TÍTULO: EL BLOC DEL CARTERO,. PILAR DE LA HABANA,.
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Comer bien en La Habana no es siquiera sencillo. Es,
antes, bien complicado. No porque los habaneros no sepan manejar bien
los pucheros y los productos; es un problema, sencillo, de suministro.
No tienen con qué. Una tierra feraz como aquella, que podría
producir hasta tres cosechas, no tiene medios logísticos para la
recogida, almacenamiento, transporte, refrigeración y distribución de
sus frutos. Los pocos pimientos que se venden por libre son carísimos,
así como tomates y patatas. Concretamente las patatas, que podrían
alimentar sobradamente a la población, son uno de los lujos más
exclusivos de la isla: escasean a pesar de ser producidas profusamente,
con la pena de que una buena parte se pudre antes de llegar a destino.
Arreglar ese desatino no será sencillo. Están en ello, pero su propia
estructura estatal de producción les impide ser efectivos.
El
Templete que creó el empresario gallego Víctor Moro en La Habana Vieja y
que llevó adelante el catalán Jordi Escarré, es una de las más formales
apuestas. Carlos Castillo, el chef, hace lo que puede con lo que le
llega y alivia el hambre de los clientes con mucha solvencia. Jordi ha
abierto recientemente un espléndido lugar llamado VIP Habana, en el
Vedado, donde se come racionalmente bien y se recibe un trato
ciertamente conmovedor. Y están a mucha distancia de los llamados
Paladares, donde la dedicación es mucha, pero la excelencia poca. Debo
decir que en estos días pasados en la capital cubana con motivo del
Festival del Habano he dado con un par de lugares que invitan a la
esperanza. Uno de ellos está en Jaimanitas, allá donde acaba Miramar y
Siboney, al borde mismo de los límites habaneros, en una casucha modesta
de uralita y madera sin nombre ni anuncio. Se llama Santi y me preparó
una ventresca de atún magnífica. Tenía anguila y unas pequeñas langostitas del tamaño de un dedo gordo, que prepara a la brasa, absolutamente espectaculares.
El
otro lugar es la casa de Pilar. Pilar Fernández es asturiana, de
Avilés, y llegó a Cuba con el encargo de implantar negocio para Central
Lechera Asturiana. Con el tiempo se sintió atrapada por el magnetismo de
la mayor de las Antillas y se quedó para desempeñar otras labores. Fue
la gerente, por ejemplo, de la discoteca Macumba, que ha sido la más
grande del país y que aquellos que la visitaron no pueden olvidarla. Al
igual que le pasara al Comodoro de Jordi Escarrá, Macumba fue suprimida
por un régimen que ve con recelo que haya proyectos empresariales que
funcionen, aunque la Administración se lleve más de la mitad de la caja.
Hubo días en que se recaudaban hasta ochenta mil dólares (en pesos
convertibles cubanos). Una barbaridad para la zona. Hoy es un comedor
social o algo parecido.
Al final, Pilar abrió su propia casa.
Espléndida. En Miramar, la antigua zona residencial de los sesenta, abre
los brazos de su coqueto comedor y su magnífica terraza a quienes
quieren encontrarse con un rincón que alivie la hambruna que acaba
produciendo la estancia en una ciudad espléndida (aunque rota y
desmerengada) y muy desabastecida. Los garbanzos con langosta
que comí y el arroz con setas en cazuela que devoré me confirmaron que
siempre tiene que haber un español por medio si quieres acabar comiendo
bien. Evidentemente si trasladamos Casa Pilar, tal cual, a Avilés o
Gijón, no resistiría la comparación, pero hay que valorar dónde se está y
con qué se cuenta. Estamos en Cuba, amigo, y se cuenta con lo
que hay, que es poco. Con ese poco, Pilar elabora platos que uno come y
se siente abrazado por la cocina bien hecha, la de casa, a miles de
kilómetros de distancia.
Ya otro día, si quieren, hablamos de los
cambios que algunos quieren ver en la dinámica cubana desde el anuncio
del armisticio con los Estados Unidos. Ninguno a corto plazo. Ya
veremos qué pasa cuando un millón de norteamericanos aterricen en La
Habana a comprar puros y a beber ron. Antes de que ese momento llegue,
no obstante, habrá que comer mucha fabada en Casa Pilar.
TÍTULO: LA CARTA DE LA SEMANA, SILENCIO POR FAVOR, Francisco González presidente del BBVA, .
“Nuestro objetivo es que el BBVA
se convierta en una empresa totalmente digital, con todos sus productos
y servicios digitalizados”, afirmó ayer el presidente del BBVA, Francisco González,
antes de la junta general de accionistas de la entidad celebrada en
Bilbao. No obstante, González no marcó objetivos cuantitativos ni plazos
concretos en los que se deberá reflejar las ventajas de la gran
inversión realizada por el banco en la última década. Solo apuntó:
“Dentro de dos años nuestra transformación digital estará muy avanzada.
Es una meta móvil que se desplaza a medida que avanzamos. Los mercados
lo reconocerán”.
Más allá del plano meramente empresarial, González se refirió a la
situación política griega. “Lo que está sucediendo en Grecia demuestra
que las políticas populistas no dan resultados. Más bien, lo contrario”,
dijo el presidente del BBVA. Posteriormente, en el discurso ante los
accionistas, añadió que estos movimientos populistas con “promesas
inviables llevan a la destrucción de riqueza y de puestos de trabajo”.
González contrapone el caso griego al español: “Estamos creando en
España en este momento más de 500.000 puestos de trabajo y en los años
siguientes esta cifra va aumentar. Esto es debido a políticas económicas
adecuadas y, lógicamente, al esfuerzo, al gran esfuerzo, del pueblo
español. Esto demuestra que España es un gran país”.
No obstante, sí marcó deficiencias: “Debemos impulsar la innovación,
mejorar la educación y las Administración Públicas, agilizar la justicia
y combatir de forma mucho más eficaz la corrupción. Solo así podremos
crecer de forma sostenida. No hay atajos”, insistió.
González admitió que la tasa de desempleo, “cercana al 24%, supone
que hay casi 5,5 millones de personas en paro. Para mejorar esta
situación es necesario crear más empleos indefinidos y mejor
cualificados”. Posteriormente, en las intervenciones de los accionistas,
los representantes sindicales le criticaron por la falta de nuevas
contrataciones, así como por la prolongación de jornadas y la dificultad
para conciliar la vida familiar y profesional.
González respondió a todos los sindicatos a la vez. Según una
encuesta de la entidad, “el 93% de la plantilla está satisfecha con su
trabajo en el BBVA”. En cuanto a los retos para la industria financiera,
el presidente de la entidad insistió en que quiere ser “el primer y
mejor banco digital del siglo XXI a nivel global”.
Entre los 14 accionistas que intervinieron, alguno le recriminó que
pese a la inversión digital, el ratio de eficiencia, que mide lo que se
gasta por cada cien euros ingresados, haya empeorado. Según Juan Manuel
Moreno Luque, abogado que representa a buen número de accionistas, en
2007 el banco gastó 38,7 euros y en 2014 subieron a 51,3 euros. “Los
resultados de esta política digital son escasos o inciertos”, apuntó.
González le respondió que no tenía buena información ya que debe
comparar al BBVA con los 22 grandes bancos “y ahí sacamos una gran
ventaja a todos”.
