando y después limpiando en la casa del Señor Ortiz, uno de los directores de la mina. «Pero a mí eso de servir a los demás no te creas que me gustaba», relata. Y es que había algo que no soportaba esta mujer, que por entonces era todavía una adolescente: «Nosotros teníamos que comer en la cocina aparte de ellos, y yo decía, que si no éramos personas humanas igual que ellos». Realmente, lo que Petra deseaba era trabajar en la mina porque se ganaba más dinero. Así es que, cuando cumplió los 17 años, su padre, Juan Vicente, que era barrenero en la mina, habló con uno de los que tenía allí mano en la Costanaza para que la metieran de clasificadora. En ese momento, Petra se acuerda de cómo la silicosis se llevó a su padre por delante, como a tantos otros mineros, con 43 años. Una enfermedad causada por la inhalación prolongada de compuestos químicos que afecta irreversiblemente a los pulmones y dificulta la respiración.
Uno puede pensar que en aquella época trabajar en la mina, uno de los negocios más importantes de toda la comarca, que daba empleo a cientos de trabajadores proporcionaría una calidad de vida, «pues ni para zapatos tenía», recuerda. «Descalza estuve varios días yendo y viniendo a la mina porque tenía dos pares, unos un poco mejores y otros para trabajar, y son los que se me rompieron».
Y seleccionando la fosforita estuvo varios años, hasta que se ennovió con Faustino Martín, un joven que también trabajaba en la mina, y que vivía en su calle. Una vez que se casó tuvo que dejar la mina, ya que era política de la empresa que las mujeres casadas ya no podían trabajar, y lo dejó con 22 años.
Aunque sí lo siguió haciendo su marido. «Ni luna de miel ni nada de eso había entonces, y al día siguiente de la boda tuvo el pobre que ir de nuevo a la mina». Trabajar en la Costanaza era duro, pero recuerda con mucho cariño el día de Santa Bárbara, patrona de los mineros. «Ese día nos daban de comer, había baile, nos reíamos mucho, y no se trabajaba», cuenta risueña.
Pero después de que eso pasara, la vida de esta logrosana dio varios tumbos. A ello se vieron obligados cuando cerraron la mina Costanaza por falta de rentabilidad. Para entonces, Petra y Faustino ya tenían tres hijos varones, Miguel, Juan Vicente y José. Precisamente este último, el pequeño, y su mujer, Paula, son quienes ahora se ocupan de estar pendientes de Petra, aunque ella es prácticamente autónoma.
Plenas facultades
Petra vive sola en una casa de la calle Las Cruces, número 17, y a unos 200 metros, su hijo menor y su nuera. Se acuesta y se levanta sola, a veces hasta se hace de comer. «Mi debilidad son los torreznos, y también un vasito de vino», confiesa. Además, ayudada por un bastón va a dar una vuelta al mercadillo y, aunque el oído ha empezado ya a resentirse, sigue teniendo una vista de lince que le permite hacer todas las tardes ganchillo, acumulando colchas, toallas, tapetes y pañitos.El caso es que marido y mujer emigraron a Cataluña en 1959, como tantos otros extremeños, donde la vida era completamente distinta a la del pueblo, y más si no sabes leer ni escribir. «Pero jamás me engañaron ni me perdí», cuenta orgullosa. Sin embargo, también puede hoy presumir de otro logro, y es que esta centenaria recibió un premio por ser la mujer más longeva de la región que asistía a la Escuela de Adultos de Extremadura, a donde acudió once años, para aprender todo lo que no pudo en su niñez.
Allí, en Cataluña, vivieron años de bonanza, trabajando en una lavandería primero y luego en casas particulares. Por eso, pasados los años, Petra y Faustino volvieron a finales de los 70 al pueblo para pasar su jubilación en Logrosán.
Y así, hasta que Petra ha logrado acumular un siglo de vivencias. Su secreto «eso Dios lo sabe», asegura una y otra vez, aunque cree que «hacer el bien también ayuda». El caso es que su pueblo ha querido mostrarle su admiración por tenerla todavía hoy como vecina. Por eso, el pasado 20 de enero recibió un homenaje por sorpresa, el día de su 100 cumpleaños, al que asistieron autoridades, amigos, vecinos y familiares. Toda una vida, dura como el mineral que Petra tuvo tantos años entre sus manos, pero fructífera como los campos que abonaron aquella fosforita.
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- Reparto
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- Oskar Schindler (Liam Neeson), un empresario alemán de gran talento para las relaciones públicas, busca ganarse la simpatía de los nazis de cara a su beneficio personal. Después de la invasión de Polonia por los alemanes en 1939, Schindler consigue, gracias a sus relaciones con los altos jerarcas nazis, la propiedad de una fábrica de Cracovia. Allí emplea a cientos de operarios judíos, cuya explotación le hace prosperar rápidamente, gracias sobre todo a su gerente Itzhak Stern (Ben Kingsley), también judío. Pero conforme la guerra avanza, Schindler y Stern comienzan ser conscientes de que a los judíos que contratan, los salvan de una muerte casi segura en el temible campo de concentración de Plaszow, que lidera el Comandante nazi Amon Goeth (Ralph Fiennes), un hombre cruel que disfruta ejecutando judíos.
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