TITULO: El paisano - Viernes - 19 - Julio - En Paradas ha emprendido con un invernadero de plantas de pistachos,.
Viernes - 19 - Julio a las 22:10 horas en La 1 , foto,.
En Paradas ha emprendido con un invernadero de plantas de pistachos,.
Juan (57 años) es del sevillano municipio de Paradas y se fue a estudiar a Sevilla con 13 años.
Allí se formó como ingeniero agrícola y trabajó para distintas empresas relacionadas con el sector agrario.
Decidió regresar a su pueblo, donde siempre había querido vivir. Ha emprendido con un invernadero de plantas de pistachos que vende para toda España.
TITULO:
VACACIONES - EUROPA DE PELICULA - Turismo mochilero en Palestina, una alternativa para las vacaciones,.
Turismo mochilero en Palestina, una alternativa para las vacaciones,.
Cada vez más turistas mochileros apuestan por un destino hasta ahora nada convencional: Ramala, donde hostales locales ayudan a los animados viajeros a adentrarse en el ocio, la gastronomía y la realidad política palestina. "Welcome to Palestine!"(¡Bienvenidos a Palestina!) resuena en las calles ante la presencia de un aturdido y fascinado "ashnabi (extranjero, en árabe)"que se zambulle en los bramidos del claxon, el vocerío de los vendedores callejeros y el fuerte aroma del café local.
Mochila al hombro y curiosidad en ristre, suelen dirigirse a uno de los dos modernos hostales que en dos últimos años han cambiado las posibilidades de alojamiento en Ramala, antes monopolizada por una decena de hoteles prohibitivos para viajeros de bajo presupuesto.
"Cada día, nuevos huéspedes son gratamente sorprendidos por la realidad de Cisjordania y cuán diferente es de sus expectativas. Esperan ver ciudades llenas de escombros con milicianos armados hasta los dientes", revela a Efe Mike, copropietario europeo del albergue Área D, nombre que añade una dimensión a las tres (A, B y C) en las que se divide Palestina en virtud de los acuerdos de Oslo.
"Y cuando se encuentran con una baja criminalidad, infraestructuras relativamente modernas y gente amigable viviendo bajo una ocupación militar muy visible, tienden a cuestionar sus juicios previos y algunos hasta sus creencias fundamentales", avivados por experiencias como el cruce de controles militares israelíes o el avistamiento de asentamientos.
Víctor Vilchisteria, ingeniero de software mexicano de 28 años, se aloja en el denominado Hostal en Ramala, pionero en ofrecer desde 2013 una alternativa de alojamiento a bajo coste (diez euros la noche) para satisfacer las necesidades de un mochilero que, en general, tiene un presupuesto ajustado, ganas de explorar y está ávido de interacciones "reales".
"Quería conocer mejor Cisjordania, hablar con la gente y formarme una opinión por mi mismo de lo que sucede para tener una concepción integral del conflicto. Creo que así se humaniza el problema", cuenta a Efe en una de las múltiples zonas comunes del hostal, abarrotado de folletos turísticos y políticos, y dedicatorias de visitantes de todo el mundo.
Según el dueño palestino del albergue, Chris Alami, el perfil de Víctor coincide con el de la gran mayoría de turistas que llegan a Cisjordania: jóvenes movidos por inquietudes culturales, lingüísticas o políticas.
Sin embargo, cada vez es más frecuente la figura del viajero que, tras pasar unos días en Israel y a pesar de las advertencias que recibe allí sobre seguridad, decide conocer Palestina.
"Están en Jerusalén, Tel Aviv y ven que les sobran unos días. Es fácil y barato ir a Ramala. Coges un autobús en Jerusalén por 8 shekels (menos de dos euros), cruzas un puesto de control -que te llevará entre media hora y hora y media, dependiendo del tráfico- y aterrizas en una tierra totalmente diferente", explica Alami. Y, después, muchos prolongan su estancia.