El representante del sindicato vasco ELA le recomentó que no se
obsesionara con el tema digital y le recriminó su apoyo al PP y al
presidente Rajoy. “No soy del PP ni del PSOE”, aseguró.
El 95% de los accionistas presentes aprobaron que hasta 400
directivos puedan tener una paga variable del 200% del sueldo fijo. La
mayoría de las propuestas se aprobaron por una mayoría superior al 90%.
Por la London School of Economics han
pasado 45 jefes de Estado, 18 premios Nobel, 7 premios Pulitzer, pesos
pesados de Goldman Sachs y Merrill Lynch y una docena de los
multimillonarios de la lista 'Forbes'. ¿Cuál es el secreto de esta
pequeña universidad de la que salen tantos hombres brillantes y
poderosos? Se lo contamos.
Es la menos 'british' de todas las universidades
británicas. Y en Los listados de las mejores del mundo no está entre las
primeras. Sin embargo, cada año compiten ferozmente por entrar en ella
15 candidatos por cada plaza. Su reputación
académica está basada en lo que los entrenadores de baloncesto llaman
'intangibles', cualidades que no se pueden medir estadísticamente, pero
que hacen ganar partidos. Por eso hay codazos para entrar. Y
también por eso a los licenciados y doctores de cada nueva promoción se
los rifan gobiernos y multinacionales. De hecho, es la cuarta
universidad del mundo donde más pescan los cazatalentos. ¿Cuáles son
esos intangibles? PRIMER MANDAMIENTO. MEZCLA DE IDEALISMO Y PRAGMATISMO.
El primer intangible es una curiosa mezcla de idealismo y pragmatismo, un cóctel muy juvenil. La
London School of Economics (LSE) fue fundada por miembros de la
Sociedad Fabiana en 1895, durante un desayuno en el que se discutió qué
hacer con las 20.000 libras de una herencia. Los fabianos eran
socialistas no utópicos, que pretendían que sus ideales fueran calando
en las democracias no mediante revoluciones traumáticas, sino con
reformas paulatinas. En aquella primera hornada había escritores como
George Bernard Shaw y H. G. Wells y feministas como Emmeline Pankhurst.
Pusieron los mimbres para la creación del Partido Laborista. No
en vano la LSE siempre ha tenido una impronta de progresismo en
comparación con los conservadores colegios de élite del Reino Unido,
como Eton.
En sus aulas se coció la Tercera Vía del ex
primer ministro Tony Blair como reacción al neoliberalismo de Margaret
Thatcher. Y David Vegara fue secretario de Estado de Economía con
Zapatero.Idealistas, sí. Pero muy bien remunerados. El alumno
medio de la LSE percibe un salario anual de 70.000 euros al quinto año
de su graduación. Y eso que la inmensa mayoría de los estudiantes
aseguran que un buen sueldo no es su principal motivación, sino seguir
su vocación personal. Y solo el diez por ciento aspira a trabajar en un
banco de inversiones. Prefieren el sector público o una ONG.
Una vez atemperado el noble propósito de intentar cambiar el mundo,
muchos acaban en Merryll Lynch y Goldman Sachs. Y once alumnos pueden
presumir de haber amasado un capital superior a los mil millones de
dólares. No obstante, la rebeldía se nota incluso entre los
multimillonarios, como el inclasificable George Soros, especulador y
filántropo. DOS. AUTONOMÍA DEL ALUMNO
El segundo intangible es la autonomía de la que goza el alumno.Hubo
un profesor, Erik Ringmar, que se hizo famoso por dar la bienvenida a
los estudiantes con un discurso en el que les advertía, irónico, de que
los catedráticos tenían la mente puesta en sus investigaciones y no en
la enseñanza.Si querían aprender algo, deberían hacerlo por su
cuenta. Exageraba, sí. Pero no tanto... Por esta universidad han pasado
18 premios Nobel y 7 premios Pulitzer, pero lo que te transmite un Nobel
no es tanto su sabiduría, sino su entusiasmo. En cierto modo, el
verdadero conocimiento no se imparte, se contagia. «Yo tengo un recuerdo
excelente de allí, todo eran facilidades. La biblioteca, por ejemplo,
abre las 24 horas todos los días del año», rememora José María Casado,
doctor por la LSE y economista sénior del Banco de España. «El
método de enseñanza es el mismo que el de las mejores universidades
estadounidenses. Te enseñan a pensar y a desarrollar ideas más que a
memorizar contenidos. Te dan los instrumentos analíticos y los
fundamentos y luego tienes que desarrollarlos haciendo muchos
ejercicios. Quizá el nivel de competencia entre los alumnos es
menor que en las americanas, pero esto permite un mayor compañerismo. Yo
comencé mi doctorado en España. Aquí sufrías como estudiante las
guerras internas de los departamentos. Allí los alumnos no nos
enterábamos de las rivalidades, si las había. Cuando acabé la tesis, el
proceso administrativo, que en España te hace perder mucho tiempo, allí
lo ejecutan en un par de semanas. Se forma un tribunal objetivo de
profesionales del tema sobre el que has investigado y pueden rechazar la
tesis u obligarte a presentarla de nuevo con cambios. En España, casi
todas las tesis reciben el sobresaliente cum laude con una discutible
generosidad». Otro exalumno, Óscar Feito, experto en marketing
on-line, también tuvo un periplo inolvidable por esta universidad, donde
recibió clases del historiador Paul Preston y del premio Nobel de
Economía Christopher Pissarides.
«Me chocó la ingente cantidad de materia que había que cubrir en un trimestre. Y con el tiempo comprendí su filosofía educativa.
Los exámenes contenían decenas de preguntas, pero los alumnos solo
teníamos que contestar a un puñado de ellas. Si durante el curso te
centrabas en estudiar aquello que más te interesaba, las probabilidades
de que aprendieras algo útil eran más elevadas. ¿Qué consiguen con esto?
