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Gerard Mortier era uno de los verdaderamente grandes de su oficio. Acaso un Schumacher o un Mourinho de la ópera, tan osado, desafiante y controvertido como el piloto alemán o el entrenador luso. El cáncer de páncreas diagnosticado el verano pasado le venció ayer en su Bélgica natal, donde regresó tras buscar en Alemania refugio, tratamiento, paz, y distancia del barullo y la lucha de poder que enrareció sus últimos meses en el Real, teatro del que fue destituido en 2013 tras cuatro años como intendente y máximo responsable artístico. Seguía ligado a la casa en calidad de consejero artístico. Ha sido Mortier el gran agitador de la ópera contemporánea, una figura clave que desafió convenciones y reticencias para conectar la tradición con el futuro. Murió en Bruselas «rodeado de amigos y familiares» según fuentes de su entorno.De los 70 años que tenía, más de medio siglo lo dedicó a programar ópera y provocar al público en los centros neurálgicos de la lírica. La Ópera de París, La Moneda de Bruselas, la Ópera de Nueva York o los festivales de Salzburgo y del Ruhr fueron sólo algunos de los teatros y certámenes marcados por su revolucionaria impronta y de los que salió casi siempre con cajas destempladas y marcado por la polémica. Enfrentado a menudo a los gestores, fue siempre respetado y admirado por las grandes batutas, directores de escena y cantantes.Culto, amable y una pizca maquiavélico, educado, de apariencia ingenua pero de fuertes convicciones, homosexual tan discreto como batallador, llegó al Teatro Real tras la sorda bronca que sacó de la casa a su antecesor, Emilio Sagi. Su reto fue colocar al coliseo lírico español en la gran liga de la ópera, y quizá lo consiguió, para disgusto del sector más conservador del público madrileño.El estreno mundial de 'Brokeback Mountain' tras un fastuoso 'Tristán e Isolda' fue su testamento. Hace poco más de un mes todo los grandes críticos internacionales de ópera y responsable de grande teatros se daban cita en Madrid para dar cuenta del singular desafío que suponía estrenar un ópera sobre los torturados amores homosexuales de dos vaqueros basado en el cuento de Annie Proulx y diez años después del estreno de Ang Lee.VocaciónDelgadísmo y desmejorado por una agresiva enfermedad que jamás ocultó y a la que se enfrentó con decisión y entereza, aún tuvo Mortier energía para viajara a Madrid y presidir la presentación del estreno, sabedor de que sería su última cita con el púbico con el que mantuvo un divertido pulso, a veces tenso, siempre refrescante. En sus cinco años en el Real no dejo de plantear retos, como llevar la ópera a escenario exteriores -en el Madrid Arena se vio el 'San Francisco de Asís' de Messiaen, de seis horas- o subir a la tablas a figuras de otros universos creativos, como el cantante Antony, el actor Willem Dafoe o la performer Marina Abramovich de quien ofreció 'Vida y Muerte'. Uno de su grandes éxitos seria el controverdo montaje de 'Così fan tutte' escenografiado por un Michael Haneke. Entre sus demás propuestas, una versión en concierto de la única ópera de Arnold Schönberg, 'Moses und Aron' (2012), o el abucheado montaje que el ruso Dmitri Tcherniakov hizo del mozartiano 'Don Giovanni' (2013). Mortier, que se crecía con el castigo, no se mordió la lengua y calificó los abucheos, incesantes en cada función de «boicot organizado».Hijo de un repostero de Gante, Gerard Mortier nació en esta medieval ciudad belga en 1943. Formado con los jesuitas de su ciudad, se doctoró en Derecho y obtuvo una licenciatura en Comunicación. Pero pronto se dejaría atrapar por la pasión de la ópera a la que ha dedicado toda su vida. Debutó como asistente del director del Festival de Flandes. Entre 1973 y 1980 colaboró como director artístico del director de orquesta Christoph von Dhonanyi en las ciudades alemanas de Dusseldorf, Fráncfort y Hamburgo. Rolf Liebermann y Hugues Gall lo reclamaron para colaborar en la Ópera de París.El Teatro Real de la Monnaie (Bruselas) fue su siguiente paso, antes de volver a París y pasar por Salzburgo, la bienal del Ruhr, Nueva York y recalar en 2008 en el Teatro Real de Madrid.El Real Madrid logró una valiosa victoria en el difícil pabellón del Multiusos de Sar, al que superó por un marcador final de 68-83. El partido, etc. ...-foto
Desde que España abrazó el euro, la peseta ha palidecido el
paso del tiempo. Unos cuantos millones consiguen sobrevivir en el
olvido, acumulando polvo en tarros y sobres en lo más profundo del
cajón. Ahora, a base de unos y ceros, la 'rubia' resucita en Internet.
