domingo, 15 de marzo de 2015

EL BLOC DEL CARTERO,. PILAR DE LA HABANA,./ LA CARTA DE LA SEMANA, SILENCIO POR FAVOR, Francisco González presidente del BBVA,

TÍTULO: EL BLOC DEL CARTERO,. PILAR DE LA HABANA,.
Resultado de imagen de PILAR DE LA HABANA,.
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Comer bien en La Habana no es siquiera sencillo. Es, antes, bien complicado. No porque los habaneros no sepan manejar bien los pucheros y los productos; es un problema, sencillo, de suministro. No tienen con qué. Una tierra feraz como aquella, que podría producir hasta tres cosechas, no tiene medios logísticos para la recogida, almacenamiento, transporte, refrigeración y distribución de sus frutos. Los pocos pimientos que se venden por libre son carísimos, así como tomates y patatas. Concretamente las patatas, que podrían alimentar sobradamente a la población, son uno de los lujos más exclusivos de la isla: escasean a pesar de ser producidas profusamente, con la pena de que una buena parte se pudre antes de llegar a destino. Arreglar ese desatino no será sencillo. Están en ello, pero su propia estructura estatal de producción les impide ser efectivos.
El Templete que creó el empresario gallego Víctor Moro en La Habana Vieja y que llevó adelante el catalán Jordi Escarré, es una de las más formales apuestas. Carlos Castillo, el chef, hace lo que puede con lo que le llega y alivia el hambre de los clientes con mucha solvencia. Jordi ha abierto recientemente un espléndido lugar llamado VIP Habana, en el Vedado, donde se come racionalmente bien y se recibe un trato ciertamente conmovedor. Y están a mucha distancia de los llamados Paladares, donde la dedicación es mucha, pero la excelencia poca. Debo decir que en estos días pasados en la capital cubana con motivo del Festival del Habano he dado con un par de lugares que invitan a la esperanza. Uno de ellos está en Jaimanitas, allá donde acaba Miramar y Siboney, al borde mismo de los límites habaneros, en una casucha modesta de uralita y madera sin nombre ni anuncio. Se llama Santi y me preparó una ventresca de atún magnífica. Tenía anguila y unas pequeñas langostitas del tamaño de un dedo gordo, que prepara a la brasa, absolutamente espectaculares.
El otro lugar es la casa de Pilar. Pilar Fernández es asturiana, de Avilés, y llegó a Cuba con el encargo de implantar negocio para Central Lechera Asturiana. Con el tiempo se sintió atrapada por el magnetismo de la mayor de las Antillas y se quedó para desempeñar otras labores. Fue la gerente, por ejemplo, de la discoteca Macumba, que ha sido la más grande del país y que aquellos que la visitaron no pueden olvidarla. Al igual que le pasara al Comodoro de Jordi Escarrá, Macumba fue suprimida por un régimen que ve con recelo que haya proyectos empresariales que funcionen, aunque la Administración se lleve más de la mitad de la caja. Hubo días en que se recaudaban hasta ochenta mil dólares (en pesos convertibles cubanos). Una barbaridad para la zona. Hoy es un comedor social o algo parecido.
Al final, Pilar abrió su propia casa. Espléndida. En Miramar, la antigua zona residencial de los sesenta, abre los brazos de su coqueto comedor y su magnífica terraza a quienes quieren encontrarse con un rincón que alivie la hambruna que acaba produciendo la estancia en una ciudad espléndida (aunque rota y desmerengada) y muy desabastecida. Los garbanzos con langosta que comí y el arroz con setas en cazuela que devoré me confirmaron que siempre tiene que haber un español por medio si quieres acabar comiendo bien. Evidentemente si trasladamos Casa Pilar, tal cual, a Avilés o Gijón, no resistiría la comparación, pero hay que valorar dónde se está y con qué se cuenta. Estamos en Cuba, amigo, y se cuenta con lo que hay, que es poco. Con ese poco, Pilar elabora platos que uno come y se siente abrazado por la cocina bien hecha, la de casa, a miles de kilómetros de distancia.
Ya otro día, si quieren, hablamos de los cambios que algunos quieren ver en la dinámica cubana desde el anuncio del armisticio con los Estados Unidos. Ninguno a corto plazo. Ya veremos qué pasa cuando un millón de norteamericanos aterricen en La Habana a comprar puros y a beber ron. Antes de que ese momento llegue, no obstante, habrá que comer mucha fabada en Casa Pilar.

TÍTULO: LA CARTA DE LA SEMANA, SILENCIO POR FAVOR, Francisco González presidente del BBVA, .

El BBVA apuesta por la digitalización sin establecer objetivos,.

-foto-Francisco González alerta en la junta de accionistas de los populismos “que destruyen riqueza”,.

  • "Sin un gobierno estable, tendremos problemas",.
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    “Nuestro objetivo es que el BBVA se convierta en una empresa totalmente digital, con todos sus productos y servicios digitalizados”, afirmó ayer el presidente del BBVA, Francisco González, antes de la junta general de accionistas de la entidad celebrada en Bilbao. No obstante, González no marcó objetivos cuantitativos ni plazos concretos en los que se deberá reflejar las ventajas de la gran inversión realizada por el banco en la última década. Solo apuntó: “Dentro de dos años nuestra transformación digital estará muy avanzada. Es una meta móvil que se desplaza a medida que avanzamos. Los mercados lo reconocerán”.
    Más allá del plano meramente empresarial, González se refirió a la situación política griega. “Lo que está sucediendo en Grecia demuestra que las políticas populistas no dan resultados. Más bien, lo contrario”, dijo el presidente del BBVA. Posteriormente, en el discurso ante los accionistas, añadió que estos movimientos populistas con “promesas inviables llevan a la destrucción de riqueza y de puestos de trabajo”. González contrapone el caso griego al español: “Estamos creando en España en este momento más de 500.000 puestos de trabajo y en los años siguientes esta cifra va aumentar. Esto es debido a políticas económicas adecuadas y, lógicamente, al esfuerzo, al gran esfuerzo, del pueblo español. Esto demuestra que España es un gran país”.
    No obstante, sí marcó deficiencias: “Debemos impulsar la innovación, mejorar la educación y las Administración Públicas, agilizar la justicia y combatir de forma mucho más eficaz la corrupción. Solo así podremos crecer de forma sostenida. No hay atajos”, insistió.
    González admitió que la tasa de desempleo, “cercana al 24%, supone que hay casi 5,5 millones de personas en paro. Para mejorar esta situación es necesario crear más empleos indefinidos y mejor cualificados”. Posteriormente, en las intervenciones de los accionistas, los representantes sindicales le criticaron por la falta de nuevas contrataciones, así como por la prolongación de jornadas y la dificultad para conciliar la vida familiar y profesional.
    González respondió a todos los sindicatos a la vez. Según una encuesta de la entidad, “el 93% de la plantilla está satisfecha con su trabajo en el BBVA”. En cuanto a los retos para la industria financiera, el presidente de la entidad insistió en que quiere ser “el primer y mejor banco digital del siglo XXI a nivel global”.
    Entre los 14 accionistas que intervinieron, alguno le recriminó que pese a la inversión digital, el ratio de eficiencia, que mide lo que se gasta por cada cien euros ingresados, haya empeorado. Según Juan Manuel Moreno Luque, abogado que representa a buen número de accionistas, en 2007 el banco gastó 38,7 euros y en 2014 subieron a 51,3 euros. “Los resultados de esta política digital son escasos o inciertos”, apuntó. González le respondió que no tenía buena información ya que debe comparar al BBVA con los 22 grandes bancos “y ahí sacamos una gran ventaja a todos”.
    El representante del sindicato vasco ELA le recomentó que no se obsesionara con el tema digital y le recriminó su apoyo al PP y al presidente Rajoy. “No soy del PP ni del PSOE”, aseguró.
    El 95% de los accionistas presentes aprobaron que hasta 400 directivos puedan tener una paga variable del 200% del sueldo fijo. La mayoría de las propuestas se aprobaron por una mayoría superior al 90%.

