Hemos reunido a hombres y mujeres de
entre 80 y 90 años que siguen al pie del cañón. Todos han triunfado en
su vida profesional, pero siguen en la brecha. Como presidentes, actores
de teatro, jueces, artistas, cocineros... Estas son sus razones.
«Todo lo que he creado antes de los 70 años no es digno de ser contado.
Es
a partir de los 73 años cuando he empezado a entender la estructura de
la naturaleza, de los animales y las hierbas, de los árboles y los
pájaros, de los peces y los insectos; en consecuencia, a los 80 años
habré hecho aún más progresos; a los 90 espero haber penetrado en el
misterio de las cosas; a los 100 años debería haber llegado a un
maravilloso grado de conocimiento; y cuando alcance los 110, todo lo que haga, cada punto, cada línea, encerrará el instinto de la vida».
Katsushika Hokusai, artista japonés (1760-1849)
-NÚRIA ESPERT
Actriz. 80 años. Interpreta cada tarde al rey Lear en el Teatro Lliure, en Barcelona.
"¿Conservar el niño que llevamos dentro? ¡Nada de eso! Cada etapa debe ser vivida como es"
XL. ¿Le cuesta decir la edad?
NE.
A partir de los 60, no. Me impuso más cumplir 40. Me encontré pasando
revista a mi vida y me pareció que había cosas que no había hecho, que
iba retrasada.
XL. ¿No se plantea dejar el escenario?
NE.
¡A mí no me sacan del teatro ni los geos!Hay actrices que se quejan de
que no hay papeles para mayores, pero usted no para.Depende de la suerte
y de la genética. Hace falta mucha salud y memoria para hacer un papel
como el del rey Lear; y, luego, tener la suerte de que te lo ofrezcan.
Que yo pueda seguir trabajando se lo debo a la naturaleza, no es mérito
de nadie.
XL. También habrá que cuidarse...
NE.
Hay gente que se cuida y tiene finales malísimos, y quien se lo pasa
bomba toda la vida y dura 200 años. Sé poco de genética, pero ahí debe
de estar la clave.
XL. ¿Le cuesta más salir al escenario?
NE. No, es un placer. Yo me sigo preparando cada tarde como para una primera cita, como para una boda, en cuerpo y alma.
XL. ¿Autores y directores penalizan la edad?
NE.
No, el teatro es de las pocas profesiones en las que lo mucho que has
aprendido y trabajado sigue valorándose en los finales de tu carrera. Es
una profesión llena de privilegios.
XL. ¿Qué ha cambiado desde sus primeros trabajos?
NE.
Cuando yo empecé, estaba mal visto que las mujeres trabajaran en el
teatro. Hemos sido la avanzadilla, mujeres adelantadas a nuestro tiempo.
La sociedad, luego, ha seguido nuestros pasos. Ser actriz es hoy un
marchamo de inteligencia, de estudio y de seriedad. En esto ha habido
una evolución tremenda.
XL. ¿A los 80 se dejan de lado planes de futuro?
NE.
¡Lo único que no pido ya es una hipoteca! Por lo demás, sigo haciendo
planes de trabajo, de viajes... Sigo comprando libros que están en la
mesita de noche esperando su turno, quiero cambiar la cocina de mi casa,
la moqueta de la escalera...
XL. ¿No ha llegado el momento de enseñar lo que sabe?
NE.
No, porque si eso se produce es sin la consciencia de quien lo
transmite; mientras que recibir es algo consciente. Yo he tenido la
suerte de trabajar con actores buenísimos y he aprendido y sigo
aprendiendo de ellos.
XL. ¿En qué se diferencian sus primeras actuaciones de las últimas?
NE. ¡Puf!
Debe de haber muchas, pero no me acuerdo bien de lo que sentí cuando
hice Medea con 19 años, sustituyendo a la primera actriz. Sé que lo hice
y que salió bien. Dicen que con los años sale el niño que tenemos
dentro...No, no comulgo con nada de eso. No tengo ningún interés en
volver a ser como una niña. ¿Conservar el niño de dentro? ¡Nada! La vida
es un florecimiento, y cada etapa debe ser vivida como es. La desdicha
es querer ser como el año pasado.
