TÍTULO: EL BLOC DEL CARTERO,NOSOTROS MISMOS,.
Nos hemos habituado a convivir con su presencia cenagosa, a respirar su
aliento fétido, y ni siquiera nos damos cuenta de cómo nos va infectando
por dentro, cómo nos pudre el alma y nos encharca los ,foto, sentimientos. La
calumnia campea sobre nuestras vidas, su mancha invasora se infiltra en
nuestra sangre y se funde con nuestras células, hasta convertirse en
sustancia de nosotros mismos. Hemos consagrado la presunción de
inocencia como principio elemental de nuestras modernas democracias,
pero cada día pisoteamos ese principio y nos limpiamos el barro de los
zapatos en él, como si se tratase de un felpudo. La malicia popular,
azuzada por los medios de comunicación, ha consagrado la calumnia como
herramienta impune y risueña. Así se despachan honras, se allanan
virtudes, se airean intimidades y se destruyen prestigios. Vivirnos
instalados cn un clima de degradación moral irrespirable, y la calumnia,
ese monstruo anaerobio, parásita nuestra convivencia. Se resuelve en
estos días el tan cacareado "Caso Arny", pero los tribunales se
pronuncian con dos años de retraso, cuando ya la calumnia ha quedado
consolidada en el subconsciente colectivo. Un puñado de hombres
inocentes son absueltos por el tribunal, pero no hay ley humana que los
absuelva del oprobio que han tenido que sufrir y que los acompañará para
siempre, como una reminiscencia de podredumbre. ¿Quién restituye a los
imputados el honor abofeteado por la maledicencia? Quienes ayer fueron
exonerados han tenido que sobrellevar sobre sus conciencias una
presunción de culpabilidad que quizá ya los deje maltrechos, han tenido
que soportar juicios dirimidos en tribunales catódicos, han tenido que
combatir el cáncer de la calumnia desde su desvalimiento. Ayer fueron
proclamados inocentes, pero antes ya los habíamos proclamado apestosos y
culpables, en una manifestación unánime de la infamia que debería
avergonzarnos. ¿Recuerda la polvareda que provocó el "Caso Arny"? Unos
adolescentes chantajistas y arteros decidieron enfangar el honor de un
puñado de famosos, y enseguida la calumnia se adueñó del aire, como una
lumbre súbita, y nos hizo repudiar a quienes hoy aparecen corno
víctimas. Por entonces creíamos que las víctimas eran los calumniadores,
mozalbetes ya bastante talluditos y dueños de sus esfínteres, a quienes
denominábamos, con cierta incorrección lingüística, menores, e incluso
"niños". ¿Recuerdan el debate social que suscitó esta supuesta
"profanación de la infancia"? Nuestros políticos prometieron
legislaciones represivas contra la prostitución infantil, algo que en
aquel momento los enaltecía a nuestros ojos y les rentaba votos. Pero
por debajo de las declaraciones de buena voluntad iba creciendo callada
la calumnia, como una tenia maligna. ¿Quién resarcirá a los inocentes
por las noches de insomnio y las lágrimas retenidas y el estrépito del
escándalo?
domingo, 3 de agosto de 2014
UNA HISTORIA EN IMAGENES, SILENCIO POR FAVOR,.mujeres con los guantes bien puestos,./ REVISTA XL SEMANAL, PORTADA, SEMANAL, Hugh Jackman:
TÍTULO: UNA HISTORIA EN IMAGENES, SILENCIO POR
FAVOR,.mujeres con los guantes bien puestos,.
En portada
FAVOR,.mujeres con los guantes bien puestos,.
Mamá con los guantes puestos, foto,.
La recién coronada subcampeona internacional de kickboxing celebró ayer, por vez primera, el Día de la Madre. Su hijo tiene nueve meses, pero lleva 18 acompañándola a los duros entrenamientos de un deporte en el que pocas mujeres logran dar un knock out .
Pensé en iniciar este reportaje con un paralelismo entre una pelea de kickboxing
y el parto de un bebé, quizá porque ambas experiencias incluyen las
mismas emociones: nerviosismo, entusiasmo, dolor, entrega, ansiedad,
lucha y, por supuesto, felicidad, ya sea por el nacimiento del retoño o
por la victoria alcanzada en el ring …
Sin embargo, Carolina Muñoz tiró a la lona cualquier
plan. Ella, quien ha protagonizado ambas situaciones, me aclaró que no
hay tal comparación: ser mamá es inigualable…
“Después del parto me dije a mí misma que podía pelear hasta con Mike Tyson”, confiesa esta mujer de 27 años dándole un upercut a mi ignorancia… sabemos poco los hombres de la maternidad.
Pese a estar consciente de que ya en reiteradas
ocasiones la literatura, el cine y hasta las páginas de este diario han
hablado de madres ejemplares –sobre todo a mediados de agosto–, Proa quiso hacer un retrato de esta luchadora y de su fiel acompañante, su hijo Luis Diego.
El pequeño apenas tiene nueve meses, pero desde hace 18
acompaña a su madre a entrenar el violento deporte de las patadas y
puñetazos.
Carolina tiene los guantes bien puestos, y aunque el
mayor éxito de su vida es precisamente su hijo, también celebra que a
finales de julio alcanzó el subcampeonato del World Classic Amateur
Kickboxing and Muay thai Championship.
Dicho torneo se efectuó en Orlando, Estados Unidos, y en él participaron algunos de los mejores luchadores del mundo.
Carolina se convirtió en la primera costarricense en la historia que alcanza tal proeza.
Polifuncional
El secreto de Carolina, como el de otras mujeres, radica en distribuir bien su tiempo; aprovechar 25 de las 24 horas del día.
Se levanta en la madrugada, antes de que el sol y su hijo hayan despertado, y sale a correr.
Cuando vuelve, amamanta al pequeño e inicia
‘oficialmente’ una jornada, que conlleva más entrenamiento y cumplir con
las obligaciones de su trabajo, porque además de madre, esposa y
luchadora, también es terapeuta física.
Es común verla en el gimnasio o en la academia MMA de
San Pedro con su niño en brazos. A la hora de levantar pesas, practicar
la técnica o hacer sparring (peleas de preparación) le encomienda el bebé a algún familiar o amigo.
El pequeño, tranquilamente y sin alterarse, ve cómo su
mamá se da de golpes con otras personas y, cuando ella finalmente sale
del cuadrilátero, él la recibe con una sonrisa y un abrazo.
Ya el pequeño está acostumbrado a la campana, los
conteos y las instrucciones de los entrenadores y en ocasiones se duerme
arrullado por el sonido de los rectos y jabs contra los sacos de
arena. Según cuenta Carolina, ni siquiera cuando estaba embarazada dejó
de entrenar; hasta con siete meses de gestación practicaba
combinaciones de golpes con su entrenador.
“Yo no sé si él (Luis Diego), cuando crezca, va a querer hacer esto, pero creo que ya lo lleva en la sangre” destaca.
Apoyo
Carolina asegura que el apoyo de sus padres y hermanas
ha sido vital, así como el de su esposo, Milton Marín, quien además es
su entrenador y ‘esquina’ (la dirige en sus pelas).
“Es curioso porque él es mi esquina en los combates,
pero también lo fue cuando nació mi hijo, me daba instrucciones y apoyo;
me instruía con la respiración, como si estuviéramos en el ring ”.
La boxeadora asegura que aunque el deporte sea violento y
considerado “de hombres” hay espacios suficientes para practicarlo y
vencer los estereotipos sociales. “Los límites están en la mente, todo
se puede superar”.
TÍTULO: REVISTA XL SEMANAL, PORTADA, SEMANAL, Hugh Jackman:
- «¡Este no es mi cuerpo!», sostiene Jackman. Se siente, asegura, como si llevara un traje que alguien le hubiera obligado a vestir. Ahora bien ...fotos,.
Hugh Jackman: "En realidad soy un tirillas. ¡Este no es mi cuerpo!"
Estrella y 'sex symbol'. Este
australiano de 45 años es un fijo en las listas de hombres más deseados
del planeta, sobre todo cuando se mete en la piel de Lobezno; 8 veces en
los últimos 14 años. Un lobo con piel de cordero, como demuestra en
esta entrevista cuando habla de su mujer, sus hijos y lo incómodo que se
siente metido en el papel que ha puesto el mundo a sus pies.
Hugh Jackman me recibe en la puerta de su suite, en un
lujoso hotel londinense, y se disculpa por su vello facial. «Perdóneme,
es por el personaje de mi próxima película», dice. La barba es corta,
morena y puntiaguda. De no haberla mencionado, ni me habría fijado;
estoy absolutamente fascinada por su físico. «No sé bien cuál es mi
imagen, la verdad. Hace unos 15 años que no me corto el pelo o me
arreglo la barba por mi cuenta. Y en cuanto a mi físico, pues esto
tampoco...».
Se señala el torso, envuelto en un suéter oscuro, bajo el que se perfila la musculatura ultradesarrollada de Lobezno, el personaje que lo convirtió en una superestrella de Hollywood allá por el año 2000. «¡Este no es mi cuerpo!», sostiene Jackman. Se siente, asegura, como si llevara un traje que alguien le hubiera obligado a vestir. Ahora bien, le sienta de maravilla.
XLSemanal. ¿No le resulta extraño todo esto de no controlar su propia imagen, siempre sometido a las exigencias del director de turno?
Hugh Jackman. A mí me encanta. En este trabajo, tener una imagen muy determinada es peligroso. Ser actor consiste en liberarse de uno mismo. He oído a algunos decir: «Mi cabello tiene que aparecer así en la película». Eso no puede ser. Tu personaje siempre es más importante.
XL. ¿Quizá es usted más acomodadizo que los demás?
H.J. Lo que pasa es que a mí me da igual. Lobezno, por ejemplo, es muy distinto a mí. Es un ser torturado y musculoso, y yo soy un tirillas, tirando a tranquilo [suelta un aullido]. Es un ser siempre al límite. ¡Debería ir al psicólogo! [Se ríe].
XL. Con tanta diferencia entre ustedes, ¿cuál es la clave para convertirse en él?
H.J. Ducharme con agua fría nada más levantarme. Te deja cabreado para el resto del día, tal y como Lobezno va a sentirse durante el rodaje.