A FONDO: LA ESCUELA DE LOS PODEROSOS, ./ ENTREVISTA MARIA DUEÑAS ESCRITORA,./ DOMINGO CINE, SALVAJES,./ REVISTA GIGANTES, LIGA BALONCESTO, BARCELONA-88- fuenlabrada -82-

TÍTULO: A FONDO: LA ESCUELA DE LOS PODEROSOS, .

A fondo

La escuela de los poderosos

Por la London School of Economics han pasado 45 jefes de Estado, 18 premios Nobel, 7 premios Pulitzer, pesos pesados de Goldman Sachs y Merrill Lynch y una docena de los multimillonarios de la lista 'Forbes'. ¿Cuál es el secreto de esta pequeña universidad de la que salen tantos hombres brillantes y poderosos? Se lo contamos.
Es la menos 'british' de todas las universidades británicas. Y en Los listados de las mejores del mundo no está entre las primeras. Sin embargo, cada año compiten ferozmente por entrar en ella 15 candidatos por cada plaza.
Su reputación académica está basada en lo que los entrenadores de baloncesto llaman 'intangibles', cualidades que no se pueden medir estadísticamente, pero que hacen ganar partidos. Por eso hay codazos para entrar. Y también por eso a los licenciados y doctores de cada nueva promoción se los rifan gobiernos y multinacionales. De hecho, es la cuarta universidad del mundo donde más pescan los cazatalentos. ¿Cuáles son esos intangibles?
PRIMER MANDAMIENTO. MEZCLA DE IDEALISMO Y PRAGMATISMO.
El primer intangible es una curiosa mezcla de idealismo y pragmatismo, un cóctel muy juvenil. La London School of Economics (LSE) fue fundada por miembros de la Sociedad Fabiana en 1895, durante un desayuno en el que se discutió qué hacer con las 20.000 libras de una herencia. Los fabianos eran socialistas no utópicos, que pretendían que sus ideales fueran calando en las democracias no mediante revoluciones traumáticas, sino con reformas paulatinas. En aquella primera hornada había escritores como George Bernard Shaw y H. G. Wells y feministas como Emmeline Pankhurst. Pusieron los mimbres para la creación del Partido Laborista. No en vano la LSE siempre ha tenido una impronta de progresismo en comparación con los conservadores colegios de élite del Reino Unido, como Eton. 
En sus aulas se coció la Tercera Vía del ex primer ministro Tony Blair como reacción al neoliberalismo de Margaret Thatcher. Y David Vegara fue secretario de Estado de Economía con Zapatero.Idealistas, sí. Pero muy bien remunerados. El alumno medio de la LSE percibe un salario anual de 70.000 euros al quinto año de su graduación. Y eso que la inmensa mayoría de los estudiantes aseguran que un buen sueldo no es su principal motivación, sino seguir su vocación personal. Y solo el diez por ciento aspira a trabajar en un banco de inversiones. Prefieren el sector público o una ONG. Una vez atemperado el noble propósito de intentar cambiar el mundo, muchos acaban en Merryll Lynch y Goldman Sachs. Y once alumnos pueden presumir de haber amasado un capital superior a los mil millones de dólares. No obstante, la rebeldía se nota incluso entre los multimillonarios, como el inclasificable George Soros, especulador y filántropo.
DOS. AUTONOMÍA DEL ALUMNO
El segundo intangible es la autonomía de la que goza el alumno.Hubo un profesor, Erik Ringmar, que se hizo famoso por dar la bienvenida a los estudiantes con un discurso en el que les advertía, irónico, de que los catedráticos tenían la mente puesta en sus investigaciones y no en la enseñanza.Si querían aprender algo, deberían hacerlo por su cuenta. Exageraba, sí. Pero no tanto... Por esta universidad han pasado 18 premios Nobel y 7 premios Pulitzer, pero lo que te transmite un Nobel no es tanto su sabiduría, sino su entusiasmo. En cierto modo, el verdadero conocimiento no se imparte, se contagia. «Yo tengo un recuerdo excelente de allí, todo eran facilidades. La biblioteca, por ejemplo, abre las 24 horas todos los días del año», rememora José María Casado, doctor por la LSE y economista sénior del Banco de España.
 «El método de enseñanza es el mismo que el de las mejores universidades estadounidenses. Te enseñan a pensar y a desarrollar ideas más que a memorizar contenidos. Te dan los instrumentos analíticos y los fundamentos y luego tienes que desarrollarlos haciendo muchos ejercicios. Quizá el nivel de competencia entre los alumnos es menor que en las americanas, pero esto permite un mayor compañerismo. Yo comencé mi doctorado en España. Aquí sufrías como estudiante las guerras internas de los departamentos. Allí los alumnos no nos enterábamos de las rivalidades, si las había. Cuando acabé la tesis, el proceso administrativo, que en España te hace perder mucho tiempo, allí lo ejecutan en un par de semanas. Se forma un tribunal objetivo de profesionales del tema sobre el que has investigado y pueden rechazar la tesis u obligarte a presentarla de nuevo con cambios. En España, casi todas las tesis reciben el sobresaliente cum laude con una discutible generosidad». Otro exalumno, Óscar Feito, experto en marketing on-line, también tuvo un periplo inolvidable por esta universidad, donde recibió clases del historiador Paul Preston y del premio Nobel de Economía Christopher Pissarides. 
«Me chocó la ingente cantidad de materia que había que cubrir en un trimestre. Y con el tiempo comprendí su filosofía educativa. Los exámenes contenían decenas de preguntas, pero los alumnos solo teníamos que contestar a un puñado de ellas. Si durante el curso te centrabas en estudiar aquello que más te interesaba, las probabilidades de que aprendieras algo útil eran más elevadas. ¿Qué consiguen con esto? Que te pases el día descubriendo qué es lo que te gusta, en lugar de memorizar las preguntas que van a salir en el examen, que se suelen olvidar al día siguiente». Feito recuerda que en un día típico solo tenía dos o tres horas de clase. «El papel de la universidad es despertar la curiosidad del alumno, que vaya a la biblioteca y que decida el camino que más le llame la atención. Es una escuela para la vida, donde el diploma final es solo un subproducto accidental de toda la jugada». Que le pregunten al cantante Mick Jagger, que estudió Contabilidad en la LSE. No terminó la carrera, pero desde luego encontró su camino...
TRES. ESPÍRITU CRÍTICO
El tercer intangible es el espíritu crítico. Un alumno de la LSE no se casa con nadie. Ni siquiera con la LSE. Solo hay que echarle un vistazo a The Beaver ('El Castor'), el incisivo periódico universitario. En su última portada destapan los donativos millonarios que la universidad ha venido recibiendo en los últimos años por parte de organismos, bancos (como el Deutsche Bank) y empresas extranjeras: entre otros, dos millones de euros de Kuwait y más de un millón de China para el controvertido Instituto Confucio, un organismo cultural integrado en la LSE y otras universidades occidentales que le sirve al Gobierno chino para controlar a sus estudiantes expatriados en 460 universidades. Y no es una información que el Rectorado haya servido en bandeja. Los periodistas tuvieron que recurrir a la Ley de Libertad de Información para obtenerla y critican la opacidad de la LSE en materia informativa. No es la primera vez que las donaciones están en el punto de mira. El anterior rector, Sir Howard Davies, dimitió en 2011 después de que se conociera que el dictador libio Muamar el Gadafi había recompensado a la universidad con dos millones de euros por 'doctorar' a uno de sus hijos.
CUATRO. DIMENSIÓN GLOBAL
El cuarto intangible es su dimensión global. El campus es una melting pot en el sentido más norteamericano, por su mestizaje y por su filosofía. Solo que no hay que irse a Boston o Berkeley. Está en el centro de Londres, a un paseo de la City: unos 9000 estudiantes de más de 145 países que han superado los durísimos requisitos de acceso «y que dan sus primeros pasos hacia la grandeza en los foros de debate, en los cafés, en los bares, incluso a veces en los seminarios de las facultades», según The Sunday Times, que subraya la capacidad de influencia en los gobiernos que tiene en la LSE, en especial en África y Asia, donde buena parte de la élite tiene pedigrí londinense. Aquí se han formado la friolera de 45 jefes de Estado, como John F. Kennedy, la reina Margarita II de Dinamarca, el indio Narayanan, el italiano Romano Prodi... Esto permite a los alumnos crearse una agenda de contactos o networking envidiable.
CINCO. EFERVESCENCIA
Y el quinto es la efervescencia. Hay cientos de fraternidades universitarias. Y eventos que llenarían la agenda del Pequeño Nicolás. Un día Angelina Jolie inaugura el primer centro Europeo que lucha frente a la violencia contra la mujer en zonas de guerra. Y otro día la pianista Anna Gogova da un recital. La fiesta de bienvenida a los novatos es legendaria, aunque este curso se le fue de las manos al equipo de rugbi, que distribuyó unos folletos con contenido misógino. La respuesta fue fulminante. Este año no hay equipo. Una 'tragedia' equivalente a que Oxford o Cambridge se queden sin remeros para su regata. La rivalidad tradicional con el King's College pone la salsa. Y la vida nocturna, catalogada como la mejor de las universidades británicas, el picante.