Al rebufo de la expansión del Bitcoin, un ingeniero español ha decidido
dar forma a la versión más 'cañí' de esta divisa digital, la PesetaCoin.
Una nueva moneda que, dos meses después de su creación, acumula un
aumento significativo en sus operaciones y que incluso ha dado el salto
al extranjero.
«Decidí intentar un proyecto un poco diferente, algo así
como una criptomoneda local que fuese accesible a los españoles e
hispano-parlantes que se habían perdido el 'boom' del Bitcoin», cuenta
CryptoMP, el cerebro detrás de esta idea, que tras entrar en contacto
con este fenómeno en diciembre decidió ponerse manos a la obra y lanzar
su propia alternativa, algo que ocurrió el 8 de enero de este mismo año.
Pocos días después, le contactó Ramón Martínez, conocido como 'Rampa',
quien le sugirió modificaciones para 'minar' la PesetaCoin (PTC), es
decir, el proceso por el cual se crean mediante una serie de cálculos y
algoritmos con ordenador. La principal novedad, además del idioma en el
que está configurada, es que permite trabajar simultáneamente con otros
estándares como Litllecoin o Bitcoin.
Con la ayuda de este reconocido programador, esta peseta
virtual ha ido consiguiendo un aumento paulatino de su popularidad hasta
lograr causar furor en China, algo que ha supuesto para su comunidad un
efecto similar al de la hormona del crecimiento. Y es que la red
asiática 'F2pool', una de las agrupaciones de 'mineros' más grandes del
mundo, comenzó a trabajarla «distribuyendo la moneda a 35.0000 nuevos
usuarios y aumentando 200 veces la potencia de cálculo de la red de
ordenadores».
Hace dos semanas, con un solo euro se conseguían 166 PTC.
Tras el aumento de la demanda, en tan solo siete días el cambio se
estableció en 20 PTC por un euro. «Esperamos que su adopción en el
ámbito nacional supere al bitcoin», cuenta el programador, que a sus 35
años prefiere mantener el anonimato por el momento.
Mientras 'Rampa' «está terminando de afinar» una web para
dar cabida a todos aquellos que quieran 'minar' esta divisa P2P,
CryptoMP ha comenzado a desarrollar una pasarela de pago que permita a
los comercios físicos «adoptar fácilmente» este sistema a través de los
dispositivos de Android y Apple, aunque los de Cupertino ponen pegas a
este tipo de iniciativas.
No se devalúa
Para evitar la inflación, han impuesto que el máximo de
monedas que se puedan crear sean 166.386.000. «Al no poder crear moneda
nueva, la existente no se devalúa», explica. «La especulación es más
difícil de evitar, pero de eso no está a salvo ninguna divisa real»,
añade, al ser cuestionado sobre la volatilidad que demostró en ciertas
ocasiones el Bitcoin, que multiplicó su cotización con crisis como el
rescate griego, el auxilio a la banca española o el salvavidas que la UE
lanzó a Chipre.
Su éxito coincide con el entrometido momento en el que se
encuentra la moneda que dio paso al resto debido al cierre de dos
conocidas plataformas que trabajaban con ellas así como los vetos de
gobiernos como el chino, el israelí o el ruso. «Lo de MT.Gox era una
muerte anunciada. La gente llevaba muchísimo tiempo teniendo problemas
para sacar sus monedas de la plataforma», opina este programador, quien
el 'corralito' ocurrido en la casa de cambio japonesa no ha ocurrido por
tratarse de una divisa digital y que una entidad tradicional también
podría verse afectado por esto.
«Ahora mismo los euros que tenemos en los bancos, no son
más que bits de información, pero con un protocolo mucho más arcaico que
el de la PesetaCoin, que permite en todo momento saber dónde esta cada
décima». «Las criptomonedas están a años luz en transparencia comparadas
con la divisas tradicionales», analiza. CrytpoMP recuerda que cada uno
de los usuarios guarda en su ordenar un archivo conocido como
'blockchain', un registro con todos los movimientos de cada unidad desde
su creación.
Ante iniciativas como las del Ejecutivo nipón, que ha
iniciado un proyecto de ley para regular el intercambio de este tipo de
monedas con un sistema similar al del oro, asegura que si las
autoridades se entrometen van a tratar de «modelar» las normas «para su
propio beneficio y las acabarán politizando». «Dividir un átomo puede
valer para generar energía barata o para borrar un país del mapa»,
responde a los más críticos con esta tecnología, que ven en ella una vía
para el blanqueo de capitales, entre otros delitos.