XL. ¿Y qué opina su esposa? ¿Le gusta el corpachón que luce cuando hace de Lobezno?
H.J. Deb [Deborra-Lee Furness, su esposa desde 1996] no termina de pillarle la gracia. Como ella dice: «Tu misión no es tener unos abdominales fabulosos, sino estar un poco gordo y dejado, para que yo siempre tenga mucha mejor pinta a tu lado y me sienta feliz y contenta».
XL. No debe de ser fácil eso de convivir con una estrella de Hollywood...
H.J. Deb fue una estrella antes que yo, ¡me saca 15 años!, y ya tenía las cosas muy claras. Cuando nos conocimos, en 1995, ella era la protagonista de Correlli una teleserie australiana muy popular. Deb aparecía en todas y cada una de las secuencias, y yo no era más que uno de los 30 presos de la cárcel. De hecho, cuando empecé a darme cuenta de que aquella chica me gustaba de verdad, me sentí horrorizado. Imagínate, ¡menudo topicazo! Mi primer trabajo y me enamoro de la protagonista [se ríe]. Pensé que ella se burlaría de mí si le decía algo y que no querría ni hablar conmigo. Pero el sentimiento era recíproco...
XL. El suyo es uno de los matrimonios más longevos y estables del cine actual. ¿Cuál es el secreto?
H.J. Es obvio que nuestro trabajo tiene sus peligros, aunque no sé si en mayor medida que en otras profesiones. Tengo entendido que el divorcio es más frecuente entre agentes de policía que entre actores. Pero, bueno, supongo que esa fama se vincula al tiempo que pasamos fuera de casa y a que trabajas con actrices muy guapas. La cuestión es tener las cosas claras y no hacer siempre lo primero que se te pasa por la cabeza.
XL. ¿Usted y su mujer son siempre absolutamente sinceros el uno con el otro?
H.J. No. Por ejemplo, si Deb me comenta que últimamente ha engordado... [se ríe]. Yo me atengo a cierta pequeña norma de cosecha propia. Una de cada diez veces respondo: «Bueno, no te digo que no, pero ahora que lo mencionas...». Es un truco para la supervivencia del matrimonio. Ella me pregunta que si ha engordado; yo le digo que quizá un kilito. En realidad son un par de kilos, ¡pero eso no se lo dices nunca!
XL. ¿Qué clase de marido es usted?
H.J. Bueno. Por así decirlo, soy un marido que comparte y contribuye. Soy bastante de fiar.
XL. Póngase nota del uno al diez...
H.J. Digamos que un siete. Aunque me gustaría que Deb me pusiera, al menos, un nueve [se ríe].
XL. ¿Ha buscado alguna vez en Google lo que se dice de usted?
H.J. Una vez andaba detrás de cierta imagen, algo que pensaba utilizar para el cartel de un monólogo que iba a hacer en Broadway. ¡Me quedé de piedra al ver lo que la gente buscaba en Google! «Hugh Jackman filmografía», «Hugh Jackman familia» y «Hugh Jackman gay». ¡Preferí no seguir mirando!
XL. En 2008, la revista People lo eligió a usted como el hombre más sexi del año...
H.J. ¡Yo no soy así! ¡Nada de eso! ¡Por favor! Voy a decirle una cosa: cuando rodé mi primera película en Hollywood, tenía 30 años. Así que no llegué a experimentar la fascinación absoluta, las chicas que te persiguen por todas partes... Es justo lo que ansiaba al principio, pero nunca me pasó. ¡Y no porque me hiciera de rogar! [Se ríe]. Hoy tengo claro que mi atractivo se debe en gran parte a que soy famoso y salgo en películas.
XL. ¿Pero usted no se considera guapo?
H.J. Creo que estoy por encima del promedio. Es la respuesta más sincera que puedo darle.
XL. Lobezno fue el personaje que lo convirtió en una estrella. ¿Cómo es eso de pasar, de la noche a la mañana, a convertirse en toda una celebridad?
H.J. Es como ser arrastrado calle abajo por un gran danés. Puede ser divertido, pero también puede salirse de madre con mucha facilidad. Yo nunca me metí en esto para hacerme famoso. Siempre actúe por diversión. Hasta la universidad, nunca pensé en ello como una carrera profesional. Yo estudié Comunicación y, el último año, me apunté a un curso de teatro que daba créditos adicionales. Me gustó tanto que me matriculé en una escuela de arte dramático y me di cinco años. Si a los 31 no había terminado de montármelo, lo dejaría y me dedicaría a otra cosa. Pero nunca pensé: «Quiero hacerme famoso».
XL. ¿Y qué quería?
H.J. Comer. Me había pasado siete años estudiando y siempre pensaba que, cuando ganara dinero, me lo gastaría en comida. Y punto. Entraría en un restaurante y pediría lo que quisiera, sin tener que estudiar antes la carta en la puerta. Vivía con 120 dólares por semana. El alquiler eran 55 dólares, otros 50 en comida y me sobraban 15. Y todos mis amigos y compañeros estaban igual.
XL. ¿Se ha acostumbrado a los privilegios de su posición o todavía se sorprende?
H.J. Todavía alucino cuando duermo en hoteles como este, lo mullidita que es la cama, que te paguen todo o si vuelo en primera clase. Mira, cuando yo era adolescente, mi madre vivía en Inglaterra y yo, con mi padre, en Australia. No veas la de vuelos baratos de Garuda [aerolínea indonesia] que me chupé entre Sídney y Londres... Los llamaban los 'vuelos del lechero', porque llegaban a hacer hasta siete escalas. Salías de Sídney y una hora después ya habías parado en Melbourne. ¡Y así hasta Londres! Por eso, lo de viajar en primera clase me parece de locos. Me dan ganas de ir la cabina del piloto y pedirle que dé una vuelta más para hacer el trayecto un poquito más largo [se ríe].
XL. En 2013, la revista Forbes estimó su fortuna personal en 55 millones de dólares. Es usted rico, ¿no?
H.J. Bueno [en un susurro]... pues sí.
XL. ¿No se siente a gusto con la idea?
H.J. El dinero, te confieso, es una carga. No aprecias... Es que siempre me están haciendo regalos: ropa de marca, un coche... Mis amigos me dicen que no me lo merezco, que no aprecio nada y que nunca me fijo en si algo es de esta marca o de la otra.
XL. El dinero no le importa...
H.J. Pues no mucho.
XL. Pero puede usted comprarse lo que le plazca...
H.J. Sí, pero resulta que estoy casado y es Deb la que se encarga de gastar el dinero. ¡No se preocupe por mí! ¡Como ve, tengo ese problema resuelto! [Se ríe]. Pero no, en serio, esto de tener tanto dinero me resulta un poco incómodo. Tengo que esforzarme para no sentirme culpable. Por poner un ejemplo, con mucho dinero hay muchos más obstáculos para conseguir ser un buen padre.
XL. Tiene dos hijos [Oscar, de 13 años, y Ava, de 8]. ¿Tiene que esforzarse para no mimarlos?
H.J. Siempre viajamos en clase turista. A no ser que sea por trabajo y nos paguen el vuelo. Y entonces les dejo claro que por eso vamos en primera. Mira, un día, cuando mi hijo tenía seis años, estábamos embarcando en un avión y me preguntó [pone acento pijo]: «Papá, ¿no vamos en jet privado?». Y se lo expliqué. ¡Mira qué problemas tengo! No quiero que se acostumbren a tenerlo todo.
XL. Encontrarse con Hugh Jackman en clase turista... Revolucionará usted la cabina, ¿no?
H.J. Pues he de confesarte que la gente me molesta muchísimo menos en turista que en primera clase. Sí, sí. Cuando me ven, dicen: «¡Ese tipo es clavado a Hugh Jackman! Pero cómo va a ser él. ¡Si va en turista!» [Se ríe]. La verdad es que a veces pienso en el dinero que me pagan y me digo que es demasiado. Ningún actor trabaja tanto como para ganar lo que nos pagan.
XL. ¿Cree que le pagan más de lo que merece?
H.J. ¡Sí, sin duda!
XL. ¿Y a todas las estrellas de cine?
H.J. ¡Sí! Pero es lo justo. Es fácil entender el porqué. A ver, tú eres una marca. Un reclamo para la audiencia. Y a eso hay que ponerle un precio. En el contexto de una industria que mueve millones de dólares, tú te llevas la parte que te corresponde. Y no siempre ha sido así; hace 50 años, las más grandes estrellas no se llevaban tanto dinero. Los que se hacían ricos de verdad eran los dueños de los estudios. Los actores firmaban un contrato y se convertían en su propiedad. Muchos murieron sin un centavo.
XL. ¿Cree que el dinero lo corrompe todo?
H.J. No es exactamente el dinero. Digamos que, de pronto, estás rodeado de privilegios, y eso saca una parte de tu personalidad que quizá, de otro modo, nunca afloraría.
XL. ¿Quiere decir que el corrupto nace, no se hace?
H.J. Justamente. Con o sin dinero, debes tener claro quién eres y lo que quieres. Hay mucha gente que vive muy tranquila y en cuanto consigue algo de dinero pierde la cabeza. Aunque también hay muchos que, con o sin dinero, acaban por perder la cabeza igualmente.
XL. Usted no parece de esos. ¿No pierde la cabeza de vez en cuando?
H.J. Lo cierto es que no. No sé si eso es bueno en el caso de un actor. Algunos de los más grandes viven en el filo. Gente impulsiva, que se mueve por instinto, que a veces pierde el control, pero que posee un empuje, una mente y una creatividad increíbles. El problema para gente así aparece cuando hay drogas de por medio. Pero la impulsividad genera creatividad. El verdadero genio compone una sinfonía o escribe un guion sin dudar de su capacidad y sin dejarse influir por las opiniones ajenas.
XL. Hablando de drogas, ¿tiene usted algún vicio?
H.J. Sí, el café. Suena ridículo, pero... Ahora bien, yo fui un chaval, digamos, muy curioso... No entiendo a quienes dicen que no probaron nada siendo jóvenes. ¿Es que no sentían curiosidad? ¿Ni un poco? Pero si no tienes cuidado, todo eso te pasa factura.
XL. ¿Considera al resto de las estrellas como rivales profesionales?
H.J. Bueno, antes tenía unos 20 rivales. Ahora, no creo que haya más de 8.