"Desde el punto de vista del viajero, Ramala tiene mucho potencial. Es divertido, es barato, seguro, proporcionamos actividades como tours culturales y políticos y todo casi gratis", abunda Alami, satisfecho de abrir camino y "ayudar a crear una comunidad hostelera (que se expande hasta Nablus, Jericó o Belén) que beneficie el futuro del turismo en Palestina".
Laura, de 21 años, participará en las clases de intercambio de idiomas, cocina palestina y salidas nocturnas por los bares de Ramala guiada por el personal del Área D antes de continuar con sus estudios universitarios en Suiza.
"Quería ver ambos lados y después no me quise quedar en Israel", afirma, confesando que ella misma se mostró reticente a dar el paso hacia los territorios palestinos ocupados por creer que sería muy complicado desplazarse por la zona.
"Pensé: Voy a tener que prestar mucha atención en cada punto de control. Pero no. No es difícil, lo contrario. Viajar aquí no es un problema. Lo recomiendo", anima, impresionada por la predisposición a ayudar percibida entre los residentes locales.
El copropietario de Área D lo tiene claro: "A los viajeros les encantan la gente, la comida, las vistas y la sorpresa de encontrar algo inesperado, que es la parte más divertida del turismo mochilero".
"Y diría que, lo que provoca mayor impacto, es la simpatía de los palestinos, los puntos de control y comprobar que nadie, a pesar de lo que escucharon en Israel, quiere hacerles daño", añade.
Los receptores de esta nueva ola turística, reacios en ocasiones a estilismos o comportamientos de extranjeros ajenos a la cultura local -conservadora y tradicional- suelen imponer la hospitalidad sobre todo trato y en general agradecen la presencia de turistas que "gastan dinero y ven la situación con sus propios ojos", afirma Alami.
TITULO: HOSPITAL - Mónica García ve posible prohibir la venta de tabaco de por vida a los nacidos a partir de 2009 ,.
Mónica García ve posible prohibir la venta de tabaco de por vida a los nacidos a partir de 2009,.
"Aquí se puede aplicar todo, yo siempre digo que no hay nada imposible", ha señalado la ministra de Sanidad al ser preguntada por medidas como la adoptada por Reino Unido,.
Mónica García,.
Reino Unido ha dado un enorme paso en la lucha contra el tabaco. La Cámara de los Comunes (Baja) ha aprobado en primera lectura la ley que prohibirá que cualquier persona nacida después del 1 de enero de 2009 pueda comprar en toda su vida tabaco legalmente. Esto afecta a los menores que ahora tienen 15 años, la llamada "Generación Alfa". La norma entrará en vigor en 2027, es decir, cuando estos jóvenes cumplan 18 años. Con esta medida, el país tiene como objetivo una "generación libre de humo". El proyecto también pretende restringir la venta de vapeadores y productos relacionados para adolescentes y jóvenes, aunque no prevé su prohibición total.
Este debate podría llegar a España, donde recientemente ha aprobado el Plan Integral de Prevención y Control del Tabaquismo (PIT) 2024-2027, impulsado por el Ministerio de Sanidad. El plan contempla 150 propuestas para combatir el consumo de los productos de tabaco en nuestro país. Entre las medidas planteadas se encuentra la equiparación de la regulación sobre publicidad, patrocinio y promoción de los productos relacionados con el tabaco, como los cigarrillos electrónicos, al tabaco tradicional o el empaquetado genérico de las cajetillas. El Gobierno también plantea incrementar el precio del tabaco con el aumento de los impuestos. En cuanto a los espacios sin humo, se concretarán a través de medidas legislativas. El plan de Reino Unido da varios paso más allá. Pero, ¿se podría implantar la misma medida en España?
Este martes la ministra de Sanidad, Mónica García, ha abierto la puerta a que en el futuro se puedan implementar medidas antitabaco como las de otros países, pero ha vuelto a insistir en que lo primero será ejecutar el plan recientemente aprobado mediante leyes que deberán materializarse en el Parlamento. "Aquí se puede aplicar todo, yo siempre digo que no hay nada imposible", ha señalado la ministra al ser preguntada por medidas como la adoptada ayer por la Cámara de los Comunes de Reino Unido.
