LA HORMA DE MI ZAPATO, EL OBJETO Y YO, ZAPATILLAS VIEJAS - MORTADELO Y FILEMÓN - Revista Grada - Puentes . / Como Sapiens ,. / Peter Falk, el teniente Colombo y el perro - Manuel García-Castellón El juez discreto al que odian en las redes sociales . / HOY LE TOCA - Un reloj muy chistoso,.
TITULO : LA HORMA DE MI ZAPATO, EL OBJETO Y YO, ZAPATILLAS VIEJAS - MORTADELO Y
FILEMÓN - Revista Grada - Puentes ,.
LA HORMA DE
MI ZAPATO, EL OBJETO Y YO, ZAPATILLAS VIEJAS - MORTADELO Y FILEMÓN -
Revista Grada - Puentes ,. , fotos,.
Puentes
Fuera siguen peleando. Y quemando puentes, en lugar de tenderlos.
Este
lunes no sabe a principio de semana, sino a vermú con aceitunas, que es
justo lo que te estás tomando a la hora en la que tendrías que estar
entregándole el último informe de la mañana a Peláez. Peláez, siempre
Peláez. El que controla el tiempo que estás en el aseo. El que te manda
correos en cualquier momento y se mosquea si no le contestas
inmediatamente. El que te mira con desaprobación por encima de la
mascarilla cuando apareces con una camiseta de un grupo modernito, que a
él lo sacas de Alejandro Sanz y le entran los siete males. Pues hoy, a
Peláez le has birlado ocho horas de productividad. Te has burlado de él y
del calendario gracias a un puente, que es la forma más rápida de
cruzar de una semana a otra, de saltarse casillas para avanzar hacia el
siguiente respiro.
Pero, a pesar de que tomarte un vermú un lunes
te ha hecho creerte un rentista de Cuenca, este ha sido un puente raro.
Has tenido tres días libres y no sabes qué has hecho con ellos.
Hubieras querido escaparte a algún sitio, cambiar de escenario para
tener la ilusión de que cambiabas de vida, pero no lo has hecho porque
sabes que la angustia no se queda en casa, sino que se va contigo,
escondida en la maleta entre los calcetines de lana. Tampoco has llamado
a la gente que tienes a tiro de móvil, ni has montado la estantería que
compraste por internet. Esta vez no has cruzado un puente de cuatro
carriles, sino una pasarela de madera medio carcomida, estrecha e
inestable, que te ha llevado al punto de partida, al mismo punto de
tristeza y confusión en el que estás desde hace meses. Y mañana le
volverás a ver la cara a Peláez. Mientras, fuera, siguen peleando. Y
quemando puentes, en lugar de tenderlos.
TITULO: Como Sapiens,.
foto / Hoy, COMO SAPIENS se
dedica a varios productos íntimamente ligados a la tierra en la que
nacieron; desde los melocotones de Calanda al queso Idiazábal y los
jamones de Trevélez. Además, contaremos con Ken Appledorn, Celia
Villalobos, Elena Furiase, David Bustamante y el cocinero Iñigo Urretxu.
TITULO:
Peter Falk, el teniente Colombo y el perro - Manuel García-Castellón El juez discreto al que odian en las redes sociales . Peter
Falk, el teniente Colombo y el perro - Manuel García-Castellón El juez discreto al que odian en las redes sociales . . , fotos,.
Manuel García-Castellón: el juez discreto al que odian en las redes
El
magistrado que ha señalado a Iglesias e imputado a Fernández Díaz
regresó a la Audiencia Nacional cuando ya tenía edad para pensar en un
retiro dorado
Un reloj muy chistoso,.
Mi suegra se divierte. Da la hora, cuenta chistes, hace electros y avisa de que estás andando,.