XL. ¿Puede darme nombres?
H.J. Will, Brad, Channing... [Se ríe]. Y últimamente también Matthew McConaughey. Matthew ha sabido escoger muy buenos papeles y compartimos el mismo agente. Eso me pone alerta y me sirve de inspiración. ¿Estoy dispuesto a hacer lo mismo? ¿A pasarme cuatro años trabajando en películas con menor presupuesto a cambio de interpretar unos papeles sensacionales? Él lo ha hecho y le ha salido bien la jugada.
XL. ¿Y está dispuesto a hacerlo?
H.J. Creo que sí. Aunque me costaría un poquito no seguir siendo uno de los actores que cortan el bacalao.
Privadísimo
-«Mi padre era un hombre muy religioso y solía llevarme con él a misa. Hubo dos o tres años en que pensé que algún día sería predicador».
-«Recuerdo ver a mi madre con una toalla en la cabeza diciéndome adiós. Me fui al colegio y, al volver, ya no estaba en casa».
-«Antes de ir al rodaje le digo a Deb a quién tengo que besar ese día. Y ella: 'Vale, pero prefiero no saberlo'».
-«He pasado días enteros vestido de koala como animador y he sido payaso en fiestas infantiles».
-«Antes dormía desnudo, hasta que me pilló la niñera de mi hija y se puso a gritar».
-«Si fuera homosexual no lo ocultaría, porque sería un insulto para la comunidad gay. Trato de no pensar en las habladurías».
-«Después de dos abortos y varios intentos in vitro, un día decidimos que ya teníamos bastante y empezamos el proceso de adopción».
Se señala el torso, envuelto en un suéter oscuro, bajo el que se perfila la musculatura ultradesarrollada de Lobezno, el personaje que lo convirtió en una superestrella de Hollywood allá por el año 2000. «¡Este no es mi cuerpo!», sostiene Jackman. Se siente, asegura, como si llevara un traje que alguien le hubiera obligado a vestir. Ahora bien, le sienta de maravilla.
XLSemanal. ¿No le resulta extraño todo esto de no controlar su propia imagen, siempre sometido a las exigencias del director de turno?
Hugh Jackman. A mí me encanta. En este trabajo, tener una imagen muy determinada es peligroso. Ser actor consiste en liberarse de uno mismo. He oído a algunos decir: «Mi cabello tiene que aparecer así en la película». Eso no puede ser. Tu personaje siempre es más importante.
XL. ¿Quizá es usted más acomodadizo que los demás?
H.J. Lo que pasa es que a mí me da igual. Lobezno, por ejemplo, es muy distinto a mí. Es un ser torturado y musculoso, y yo soy un tirillas, tirando a tranquilo [suelta un aullido]. Es un ser siempre al límite. ¡Debería ir al psicólogo! [Se ríe].
XL. Con tanta diferencia entre ustedes, ¿cuál es la clave para convertirse en él?
H.J. Ducharme con agua fría nada más levantarme. Te deja cabreado para el resto del día, tal y como Lobezno va a sentirse durante el rodaje.
XL. ¿Y qué opina su esposa? ¿Le gusta el corpachón que luce cuando hace de Lobezno?
H.J. Deb [Deborra-Lee Furness, su esposa desde 1996] no termina de pillarle la gracia. Como ella dice: «Tu misión no es tener unos abdominales fabulosos, sino estar un poco gordo y dejado, para que yo siempre tenga mucha mejor pinta a tu lado y me sienta feliz y contenta».
XL. No debe de ser fácil eso de convivir con una estrella de Hollywood...
H.J. Deb fue una estrella antes que yo, ¡me saca 15 años!, y ya tenía las cosas muy claras. Cuando nos conocimos, en 1995, ella era la protagonista de Correlli una teleserie australiana muy popular. Deb aparecía en todas y cada una de las secuencias, y yo no era más que uno de los 30 presos de la cárcel. De hecho, cuando empecé a darme cuenta de que aquella chica me gustaba de verdad, me sentí horrorizado. Imagínate, ¡menudo topicazo! Mi primer trabajo y me enamoro de la protagonista [se ríe]. Pensé que ella se burlaría de mí si le decía algo y que no querría ni hablar conmigo. Pero el sentimiento era recíproco...
XL. El suyo es uno de los matrimonios más longevos y estables del cine actual. ¿Cuál es el secreto?
H.J. Es obvio que nuestro trabajo tiene sus peligros, aunque no sé si en mayor medida que en otras profesiones. Tengo entendido que el divorcio es más frecuente entre agentes de policía que entre actores. Pero, bueno, supongo que esa fama se vincula al tiempo que pasamos fuera de casa y a que trabajas con actrices muy guapas. La cuestión es tener las cosas claras y no hacer siempre lo primero que se te pasa por la cabeza.
XL. ¿Usted y su mujer son siempre absolutamente sinceros el uno con el otro?
H.J. No. Por ejemplo, si Deb me comenta que últimamente ha engordado... [se ríe]. Yo me atengo a cierta pequeña norma de cosecha propia. Una de cada diez veces respondo: «Bueno, no te digo que no, pero ahora que lo mencionas...». Es un truco para la supervivencia del matrimonio. Ella me pregunta que si ha engordado; yo le digo que quizá un kilito. En realidad son un par de kilos, ¡pero eso no se lo dices nunca!
XL. ¿Qué clase de marido es usted?
H.J. Bueno. Por así decirlo, soy un marido que comparte y contribuye. Soy bastante de fiar.
XL. Póngase nota del uno al diez...
H.J. Digamos que un siete. Aunque me gustaría que Deb me pusiera, al menos, un nueve [se ríe].
XL. ¿Ha buscado alguna vez en Google lo que se dice de usted?
H.J. Una vez andaba detrás de cierta imagen, algo que pensaba utilizar para el cartel de un monólogo que iba a hacer en Broadway. ¡Me quedé de piedra al ver lo que la gente buscaba en Google! «Hugh Jackman filmografía», «Hugh Jackman familia» y «Hugh Jackman gay». ¡Preferí no seguir mirando!
XL. En 2008, la revista People lo eligió a usted como el hombre más sexi del año...
H.J. ¡Yo no soy así! ¡Nada de eso! ¡Por favor! Voy a decirle una cosa: cuando rodé mi primera película en Hollywood, tenía 30 años. Así que no llegué a experimentar la fascinación absoluta, las chicas que te persiguen por todas partes... Es justo lo que ansiaba al principio, pero nunca me pasó. ¡Y no porque me hiciera de rogar! [Se ríe]. Hoy tengo claro que mi atractivo se debe en gran parte a que soy famoso y salgo en películas.
XL. ¿Pero usted no se considera guapo?
H.J. Creo que estoy por encima del promedio. Es la respuesta más sincera que puedo darle.
XL. Lobezno fue el personaje que lo convirtió en una estrella. ¿Cómo es eso de pasar, de la noche a la mañana, a convertirse en toda una celebridad?
H.J. Es como ser arrastrado calle abajo por un gran danés. Puede ser divertido, pero también puede salirse de madre con mucha facilidad. Yo nunca me metí en esto para hacerme famoso. Siempre actúe por diversión. Hasta la universidad, nunca pensé en ello como una carrera profesional. Yo estudié Comunicación y, el último año, me apunté a un curso de teatro que daba créditos adicionales. Me gustó tanto que me matriculé en una escuela de arte dramático y me di cinco años. Si a los 31 no había terminado de montármelo, lo dejaría y me dedicaría a otra cosa. Pero nunca pensé: «Quiero hacerme famoso».
XL. ¿Y qué quería?
H.J. Comer. Me había pasado siete años estudiando y siempre pensaba que, cuando ganara dinero, me lo gastaría en comida. Y punto. Entraría en un restaurante y pediría lo que quisiera, sin tener que estudiar antes la carta en la puerta. Vivía con 120 dólares por semana. El alquiler eran 55 dólares, otros 50 en comida y me sobraban 15. Y todos mis amigos y compañeros estaban igual.
XL. ¿Se ha acostumbrado a los privilegios de su posición o todavía se sorprende?
H.J. Todavía alucino cuando duermo en hoteles como este, lo mullidita que es la cama, que te paguen todo o si vuelo en primera clase. Mira, cuando yo era adolescente, mi madre vivía en Inglaterra y yo, con mi padre, en Australia. No veas la de vuelos baratos de Garuda [aerolínea indonesia] que me chupé entre Sídney y Londres... Los llamaban los 'vuelos del lechero', porque llegaban a hacer hasta siete escalas. Salías de Sídney y una hora después ya habías parado en Melbourne. ¡Y así hasta Londres! Por eso, lo de viajar en primera clase me parece de locos. Me dan ganas de ir la cabina del piloto y pedirle que dé una vuelta más para hacer el trayecto un poquito más largo [se ríe].
XL. En 2013, la revista Forbes estimó su fortuna personal en 55 millones de dólares. Es usted rico, ¿no?
H.J. Bueno [en un susurro]... pues sí.
XL. ¿No se siente a gusto con la idea?
H.J. El dinero, te confieso, es una carga. No aprecias... Es que siempre me están haciendo regalos: ropa de marca, un coche... Mis amigos me dicen que no me lo merezco, que no aprecio nada y que nunca me fijo en si algo es de esta marca o de la otra.
XL. El dinero no le importa...
H.J. Pues no mucho.
XL. Pero puede usted comprarse lo que le plazca...
H.J. Sí, pero resulta que estoy casado y es Deb la que se encarga de gastar el dinero. ¡No se preocupe por mí! ¡Como ve, tengo ese problema resuelto! [Se ríe]. Pero no, en serio, esto de tener tanto dinero me resulta un poco incómodo. Tengo que esforzarme para no sentirme culpable. Por poner un ejemplo, con mucho dinero hay muchos más obstáculos para conseguir ser un buen padre.
XL. Tiene dos hijos [Oscar, de 13 años, y Ava, de 8]. ¿Tiene que esforzarse para no mimarlos?
H.J. Siempre viajamos en clase turista. A no ser que sea por trabajo y nos paguen el vuelo. Y entonces les dejo claro que por eso vamos en primera. Mira, un día, cuando mi hijo tenía seis años, estábamos embarcando en un avión y me preguntó [pone acento pijo]: «Papá, ¿no vamos en jet privado?». Y se lo expliqué. ¡Mira qué problemas tengo! No quiero que se acostumbren a tenerlo todo.
