España a ras de cielo es un programa de televisión emitido por TVE y se estrenó el 17 de septiembre de 2013. Desde el primer programa, está presentado por Francis Lorenzo. Martes a las 22h30,.
El programa permite conocer lugar de España desconocidos y ya conocidos desde otro punto de vista. , etc.
PLANETA CALLEJA - DOMINGO -19- Enero ,.
Planeta Calleja es un programa de televisión de España que se emite cada domingo a las 21:30, en Cuatro de Mediaset España,. Jesús Calleja enfrentará a rostros conocidos a vivir experiencias únicas e irrepetibles fuera de su contexto habitual y en los lugares más remotos y fascinantes ., etc.
Ana Botín en «Planeta Calleja»: «Perdí una niña y decidí cambiar de vida»,.
La presidenta del Banco Santander viajó a Groenlandia con Jesús Calleja para comprobar los efectos del cambio climático y hablar de su vida personal y profesional,.
La octava mujer más poderosa del mundo (según la última Lista Forbes) ha hablado más que nunca de su vida profesional y personal. foto - Ana Patricia Botín ha vivido una aventura con Jesús Calleja en Groenlandia para comprobar los efectos del cambio climático en primera persona. Junto al presentador realizó un trekking sobre un glaciar y recorrió los fiordos en kayak.La presidenta del Banco Santander ha dejado claro que los datos «son irrefutables», que el cambio climático «está ocurriendo» y que «el hombre es quien lo está acelerando». Además, dedicó parte del programa a hablar del feminismo, algo que considera que trata de «apoyar la igualdad de oportunidades»: «Yo digo: tú mira lo que he hecho e intenta juzgarme con arreglo a lo que he hecho, no si soy blanca o negra, hombre o mujer», ha explicado. En este sentido, Botín se ha mostrado sorprendida de que haya algunas personas «de ciertos estamentos» que cuestionen que ella pueda ser feminista.
Botín habló de muchos aspectos de su vida personal. La disciplina, los madrugones y el ayuno intermitente son algunos de sus hábitos. Aunque su trabajo la lleva a viajar casi sin descanso, la presidenta del Banco Santander encuentra en Santander su gran refugio y su verdadero hogar.
La heredera de la mítica dinastía de banqueros reveló algunos secretos de su matrimonio. De hecho, su marido, Guillermo, ha formado parte de esta expedición de seis días por Groenlandia. «Él vive en Londres y yo en Madrid, pero viajamos. Yo sé lo que voy a hacer día a día durante los próximos tres años de mi vida», ha revelado.
Ana Botín confesó que por su mente pasó la idea de estudiar periodismo, aunque pronto la convencieron de que no era buena idea. Con trece años se fue a un internado en Ginebra y con 16 a Estados Unidos a estudiar Economía. También habló de la relación con su padre, buena en la parte personal, pero difícil en lo laboral.
«No había un plan para mí de pequeña, pero mi madre ha sido la mayor influencia en mi vida, no mi padre», afirmó.
Comenzó a trabajar en JP Morgan con poco más de 20 años y lo hizo, aclara, sin ayuda de su padre: «En América no te contratan si no vales».
La cosa se complicó en enero de 1999 con la fusión del Banco Santander y el Central Hispano. Ana Botín cuenta cómo su padre le pidió por teléfono que se fuese, ya que la fusión no sería posible si ella continuaba allí. «Mi padre me llamó un día, tras estar 10 años en Latinoamérica, y me invitó a irme para que pudiese haber fusión. Tras un reportaje donde me señalaban como la mujer más poderosa de España, le dijeron 'o Ana se va o no hay operación con Central Hispano'. Hizo lo que tenía que hacer, pero la manera en que me lo dijo me hizo daño. Le faltó sensibilidad», contó durante el programa.
La banquera asegura que aquello no tenía otra salida, era «azules contra rojos, era una guerra. Si no me hubieran matado entonces lo hubieran hecho a los seis meses»,.
Jueves -16- Enero a las 22:35 por La 1, fotos,.
El planeta de las teclas,.
Nombres de primera fila de la industria cinematográfica se han mudado a Hollywood ante la deriva de un sector menguante. Viajamos a la meca del séptimo arte para conocer una explosión de cine español surgida a aquel lado del océano y curtida en barbacoas y paellas.