-MARISA SÁNCHEZ
A
sus 82 años sigue al frente del hotel Echaurren, con dos comedores: el
tradicional, el suyo; y el otro, el de sus hijos, con tres estrellas
Michelin.
"Yo les digo a mis hijos que no olviden la cocina tradicional; es el alma"
XL. ¿Qué pensó cuando se vio con 80 años?
MS.
Que quería seguir cumpliendo años y trabajando. Su profesión se ha
sofisticado mucho...Totalmente. Mis hijos hacen otro tipo de cocina,
pero yo les digo que no pueden abandonar la tradicional; es el alma.
XL. ¿Qué le motiva a seguir al pie del cañón?
MS.
Estoy muy encima de las cosas, pero no como antes. Si no estuviera tan
torpe de movimientos no pararía, porque disfruto con lo que hago. De
tantas horas de pie en la cocina, mis piernas fallan mucho.
XL. ¿Ha cambiado mucho su cocina en estas últimas décadas?
MS. Sí,
claro. Yo empecé con cocinas de leña, y la llegada del gas fue una
revolución. En la cocina moderna hay platos muy buenos, pero otros no me
gustan tanto. Los cocidos, por ejemplo, parecen cemento. Mi cocina es
más amorosa. No utilizo mucho los artilugios modernos. La Thermomix esa
no sé ni cómo funciona.
XL. Los comedores de su hotel son como un choque de trenes...
MS.
Pero conviven perfectamente, cada uno con su estilo. Yo soy muy de
cazuelas, fuego lento... Sabe mejor así. Soy una persona abierta a todo,
pero no a lo que cambie el sabor de siempre. Aunque también reconozco
que me da envidia cuando veo a mis hijos hacer esas cosas tan estupendas
que hacen. Me gusta meterme en su cocina y mirarlos, calladita, sin
estorbar.
GABRIEL ESCARRER JULIÁ
Presidente y fundador de Melia Hotels International. 79 años.
"Antes, me comía el mundo sin apenas ser consciente de ello"
XL. ¿Qué le hace seguir trabajando?
GE. La ilusión. Sigo sintiendo pasión por lo que hago.
XL. ¿Vive de otra manera con 80 años?
GE.
Bueno, estoy a punto, pero aún no los he cumplido [se ríe]. Hay que
mirar la parte positiva. Antes, me comía el mundo sin apenas ser
consciente de ello; ahora valoro más las cosas buenas. Antes, no
guardaba tiempo para mí; y ahora intento disfrutar de cada momento, de
trabajo y de ocio.
XL. ¿Le cuesta más tomar decisiones?
GE.
No me cuesta más, pero el sentido común me aconseja dejar cada vez más
espacio a los jóvenes. Hoy es mi hijo el principal ejecutivo, aunque me
encanta asesorarlo.
XL. ¿La experiencia le hace más conservador?
GE.
Es curioso, pero en algunas cosas me estoy volviendo vanguardista, como
en el tema de la digitalización, que me tiene fascinado; pero en otros
soy muy conservador, como en política económica. He vivido muchas crisis
en muchos países del mundo y he aprendido que cuando un país gasta más
de lo que ingresa acaba arruinándose. Y con el futuro de las personas
que llevan toda una vida trabajando no se debe jugar.
XL. ¿Sigue aprendiendo o es momento de transmitir cuanto ha aprendido?
GE.
Sigo aprendiendo cada día, pero solo de aquello que me interesa; no
estoy para perder mi precioso tiempo. En cuanto a transmitir lo que sé,
siempre he intentado hacerlo con mis hijos, pero ahora me doy cuenta de
que cada vez más intentó transmitir mi experiencia a otros
colaboradores. Me sale darles consejos, recordarles los sabios refranes
mallorquines... En fin, supongo que es por la edad.
XL. ¿Qué le sorprende a estas alturas?
GE.
¿A pesar de haberlo visto casi todo? Me sigue sorprendiendo, en
negativo, la deslealtad de algunos supuestos amigos; y, en positivo, la
solidaridad y la alegría de gentes muy sencillas, como algunos de
nuestros trabajadores del Caribe. Ante dificultades como un huracán que
les deja sin casa, se vuelcan en ayudarse y recomponer los hoteles para
empezar de nuevo.
