The Hellacopters, Marlango y Vega, este martes en 'La Hora Musa',.
- En el reportaje, desde los estudios de Abbey Road, los 50 años del 'White Album' de The Beatles,.
- Martes 13 de noviembre, a las 22:55 en La 2, fotos.
La Hora Musa' contará este martes con la música en directo de Marlango y The Hellacopters. Además, el programa musical de La 2 presentado por Maika Makovski, tendrá a Vega en la azotea y el reportaje de Víctor Clares sobre el 'White Album' de The Beatles.Maika Makovski recibe en el plató la visita de una de las bandas más esperadas de la temporada: The Hellacopters. El hard rock de esta banda sueca inundará el escenario con un directo salvaje y cargado de vibrantes riffs. El grupo, que estuvo casi quince años en activo y que se disolvió en 2008, ha iniciado una gira muy esperada por sus fieles.Marlango será otro de los grupos protagonistas del programa. Leonor Watling y Alejandro Pelayo, después de cuatro años sin grabar ningún álbum, presentan 'Technicolor', un disco conceptual que propone una banda sonora de una película que se han ido imaginando. Además, Maika Makovski se subirá al escenario para versionar junto al grupo una de las piezas más importantes de la copla.En la azotea, la música de la cantautora Vega. La cantante cordobesa presenta en directo algunos de los sencillos de su último trabajo, 'La Reina Pez', un álbum con el que celebra 10 años sobre los escenarios. Pop-rock clásico y lleno de los particulares imaginarios de Vega.Y para el reportaje de esta semana Víctor Clares vuelve a Londres para visitar uno de los verdaderos templos de la música: los estudios de Abbey Road. En esos mismos estudios se grabó hace 50 años el famoso 'White Album', el disco blanco de The Beatles. Para celebrar su aniversario, Clares entrevista a Giles Martin, hijo de George Martin, mítico productor de la banda. Con él los espectadores descubrirán algunas de las curiosidades de este álbum legendario.'La Hora Musa', presentado por Maika Makovski y dirigido por Jero Rodríguez, emite actuaciones en vivo de grandes grupos nacionales e internacionales.
TITULO: LA LOTERIA DEL JUEVES - LOTERIA NAVIDAD - Aumenta el número de mujeres alcohólicas que piden ayuda ,.
LA LOTERIA DEL JUEVES - LOTERIA NAVIDAD - Aumenta el número de mujeres alcohólicas que piden ayuda , fotos.
Aumenta el número de mujeres alcohólicas que piden ayuda,.
Alrex lo atribuye a que «la sociedad se está concienciando un poco» del problema,.
Lo dice el presidente de Alrex, Manolo Martínez, que se siente contento con esta cifra. «Acudir a las terapias es muy necesario. Como empieces a poner excusas, al final le haces la cama al alcoholismo». Por eso se siente contento de presidir una de las dos asociaciones con más personas que funcionan en la provincia dentro de la federación regional, junto a la de Villanueva». Para Martínez, el tener la sala de terapia llena es sinónimo de que se están haciendo las cosas bien, «porque es una enfermedad marginal, así que el reconocer el alcoholismo es positivo». «Eso es porque se está abriendo un poco más el problema, se está viendo que es una enfermedad y parece que la sociedad se está concienciando un poco», argumenta. También lo es la cifra de nuevas altas de mujeres que reconocen que tienen un problema con el alcohol. «Estamos teniendo un incremento de mujeres enorme. Ayer mismo llegó un chica con problemas graves. Y eso es bueno, porque es señal de que estamos tomando conciencia del problema».
De todas las edades
A la asociación han acudido recientemente a pedir ayuda una chica de unos 40 años o otra con 23. «Ya hay de todas las edades», añade Martínez, que aplaude este hecho, aunque sabe que no es habitual que acudan muchos jóvenes, a pesar de que es una de las edades en las que más problemas hay con el alcohol.«Vienen, pero duran poco. No suelen venir hasta que se toca fondo, con 30 o 35 años, que es cuando empiezas a decir: '¡Pero qué estoy haciendo!'». La mayoría de los enfermos nuevos llegan con familiares, algo que los que trabajan para Alrex desde hace años saben que es primordial, porque es porque cuenta con el apoyo de sus familiares. Sin embargo, cuando ya acuden varias veces y se encuentran mejor, van solos a las terapias.Para no olvidar este problema y concienciar a la sociedad de que hay un lugar al que pueden acudir para pedir ayuda de expertos, cada noviembre celebran el día sin alcohol. Este año será con una mesa redonda este martes en el teatro Carolina Coronado a las 20 horas, con el título 'Entre la realidad y la gravedad'. Intervienen el médico especialista de Alrex, la sicóloga y pacientes alcohólicos.