No obstante, García ha reiterado que lo primero en España es materializar en leyes las medidas del recientemente aprobado Plan Integral de Prevención del Tabaquismo (PIT), que a la mayor brevedad, probablemente en un par de semanas, presentará al Consejo de Ministros. España va a ir "aprendiendo" de las experiencias en otros países y en otros lugares para ver "cuáles de ellas son aplicables en este país y cuáles de ellas son aplicables a la salud de nuestra población".
Sin embargo, el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT), aunque cree que prohibir la venta de tabaco a personas nacidas después de 2009 es una medida "buena y efectiva", duda de su "encaje legal" en nuestro país. En declaraciones a EFE, Pascual se ha preguntado qué ocurre cuando estas personas cumplan 18 años: "¿Se les puede mantener la prohibición?, no lo sabemos, pero está por ver si es viable con la legislación actual".
El presidente de la CNPT, organización que aglutina a 47 entidades para la prevención del tabaquismo, ha insistido que mantener la prohibición de compra de cigarrillos cuando llegas a la mayoría de edad es "lo mismo que vetar el tabaco, de manera general". Ha incidido en que esta medida va enfocada a tener generaciones libres sin humo y ya se comentó con la ministra de Sanidad en una de las reuniones para la aprobación del PIT que fue avalado este mes por las comunidades, sociedades médicas y científicas como paso previo antes de su debate en el Congreso.
Pascual ha precisado que el PIT habla de lograr una generación sin nicotina, pero incluir una medida de este calibre implica una consulta jurídica a los letrados del Parlamento. El responsable de la CNPT ha admitido que esta medida es para proteger a la gente, "pero en un país que tiene unos derechos y una Constitución, esto puede verse como una intromisión en las libertades, de no estar bien estructurado desde el punto de vista legal". No obstante, ha reconocido que la prohibición de venta de tabaco a nacidos después de 2009 supondría una reducción drástica del consumo e iría en la línea de los objetivos del plan integral de prevención.
TITULO: VUELTA AL COLE - Centro docente: IES Isidro Parga Pondal,.
Centro docente: IES Isidro Parga Pondal,.
foto / No sé querer a alguien sin destruirlo —dijo el héroe desde la torre más alta del castillo, pensando en el dolor que sentían sus seres queridos cada vez que partía en una misión. Las arrugas de preocupación de su madre cuando se demoraba en volver. Los ojos cansados de su padre de tanto mirar por la ventana esperando que apareciera por el camino. La soledad de su hermano cada noche que no estaba para contarle un cuento.
—No sé destruir a alguien sin quererlo —dijo el villano desde la torre más alta de su fortaleza, pensando en el amor que acababa sintiendo por todo lo que quería odiar. La mirada decepcionada de su madre, la bruja, cuando no completaba una pócima por apiadarse del animal a sacrificar. El suspiro hastiado de su padre, el gigante, cuando no traía las manos llenas de sangre. La expresión burlesca de su hermano cuando se acobardaba ante sus planes malvados.
TITULO: EN PRIMER PLANO - A FONDO - REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - En la tuya o en la mía - Miercoles - 17 - Julio - Laura Galán ,.
En la tuya o en la mía - Miercoles - 17 - Julio ,.
En la
tuya o en la mía', presentado por Bertín Osborne, acerca a los espectadores
el lado más desconocido de personajes relevantes de diversos ámbitos. Durante
aproximadamente una hora, los telespectadores tienen la oportunidad de conocer
mejor al invitado y también al propio Bertín Osborne, en La 1 a las 22:30, el
miercoles- 17 - Julio , etc.
EN PRIMER PLANO - A FONDO - REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - En la tuya o en la mía - Miercoles - 17 - Julio - Laura Galán ,.
Laura Galán,.
foto / Laura Galán: «Este papel ha sido un regalo porque no se hace alusión a mi físico»,.
