¡ ATENCION Y OBRAS ! CINE,.
¡Atención y obras! es un programa semanal que, en La 2, aborda la cultura en su sentido más amplio, con especial atención a las artes escénicas, la música, los viernes a las 20:00 presentado por Cayetana Guillén Cuervo, etc, foto,.
Los dueños del harén,.
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Decía Chesterton que considerar al capitalismo defensor de la propiedad es tan absurdo como considerar a quien pretende incluir en su harén a todas nuestras mujeres defensor del matrimonio. No existe modo más eficaz de comprender el alma del capitalismo que darse un paseo por el centro de nuestras grandes ciudades, donde todos los establecimientos (lo mismo tiendas de ropa que restaurantes, lo mismo cafeterías que hoteles) pertenecen a compañías transnacionales que, poco a poco, han ido erosionando el comercio local, hasta exterminarlo. Naturalmente, este acaparamiento no sería posible si no existiera una legislación que lo auspicia; o, dicho más descarnadamente, una legislación que se allana sin rebozo ante las pretensiones del Dinero, amparando concentraciones desmedidas de propiedad, permitiendo «deslocalizaciones» que destruyen las economías nacionales, favoreciendo las condiciones que arrasan el tejido empresarial autóctono (horarios comerciales irrestrictos, privilegios tributarios, etcétera), hasta claudicar en los más elementales principios jurídicos, hasta poner en peligro los intereses nacionales, hasta sacrificar la riqueza de las naciones. Todo en beneficio de los dueños del harén.
Un ejemplo llamativo (aunque felizmente no consumado) de estos allanamientos ante las pretensiones del Dinero lo constituyó el proyecto Eurovegas, un macrocasino o macroburdel cuya construcción fue detenida in extremis, después de que sus promotores pretendieran pasarse por el arco del triunfo la legislación española en las más diversas materias. Pero si aquel macrocasino o macroburdel finalmente se quedó en agua de borrajas no fue porque sus promotores pretendieran pasarse la legislación española por el arco del triunfo (cierta lideresa política, en su ardor lacayuno, afirmó sin empacho que se cambiarían las leyes que tuvieran que cambiarse para que Eurovegas fuese una realidad), sino porque el proyecto era una burla con la que unos cuantos canallas pretendían forrarse; pero de un modo tan burdo y descarado que finalmente hubieron de desistir, a medida que se iban descubriendo sus trapacerías (que, sin embargo, la prensa mamporrera y «sobrecogedora» trató de ocultar a toda costa).
Ahora tenemos otro ejemplo indecoroso de estos allanamientos ante el Dinero en las sórdidas operaciones especulativas que rodean las sucesivas compraventas del rascacielos llamado Edificio España, una de las muestras más emblemáticas y admirables de la arquitectura civil española del siglo XX. En cualquier nación que no fuese lacaya del Dinero, la venta de un edificio de estas características estaría sometida a condiciones muy onerosas; y a su dueño se le impondría la obligación de mantenerlo en perfectas condiciones, bajo amenaza de expropiación. Pero aquí se permitió que los propietarios del edificio (una compañía inmobiliaria cuyo accionariado acapara la banca) lo dejaran deteriorarse y después lo vendieran de mala manera. a uno de sus principales accionistas. En cualquier nación que no fuese lacaya del Dinero, se habrían vigilado las condiciones de esta venta y se habría exigido al comprador la rehabilitación del edificio y su inmediata apertura; pero aquí se permitió una venta con intereses puramente especulativos a un banco que durante una década mantuvo el rascacielos sin uso, dejando que se degradase irremisiblemente, a la espera de poder revenderlo en condiciones más ventajosas. En cualquier nación que no fuese lacaya del Dinero, el Gobierno hubiese expropiado el edificio al banco especulador que dejó que se degradase; pero nuestros gobernantes permitieron sin pestañear su degradación, y también que, al cabo del tiempo, el rascacielos se vendiera a una multinacional china, dejando que una de las muestras más admirables de la arquitectura civil española (para entonces, convertida en un lóbrego hangar) pasase a manos extranjeras. En cualquier nación que no fuese lacaya del Dinero, los especuladores y los gobernantes que han permitido estos tejemanejes estarían en la cárcel, condenados por expolio del patrimonio nacional; y, por supuesto, a la multinacional china que pretendía derribar el rascacielos (incluida su majestuosa y colosal fachada) se le habría despojado sin indemnización, y se le habría prohibido desempeñar en el futuro cualquier actividad mercantil en España; pero nuestros gobernantes han permitido que vuelva a poner a la venta el rascacielos, que así ingresa -una vez más, mientras se cae a trozos- en la ruleta especulativa.
Así actúan los dueños del harén. Convirtiendo las naciones en su finca particular, haciendo de sus riquezas,.