TITULO: Hora Punta, el programa de TVE de Javier Cárdenas - Entevista a Robert Redford: “Todavía puedo reírme de la muerte”,.
foto - Robert Redford: “Todavía puedo reírme de la muerte”,.
A sus 82 años, el legendario protagonista de clásicos como El golpe o Todos los hombres del presidente cree que ha llegado el momento de su retirada. Pero tan solo de la interpretación. Aún le queda tiempo para la dirección, la defensa del cine independiente desde el Instituto Sundance y, sobre todo, para cultivar su segunda gran pasión, el medio ambiente. Nos recibe en Toronto para rememorar una vida de película: la suya,.
LA ENTRADA de Robert Redford en el hotel Fairmont Royal York de
Toronto llega acompañada de un doble sentimiento. Es fácil ver una
figura frágil de 82 años, manteniendo el tipo, todo vestido de negro
—vaqueros, camiseta…, hasta las gafas son de sol—, pero caminando con
precaución, asiéndose a la mesa donde se sienta a conversar como quien
se agarra (con delicadeza) a una tabla de salvación. Su sordera es
pronunciada y son muchas las veces en las que durante la conversación da
una respuesta, lúcida e interesante, a lo que cree que ha oído más que a
lo que ha sido preguntado. Y muchas más las que su mente vuelve al
pasado, a contar las batallitas de ese chaval californiano que se
esfuerza en describir como un patito feo, aunque resulte imposible de
imaginar cuando uno tiene delante al cisne de Hollywood, al galán de
galanes incluso en su versión octogenaria. Ese Robert Redford (Santa
Mónica, California, 1936) sigue vivo: el Sundance Kid de Dos hombres y un destino, El gran Gatsby
mucho antes de que Leonardo DiCaprio quisiera su puesto o El candidato
siempre interesado en la política, aunque su activismo está dirigido más
a preservar el medio ambiente que a ocupar la Casa Blanca. Pero el
valor del intérprete no se mide solo por los innumerables éxitos de su
pasado. Sigue siendo motor de una nueva generación de artistas gracias
al Festival de Sundance y sigue protagonizando películas. Su nuevo
trabajo es The Old Man & the Gun. Y, asegura, puede que sea su canto del cisne.
Ha dicho que este es el último filme, que no habrá más. ¿Se ha cansado de Hollywood? Nunca digas nunca. Pero llevo haciendo esto desde que tenía 21 años y soy octogenario ya. Quizá haya llegado el momento. No tanto de parar, sino de moverme en otra dirección.
¿Como cuál? ¿La producción, la pintura, la política? Producir. Dirigir más. Llevo tiempo pensándolo. La idea me ronda desde mi anterior estreno, proyecto que me volvió a reunir con Jane Fonda [Nosotros en la noche, 2017], un dramón romántico nada optimista. Fue muy agradable trabajar en ella, pero era una película muy triste. En los tiempos que vivimos prefiero algo más positivo. Atravesamos un momento político tenebroso y el ambiente cultural que nos rodea es más bien deprimente. Pero tampoco he dicho que The Old Man & the Gun vaya a ser la última. He dicho que puede ser la última. Como actor, siento que The Old Man & the Gun es una gran película para decir adiós.
¿La película por la que le gustaría ser recordado? Me gustaría ser recordado por todo el trabajo en televisión, en cine, en teatro. Y por mi labor medioambiental.
¿No hay favoritas? ¿Cuáles son esos títulos de los que guarda un mejor recuerdo? Es una buena pregunta para alimentar mi ego, pero no pienso en esos términos. Disfruté en todas ellas. Si quieres escoger una, Dos hombres y un destino (1969) es una gran elección porque me encantó. Interpreté un papel en el que me sentí cómodo y fue un placer trabajar con George Roy Hill. Fue entonces cuando Paul Newman y yo nos hicimos amigos, una amistad que duraría toda la vida. Pero con todo lo que adoro Dos hombres y un destino, El golpe (1973) me parece de los mejores filmes de la historia del cine. Y todo el crédito se lo lleva Hill. El la ideó, pensó en la música, él lo fue todo. No la había visto en muchos años hasta que mi hija se empeñó en verla recientemente y me volví a dar cuenta de lo buena que era.