Que te pases el día descubriendo qué es lo que te gusta, en lugar de
memorizar las preguntas que van a salir en el examen, que se suelen
olvidar al día siguiente». Feito recuerda que en un día típico solo
tenía dos o tres horas de clase. «El papel de la universidad es
despertar la curiosidad del alumno, que vaya a la biblioteca y que
decida el camino que más le llame la atención. Es una escuela para la
vida, donde el diploma final es solo un subproducto accidental de toda
la jugada». Que le pregunten al cantante Mick Jagger, que estudió
Contabilidad en la LSE. No terminó la carrera, pero desde luego encontró
su camino... TRES. ESPÍRITU CRÍTICO
El tercer intangible es el espíritu crítico. Un
alumno de la LSE no se casa con nadie. Ni siquiera con la LSE. Solo hay
que echarle un vistazo a The Beaver ('El Castor'), el incisivo
periódico universitario. En su última portada destapan los donativos
millonarios que la universidad ha venido recibiendo en los últimos años
por parte de organismos, bancos (como el Deutsche Bank) y empresas
extranjeras: entre otros, dos millones de euros de Kuwait y más
de un millón de China para el controvertido Instituto Confucio, un
organismo cultural integrado en la LSE y otras universidades
occidentales que le sirve al Gobierno chino para controlar a sus
estudiantes expatriados en 460 universidades. Y no es una información
que el Rectorado haya servido en bandeja. Los periodistas tuvieron que
recurrir a la Ley de Libertad de Información para obtenerla y critican
la opacidad de la LSE en materia informativa. No es la primera vez que
las donaciones están en el punto de mira. El anterior rector,
Sir Howard Davies, dimitió en 2011 después de que se conociera que el
dictador libio Muamar el Gadafi había recompensado a la universidad con
dos millones de euros por 'doctorar' a uno de sus hijos. CUATRO. DIMENSIÓN GLOBAL
El
cuarto intangible es su dimensión global. El campus es una melting pot
en el sentido más norteamericano, por su mestizaje y por su filosofía. Solo
que no hay que irse a Boston o Berkeley. Está en el centro de Londres, a
un paseo de la City: unos 9000 estudiantes de más de 145 países que han
superado los durísimos requisitos de acceso «y que dan sus primeros
pasos hacia la grandeza en los foros de debate, en los cafés, en los
bares, incluso a veces en los seminarios de las facultades»,
según The Sunday Times, que subraya la capacidad de influencia en los
gobiernos que tiene en la LSE, en especial en África y Asia, donde buena
parte de la élite tiene pedigrí londinense. Aquí se han formado la
friolera de 45 jefes de Estado, como John F. Kennedy, la reina Margarita
II de Dinamarca, el indio Narayanan, el italiano Romano Prodi... Esto
permite a los alumnos crearse una agenda de contactos o networking
envidiable. CINCO. EFERVESCENCIA
Y el quinto es la efervescencia. Hay
cientos de fraternidades universitarias. Y eventos que llenarían la
agenda del Pequeño Nicolás. Un día Angelina Jolie inaugura el primer
centro Europeo que lucha frente a la violencia contra la mujer en zonas
de guerra. Y otro día la pianista Anna Gogova da un recital. La fiesta
de bienvenida a los novatos es legendaria, aunque este curso se le fue
de las manos al equipo de rugbi, que distribuyó unos folletos con
contenido misógino. La respuesta fue fulminante. Este año no
hay equipo. Una 'tragedia' equivalente a que Oxford o Cambridge se
queden sin remeros para su regata. La rivalidad tradicional con el
King's College pone la salsa. Y la vida nocturna, catalogada como la
mejor de las universidades británicas, el picante.
Qué hay que hacer para entrar aquí -Convertirse en alumno de la London School of Economics es una hazaña.
El curso pasado se presentaron 17.500 candidatos para 1200 plazas. Se
tienen en cuenta tres variables; y hay que cumplir las tres, como en las
universidades estadounidenses, pero con una diferencia esencial: no
suele haber entrevista, solo en casos excepcionales. -Los requisitos son:
1) Un excelente expediente académico. 2) Examen oficial de inglés.
Aceptan cuatros títulos (IELTS, Pearson, Cambridge, TOEFL), con unas
notas mínimas. 3) Para algunos programas se pide también GRE o GMAT, que
son exámenes de capacidad verbal y numérica. -No es barata.
La matrícula más común para un estudiante europeo que quiera cursar un
grado es de 9000 libras (12.385 euros). Una titulación típica como el
diploma en Contabilidad y Finanzas ronda los 16.000 euros. Pero algunos
títulos específicos se pueden ir por encima de los 40.000 euros. El
doctorado cuesta unos 5600 euros anuales. Además, Londres es caro y la
universidad recomienda que el alumno reserve unos 1500 euros mensuales
para alojamiento, manutención y transporte. ALUMNOS DESTACADOS DE LA LSE -John F. Kennedy.Presidente de los Estados Unidos. Estuvo en 1935. No fue el único del clan. Su hermano Joseph y su sobrino Robert Jr. también pasaron por sus aulas. -David Attenborough. Naturalista.
Estudió Antropología. «Fue maravilloso», recuerda, aunque antes de
terminar se incorporó ya a la BBC, donde arrasó con su programa. -George Soros.Inversor.
Se pagó los estudios con trabajos a tiempo parcial en 1952. Fue alumno
del filósofo Karl Popper, que lo influenció por su crítica al
totalitarismo.
-Romano Prodi.Ex primer ministro de Italia y de la Comisión Europea. Hizo el doctorado. Le gusta recordar: «Uno de mis hogares intelectuales es Londres». -Cherie Blair. Jurista.
Esposa del ex premier británico Tony Blair. «En el colegio no era la
chica con mejor conducta, pero destacaba en debate y arte dramático, así
que la LSE me admitió en Derecho». -Zygmunt Bauman. Sociólogo.
Teórico de la modernidad líquida. Aprovechó su estancia en Londres para
escribir el primero de sus 57 libros, un estudio del movimiento obrero
en el Reino Unido. -Paul Krugman. Economista.
Premio Nobel. Como a tantos americanos atraídos por la LSE, se le asocia
con un chiste sobre las siglas de la universidad: Let's See Europe
('veamos Europa'). -Monica Lewinsky. Psicóloga social.
En 2005, casi una década después de su aventura con Bill Clinton y
harta de la persecución mediática en los Estados Unidos, se mudó a
Londres y se graduó en Psicología Social.
TÍTULO: ENTREVISTA MARIA DUEÑAS ESCRITORA,.
Nunca sabes de lo que eres capaz hasta que no tienes los perros detras,.
Entrevista
María Dueñas: "Nunca sabes de lo que eres capaz hasta que no tienes los perros detrás"
La autora de 'El tiempo entre
costuras', el gran 'best-seller' de los últimos años, publica nueva
novela: 'La templanza'. Un libro romántico y lleno de aventuras que
escribió sumida en la tristeza por la muerte de su hermano y de su
madre. Así nos lo confiesa en esta entrevista. De eso y mucho más
hablamos con María Dueñas en su nuevo piso de Madrid.
Escritora tardía, María Dueñas publicó su primera novela a los 45 años. Con
la tranquilidad que le daba su plaza fija de profesora, ganada en una
oposición, en la Universidad de Murcia, esta licenciada en Filología
Inglesa nacida en Puertollano (Ciudad Real) nunca imaginó el impacto que
causaría aquella historia. Las cifras, a seis años de su
lanzamiento, son apabullantes. El tiempo entre costuras lleva vendidos
más de tres millones de ejemplares y ha sido traducida a más de 30
idiomas. Tres años después, Misión olvido, su segunda novela, superó los 500.000 ejemplares sólo en España, donde la media por libro no alcanza los 3000. Sus lectores llevan tiempo aguardando esta tercera novela, La templanza (Editorial Planeta), que sale a la venta el 17 de marzo, con una tirada inicial de 500.000 ejemplares. Y en tiempos de crisis... XL. Ha dicho: «Tras una tesis, escribir una novela está chupado». M.D. Y
un compañero se enfadó mucho [risas]. Yo preparé la tesis embarazada y
con una niña pequeña en casa; y la leí en el noveno mes de embarazo. Eso
te curte. Escribir una novela donde tú diriges, tú mandas, me parece
muy fácil y muy gustoso. Esto no quiere decir que no lleve mucho
trabajo. XL. ¿Qué manías de escritora tiene? M.D. Yo
no soy maniática, vengo de familia numerosa [se ríe]. El proceso de
escritura esta vez ha sido más complicado porque, durante el mismo, ha
muerto mi madre, ha muerto mi hermano... Pero, al final, parece incluso
que estas cosas te pueden llegar a estimular de alguna manera. XL. ¿Y no se refleja su estado de ánimo en la novela? M.D. Soy muy fría para estas cuestiones. Cuando trabajo, trabajo; y paro cuando la vida me exige otras cosas. XL. Sus tres novelas son historias de supervivencia después de perderlo todo, ¿marca de la casa? M.D.