En la cocina de Julio Medem
hay dos relojes colgados de la pared. Uno señala la hora de España y el
otro marca el huso local, el de Los Ángeles. Las manillas de la Costa
Oeste deben de rondar en torno a las 22 horas cuando el cineasta insiste
en que sus invitados se queden un poco más. Toma una botella de ginebra
en la mano, y alguien por ahí sugiere que prepara unos gin tonics
increíbles, siguiendo un arte que le enseñó el actor Alfredo Landa hace
años, con mucho hielo y mucho limón. Así que Medem comienza a trabajar
los cítricos sobre la encimera. Fuera ha caído la noche y refresca. La
barbacoa comenzó a la una en el jardín trasero de la casa. Durante un
rato, el anfitrión se ausentó para ir a buscar su leña favorita, de
cerezo. Y poco después surgía de una espesa humareda con los primeros
chorizos criollos en una bandeja y una carne tierna y sanguinolenta.
Mientras, junto a la piscina charlan Zeltia Montes, una compositora de bandas sonoras, de 34 años, establecida en Los Ángeles en 2009, y Pedro Uriol, de 43 años, uno de los socios de la productora Morena Films (Celda 211 y Che, entre otras), recién aterrizado en la ciudad con la intención de abrir sucursal en la meca del cine. Un poco más allá se encuentra un eufórico David Martín Porras, de 31 años, con noticias de España, donde le acaban de premiar en la Seminci de Valladolid por su corto Inside the box. Los invitados hablan de cine. De sus problemas. De la subida del IVA y de que quizá sea el momento de bajar el precio de la entrada. Y entretanto Pau Brunet, barcelonés llegado en 2010 y autor del blog boxoffice.es, en el que analiza las taquillas mundiales, persigue con esmero al realizador donostiarra para conseguir una declaración.
Al día siguiente, tal y como lo habían pactado, aparecería en la revista Variety la exclusiva sobre uno de los próximos proyectos de Medem, un biopic del diseñador Carlos Balenciaga. Su primera película de ficción en casi cuatro años era noticia y Brunet tenía pensado escribir otra pieza para un confidencial español. Pero el anfitrión se le escurría y desaparecía en corrillos en los que hilaba anécdotas sobre el tenso estreno de La pelota vasca en San Sebastián o se adentraba en el salón para mostrar su colección de libros sobre la Grecia clásica, en los que se refugió al llegar a Estados Unidos. El primer año y medio aquí lo dedicó a escribir la novela Aspasia (editorial Espasa), la amante de Pericles. Luego, según dice en un momento dado señalando hacia el garaje que ha convertido en su estudio, ha pasado el tiempo “llenando el cofre”. Guiones. Ideas. Proyectos. Rodeado de muebles de Ikea. La idea fue mudarse con su familia a Los Ángeles un año. Algo transitorio. Y ya llevan tres en esta tierra.
El día después de la barbacoa, el director, de 55 años, abre la
puerta en pantalón de chándal y sandalias. Hay una calabaza solitaria
junto a la cancela de entrada. Restos de Halloween. Se queja de un oído y
atribuye el dolor a algún virus de esos que viajan en avión por el
mundo. Se sienta en el porche. En el cielo se oyen helicópteros y
ronronea una autopista cercana. Dice: “Estar aquí es como poner
distancia sobre uno mismo. Sobre el que fui y el que he sido. He
aprendido mucho. He aprendido actitud”.
Medem no se marchó por la crisis. En su viaje se mezclan los motivos. Habla del fracaso de Caótica Ana (2007), que en su momento denominó “total, extraño, escandaloso y triste”; de cómo intentó resurgir de sus cenizas con una ambiciosa producción “de veintitantos millones” sobre Pericles y cuyo presupuesto, según avanzaba el descalabro económico, iba decreciendo hasta acabar en nada (terminó convertido en su primera novela); menciona motivos políticos, relacionados con su arriesgado documental sobre ETA, y que le han perseguido como una sombra desde entonces, y explica cómo acabó metiéndose en Habitación en Roma, proyecto de presupuesto bajo. No perdió dinero, pero se vio menos de lo esperado. Tuvo alrededor de dos millones de descargas ilegales, según su versión. Se estrenó en mayo de 2010. En agosto, la familia se mudó a Los Ángeles. El primer día fueron a la playa de Venice. Medem recuerda cómo su hija hundió las manos en la arena, como si estuviera conectando con el nuevo mundo. “Es increíble la ilusión que uno trae. Por supuesto, no ocurre lo que esperabas, pero sí otras muchas cosas”.
