viernes, 10 de julio de 2020

LA LOTERIA DEL VIERNES - ¿Dónde está Wally? - EL CRISTO QUE LLEGÓ DE MEXICO ,. / EL DIVAN DE OLGA VIZA - El Columpio Asesino regresa para combatir la felicidad por obligación,.

TITULO: LA LOTERIA DEL VIERNES - ¿Dónde está Wally? - EL CRISTO QUE LLEGÓ DE MEXICO ,.
 
  LA LOTERIA DEL VIERNES - ¿Dónde está Wally? - EL CRISTO QUE LLEGÓ DE MEXICO  ,. , fotos,.


EL CRISTO QUE LLEGÓ DE MEXICO ,.


El Cristo de la Misericordia de Valverde de Leganés ya está en su ermita tras un minucioso proceso de restauración.

 La talla cuando estuvo expuesta en el Museo de Cádiz-Foto.
El Cristo que llegó de México | HoyDurante dos meses la imagen del Santísimo Cristo de la Misericordia de la Parroquia de Valverde de Leganés ha sido restaurada por Pilar Morillo y Pablo Amador en sus talleres de Cádiz. Ambos son licenciados en Bellas Artes y especialistas en conservación y restauración.
Para el secado de los productos utilizados en la restauración, la imagen estuvo varias semanas expuesta en el Museo Provincial de Cádiz, junto a importantes obras de Murillo, Zurbarán, Rubens, etc., donde fue muy visitada. El regreso del Cristo a Valverde fue celebrado con una Eucaristía y procesión, y estuvo expuesto unos días en la Parroquia de San Bartolomé hasta que fue trasladado a su ermita donde puede ser visitado diariamente.
La Hermandad del Cristo organizó una conferencia a cargo de los dos restauradores en la que se detallaron los trabajos realizados y datos sobre la fecha, procedencia y características de la imagen.
Resultat d'imatges de LA LOTERIA DEL VIERNES  oncePilar Morillo valoró la pieza como una verdadera joya de la que se había enamorado, señaló que las partes más dañadas eran las manos y los pies, con varias falanges rotas, la cabeza con orificios donde se sitúan las potencias, necesidad de limpieza de todo el cuerpo, eliminado la suciedad (humo de las velas, polvo, humedad.) acumulada con el paso del tiempo y que impedían ver la rica policromía del Cristo. También tenía roto el brazo derecho en su unión al hombro, y unos retoques defectuosos del policromado.
Pablo Amador clasifica la imagen entre las conocidas como 'Cristos de Caña', constituida de materiales blandos, distinguiéndose la caña de maíz, diferentes tipos de papel (incluido fragmentos de códices novohispanos), tejidos y madera de colorín en manos y pies. La figura tiene un grosor de entre 1,5 y 2 cm., lo que hace que, a pesar de su tamaño 200x200x63 cm., sea muy ligera facilitando así su uso procesional portado por un único hermano como marcaban las directrices de la época.
Resultat d'imatges de ¿Dónde está  Wally?Según el restaurador Pablo Amador, este Cristo procede de México basándose para ello en los materiales utilizados propios de aquellos territorios y en el códice encontrado en su interior que corresponde al pago de tributo de un indio de la ciudad de México y lo data en el siglo XVI, entre 1560 y 1570. Como anécdotas refirió que en su interior anidó hace unas décadas un ratón y que también se encontró restos de un diario HOY de hace 30 años con una crónica futbolística del Racing Valverdeño.
Por parte de la Hermandad del Cristo, su Hermana Mayor, Antonia María Ortiz, mostró su satisfacción por los resultados finales de la restauración y el agradecimiento de la Hermandad y de la Parroquia a todos los valverdeños y asociaciones que han colaborado en conseguir los fondos para sufragar los gastos y que según nos manifestó fueron 10.700 euros la restauración y 1.260 euros los gastos de traslados y seguros. Más información se puede encontrar en 'Exposición la imagen recuperada' del buscador Google.
 
 

TITULO:  EL DIVAN DE OLGA VIZA - El Columpio Asesino regresa para combatir la felicidad por obligación,.


El Columpio Asesino regresa para combatir la felicidad por obligación,.

Después de un parón de seis años, la banda alerta contra la presión social por aprovechar el tiempo y aboga por los momentos improductivos,.