Guadalajara, 1986. Este año he recibido el Goya a la mejor actriz revelación. Ahora estoy en el Teatro Bellas Artes con 'Animales de compañía', una obra con la que espero que no paréis de reíros.
XLSemanal. Recibió el premio Goya por Cerdita, pero su personaje en Animales de compañía tiene un registro muy diferente.
Laura Galán. ¡Sí! Y ha sido un regalo porque no se hace alusión a mi físico. Este era el siguiente paso en mi carrera, era mi sueño; porque, evidentemente, yo hice Cerdita por mi físico. Fui muy feliz y lo reivindico, pero aquí salgo superguapa y me pasan cosas que no tienen nada que ver con mi cuerpo.
XL. ¿Y usted qué animal de compañía es?
L.G. ¡Jajaja! No lo sé; creo que soy muchos a la vez, que toco todo el zoo. Es una comedia con mucho mejunje. En los ensayos nos lo hemos pasado fenomenal, hasta el punto de hacernos, literalmente, pis de risa. Y a mí eso no me había pasado nunca.
«¿Cuántos matrimonios aguantarían yendo siempre a pecho descubierto? ¡Uf! Mejor no abrir ese melón porque igual la mentira es parte de la supervivencia»
XL. Hace bien en avisar del peligro [risas].
L.G. Bueno, yo ya he hecho alguna función en la que parte del público se enfadaba porque la otra parte se reía muchísimo.
XL. Pues eso también conlleva cierto riesgo.
L.G. ¡Jajaja! Lo que espero es que la risa sea muy contagiosa y que el público se lo pase bien y salga con ganas de seguir riéndose mucho también después.
XL. Y todo empieza porque cuatro amigos deciden ocultarle la verdad a una quinta amiga que acaba de abandonar el psiquiátrico tras un intento de suicidio.
L.G. La premisa es dura y la mentira se les va de las manos y se lía todo. Al final ya no se sabe quién es la cuerda y quiénes son los tarados.
XL. ¿Las mentiras piadosas acaban siendo una excusa para no dar la cara?
L.G. Lo de ir con la verdad siempre por delante... no sé yo. Casi es mejor no decir nada e intentar que no te pregunten. La mentira está establecida en nuestra sociedad. Muchas veces yo digo que ya estoy llegando cuando acabo de salir de casa [ríe].
XL. Es que con la verdad no siempre se va a todas partes, algunas veces se llega a sitios muy feos [risas].
L.G. ¡Pero muy feos! [Ríe]. ¿Cuántos matrimonios aguantarían yendo siempre a pecho descubierto? ¡Uf! Mejor no abrir ese melón porque igual la mentira es parte de la supervivencia.
XL. Si fuera capaz de leer el pensamiento de la gente, ¿cuántos amigos le quedarían?
L.G. ¡Puf! Seguramente… ¡ni mi madre! No, no; mi madre y mi padre son sagrados. Pero estaríamos muy solos sin el refugio de nuestras mentes. Sería muy difícil la convivencia si todos supiéramos lo que realmente pensamos unos de otros en cada momento.
TITULO :EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - MI CASA ES LA TUYA - viernes - 19 - Julio - Isabel Coixet - Terrones de azúcar falsos ,.
MI CASA ES LA TUYA - VIERNES - 19 - Julio ,.
MI CASA ES LA TUYA -', presentado por Bertín Osborne,.
acerca a los espectadores el lado más desconocido de personajes relevantes de diversos ámbitos. Durante aproximadamente una hora, los telespectadores tienen la oportunidad de conocer mejor al invitado y también al propio Bertín Osborne, en Telecinco a las 22:00, el viernes - 19 - Julio ,etc.
EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - MI CASA ES LA TUYA - viernes - 19 - Julio - Isabel Coixet - Terrones de azúcar falsos,.
Isabel Coixet - Terrones de azúcar falsos,.
Isabel Coixet - foto ,.