Para empezar, descubrió que no estaba solo. Al poco de llegar acudieron al Festival Recent Spanish Cinema, que se celebra todos los años en Los Ángeles. Un punto de encuentro. Un puente entre el cine español y Hollywood. Y aquella noche en que se pasaba También la lluvia, de Iciar Bollain, se le acercó Hermes Marco, un director de foto salido de la ESCAC (donde estudió J. A. Bayona, entre otros), que llegó en 2009 a Los Ángeles. Marco, de 35 años y nacido en Castellón, dice que cuando aterrizó en la ciudad había muy poco cineasta español. “Pero de repente, en 2010, empezó la avalancha. Y ¡pam! Estoy en la Recent y me encuentro con Julio Medem”. Le saludó y le comentó que hacía paellas en las que se solían reunir los emigrados del cine. La mayoría, gente que se había ido a estudiar allá y a buscarse la vida y comenzaban a labrarse una carrera. La primera a la que asistieron los Medem no fue en puridad una paella, sino “un empedrado con bacalao”, cuenta Marco. Y allí estaban Alexis Morante y Susana Casares. Ambos llegaron con una beca para cursar cine. De aquel encuentro surgió algo impensable en España. Comenzaron a romperse las barreras generacionales. A funcionar las sinergias. Y en eso tuvo mucho que ver Montse Sanz, la pareja de Medem y directora de arte habitual en sus películas.
Morante, algecireño, de 35 años, habla de aquellas primeras paellas mientras conduce un Jeep Cherokee de segunda mano por las calles atascadas. Le suena el móvil. Es Enrique Bunbury, artista que también vive aquí, pero evita las barbacoas: es vegano. Morante ha rodado ocho videoclips con él. Le asaltó en un concierto en el Nokia Theatre en 2009, y desde entonces han unido sus carreras. Pronto tendrá terminado un largometraje documental sobre una gira del músico en Estados Unidos. Y en 2012, cuando Bunbury iba a sacar el disco Licenciado Cantinas, le propuso rodar un videoclip extenso. “Lo hicimos aquí en Los Ángeles. Y se juntó un montón de talento español”, recuerda Alexis Morante. Montse Sanz, a la que había conocido hacía poco, aceptó llevar la dirección de arte. Pero no fue la única. La mayoría de jefes de equipo eran españoles afincados allí. La obra, de 25 minutos, fue nominada a un Grammy latino como mejor videoclip largo. “Ese reconocimiento fue el culmen, un éxito de todos. Ahora mismo con el talento que hay en Los Ángeles se puede hacer cualquier producción entre españoles”. Morante mira el GPS. El gusano rojo no avanza. Añade: “Ahora bien, hay una diferencia entre los que vienen con nivel A. Con todo hecho. A petarlo. Y luego está un nivel B. Que somos los que estamos intentando abrirnos paso desde aquí”.
En Los Ángeles han desembarcado figuras de primera fila. Con
intención de quedarse. Hasta el punto de que una de las jóvenes
cineastas que anda por allí dice medio en broma: “Hay más premios Goya
aquí que en España”. Por poner un ejemplo, solo Javier Aguirresarobe suma seis galardones. Desde que hizo la dirección de fotografía de La carretera
(2009) no ha vuelto a rodar en España. En Hollywood ha aprendido a
filmar en digital y en 3D. Tiene 65 años. Comparte un apartamento en
West Hollywood con su hijo Jon, quien, digamos, sería del “nivel B”,
según la clasificación de Morante. Pasan poco tiempo juntos. El padre
engancha un rodaje con otro. Ahora se encuentra en Toronto, con el remake de Poltergeist
a varios grados bajo cero. A través de su hijo conectamos por Skype.
Aguirresarobe dice que no le llaman de España. Es como si hubiera dejado
de existir. Ha rodado casi 15 películas en cinco años. Todas a este
lado del Atlántico.
No es el único. Hay muchos que ya estaban allí, como Jaume Collet-Serra o Luiso Berdejo. Y otros que han ido llegando. “Roque Baños, Achero Mañas [que está intentando montar el microteatro en la ciudad], Juan Carlos Fresnadillo…”, enumera Medem en el porche de su casa. “Todos han venido después que yo”. Y todos han pasado por alguna de sus barbacoas. Porque Hermes Marco, que era quien solía promover los encuentros gastronómicos, se mudó a Haití. “Y cuando nos quedamos sin sus paellas, Montse y yo cogimos el relevo”.