Qué hay que hacer para entrar aquí
-Convertirse en alumno de la London School of Economics es una hazaña. El curso pasado se presentaron 17.500 candidatos para 1200 plazas. Se tienen en cuenta tres variables; y hay que cumplir las tres, como en las universidades estadounidenses, pero con una diferencia esencial: no suele haber entrevista, solo en casos excepcionales.
-Los requisitos son: 1) Un excelente expediente académico. 2) Examen oficial de inglés. Aceptan cuatros títulos (IELTS, Pearson, Cambridge, TOEFL), con unas notas mínimas. 3) Para algunos programas se pide también GRE o GMAT, que son exámenes de capacidad verbal y numérica.
-No es barata. La matrícula más común para un estudiante europeo que quiera cursar un grado es de 9000 libras (12.385 euros). Una titulación típica como el diploma en Contabilidad y Finanzas ronda los 16.000 euros. Pero algunos títulos específicos se pueden ir por encima de los 40.000 euros. El doctorado cuesta unos 5600 euros anuales. Además, Londres es caro y la universidad recomienda que el alumno reserve unos 1500 euros mensuales para alojamiento, manutención y transporte.
ALUMNOS DESTACADOS DE LA LSE
-John F. Kennedy. Presidente de los Estados Unidos. Estuvo en 1935. No fue el único del clan. Su hermano Joseph y su sobrino Robert Jr. también pasaron por sus aulas.
-David Attenborough. Naturalista. Estudió Antropología. «Fue maravilloso», recuerda, aunque antes de terminar se incorporó ya a la BBC, donde arrasó con su programa.
-George Soros. Inversor. Se pagó los estudios con trabajos a tiempo parcial en 1952. Fue alumno del filósofo Karl Popper, que lo influenció por su crítica al totalitarismo.

-Romano Prodi. Ex primer ministro de Italia y de la Comisión Europea. Hizo el doctorado. Le gusta recordar: «Uno de mis hogares intelectuales es Londres».
-Cherie Blair. Jurista. Esposa del ex premier británico Tony Blair. «En el colegio no era la chica con mejor conducta, pero destacaba en debate y arte dramático, así que la LSE me admitió en Derecho».
-Zygmunt Bauman. Sociólogo. Teórico de la modernidad líquida. Aprovechó su estancia en Londres para escribir el primero de sus 57 libros, un estudio del movimiento obrero en el Reino Unido.
-Paul Krugman. Economista. Premio Nobel. Como a tantos americanos atraídos por la LSE, se le asocia con un chiste sobre las siglas de la universidad: Let's See Europe ('veamos Europa').
-Monica Lewinsky. Psicóloga social. En 2005, casi una década después de su aventura con Bill Clinton y harta de la persecución mediática en los Estados Unidos, se mudó a Londres y se graduó en Psicología Social.

TÍTULO: ENTREVISTA MARIA DUEÑAS ESCRITORA,.

Nunca sabes de lo que eres capaz hasta que no tienes los perros detras,.

Entrevista

María Dueñas: "Nunca sabes de lo que eres capaz hasta que no tienes los perros detrás"