XL. ¿Reflexiona sobre la otra vida o no le preocupa?
GE.
Claro que me preocupa. Siempre he sido un hombre religioso y ahora me
alegro de tener una fe y un líder espiritual al que admiro, como el Papa
Francisco.
XL. ¿Qué planes ha dejado de hacer?
GE. Ya no esquío, no buceo... Estoy dejando los deportes de riesgo [se ríe].
XL. Hay ocasiones en las que piensa: «Ya no tengo edad para...».
GE. Para conceder entrevistas a los medios de comunicación.
XL. ¿Qué sabe ahora que a los 60 o 70 desconocía?
GE.
Que la solución del mundo es la tercera vía: la colaboración
público-privada. Y la responsabilidad social corporativa. Las empresas
deben involucrarse en el bienestar de sus comunidades.
XL. ¿Es optimista con lo que ve a su alrededor?
GE.
Soy optimista para el mundo y algo menos para España. Me parece
inaudito que estemos considerando la posibilidad de que triunfe un
sistema comunista o de corte populista en un país europeo tan avanzado
como España, por ejemplo.
XL. ¿Qué tal duerme y cómo se encuentra y se cuida?
GE.
Duermo poco, pero bien se duerme bien por la conciencia y la
tranquilidad, más que por la edad y me encuentro razonablemente bien:
hago natación todos los días y como sano, apenas bebo... En fin, me
porto bien.
-RUTH BADER GINSBURG
Jueza del Tribunal Supremo de EE.UU. 81 años.
"He aprendido a disfrutar todavía más de las alegrías de la vida"
XL. ¿Cuál es la principal ventaja de llevar muchos años en el Tribunal Supremo de EE.UU.?
RB.
Bueno, la antigüedad es un factor que influye en casi todo cuanto
hacemos en el Tribunal, aunque tengo que aclarar que hay otros jueces
que llevan más tiempo que yo en el Supremo. Por orden de antigüedad, hoy
ocupo la quinta plaza; cuando empecé, me correspondía la novena. Los
años de antigüedad determinan, entre otras cosas, el orden en que nos
sentamos en el estrado o en una reunión.
XL. ¿La antigüedad le hace más influyente?
RB.
El hecho de hablar antes te ofrece la oportunidad de influir en lo que
vayan a decir los que hablarán después. También es posible que un juez
exponga su punto de vista y luego cambie de opinión. Pero resulta poco
frecuente.
XL. ¿Qué es lo que más le ha sorprendido después de cumplir los 80 años?
RB.
No me ha sorprendido nada. Pero sí que he aprendido dos cosas. Una es
que hay que disfrutar todavía más de las alegrías que te ofrece la vida,
porque no sabes cuánto tiempo te queda. A mis años, una tiene que
tomárselo todo día a día. La gente siempre me hace la misma pregunta:
«¿Durante cuánto tiempo va a seguir en el Supremo?». Es una decisión que
tengo que tomar cada año. Lo dejaré en el preciso momento en que note
que empiezan a fallarme las facultades. Una se queda con la impresión de
que el tiempo es precioso y que hay que disfrutar al máximo de lo que
haces. Ya lo dice el viejo poema de Robert Herrick: «Coged las rosas
mientras podáis». Pasé por momentos muy difíciles tras la muerte de mi
marido. Llevábamos 56 años casados, y hacía 60 que nos conocíamos. Han
pasado cuatro años desde entonces y creo estar haciendo lo que a él le
gustaría que yo hiciera.
-LUIS GOYTISOLO
"A partir de los 50, los hilos que no hayan aparecido ya es difícil que aparezcan"
Escritor.
79 años. Acaba de terminar el ensayo, El sueño de San Luis, que saldrá a
la calle esta primavera. Es miembro de la Real Academia de la Lengua.
XL. En marzo cumple 80...¡
LG. No
me lo creo! Siempre he imaginado a la gente de esta edad como Tolstoi o
así [risas]. Cuando cumplí 60, también me llevé un sobresalto. A partir
de entonces, el tiempo pasa más aprisa.
XL. ¿Se cuida?
LG. Sí, camino, hago ejercicio diario, flexiones, pesas, estoy muy ágil. También sigo un régimen adecuado.