The Old Man & the Gun utiliza escenas de La jauría humana. ¿Casualidad? ¿Qué recuerda de su trabajo con Marlon Brando?
No sé si una casualidad, pero desde luego fue una sorpresa. Me había
olvidado. Lo que más recuerdo de La jauría humana es que fue mi primer
trabajo con Jane Fonda. ¿1965? Y, por supuesto, con Marlon Brando. Pero
lo que se me quedó grabado fue la contribución de Arthur Penn. Él se
encargó de llevar lo que había escrito Lillian Hellman a la pantalla. No
necesitamos ni mucha discusión ni ensayo. Todo encajó a la perfección. Y
esa es la calidad que busco en el trabajo.
¿Cuánto ha cambiado Hollywood en estos años? Esa calidad que busca, ¿sigue existiendo? Esta ha sido siempre mi pasión. Me ha hecho feliz. Especialmente cuando he contado las historias que he querido contar. Para mí lo más importante es la historia. Eso es lo primero. A lo largo de mi carrera he desarrollado una estrategia que resumo en tres pasos. El primero, la historia. Segundo, el personaje. Y el tercero, la emoción. Lo que ha ido ocurriendo en este tiempo es que la fascinación, especialmente por parte del público más joven, por los efectos especiales, por las explosiones, por la acción, ha dejado de lado la historia. Y eso para mí es extremadamente importante. ¿Acaso existe frase más evocadora que el “érase una vez” con el que empiezan todas?
Su primera película como director fue Gente corriente en 1980 ¿Lamenta no haberse lanzado antes?
No soy muy dado a las lamentaciones. Todos tenemos cosas que lamentar.
Son parte de la vida. Pero si se convierten en una obsesión, son una
carga muy pesada que no te deja tirar hacia delante. Soy actor desde los
21. Aun así, me llevó un tiempo aceptar que mi amor por la pintura se
convertiría en mi hobby mientras la interpretación pasaba a primer
plano. Desde entonces, me he concentrado en ser actor. En ser el mejor
actor que pude. Me lo he pasado bien y no necesariamente por mi físico.
De niño tenía los dientes muy grandes, el pelo demasiado rojizo y muy
salvaje y la cara llena de pecas. Lo del físico llegó mucho más tarde y
me sorprendió. No estaba preparado para ello. Ahora quiero dedicarme más
a la dirección.
¿Como Clint Eastwood? No sé si como él. Tenemos puntos de vista diferentes, aunque le respeto. Los dos somos californianos y somos amigos y esas cosas. Pero tenemos una forma diferente de pensar y también de hacer cine. Ya tengo un proyecto en mente para dirigir, pero no quiero dar detalles por el momento.
Su relación con Hollywood siempre ha sido buena pero distante. ¿A qué se debe? Supongo que influye el hecho de que nací en Los Ángeles, en Santa Mónica; que viví y me crie en un barrio trabajador, y que Hollywood nunca me pareció un lugar mágico. No fue mi sueño, como el de muchos otros. La fama llegó de forma inesperada. Empecé como todos, sentado en un banco junto a otros muchos esperando para poder hacer una audición por un papel que alguna vez conseguía, pero la mayoría de las veces no. Y de ahí di el salto a verme tratado como un objeto. El lado oscuro de la fama. Primero uno se siente tratado como un objeto, luego se comporta como un objeto y finalmente, como no tengas cuidado, uno se convierte en un objeto. Hollywood es bueno para los negocios, pero prefiero vivir en otro sitio.
En sus comienzos se encuentra Descalzos por el parque, de Neil Simon. Primero fue en 1963, en versión teatral, y años más tarde, en 1967, en cine junto a Fonda. ¿Cuáles son sus recuerdos ahora que el dramaturgo acaba de fallecer? Le debo mucho a Neil. Esa era solo su segunda obra. Y la primera de Mike Nichols como director. Éramos todos nuevos. Yo nunca había hecho una comedia. Y Neil Simon estaba muy nervioso porque la obra era bastante autobiográfica. Mike fue quien me defendió mientras los demás le decían que estaba loco por confiar en mí. Pero había visto en televisión un fragmento en el que hice de psicópata y le dejé tan intrigado que me llamó para que fuera a Nueva York a hacer una prueba. Neil acabó siendo mi amigo. Les debo mucho a ambos. Dos grandes talentos. Neil no solo sabía hacer reír. Sabía lo importante que era la risa.