No es algo consciente, surge así. Debo de tener una cosa rarita metida
dentro del cerebro [ríe]. La vida nos da golpes a todos. Y nunca sabes
de lo que eres capaz hasta que no tienes los perros mordiéndote detrás. XL. Su vida también dio un giro inesperado a los 45 años... M.D. Nada que ver. Mi vida es más tranquila que la de mis protagonistas. Yo sigo siendo la misma. XL.
¡Veamos! Estuvo 20 años de profesora de inglés; pasó a ganar una
fortuna; ahora es una mujer conocida y admirada; su agenda está repleta
de viajes, presentaciones, eventos... M.D.
Me han cambiado muchas cosas, sí; pero no ha sido un cataclismo que me
haya hecho otra persona. Me he empeñado en no cambiar. Mis prioridades,
mis valores, mi yo... todo eso sigue igual. Me levanto por las mañanas,
me miro en el mismo espejo que antes y todo sigue en su sitio. XL. ¿Se viste igual? M.D.
Básicamente visto de la misma manera: Mango, Zara, Camper, vaqueros...
no voy ahora de Loewe ni de Prada. ¡Que no! Queréis ver más cosas de las
que hay. Me subo a los tacones cuando no tengo más remedio; pero, en
cuanto puedo, tiro los tacones y me pongo unas botas planas. XL. El suyo es un glamour urbano, yo la veo como una especie de Preysler casual, aunque más prêt-à-porter... M.D. ¡Ja, ja, ja! ¡Cómo voy a ser yo una Preysler! XL.
Muy suavita, muy arregladita, muy comedida, muy geisha de modales... y,
luego, una mujer brava, independiente, inteligente y con mucha fuerza. M.D. ¡Qué
va, por Dios! Soy mucho menos suave de lo que parece. Soy muy curranta.
Me remango y bajo al barro cuando hace falta. Soy una todoterreno. Lo
mismo estoy delante del ordenador con mi pinza en el pelo y mis gafitas
que tirando de una maleta por los aeropuertos. Soy de pico-pala,
pico-pala... XL. Hay maridos que no llevan bien que sean
las mujeres las que llevan el peso económico de la familia, sobre todo
si ellos no ganan mucho; ni que estén semanas enteras fuera de casa... M.D.
Nada, nada. Mi marido es un tío estupendo que no tiene ningún problema
con esto y que le parece genial que entre y que salga. Pero es que,
además, yo no era una maestrita de pueblo haciendo bollitos. Que dejé a
mis hijos pequeñitos y me fui un mes a Canadá; y mis hijos me han visto
siempre salir de casa con una maleta cuando trabajaba en la Universidad. XL. ¿Qué edad tienen? M.D. La
mayor, 20 años; y el pequeño, camino de 18. Son muy intensos, dos gatos
callejeros [se ríe]. Son buenos niños, muy sensatos y, a la vez, van a
lo suyo; cosa que me parece muy bien porque eso nos favorece a todos. XL. ¿Han leído sus libros? M.D. Eso se lo tienes que preguntar a ellos. XL. O sea, no. M.D.
Ja, ja, ja. Son poco lectores, y es una lástima. Y mira que lo hemos
intentado. Una tristeza. Pero que no hayan leído mis libros lo
interpreto como una resistencia [se ríe]. Y está bien que me resten
importancia, que les preocupe más que les vaya a echar la bronca por no
haber recogido la habitación que por no haber leído mis novelas. XL. Manuel, su marido, también es filólogo. M.D. Sí, él es catedrático de Latín. XL. Y, en casa, ¿hablan más de libros o de política? M.D. De
política procuro hablar poco. Hablamos de cosas menos sesudas que la
política o la lengua: de qué vamos a comer, del dentista de mi hijo
Jaime, de la selectividad, de los horarios de vuelta a casa... Cosas del
día a día. XL. Su padre es economista y trabajaba en Puertollano en Repsol; y su madre era maestra, profesora de infantil. M.D. Era
una mujer muy echada para delante y siempre trabajó, pese a tener ocho
hijos en casa. Yo ahora me arrepiento de haber tenido solo dos hijos, lo
que pasa es que tomé esa decisión en una época muy dura. XL. Hace unos meses cumplió los cincuenta... M.D. Sí,
en septiembre, y no he pasado ninguna crisis por ello; no tengo ningún
problema en mirarme en el espejo. Como dice Sabina: «Siempre que me
confieso me doy la absolución». XL. ¿No le impone cambiar de década? M.D.
Para mí, la década durísima fue la de los treinta, siempre con la
lengua fuera: los niños pequeños, los embarazos, los biberones...
Además, yo tenía anemia, ganaba poquísimo, me pasaba el día en la
carretera, sin un duro... Aquella época fue un espanto y la recuerdo con
angustia. En cambio, a los cuarenta, todo empezó a ir mejor; y ya en
los cincuenta... pues mejor todavía. XL. Es que usted va a contrapelo: el país está en crisis y María Dueñas triunfando como nunca... M.D. Es chocante, sí; pero ¿qué le voy a hacer? No me voy a esconder [sonríe]. XL. Murcia es una región muy castigada, ¿tiene parados en su familia? M.D.
No casos muy dramáticos, pero sí personas cercanas con una situación
muy complicada. Soy consciente de que la situación es muy dramática para
muchos y que estos años son muy tristes para mucha gente. Quiero pensar
que las cosas empezarán a cambiar pronto. XL. Para
celebrar el éxito de ventas de El tiempo entre costuras, organizó un
viaje a Nueva York con padres, hijos, hermanos, sobrinos... M.D. ¡Sííí!,
quería celebrarlo con ellos. Aquello fue como el circo Price con tres
pistas: mi hermano Pablo, en silla de ruedas; mi madre, recién salida de
la quimioterapia en otra silla; una o dos embarazadas... [se ríe]. XL.
He leído que le preocupa la escasa investigación de enfermedades raras
porque es algo que le toca de cerca, ¿a qué se refería? M.D.
Me refería a mi hermano Pablo, tenía esclerosis múltiple progresiva y
ha muerto con 42 años. Era un tío estupendo. Mi madre murió con siete
meses de diferencia. Estas cosas son las que te ponen en el suelo.
Cuando vino el boom de El tiempo entre costuras y empezó a emitirse la
serie en Antena 3, yo dormía todas las noches con mi madre en el
hospital. Ella estaba muriéndose sin poder ver siquiera el capítulo de
Tetuán, donde ella vivió. Luego, me preguntas por el éxito y por los
cambios de vida... Lo que de verdad te cambia la vida son estas cosas
tan elementales. Yo sé dónde está lo que importa de verdad. Todo lo
demás está muy bien, lo agradeces muchísimo, pero no hacen que pierda el
norte. XL. ¿La invitan a participar en eventos varios? M.D. Me
han tirado tejos de muchos sitios, sí; y algunos de lo más variopinto y
chocante. De pronto, te pones de moda. Te conviertes en el florerito
que todos quieren poner en su fiesta.) XL. ¿Variopinto y chocante? M.D.