La autora de 'El tiempo entre costuras', el gran 'best-seller' de los últimos años, publica nueva novela: 'La templanza'. Un libro romántico y lleno de aventuras que escribió sumida en la tristeza por la muerte de su hermano y de su madre. Así nos lo confiesa en esta entrevista. De eso y mucho más hablamos con María Dueñas en su nuevo piso de Madrid.
Escritora tardía, María Dueñas publicó su primera novela a los 45 años. Con la tranquilidad que le daba su plaza fija de profesora, ganada en una oposición, en la Universidad de Murcia, esta licenciada en Filología Inglesa nacida en Puertollano (Ciudad Real) nunca imaginó el impacto que causaría aquella historia. Las cifras, a seis años de su lanzamiento, son apabullantes. El tiempo entre costuras lleva vendidos más de tres millones de ejemplares y ha sido traducida a más de 30 idiomas. 
Tres años después, Misión olvido, su segunda novela, superó los 500.000 ejemplares sólo en España, donde la media por libro no alcanza los 3000. Sus lectores llevan tiempo aguardando esta tercera novela, La templanza (Editorial Planeta), que sale a la venta el 17 de marzo, con una tirada inicial de 500.000 ejemplares. Y en tiempos de crisis...
XL. Ha dicho: «Tras una tesis, escribir una novela está chupado».
M.D. Y un compañero se enfadó mucho [risas]. Yo preparé la tesis embarazada y con una niña pequeña en casa; y la leí en el noveno mes de embarazo. Eso te curte. Escribir una novela donde tú diriges, tú mandas, me parece muy fácil y muy gustoso. Esto no quiere decir que no lleve mucho trabajo.
XL. ¿Qué manías de escritora tiene?
M.D. Yo no soy maniática, vengo de familia numerosa [se ríe]. El proceso de escritura esta vez ha sido más complicado porque, durante el mismo, ha muerto mi madre, ha muerto mi hermano... Pero, al final, parece incluso que estas cosas te pueden llegar a estimular de alguna manera.
XL. ¿Y no se refleja su estado de ánimo en la novela?
M.D. Soy muy fría para estas cuestiones. Cuando trabajo, trabajo; y paro cuando la vida me exige otras cosas.
XL. Sus tres novelas son historias de supervivencia después de perderlo todo, ¿marca de la casa?
M.D. No es algo consciente, surge así. Debo de tener una cosa rarita metida dentro del cerebro [ríe]. La vida nos da golpes a todos. Y nunca sabes de lo que eres capaz hasta que no tienes los perros mordiéndote detrás.
XL. Su vida también dio un giro inesperado a los 45 años... 
M.D. Nada que ver. Mi vida es más tranquila que la de mis protagonistas. Yo sigo siendo la misma.
XL. ¡Veamos! Estuvo 20 años de profesora de inglés; pasó a ganar una fortuna; ahora es una mujer conocida y admirada; su agenda está repleta de viajes, presentaciones, eventos...
M.D. Me han cambiado muchas cosas, sí; pero no ha sido un cataclismo que me haya hecho otra persona. Me he empeñado en no cambiar. Mis prioridades, mis valores, mi yo... todo eso sigue igual. Me levanto por las mañanas, me miro en el mismo espejo que antes y todo sigue en su sitio.
XL. ¿Se viste igual?
M.D. Básicamente visto de la misma manera: Mango, Zara, Camper, vaqueros... no voy ahora de Loewe ni de Prada. ¡Que no! Queréis ver más cosas de las que hay. Me subo a los tacones cuando no tengo más remedio; pero, en cuanto puedo, tiro los tacones y me pongo unas botas planas.
XL. El suyo es un glamour urbano, yo la veo como una especie de Preysler casual, aunque más prêt-à-porter...
M.D. ¡Ja, ja, ja! ¡Cómo voy a ser yo una Preysler!
XL. Muy suavita, muy arregladita, muy comedida, muy geisha de modales... y, luego, una mujer brava, independiente, inteligente y con mucha fuerza.
M.D. ¡Qué va, por Dios! Soy mucho menos suave de lo que parece. Soy muy curranta. Me remango y bajo al barro cuando hace falta. Soy una todoterreno. Lo mismo estoy delante del ordenador con mi pinza en el pelo y mis gafitas que tirando de una maleta por los aeropuertos. Soy de pico-pala, pico-pala...
XL. Hay maridos que no llevan bien que sean las mujeres las que llevan el peso económico de la familia, sobre todo si ellos no ganan mucho; ni que estén semanas enteras fuera de casa...
M.D. Nada, nada. Mi marido es un tío estupendo que no tiene ningún problema con esto y que le parece genial que entre y que salga. Pero es que, además, yo no era una maestrita de pueblo haciendo bollitos. Que dejé a mis hijos pequeñitos y me fui un mes a Canadá; y mis hijos me han visto siempre salir de casa con una maleta cuando trabajaba en la Universidad.
XL. ¿Qué edad tienen?
M.D. La mayor, 20 años; y el pequeño, camino de 18. Son muy intensos, dos gatos callejeros [se ríe]. Son buenos niños, muy sensatos y, a la vez, van a lo suyo; cosa que me parece muy bien porque eso nos favorece a todos. 
XL. ¿Han leído sus libros?
M.D. Eso se lo tienes que preguntar a ellos.
XL. O sea, no. 
M.D. Ja, ja, ja. Son poco lectores, y es una lástima. Y mira que lo hemos intentado. Una tristeza. Pero que no hayan leído mis libros lo interpreto como una resistencia [se ríe]. Y está bien que me resten importancia, que les preocupe más que les vaya a echar la bronca por no haber recogido la habitación que por no haber leído mis novelas.
XL. Manuel, su marido, también es filólogo.
M.D. Sí, él es catedrático de Latín.
XL. Y, en casa, ¿hablan más de libros o de política?
M.D. De política procuro hablar poco. Hablamos de cosas menos sesudas que la política o la lengua: de qué vamos a comer, del dentista de mi hijo Jaime, de la selectividad, de los horarios de vuelta a casa... Cosas del día a día.
XL. Su padre es economista y trabajaba en Puertollano en Repsol; y su madre era maestra, profesora de infantil. 
M.D. Era una mujer muy echada para delante y siempre trabajó, pese a tener ocho hijos en casa. Yo ahora me arrepiento de haber tenido solo dos hijos, lo que pasa es que tomé esa decisión en una época muy dura.
XL. Hace unos meses cumplió los cincuenta...
M.D. Sí, en septiembre, y no he pasado ninguna crisis por ello; no tengo ningún problema en mirarme en el espejo. Como dice Sabina: «Siempre que me confieso me doy la absolución».
XL. ¿No le impone cambiar de década?
M.D. Para mí, la década durísima fue la de los treinta, siempre con la lengua fuera: los niños pequeños, los embarazos, los biberones... Además, yo tenía anemia, ganaba poquísimo, me pasaba el día en la carretera, sin un duro... Aquella época fue un espanto y la recuerdo con angustia. En cambio, a los cuarenta, todo empezó a ir mejor; y ya en los cincuenta... pues mejor todavía.
XL. Es que usted va a contrapelo: el país está en crisis y María Dueñas triunfando como nunca...
M.D. Es chocante, sí; pero ¿qué le voy a hacer? No me voy a esconder [sonríe].
XL. Murcia es una región muy castigada, ¿tiene parados en su familia?
M.D. No casos muy dramáticos, pero sí personas cercanas con una situación muy complicada. Soy consciente de que la situación es muy dramática para muchos y que estos años son muy tristes para mucha gente. Quiero pensar que las cosas empezarán a cambiar pronto.
XL. Para celebrar el éxito de ventas de El tiempo entre costuras, organizó un viaje a Nueva York con padres, hijos, hermanos, sobrinos...
M.D. ¡Sííí!, quería celebrarlo con ellos. Aquello fue como el circo Price con tres pistas: mi hermano Pablo, en silla de ruedas; mi madre, recién salida de la quimioterapia en otra silla; una o dos embarazadas... [se ríe].
XL. He leído que le preocupa la escasa investigación de enfermedades raras porque es algo que le toca de cerca, ¿a qué se refería?
M.D. Me refería a mi hermano Pablo, tenía esclerosis múltiple progresiva y ha muerto con 42 años. Era un tío estupendo. Mi madre murió con siete meses de diferencia. Estas cosas son las que te ponen en el suelo. Cuando vino el boom de El tiempo entre costuras y empezó a emitirse la serie en Antena 3, yo dormía todas las noches con mi madre en el hospital. Ella estaba muriéndose sin poder ver siquiera el capítulo de Tetuán, donde ella vivió. Luego, me preguntas por el éxito y por los cambios de vida... Lo que de verdad te cambia la vida son estas cosas tan elementales. Yo sé dónde está lo que importa de verdad. Todo lo demás está muy bien, lo agradeces muchísimo, pero no hacen que pierda el norte.
XL. ¿La invitan a participar en eventos varios?
M.D. Me han tirado tejos de muchos sitios, sí; y algunos de lo más variopinto y chocante. De pronto, te pones de moda. Te conviertes en el florerito que todos quieren poner en su fiesta.)
XL. ¿Variopinto y chocante?
M.D. Sí, desde que seas madrina de una promoción de ingenieros agrónomos hasta ir de viaje a África para hacerte la fotito con los niñitos en brazos cosa que yo no voy a hacer nunca o anunciar bolsos. Te piden de todo. También han intentado liarme en algún rollo político. Ha habido intentos feos de manipulación, pero bueno...
XL. ¿Quién ha intentado manipularla?
M.D. Fue un caso muy chungo que no viene a cuento.
XL. ¡Claro que viene a cuento! Diga el pecado y calle el pecador.
M.D. Me pidieron que apoyara una candidatura y dije que no. En el cierre del e-mail con el que di la respuesta le decía a la persona en cuestión, por educación, que le deseaba suerte. Al día siguiente, como reclamo, dijeron en un acto de campaña que entre las personas que lo apoyaban y que no habían podido asistir al acto estaba yo y que le deseaba lo mejor.
XL. ¡Vaya! ¿Protestó entonces?
M.D. Llamé para que lo desmintieran porque fue una 'pirula' muy fea; pero al final esa candidatura fue un fracaso y yo me alegré mucho [se ríe]. Pero yo como Umbral: ¿no vamos a hablar de mi libro?
XL. Claro que sí. Es la primera vez que el protagonista de una novela suya es masculino, ¿le ha costado meterse en la piel de un hombre?
M.D. ¡No son tan complicados los hombres! Mauro parece que va a comerse el mundo y, al final, cae redondo cuando se enamora. Los hombres son más blanditos de lo que parecen.
XL. ¿Cree que, si enamoras a un hombre, haces con él lo que te da la gana?
M.D. Más que si lo enamoras, si lo seduces; sí, no tengo duda.
XL. ¿Lo sabe por experiencia?
M.D. No [risas], confieso que yo he seducido a muy pocos. Pero mira la cantidad de políticos, empresarios y hasta jefes de la CIA que pierden el oremus cuando les llega una lista, cuando se les calienta un poquito el... el esto [se ríe]. Lo que yo cuento en el libro es la vida misma. Cuantos más años vas teniendo, mejor conoces a los hombres. ¡Yo me lo sé todo sobre los hombres!
XL. Tiene aspecto de ser usted muy mandona.
M.D. Sí, sí [sonríe]. Yo mando cuando tengo que mandar, pero aun siendo mandona de natural cuando me llevan bien agradezco mucho que me manden. ¡Toda la puñetera vida tirando del carro! No hay cosa que me dé más gusto que llegar a un restaurante y que elijan por mí. Quienes eligen bien, claro. Yo no había delegado en mi vida, siempre he tirado de siete carros a la vez. Ahora, es muy gratificante que te den muchas cosas ya hechas. 
XL. El éxito ajeno, y encima de principiante, a veces se digiere mal. ¿Qué tal la recibieron las vacas sagradas de la literatura?
M.D. Entre las vacas sagradas no he notado ninguna reticencia. Gente que vende mucho, como Mario Vargas Llosa, Arturo Pérez-Reverte, Carlos Ruiz Zafón o Julia Navarro, por ejemplo, se han portado conmigo maravillosamente. Sin embargo, en los mandos intermedios sí que he visto alguna ceja alzada, pero imagínate lo mucho que me preocupa [se ríe].
XL. Ha dicho que le dan mucha pereza las camarillas pseudointelectuales.
M.D. Lo que pasa es que yo voy a lo mío y también creo que cada cual va a lo suyo. Esta profesión es muy de francotiradores. Yo hago mis cosas y me largo.
XL. Acaba de comprarse una casa en el centro de Madrid, en una de sus plazas más castizas. ¿Acabará jubilándose en ella?
M.D. No, aunque mi padre y mis hermanos viven en este barrio [sonríe]. Me jubilaré cerca del mar. Me gusta el sol, la playa, la buena temperatura, para leer los libros que escriben otros cuando a mí se me seque la imaginación.
Privadísimo
-Se crio en el poblado para empleados de la refinería de Puertollano, Su padre, economista, trabajaba allí.
-En la casa había mucha gente y animales, la mitad de las veces se iba a estudiar al cuarto de baño.
-Un recuerdo inolvidable de infancia: los viajes de verano a Málaga en un Renault 12.
-De niña devoraba los libros de Enid Blyton. «A veces, mi padre se levantaba para trabajar y yo no había apagado todavía la luz».
-Dio clases de inglés en la base de Los Alcázares cuando no había mujeres en el Ejército.