Eugenio estuvo a punto de morir el mismo día que nació. Habría sido, quizá, una liberación. Su madre estaba sola, como siempre, y al resto los pilló en el campo, también como siempre. El médico no llegaba, todo se precipitó y la falta de riego en el cerebro hizo el resto. Daños irreparables, sufrimiento fetal, una catástrofe. Tiene cuarenta y pocos años, pero aparenta más de sesenta y todos ellos fríos, como si cada estación hubiera sido, en realidad, un invierno precipitado, uno de esos días de noviembre, después de Los Santos, cuando la niebla de Castilla empieza a bajar al valle y congela las mañanas y el porvenir. De algún modo, la expectativa del frío lo deja todo en pausa. Los animales callan, las viejas vuelven al luto y el ocre se hace definitivamente oscuro, un tipo de oscuro que parece salido directamente de los recuerdos. El frío deja el suelo duro, pétreo, sin flores y sin vida. En Castilla, lo atmosférico es una tragedia constante. Siempre mirando al cielo para que pase lo que tiene que pasar, que, curiosamente, es lo único que no pasa nunca. Siempre esperando a que llueva, o a que no llueva, o a que paren las heladas o a que esa nube negra que llega por el camino hondo no traiga piedra. Todo depende de eso, en realidad, de una espera casi supersticiosa, de un cálculo de probabilidades eterno que, en realidad, siempre da los mismos resultados: frío extremo casi siempre, cuando no calor extremo y silencio extremo permanente. Excepto algunos días de mayo y otros de octubre en los que nos engañamos pensando en lo que todo podría llegar a ser si no fuera lo que en realidad es. Y de paso nos da por pensar lo que podríamos ser nosotros mismos: gente abierta, alegre, hospitalaria, gente solidaria, gente artista o, al menos, gente buena. Pero nada de eso. Algunos no estarán de acuerdo conmigo, pero la bondad castellana es un mito con el que se malinterpreta nuestro miedo. La aparente bonhomía es, en realidad, discreción. Apenas eso. Nadie puede ser bueno del todo sin confiar en nada, recelando de todo y de todos, aislado en sí mismo y ensimismado en la pena y la nostalgia. Esto no depende de las edades, está en el ADN y no es una manera de hablar. Nadie puede exigir bondad al que lleva siglos castigado. O al menos, no se le puede exigir el mismo tipo de bondad, esa bondad efectista de los hombres de los cuentos y de las mujeres de los climas cálidos. No se puede pedir benevolencia a aquellos cuyos cromosomas viven instalados en el terror, al que tiene el miedo en los genes, al que tema al clima, a los lobos, a las guerras y a sus vecinos. Al cura, al gobierno, a los franceses. A los de la Beltraneja, a los Trastámara, a los moros, a los visigodos, a los romanos, a los autrigones o a los celtas de detrás de las montañas.
La bondad de estas tierras es, como mucho, timidez y honradez, es decir, conceptos defensivos, casi jurídicos. La timidez para no relacionarse con los demás, es decir, para poner muralla ante los problemas potenciales y la honradez de saber cumplir los pactos por las buenas antes de salir con la escopeta a que se cumplan por las malas. Esa es la esencia de Castilla, la pena, el resentimiento, el pesimismo y el silencio. Y todo por la responsabilidad de dar la cara eternamente en nombre de los demás, como un Mesías que no quiere serlo. De nosotros decía Machado eso de «llanuras bélicas y páramos de asceta —no fue por esos campos el bíblico jardín—: son tierras para el águila, un trozo de planeta por donde cruza errante la sombra de Caín». Machado no tenía ni idea, por supuesto. Eso no es Castilla. Esa es la visión de un poeta con los píes fríos, de un poeta que, como todos, escribía para impresionar a su novia, de un poeta nacido en un patio de Sevilla, en el Palacio de las Dueñas, para ser más exactos. Pero mi infancia son recuerdos de un patio de Castilla y, del mismo modo que yo no puedo comprender profundamente el flamenco, ellos no pueden entender el silencio porque es imposible. Lo tenemos dentro, es nuestro idioma, estamos aterrados y el pesimismo no es más que algo empírico. Hace falta una vida entera cargando ese silencio lleno de significantes, de penas sostenidas, de miradas de viejos duros. El silencio castellano no es ausencia de sonidos, sino tensión, respeto y reflexión profunda. Es el miedo sin adrenalina que da el saberse el único hombre en kilómetros, un hombre abandonado a su suerte por la historia. La sombra de Caín aquí está presente, sí, como lo está en todos. Más que nada, porque Abel murió. La diferencia es que aquí lo sabemos, no lo ocultamos y no hay jazmines ni azahar que tapen el olor a muerto. Pero en algo le doy la razón al sevillano: estas son llanuras bélicas y estos páramos son de asceta. Son estas tierras de paso, caminos donde se ha hecho la historia y todos sabemos que la historia no se hace con sonetos sino con espadas. No hay endecasílabos en las cabezas cortadas y en los ríos que bajan rojos de sangre y no blancos de nenúfares y belleza. Como para no ser ascetas. Muchas veces no queda otra que dar un sentido al silencio, a la renuncia, al sacrificio. Y ese sentido es Dios, por supuesto, para la mayor parte de nosotros durante la mayor parte de nuestra historia.