XL. Encontrarse con Hugh Jackman en clase turista... Revolucionará usted la cabina, ¿no?
H.J. Pues he de confesarte que la gente me molesta muchísimo menos en turista que en primera clase. Sí, sí. Cuando me ven, dicen: «¡Ese tipo es clavado a Hugh Jackman! Pero cómo va a ser él. ¡Si va en turista!» [Se ríe]. La verdad es que a veces pienso en el dinero que me pagan y me digo que es demasiado. Ningún actor trabaja tanto como para ganar lo que nos pagan.
XL. ¿Cree que le pagan más de lo que merece?
H.J. ¡Sí, sin duda!
XL. ¿Y a todas las estrellas de cine?
H.J. ¡Sí! Pero es lo justo. Es fácil entender el porqué. A ver, tú eres una marca. Un reclamo para la audiencia. Y a eso hay que ponerle un precio. En el contexto de una industria que mueve millones de dólares, tú te llevas la parte que te corresponde. Y no siempre ha sido así; hace 50 años, las más grandes estrellas no se llevaban tanto dinero. Los que se hacían ricos de verdad eran los dueños de los estudios. Los actores firmaban un contrato y se convertían en su propiedad. Muchos murieron sin un centavo.
XL. ¿Cree que el dinero lo corrompe todo?
H.J. No es exactamente el dinero. Digamos que, de pronto, estás rodeado de privilegios, y eso saca una parte de tu personalidad que quizá, de otro modo, nunca afloraría.
XL. ¿Quiere decir que el corrupto nace, no se hace?
H.J. Justamente. Con o sin dinero, debes tener claro quién eres y lo que quieres. Hay mucha gente que vive muy tranquila y en cuanto consigue algo de dinero pierde la cabeza. Aunque también hay muchos que, con o sin dinero, acaban por perder la cabeza igualmente.
XL. Usted no parece de esos. ¿No pierde la cabeza de vez en cuando?
H.J. Lo cierto es que no. No sé si eso es bueno en el caso de un actor. Algunos de los más grandes viven en el filo. Gente impulsiva, que se mueve por instinto, que a veces pierde el control, pero que posee un empuje, una mente y una creatividad increíbles. El problema para gente así aparece cuando hay drogas de por medio. Pero la impulsividad genera creatividad. El verdadero genio compone una sinfonía o escribe un guion sin dudar de su capacidad y sin dejarse influir por las opiniones ajenas.
XL. Hablando de drogas, ¿tiene usted algún vicio?
H.J. Sí, el café. Suena ridículo, pero... Ahora bien, yo fui un chaval, digamos, muy curioso... No entiendo a quienes dicen que no probaron nada siendo jóvenes. ¿Es que no sentían curiosidad? ¿Ni un poco? Pero si no tienes cuidado, todo eso te pasa factura.
XL. ¿Considera al resto de las estrellas como rivales profesionales?
H.J. Bueno, antes tenía unos 20 rivales. Ahora, no creo que haya más de 8.
XL. ¿Puede darme nombres?
H.J. Will, Brad, Channing... [Se ríe]. Y últimamente también Matthew McConaughey. Matthew ha sabido escoger muy buenos papeles y compartimos el mismo agente. Eso me pone alerta y me sirve de inspiración. ¿Estoy dispuesto a hacer lo mismo? ¿A pasarme cuatro años trabajando en películas con menor presupuesto a cambio de interpretar unos papeles sensacionales? Él lo ha hecho y le ha salido bien la jugada.
XL. ¿Y está dispuesto a hacerlo?
H.J. Creo que sí. Aunque me costaría un poquito no seguir siendo uno de los actores que cortan el bacalao.
Privadísimo
-«Mi padre era un hombre muy religioso y solía llevarme con él a misa. Hubo dos o tres años en que pensé que algún día sería predicador».
-«Recuerdo ver a mi madre con una toalla en la cabeza diciéndome adiós. Me fui al colegio y, al volver, ya no estaba en casa».
-«Antes de ir al rodaje le digo a Deb a quién tengo que besar ese día. Y ella: 'Vale, pero prefiero no saberlo'».
-«He pasado días enteros vestido de koala como animador y he sido payaso en fiestas infantiles».
-«Antes dormía desnudo, hasta que me pilló la niñera de mi hija y se puso a gritar».
-«Si fuera homosexual no lo ocultaría, porque sería un insulto para la comunidad gay. Trato de no pensar en las habladurías».
-«Después de dos abortos y varios intentos in vitro, un día decidimos que ya teníamos bastante y empezamos el proceso de adopción».
EN PRIMER PLANO, JOACHIM LOW, EL TRIUNFO DE LA VOLUNTAD,./ A FONDO, EN LA BASE HERAT, , MIS DIAS EN AFGANISTAN,.
TÍTULO: EN PRIMER PLANO, JOACHIM LOW, EL TRIUNFO DE LA VOLUNTAD,.
- Lo asombroso es que, por fin, ha conquistado a los alemanes. Joachim Löw se puede ir de vacaciones con la conciencia tranquila. «Se lo ha ganado, fotos,.
En primer plano Joachim Löw: El triunfo de la voluntad
En Alemania, muchos estaban dispuestos a pedir su cabeza. Pero, entonces, ganó el Mundial... Ahora, el hombre del que media Alemania se ha mofado en los últimos ocho años los que lleva como seleccionador es un héroe nacional. Esta es su historia.
Alemania venció en la prórroga, pero muchos ya tenían escrito el obituario deportivo de Löw en caso de que no hubiese tanta suerte contra Francia. Las razones eran variopintas y las enumera una revista germana: que si lleva el reloj en la muñeca que no es. Que si se tiñe el pelo. Que si los jerséis de cuello de pico. Que si esa voz no pega con su aspecto. Y lo de tomar café expreso. Y que es testarudo y arrogante. Que está chapado a la antigua. Que si no puede tomar decisiones. O que si jugó un fútbol 'cagueta' contra España. O si jugó un fútbol igual de 'cagueta' contra Italia. Que si es un tipo sin emociones. Que en realidad no entrena. Que si parece un muñeco de Lego. Que si juega demasiado poco, como España. O al revés, que ya está bien de tanto tiki-taken.
Un entrenador tropical
La inquina viene de años atrás. Para muestra, un botón. En 2011, año previo a la Eurocopa de Polonia y Ucrania, los alemanes pudieron ver un anuncio protagonizado por su seleccionador del mayor turoperador del país. Un trajeado Joachim Löw llegaba a un resort tropical, se quitaba la chaqueta, el reloj y las prisas antes de zambullirse en la piscina. Pero ¿por qué elegir a un entrenador de fútbol para anunciar un verano de dulce relax si en el deporte, y especialmente en el fútbol alemán, todo gira en torno al sacrificio, la disciplina, el esfuerzo, la superación...? ¿No había nadie mejor?
Pues quizá no. En Alemania, a Joachim Löw se lo asocia con un modo distinto de hacer las cosas: una forma más relajada, casi latina. Este espíritu innovador, casi antipatriótico, le valió desde el principio la oposición del mundo del fútbol, siempre dado a las comparaciones y a las glorias pasadas. Löw proponía un juego más vistoso y rápido, pero no por ello menos efectivo. El objetivo era el mismo: ganar, pero de otra forma. Panzers con guantes de seda. La revolución.Löw llegó en 2006 como la antítesis del entrenador clásico. No llevaba chándal ni cara de sargento prusiano. El nuevo seleccionador alemán era un tipo elegante, de aspecto cuidado; quizá demasiado cuidado. ¡Y con ese pelo! Fue como meter a un metrosexual en un vestuario de amigos cuarentones. La desconfianza estaba servida, en buena medida porque todo esto sucedía dos años antes de que Pep Guardiola llegara al banquillo del Barça y sancionara con sus éxitos una forma de jugar, de ser y hasta de vestir.
Guardiola se hizo famoso por sus chalecos y jerséis de pico; Löw, por sus camisas entalladas. Pero mientras el primero reconoce su interés por la moda, el alemán lo niega y encuentra «exagerado» que lo describan como un «icono». Lleva vaqueros de Louis Vuitton, trajes de Hugo Boss y usa crema facial, pero dice que cuida su imagen porque representa a la federación, «y el fútbol es un negocio mediático». Suena a excusa, pero sus amigos aseguran que cambió cuando se hizo cargo de la selección, que de joven no tenía interés por la ropa. Lo que sí tenía era el mismo corte de pelo, un peinado tan famoso como él y que parece trabajadamente casual, a pesar de que su secreto es «dos minutos de secador, a veces algo de gel y ya, se me queda así». Y no, no se lo tiñe. Tampoco es una peluca. Habladurías.
Demasiado 'especial' para ser alemán
Porque se habla mucho en torno a Joachim Löw. Se dicen muchas cosas de él. Que es demasiado distinto, demasiado especial, demasiado..., en fin, que es homosexual, y que el suyo es un matrimonio por apariencia, que por eso se lo ve tan poco con su mujer, que por eso no tienen hijos y han apadrinado a un par de niños africanos. En realidad, Löw es un celoso defensor de su vida privada. Daniela, de profesión contable y su pareja desde hace 36 años, comparte esa visión. No aparece casi nunca en público, huye de los paparazis y, cuando asiste a los partidos, no va a los palcos vips, como las esposas y novias de los jugadores, sino que se sienta con amigos en la grada. Cuando la prensa critica que no se la lleve a las concentraciones, él responde: «Un empleado de banca tampoco se lleva a su mujer a la oficina». En sus pocas entrevistas personales, asegura que Daniela es su «aliada y cómplice», que comprende «la intensidad con la que me entrego a mi trabajo» y apoya «mi gran pasión en la vida, que es el fútbol».
A fin de cuentas, el fútbol los unió. Joachim, el mayor de cuatro hermanos, nació en 1960 en Schönau, en la Selva Negra, y se trasladó a Friburgo para estudiar Comercio Internacional en el instituto de formación profesional. Jugaba al fútbol en el equipo local, del que era presidente el padre de Daniela. Pareja desde los 17 años, no se casaron hasta 1986. El matrimonio sobrevivió a una vida nómada, de ciudad en ciudad y de club en club, siguiendo los vaivenes de una carrera futbolística que nunca terminó de despegar. Una vez colgadas las botas por una lesión, Joachim pasó ocho años entrenando equipos de Alemania, Austria, Suiza e incluso Turquía.