Roque Baños no pudo asistir a la última parrillada. Iba “a mil por hora”, en sus palabras, terminando la música para la próxima película de Spike Lee, Oldboy. Nos recibe un par de días después en su casita de madera. En el estudio hay un teclado rojo, tres pantallas y un libro curtido de Antonio Machado sobre la mesa. La pared del fondo ha sido cubierta por una enorme foto que muestra un puente rudimentario hecho de cuerdas y listones de madera cruzando un acantilado. Recuerda al de Indiana Jones y el templo maldito. En el lado de allá, una bruma envuelve la vegetación. Dice Roque que funciona como metáfora de su situación en Los Ángeles. “Ya se ve un poco. Antes era solo niebla”.
Baños, murciano, de 45 años, ganador de tres goyas y con otras cinco nominaciones, llegó en octubre de 2011 después de un par de malas experiencias en España. Ambas, en el fondo, relacionadas con el bajón en la financiación del cine y los malos modos instalados en la industria, una consecuencia de la crisis aún por estudiar. “Se empezaba a notar que había muy poco presupuesto y parecía que iba a peor”. Decidió darse un año de plazo para abrirse camino en Hollywood. “Venir aquí un mes no sirve de nada. Se tarda en entrar”. En ese año, en el que estuvo sin visado, yendo y viniendo como turista, mantuvo muchas reuniones, conoció a gente, pero las puertas parecían selladas. No salía “nada de nada; fue duro”, reconoce. Con las maletas de vuelta casi preparadas y el contrato anual de alquiler a punto de vencer, al borde del fracaso, recibió la llamada de Fede Álvarez, director uruguayo que entonces estaba acabando Evil Dead. Quería su música para la película. Resultó un taquillazo. Y eso ya es una carta de presentación en condiciones. De esas que abren, entre otras cosas, el camino al visado 01, el que gasta la mayoría de los entrevistados. En él se denomina a su portador “alien with extraordinary abilities”.
Tras el debut en Hollywood, llegó el encargo de Spike Lee, y en estos momentos Baños se mete a componer la banda sonora para la próxima película de Ron Howard. Se ha abierto un hueco hasta el punto de que Hans Zimmer, ganador de un Oscar por El rey león, le escribe SMS por su cumpleaños: “¡Hola, Roque! Felicidades. De verdad me encanta tu música. ¿Te apetece que algún día colaboremos en algo? Escríbeme un e-mail”.
Pero lo interesante de su historia fue como surgió la primera
oportunidad: en una paella de españoles (cocinó Baños). En aquel
encuentro conoció a María Aceves, actriz y productora,
y esta le puso en contacto con Fede Álvarez. El músico español le
escribió el siguiente mensaje a través de Facebook: “Fede, soy Roque
Baños, compositor. No sé si estás por Los Ángeles, yo vivo aquí desde
hace varios meses. Me gustaría que nos conociéramos. Avísame y quedamos.
Un saludo! RB”. A lo que Álvarez respondió al minuto: “Estimado! Un
honor saber de Ud, soy un gran admirador de tu trabajo desde hace
tiempo. Gran fan de la banda sonora de La comunidad. Ahora estoy en NZ a 4 semanas de comenzar a filmar mi Evil Dead. Pero voy a estar por LA alrededor de septiembre y estaría buenísimo conocernos”.
Este tipo de cosas suceden en Hollywood. Y así funciona lo que ya algunos denominan aquí la “Spanish Mafia”. Contactos. Solidaridad. Y proyectos. Quizá el más sorprendente sea el de Medem y Balenciaga. Si acaba saliendo (se encuentra en desarrollo), sería la primera vez que dirigiría una película que no ha escrito. El guion lo firman Julia Fontana (29 años) y Pablo Gómez Castro (32). Dos desconocidos. Casados y aterrizados en la ciudad hace cuatro años con una beca. Conocieron a los Medem en “la Recent”, intimaron con Montse en el rodaje del videoclip de Bunbury y en un cortometraje de Susana Casares que acabó ganando un premio Emmy. Se lo comentaron. Ella les dijo que enviaran el libreto. Y a la semana, el donostiarra aceptó la propuesta. Los Ángeles, tierra de las oportunidades: “Nos une saber que somos españoles. Que estamos buscándonos la vida aquí”, dice Medem. En más de una ocasión, en el salón de su casa se ha organizado el pase de algún cortometraje. Se ve y se sugiere cómo podría mejorar. Así funciona la escuela de cine aquí. Y el relevo generacional.
