LA NOCHE ABIERTA
Progroma presentado por Pedro Ruiz, entrevistas por La 2 los martes a las 22:30, un gran espacio de música, foto etc.
El pequeño comercio agoniza: 6.689 establecimientos echan el cierre en 2018,.
El comercio electrónico y los descuentos permanentes de los grandes grupos están reduciendo el sector,.
foto / La
Gran Vía madrileña se ha convertido en el paradigma del comercio
moderno. Las pequeñas tiendas de toda la vida han sido barridas por las
grandes cadenas y resulta casi imposible encontrar algún establecimiento
de los de antes. Cada año, miles de estas pequeñas tiendas echan el cierre. El año pasado lo hicieron 6.698 en toda España,
según los datos del directorio de empresas (Dirce) del Instituto
Nacional de Estadística (Dirce). De 458.169 empresas de comercio
minorista con menos de veinte trabajadores o autónomos que había en 2017
se pasó a 451.471. En 2015 su número superaba las 469.000. La situación
es todavía más dramática entre los negocios sin asalariados. El año
pasado se perdieron 10.000, según los datos de la Confederación Española
de Comercio (CEC). El Índice del Comercio Minorista del INE de 2018
refleja que los pequeños y medianos establecimientos fueron los únicos
que presentaron tasas de crecimiento negativas, -0,7%.
El
auge del comercio electrónico y la “fiebre de los descuentos
permanentes”, como la define la CEC, están esquilmando a marchas
forzadas al comercio tradicional. En ambas causas, las grandes
cadenas han tenido mucho que decir. Respaldadas por su músculo
financiero, las grandes cadenas de distribución han aprovechado la
liberalización del periodo de rebajas para hacer de los descuentos
permanentes parte importante de su plan de negocio. Una estrategia
contra la que los pequeños comercios no pueden competir. Aunque se ven
arrastrados a adherirse a la tendencia, lo hacen a coste de una fuerte
reducción de sus márgenes, lo que está llevando a muchos a su
desaparición. Sectores como el textil son exponentes de una espiral que la patronal, Acotex, viene denunciando desde hace años.
Incluso algunas de las grandes cadenas, como Inditex, dudan de lo
adecuado del modelo. La multinacional gallega, de hecho, ha decidido
desmarcarse de esta tendencia en los últimos meses aunque ello le haya
supuesto un menor crecimiento y cierto castigo de los inversores. Las
quejas del pequeño comercio han llegado ya hasta la mesa de Reyes
Maroto, ministra de Industria y Comercio, que ha prometido constituir
una mesa para analizar las consecuencias de la liberalización de las
rebajas aunque, de momento, no ha tomado partido por ninguna postura,
aseguran desde la CEC.
El comercio online es otra dura realidad con la que el pequeño comercio debe convivir en clara desigualdad de condiciones. Mantener el servicio abierto las 24 horas no es ni logística ni económicamente viable para el pequeño comercio.
Por no serlo, no lo es ni para las grandes cadenas. A excepción de
Inditex, que asegura que en sus ventas a través de internet no sufren
merma en sus márgenes, el resto reconoce de un modo u otro que es un
canal en el que hay que estar aunque aunque ahora cueste rentabilizarlo
porque es el futuro. Y cada vez más el presente. Según datos de la
Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNCM), en el primer
trimestre de 2018 el comercio electrónico superó los 8.900 millones de euros, un 32,8% más que en el mismo periodo del ejercicio anterior.
TÍTULO: COPA Y PURO - Amazon, ten cuidado con Woody Allen ,.
COPA Y PURO - Amazon, ten cuidado con Woody Allen ,fotos.
Amazon, ten cuidado con Woody Allen,.
Woody Allen quiere su dinero y sus películas, y los amantes de la libertad y el cine anhelamos que exprima a Amazon hasta el último centavo de los 68 millones de dólares que pide. Esa es la cuantía de su demanda contra el gigante presentada en un juzgado de Manhattan. Como recordarán, la compañía mantiene congelada la última cinta del realizador, «A rainy day in Manhattan», después de que el movimiento #MeToo lograse estigmatizar al director por unas acusaciones de abuso sexual que en 1992 rechazaron todos los expertos del caso. Hasta el punto de que fue desestimado y nunca llegó a juicio.
Pero la histeria, los gritos del coro y
la reclamación de la ordalía y la picota arrasan cualquier mesura.
Allen fue estigmatizado. Varios de los actores que habían trabajado con
él, especialmente los más jóvenes, se declararon abochornados.
Renunciaron a sus sueldos. O los cedieron a la caridad. De poco ha
servido que tipos tan reconocidos como Javier Bardem, Diane Keaton, Alec
Baldwin y Jude Law hayan clamado por la presunción de inocencia y
denunciado los abusos retóricos de los modernos cazadores de brujas.
Amazon no estrenaría «A rainy day in Manhattan» ni financiaría más
cintas suyas. Woody estaba acabado. Kaput. Más le valía aceptarlo y,
como medida suplementaria, quemarse a lo bonzo en mitad de la vía
pública. En la demanda interpuesta ante un juzgado de Nueva York los
abogados del genio afirman que «Amazon ha tratado de excusar su acción
escudándose en una acusación sin fundamento de hace 25 años contra el
señor Allen, pero esa afirmación ya era bien conocida por Amazon (y el
público) antes de que Amazon firmara cuatro contratos con el señor
Allen, y en cualquier caso, no proporciona una base para que Amazon
rescinda el contrato...
Simplemente,
no había ningún fundamento legítimo para que Amazon renunciara a sus
promesas». Vivimos días extraños. Un sector del feminismo, dopado de
posmodernismo, enamorado de la ingeniería social, abandera una cruzada
ideológica más similar al macartismo o la paranoia fomentada por
personajes tan turbios como Hoover que al movimiento de las heroicas
sufragistas. Los rumores, las maledicencias, las acusaciones sin
pruebas, valen por la sentencia de un jurado. La caída de un hombre, con
independencia de que fuera inocente, se justifica con mantras
típicamente psicopáticos, del tipo de que no es posible hacer una
tortilla sin romper huevos. Los propios jueces fueron suplantados por
una pandilla de resentidos y analfabetos desde los vertederos de las
redes sociales.
Que
Woody Allen haya respondido alienta la esperanza de un futuro algo
menos claustrofóbico. Mientras la justicia decide, y mientras confiamos
en que estrene, al fin, su penúltima obra, las mejores intenciones
amenazan ruina total secuestradas por las enloquecidas consignas de los
filisteos.