Sí, desde que seas madrina de una promoción de ingenieros agrónomos
hasta ir de viaje a África para hacerte la fotito con los niñitos en
brazos cosa que yo no voy a hacer nunca o anunciar bolsos. Te piden de
todo. También han intentado liarme en algún rollo político. Ha habido
intentos feos de manipulación, pero bueno... XL. ¿Quién ha intentado manipularla? M.D. Fue un caso muy chungo que no viene a cuento. XL. ¡Claro que viene a cuento! Diga el pecado y calle el pecador. M.D. Me
pidieron que apoyara una candidatura y dije que no. En el cierre del
e-mail con el que di la respuesta le decía a la persona en cuestión, por
educación, que le deseaba suerte. Al día siguiente, como reclamo,
dijeron en un acto de campaña que entre las personas que lo apoyaban y
que no habían podido asistir al acto estaba yo y que le deseaba lo
mejor. XL. ¡Vaya! ¿Protestó entonces? M.D.
Llamé para que lo desmintieran porque fue una 'pirula' muy fea; pero al
final esa candidatura fue un fracaso y yo me alegré mucho [se ríe].
Pero yo como Umbral: ¿no vamos a hablar de mi libro? XL.
Claro que sí. Es la primera vez que el protagonista de una novela suya
es masculino, ¿le ha costado meterse en la piel de un hombre? M.D.
¡No son tan complicados los hombres! Mauro parece que va a comerse el
mundo y, al final, cae redondo cuando se enamora. Los hombres son más
blanditos de lo que parecen. XL. ¿Cree que, si enamoras a un hombre, haces con él lo que te da la gana? M.D. Más que si lo enamoras, si lo seduces; sí, no tengo duda. XL. ¿Lo sabe por experiencia? M.D.
No [risas], confieso que yo he seducido a muy pocos. Pero mira la
cantidad de políticos, empresarios y hasta jefes de la CIA que pierden
el oremus cuando les llega una lista, cuando se les calienta un poquito
el... el esto [se ríe]. Lo que yo cuento en el libro es la vida misma.
Cuantos más años vas teniendo, mejor conoces a los hombres. ¡Yo me lo sé
todo sobre los hombres! XL. Tiene aspecto de ser usted muy mandona. M.D. Sí,
sí [sonríe]. Yo mando cuando tengo que mandar, pero aun siendo mandona
de natural cuando me llevan bien agradezco mucho que me manden. ¡Toda la
puñetera vida tirando del carro! No hay cosa que me dé más gusto que
llegar a un restaurante y que elijan por mí. Quienes eligen bien, claro.
Yo no había delegado en mi vida, siempre he tirado de siete carros a la
vez. Ahora, es muy gratificante que te den muchas cosas ya hechas. XL.
El éxito ajeno, y encima de principiante, a veces se digiere mal. ¿Qué
tal la recibieron las vacas sagradas de la literatura? M.D.
Entre las vacas sagradas no he notado ninguna reticencia. Gente que
vende mucho, como Mario Vargas Llosa, Arturo Pérez-Reverte, Carlos Ruiz
Zafón o Julia Navarro, por ejemplo, se han portado conmigo
maravillosamente. Sin embargo, en los mandos intermedios sí que he visto
alguna ceja alzada, pero imagínate lo mucho que me preocupa [se ríe]. XL. Ha dicho que le dan mucha pereza las camarillas pseudointelectuales. M.D.
Lo que pasa es que yo voy a lo mío y también creo que cada cual va a lo
suyo. Esta profesión es muy de francotiradores. Yo hago mis cosas y me
largo. XL. Acaba de comprarse una casa en el centro de Madrid, en una de sus plazas más castizas. ¿Acabará jubilándose en ella? M.D. No,
aunque mi padre y mis hermanos viven en este barrio [sonríe]. Me
jubilaré cerca del mar. Me gusta el sol, la playa, la buena temperatura,
para leer los libros que escriben otros cuando a mí se me seque la
imaginación. Privadísimo
-Se crio en el poblado para empleados de la refinería de Puertollano, Su padre, economista, trabajaba allí.
-En la casa había mucha gente y animales, la mitad de las veces se iba a estudiar al cuarto de baño.
-Un recuerdo inolvidable de infancia: los viajes de verano a Málaga en un Renault 12.
-De
niña devoraba los libros de Enid Blyton. «A veces, mi padre se
levantaba para trabajar y yo no había apagado todavía la luz».
-Dio clases de inglés en la base de Los Alcázares cuando no había mujeres en el Ejército.
Adaptación de una novela de Don Winslow. Dos amigos de Laguna Beach, que
comparten novia, se dedican al tráfico de drogas. Un cartel mexicano
secuestra a la chica y les exige como rescate todo el dinero que han
ganado durante los últimos cinco años. Aunque los jóvenes se muestran
dispuestos a pagar, al mismo tiempo, idean un plan para rescatar a la
chica y vengarse de sus secuestradores.
TÍTULO: REVISTA GIGANTES, LIGA BALONCESTO, BARCELONA-88- fuenlabrada -82- ,.
Resultado Final / foto,.
BARCELONA-88- fuenlabrada -82- ,.
Un gran partido de baloncesto que hizo el fuenlabrada contra el Barcelona que gano de seis puntos, etc,.
TÍTULO: REVISTA XL SEMANAL, PORTADA, COLIN FARRELL, ACTOR,.
Un tio me dijo, eres Colin firth, ¿ verdad ? no le respondi: soy más bajito con mucha menos clase,.
Especial Hombre / En portada
Colin Farrell: "Un tío me dijo: 'Eres Colin Firth, ¿verdad?'. 'No', le respondí: '¡Soy más bajito y con mucha menos clase!'"
Ejerció de irlandés salvaje en
Hollywood durante años. Hoy, cerca de los 40 y padre de dos hijos, los
excesos han quedado atrás. El embajador de Intenso, el nuevo perfume de
Dolce & Gabbana, nos recibe en Los Ángeles.
Ni una sola nube empaña la panorámica de Los Ángeles desde el balcón suspendido sobre las colinas de Hollywood. Son
las diez, pero, enfundado en un traje negro, Colin Farrell parece listo
para la alfombra roja. El actor es la imagen de Intenso, el nuevo
perfume de Dolce & Gabbana. Luce un característico bigote
que, en realidad, es parte de su personaje en la segunda temporada de la
serie True detective, que está rodando en la ciudad. Farrell
vivió su época más salvaje cuando aterrizó en Hollywood desde su Irlanda
natal, pero en 2005 decidió apostar por sí mismo, pasó una temporada en
rehabilitación y dejó atrás las drogas y el alcohol. Ya
no es el chico malo de Hollywood. El cambio se hace evidente viéndole
con Henry, el menor de sus dos hijos (de cinco años), con cuya madre la
actriz y cantante Alicja Bachleda-Curus Farrell estuvo dos años (el
mayor, James, de 12 años, es hijo de la modelo Kim Bordenave). Cuando
el pequeño lo llama, el actor desconecta de todo y de todos. Durante un
descanso, con un café y un cigarrillo en plena calle, se muestra
encantador. Le gusta hablar, ponerse trascendente y profundo; es un
libro abierto que no se autocensura.
XLSemanal. Se pone muy serio ante la cámara. Se diría que le da vergüenza... Colin Farrell.
¡Es que no me gusta nada! Pero si esto es lo más desagradable que tengo
que hacer en todo el día, soy un tipo con mucha suerte [ríe]. XL. Dice Domenico Dolce que es usted una persona intensa. ¿Por qué cree que proyecta esa imagen? C.F. Supongo que la vida es una intensa experiencia desde el principio, ¿no? XL. ¿Y cuál es la parte más intensa de su vida ahora mismo? C.F. Ser padre de dos niños. Y tratar de hacer eso mientras también trabajas. XL. Lleva 15 años en Hollywood. ¿Ha logrado hacer las paces con la fama? C.F. Eso creo. Antes me resistía y ese era, supongo, mi modo de ser famoso. XL. ¿Fue un proceso largo y costoso? C.F.