XL. ¿Hay momentos en los que se dice: «Yo ya no tengo edad para...»?
LG.
No, hago todo lo que hacía antes. Lo que me molesta son los olvidos de
nombres propios que tengo en la punta de la lengua. Pero también le pasa
a gente con menos edad.
XL. Entonces echa mano de Internet...
LG.
No, yo el teléfono móvil lo uso solo para llamar y mandar mensajes;
también utilizo el WhatsApp. Pero no me gusta depender de él. Además, no
me fío de pagar a través de Internet o de que entre otro y capture mis
cosas. Tengo mucho cuidado con eso. La gente piensa que las redes unen, y
lo que hacen es dispersar y convertir a la población en una masa amorfa
y virtual.
XL. ¿Su forma de escribir ha cambiado?
LG.
Ha evolucionado, porque al principio no tenía un estilo propio; pero no
tanto. Mi primera novela, Las afueras, la terminé a los 23 años y se va
a reeditar ahora. He vuelto a leerla y aguanta perfectamente.
XL. ¿Es más fácil escribir con la experiencia?
LG.
No, ahora es más difícil. La época de mayor creatividad va de los 20 a
los 50. A partir de los 50, los hilos que no hayan aparecido ya es
difícil que aparezcan.
XL. ¿Ha perdido la capacidad de sorprenderse?
LG.
No, pero percibo cambios en la sociedad del mundo entero que ningún
pensador había imaginado. Estamos en un cambio de época. Me preocupa.
XL. ¿Ha pensado alguna vez en jubilarse y cobrar una pensión?
LG.
Ya me he jubilado, pero cobro una pensión ridícula. He optado por
cobrar la mínima para compaginarla con otros ingresos. Sigo trabajando
en lo mío.
T. BOONE PICKENS
Presidente de BP Capital Management. 86 años. Impulsor de fracking
"Me jubilaré el día que me saquen del despacho con los pies por delante"
XL. ¿Cómo influye en su trabajo tener 86 años?
TB.
No me considero tan viejo. Trabajo como hace 30 o 40 años. Las mismas
horas. Ni estoy semijubilado ni dedico menos tiempo o energía al
trabajo. Tengo un preparador personal que viene a casa a las 6:30 de la
mañana, y a las 8:00 estoy en el despacho.
XL. ¿Qué ventajas le aporta la edad a su trabajo?
TB.
Tengo muchísima experiencia. Muy pocas cosas pueden sorprenderme. He
visto de todo -o casi-. Mi médico me dice que la razón por la que sigo
estando tan despierto es porque continúo trabajando. Cuando llego al
despacho, me reúno con mis socios -de ocho a nueve de la mañana, cuando
abren las Bolsas- y hablamos de la actualidad mundial. Luego, cada uno
se marcha a lo suyo. Y volvemos a reunirnos al cierre de las Bolsas.
Así, cada tarde sabemos cómo nos ha ido la jornada. Sabemos de forma
exacta cuánto ganamos o perdemos.
XL. Usted es muy activo en Twitter...
TB.
Los tuits no los escribo yo. Mi secretaria se encarga. Pero sí que digo
lo que me parece, y la gente presta atención. Me divirtió lo que dijo
el rapero Drake: «Lo difícil es ganar el primer millón de dólares». Mi
respuesta fue: «¿Ah, sí? Pues yo creo que lo difícil es ganar los
primeros mil millones».
XL. ¿Cuándo se jubilará?
TB. El día que me saquen del despacho con los pies por delante.
JOSÉ MARÍA CARRASCAL
Periodista
y escritor. 84 años. Acaba de publicar su tercer libro sobre la
jubilación, El mundo visto a los 80 años. Es columnista del diario ABC
"Cumplir 80 es un trago. Ves que esto va en serio, la última etapa de tu vida"
XL. Tres libros sobre la tercera edad. Su jubilación es escribir sobre la jubilación de todos...
JMC.
Le conté a la editorial que estaba entrando en una etapa maravillosa y
le propuse escribir sobre ella. Fue un éxito. Luego vinieron los demás.
XL. ¿Cómo afecta el cambio de década?
JMC. Cumplir 80 años es un trago. Ves que esto va en serio, empieza la última etapa de nuestra existencia.