Susurrar al futbolista
La gran oportunidad le llegó en 2004. Jürgen Klinsmann lo reclutó como su ayudante cuando fue elegido como seleccionador alemán. A Klinsmann le había llamado la atención la facilidad de Löw para comunicar sus ideas a los jugadores. Su confianza en él le hizo pedir que le sucediese en el cargo cuando él dejó la selección tras el Mundial de 2006. Löw intentó modernizar el fútbol alemán, dar un nuevo estilo en el campo, en el vestuario, los despachos. Los tradicionalistas disparaban desde los medios de comunicación respaldados por una afición que miraba a su nuevo seleccionador con suspicacia, que hacía bromas sobre su peinado y sus pañuelos al cuello y pronunciaba el 'Jogi' diminutivo cariñoso de Joachim con cierta mala leche.
La desconfianza se fue diluyendo con los años, sobre todo a la vista de la regularidad en los grandes torneos y las fases de excelente juego, pero bastaba un tropiezo para que las críticas volvieran a arreciar. La constancia y la seguridad en sí mismo lo han ayudado a superar todos estos baches, pero también su capacidad para desconectar, para salir del mundo a menudo tóxico del fútbol y buscar refugio en Friburgo, su «oasis de calma», como él mismo dice. En esta ciudad del sur de Alemania viven sus amigos y buena parte de su familia. «Para mí, es mi hogar. Allí hago lo que más me divierte: jugar al fútbol con mis amigos, ir a comer, estar en casa con la familia...». Un plato de espaguetis, una copa de Rioja y un café expreso. Ver una película policiaca en la tele. Los placeres sencillos de la vida.
La obligación y después, el relax
Estar a gusto, sentirse bien, son conceptos que Löw repite mucho y que aplica en lo personal y en lo profesional, a sí mismo y a sus jugadores. Cumplir las obligaciones y después relajarse, libertad en las concentraciones, pero siempre el máximo compromiso, trabajo duro y merecido descanso. Un mensaje quizá dirigido también a un país, a una Alemania hoy feliz que ha descubierto en el fútbol la manera de enseñar al mundo una cara que quiere ser más amable y relajada. Ha conquistado el Mundial, ha conquistado a los alemanes, se ha ganado la renovación hasta después de la Eurocopa de Francia, en 2016, y ahora... unas buenas vacaciones. Así terminaba aquel anuncio profético protagonizado por Löw: una hamaca, una sonrisa relajada y un eslogan: «Se lo ha ganado». Ahora, sí.
Por sus palabras lo conoceréis
-«Reconozco que se me escapan palabrotas durante los partidos. Vigilaré mi lenguaje», prometió hace cuatro años al saber que una joven sorda leía sus labios y transcribía las lindezas que salían de su boca en su Twitter. No pudo reprimirse en el Mundial al ver el juego de su equipo contra los Estados Unidos y Argelia, y sus tacos fueron reproducidos en la cuenta de su intérprete.
-«Procuraré controlarme a partir de ahora». Lo dijo poco antes del Mundial, tras quedarse seis meses sin carné de conducir por exceso de velocidad y hablar por el móvil.
-«Para combatir el estrés, en vacaciones me gusta tumbarme 'a la bartola' en una playa de Maldivas, pero también he subido al Kilimanjaro; una experiencia inolvidable. Viajo por trabajo 200 días al año y estar en casa con los míos y mis amigos es otra manera de relajarme y despejar la cabeza, pero mi mujer tiene que obligarme a desconectar el móvil».
«He oído rumores de que soy gay. Son tan infundados como los de que llevo peluca. Puede preguntarle a mi mujer».
-«No, no llevo peluca. Tíreme del pelo y compruébelo».
-«Estoy en un estado de profunda relajación», dijo en vísperas del partido de cuartos de final contra Francia. Los medios galos lo tacharon de prepotente. Algunos alemanes, también.
-«Cuando pasen los años, recordaré como uno de los momentos cumbres de mi carrera la semifinal contra Brasil; no tanto por el 1-7, sino por el hecho de que el público brasileño nos aplaudiese».
-«Le dije a Götze: 'Demuéstrale al mundo que eres mejor que Messi y que puedes decidir la final'. Siempre tuve buenos presentimientos con Götze. Es un chico milagro». Mario Götze marcó el gol del triunfo frente a Argentina en la final del Mundial.
TÍTULO: A FONDO, EN LA BASE HERAT, , MIS DIAS EN AFGANISTAN,.
Cuentan muy poco de lo que sucede en Afganistán, por no decir nada', foto
Dos soldados españoles en el mercado de Darr-e-bum. | Mònica Bernabé- La misión española en Afganistán ha sido una gran desconocida
- Los militares no pueden hablar de su vida a sus familiares
- Los medios sólo lo hacen si hay muertos o políticos de visita
El locutorio telefónico en el campamento militar de Moqur, en la provincia afgana de Badghis, es una tienda de campaña. Los teléfonos están uno al lado del otro, separados por pequeños compartimentos de madera y los soldados deben hablar de pie, como quien está en una cabina telefónica.
"No, aún no he recibido el paquete. ¿Cuándo lo mandaste?", se oye que dice un militar que habla por uno de los teléfonos. Es difícil tener intimidad si no se conversa en susurros. Algunos soldados se amorran al auricular, dando la espalda al exterior, como si estuvieran abrazando a una novia y como si eso les pudiera conferir un poco de privacidad.
En la tienda casi siempre hay alguien, o al menos siempre que la actividad laboral del campamento permite tomarse unos minutos para llamar y en España no es una hora intempestiva. Entre Afganistán y España hay dos horas y media de diferencia horaria en verano, tres y media en invierno.
Todos los soldados mueven la cabeza de un lado para otro cuando se les pregunta si ellos explican a sus familias qué pasa aquí, en Afganistán. "No, no, yo no explico nada", es la respuesta más repetida. Y además, ¿qué explicar?
En la mayoría de bases militares españolas en Afganistán hay carteles en los locutorios que indican que hay que andarse con cuidado con qué se cuenta por teléfono. El enemigo puede estar escuchando, tener pinchadas las líneas telefónicas. La advertencia ya intimida.
En la mayoría de bases españolas, unos carteles indican que hay que andarse con cuidado con qué se cuenta por teléfono
"Estoy aterrada. Nos casamos en junio y mi marido se va a Afganistán en dos meses. Me muero de miedo sólo de pensar que le pueda ocurrir algo. Por las noches lloro en silencio. No lo puedo evitar, no encuentro alivio. ¿Es todo tan horrible y peligroso como me imagino?", me preguntaba la esposa de un oficial, en este caso por correo electrónico.
"Mi pareja está en Afganistán, y de alguna manera se hace más ameno teniendo noticias cada día", era lo que la mujer de otro militar difundía por Twitter, haciendo alusión a mis crónicas. "Tengo un cuñado ahí. Gracias a tu reportaje hemos podido hacernos una idea de dónde está metido", afirmaba otra lectora.
Con los artículos que he publicado en las ediciones digital e impresa de El Mundo durante las últimas dos semanas, he intentado reflejar la vida y trabajo de las tropas españolas en Afganistán, y la situación en la provincia de Badghis, sin entrar a valorar la conveniencia o no de la misión española en este país.
Empotramiento 'real'
He estado en las bases militares de Qala-e-now y Herat, en los puestos avanzados de combate de Moqur, Ludina y Darr-e-bum, y la base de patrullas de la denominada carretera de la Luz. En ningún momento se me ha puesto ninguna restricción informativa más allá de la necesaria para garantizar la seguridad del contingente.
He podido moverme con total libertad, y hablar y entrevistar a quien he querido. Nadie ha supervisado mis escritos, ni mis fotos, ni mis imágenes de video. Ha sido un "empotramiento" real, como se dice en la jerga periodística. He acompañado a las unidades militares allá donde han ido, sin una agenda de visita predeterminada.
"¿Es todo tan horrible y peligroso como me imagino?", pregunta la esposa de un oficial
Mi trabajo sobre el terreno ha sido posible gracias a la inmejorable ayuda de los responsables de información pública, el comandante José Luis Cristóbal y el subteniente Juan Flores, y del jefe del puesto avanzado de combate de Moqur, el capitán Pablo Torres, que se ha desvivido por facilitarme información.
También reconocer el apoyo del comandante Alberto Fajardo, en Moqur; el teniente Pedro José Ruíz, en Ludina; y el teniente Flores y el sargento primero Del Campo, en la inhóspita base de patrullas de la ruta de la Luz.
Destacar especialmente al sargento primero Marcos Cuesta, por cuidar de mi seguridad en las patrullas por Darr-e-bum, y al brigada José Manuel Escudero, por estar pendiente de que no me faltara nada. Gracias también al comandante Jacinto Chozas y al sargento primero Pablo Lampkin, que se han encargado de las tediosas gestiones burocráticas de todo "empotramiento"; y al coronel Carlos de Palma, responsable de la base de Herat, por su apoyo.
Por último, mi más sincero agradecimiento a la Brigada Paracaidista, en especial las 12 y 11 compañías, por permitirme acompañarla y contestar con naturalidad a todas mis preguntas. Asimismo, a los lectores y lectoras que han seguido mis crónicas durante todos estos días o me han enviado mensajes.
"¡Por supuesto que la gente en Canadá sabe perfectamente quién es el gobernador del distrito de Panjwai! ¿Cómo no lo va a saber? ¡Nuestros soldados están Panjwai! El gobernador aparece cada dos por tres en la prensa", me contestó un periodista canadiense cuando en abril de 2011 acompañé durante dos semanas a las tropas de ese país en la provincia de Kandahar, sorprendido de que yo le planteara que la opinión pública en España no sabe quién es el gobernador de la provincia de Badghis, donde el grueso del contingente español está destinado, ni tan siquiera pueda reconocer su fotografía.
La misión española en Afganistán ha sido una gran desconocida durante todos estos años. Sólo ha aparecido en la prensa cuando un militar ha resultado herido o muerto, o cuando el ministro o ministra de Defensa ha viajado a Afganistán por unas horas con un séquito de periodistas. Muy pocas veces se ha explicado cómo los soldados viven, cuál es su rutina diaria. A veces no disponer de información puede ser peor que tenerla.
