En 2020, los hijos se plantean vender la
casa de Sagrillas, aunque no todos están de acuerdo. En la casa se
acumulan muchos recuerdos.
Mientras, en 1993, Antonio y Mercedes están bien juntos, pero ella es
reacia a que se instale en casa. Cree que si viven juntos la relación
puede acabar estropeándose.
Por otro lado, Antonio cumple años y ha decido reunir a toda la
familia en una comida para celebrarlo. Pero los hijos parece que están
muy ocupados. Inés está trabajando en unos cursos de español. Además,
Oriol se ha ido a vivir a Cuenca con Carola e Inés va a visitarle. Toni
está muy ocupado con su trabajo en Moncloa. Y él y Deborah se han
comprado un chalet que están arreglando. A su mujer le hace mucha
ilusión, pero Toni no se acaba de ver viviendo como “pijos”.
«Es
como viajar a otro planeta. No me lo puedo creer. Allí las cosas están
tan mal y aquí ya se ha recuperado la normalidad. Alucinante. Otro
planeta, otro mundo», Lorenzo camina por las calles del mercado de
Mahane Yehuda con una cara mezcla de felicidad e incredulidad. Acaba de
regresar de Argentina a Jerusalén, justo este domingo, el día en el que
se levanta la obligatoriedad del uso de la mascarilla en espacios
abiertos.
Desde que el jueves el Ministerio de Salud anunciara el
final de esta restricción la gente tenía ganas de que llegara el
momento y, cuando lo hizo, los primeros instantes fueron de
incertidumbre. La felicidad de Lorenzo contrastaba con la prudencia de
Zvi, que seguía usando un pañuelo para cubrir boca y nariz porque «vamos
a necesitar tiempo para perder el miedo, sobre todo en lugares muy
frecuentados como los mercados. De momento, voy a seguir cubriéndome».
Los
vendedores del mítico mercado de la parte occidental de la ciudad,
feudo tradicional del Likud, no tenían dudas a la hora de hablar del
«milagro» de la vacunación en Israel y apuntar a 'Bibi' (apelativo
cariñoso para referirse a Benyamin Netanyahu) como «el salvador».
«Gracias a él hemos conseguido las vacunas y nos hemos quitado las
mascarillas», sostiene.
LA CLAVE:
- 5,3
-
de los 9,3 millones de
habitantes de Israel ya han sido inmunizados desde diciembre.
- Números incuestionables.
-
Desde el pico de la
pandemia en enero hay un 87% menos de muertes y un 98% menos de casos
- Excepción negativa.
-
El éxito contrasta con
la situación en los territorios palestinos, golpeados sin piedad por la
tercera ola
El cambio en
la normativa se produce tras cuatro meses de campaña de vacunación
masiva que ha logrado rebajar los contagios diarios de 10.000 a menos de
doscientos. El ministro de Salud, Yuli Edelstein, fue el encargado de
adelantar la medida y señaló que «la tasa de infección es muy baja y
esto permite una relajación de las restricciones. Pido, sin embargo, que
se siga usando una máscarilla en espacios cerrados. Juntos mantendremos
la tasa de infección baja».
La campaña de vacunación arrancó el
19 de diciembre con la primera dosis de Pfizer administrada al propio
primer ministro. Netanyahu es un político cuya perseverancia ha sido
clave para el éxito de la campaña. De los 9,3 millones de habitantes,
5,3 ya han sido inmunizados «y calculamos que otro 10% ha superado la
enfermedad y generado anticuerpos. La vacuna funciona y no podíamos
tener a nueve millones de personas usando mascarillas al aire libre
cuando los contagios son menos de doscientos al día», opina el profesor
Eyal Leshem, del Sheba Medical Center (SMC).