También para Eugenio, que no habla. Y no por ascetismo, sino porque no sabe. Se comunica con balbuceos y emite ruidos nasales. Se le cae la baba, un riachuelo de saliva retrasada que nace de un manantial escondido en alguna parte de su cuerpo y que muere en un charquito de tragedia que ha creado sin saberlo entre los restos de paja y las heces de las ovejas que se juntan en la tierra del suelo del corral que habita la mayor parte del tiempo junto a Montoro, su burro, un burro zamorano que estuvo a punto de morir el pasado invierno. Se le peló la panza y adelgazó. Dicen que no saben qué fue lo que le pasó, pero él y yo sabemos que fueron la pena y el frío que ambos pasan en ese corral hediondo. Al principio de verano se comenzó a recuperar, pero, desde que se puso malo, no ha vuelto a ser el mismo. Lo han encerrado en esa cuadra de barrotes altos para que no pueda saltar. Y, claro, el burro no salta. Ni si quiera lo intenta. Está encerrado y solo mira el mundo, el mundo que comparten, es decir, esa nave y ese corral con ovejas, herramientas que no sé para qué sirven y calor de animales, un calor denso, maloliente y degradante.
Eugenio es el penúltimo en la jerarquía familiar, solo por encima de Montoro, y por eso aprovecha cualquier situación para que el burro recuerde el escalafón y sepa quién manda, quién es el jefe de esa extraña pareja. Cuando Eugenio coge el carretillo lleno de alfalfa, Montoro hace como que no lo ve, disimula y mira para otro lado. Pero cuando pasa con la carga delante del borrico, finta, recorta y hace un zig zag prodigioso para meter un bocado por traición. Eugenio le increpa con un par de tortazos en la grupa y con sonidos guturales, como de barco en el puerto de Bermeo. Suena parecido a intentar pronunciar una legión de oes con la traquea cerrada, unas oes que salen directas del pulmón y que huelen a pena contenida, a pena sin motivo, a enmienda a la totalidad y a siglos de miseria. Es difícil creer en Dios viendo esta escena. No hay psicólogos en Tierra de Campos ni tampoco hay esperanza, y esto lo digo yo porque lo he visto. A los locos aquí se los escondía. A los enfermos mentales se los encerraba. Todo el mundo lo sabía, se delinquía a la vista de todos y de modo impune. Hay gente que ha pasado toda la vida en casa. Los habrían matado si hubieran podido, habrían abortado si lo hubieran sabido, los habrían tirado al río como a los cachorros de perro que nacen en el campanario, para que no formen manadas salvajes. Uno piensa en toda la miseria que se ha podido vivir, todas las vidas que aquí han sido infiernos y se hace difícil seguir creyendo. O quizá creer sea lo único posible cuando no hay salida y solo queda la mirada hacia Dios, la vía libre hasta el cielo de Magritte. Si supieran quien es Dios y quien es Magritte, la huida, en definitiva, la liberación del infierno sincopado, de este infierno sin Dante, sin diablo, sin Wagner y lleno de tierras muertas. El burro acepta disciplinado la bronca de Eugenio y se da la vuelta, enfadado y altivo. Ambos son, sin saberlo, fruto de una selección genética que les permite vivir adaptados a este entorno. Ese y no otro es el verdadero signo de la inteligencia. Que se lo digan a las churras, que comen cada día rastrojos, hierbajos y lo que la tierra las de. Comerían piedras si hiciera falta. Y sin llorar, claro. No hay mucha diferencia entre las ovejas y los pastores. Ni si quiera tengo claro quien es el dueño de quien.