XL. ¿Y cómo se afronta?
JMC.
Hay dos maneras: o la aprovechas a tope o la tiras por la ventana.
Antes, la vejez empezaba a los 60, pero se ha retrasado 20 años. En la
época de mis abuelos no se jubilaba nadie, porque muchos se morían
antes; y los que no quedaban apartados, en espera de morir.
XL. ¿Sigue habiendo quien se hunde en esa espera?
JMC. Ahora
es diferente, porque esta última etapa se ha ampliado tanto que la
jubilación terminará siendo la etapa más larga de la vida.
XL. Usted cumple este año 85...
JMC.
Llevo 20 años oficialmente jubilado. Mucho más tiempo que la infancia,
que la adolescencia y casi lo mismo que la etapa laboral.
XL. ¿Hay suficientes actividades para llenar una jubilación tan larga?
JMC.
Este es el problema, que la gente no se prepara para aprovechar esta
etapa. Antes se consideraba que la vida ya estaba acabada. ¡Y no! Es
más, puede ser la mejor etapa.
XL. Pero con la jubilación se reducen los ingresos.
JMC.
En la jubilación no se necesita tanto dinero, porque los grandes gastos
ya los has hecho: los estudios de los hijos, el coche, la hipoteca... y
debes ser más frugal en tus comidas. Pero, ¡cuidado!, hay que tener
asegurado un mínimo, porque no tener lo necesario en la vejez es una
tragedia.
XL. ¿El jubilado se siente finiquitado laboralmente?
JMC.
Debe asumir que ya no está en primera línea, pero debe seguir
trabajando en lo que le gusta, incluso más que antes, porque el cerebro
es un músculo que hay que mantener en forma. Recuerdo la anécdota de un
profesor de la Universidad de California que, tras jubilarse a los 70
años, decidió aprender japonés. Cuando le preguntaron que por qué ese
idioma, respondió: porque es muy difícil. Para estar en plenas
facultades, hay que ponerse metas cada vez más difíciles.
XL. Pero con la edad se pierden facultades físicas y mentales...
JMC.
Físicas, está claro; mentales, yo diría que al revés: aumentan. Ahora,
si voy al cine y no me gusta la película, me voy. De joven, me lo
tragaba todo; a mi edad se es más consciente del aprovechamiento del
tiempo, porque el tiempo es lo más valioso. Y esto es inteligencia y
astucia.
XL. ¿Ha cambiado la perspectiva con la que ve las cosas?
JMC.
Exacto, la experiencia te da otra tranquilidad, solo te preocupa lo
importante. Tienes más profundidad ante lo que pasa a tu alrededor.¿Qué
planes de futuro se hace?A mi edad ya no se hacen planes de futuro, gozo
el instante.
JOSÉ PERIS LACASA
Uno
de los más grandes compositores españoles. 89 años. Está componiendo un
concierto para piano y orquesta. En junio viajará a la Universidad de
Yale, en EEUU
"Seguir componiendo a mi edad es un regalo divino. ¡Será que me he portado bien!
XL. ¿Es indiscreto preguntarle la edad?
JP.
No, pero prefiero no hablar de eso porque acabarán haciéndome
homenajes, y me molestan.Y sigue componiendo...¡Sigo!, es un regalo
divino poder hacerlo a mis años, será que me he portado bien [se ríe].
Componer es un don que te llega de un ser supremo; si no lo tienes, ya
puedes buscar los maestros que quieras que nunca lo harás bien.
XL. ¿Sintió vértigo al cumplir 80 años?
JP. No me enteré; como tampoco me voy a enterar cuando cumpla los 90.
XL. ¿Qué le hace seguir trabajando?
JP. Cuando compongo estoy en mi mundo, hasta me baja la tensión. ¡Mi cardiólogo me dice que tengo que componer más!
XL. ¿Está en mejores condiciones para componer que cuando tenía 50 años?
JP.
De pensamiento, sí. Ahora compongo con más razonamiento. Quizá por eso
me cuesta algo más, porque reflexiono más. Puede que mi trabajo sea
ahora más profundo.
XL. ¿Ha cambiado su ritmo de vida?
JP.
Sí, claro. Ya no tengo tanta afición a salir, pero sigo viajando.