Vida preCovid
Su colega Eran Segal, del Instituto Weizmann, otra de las voces
con fuerte peso en los medios desde el estallido de la pandemia,
recurrió a las redes sociales para compartir su idea de que «volvemos a
la vida preCovid». Segal repasó en su cuenta de Twitter los datos de los
últimos meses en Israel, donde «desde el pico de la pandemia a mediados
de enero, hay un 98% menos de casos, un 93% menos de pacientes en
estado crítico y un 87% menos de muertes, el 85% de los jóvenes de 16
años han sido vacunados o han superado la enfermedad y son inmunes. Es
hora de levantar las restricciones».
Los tres confinamientos
nacionales y el cierre de fronteras no fueron suficientes para controlar
un virus que ha dejado hasta el momento 6.316 muertos. La vacuna es la
clave que explica la vuelta a la normalidad y algunos expertos apuntan a
que se aproxima a la inmunidad de grupo. El profesor Cyrille Cohen, de
la Universidad de Bar-Ilan, defiende en el diario 'The Jerusalem Post'
que «está próxima porque incluso después de tantas aperturas como las de
Purim y Pesaj (la semana santa judía), la tasa de reproducción del
virus se ha mantenido entre 0,7 y 0,8». Cuando la R, la tasa de
reproducción, está por debajo de 1 se considera que la enfermedad está
en recesión.
La pandemia obligó a Ido Kappach a cambiar de
negocio. El responsable de Jerusalem Tours, una de las agencias con más
movimiento de la ciudad, vende ahora flores y vino a la espera de que
las autoridades reabran las fronteras a turistas extranjeros vacunados.
«Dejar la mascarilla es una muy buena noticia. Ahora el siguiente paso
debe ser permitir que vuelva el turismo, eso sí, todos vacunados y con
el Pase Verde que certifique la inmunidad», opina Kappach desde el
interior de su oficina, en plena calle Yafa. El Ministerio de Turismo
informó que a partir del 23 de mayo podrán viajar los primeros grupos,
formados por viajeros vacunados. El cierre de fronteras se ha mantenido
durante meses y sólo se permitía el acceso al país a israelíes o
residentes. El objetivo de esta medida era evitar la entrada de nuevas
cepas del virus.
Otro de los retos es garantizar la llegada de
más dosis de Pfizer, que garanticen la inmunización en caso de que sea
necesaria una tercera vacuna. En este momento hay un envío de 700.000
dosis congelado por el laboratorio debido a un problema de impago
generado por las disputas política a la hora de confeccionar el
Presupuesto nacional.
Hospitales palestinos colapsados
El éxito de vacunación en Israel contrasta con la situación en
los territorios palestinos, donde la tercera ola golpea con fuerza y por
primera vez desde el inicio de la pandemia los hospitales están
colapsados. Israel ha donado 2.000 vacunas de Moderna a la Autoridad
Nacional Palestina y ha inmunizado a 110.000 trabajadores palestinos que
cada día cruzan el muro o entran en los asentamientos de Cisjordania
-también con Moderna-, pero no ha mostrado disposición alguna en ayudar
en la inoculación en los territorios ocupados.
Un informe de
mediados de enero de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas
criticó la estrategia de Tel Aviv e indicó que la campaña de vacunación
«debe incluir a los palestinos que viven bajo su ocupación» y calificó
de «moralmente y legalmente inaceptable la diferencia en el acceso al
cuidado medico en medio de la peor crisis sanitaria del siglo». El
Estado judío se defiende diciendo que, según los Acuerdos de Oslo, la
competencia en temas de salud en Gaza y Cisjordania es de la ANP. Un
argumento que rechazan la ONU y las principales organizaciones de
derechos humanos presentes en la región.
«La no vacunación de los
palestinos, sin embargo, no está afectando a este lado del muro como
pensábamos al comienzo y esto demuestra que no hay tanto contacto
directo entre nosotros. Desde el punto de vista médico creo que hay que
hacer todo lo posible para que reciban la vacuna, pero desde el
epidemiológico el riesgo no es tan alto y así lo confirman las
estadísticas», apunta el profesor Leshem a la hora de referirse al
contraste en el proceso de vacunación a los dos lados del muro.
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