Raúl Arizaleta, Cristina Martínez, Albaro Arizaleta y Daniel Ulecia, el 20 de febrero en Madrid.
fotos / Raúl Arizaleta, Cristina Martínez, Albaro Arizaleta y Daniel Ulecia, el 20 de febrero en Madrid. 
La obsesión, ya no por aprovechar el tiempo, sino por explotarlo, es uno de los males contemporáneos que preocupan a los componentes de El Columpio Asesino. Y por eso, para combatirla, han inventado una expresión que da título al último disco de la banda navarra y, también, a la canción que cierra el álbum: Ataque celeste. “El ataque celeste es un término que acuñamos para explicar la angustia, la presión que sentimos algunas personas en estos días azules, interminables, porque hay imperativo de aprovechar ese día al máximo como si tuviera que ser totalmente especial, ese deber de felicidad obligada”, explica Albaro Arizaleta (44 años), batería y cantante del grupo. "A mí muchas veces me colapsaba y me provocaba lo contrario, me daba cuenta de que me encontraba mucho más tranquilo en los días más oscuros, más grises, porque son días en los que no se espera nada de ellos, entonces te relajas y es cuando, a veces, surgen las cosas”.
“Parece como si todos los pasos debieran tener un fin productivo, y a veces la vida contemplativa es necesaria”, añade Daniel Ulecia (48 años), bajo y sintetizadores de la veterana banda indie, que arrancó su andadura hace más de dos décadas, en 1999. “Y eso nos lleva a una especie de autoexplotación. Es como si nos hubiesen metido al jefe dentro”, cierra Albaro. Por eso, la canción recita en bucle, casi como un mantra, “Yes we can”, el famoso eslogan que lanzó el demócrata Barack Obama en la campaña presidencial de 2008 que le llevó a la Casa Blanca. Según El Columpio Asesino, el lema se ha pervertido, si en principio tenía una finalidad más de superación personal y colectiva, casi se ha convertido en un “Yes We Can” de autoexplotación.
Quizá por eso, porque hay veces que no se puede, porque hay veces que hay que parar, El Columpio no sacaba un disco desde Ballenas muertas en San Sebastián (2014). Y quizá por eso, dice Albaro, para “aceptar el silencio, la angustia, el vacío, porque forman parte de la vida”, incluso se tomaron algo más de un año sabático, entre enero de 2016 y marzo de 2017, en los que se olvidaron de la banda.
“Estábamos muy cansados porque la gira de Diamantes (2011) fue muy larga, empalmábamos disco con gira y al final no acabábamos de desconectar”, recuerda la cantante del grupo, Cristina Martínez (50 años), “tras Ballenas acabamos tronchados y decidimos parar. La premisa fue no hablar ni una sola palabra del Columpio entre nosotros durante ese año, y lo cumplimos a rajatabla”. Al parecer, se veían como amigos —“Pamplona es muy pequeño”—, pero la música, ni mentarla.
Cristina, Daniel, Albaro y el hermano de este, Raúl Arizaleta (44 años, guitarra), se encuentran a finales de febrero en Madrid para promocionar el que quizá sea el disco más pop de su trayectoria. Falta el actual quinto integrante, Jaime Nieto (teclados), que se ha incorporado tras la reciente marcha de Iñigo Sola. “Por la banda han pasado un montón de gente, todos amigos, porque en principio siempre ha sido eso, un grupo de amigos”, explica Albaro, “hasta que con Diamantes se fijó la formación con la que más tiempo hemos estado”.
Precisamente Diamantes supuso un punto de inflexión en la carrera del grupo. Con él arrasaron en los Premios de la Música Independiente, con cinco galardones, y una de sus canciones, Toro, les puso en el mapa, se convirtió en el himno del grupo navarro y hasta Fangoria les hizo una versión. “No pensábamos que Toro lo iba a petar tanto, la verdad”, confiesa Cristina, que se percató del salto cualitativo en un directo cuya ubicación no sabe precisar: “En un concierto me quedé alucinada con la chiquillería, cuando tocamos Toro y digo ‘Te voy a hacer bailar…’ todos lanzaron los cachis [vasos de plástico de un litro de cerveza] y se pusieron a saltar. Me dije: ‘Esto es grande, esta canción es potente’. Ahí fui consciente”.
El éxito supuso el espaldarazo a la decisión de dedicarse profesionalmente a la música. Durante los primeros años, los miembros compaginaban la banda con empleos de todo tipo. “Por entonces había trabajo, en una fábrica, en una obra, y encima te pagaban bien, las cosas como son, con 18 años ganaba 180.000 pesetas al mes”, cuenta Albaro. Es decir, un sueldo mileurista pero, eso sí, hace más de 20 años. “Era un coñazo trabajar en una fábrica, pero como decía mi padre: ‘Haber estudiado’. Lo bueno es que, cuando salías y fichabas, te olvidabas de todo. Con la música, no, como si se te hubiera metido una lechuza en la cabeza”. Ya con la crisis se plantearon poner todos los huevos en la cesta de El Columpio Asesino. Y se profesionalizaron aún más con la incorporación de Daniel Ulecia con el disco Ballenas muertas en San Sebastián: “Creo que hemos perdido frescura, pues antes mezclábamos las cosas de una manera inconsciente, y con el tiempo hemos ganado en artimañas. Hemos afinado mucho más el tiro”, comenta Albaro, en referencia a un “trabajo de laboratorio” en el que usan más el estudio que el local de ensayo.
En cuanto al nuevo disco, la intención de la banda era cerrar la etapa que identifican con Ballenas. “Aquel disco correspondía a un momento tanto social como personal oscuro, y el sonido también lo reflejaba. Queríamos también recuperar el espíritu de los primeros discos”, aclara Albaro, en referencia a darle mucha importancia a la melodía. “La única directriz es que no se podía ir más oscuro que Ballenas… porque entonces ya caería en un pozo sin fondo”, puntualiza Daniel.
El Columpio Asesino regresa para combatir la felicidad por obligación
Las canciones, pese a su luminosidad, sobrevuelan, como si fueran buitres, “la misma vaca muerta”, en palabras de Albaro, el portavoz oficioso de la banda: “El conflicto interior de esas dos voces que tenemos las personas dentro. Esa especie de guerra civil que tenemos. Son canciones de conflicto interior, de no encajar tus dos lados”.
Finalmente, los músicos de Pamplona cierran la entrevista con una nueva “no explicación” del truculento nombre del grupo. “Nos hemos inventado tantas trolas que ya no sabemos ni de donde viene”, comenta Albaro, que también aclara que “no hay detrás una tragedia”. Y zanja el tema: “Tiene un punto dadá, ha habido sus más y sus menos con el nombre e incluso hubo un tiempo en que me decía ‘la madre del cordero, cómo se me ha ocurrido’, pero ahora me mola mucho”.


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