TÍTULO:DOMINGO CINE, SALVAJES,.
Salvajes Reparto
Taylor Kitsch, Blake Lively, John Travolta, Salma Hayek, Aaron Johnson, Emile Hirsch, Benicio Del Toro, Joel David Moore, Trevor Donovan, Mía Maestro, Demián Bichir, Diego Cataño, Gonzalo Menéndez, Alexander Wraith, Jonathan Patrick Moore, Antonio Jaramillo, Aaron Kunitz, Jake McLaughlin, Matt Riedy, Joaquín Cosío, Sandra Echeverría,.
 
 Adaptación de una novela de Don Winslow. Dos amigos de Laguna Beach, que comparten novia, se dedican al tráfico de drogas. Un cartel mexicano secuestra a la chica y les exige como rescate todo el dinero que han ganado durante los últimos cinco años. Aunque los jóvenes se muestran dispuestos a pagar, al mismo tiempo, idean un plan para rescatar a la chica y vengarse de sus secuestradores. 
 
TÍTULO: REVISTA GIGANTES, LIGA BALONCESTO, BARCELONA-88-   fuenlabrada -82- ,.
 
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BARCELONA-88-   fuenlabrada -82- ,.

Un gran partido de baloncesto que hizo el  fuenlabrada contra el Barcelona que gano de seis puntos, etc,.


 
 

REVISTA XL SEMANAL, PORTADA, COLIN FARRELL, ACTOR,./ PRIMER PLANO, EL DOCTOR FEDRIC BRANDT,.

TÍTULO: REVISTA XL SEMANAL, PORTADA, COLIN FARRELL, ACTOR,.

Un tio me dijo, eres Colin firth, ¿ verdad ? no le respondi: soy más bajito con mucha menos clase,.

Especial Hombre / En portada

Colin Farrell: "Un tío me dijo: 'Eres Colin Firth, ¿verdad?'. 'No', le respondí: '¡Soy más bajito y con mucha menos clase!'"

Ejerció de irlandés salvaje en Hollywood durante años. Hoy, cerca de los 40 y padre de dos hijos, los excesos han quedado atrás. El embajador de Intenso, el nuevo perfume de Dolce & Gabbana, nos recibe en Los Ángeles.
Ni una sola nube empaña la panorámica de Los Ángeles desde el balcón suspendido sobre las colinas de Hollywood. Son las diez, pero, enfundado en un traje negro, Colin Farrell parece listo para la alfombra roja. El actor es la imagen de Intenso, el nuevo perfume de Dolce & Gabbana. Luce un característico bigote que, en realidad, es parte de su personaje en la segunda temporada de la serie True detective, que está rodando en la ciudad. Farrell vivió su época más salvaje cuando aterrizó en Hollywood desde su Irlanda natal, pero en 2005 decidió apostar por sí mismo, pasó una temporada en rehabilitación y dejó atrás las drogas y el alcohol. 
Ya no es el chico malo de Hollywood. El cambio se hace evidente viéndole con Henry, el menor de sus dos hijos (de cinco años), con cuya madre la actriz y cantante Alicja Bachleda-Curus Farrell estuvo dos años (el mayor, James, de 12 años, es hijo de la modelo Kim Bordenave). Cuando el pequeño lo llama, el actor desconecta de todo y de todos. Durante un descanso, con un café y un cigarrillo en plena calle, se muestra encantador. Le gusta hablar, ponerse trascendente y profundo; es un libro abierto que no se autocensura.