Eugenio sale al portón, mira a ver si vienen nubes oscuras, controla la calle como si fuera el sheriff y repite la operación de la alfalfa con el burro varias veces a lo largo de la tarde. En cada una de las ocasiones, se asegura que pasa lo suficientemente cerca de Montoro como para que el bicho pueda llegar bien a la comida y, una vez mete el bocado, Eugenio finge indignación, sobreactúa el enfado para que el animal no piense que es tonto y le mete dos tortazos fuertes en la grupa como castigo. Montoro sigue el juego e interpreta su papel, cumple con su parte del contrato y finge que no sabe que Eugenio va a acercarse. Disimulo, finta, recorte, zigzagueo y alfalfa. Acto seguido ofrece el lomo para que Eugenio llegue bien y pueda castigarle, no vayan a pensar el resto de hermanos que Eugenio se deja robar por un burro. Y, sobre todo, no vaya a pensarse el propio Eugenio que un burro se ríe de él y se le acabe el chollo de la alfalfa. Me recuerda a cuando chicos del pueblo, para reírse de Eugenio, le daban a elegir entre una moneda de céntimo y otra de diez céntimos. Él cogía siempre la de céntimo. Los chicos se mofaban y le decían que era tonto pero una vez me dijo con la mirada que lo hacía porque, si cogía la de diez céntimos, ya no se lo hacían más veces y dejaría de ganar ese dinero fácil. La táctica del burro es la misma. Hace pensar a Eugenio que es tonto porque, en realidad, el tonto es el otro.
Llevan así años y creo que pueden seguir así toda la vida. De algún modo, se necesitan. Uno provee de comida y el otro provee de algo de dignidad, de cierta autoestima y de responsabilidad. Es una jerarquía: el padre da órdenes al hermano mediano, este al pequeño y el pequeño a Eugenio, que es el mayor pero solo en teoría. El burro, así, existe para que Eugenio tenga alguien a quien mandar, ocupa un lugar simbólico y creo que lo sabe. Lo malo de los símbolos es cuando el significante se te va de las manos. Cuando eso sucede, el burro deja de ser un burro para convertirse en un hermano, en un espejo, en un escudo de armas, en una forma sagrada y en un lazo de sangre con nudos silentes. Y se miran fijamente por la tarde, como imaginando otros mundos, islas canarias, patios de Córdoba, albuferas valencianas, puertos pintados por Matisse. Antes nada de todo esto era un problema porque no había televisión y nadie sabía que su vida era una desdicha. El problema llegó con la frustración, cuando algunos comenzaron a entender que hay otros mundos y, sobre todo, otros escenarios. Que sufrir no es lo normal, que trabajar y estar encerrado en casa no es la única opción, que la ciudad era un oasis con trabajos llenos de derechos y calles llenas de teatros. Y que el que pudiera, debía huir. Pero Eugenio no puede huir, claro. Ni quiere. Es más, reza para que nada cambie, reza junto al burro para que no se muera, para que la cadencia triste y monótona de estas tardes se mantenga. Luego, cuando acaba oración y jornada, Eugenio entra en casa, se quita el mono azul y las botas de goma encharcadas de orín, de barro y de tedio. Lo limpia todo con la manguera y el escobón en una liturgia sagrada y circular. Algunos dirían que es un trastorno obsesivo compulsivo, pero, en realidad, es solo orden, son los límites de seguridad para poder tener cierta autonomía. No hay TOC en los pueblos. O quizá solo hay TOC, solo hay rutinas, obsesiones, soliloquios eternos, soledades. La diferencia entre la tradición y el tedio es solo el romanticismo del que mira todo esto desde Madrid y dice tonterías de la España vacía, como