TITULO: LA CARTA DE LA SEMANA - VIAJANDO CON CHESTER - UNA HISTORIA DE ESPAÑA ( LXVIII),.
VIAJANDO CON CHESTER
Viajando con Chester es un programa de televisión español, de género
periodístico, presentado por Pepa Bueno, en la cuatro los domingos las 21:30, foto, etc.
UNA HISTORIA DE ESPAÑA ( LXVIII),.
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Contra la Segunda República, o sea, contra la democracia al fin conseguida en España en 1931, conspiraron casi desde el principio tanto las derechas como las izquierdas. En una especie de trágico juego de las siete y media que íbamos a pagar muy caro, a unos molestaba por excesiva, y a otros por quedarse corta. Al principio se tomó la cosa en serio, y a la reorganización del Ejército y la limitación de poderes de la Iglesia católica se añadieron importantes avances sobre los salarios de las clases trabajadoras, la distribución más justa de la propiedad de la tierra, la educación pública y la protección laboral. Nunca habíamos tenido en España un avance tan evidente en democracia real y conquistas sociales. Pero el lastre de siglos de atraso, la cerrazón de las viejas fuerzas oscuras y las tensiones irresolubles de la industrialización, el crecimiento urbano y la lucha de clases que sacudían a toda Europa iban a reventarnos la fiesta. Después de los primeros momentos de euforia republicana y buen rollo solidario, crecieron la radicalización política, las prisas, los recelos y la intransigencia en todas partes. Presionado por la realidad y las ganas de rápido cambio social, el tinte moderado y conservador de los primeros tiempos se fue al carajo. La vía natural para consolidar aquella República habría sido, probablemente, el socialismo; pero, como de costumbre, la división interna de éste rompió las costuras: había un sector moderado, otro centrista y otro radical: el de Largo Caballero. La izquierda más o menos razonable, la del presidente Manuel Azaña, tuvo que apoyarse en la gente de Largo Caballero, que a su vez se veía obligado a rivalizar en radicalismo con comunistas y anarquistas. Era como una carrera hacia el abismo en la que todos competían. Subió el tono retórico en una prensa a menudo partidista e irresponsable. Se trazaban líneas infranqueables, no siempre correspondientes con la realidad, entre empresarios y trabajadores, entre opresores y oprimidos, entre burgueses ricos y parias de la tierra, y se hablaba menos de convencer al adversario que de exterminarlo. Todo el rencor y la vileza ancestrales, todo el oportunismo, todo el odio endémico que un pueblo medio analfabeto y carente de cultura democrática arrastraba desde hacía siglos, salió de nuevo a relucir como herramienta de una clase política con pocos escrúpulos. Por supuesto, nacionalistas vascos y catalanes, dispuestos a aprovechar toda ocasión, complicaron más el panorama. Y así, recordando el fantasma reciente de la Revolución Rusa, la burguesía, el capital, los propietarios y la gente acomodada empezaron a acojonarse en serio. La Iglesia católica y buena parte de los jefes y oficiales del Ejército estaban cada vez más molestos por las reformas radicales, pero también por los excesos populistas y los desórdenes públicos que los gobiernos republicanos no atajaban. Y tampoco las izquierdas más extremas facilitaban las cosas. Los comunistas, todavía pocos pero férreamente disciplinados y bajo el control directo de la Rusia Soviética, criticaban ya en 1932 al «gobierno burgués agrario de Azaña» y a los socialistas, «fusileros de vanguardia de la contrarrevolución». Por su parte, el Partido Socialista, por boca de Largo Caballero, afirmaba en 1933 estar dispuesto a que en España ondeara «no la bandera tricolor de una república burguesa, sino la bandera roja de la revolución». La guinda al asunto la pusieron los anarquistas, que eran mayoritarios en Cataluña, Aragón y Levante. Éstos, cuyo sindicato CNT (1.527.000 afiliados en 1936) superaba a su rival socialista UGT (1.444.474), iban a contribuir mucho al fracaso de la República, tanto durante ésta como en la contienda civil que estaba a punto de caramelo; pues a diferencia de comunistas y socialistas -que, mal que bien, procuraban mantener una apariencia republicana y no asustar mucho-, el escepticismo libertario ante las vías políticas moderadas empujaba con facilidad a los anarcos al exceso revolucionario de carácter violento, expropiador, pistolero e incendiario. Y así, entre unos y otros, derechas conspiradoras, izquierdas impacientes, irresponsabilidad política y pueblo desorientado y manipulado por todos, con el parlamento convertido en un disparate de demagogia y mala fe, empezaron a surgir los problemas serios: pronunciamiento del general Sanjurjo, matanza de Casas Viejas, revolución de Asturias y autoproclamación de un Estado catalán independiente de la República. De todo lo cual hablaremos con detalle en el próximo capítulo de esta apasionante, lamentable y triste historia.