Gracias a Dios, de cabeza estoy igual. Pero quizá ahora tenga más pasión
que equilibrio físico.
XL. ¿Qué planes tiene?
JP.
Estoy componiendo un concierto para piano y orquesta, y lo voy a
estrenar, seguro. Una ópera no la empezaría, porque me llevaría tres o
cuatro años.
XL. Y en su vida ordinaria, ¿piensa en hacer cambios, inversiones...?
JP.
Desde luego no pienso en cambiarme de casa [se ríe]. A mí nunca me ha
interesado 'el tener', me ha preocupado 'el saber'. El fracaso mayor de
España, más que robar, ha sido esa filosofía del tener y no del saber.
XL. ¿Qué le sigue preocupando?
JP. Que
España -con una gran historia de descubridores, escritores y artistas-
está abandonada. En las últimas décadas no ha avanzado nada en el
terreno musical.
XL. ¿Cómo se plantea el final de su vida?
JP.
No me preocupa trascender o no. Sé que la vida se puede terminar en
cualquier momento; pero no lo pienso, aunque rezo por las mañanas. Hoy
no estoy en ese asunto, aunque quizá por haber compuesto tanta música
religiosa debería ir al cielo directo [se ríe]. Recuerdo una
conversación con Severo Ochoa, con quien comí durante 20 años, en la que
me decía: «Usted tiene que ir derecho al cielo..., pero es una lástima
que no exista».
XL. ¿Se jubilará a los 90?
JP. No,
la jubilación no va conmigo. Si jamás he previsto la fecha de unas
vacaciones, tampoco voy a programar el terminar de trabajar.
XL. ¿Le preocupa disponer de dinero suficiente por lo que pueda pasar?Nada, estoy en números rojos desde hace años.
JP.
Mis problemas son de liquidez, porque gano menos que cuando estaba en
activo. Conservo lo que me dejaron mis padres: mis olivos, una casa y
varias fincas. Soy de los que piensan que lo que te han dejado tus
padres debes transmitírselo a tus hijos.
XL. ¿La edad le ha hecho más libre?
JP.
No, yo he vivido mi profesión sin barreras. A mí, nadie me ha
jubilado. Lo que haga la Seguridad Social conmigo ni me preocupa ni me
importa.
RAFAEL CANOGAR
Pintor. 79 años. Prepara obra de Arco. En otoño tendrá exposición individual en Budapest y una colectiva en Londres
"Aún busco superarme, hacer esa obra que está unos metros más allá"
XL. En un par de meses cumple 80 años...
RC. En mayo, sí; me parece algo irreal.
XL. Así que no se lo cree...
RC.
No mucho. Cuando me hablan de hacer una fundación, en broma digo que
cuando sea mayor pensaré en ello; de momento tengo mucho trabajo.
XL. La mayoría de los trabajadores se retiran a los 65 años...
RC.
Pero los pintores estamos siempre en activo. Matisse murió trabajando
en la cama porque no podía levantarse. Yo no concibo el retiro. Es más,
pagaría por seguir pintando.
XL. ¿Qué ve cuando mira al pasado?
RC.
Me da la sensación de que he vivido más de una vida y cambios tremendos
en mi país: nací en mitad de una guerra, viví la dictadura, la
transición, la democracia...
XL. ¿Qué le preocupa?
RC.
Políticamente estoy decepcionado. Hicimos la lucha por la democracia
con mucha ilusión y, sin embargo, después de cuatro décadas, la
democracia todavía está muy coja y muy imperfecta.
XL. ¿Se ha vuelto más conservador?
RC.
Todo lo contrario, tengo la rebeldía asumida como algo anímico que
necesito físicamente. No me gusta repetirme, no he perdido la aventura,
la necesidad de arriesgar... No concibo crear sin riesgo.
XL. ¿Mentalmente se encuentra capaz de trabajar como antes?
RC. Yo
creo que ahora trabajo mejor. Puede que haya ciertas cosas que se
pierden, pero a cambio ganas en sabiduría, memoria, experiencia...
XL. ¿Le cuesta ponerse al día con las nuevas tecnologías?
RC.