Si, como dice, ser actor siempre ha sido su pasión, ¿es que ha dejado de tener el mismo significado ahora que llega la hora del adiós? Mi relación con el arte dramático no ha cambiado. Ni con el arte de hacer películas. Ni con los intérpretes con los que he trabajado. Todos los que quieren cultivar su arte y no solo su popularidad cuentan con todo mi respeto. Soy más duro con quienes están más interesados en la atención que viene unida a este trabajo que en la interpretación. Músicos que cambian de carrera por adquirir una nueva fama más que por su interés en este arte. Esos no me llaman tanto la atención.
Otra de las pasiones de Robert Redford es el medio ambiente. Aunque, en realidad, sería más preciso calificarlo de preocupación: siempre le ha acompañado y en ella ha invertido buena parte de su dinero. Ha alcanzado todos los honores: el Oscar —nunca como actor, solo uno como director y otro honorífico—, la medalla que le otorgó por sus contribuciones artísticas el Kennedy Center (la mayor distinción cultural estadounidense), su nombramiento como caballero de la Legión Francesa, la Medalla Presidencial de la Libertad que le entregó Barack Obama (la concesión civil más alta en Estados Unidos) y el León de Oro del Festival de Venecia a toda una carrera. Pero asegura que su verdadero tesoro es la casa donde los guarda en Santa Fe, un paraíso en medio de la naturaleza que tanto defiende. En otra categoría también lo es el Instituto Sundance, que fundó en 1981. No solo por sus logros como mecenas del cine independiente cultivando nuevos talentos y ofreciéndoles escaparate en el festival del mismo nombre, sino por su enclave en Park City (Utah, EE UU).
También ha sido el medio ambiente el que le ha llevado al activismo. Eso y la crispación actual con una presidencia que desdeña. Redford es un demócrata que en ocasiones ha apoyado a candidatos republicanos y que siempre ha sabido discernir entre el cine como entretenimiento y como arma política. Pero la edad, el bipartidismo que divide su país y su inquietud por el medio ambiente han dejado mucho más clara su posición política.
¿Cuándo empezó a interesarse por el medio ambiente?
Cuando tenía unos 11 años sufrí la polio. Fue un caso leve y me libré de
un tratamiento que entonces era terrorífico. Pero tardé unas cuantas
semanas en recuperarme y, como premio, mi madre me llevó fuera de Los
Ángeles, ciudad de la que nunca había salido, al parque natural de
Yosemite. Cuando atravesé el túnel de entrada y llegué a lo que se llama
Inspiration Point, me di cuenta de que no quería verlo, quería estar
ahí, en medio de ese majestuoso paisaje. Supe que de mayor quería tener
dinero para comprar tierra y preservarla, jubilarme admirando su
belleza. No pasarían muchos años hasta darme cuenta de que la naturaleza
de nuestro país, lo que nos da la fuerza y nos separa de Europa, es que
somos una sociedad orientada al desarrollo. Nos expandimos y generamos
riqueza, pero ¿qué nos va a quedar si continuamos a este ritmo? El
futuro no tiene que estar solo orientado al desarrollo, sino a la
conservación si buscamos la supervivencia de nuestra especie. En caso
contrario, ¿para qué tener hijos? Por eso decidí dedicar mis esfuerzos
al medio ambiente.
¿Sigue residiendo en Santa Fe? En Santa Fe, Nuevo México y en Sundance, Utah. Me gusta el oeste, las montañas, escalar, caminar, escuchar los ríos o el silencio de los bosques, el cielo abierto, el paisaje extenso, la falta de polución. Paraísos tan remotos que puedo mirar y no ver más que cielo y tierra. Lugares donde me siento feliz.
El Festival de Sundance se acerca a sus 35 años de historia.