Por supuesto, no todos los que están se conocen. Hay quien se deja ver poco, como Paco Cabezas, director sevillano que un día recibió la llamada de un mánager estadounidense. Había disfrutado su ópera prima, Carne de neón, y le veía posibilidades. En estos momentos, el realizador, de 35 años, termina el montaje de Tokarev, su primera cinta en Hollywood, un thriller protagonizado y coproducido por Nicolas Cage. Cabezas nos cita en Soho House, un club privado en el que se mueven las estrellas y los grandes productores, situado en la última planta de un rascacielos al borde de las colinas que siluetean la ciudad. Desde allí se ve una espesa capa grisácea cubriendo Los Ángeles. Una burbuja asfixiante. El sevillano ha quedado con un par de productores que le hablan de un proyecto de terror. Terminada la reunión, acudimos a la sede de WME, la segunda mayor agencia de representación de Hollywood, a un paso de Rodeo Drive. En las oficinas, Cabezas se reúne con su mánager y su agente. Poco antes, el director nos ha explicado la diferencia entre uno y otro: “Tu mánager es tu amigo. No toma decisiones por dinero. El agente ya es más tipo American psycho”. Este último se llama Rich Cook. Traje impecable, dentadura perfecta, tacos creativos. Confirma que hay muchos españoles. Quizá más que nunca. Representa a Cabezas y a otros ocho directores compatriotas. “No sé qué bebéis allí. ¿Zumo de talento?”, dice. “Los estudios quieren gente fresca. Sexi. Con estética nueva”. La reunión es una mezcla entre un capítulo de Entourage y la consulta del psicólogo. Cabezas confiesa sus dudas con proyectos que tiene entre manos y nombres de actores. Cook desempolva su lengua para tumbar algunos nombres. En Hollywood siempre hay que andar con la mochila llena. “En España tienes tu película y punto”, dice Cabezas. “Aquí necesitas seis. Luchas por todas. Es como una carrera de caracoles”.
No siempre salen, como le ha sucedido a Juan Carlos Fresnadillo, cuyo nombre ha estado vinculado, por ejemplo, a El cuervo y Los inmortales, antes de que se evaporaran. En estos momentos dirige el episodio piloto de una serie para el canal de cable estadounidense HBO. El realizador canario había coqueteado con Estados Unidos desde que un corto suyo fue nominado a los Oscar en 1997. Pero nunca había tomado la decisión de establecerse en Los Ángeles. Se mudó en marzo. Y uno de los motivos, reconoce, fue la situación en España: “La industria está parada. Ahora mismo, una película como Intruders [su último largo] no se podría hacer. Las teles han reducido la financiación, han recortado subvenciones, la taquilla ha caído brutalmente…”. Un dato es suficiente. En 2010 se produjeron 186 largometrajes en España. Este año, en septiembre se habían notificado 92.
Y en este nuevo escenario hay quienes han comenzado a mover un nuevo modelo. Más allá del cine español; un cine “hecho por españoles”, en palabras de Elia Urquiza, directora de documentales que forma parte de La Panda, una productora de la que son miembros 11 españoles con residencia en Los Ángeles (varios retratados en estas páginas). La empresa coproduce Open windows, la próxima obra de Nacho Vigalondo, con Elijah Wood y Shasha Grey. Por ahí van los tiros de esa nueva forma de armar largometrajes. “Tienen un inicio creativo o de capital español, pero no se pueden hacer en España. Se está rodando en inglés, con actores americanos y filmando en Estados Unidos”.