XLSemanal. Se pone muy serio ante la cámara. Se diría que le da vergüenza... 
Colin Farrell. ¡Es que no me gusta nada! Pero si esto es lo más desagradable que tengo que hacer en todo el día, soy un tipo con mucha suerte [ríe].
XL. Dice Domenico Dolce que es usted una persona intensa. ¿Por qué cree que proyecta esa imagen?
C.F. Supongo que la vida es una intensa experiencia desde el principio, ¿no?
XL. ¿Y cuál es la parte más intensa de su vida ahora mismo?
C.F. Ser padre de dos niños. Y tratar de hacer eso mientras también trabajas.
XL. Lleva 15 años en Hollywood. ¿Ha logrado hacer las paces con la fama?
C.F. Eso creo. Antes me resistía y ese era, supongo, mi modo de ser famoso.
XL. ¿Fue un proceso largo y costoso?
C.F. Sí. Llegué a Los Ángeles con 22 años. Fui pintor, camarero, dependiente, hice un programa de televisión... Todo pasó muy rápido.
XL. ¿Fue esa rapidez el problema?
C.F. Ponerte a 120 kilómetros por hora en tres segundos es más difícil que hacerlo en un minuto. Físicamente, el cuerpo entra en shock, sientes un subidón de adrenalina, pasan muchas cosas en tu cerebro. Si, en cambio, la aceleración es gradual, es como dar un paseo en un día soleado. Con la fama pasa igual. Es lo que me pasó al llegar. Pero lo disfruté.
XL. ¿Qué consejo le daría a aquel Colin Farrell de 22 años?
C.F. El problema es que yo a esa edad no escuchaba a nadie.
XL. Hace diez años se desintoxicó de sus adicciones. Siempre ha sido muy honesto al respecto. ¿Se arrepiente?
C.F. No, yo mismo lo saco a relucir. Con eso no quiero decir: «Soy estupendo, abierto y me da igual lo que piensen de mí». No. Pero nunca he sabido moderarme. Y, a veces, me he quemado. Para mí, hablar de ello es una forma de saber quién soy.
XL. ¿Aquellos años salvajes también forman parte de quien es ahora?
C.F. ¡Por supuesto! No me disculpo por ninguna versión de Colin. Eso no quiere decir que no me arrepienta de cosas, que sí cambiaría. Pero no es nada que no me deje dormir por las noches. Si no hubiera experimentado las cosas de las que ahora podría arrepentirme, no estaría donde estoy. Y estoy muy contento de estar aquí.

XL. ¿Conoce la felicidad o es un concepto demasiado cursi y manido?
C.F. La noción de felicidad es como la noción de Dios: es algo muy subjetivo que hemos tratado de objetivar equiparándola al dinero, al amor, la belleza, la popularidad... Esas cosas pueden hacerte la vida más fácil o librarte de la soledad, pero la felicidad está dentro de ti. ¿Soy feliz ahora? Tengo momentos de gran felicidad.
XL. ¿Cuáles?
C.F. Me emociono con cosas pequeñas. Me pongo contento con facilidad. Tengo 38 tacos, voy al cine, me compro un perrito, una bolsa de caramelos y un refresco y soy el tío más feliz del mundo [ríe]. 
XL. En algo más de un año cumple los 40. ¿Es solo un número?
C.F. Como todos hablan tanto de ello, empieza a parecerme algo importante [ríe]. Pero me gusta hacerme mayor. La vida se hace más interesante.
XL. ¿En qué sentido?
C.F. En esta etapa, la vida girá más sobre otras personas que sobre ti mismo. Cuando eres joven, quieres tener amigos, ser popular, gustar a la gente, pero cuanto mayor te haces, experimentas la amistad a un nivel más profundo: es una forma de confianza, amor y disfrute mutuo. Por eso, creo que la vida es más dulce cuando te haces mayor. Para mí, además, es menos caótica.
XL. Siempre habla con orgullo de sus raíces irlandesas... 
C.F. Es que ser irlandés te deja una marca indeleble. Tiene que ver con el carácter de nuestra gente y nuestro aprecio por la vida, pero también con nuestra melancolía. La tierra, en sí misma, te persigue. Te vuelve loco. No es una belleza suave, tiene cierta tristeza asociada. Hay partes del país que te emocionan con solo mirarlas.
XL. Siempre ha estado muy unido a su familia. ¿Sueña con formar la suya propia algún día?
C.F. Ya tengo una familia, simplemente no es una familia convencional. Mis dos hijos tienen dos madres maravillosas y trabajamos juntos para educarlos. Nunca tendré una familia convencional. ¡Ese sueño se acabó! [ríe]. Y quiero ser consciente de eso porque, si no, ese tipo de cosas habitan en tu interior y crean frustraciones.
XL. Pero hubo un tiempo en que soñó con esa idea...
C.F. Sí, porque es lo que la sociedad te dice que te traerá felicidad y estabilidad, pero a veces la vida se opone a tus mejores planes. No sé si para darte una lección o, simplemente, por pura crueldad. Pero estoy muy contento de cómo son las cosas. Estoy muy enamorado de mis hijos. Llevo cinco años soltero, pero no sé lo que me espera a la vuelta de la esquina...
XL. Creo que hace yoga para mantenerse en forma. ¿Le proporciona serenidad?
C.F. Sí, ¡me encanta! Antes solía hacerlo solo, pero me aburría. ¿Qué significa eso? ¿Qué estoy aburrido de mí mismo? Quizá [ríe]. Voy a clases con más gente. Una de las cosas más peligrosas de la celebridad es que corres el riesgo de aislarte. Y lo siguiente que sabes es que eres Norma Desmond y estás solo, con tu mono y tu mayordomo. Por eso, me gusta la energía de esas clases en las que todo el mundo se mueve simultáneamente. En cierta forma, rodar una película también es un deporte de equipo intelectual.
XL. Parece que ahora todos los actores aspiran a dirigir. ¿Es su caso?
C.F. Me encantaría. Un día, me pondré a escribir. Supongo que será una historia oscura, siempre son más interesantes. Cuando conduces por Estados Unidos, te das cuenta de que hay muchas partes del país que nunca encuentran el camino hasta la pantalla y que son preciosas, seductoras y están llenas de fantasmas. Cuando sea mayor, dirigiré.
XL. Está rodando la segunda temporada de True detective. ¿Qué nos puede contar?
C.F. Estoy encantado porque el guion es extraordinario, los personajes son hermosos y el universo es fascinante. Además, se está rodando en Los Ángeles y hacía años que no trabajaba aquí. Es genial poder dormir en mi cama por las noches.

XL. Pero también le gusta hacer road trips...
C.F. ¡Sííí! ¡Me encanta conducir!
XL. ¿Y qué es lo que busca en esos viajes?
C.F. ¡Nada! Nos pasamos esta absurda vida buscando dónde comer, con quién quedar, qué película vamos a ver, cuál es la mejor ruta para ir a trabajar... La vida contemporánea consiste en estar constantemente buscando cosas. Lo maravilloso de un road trip es que te dedicas a observar un panorama en movimiento de colores, imágenes, topografía cambiante... ¡Eso sí que es terapia! He conducido de costa a costa cuatro veces en los últimos seis años y, en cuanto termine de rodar True detective, voy a volver a hacerlo.
XL. No lo veo durmiendo en moteles de carretera de la América profunda...
C.F. ¡Duermo en cualquier sitio! Llegas a pueblos pequeños y tienes que dormir en moteles cutres. ¡El Holiday Inn es un lujo! ¡Y es jodidamente caro! ¡140 pavos la noche! Me encanta un motel que tenga una máquina de hielo en medio del pasillo y que puedas escuchar el ruido que hace cada cinco minutos. ¡Eso es música para mis oídos! [ríe].
XL. ¿Esas escapadas lo ayudan a sentirse normal?
C.F. Me siento muy normal la mayoría del tiempo. No hago fotos y entrevistas a diario. No vivo en esa realidad, solo la visito de vez en cuando. En Los Ángeles siempre estás pendiente de los paparazis, pero en los pueblos pequeños nadie se fija en ti. Vas al cine un martes por la noche en un pueblo de Wyoming y hay siete personas en la sala. A la salida, un tío te dice: «¿Eres...? ¿Colin Firth?». Y tú dices...: «No, Farrell. ¡Maldita sea!» [ríe]. ¡Soy 20 putos centímetros más pequeño que él y tengo mucha menos clase! La mayor parte del tiempo no me acuerdo de la fama. Y en la carretera, aún menos.