En su primera edición se presentaron 85 películas; en la última, más de
13.000 obras aspiraban a formar tomar parte de esta muestra de cine
independiente. ¿Se siente orgulloso de lo conseguido? Siempre
he sido una persona muy activa en mi profesión. Como actor y como
director. También tuve la fortuna de que se me presentasen
oportunidades. El festival y el instituto son precisamente eso, la forma
de ofrecer esas oportunidades a otros. La primera idea fue la de
ofrecer un lugar donde los autores pudieran conocer la obra de otros
realizadores. Porque su trabajo estaba siendo ignorado. Para lo que no
estábamos preparados era para la energía que esto creó a su alrededor,
el número de personas que se interesaron por esta labor. Y el dinero que
llegó a la ciudad durante el festival y que estuvo a punto de llevarse
por delante la noción de este foro de cara a su comercialización. Pero
seguimos siendo el lugar donde los cineastas independientes encuentran
una plataforma para ser vistos. Muchos de ellos incluso llegando al gran
público. También hay quien malinterpreta el concepto de este festival
como si tuviera que estar dedicado a un cine insurgente. Mi único deseo
fue el de potenciar buenas historias, estadounidenses o internacionales,
que de otro modo nadie habría visto. Darles la oportunidad que yo tuve.
Nunca ha querido politizar el festival, pero a lo largo de su carrera sí ha desarrollado proyectos con carga política. El candidato (1972) es una de mis películas preferidas. Siempre pensé que decía mucho del sistema político. Y fue un placer de rodaje que hicimos casi sin dinero. Y Todos los hombres del presidente (1976) fue una lucha más larga, de cuatro años, con todo en nuestra contra, pero se trataba de un momento importante de nuestra historia que mereció la pena llevar a la pantalla.
¿Sigue en contacto con Bob Woodward? ¿Ha leído ya su último libro, Fear: Trump in the White House? He seguido en contacto con él. Nos conocimos antes del rodaje porque nuestra intención no fue tanto hacer un filme político, sino uno sobre la relación entre Bob y Carl [Bernstein]. Carl siempre llamaba más la atención porque era más extrovertido, pero lo que me interesó de Bob fue su paz interior, su introversión, su hablar pausado y su gran intelecto. Seguimos siendo amigos y sigo su trabajo. Este libro llega en un momento muy bueno y tengo ganas de leerlo. Confío en que sirva para algo.
¿Es optimista con el futuro que nos espera? No sé si podemos caer más bajo. Sigo de luto por un país que nunca he visto tan dividido. Crecí en el Los Ángeles de posguerra y como país nunca estuvimos más unidos. Fueron buenos años. El ambiente actual es tóxico. Mi esperanza está en la historia. Porque este país siempre ha sabido salir de sus crisis en el último momento. Y lo que sí es cierto es que las últimas elecciones nos han sacado de la apatía: han inspirado grandes manifestaciones y un cambio de clima político.
¿Tanto como para que considere participar de forma más activa en la política?
A nivel personal soy un activista, pero nunca he querido que la
política salpique mi obra. O el festival. Apoyamos a los autores sin
hacer proselitismo, sea cual sea la historia que quieran contar. Soy de
los que creen que uno puede hacer películas sobre momentos políticos,
pero me pone nervioso meter la política en el cine.
¿Y a qué se piensa dedicar cuando se jubile como actor? ¿Mantiene una lista de cosas por hacer antes del adiós? Soy de los que viven el momento. No me encuentro entre los que hacen planes ni entre los que piensan mucho más allá.
¿Piensa en la muerte? Probablemente. Es parte de la vida. Y seguro que en algún lugar de mi mente estoy aterrorizado. Es inevitable, pero sí puedo elegir entre vivir con miedo o seguir con mi vida y reírme de la muerte. Con la edad me he tenido que retirar de ciertas cosas, pero mientras pueda dar largas caminatas y montar a caballo, me seguiré riendo de ella. Y todavía puedo.
Ha dicho que este es el último filme, que no habrá más. ¿Se ha cansado de Hollywood? Nunca digas nunca. Pero llevo haciendo esto desde que tenía 21 años y soy octogenario ya. Quizá haya llegado el momento. No tanto de parar, sino de moverme en otra dirección.
¿Como cuál? ¿La producción, la pintura, la política? Producir. Dirigir más. Llevo tiempo pensándolo. La idea me ronda desde mi anterior estreno, proyecto que me volvió a reunir con Jane Fonda [Nosotros en la noche, 2017], un dramón romántico nada optimista. Fue muy agradable trabajar en ella, pero era una película muy triste. En los tiempos que vivimos prefiero algo más positivo. Atravesamos un momento político tenebroso y el ambiente cultural que nos rodea es más bien deprimente. Pero tampoco he dicho que The Old Man & the Gun vaya a ser la última. He dicho que puede ser la última. Como actor, siento que The Old Man & the Gun es una gran película para decir adiós.