Un poco al estilo de Buried o Grand piano, por citar dos títulos que salen en la conversación con Luiso Berdejo. Estamos en una terraza de Santa Mónica con uno de los veteranos en Los Ángeles. Llegó en 2006 con Adrián Guerra [productor de las citadas películas junto a Rodrigo Cortés]. Nunca había rodado un largometraje. “Y después de siete años en España intentando hacer pelis, aquí me salió en seis meses. Con Kevin Costner [La otra hija]. Me mudé, y aquí sigo”. Su último trabajo es Violet, una rareza que ha escrito, dirigido y rodado en las calles de su ciudad adoptiva. Pagada, en gran parte, de su bolsillo. Toma el cuaderno de notas y escribe el nombre de sus jefes de equipo en el rodaje. Todos españoles. Algunos nombres coinciden con los del videoclip de Bunbury. Dice que quiso reclutar a los que pudo “como reconocimiento al cine español y a los profesionales que se han venido a buscarse la vida”. También cita a Cicerón: “Allí donde se esté bien, eso es la patria”. Y cuenta que en su película, una búsqueda desesperada por los rincones de Los Ángeles, hay un personaje americano que trata al protagonista igual que Estados Unidos le ha tratado a él: “Le ayuda, le acoge, le quiere, le cuida, le da calor”. Quizá hable de ese tipo recién levantado y bien aseado que descubre a un joven durmiendo en su piscina. En lugar de llamar a la policía, le prepara un zumo de naranja y unos huevos revueltos. Se acoda en la cocina de su mansión y escucha atento la historia de un español en Los Ángeles.
Mientras, junto a la piscina charlan Zeltia Montes, una compositora de bandas sonoras, de 34 años, establecida en Los Ángeles en 2009, y Pedro Uriol, de 43 años, uno de los socios de la productora Morena Films (Celda 211 y Che, entre otras), recién aterrizado en la ciudad con la intención de abrir sucursal en la meca del cine. Un poco más allá se encuentra un eufórico David Martín Porras, de 31 años, con noticias de España, donde le acaban de premiar en la Seminci de Valladolid por su corto Inside the box. Los invitados hablan de cine. De sus problemas. De la subida del IVA y de que quizá sea el momento de bajar el precio de la entrada. Y entretanto Pau Brunet, barcelonés llegado en 2010 y autor del blog boxoffice.es, en el que analiza las taquillas mundiales, persigue con esmero al realizador donostiarra para conseguir una declaración.
Al día siguiente, tal y como lo habían pactado, aparecería en la revista Variety la exclusiva sobre uno de los próximos proyectos de Medem, un biopic del diseñador Carlos Balenciaga. Su primera película de ficción en casi cuatro años era noticia y Brunet tenía pensado escribir otra pieza para un confidencial español. Pero el anfitrión se le escurría y desaparecía en corrillos en los que hilaba anécdotas sobre el tenso estreno de La pelota vasca en San Sebastián o se adentraba en el salón para mostrar su colección de libros sobre la Grecia clásica, en los que se refugió al llegar a Estados Unidos. El primer año y medio aquí lo dedicó a escribir la novela Aspasia (editorial Espasa), la amante de Pericles. Luego, según dice en un momento dado señalando hacia el garaje que ha convertido en su estudio, ha pasado el tiempo “llenando el cofre”. Guiones. Ideas. Proyectos. Rodeado de muebles de Ikea. La idea fue mudarse con su familia a Los Ángeles un año. Algo transitorio. Y ya llevan tres en esta tierra.
Medem no se marchó por la crisis. En su viaje se mezclan los motivos. Habla del fracaso de Caótica Ana (2007), que en su momento denominó “total, extraño, escandaloso y triste”; de cómo intentó resurgir de sus cenizas con una ambiciosa producción “de veintitantos millones” sobre Pericles y cuyo presupuesto, según avanzaba el descalabro económico, iba decreciendo hasta acabar en nada (terminó convertido en su primera novela); menciona motivos políticos, relacionados con su arriesgado documental sobre ETA, y que le han perseguido como una sombra desde entonces, y explica cómo acabó metiéndose en Habitación en Roma, proyecto de presupuesto bajo. No perdió dinero, pero se vio menos de lo esperado. Tuvo alrededor de dos millones de descargas ilegales, según su versión. Se estrenó en mayo de 2010. En agosto, la familia se mudó a Los Ángeles. El primer día fueron a la playa de Venice. Medem recuerda cómo su hija hundió las manos en la arena, como si estuviera conectando con el nuevo mundo. “Es increíble la ilusión que uno trae. Por supuesto, no ocurre lo que esperabas, pero sí otras muchas cosas”.