Ayer
le hicimos un electrocardiograma a mi suegra y por poco la llevamos al
hospital. Se lo hicimos con mi reloj. Se lo colocamos en la muñeca,
abrimos la aplicación de la salud, seleccionamos 'electro', pusimos su
dedo índice sobre la corona, le dijimos que apretara con suavidad y el
reloj nos dijo que la cosa estaba «mu mala» y que mejor la llevábamos a
Urgencias. Mi suegra se lo estaba pasando muy bien y se reía del
aparatino y sus ocurrencias. Ella estaba perfectamente y no tenía ningún
síntoma, pero el reloj insistía en decirnos que estaba fatal y o
llamábamos al 112 o nos ateníamos a las consecuencias.
Mientras mi
suegra disfrutaba de la situación, mi mujer y yo empezamos a ponernos
nerviosos hasta que decidimos pedir una segunda opinión. Es decir, le
rogamos a mi suegra que se estuviera quieta, respirarara despacio,
apoyara la muñeca en la mesa, colocara su dedo índice sobre el reloj sin
aspavientos ni cachondeo, apretara suavemente durante un minuto y
esperara el diagnóstico. Para que se portara bien, la amenazamos: «Si el
reloj diagnostica peligro, acabarás en una ambulancia». Ella obedeció y
al minuto, el aparato sentenció: «Está usted perfectamente».
«Veis,
ya sabía yo que el relojino este no fallaba», disculpó mi suegra a su
médico de muñeca y acabó su botellín de sidra dulce. En casa, a veces,
nos entretenemos tomando un aperitivo: una sidra de ese que roba
manzanas, una lata de sardinillas, las tonterías del reloj y las últimas
contradicciones suscitadas por la pandemia: ¿por qué las mascarillas
que antes eran buenas ya son malas?, ¿si era razonable saludarse
frotando los codos, por qué ahora es peligroso enredar con los codos?,
¿si entra un vecino en el ascensor sin mascarilla, qué hacemos, lo
expulsamos o nos bajamos del ascensor y que siga él solo para evitar
discusiones y preservar nuestra salud, que es lo que estoy haciendo
cuando alguno se pone cabezón?
Acabados los temas pandémicos, nos
sentamos a comer, momento sagrado en el que hablamos poco y nos
concentramos en las lentejas, que por imposición de mi suegra tienen que
ser pardinas para que estén blandas y suaves, y en el toro con
pimientos fritos, toro de mar, naturalmente, el tiburón de Cáceres.
Acabada la comida, el reloj vuelve a convertirse en protagonista porque
llega la hora del chiste. Mi suegra termina el postre, siempre fruta de
temporada, ahora alternamos la sandía con las uvas, aunque ayer, antes
del electro, tomamos las primeras mandarinas de la temporada... Acaba la
fruta, digo, yo le pido al reloj que cuente un chiste y el cacharrino
obedece y avisa de que va a contar uno para niños.
«¿Qué cena
Godzilla? El restaurante». Mi suegra no entiende nada porque no sabe
quién es Godzilla y, además, los chistes que cuenta el reloj son
estúpidos, pero ella sonríe y se lo pasa bien porque lo que le maravilla
no es la gracia de la historia, sino el hecho mismo de que el reloj
cuente chistes.
Y así, entre electrocardiogramas relojeros,
chistes tontos y obviedades, que a mi suegra le divierten mucho, como
que el reloj, cuando pongo la mesa, me diga muy serio: «Parece que estás
andando» pues tenemos unas comidas la mar de entretenidas. El día del
cumpleaños de mi mujer, le regalé un reloj muy llamativo y divertido que
tiene un loro dibujado en la corona: no te enteras de la hora, pero es
muy bonito. Mi suegra, al ver el loro, se entusiasmó: «¡Otro reloj que
habla!». La sacamos del engaño y se desilusionó: «¡Pues vaya!». Para que
no sufriera, le regalé un chiste bobo y relojero: «¿Qué le dice un
ángulo recto a otro de 120 grados? Eres obtuso». Pues eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario