TITULO: Documaster -Nada sobre mi madre ,.
Nada sobre mi madre ,.
«La última vez que hablé con mi madre en Xinjiang fue en 2018»,.
Los uigures exiliados en Turquía denuncian la desaparición de sus familias en esta región china por el internamiento de musulmanes en campos de reeducación,.
foto / Once de enero de 2018. Esa fue la última vez que Jevlan Shirmemmet, un joven uigur que estudiaba en Turquía, habló con su madre, Suriye Tursun, en la región china de Xinjiang. Aunque hasta entonces llamaba casi cada día, intuía problemas porque el contacto se había ido espaciando. Ese día, su madre le envió su último mensaje de voz: «Estudia mucho, gradúate con buenas notas y cuídate. Usa crema hidratante para tu cara porque se te está secando y pareces mayor. Siempre quiero ver tu cara reluciente porque te echo mucho de menos, hijo mío…». Bajo este cariñoso mensaje, en apariencia trivial, se escondía una despedida. Dos días después, su madre y el resto de familiares y amigos le borraban como contacto en WeChat, el WhatsApp chino.
«Lo mismo le pasó a otros amigos aquí en Estambul. Casi todos los estudiantes uigures en Turquía tienen a algún familiar detenido o desaparecido en Xinjiang», explica Jevlan a ABC por videollamada. A sus 30 años, y residiendo en Estambul desde que emigró hace una década para estudiar en la Universidad de Comercio, es uno de los muchos uigures en el exilio que denuncia haber perdido el contacto con su familia en Xinjiang.
En esta provincia noroccidental de China, la más convulsa junto al Tíbet por sus ansias independentistas, grupos defensores de los Derechos Humanos calculan que hasta un millón de uigures y miembros de otras minorías como los kazajos han sido confinados en campos de reeducación solo por ser musulmanes. Pekín, que al principio negaba la existencia de dichos centros, replica que son escuelas de formación profesional para prevenir el terrorismo islamista y el año pasado admitió que 1,3 millones de personas habían pasado por ellas entre 2014 y 2019.
«Aunque no podía creerlo, descubrí que toda mi familia había sido confinada en un campo de reeducación porque yo estudiaba en el extranjero. Mi padre, Xudayar, y mi hermano, Irfan, fueron liberados en diciembre de 2019, pero mi madre había sido condenada a cinco años de cárcel por haberme visitado en Turquía», asegura Jevlan.
Para él, la represión del régimen chino sobre su familia es doblemente incomprensible porque tanto sus padres como su hermano eran funcionarios y trabajaban para el Gobierno en su condado de Korgas, en la frontera con Kazajistán. «He pedido información al consulado chino en Estambul y al Ministerio de Exteriores, pero solo he recibido la llamada amenazante de un diplomático, quien me dijo que mi padre y mi hermana se negaban a hablar conmigo porque había ido a Egipto y mantenido contactos con organizaciones antichinas. ¡Eso es totalmente mentira! Jamás he estado en Egipto y no tengo contactos allí», niega Jevlan. Además, relata que le ofrecieron ayuda para su familia «si confesaba con qué personas y organizaciones había contactado».
Por primera vez desde que perdieron el contacto, su padre le llamó en junio del año pasado. «Después de más de dos años sin hablar, esperaba una conversación amable. Pero lo primero que hizo fue preguntarme qué estaba haciendo y pedirme que dejara la campaña para liberar a mi madre. Como no llamaba desde el teléfono de mi casa, creo que lo hacía con un número de la Policía», sospecha Jevlan. «Le pregunté por qué no podía contactar con ellos y me respondió que no le había obedecido y que lo que estaba haciendo iba contra el Gobierno», desgrana el joven, muy activo por la causa uigur en las redes sociales.
Sin saber todavía nada de su madre, las últimas noticias que ha recibido de Xinjiang es que su padre, quien llevaba trabajando más de treinta años en el Departamento de Medioambiente, ha sido despedido. En su opinión, la represión se endureció en Xinjiang entre 2016 y 2017, con la llegada desde el Tíbet del nuevo secretario provincial del Partido Comunista, Chen Quanguo. Hasta entonces, Jevlan volvía cada verano tras marcharse a estudiar en Turquía y no tenía ningún problema. Hasta su madre lo visitó en Estambul con un grupo de turistas chinos, entre los que había de la mayoritaria etnia «Han» y también uigures y kazajos. Pero en 2016, durante sus vacaciones en Xinjiang, le abordaron dos agentes de la Seguridad Pública que, de forma amistosa y entre brindis en un restaurante, le preguntaron todo tipo de información sobre sus amigos uigures en Turquía. «Me recordaron que le debía lealtad y agradecimiento al Partido Comunista y, para ganarse mi confianza, me dijeron que no querían que la Policía me llevara a un campo de reeducación», detalla Jevlan, quien se considera un musulmán moderado y niega que su marcha a Turquía fuera por motivos políticos. «Solo vine aquí para estudiar. Si viajar a Turquía es un delito, ¿por qué no se persigue a los millones de chinos «Han» que han venido de turismo?», cuestiona Jevlan, quien seguirá luchando hasta encontrar a su madre.
foto / Once de enero de 2018. Esa fue la última vez que Jevlan Shirmemmet, un joven uigur que estudiaba en Turquía, habló con su madre, Suriye Tursun, en la región china de Xinjiang. Aunque hasta entonces llamaba casi cada día, intuía problemas porque el contacto se había ido espaciando. Ese día, su madre le envió su último mensaje de voz: «Estudia mucho, gradúate con buenas notas y cuídate. Usa crema hidratante para tu cara porque se te está secando y pareces mayor. Siempre quiero ver tu cara reluciente porque te echo mucho de menos, hijo mío…». Bajo este cariñoso mensaje, en apariencia trivial, se escondía una despedida. Dos días después, su madre y el resto de familiares y amigos le borraban como contacto en WeChat, el WhatsApp chino.
«Lo mismo le pasó a otros amigos aquí en Estambul. Casi todos los estudiantes uigures en Turquía tienen a algún familiar detenido o desaparecido en Xinjiang», explica Jevlan a ABC por videollamada. A sus 30 años, y residiendo en Estambul desde que emigró hace una década para estudiar en la Universidad de Comercio, es uno de los muchos uigures en el exilio que denuncia haber perdido el contacto con su familia en Xinjiang.
En esta provincia noroccidental de China, la más convulsa junto al Tíbet por sus ansias independentistas, grupos defensores de los Derechos Humanos calculan que hasta un millón de uigures y miembros de otras minorías como los kazajos han sido confinados en campos de reeducación solo por ser musulmanes. Pekín, que al principio negaba la existencia de dichos centros, replica que son escuelas de formación profesional para prevenir el terrorismo islamista y el año pasado admitió que 1,3 millones de personas habían pasado por ellas entre 2014 y 2019.
«Aunque no podía creerlo, descubrí que toda mi familia había sido confinada en un campo de reeducación porque yo estudiaba en el extranjero. Mi padre, Xudayar, y mi hermano, Irfan, fueron liberados en diciembre de 2019, pero mi madre había sido condenada a cinco años de cárcel por haberme visitado en Turquía», asegura Jevlan.
Para él, la represión del régimen chino sobre su familia es doblemente incomprensible porque tanto sus padres como su hermano eran funcionarios y trabajaban para el Gobierno en su condado de Korgas, en la frontera con Kazajistán. «He pedido información al consulado chino en Estambul y al Ministerio de Exteriores, pero solo he recibido la llamada amenazante de un diplomático, quien me dijo que mi padre y mi hermana se negaban a hablar conmigo porque había ido a Egipto y mantenido contactos con organizaciones antichinas. ¡Eso es totalmente mentira! Jamás he estado en Egipto y no tengo contactos allí», niega Jevlan. Además, relata que le ofrecieron ayuda para su familia «si confesaba con qué personas y organizaciones había contactado».
Por primera vez desde que perdieron el contacto, su padre le llamó en junio del año pasado. «Después de más de dos años sin hablar, esperaba una conversación amable. Pero lo primero que hizo fue preguntarme qué estaba haciendo y pedirme que dejara la campaña para liberar a mi madre. Como no llamaba desde el teléfono de mi casa, creo que lo hacía con un número de la Policía», sospecha Jevlan. «Le pregunté por qué no podía contactar con ellos y me respondió que no le había obedecido y que lo que estaba haciendo iba contra el Gobierno», desgrana el joven, muy activo por la causa uigur en las redes sociales.
Sin saber todavía nada de su madre, las últimas noticias que ha recibido de Xinjiang es que su padre, quien llevaba trabajando más de treinta años en el Departamento de Medioambiente, ha sido despedido. En su opinión, la represión se endureció en Xinjiang entre 2016 y 2017, con la llegada desde el Tíbet del nuevo secretario provincial del Partido Comunista, Chen Quanguo. Hasta entonces, Jevlan volvía cada verano tras marcharse a estudiar en Turquía y no tenía ningún problema. Hasta su madre lo visitó en Estambul con un grupo de turistas chinos, entre los que había de la mayoritaria etnia «Han» y también uigures y kazajos. Pero en 2016, durante sus vacaciones en Xinjiang, le abordaron dos agentes de la Seguridad Pública que, de forma amistosa y entre brindis en un restaurante, le preguntaron todo tipo de información sobre sus amigos uigures en Turquía. «Me recordaron que le debía lealtad y agradecimiento al Partido Comunista y, para ganarse mi confianza, me dijeron que no querían que la Policía me llevara a un campo de reeducación», detalla Jevlan, quien se considera un musulmán moderado y niega que su marcha a Turquía fuera por motivos políticos. «Solo vine aquí para estudiar. Si viajar a Turquía es un delito, ¿por qué no se persigue a los millones de chinos «Han» que han venido de turismo?», cuestiona Jevlan, quien seguirá luchando hasta encontrar a su madre.
Omer Faruh lucha por sus dos hijas pequeñas
Lo mismo está haciendo, pero por dos de sus hijas, Omer Faruh, quien fue de peregrinación a La Meca en 2012. Después de que su padre, que tenía 70 años, muriera allí de un tumor cerebral y fuera enterrado en Arabia Saudí, Faruh se quedó estudiando árabe cuatro años. «Iba a una escuela pública y nunca pensé que fuera peligroso, pero la Policía china empezó en 2016 a quitarle el pasaporte a los uigures y yo salí del país con mi esposa y mis dos hijas mayores en septiembre de ese año», recuerda Faruh.
Su suegra iba a enviarle a sus dos hijas pequeñas, de 5 y 4 años, pero no pudo hacerlo porque «empezaron a arrestar a la gente y a quitar los pasaportes», denuncia Faruh. Desde 2017, no sabe nada de su familia, que tenía un restaurante en Korla, y desconoce dónde está su madre, que va en silla de ruedas.
Como Jevlan Shirmemmet, Omer Faruh suele protestar cada cierto tiempo ante el consulado chino de Estambul, donde consiguió hace poco la ciudadanía turca y trabaja vendiendo coches. Al igual que los numerosos uigures exiliados en Turquía, no se resigna a que su familia desaparezca en Xinjiang.
Lo mismo está haciendo, pero por dos de sus hijas, Omer Faruh, quien fue de peregrinación a La Meca en 2012. Después de que su padre, que tenía 70 años, muriera allí de un tumor cerebral y fuera enterrado en Arabia Saudí, Faruh se quedó estudiando árabe cuatro años. «Iba a una escuela pública y nunca pensé que fuera peligroso, pero la Policía china empezó en 2016 a quitarle el pasaporte a los uigures y yo salí del país con mi esposa y mis dos hijas mayores en septiembre de ese año», recuerda Faruh.
Su suegra iba a enviarle a sus dos hijas pequeñas, de 5 y 4 años, pero no pudo hacerlo porque «empezaron a arrestar a la gente y a quitar los pasaportes», denuncia Faruh. Desde 2017, no sabe nada de su familia, que tenía un restaurante en Korla, y desconoce dónde está su madre, que va en silla de ruedas.
Como Jevlan Shirmemmet, Omer Faruh suele protestar cada cierto tiempo ante el consulado chino de Estambul, donde consiguió hace poco la ciudadanía turca y trabaja vendiendo coches. Al igual que los numerosos uigures exiliados en Turquía, no se resigna a que su familia desaparezca en Xinjiang.
TITULO: Al Médico - Fuente de Cantos registra un nuevo temblor, el tercero desde marzo,.
foto / Fuente de Cantos registró ayer mañana un nuevo movimiento sísmico. El temblor tuvo una magnitud de 2,2 grados y se produjo a las 11:31 horas Según el Instituto Geográfico Nacional. El epicentro del sismo se situó entre valencia del Ventoso y Fuente de Cantos en la superficie, en la latitud 38.2480 y longitud -6.3537. La mayoría de los vecinos no se han enterado de este nuevo temblor, aunque si los animales que muestran una reacción ante este tipo de fenómenos.
La zona viene registrando este tipo de terremotos de baja intensidad desde hace unos meses, elúltimose regstró en la madrugada del viernes 29 de abril, hace justo un mes, cuando el Instituto Geográfico Nacional registraba a las 2:25 horas de un movimiento sísmico de 2,5 grados con epicentro en el noroeste del término municipal de Fuente de Cantos.
Entonces el seísmo ha tuvo su epicentro a una profundidad de cuatro kilómetros.
El terremoto se dejó sentir en las localidades de Calzadilla de los Barros, Fregenal de la Sierra, Puebla de Sancho Pérez y Zafra.
Se da la circunstancia de que el pasado 18 de marzo se registró otro temblor de 2 grados de magnitud, y se producía a las 7.39 horas en una zona cercana a este.
TITULO: Tarde de café -España abre la Liga de Naciones con igualada ante Portugal ,.
Tarde de café - España abre la Liga de Naciones con igualada ante Portugal , fotos,.
España abre la Liga de Naciones con igualada ante Portugal,.
Un gol de Ricardo Horta tras un error defensivo español neutraliza el tanto de Morata. Gavi, el mejor del partido, Cristiano solo jugó 30 minutos.
ESPAÑA 1 - PORTUGAL 1 - Resultado Final ,.