CONOCER ARTE, EL ENIGMA DE LA DAMA ALADA,./ ¿ DEBEMOS FIARNOS SOLO DE NUESTRA CONCIENCIA ?.
TÍTULO: CONOCER ARTE, EL ENIGMA DE LA DAMA ALADA,.
- Los restauradores han encajado, por fin, muchos de esos pedazos. La gran dama alada griega se muestra más completa -y espléndida- que ...foto
Arte La "Victoria de Samotracia": El enigma de la dama alada
Es, junto con la 'Gioconda' y la 'Venus de Milo', la gran estrella del Museo del Louvre de París. Llegó aquí hace 150 años, sin cabeza y con cientos de fragmentos sueltos. Los restauradores han encajado, por fin, muchos de esos pedazos. La gran dama alada griega se muestra más completa -y espléndida- que nunca.
Antaño, al pie de esa misma montaña había un santuario consagrado a los grandes dioses. Se trataba de una religión al margen del culto oficial a las divinidades del Olimpo. Participar en los ritos de Samotracia otorgaba la protección de la Gran Madre, reina de las montañas. Aunque al final de la Antigüedad el lugar quedó abandonado, la leyenda de que la isla escondía maravillosos tesoros sobrevivió. Y su eco, siglos después, llegó a oídos de Charles Champoiseau, que se decidió a investigar por su cuenta.
El primer viaje a la isla no le defrauda. El 15 de septiembre de 1862, Champoiseau solicita un préstamo de dos mil francos para hacer prospecciones. En su carta dice: «Por todas partes hay centenares de columnas quebradas, fustes y capiteles de mármol que indican que los templos cubrían aquel lugar. Los campesinos han desenterrado sepulturas, sarcófagos de piedra y cerámicas. No hay duda de que unas excavaciones serias llevarían al descubrimiento de objetos raros y de gran valor». El emperador Napoleón III le concede el dinero.
Champoiseau regresa en marzoa Samotracia. Y su recompensa llega con la primavera. El 15 de abril de 1863, en una carta dirigida al embajador de Francia en Constantinopla le anuncia: «He encontrado una estatua de la Victoria alada esculpida en mármol y de proporciones colosales. Desgraciadamente, no he encontrado ni la cabeza ni los brazos [...]. Pero el resto está casi intacto y ha sido labrado con un arte que ninguna de las obras griegas que conozco iguala».
Champoiseau decide enviar su hallazgo al Louvre. Llega en 1864. Allí, con una barra metálica, los técnicos aseguran el aplomo de la figura. Varios fragmentos rotos son encajados de nuevo, pero el busto -demasiado inestable- no se puede unir y se archiva con el ala izquierda.Años después, en 1875, arqueólogos austriacos realizan nuevas excavaciones en Samotracia. Allí descubren grandes bloques grises que, correctamente ensamblados, representan la proa de un barco de guerra. Se trata de una pista capital: rápidamente asocian ese descubrimiento con las monedas helenísticas en las que aparece grabada una Victoria de pie sobre la proa de un barco. No hay duda. Estos bloques son la base de la estatua. El conjunto de la obra debía de medir unos cinco metros de alto. Cuando Champoiseau recibe la noticia, despliega todos sus esfuerzos para que los 23 bloques descubiertos sean llevados a París.
Muchos fragmentos de la escultura, demasiado estropeados, nunca han podido ser encajados en la estatua. Como la enorme mano, descubierta en Samotracia en 1950. Otros fragmentos han encontrado, sin embargo, este año su lugar gracias a la restauración. Por ejemplo, una pluma. ¿Qué artista pudo desplegar tanto ingenio para inmortalizar esa belleza? El misterio continúa. «No se trataba de un escultor ordinario, sino de un maestro al que le gustaba desafiar las leyes de la gravedad -explica Marianne Hasmiaux, una de las comisarias de la restauración-. Poseía unos conocimientos excepcionales en física de materiales para captar en piedra el breve momento en que la vestimenta movida por el viento se mantiene todavía pegada al cuerpo».Una vez recompuesta, la Victoria de Samotracia ha reencontrado su sitio en lo alto de la escalera Daru con toda su majestad. Qué importa si su cara no aparece nunca. Como dijo Cézanne: «Se trata de una idea, de todo un pueblo, de un momento heroico en la vida de un pueblo, el tejido se pega, las alas baten, los senos se inflaman. No necesito ver la cabeza para imaginar su mirada».
-Camino del taller
El 10 de septiembre de 2013, los operarios elevaron la Victoria para llevarla al taller bajo la mirada de los comisarios de la restauración (abajo a la izquierda): Jean-Luc Martinez, presidente del Louvre, y Ludovic Laugire, investigador del Departamento de Antigüedades Griegas, Etruscas y Romanas.
-Delicadeza
Una de las restauradoras limpia la superficie con papel japonés empapado en una ligera solución de carbonato de sodio.
-Todo, a mano
Los especialistas han recolocado en su lugar 13 fragmentos de los 30 conservados en el museo.
-El ángel azul
Los análisis han sacado a la luz trazas de azul egipcio. La parte baja del manto debía de tener un reborde de ese color.
-Mármol gris
La estatua alada se asienta sobre 23 bloques de mármol que representan un barco de guerra. El conjunto debía medir unos cinco metros de alto.
-La ligereza del viento
Tras la restauración, el mármol ha vuelto a reflejar la palidez y la sutileza de los drapeados del manto. Un cordoncillo sujeta la túnica bajo el pecho.
-Puzle heleno
Uno de los expertos en el momento de recolocar una pluma que le faltaba a su ala izquierda.
Él lo hizo
El arqueólogo francés Charles Champoiseau, fue el descubridor de la obra, en 1863, en la isla de Samotracia.
TÍTULO:¿ DEBEMOS FIARNOS SOLO DE NUESTRA CONCIENCIA ?.
- Estoy en un pequeño pueblo humedecido por el Atlántico, cerca de Royan, bien al norte de Burdeos. La especie más prolífica y vistosa por ...foto,.Estoy en un pequeño pueblo humedecido por el Atlántico, cerca de Royan, bien al norte de Burdeos. La especie más prolífica y vistosa por aquí son los pájaros muchísimos más que los humanos, y sus colores no son chillones, sino matizados; es como si, al ser privados de la compañía de los humanos, su señal para los depredadores se hubiera dulcificado: ¿para qué hacían falta colores más brillantes para alejar a las bestias carnívoras? La naturaleza parecía tener razón: todo gris y pocas estridencias.
La segunda cosa que llamaba la atención en un paisaje dibujado por las aves era el cuantioso número de objetos diseminados por todos los rincones: piedrecillas, piedras, rocas, restos de ramas secas con las que fabricar nidos, babosas, gusanillos cubriendo un paisaje de encinas repletas de simulacros de pequeñas bellotas o una plaga de cochinillas, como las llaman los jardineros de turno. Después de pasar horas distinguiendo si las esperadas bellotas estaban realmente aflorando o habían renunciado a la vida hacía tan solo un par de semanas atrás, me pasé un tiempo absorto en un esfuerzo milimétrico, empeñado en conseguir que algo así como un millar de hormigas fueran eliminadas, apretando el pulgar o el índice contra el tronco de una joven encina, dejando una marca sanguinolenta para que la vista o el olfato de las que por ahora estaban a salvo las asustara para un rato.
La verdad es que los demás objetos -algunos muy bellos-, como un cántaro abandonado para siempre al pie de un árbol- no me importaban nada comparados con la belleza afiligranada de mis hormigas. ¡Qué raro que no estemos pensando más a menudo cuán escasos somos en número y hazañas, comparado con el resto de los 'objetos' que pululan alrededor! Debieron transcurrir varios miles de millones de años para que algunos de estos 'objetos' se transformaran en algo que supiera ir en una dirección determinada; y no digamos ya que tuvieran conciencia de lo que hacían o que pudieran empatizar con otros. En realidad, solo ahora empezamos a entender que el inconsciente fue lo que surgió primero en el tiempo evolutivo y que la conciencia se desarrolló mucho más tarde en la historia de la evolución.
La gente tiende a olvidar que necesariamente hubo muchos sistemas inconscientes, útiles y adaptativos, que guiaron nuestra manera de comportarnos; fue el inconsciente, mucho antes que la aparición de la conciencia hace apenas cien mil años, lo que nos permitió sobrevivir y reproducirnos. Los 'objetos' que consideramos impasibles y lejanos de nuestros sentimientos fueron, en cambio, nuestros antecesores. Es increíble pensar que apenas hemos empezado a deslindar el conocimiento acumulado por el inconsciente del conocimiento racional albergado en la parte consciente de nuestra mente. Hay un secreto válido para separar uno de otro sin temor a equivocarse: no es cierto que el pensamiento o los sueños albergados en el inconsciente sean todos falsos, como tampoco es cierto que el fruto del esfuerzo racional mucho más reciente sea siempre verdadero. Depende. Existen multitud de sueños inconscientes que nos han preservado de males horribles, y la experiencia nos dice que, cuando los descubramos, deberíamos profundizar en muchos sueños racionales y conocerlos.
Existen animales cuyo conocimiento es todo, o prácticamente todo, genético. Pueden nacer sin conocer a sus madres porque durante su vida, su estructura genética les irá resolviendo todos los problemas. A nosotros, los humanos, nos toca reflexionar constantemente para no equivocarnos. El conocimiento inconsciente acumulado será importantísimo guardarlo como un tesoro. E igual ocurrirá con el conocimiento probado.
DESAYUNO DE DOMINGO CON ROSENDO CANTANTE,./ DE MOMIAS Y ZOMBIS,. / LA COCINA DOMINGO, MACARRONES CON GORGONZOLA Y JAMON,.
TÍTULO: DESAYUNO DE DOMINGO CON ROSENDO CANTANTE,.
"Seguro que ana botella no sabe que tengo una calle con mi nombre",.
R. Seguro que Ana Botella no sabe que tengo una calle con mi nombre. Yo no lo diría muy alto, por si acaso [se ríe]. XL. Por cierto, ¿no le dan ...foto
Desayuno de domingo con...
Con la llegada del verano se hace más patente la presencia de momias. No hay más que abrir una revista o sintonizar uno de esos magacines ...foto
"Seguro que ana botella no sabe que tengo una calle con mi nombre",.