Su aroma
El actor irlandés Colin Farrell personifica el carácter de Intenso en su primera colaboración con Dolce & Gabbana Fragancias. «Como actor y como hombre representa fortaleza, ternura y encanto, las cualidades que hemos concebido para el hombre de nuestra nueva fragancia», asegura Domenico Dolce. Precio: 68 euros (75 ml).

TÍTULO: PRIMER PLANO, EL DOCTOR FEDRIC BRANDT,.

El doctor Fredric Brandt: el inquietante rey del bótox,.

En primer plano

El doctor Fredric Brandt: el inquietante rey del bótox

Millonarios y 'celebrities' de medio mundo se ponen en manos de este inquietante doctor de 65 años. De hecho, nadie en el mundo pone tantas inyecciones de bótox como él: cinco mil ampollas al año. Tanto es su poder y tanta su influencia que revistas como 'New York' aseguran que está cambiando los cánones estéticos del planeta.'El nuevo rostro' lo llaman. Hablamos con el doctor Brandt en su consulta de Manhattan.
Cuando la toxina botulínica empezó a usarse como tratamiento de belleza, tan solo un puñado de famosos habían probado sus efectos. Y todos iban a la misma consulta: a la clínica de Fredric Brandt, un doctor que hoy se ha convertido en el mayor consumidor mundial de bótox. Su propio rostro es prueba clara de que en su clínica se utilizan unas cinco mil ampollas al año. El dermatólogo más famoso de los Estados Unidos -apodado el Barón del Bótox- tiene 65 años y un aspecto tan helado y pálido como la superficie lunar. Nos citamos con el mayor representante mundial de la cirugía cosmética mínimamente invasiva, un mercado que se cree facturará 2,9 mil millones de dólares en 2018. 
Otro dato: el pasado noviembre, la compañía que patentó el bótox fue comprada por 66.000 millones de dólares. Brandt tiene fama de ser el especialista más creativo del sector, de saber en qué punto exacto hay que pinchar para conseguir el mejor resultado sin que el paciente deje de gesticular y mueva sus facciones. Entre sus pacientes se cuentan mujeres de la alta sociedad, profesionales y famosos (nuestro hombre se niega a dar nombres, pero Madonna ha hablado de él en tono muy elogioso y se cree que Demi Moore es otra de las celebridades que han pasado por su consulta), así como abogados, diseñadores y escritores... Todos con mucho dinero. Algunos pacientes vienen a verlo desde Europa y Oriente Medio. 
Brandt se ha convertido en una marca global. Los clientes pueden comprar sus propios productos para estirar y suavizar la piel. El último se llama Needles No More (Sin Necesidad de Inyecciones) y es una crema antiarrugas que, según el doctor, reduce las patas de gallo y las arrugas en la frente. Brandt cuenta con su propio laboratorio. Nuestro entrevistado hoy está experimentando con un tratamiento contra las patas de gallo basado en una molécula de la toxina botulínica que, según afirma, resultará efectiva durante 120 días. La crema Needles No More es la versión comercial de esta sustancia, una versión en la que el magnesio opera como inhibidor de las contracciones musculares.
XLSemanal. ¿A qué tratamientos se ha sometido usted mismo?
Fredric Brandt. ¿Yo? Nunca me he hecho nada. En la vida, me he hecho un estiramiento facial. Todo el mundo está convencido de lo contrario, pero mire detrás de mis orejas...
XL. No veo cicatrices. 
F.B. Nunca me he sometido a la cirugía, pero siempre he experimentado conmigo mismo porque, si algo sale mal, es mejor que me pase a mí. Llevo aplicándome bótox desde los noventa. Me he inyectado rellenos para restaurar el área de las mejillas y en torno a los ojos, para rellenar las zonas demacradas y en el perfil de la mandíbula, para reesculpirlo.
XL. ¿Estaba insatisfecho con su apariencia física? 
F.B. Lo que me interesaba era ver lo que estos tratamientos harían a los pacientes, pero, por supuesto, también quería estar presentable. Me aplico bótox dos veces al año y hace bastantes meses que no me hago un relleno. La aparición del bótox a principios de los noventa fue revolucionaria. Quedaban atrás los peelings y las inyecciones de colágeno de los años ochenta. Ahora, según dice el doctor, es posible «hacer ciertas cosas sin recurrir a la cirugía». En los ochenta, Brandt solía aplicarse cremas con retinol y alfahidroxiácidos. Sigue utilizando lociones y se vale de una de sus propias cremas para generar colágeno por las noches, así como de un sérum de reparación, una crema antioxidante y otros sérums especiales a lo largo del día.
XL. ¿Alguna vez se ha planteado la posibilidad de dejar que la naturaleza siga su curso? 
F.B. Nunca.
XL. ¿Se considera vanidoso? 
F.B. Todo el mundo lo es un poco. Pero no me veo especialmente vanidoso. Mi lema es: «Hay que aspirar a lo mejor, pero teniendo en cuenta cómo eres». ¡No te compares con una estrella del cine! Debes tratar de ofrecer el mejor aspecto posible siendo tú mismo. Es lo que les digo a mis pacientes.
XL. ¿Se considera físicamente atractivo? 
F.B. La gente se sorprende al enterarse de mi edad, así que supongo que me mantengo bien.
XL. Pero usted está en la cúspide de una industria que obtiene enormes beneficios a partir de la insatisfacción de la gente con su apariencia personal. 
F.B. No estoy muy de acuerdo con eso [la sonrisa se petrifica en su rostro]. Muchas personas que se someten a tratamiento están contentas con su apariencia; simplemente quieren disfrutar de una imagen mejor o más juvenil. Mis pacientes acostumbran a decir: «Tengo 60 o 70 años, pero me siento igual que a los 25». Pero entonces se miran al espejo y no ven a esa persona. Y se sienten algo mejor cuando existe mayor equilibrio entre la percepción que tienen de sí mismos y su aspecto físico. Quieren ser competitivos en sus lugares de trabajo y quieren tener una apariencia juvenil porque vivimos en una sociedad obsesionada con la juventud.
Brandt insiste en que él no es de los que aplican inyecciones a voluntad del paciente, sino que juzga cuáles son las necesidades reales de cada uno. «Tienes que ser el espejo del paciente; la voz de la razón», afirma. Y añade: «La vanidad no es nada nuevo. Hoy sencillamente contamos con más herramientas y, además, la gente vive más años. Siempre digo a mis pacientes que el tratamiento no es una necesidad, sino una elección personal». 
El tratamiento promedio en la clínica de Brandt cuesta entre 800 y 1000 dólares, y los pacientes vienen de visita dos veces al año. «No es barato, pero piense en el dinero que las mujeres gastan en teñirse el cabello. Nada es gratis en la vida». Brandt está soltero, y la gente suele reconocerlo cuando pasea por las calles de Nueva York. «No soy un verdadero famoso, por mucho que todo el mundo piense lo contrario», comenta. «Ahora, también es cierto que tengo algo de actor, de showman... ¡Podría ser un personaje de una película clásica!».