Sí. Llegué a Los Ángeles con 22 años. Fui pintor, camarero,
dependiente, hice un programa de televisión... Todo pasó muy rápido. XL. ¿Fue esa rapidez el problema? C.F.
Ponerte a 120 kilómetros por hora en tres segundos es más difícil que
hacerlo en un minuto. Físicamente, el cuerpo entra en shock, sientes un
subidón de adrenalina, pasan muchas cosas en tu cerebro. Si, en cambio,
la aceleración es gradual, es como dar un paseo en un día soleado. Con
la fama pasa igual. Es lo que me pasó al llegar. Pero lo disfruté. XL. ¿Qué consejo le daría a aquel Colin Farrell de 22 años? C.F. El problema es que yo a esa edad no escuchaba a nadie. XL. Hace diez años se desintoxicó de sus adicciones. Siempre ha sido muy honesto al respecto. ¿Se arrepiente? C.F.
No, yo mismo lo saco a relucir. Con eso no quiero decir: «Soy
estupendo, abierto y me da igual lo que piensen de mí». No. Pero nunca
he sabido moderarme. Y, a veces, me he quemado. Para mí, hablar de ello
es una forma de saber quién soy. XL. ¿Aquellos años salvajes también forman parte de quien es ahora? C.F.
¡Por supuesto! No me disculpo por ninguna versión de Colin. Eso no
quiere decir que no me arrepienta de cosas, que sí cambiaría. Pero no es
nada que no me deje dormir por las noches. Si no hubiera experimentado
las cosas de las que ahora podría arrepentirme, no estaría donde estoy. Y
estoy muy contento de estar aquí.
XL. ¿Conoce la felicidad o es un concepto demasiado cursi y manido? C.F.
La noción de felicidad es como la noción de Dios: es algo muy subjetivo
que hemos tratado de objetivar equiparándola al dinero, al amor, la
belleza, la popularidad... Esas cosas pueden hacerte la vida más fácil o
librarte de la soledad, pero la felicidad está dentro de ti. ¿Soy feliz
ahora? Tengo momentos de gran felicidad. XL. ¿Cuáles? C.F.
Me emociono con cosas pequeñas. Me pongo contento con facilidad. Tengo
38 tacos, voy al cine, me compro un perrito, una bolsa de caramelos y un
refresco y soy el tío más feliz del mundo [ríe]. XL. En algo más de un año cumple los 40. ¿Es solo un número? C.F. Como
todos hablan tanto de ello, empieza a parecerme algo importante [ríe].
Pero me gusta hacerme mayor. La vida se hace más interesante. XL. ¿En qué sentido? C.F. En
esta etapa, la vida girá más sobre otras personas que sobre ti mismo.
Cuando eres joven, quieres tener amigos, ser popular, gustar a la gente,
pero cuanto mayor te haces, experimentas la amistad a un nivel más
profundo: es una forma de confianza, amor y disfrute mutuo. Por eso,
creo que la vida es más dulce cuando te haces mayor. Para mí, además, es
menos caótica. XL. Siempre habla con orgullo de sus raíces irlandesas... C.F.
Es que ser irlandés te deja una marca indeleble. Tiene que ver con el
carácter de nuestra gente y nuestro aprecio por la vida, pero también
con nuestra melancolía. La tierra, en sí misma, te persigue. Te vuelve
loco. No es una belleza suave, tiene cierta tristeza asociada. Hay
partes del país que te emocionan con solo mirarlas. XL. Siempre ha estado muy unido a su familia. ¿Sueña con formar la suya propia algún día? C.F.
Ya tengo una familia, simplemente no es una familia convencional. Mis
dos hijos tienen dos madres maravillosas y trabajamos juntos para
educarlos. Nunca tendré una familia convencional. ¡Ese sueño se acabó!
[ríe]. Y quiero ser consciente de eso porque, si no, ese tipo de cosas
habitan en tu interior y crean frustraciones. XL. Pero hubo un tiempo en que soñó con esa idea... C.F.
Sí, porque es lo que la sociedad te dice que te traerá felicidad y
estabilidad, pero a veces la vida se opone a tus mejores planes. No sé
si para darte una lección o, simplemente, por pura crueldad. Pero estoy
muy contento de cómo son las cosas. Estoy muy enamorado de mis hijos.
Llevo cinco años soltero, pero no sé lo que me espera a la vuelta de la
esquina... XL. Creo que hace yoga para mantenerse en forma. ¿Le proporciona serenidad? C.F.
Sí, ¡me encanta! Antes solía hacerlo solo, pero me aburría. ¿Qué
significa eso? ¿Qué estoy aburrido de mí mismo? Quizá [ríe]. Voy a
clases con más gente. Una de las cosas más peligrosas de la celebridad
es que corres el riesgo de aislarte. Y lo siguiente que sabes es que
eres Norma Desmond y estás solo, con tu mono y tu mayordomo. Por eso, me
gusta la energía de esas clases en las que todo el mundo se mueve
simultáneamente. En cierta forma, rodar una película también es un
deporte de equipo intelectual. XL. Parece que ahora todos los actores aspiran a dirigir. ¿Es su caso? C.F.
Me encantaría. Un día, me pondré a escribir. Supongo que será una
historia oscura, siempre son más interesantes. Cuando conduces por
Estados Unidos, te das cuenta de que hay muchas partes del país que
nunca encuentran el camino hasta la pantalla y que son preciosas,
seductoras y están llenas de fantasmas. Cuando sea mayor, dirigiré. XL. Está rodando la segunda temporada de True detective. ¿Qué nos puede contar? C.F.
Estoy encantado porque el guion es extraordinario, los personajes son
hermosos y el universo es fascinante. Además, se está rodando en Los
Ángeles y hacía años que no trabajaba aquí. Es genial poder dormir en mi
cama por las noches.
XL. Pero también le gusta hacer road trips... C.F. ¡Sííí! ¡Me encanta conducir! XL. ¿Y qué es lo que busca en esos viajes? C.F. ¡Nada!
Nos pasamos esta absurda vida buscando dónde comer, con quién quedar,
qué película vamos a ver, cuál es la mejor ruta para ir a trabajar... La
vida contemporánea consiste en estar constantemente buscando cosas. Lo
maravilloso de un road trip es que te dedicas a observar un panorama en
movimiento de colores, imágenes, topografía cambiante... ¡Eso sí que es
terapia! He conducido de costa a costa cuatro veces en los últimos seis
años y, en cuanto termine de rodar True detective, voy a volver a
hacerlo. XL. No lo veo durmiendo en moteles de carretera de la América profunda... C.F.
¡Duermo en cualquier sitio! Llegas a pueblos pequeños y tienes que
dormir en moteles cutres. ¡El Holiday Inn es un lujo! ¡Y es jodidamente
caro! ¡140 pavos la noche! Me encanta un motel que tenga una máquina de
hielo en medio del pasillo y que puedas escuchar el ruido que hace cada
cinco minutos. ¡Eso es música para mis oídos! [ríe]. XL. ¿Esas escapadas lo ayudan a sentirse normal? C.F.