R. Seguro que Ana Botella no sabe que tengo una calle con mi nombre. Yo no lo diría muy alto, por si acaso [se ríe]. XL. Por cierto, ¿no le dan ...foto
Rosendo: "Seguro que Ana Botella no sabe que tengo una calle con mi nombre"
A mis 60 años sigo siendo el 'rockero'
de siempre que protesta porque no le gusta lo que ve. Estoy de gira con
el disco 'Vergüenza torera' y, el 27 de septiembre, presento en la plaza
de las Ventas la antología 'Una vida de rock'.
XLSemanal. A los siete años ya quería ser músico. Eso es tenerlo claro...
Rosendo. No fue premeditado. Empecé a cantar en el coro del colegio con los curas... y hasta hoy.
XL. Sin embargo, empezó una ingeniería... ¿Qué pasó por su cabeza?
R. Mi hermano mayor estudiaba una y lo seguí, pero duré poco.
XL. Dicen que de mayor uno se calma un poco, pero con usted la teoría falla...
R. Está claro [risas]. Sigo igual de incisivo porque la situación me supera. Incluso ha aumentado mi mala leche.
XL. Ha estado tres años en el dique seco, hasta sacar nuevo disco.
R. Es que ya no tengo la necesidad imperiosa de sacar un disco al año.
XL. En Vergüenza torera canta:«Qué desilusión, qué mierda de país». ¿Es para tanto?
R. No, pero estoy bastante mosqueado. Lo digo en un tono irónico y de queja, porque a mí España me gusta mucho.
XL. ¿A quién recomienda tener vergüenza torera?
R. A los políticos de este país, que no tienen ninguna. Estamos retrocediendo en derechos y libertades 20 o 30 años.
XL. ¿Le anima algo la irrupción en política de Pablo Iglesias?
R. En principio parece un revulsivo, pero aún no lo tengo claro. Nos va a tener que convencer.
XL. También reniega de Madrid porque dice que ya no es lo que era...
R. Echo de menos cuando era un chaval y se podía bajar a jugar a la calle. Ahora, Madrid me produce angustia.
XL. No se queje muy alto porque, como ha ocurrido en Sevilla, le pueden quitar la calle que le dedicaron.
R. Seguro que Ana Botella no sabe que tengo una calle con mi nombre. Yo no lo diría muy alto, por si acaso [se ríe].
XL. Por cierto, ¿no le dan mucho calor esos pelos tan largos y sueltos?
R. Sí, pero no me los voy a cortar porque me vería raro de otra manera.
XL. Solo ha tenido una novia, que hoy es su mujer. ¿Eso cómo se consigue?
R. No lo sé, son cosas que pasan. Supongo que eligiendo bien [se ríe].
XL. Con 60 años, muy pocos artistas siguen en la brecha. ¿Va a ser cierto que los viejos rockeros nunca mueren?
R. ¡Qué va! Los rockeros se mueren y algunos, hasta jóvenes. Lo que tengo es aguante... y que no sé hacer otra cosa.
XL. ¡Pero si le han ofrecido participar hasta en tertulias políticas...!
R. Paso. Sería muy ridículo. En esa situación se lo pasaría bien todo el mundo menos yo.
Su desayuno: «Normalmente tomo un zumo de naranja, un café con leche y una magdalena. Pero, cuando puedo, bajo al parque y, en un bar, me tomo un café con leche y unas porras».
Rosendo. No fue premeditado. Empecé a cantar en el coro del colegio con los curas... y hasta hoy.
XL. Sin embargo, empezó una ingeniería... ¿Qué pasó por su cabeza?
R. Mi hermano mayor estudiaba una y lo seguí, pero duré poco.
XL. Dicen que de mayor uno se calma un poco, pero con usted la teoría falla...
R. Está claro [risas]. Sigo igual de incisivo porque la situación me supera. Incluso ha aumentado mi mala leche.
XL. Ha estado tres años en el dique seco, hasta sacar nuevo disco.
R. Es que ya no tengo la necesidad imperiosa de sacar un disco al año.
XL. En Vergüenza torera canta:«Qué desilusión, qué mierda de país». ¿Es para tanto?
R. No, pero estoy bastante mosqueado. Lo digo en un tono irónico y de queja, porque a mí España me gusta mucho.
XL. ¿A quién recomienda tener vergüenza torera?
R. A los políticos de este país, que no tienen ninguna. Estamos retrocediendo en derechos y libertades 20 o 30 años.
XL. ¿Le anima algo la irrupción en política de Pablo Iglesias?
R. En principio parece un revulsivo, pero aún no lo tengo claro. Nos va a tener que convencer.
XL. También reniega de Madrid porque dice que ya no es lo que era...
R. Echo de menos cuando era un chaval y se podía bajar a jugar a la calle. Ahora, Madrid me produce angustia.
XL. No se queje muy alto porque, como ha ocurrido en Sevilla, le pueden quitar la calle que le dedicaron.
R. Seguro que Ana Botella no sabe que tengo una calle con mi nombre. Yo no lo diría muy alto, por si acaso [se ríe].
XL. Por cierto, ¿no le dan mucho calor esos pelos tan largos y sueltos?
R. Sí, pero no me los voy a cortar porque me vería raro de otra manera.
XL. Solo ha tenido una novia, que hoy es su mujer. ¿Eso cómo se consigue?
R. No lo sé, son cosas que pasan. Supongo que eligiendo bien [se ríe].
XL. Con 60 años, muy pocos artistas siguen en la brecha. ¿Va a ser cierto que los viejos rockeros nunca mueren?
R. ¡Qué va! Los rockeros se mueren y algunos, hasta jóvenes. Lo que tengo es aguante... y que no sé hacer otra cosa.
XL. ¡Pero si le han ofrecido participar hasta en tertulias políticas...!
R. Paso. Sería muy ridículo. En esa situación se lo pasaría bien todo el mundo menos yo.
Su desayuno: «Normalmente tomo un zumo de naranja, un café con leche y una magdalena. Pero, cuando puedo, bajo al parque y, en un bar, me tomo un café con leche y unas porras».
TÍTULO: DE MOMIAS Y ZOMBIS,.
Con la llegada del verano se hace más patente la presencia de momias. No hay más que abrir una revista o sintonizar uno de esos magacines ...foto
Con la llegada del verano se hace más patente la presencia
de momias. No hay más que abrir una revista o sintonizar uno de esos
magacines televisivos para encontrarse con un ramillete de parientas de
Tutankamón. Hablo de esas famosas y famosuelas que piensan y estas son
sus propias palabras «que la edad de uno no está en el DNI, sino en su
espíritu». Y precisamente para que la edad no las delate,
décadas atrás, con las velitas aún humeantes sobre la tarta de su
trigésimo cumpleaños, ya empezaron a tomar medidas drásticas.
Verbigracia, operarse primero del pecho y/o la nariz, luego de las
cartucheras, de ahí pasan a los párpados y el cuello, cuando no a un
lifting completo antes de cumplir los cuarenta. Dicho en román
paladino, un recauchutaje integral hasta quedar todas idénticas,
clónicas. Lo que más sorprende de estas momias es que ellas se ven
siempre divinas.
Menos mal, me apresuro a añadir, porque con mi minúscula autoestima, por ejemplo, si un día llego a verme como ellas en un espejo les juro por lo más sagrado que no vuelvo a pisar la calle. Me gustaría puntualizar, sin embargo, que no estoy en contra de la cirugía estética. Al contrario, le estoy enormemente agradecida. Hasta los dieciséis años yo tenía una de esas narices que hubieran hecho las delicias de Quevedo (ya saben aquello de «Érase un hombre a una nariz pegado, una nariz superlativa», etcétera). Por suerte, mi madre decidió aprovechar unas vacaciones de Semana Santa para hacerme un cambio de look completo. No solo me operó la nariz, sino que, como en esos programas de antes y después, me llevó a un buen peluquero, me cambió el vestuario y la estética hasta conseguir que el gusano (léase, servidora de todos ustedes) se convirtiera en crisálida o ninfa.
Nada que reprochar, por tanto, a los profesionales que se dedican a mejorar el aspecto de quien lo necesita. Pero sí me gustaría llamar la atención sobre esas personas cada vez más jóvenes, por cierto que cogen carrerilla con los retoques y les da por los yaques... Ya que me he hecho los ojos y me han quedado muy bien, voy a hacerme también los pómulos; y ya que estoy tan guapa, vamos ahora con los labios y la barbilla. Y ya que, ya que... y quedan alicatadas hasta el techo. Entre todas las momias devotas de los yaques, a mí las que más gracia me hacen son las zombis. Pongamos por caso el de una de las reinas del cuché que llevamos cuarenta años viendo, semana sí y semana también, en las revistas de cuore tan tuneada y photoshopeada que parece que no se ha enterado de que hace años que su reino ya no es de este mundo. Y hasta tal punto ha llegado a creerse su propio tuneo, que trata de competir con sus propias hijas (jaleada por unos cuantos periodistas que siempre me pregunto si se creerán lo que dicen o esa es su forma de carcajearse por lo bajini).
No deja de ser curioso también que, cuando a una zombi de estas características se le pregunta por sus secretos de belleza, bata sus pestañas (postizas, obviamente) y proclame que consiste en dormir muchísimo y en beber tres o cuatro litros de agua diarios. Yo no sé si ese será el secreto de la eterna juventud pero, modestamente, prefiero el de mi padre. Él decía que las mujeres que le resultaban interesantes no eran las más jóvenes, ni siquiera las más guapas, sino las que no se tomaban demasiado en serio. Cuando le pregunté en qué consistía eso, para ver si podía aprender el truco, me explicó que las guapas que van de guapas automáticamente dejan de serlo. ¿Significa entonces que hay que apostar por la naturalidad absoluta, prescindir de todo artificio e incluso de algunos retoques? Yo, desde luego, no pienso dejar de hacer todas las trampas que pueda al calendario, incluso con algo de cirugía, si veo que es preciso. Lo único que le pido a mi padre, que está allá arriba, es que si alguna vez ve que llevo camino de convertirme en zombi o en momia me lo haga saber de algún modo. Conociéndolo, estoy segura de que lo hará. Aunque sea en una sesión de güija, papá, por favor, prométemelo.
TÍTULO: LA COCINA DOMINGO, MACARRONES CON GORGONZOLA Y JAMON,.