¿La película por la que le gustaría ser recordado? Me gustaría ser recordado por todo el trabajo en televisión, en cine, en teatro. Y por mi labor medioambiental.
¿No hay favoritas? ¿Cuáles son esos títulos de los que guarda un mejor recuerdo? Es una buena pregunta para alimentar mi ego, pero no pienso en esos términos. Disfruté en todas ellas. Si quieres escoger una, Dos hombres y un destino (1969) es una gran elección porque me encantó. Interpreté un papel en el que me sentí cómodo y fue un placer trabajar con George Roy Hill. Fue entonces cuando Paul Newman y yo nos hicimos amigos, una amistad que duraría toda la vida. Pero con todo lo que adoro Dos hombres y un destino, El golpe (1973) me parece de los mejores filmes de la historia del cine. Y todo el crédito se lo lleva Hill. El la ideó, pensó en la música, él lo fue todo. No la había visto en muchos años hasta que mi hija se empeñó en verla recientemente y me volví a dar cuenta de lo buena que era.
¿Cuánto ha cambiado Hollywood en estos años? Esa calidad que busca, ¿sigue existiendo? Esta ha sido siempre mi pasión. Me ha hecho feliz. Especialmente cuando he contado las historias que he querido contar. Para mí lo más importante es la historia. Eso es lo primero. A lo largo de mi carrera he desarrollado una estrategia que resumo en tres pasos. El primero, la historia. Segundo, el personaje. Y el tercero, la emoción. Lo que ha ido ocurriendo en este tiempo es que la fascinación, especialmente por parte del público más joven, por los efectos especiales, por las explosiones, por la acción, ha dejado de lado la historia. Y eso para mí es extremadamente importante. ¿Acaso existe frase más evocadora que el “érase una vez” con el que empiezan todas?
“La fascinación del público más joven por los
efectos especiales, por las explosiones y por la acción ha dejado de
lado las historias, y eso para mí es muy importante”
¿Como Clint Eastwood? No sé si como él. Tenemos puntos de vista diferentes, aunque le respeto. Los dos somos californianos y somos amigos y esas cosas. Pero tenemos una forma diferente de pensar y también de hacer cine. Ya tengo un proyecto en mente para dirigir, pero no quiero dar detalles por el momento.
Su relación con Hollywood siempre ha sido buena pero distante. ¿A qué se debe? Supongo que influye el hecho de que nací en Los Ángeles, en Santa Mónica; que viví y me crie en un barrio trabajador, y que Hollywood nunca me pareció un lugar mágico. No fue mi sueño, como el de muchos otros. La fama llegó de forma inesperada. Empecé como todos, sentado en un banco junto a otros muchos esperando para poder hacer una audición por un papel que alguna vez conseguía, pero la mayoría de las veces no. Y de ahí di el salto a verme tratado como un objeto. El lado oscuro de la fama. Primero uno se siente tratado como un objeto, luego se comporta como un objeto y finalmente, como no tengas cuidado, uno se convierte en un objeto. Hollywood es bueno para los negocios, pero prefiero vivir en otro sitio.
En sus comienzos se encuentra Descalzos por el parque, de Neil Simon. Primero fue en 1963, en versión teatral, y años más tarde, en 1967, en cine junto a Fonda. ¿Cuáles son sus recuerdos ahora que el dramaturgo acaba de fallecer? Le debo mucho a Neil. Esa era solo su segunda obra. Y la primera de Mike Nichols como director. Éramos todos nuevos. Yo nunca había hecho una comedia. Y Neil Simon estaba muy nervioso porque la obra era bastante autobiográfica. Mike fue quien me defendió mientras los demás le decían que estaba loco por confiar en mí. Pero había visto en televisión un fragmento en el que hice de psicópata y le dejé tan intrigado que me llamó para que fuera a Nueva York a hacer una prueba. Neil acabó siendo mi amigo. Les debo mucho a ambos. Dos grandes talentos. Neil no solo sabía hacer reír. Sabía lo importante que era la risa.
Si, como dice, ser actor siempre ha sido su pasión, ¿es que ha dejado de tener el mismo significado ahora que llega la hora del adiós? Mi relación con el arte dramático no ha cambiado. Ni con el arte de hacer películas. Ni con los intérpretes con los que he trabajado. Todos los que quieren cultivar su arte y no solo su popularidad cuentan con todo mi respeto. Soy más duro con quienes están más interesados en la atención que viene unida a este trabajo que en la interpretación. Músicos que cambian de carrera por adquirir una nueva fama más que por su interés en este arte. Esos no me llaman tanto la atención.