Me siento muy normal la mayoría del tiempo. No hago fotos y entrevistas
a diario. No vivo en esa realidad, solo la visito de vez en cuando. En
Los Ángeles siempre estás pendiente de los paparazis, pero en los
pueblos pequeños nadie se fija en ti. Vas al cine un martes por la noche
en un pueblo de Wyoming y hay siete personas en la sala. A la salida,
un tío te dice: «¿Eres...? ¿Colin Firth?». Y tú dices...: «No, Farrell.
¡Maldita sea!» [ríe]. ¡Soy 20 putos centímetros más pequeño que él y
tengo mucha menos clase! La mayor parte del tiempo no me acuerdo de la
fama. Y en la carretera, aún menos.
Su aroma
El actor irlandés Colin Farrell personifica el carácter de Intenso en
su primera colaboración con Dolce & Gabbana Fragancias. «Como actor y
como hombre representa fortaleza, ternura y encanto, las cualidades que
hemos concebido para el hombre de nuestra nueva fragancia», asegura
Domenico Dolce. Precio: 68 euros (75 ml).
El doctor Fredric Brandt: el inquietante rey del bótox
Millonarios y 'celebrities' de medio
mundo se ponen en manos de este inquietante doctor de 65 años. De hecho,
nadie en el mundo pone tantas inyecciones de bótox como él: cinco mil
ampollas al año. Tanto es su poder y tanta su influencia que revistas
como 'New York' aseguran que está cambiando los cánones estéticos del
planeta.'El nuevo rostro' lo llaman. Hablamos con el doctor Brandt en su
consulta de Manhattan.
Cuando la toxina botulínica empezó a usarse como
tratamiento de belleza, tan solo un puñado de famosos habían probado sus
efectos. Y todos iban a la misma consulta: a la clínica de Fredric
Brandt, un doctor que hoy se ha convertido en el mayor consumidor
mundial de bótox. Su propio rostro es prueba clara de que en su
clínica se utilizan unas cinco mil ampollas al año. El dermatólogo más
famoso de los Estados Unidos -apodado el Barón del Bótox- tiene 65 años y
un aspecto tan helado y pálido como la superficie lunar. Nos
citamos con el mayor representante mundial de la cirugía cosmética
mínimamente invasiva, un mercado que se cree facturará 2,9 mil millones
de dólares en 2018.
Otro dato: el pasado noviembre, la compañía que patentó el bótox fue comprada por 66.000 millones de dólares. Brandt
tiene fama de ser el especialista más creativo del sector, de saber en
qué punto exacto hay que pinchar para conseguir el mejor resultado sin
que el paciente deje de gesticular y mueva sus facciones. Entre sus pacientes se cuentan mujeres de la alta sociedad, profesionales y famosos (nuestro hombre se niega a dar nombres, pero
Madonna ha hablado de él en tono muy elogioso y se cree que Demi Moore
es otra de las celebridades que han pasado por su consulta), así como
abogados, diseñadores y escritores... Todos con mucho dinero. Algunos
pacientes vienen a verlo desde Europa y Oriente Medio.
Brandt se ha convertido en una marca global.
Los clientes pueden comprar sus propios productos para estirar y
suavizar la piel. El último se llama Needles No More (Sin Necesidad de
Inyecciones) y es una crema antiarrugas que, según el doctor, reduce las
patas de gallo y las arrugas en la frente. Brandt cuenta con
su propio laboratorio. Nuestro entrevistado hoy está experimentando con
un tratamiento contra las patas de gallo basado en una molécula de la
toxina botulínica que, según afirma, resultará efectiva durante 120
días. La crema Needles No More es la versión comercial de esta
sustancia, una versión en la que el magnesio opera como inhibidor de las
contracciones musculares. XLSemanal. ¿A qué tratamientos se ha sometido usted mismo? Fredric Brandt.
¿Yo? Nunca me he hecho nada. En la vida, me he hecho un estiramiento
facial. Todo el mundo está convencido de lo contrario, pero mire detrás
de mis orejas... XL. No veo cicatrices. F.B.
Nunca me he sometido a la cirugía, pero siempre he experimentado
conmigo mismo porque, si algo sale mal, es mejor que me pase a mí. Llevo
aplicándome bótox desde los noventa. Me he inyectado rellenos para
restaurar el área de las mejillas y en torno a los ojos, para rellenar
las zonas demacradas y en el perfil de la mandíbula, para reesculpirlo. XL. ¿Estaba insatisfecho con su apariencia física? F.B.
Lo que me interesaba era ver lo que estos tratamientos harían a los
pacientes, pero, por supuesto, también quería estar presentable. Me
aplico bótox dos veces al año y hace bastantes meses que no me hago un
relleno. La aparición del bótox a principios de los noventa fue
revolucionaria. Quedaban atrás los peelings y las inyecciones de
colágeno de los años ochenta. Ahora, según dice el doctor, es posible
«hacer ciertas cosas sin recurrir a la cirugía». En los ochenta, Brandt
solía aplicarse cremas con retinol y alfahidroxiácidos. Sigue utilizando
lociones y se vale de una de sus propias cremas para generar colágeno
por las noches, así como de un sérum de reparación, una crema
antioxidante y otros sérums especiales a lo largo del día. XL. ¿Alguna vez se ha planteado la posibilidad de dejar que la naturaleza siga su curso? F.B. Nunca. XL. ¿Se considera vanidoso? F.B. Todo
el mundo lo es un poco. Pero no me veo especialmente vanidoso. Mi lema
es: «Hay que aspirar a lo mejor, pero teniendo en cuenta cómo eres». ¡No
te compares con una estrella del cine! Debes tratar de ofrecer el mejor
aspecto posible siendo tú mismo. Es lo que les digo a mis pacientes. XL. ¿Se considera físicamente atractivo? F.B. La gente se sorprende al enterarse de mi edad, así que supongo que me mantengo bien. XL.
Pero usted está en la cúspide de una industria que obtiene enormes
beneficios a partir de la insatisfacción de la gente con su apariencia
personal. F.B. No estoy muy de acuerdo
con eso [la sonrisa se petrifica en su rostro]. Muchas personas que se
someten a tratamiento están contentas con su apariencia; simplemente
quieren disfrutar de una imagen mejor o más juvenil. Mis pacientes
acostumbran a decir: «Tengo 60 o 70 años, pero me siento igual que a los
25». Pero entonces se miran al espejo y no ven a esa persona. Y se
sienten algo mejor cuando existe mayor equilibrio entre la percepción
que tienen de sí mismos y su aspecto físico. Quieren ser competitivos en
sus lugares de trabajo y quieren tener una apariencia juvenil porque
vivimos en una sociedad obsesionada con la juventud.
Brandt
insiste en que él no es de los que aplican inyecciones a voluntad del
paciente, sino que juzga cuáles son las necesidades reales de cada uno.
«Tienes que ser el espejo del paciente; la voz de la razón», afirma. Y
añade: «La vanidad no es nada nuevo. Hoy sencillamente contamos
con más herramientas y, además, la gente vive más años. Siempre digo a
mis pacientes que el tratamiento no es una necesidad, sino una elección
personal».
El tratamiento promedio en la clínica de
Brandt cuesta entre 800 y 1000 dólares, y los pacientes vienen de visita
dos veces al año. «No es barato, pero piense en el dinero que
las mujeres gastan en teñirse el cabello. Nada es gratis en la vida».
Brandt está soltero, y la gente suele reconocerlo cuando pasea por las
calles de Nueva York. «No soy un verdadero famoso, por mucho
que todo el mundo piense lo contrario», comenta. «Ahora, también es
cierto que tengo algo de actor, de showman... ¡Podría ser un personaje
de una película clásica!».