Su primera paciente del día tiene cincuenta y pocos años y marcas de espinillas en la cara. «El doctor tiene las manos mágicas», dice. Brandt le aplica una inyección, no sin antes pedirle que frunza los labios y el ceño y relaje las facciones. Su objetivo: comprobar el nivel de gesticulación de su rostro. En la sala contigua está esperando una mujer delgada próxima a la cincuentena y visiblemente más adinerada que la anterior. Hace cuatro años que viene a ver a Brandt. Acude a su consulta cada tres meses. «¿Has ido a la última Art Basel?», pregunta la mujer al médico.
 «Sí, y he comprado dos cuadros... Un Georg Baselitz, entre ellos», es la respuesta. Una enfermera la unta con una crema de efecto anestésico para reducir su sensibilidad a las agujas. «Lo mejor del doctor Brandt es que hace menos cosas que los demás», explica. «Cuando vine a visitarlo por primera vez, me habían hecho demasiadas cosas en la cara». 
«Me limité a compensarlo todo un poco», dice Brandt, mientras mira por sus gafas con cristales de lupa. «Los labios siguen estando bien». Empieza por inyectar bótox en una de las sienes. A continuación va a elevar las cejas. «Estoy inyectando bajo el músculo, para elevar toda la zona de la mejilla», indica. «El objetivo es remediar la pérdida de grasa en el carrillo y reforzar el músculo para darle un contorno bonito».
Brandt acostumbra a meditar sobre su propio envejecimiento y la mortalidad; lleva haciéndolo desde que era niño. «Lo acepto como parte inevitable del ciclo de la vida. Hace tiempo que no tengo miedo a envejecer. Todos vamos a morir. Lo que no me gustaría es acabar en un asilo. Quiero que mi muerte sea rápida, mientras estoy durmiendo. Y lo terrible es no ser capaz de hacer aquello que quieres hacer. Eso no es vivir». 
Brandt cuenta con su propio programa de radio, y su próximo proyecto es lanzar su propio magacín televisivo. Da la impresión de que es un hombre siempre jovial y animoso. «La gente cree que siempre estoy feliz, pero nadie es feliz siempre». Eso sí, el doctor Brandt es un artista del fingimiento. «¡Si te ríes, el mundo entero se ríe contigo. Si lloras, lloras a solas!». 
¿Alguna vez ha ido al psicólogo? «Sí, y me fue útil, pero cuando un paciente viene a verme, lo último que quiere es que le cuente mis problemas. Durante un tiempo estuve yendo a una manicura que no hacía más que hablarme de sus penas; al final no tenía ganas de ir a verla los sábados». 
La próxima paciente tiene setenta y tantos años y ha sobrevivido a un cáncer de piel. «Soy diseñadora de joyas. Llevo 57 años haciéndolo, y mi trabajo me gusta tanto como el primer día. Jane Fonda tiene los mismos años que yo... ¿Cómo es que ella tiene esa apariencia tan perfecta? ¿Será por los genes?», comenta, sarcástica. «Pues claro que tengo miedo», le dice a Brandt. Es su primer tratamiento con bótox. «Quiero ser capaz de sonreír. Aquí, el artista es usted. Y está recomendadísimo. Todas mis amigas están encantadas con su trabajo, y por eso he venido a verlo». Brandt comienza a inyectarle en torno a los labios. A continuación aplica rellenos en las mejillas, algo hundidas. 
Como me sucede con todas las mujeres a las que veo esta mañana, estoy tentada de decirle a la paciente que la encuentro estupenda, que tiene un aspecto envidiable. Pero vivimos en un mundo enloquecido por las apariencias y el miedo al envejecimiento, y esta clínica es buena muestra del fenómeno. ¿El éxito del doctor Brandt? Los resultados si son los que andas buscando son visibles de inmediato. 
«Me parece que no va a poder quejarse en absoluto», dice Brandt a la mujer. «Oh... Es fantástico», conviene ella. Me mira y agrega: «Puede poner mi nombre en el artículo. No me avergüenzo de haber venido». Muy bien: la paciente se llama Carol Dauplaise y tiene 76 años. «Voy a contarle a todo el mundo que me he puesto bótox», dice al despedirse. 
¿Terminaremos por cansarnos del bótox? «Yo creo que las personas quieren tener un look natural», responde Brandt. «Nuestro lema es: 'Caras guapas, pero no congeladas'. Y tengo la impresión de que el bótox ha venido para quedarse». La siguiente paciente tiene 57 años y una piel bonita y lisa; no hay indicios de que necesite que le hagan algo o de que se lo haya hecho anteriormente. «Vine a la consulta para que me trataran las arruguillas, provocadas por las sonrisas, que tenía junto a las comisuras de los labios. Desde entonces no he vuelto a tenerlas». ¿Sus familiares se han dado cuenta? «Para nada. Mi pareja no sabe que vengo a esta clínica».
Brandt empieza a inyectar relleno en las mejillas de la mujer. A continuación, le aplica bótox en la frente y en las cejas. Cuatro pinchazos, y ha terminado con la paciente. Brandt al momento sale al pasillo largo y entra en la salita adyacente. «Hola, buenos días. ¿Cómo estamos...?», saluda.
-El rostro de hielo. Su rostro es como una máscara. Sin una arruga, el doctor Brandt es como el Peter Pan de la nueva cirugía mínimamente invasiva. Un negocio boyante que se calcula que moverá más de 2,9 mil millones de dólares en 2018. No solo cuenta con dos consultas, una en Nueva York y otra en Miami: tiene también su propia línea de cremas y un programa de radio.
Embajadoras de nuevo rostro
La prensa norteamericana ya responsabiliza al doctor Brandt de un cambio en los cánones estéticos femeninos. Madonna (56), Elizabeth Hurley (49) o Demi Moore (52) son las representantes de lo que ya se llama 'el nuevo rostro'
¿Qué técnicas se están usando?
-Vivimos en un mundo enloquecido por el miedo a envejecer, y la clínica del doctor Brandt es buena muestra de ello. Él mismo cuenta sus técnicas: «Hoy se lleva un aspecto natural. Hay mucha demanda de volumen en las mejillas. También preocupan los tejidos grasos en el cuello. Con el envejecimiento, las células lipídicas de las mejillas pierden volumen, por lo que nos encargamos de rellenarlas». Brandt utiliza una técnica de ultrasonidos para tensar la piel sin cortes ni cicatrices. En su clínica están esperando que el regulador estadounidense apruebe un nuevo producto inyectable en las concentraciones de lípidos en el cuello, para fundir las grasas y estirar la piel. 
-La frente está siempre tersa y sin arrugas (se puede lograr con inyecciones de bótox).
-Los labios se rellenan un poco y se elevan ligeramente a los lados (los labios neumático ya no se llevan).
-Rostro en forma de corazón, con mandíbula bien definida.
-Los ojos parecen más abiertos y sin líneas marcadas (se inyecta relleno en el párpado inferior).
-La nariz es recta (el ligero toque hacia arriba, característico de la rinoplastia, ya no está de moda).
-Las mejillas se redondean y marcan para rejuvenecer (el relleno se aplica justo debajo del hueso de la mejilla).