Otra de las pasiones de Robert Redford es el medio ambiente. Aunque, en realidad, sería más preciso calificarlo de preocupación: siempre le ha acompañado y en ella ha invertido buena parte de su dinero. Ha alcanzado todos los honores: el Oscar —nunca como actor, solo uno como director y otro honorífico—, la medalla que le otorgó por sus contribuciones artísticas el Kennedy Center (la mayor distinción cultural estadounidense), su nombramiento como caballero de la Legión Francesa, la Medalla Presidencial de la Libertad que le entregó Barack Obama (la concesión civil más alta en Estados Unidos) y el León de Oro del Festival de Venecia a toda una carrera. Pero asegura que su verdadero tesoro es la casa donde los guarda en Santa Fe, un paraíso en medio de la naturaleza que tanto defiende. En otra categoría también lo es el Instituto Sundance, que fundó en 1981. No solo por sus logros como mecenas del cine independiente cultivando nuevos talentos y ofreciéndoles escaparate en el festival del mismo nombre, sino por su enclave en Park City (Utah, EE UU).
También ha sido el medio ambiente el que le ha llevado al activismo. Eso y la crispación actual con una presidencia que desdeña. Redford es un demócrata que en ocasiones ha apoyado a candidatos republicanos y que siempre ha sabido discernir entre el cine como entretenimiento y como arma política. Pero la edad, el bipartidismo que divide su país y su inquietud por el medio ambiente han dejado mucho más clara su posición política.
¿Sigue residiendo en Santa Fe? En Santa Fe, Nuevo México y en Sundance, Utah. Me gusta el oeste, las montañas, escalar, caminar, escuchar los ríos o el silencio de los bosques, el cielo abierto, el paisaje extenso, la falta de polución. Paraísos tan remotos que puedo mirar y no ver más que cielo y tierra. Lugares donde me siento feliz.
Nunca ha querido politizar el festival, pero a lo largo de su carrera sí ha desarrollado proyectos con carga política. El candidato (1972) es una de mis películas preferidas. Siempre pensé que decía mucho del sistema político. Y fue un placer de rodaje que hicimos casi sin dinero. Y Todos los hombres del presidente (1976) fue una lucha más larga, de cuatro años, con todo en nuestra contra, pero se trataba de un momento importante de nuestra historia que mereció la pena llevar a la pantalla.
¿Sigue en contacto con Bob Woodward? ¿Ha leído ya su último libro, Fear: Trump in the White House? He seguido en contacto con él. Nos conocimos antes del rodaje porque nuestra intención no fue tanto hacer un filme político, sino uno sobre la relación entre Bob y Carl [Bernstein]. Carl siempre llamaba más la atención porque era más extrovertido, pero lo que me interesó de Bob fue su paz interior, su introversión, su hablar pausado y su gran intelecto. Seguimos siendo amigos y sigo su trabajo. Este libro llega en un momento muy bueno y tengo ganas de leerlo. Confío en que sirva para algo.
¿Es optimista con el futuro que nos espera? No sé si podemos caer más bajo. Sigo de luto por un país que nunca he visto tan dividido. Crecí en el Los Ángeles de posguerra y como país nunca estuvimos más unidos. Fueron buenos años. El ambiente actual es tóxico. Mi esperanza está en la historia. Porque este país siempre ha sabido salir de sus crisis en el último momento. Y lo que sí es cierto es que las últimas elecciones nos han sacado de la apatía: han inspirado grandes manifestaciones y un cambio de clima político.
“Sigo de luto por Estados Unidos, nunca he visto
mi país tan dividido. Solo me consuela saber que siempre hemos sabido
salir de las crisis en el último momento”
¿Y a qué se piensa dedicar cuando se jubile como actor? ¿Mantiene una lista de cosas por hacer antes del adiós? Soy de los que viven el momento. No me encuentro entre los que hacen planes ni entre los que piensan mucho más allá.
¿Piensa en la muerte? Probablemente. Es parte de la vida. Y seguro que en algún lugar de mi mente estoy aterrorizado. Es inevitable, pero sí puedo elegir entre vivir con miedo o seguir con mi vida y reírme de la muerte. Con la edad me he tenido que retirar de ciertas cosas, pero mientras pueda dar largas caminatas y montar a caballo, me seguiré riendo de ella. Y todavía puedo.