Me preocupa que a las personas de mi edad se les esté apartando por no
tener el conocimiento para manejar la tecnología. ¡Ahora, ni la
declaración de la renta se puede hacer a mano! Es tremendo. Yo me he
tenido que reciclar, y utilizo los medios que la tecnología me permite,
porque son muy útiles. Sin embargo, me veo muy alejado de la creación
digital de los artistas de hoy. Pertenezco a otra generación.
XL. ¿Qué le queda por hacer?
RC. Superarme, realizar esa obra que está a tu alcance, pero unos metros más allá, casi a la mano.
XL. ¿Tiene asumido que la vida no es eterna?
RC. Sí, y no me preocupa. Creo que hay otra vida, y que esta dure lo que Dios diga.
TÍTULO: EL BLOC DEL CARTERO, Las cinco ventajas que debe ofrecer la cuenta corriente ideal,
y evitar comisiones
Las cinco ventajas que debe ofrecer la cuenta corriente ideal
La debilidad de los márgenes ha sido la principal consecuencia de la crisis financiera y no mejorará. De
hecho, Alberto Spagnolo, director de inversiones de Julius Baer,
aseguró que el sector bancario no está entre sus apuestas de inversión
para este año debido a esto, debilidad que se mantendrá debido a la
guerra hipotecaria en la que se encuentran inmersos.
La caída de
los márgenes como consecuencia de la reducción del negocio bancario se
ha intentado compensar por los bancos a través de la subida de
comisiones. Según un informe de
kelisto.es,
la comisión por mantenimiento de las cuentas corrientes ha aumentado un
19,9% desde 2007, pasando de los 36,68 euros a los 43,99 euros de
media.
Esto hace que 6 de cada 10 clientes de banca estén pensando
en cambiar de entidad para ahorrar en comisiones. Según los expertos de
Kelisto.es a la hora de cambiar de banco en busca de una cuenta
corriente competitiva el usuario debe tener en cuenta cinco aspectos
relacionados con las comisiones:
1.
Las comisiones
Antes
de decantarte por una oferta, examina si cuenta con algún tipo de
comisión y qué te pide a cambio de eliminarlas. En las cuentas
corrientes, los cargos
más comunes suelen ser los de mantenimiento y administración, pero también podrían aplicarte otros como los que se cobran por retirar
dinero de una oficina distinta a aquella en la que abriste tu cuenta o los gastos de correo
(si te envían correspondencia a tu domicilio). Lo más conveniente es
que elijas una cuenta que te cobre poco y no te exija prácticamente
nada: ni saldos medios, ni nómina o recibos domiciliados, ni productos
vinculados.
2. Las tarjetas
Es importante que analices si la cuenta que vas a elegir te
permitirá contar con una tarjeta de débito, ya que se trata de la herramienta más sencilla para disponer de tu dinero. Consulta si la tarjeta tiene algún tipo de coste y en qué cajeros te permite sacar dinero gratis.
3. La devolución de un porcentaje de lo que pagas
Entre los beneficios extras que
puede ofrecerte una cuenta corriente está la devolución de un porcentaje de los recibos que tengas domiciliados
o de las compras que realices en determinados establecimientos. Es lo
que sucede, por ejemplo, con la Cuenta Sin Nómina, de ING Direct.
4. Promociones y regalos
Los regalos siguen siendo uno de
los grandes reclamos de las entidades financieras para atraer nuevos clientes.
Eso sí, no debes dejarte llevar por su atractivo: los obsequios, como
cualquier otra ganancia, están sujetos al pago de impuestos y, en muchos
casos, a un período de permanencia en el banco que puede llegar a los
36 meses.
5. Saldos medios mínimos
Algunas entidades exigen mantener un saldo mínimo medio de dinero en la cuenta en todo momento para no cobrar comisiones. Para
calcularlo debes sumar el saldo del que dispones cada día y dividir la
suma global por el número de días. Por ejemplo, si durante una semana
has tenido 1.000 euros en la cuenta (en total, 7.000 euros para 7 días),
los siguientes 10 días tienes 2.000 euros (20.000 euros para 10 días) y
los siguientes 13 días, 1.500 euros (19.500 euros), el saldo total es
de 46.500 euros, que deberás dividir entre 30 días. El saldo medio de tu
cuenta para ese mes será de 1.550 euros.