Su primera paciente del día tiene cincuenta y pocos años y marcas de espinillas en la cara.
«El doctor tiene las manos mágicas», dice. Brandt le aplica una
inyección, no sin antes pedirle que frunza los labios y el ceño y relaje
las facciones. Su objetivo: comprobar el nivel de gesticulación de su
rostro. En la sala contigua está esperando una mujer delgada
próxima a la cincuentena y visiblemente más adinerada que la anterior.
Hace cuatro años que viene a ver a Brandt. Acude a su consulta cada tres
meses. «¿Has ido a la última Art Basel?», pregunta la mujer al médico. «Sí, y he comprado dos cuadros... Un Georg Baselitz, entre ellos», es la respuesta. Una
enfermera la unta con una crema de efecto anestésico para reducir su
sensibilidad a las agujas. «Lo mejor del doctor Brandt es que hace menos
cosas que los demás», explica. «Cuando vine a visitarlo por primera
vez, me habían hecho demasiadas cosas en la cara».
«Me limité a compensarlo todo un poco», dice Brandt, mientras mira por sus gafas con cristales de lupa. «Los
labios siguen estando bien». Empieza por inyectar bótox en una de las
sienes. A continuación va a elevar las cejas. «Estoy inyectando bajo el
músculo, para elevar toda la zona de la mejilla», indica. «El objetivo es remediar la pérdida de grasa en el carrillo y reforzar el músculo para darle un contorno bonito».
Brandt
acostumbra a meditar sobre su propio envejecimiento y la mortalidad;
lleva haciéndolo desde que era niño. «Lo acepto como parte inevitable
del ciclo de la vida. Hace tiempo que no tengo miedo a envejecer. Todos
vamos a morir. Lo que no me gustaría es acabar en un asilo.
Quiero que mi muerte sea rápida, mientras estoy durmiendo. Y lo terrible
es no ser capaz de hacer aquello que quieres hacer. Eso no es vivir».
Brandt
cuenta con su propio programa de radio, y su próximo proyecto es lanzar
su propio magacín televisivo. Da la impresión de que es un hombre
siempre jovial y animoso. «La gente cree que siempre estoy feliz, pero
nadie es feliz siempre». Eso sí, el doctor Brandt es un artista
del fingimiento. «¡Si te ríes, el mundo entero se ríe contigo. Si
lloras, lloras a solas!».
¿Alguna vez ha ido al psicólogo? «Sí,
y me fue útil, pero cuando un paciente viene a verme, lo último que
quiere es que le cuente mis problemas. Durante un tiempo estuve yendo a
una manicura que no hacía más que hablarme de sus penas; al final no
tenía ganas de ir a verla los sábados».
La próxima
paciente tiene setenta y tantos años y ha sobrevivido a un cáncer de
piel. «Soy diseñadora de joyas. Llevo 57 años haciéndolo, y mi trabajo
me gusta tanto como el primer día. Jane Fonda tiene los mismos años que
yo... ¿Cómo es que ella tiene esa apariencia tan perfecta? ¿Será por los
genes?», comenta, sarcástica. «Pues claro que tengo miedo», le
dice a Brandt. Es su primer tratamiento con bótox. «Quiero ser capaz de
sonreír. Aquí, el artista es usted. Y está recomendadísimo. Todas mis
amigas están encantadas con su trabajo, y por eso he venido a verlo».
Brandt comienza a inyectarle en torno a los labios. A continuación
aplica rellenos en las mejillas, algo hundidas.
Como me
sucede con todas las mujeres a las que veo esta mañana, estoy tentada de
decirle a la paciente que la encuentro estupenda, que tiene un aspecto
envidiable. Pero vivimos en un mundo enloquecido por las apariencias y
el miedo al envejecimiento, y esta clínica es buena muestra del
fenómeno. ¿El éxito del doctor Brandt? Los resultados si son los que andas buscando son visibles de inmediato.
«Me
parece que no va a poder quejarse en absoluto», dice Brandt a la mujer.
«Oh... Es fantástico», conviene ella. Me mira y agrega: «Puede
poner mi nombre en el artículo. No me avergüenzo de haber venido». Muy
bien: la paciente se llama Carol Dauplaise y tiene 76 años. «Voy a
contarle a todo el mundo que me he puesto bótox», dice al despedirse. ¿Terminaremos
por cansarnos del bótox? «Yo creo que las personas quieren tener un
look natural», responde Brandt. «Nuestro lema es: 'Caras guapas, pero no
congeladas'. Y tengo la impresión de que el bótox ha venido para
quedarse». La siguiente paciente tiene 57 años y una piel
bonita y lisa; no hay indicios de que necesite que le hagan algo o de
que se lo haya hecho anteriormente. «Vine a la consulta para que me
trataran las arruguillas, provocadas por las sonrisas, que tenía junto a
las comisuras de los labios. Desde entonces no he vuelto a tenerlas».
¿Sus familiares se han dado cuenta? «Para nada. Mi pareja no sabe que
vengo a esta clínica». Brandt empieza a inyectar relleno
en las mejillas de la mujer. A continuación, le aplica bótox en la
frente y en las cejas. Cuatro pinchazos, y ha terminado con la paciente.
Brandt al momento sale al pasillo largo y entra en la salita adyacente.
«Hola, buenos días. ¿Cómo estamos...?», saluda. -El rostro de hielo.
Su rostro es como una máscara. Sin una arruga, el doctor Brandt es como
el Peter Pan de la nueva cirugía mínimamente invasiva. Un negocio
boyante que se calcula que moverá más de 2,9 mil millones de dólares en
2018. No solo cuenta con dos consultas, una en Nueva York y otra en
Miami: tiene también su propia línea de cremas y un programa de radio. Embajadoras de nuevo rostro
La
prensa norteamericana ya responsabiliza al doctor Brandt de un cambio
en los cánones estéticos femeninos. Madonna (56), Elizabeth Hurley (49) o
Demi Moore (52) son las representantes de lo que ya se llama 'el nuevo
rostro' ¿Qué técnicas se están usando?
-Vivimos
en un mundo enloquecido por el miedo a envejecer, y la clínica del
doctor Brandt es buena muestra de ello. Él mismo cuenta sus técnicas: «Hoy
se lleva un aspecto natural. Hay mucha demanda de volumen en las
mejillas. También preocupan los tejidos grasos en el cuello. Con el
envejecimiento, las células lipídicas de las mejillas pierden volumen,
por lo que nos encargamos de rellenarlas». Brandt utiliza una
técnica de ultrasonidos para tensar la piel sin cortes ni cicatrices. En
su clínica están esperando que el regulador estadounidense apruebe un
nuevo producto inyectable en las concentraciones de lípidos en el
cuello, para fundir las grasas y estirar la piel.
-La frente está siempre tersa y sin arrugas (se puede lograr con inyecciones de bótox).
-Los labios se rellenan un poco y se elevan ligeramente a los lados (los labios neumático ya no se llevan).
-Rostro en forma de corazón, con mandíbula bien definida.
-Los ojos parecen más abiertos y sin líneas marcadas (se inyecta relleno en el párpado inferior).
-La nariz es recta (el ligero toque hacia arriba, característico de la rinoplastia, ya no está de moda).
-Las mejillas se redondean y marcan para rejuvenecer (el relleno se aplica justo debajo del hueso de la mejilla).