Ingredientes: 400 g de macarrones, 150 g de jamón ibérico cortado en dados, 150 g de queso gorgonzola, 400 g de nata líquida, 100 g de ...foto,.
La cocina fácil... de Martin Berasategui
Menos mal, me apresuro a añadir, porque con mi minúscula autoestima, por ejemplo, si un día llego a verme como ellas en un espejo les juro por lo más sagrado que no vuelvo a pisar la calle. Me gustaría puntualizar, sin embargo, que no estoy en contra de la cirugía estética. Al contrario, le estoy enormemente agradecida. Hasta los dieciséis años yo tenía una de esas narices que hubieran hecho las delicias de Quevedo (ya saben aquello de «Érase un hombre a una nariz pegado, una nariz superlativa», etcétera). Por suerte, mi madre decidió aprovechar unas vacaciones de Semana Santa para hacerme un cambio de look completo. No solo me operó la nariz, sino que, como en esos programas de antes y después, me llevó a un buen peluquero, me cambió el vestuario y la estética hasta conseguir que el gusano (léase, servidora de todos ustedes) se convirtiera en crisálida o ninfa.
Nada que reprochar, por tanto, a los profesionales que se dedican a mejorar el aspecto de quien lo necesita. Pero sí me gustaría llamar la atención sobre esas personas cada vez más jóvenes, por cierto que cogen carrerilla con los retoques y les da por los yaques... Ya que me he hecho los ojos y me han quedado muy bien, voy a hacerme también los pómulos; y ya que estoy tan guapa, vamos ahora con los labios y la barbilla. Y ya que, ya que... y quedan alicatadas hasta el techo. Entre todas las momias devotas de los yaques, a mí las que más gracia me hacen son las zombis. Pongamos por caso el de una de las reinas del cuché que llevamos cuarenta años viendo, semana sí y semana también, en las revistas de cuore tan tuneada y photoshopeada que parece que no se ha enterado de que hace años que su reino ya no es de este mundo. Y hasta tal punto ha llegado a creerse su propio tuneo, que trata de competir con sus propias hijas (jaleada por unos cuantos periodistas que siempre me pregunto si se creerán lo que dicen o esa es su forma de carcajearse por lo bajini).
No deja de ser curioso también que, cuando a una zombi de estas características se le pregunta por sus secretos de belleza, bata sus pestañas (postizas, obviamente) y proclame que consiste en dormir muchísimo y en beber tres o cuatro litros de agua diarios. Yo no sé si ese será el secreto de la eterna juventud pero, modestamente, prefiero el de mi padre. Él decía que las mujeres que le resultaban interesantes no eran las más jóvenes, ni siquiera las más guapas, sino las que no se tomaban demasiado en serio. Cuando le pregunté en qué consistía eso, para ver si podía aprender el truco, me explicó que las guapas que van de guapas automáticamente dejan de serlo. ¿Significa entonces que hay que apostar por la naturalidad absoluta, prescindir de todo artificio e incluso de algunos retoques? Yo, desde luego, no pienso dejar de hacer todas las trampas que pueda al calendario, incluso con algo de cirugía, si veo que es preciso. Lo único que le pido a mi padre, que está allá arriba, es que si alguna vez ve que llevo camino de convertirme en zombi o en momia me lo haga saber de algún modo. Conociéndolo, estoy segura de que lo hará. Aunque sea en una sesión de güija, papá, por favor, prométemelo.
TÍTULO: LA COCINA DOMINGO, MACARRONES CON GORGONZOLA Y JAMON,.
Ingredientes: 400 g de macarrones, 150 g de jamón ibérico cortado en dados, 150 g de queso gorgonzola, 400 g de nata líquida, 100 g de ...foto,.
Macarrones con gorgonzola y jamón
Una contundente y deliciosa receta, para los amantes de la pasta
Ingredientes: 400 g de macarrones, 150 g de
jamón ibérico cortado en dados, 150 g de queso gorgonzola, 400 g de
nata líquida, 100 g de emmental rallado, media pastilla de caldo de ave,
agua, sal y 1 cucharada sopera de cebollino picado.
Elaboración:
-De la crema de gorgonzola: se vierte la nata en una cazuela y se echa media pastilla de caldo bien desmenuzada con las manos. Se calienta a fuego bajo hasta que la nata haya dado un hervor, la preparación esté homogénea y los trocitos de pastilla se hayan deshecho. Se retira la cazuela del fuego y se añade el queso gorgonzola. Se mezcla con una espátula sin remover mucho hasta que quede una crema muy untuosa y se reserva hasta el momento de montar el plato.
-De los macarrones: se precalienta el horno a 180 ºC. Se cuece la pasta en una cazuela amplia con abundante agua con sal durante unos 10 minutos (o el plazo de tiempo que marque el paquete de pasta, según se prefiera más blanda o más al dente), removiendo de tanto en tanto para que la pasta no se pegue al fondo de la cazuela. Pasado el tiempo, se echa la pasta en un escurridor para eliminar el agua de la cocción y se coloca nuevamente en la cazuela bien esparcida. Se vierte encima la crema de gorgonzola y se añade también el jamón ibérico picado en dados de unos cinco milímetros de lado.
Acabado y presentación: se mezclan bien los macarrones con la crema de gorgonzola y el jamón hasta que los ingredientes estén bien integrados. Se vierte la preparación en un recipiente apto para el horno y se espolvorea por encima con el queso emmental rallado. Se hornea la pasta durante 8 minutos y se finaliza dejándola otros 2 minutos gratinando. Cuando coja un color muy dorado, se saca del horno, se espolvorea con cebollino y se sirve.
Mis trucos
Dos consejos a la hora de hacer la crema de queso: el gorgonzola debe añadirse a la nata cuando esta esté caliente, pero no hirviendo; y, una vez añadido el queso, este debe removerse lo menos posible para evitar que se formen filamentos.
Reinos de humo, por Carlos Maribona
Escabeches para el verano
El verano invita a comer platos ligeros. Entre ellos los escabeches, técnica culinaria tan antigua en sus orígenes como moderna en su concepto que nace de la necesidad de conservar alimentos. Consiste en cocinar carnes de caza, pescados y otros productos con vinagre, hojas de laurel, cebolla y diversas especias como el clavo. Los escabeches se pueden guardar largo tiempo y permiten elaborar platos frescos y aromáticos, muy adecuados para estos días de calor. Aunque, como escribe Néstor Luján, proceden de una preparación árabe que ya aparece reflejada en Las mil y una noches, fue en España donde se transformaron en una receta universal. Hasta el punto de que la enciclopedia Larousse gastronomique, tan afrancesada, admite que se trata de una importante aportación de la cocina española.
Los mejores escabeches tradicionales suelen encontrarse en las regiones más alejadas del mar, sobre todo en las dos Castillas, donde los de pescado y los de caza tienen una gran raigambre. Entre los muchos restaurantes castellanos para comerlos, una dirección imprescindible es Lera-El Mesón del Labrador, en Castroverde de Campos (Zamora). Cecilio Lera y su hijo Luis Alberto bordan especialmente los de caza menor, sin olvidar los de níscalos de botón, los de jurel o los de bonito. Es tiempo de disfrutarlos.
Elaboración:
-De la crema de gorgonzola: se vierte la nata en una cazuela y se echa media pastilla de caldo bien desmenuzada con las manos. Se calienta a fuego bajo hasta que la nata haya dado un hervor, la preparación esté homogénea y los trocitos de pastilla se hayan deshecho. Se retira la cazuela del fuego y se añade el queso gorgonzola. Se mezcla con una espátula sin remover mucho hasta que quede una crema muy untuosa y se reserva hasta el momento de montar el plato.
-De los macarrones: se precalienta el horno a 180 ºC. Se cuece la pasta en una cazuela amplia con abundante agua con sal durante unos 10 minutos (o el plazo de tiempo que marque el paquete de pasta, según se prefiera más blanda o más al dente), removiendo de tanto en tanto para que la pasta no se pegue al fondo de la cazuela. Pasado el tiempo, se echa la pasta en un escurridor para eliminar el agua de la cocción y se coloca nuevamente en la cazuela bien esparcida. Se vierte encima la crema de gorgonzola y se añade también el jamón ibérico picado en dados de unos cinco milímetros de lado.
Acabado y presentación: se mezclan bien los macarrones con la crema de gorgonzola y el jamón hasta que los ingredientes estén bien integrados. Se vierte la preparación en un recipiente apto para el horno y se espolvorea por encima con el queso emmental rallado. Se hornea la pasta durante 8 minutos y se finaliza dejándola otros 2 minutos gratinando. Cuando coja un color muy dorado, se saca del horno, se espolvorea con cebollino y se sirve.
Mis trucos
Dos consejos a la hora de hacer la crema de queso: el gorgonzola debe añadirse a la nata cuando esta esté caliente, pero no hirviendo; y, una vez añadido el queso, este debe removerse lo menos posible para evitar que se formen filamentos.
Reinos de humo, por Carlos Maribona
Escabeches para el verano
El verano invita a comer platos ligeros. Entre ellos los escabeches, técnica culinaria tan antigua en sus orígenes como moderna en su concepto que nace de la necesidad de conservar alimentos. Consiste en cocinar carnes de caza, pescados y otros productos con vinagre, hojas de laurel, cebolla y diversas especias como el clavo. Los escabeches se pueden guardar largo tiempo y permiten elaborar platos frescos y aromáticos, muy adecuados para estos días de calor. Aunque, como escribe Néstor Luján, proceden de una preparación árabe que ya aparece reflejada en Las mil y una noches, fue en España donde se transformaron en una receta universal. Hasta el punto de que la enciclopedia Larousse gastronomique, tan afrancesada, admite que se trata de una importante aportación de la cocina española.
Los mejores escabeches tradicionales suelen encontrarse en las regiones más alejadas del mar, sobre todo en las dos Castillas, donde los de pescado y los de caza tienen una gran raigambre. Entre los muchos restaurantes castellanos para comerlos, una dirección imprescindible es Lera-El Mesón del Labrador, en Castroverde de Campos (Zamora). Cecilio Lera y su hijo Luis Alberto bordan especialmente los de caza menor, sin olvidar los de níscalos de botón, los de jurel o los de bonito. Es tiempo de disfrutarlos.
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