si fuéramos algo a medio camino entre un zoológico y un set repleto de actores secundarios para una película de la edad media. Vivir así no es una tradición, respirar no es una tradición, matar al lobo cuando se va a comer a un cordero no es tradición. La tradición es vivir, la tradición es el aire, los pichones en los palomares y las águilas en lo alto. La tradición es erguirse, salir a dar la cara y secar el charco de baba con tierra al acabar la jornada. Y luego ponerse pantalones de franela, camisa, jersey y boina e irse a la plaza, aunque Eugenio no entra al bar con el resto de hombres. Él se queda fuera, apartado. Pasea de modo obsesivo de un lado al otro de la plaza, desde la iglesia hasta los rosales y vuelta a empezar. Mira las rosas de una forma que nunca he entendido, parece que pudiera comunicarse con ellas, como si pudiera ver la savia moviéndose a través del tallo, como si pudiera verlas morir. Conoce todas las enfermedades, sabe cuándo hay que podarlas, si la tierra necesita agua, si hay o no pulgón y qué perros se han metido en el jardín por la mañana. Han puesto unos bancos de piedra alrededor, pero miran hacia fuera, por lo que Eugenio no puede sentarse a ver las rosas. De todas formas, se sienta un rato en cada banco para poseerlos todos. Desde allí mira quien entra o sale del bar, qué dice el cielo, si viene frío o calor, si ha parido alguna oveja del rebaño de Alejandro o qué ruido hace el motor del tractor de Gabino.
Saluda a todo el mundo y todo el mundo lo saluda a él, que responde levantando la cachaba, quitándose la boina como un torero en el momento del brindis y haciendo una pequeña reverencia como un actor cómico al final de una función que lleva interpretando toda su vida. Y emite entonces uno de sus sonidos, ese grito sordomudo, como si estuviera diciendo su nombre para dentro, su nombre al revés, aspirando letras, comiéndose la identidad a bocados. Pasea hasta que se hace de noche y llega su madre a buscarlo. Ella tiene los años que él aparenta tener y por eso parecen hermanos, pero nada de eso. Ya tenía veinticinco cuando nació Eugenio así que las cuentas están claras. Ella llega por detrás, le asusta y le besa con cariño, con cariño como de niña hacia su cachorro más bello, con dulzura de algodón de azúcar y ojos de media luna viva. Eugenio le ha cortado una rosa amarilla y se la regala junto a una sonrisa que esconde algo de pudor y un gesto que pretender ser sonrisa. Ella le abraza fuerte y hace como que se le cae una moneda. Eugenio mira a los lados para asegurarse que nadie más lo ha visto, la recoge y se la esconde en el bolso del pantalón. Mientras caminan de la mano, de vuelta a casa, la madre maneja la culpa como puede y piensa en que quizá Eugenio pudo salvarse, como el hijo de Petra, al que le pasó lo mismo y ahora es abogado en Bilbao. Unos segundos sin oxígeno, solo hace falta eso para destrozar una vida. Dos con la suya. No hay un solo día en el que no se pregunte qué será de él cuando ella falte. «Qué tristeza, qué mala suerte hemos tenido, Eugenio. Y cómo te quiero, hijo. Eres una excelente persona, eres bueno, bueno de verdad, tú eres un regalo y las rosas que me das son las más bellas del mundo. Tú eres lo más bello del mundo, eres la mirada de Dios, el milagro de un corazón puro, un alma grande, un ángel que sonríe con los ojos abiertos y la boca cerrada». Mientras tanto, Eugenio, solo piensa que con esa moneda comprará mañana unos terrones de azúcar para meterlos en la carretilla de la alfalfa. Seguro que a Montoro le va a encantar.