TÍTULO: LA CARTA DE LA SEMANA, UNA LÁPIDA EN MELILLA,.
foto

Los límites de Melilla están marcados por el alcance de una
bala de cañón lanzada desde una esquina de la fortificación militar de
la vieja ciudad, lo que los lugareños llaman El Pueblo y que hoy -a
diferencia de años atrás- presenta un aspecto espléndido.
La
bala pesaba poco, el cañón Caminante fue inclinado en ángulo debido y
cargado pertinentemente, y las diferentes balas que marcaron los límites
de la ciudad alcanzaron una distancia que permitió a los melillenses
expandirse poco a poco en esa figura de abanico que se abrió después de
los cañonazos. Corría la mitad del siglo XIX. Tiempo en el que
nacía en la República Independiente de Motril un niño llamado Antonio
Herrera del Álamo, que, con los años, estaría llamado a servir a su país
como militar en la primera agregaduría militar en la embajada de
Washington, en la Cuba española, en la que contrajo matrimonio con la
criolla Amparo Zayas, y en la Melilla de final de siglo que vio crecer a
sus hijos isleños. Antonio defendió la plaza española como joven
teniente en la conocida como Guerra de Margallo, allá por 1893, y fue
condecorado por ello.
Aquella fue una más de las muchas guerras
de los españoles con los rifeños, tribus varias que rodeaban Melilla, y
fue así conocida por ser gobernador de la ciudad Juan García Margallo,
bisabuelo del hoy ministro de Exteriores.
Era la Guerra Chica,
preludio de las tragedias que asolaron la milicia española de las dos
primeras décadas del siglo XX. Melilla no pasaba de lo que hoy se conoce
como la ciudad vieja: fue a partir de la mitad de la década de los años
veinte cuando aquellos huertos que rodeaban la fortificación pasaron a
convertirse en la ciudad modernista que hoy conocemos y que no deja de
asombrar a los visitantes que no tienen ni idea de a qué ciudad llegan. Herreras
de tres generaciones ocuparon sus calles, viéndola crecer, primero en
guerra y luego en paz, hasta hacerse un conglomerado agradable y cálido
como el de hoy, en el que la materia prima de su mar es servida
deliciosamente en sus muchos lugares de asiento. Desde Los Salazones a
La Pérgola, pasando por La Traviata o el Club Marítimo, Melilla es un
bocado delicioso servido con aire español, a fuer de peninsular y
beréber, difícil de olvidar.
Iba buscando las calles en las que
corría mi padre cuando niño y los rincones que también defendió mi
abuelo una vez pasó de soldado a oficial. Y buscaba la lápida que
recordaba al motrileño que dejó su vida en la ciudad allá por 1908,
después de haber vuelto de campañas imposibles. La encontré. Y anoté que
no estaba solo. El mármol rezaba que, además del comandante Herrera,
también yacía su hijo político Federico Sabau, teniente de Infantería,
muerto en 1921 en Monte Arruit. No podía ser otro que el joven marido de
la tía Lola, aquel trueno cubano que tanto amenizó y cubrió de gracia
la infancia y adolescencia de todos los sobrinos Herrera, que éramos un
ciento. Monte Arruit es uno de los pasajes más trágicos de la historia
del Ejército español.
Un grupo numeroso de soldados españoles se
refugió, después de escaramuzas varias, en una suerte de fortificación
en la que poder evitar las acometidas de los salvajes rifeños de la
época. Sin agua ni comida, aguantaron las acometidas bebiendo su orina y
comiendo betún, hasta que aceptaron el ofrecimiento de rendición de los
atacantes. Traicioneros y miserables, fusilaron a cada uno de los
soldados que iban saliendo a campo abierto y entraron posteriormente a
degollar y masacrar a los que habían entregado sus armas. El
panorama puede verse en testimonios gráficos en la Red. Una de las
páginas más estremecedoras de las guerras de nuestros militares se
escribió en los aledaños montañosos de Melilla, parejos en desgracia al
Barranco del Lobo o al Desastre del Annual. De pie ante las letras que
recuerdan en un rincón del cementerio de la ciudad a dos españoles de
ley, cometí una imperdonable emoción por compartir sangre y apellidos
con héroes de una España mucho más difícil que la que hoy felizmente
vivimos.