Para empezar, descubrió que no estaba solo. Al poco de llegar acudieron al Festival Recent Spanish Cinema, que se celebra todos los años en Los Ángeles. Un punto de encuentro. Un puente entre el cine español y Hollywood. Y aquella noche en que se pasaba También la lluvia, de Iciar Bollain, se le acercó Hermes Marco, un director de foto salido de la ESCAC (donde estudió J. A. Bayona, entre otros), que llegó en 2009 a Los Ángeles. Marco, de 35 años y nacido en Castellón, dice que cuando aterrizó en la ciudad había muy poco cineasta español. “Pero de repente, en 2010, empezó la avalancha. Y ¡pam! Estoy en la Recent y me encuentro con Julio Medem”. Le saludó y le comentó que hacía paellas en las que se solían reunir los emigrados del cine. La mayoría, gente que se había ido a estudiar allá y a buscarse la vida y comenzaban a labrarse una carrera. La primera a la que asistieron los Medem no fue en puridad una paella, sino “un empedrado con bacalao”, cuenta Marco. Y allí estaban Alexis Morante y Susana Casares. Ambos llegaron con una beca para cursar cine. De aquel encuentro surgió algo impensable en España. Comenzaron a romperse las barreras generacionales. A funcionar las sinergias. Y en eso tuvo mucho que ver Montse Sanz, la pareja de Medem y directora de arte habitual en sus películas.
Morante, algecireño, de 35 años, habla de aquellas primeras paellas mientras conduce un Jeep Cherokee de segunda mano por las calles atascadas. Le suena el móvil. Es Enrique Bunbury, artista que también vive aquí, pero evita las barbacoas: es vegano. Morante ha rodado ocho videoclips con él. Le asaltó en un concierto en el Nokia Theatre en 2009, y desde entonces han unido sus carreras. Pronto tendrá terminado un largometraje documental sobre una gira del músico en Estados Unidos. Y en 2012, cuando Bunbury iba a sacar el disco Licenciado Cantinas, le propuso rodar un videoclip extenso. “Lo hicimos aquí en Los Ángeles. Y se juntó un montón de talento español”, recuerda Alexis Morante. Montse Sanz, a la que había conocido hacía poco, aceptó llevar la dirección de arte. Pero no fue la única. La mayoría de jefes de equipo eran españoles afincados allí. La obra, de 25 minutos, fue nominada a un Grammy latino como mejor videoclip largo. “Ese reconocimiento fue el culmen, un éxito de todos. Ahora mismo con el talento que hay en Los Ángeles se puede hacer cualquier producción entre españoles”. Morante mira el GPS. El gusano rojo no avanza. Añade: “Ahora bien, hay una diferencia entre los que vienen con nivel A. Con todo hecho. A petarlo. Y luego está un nivel B. Que somos los que estamos intentando abrirnos paso desde aquí”.
El Festival Recent Spanish Cinema funciona como punto de encuentro entre Hollywood y el cine español.
No es el único. Hay muchos que ya estaban allí, como Jaume Collet-Serra o Luiso Berdejo. Y otros que han ido llegando. “Roque Baños, Achero Mañas [que está intentando montar el microteatro en la ciudad], Juan Carlos Fresnadillo…”, enumera Medem en el porche de su casa. “Todos han venido después que yo”. Y todos han pasado por alguna de sus barbacoas. Porque Hermes Marco, que era quien solía promover los encuentros gastronómicos, se mudó a Haití. “Y cuando nos quedamos sin sus paellas, Montse y yo cogimos el relevo”.
Roque Baños no pudo asistir a la última parrillada. Iba “a mil por hora”, en sus palabras, terminando la música para la próxima película de Spike Lee, Oldboy. Nos recibe un par de días después en su casita de madera. En el estudio hay un teclado rojo, tres pantallas y un libro curtido de Antonio Machado sobre la mesa. La pared del fondo ha sido cubierta por una enorme foto que muestra un puente rudimentario hecho de cuerdas y listones de madera cruzando un acantilado. Recuerda al de Indiana Jones y el templo maldito. En el lado de allá, una bruma envuelve la vegetación. Dice Roque que funciona como metáfora de su situación en Los Ángeles. “Ya se ve un poco. Antes era solo niebla”.
Baños, murciano, de 45 años, ganador de tres goyas y con otras cinco nominaciones, llegó en octubre de 2011 después de un par de malas experiencias en España. Ambas, en el fondo, relacionadas con el bajón en la financiación del cine y los malos modos instalados en la industria, una consecuencia de la crisis aún por estudiar. “Se empezaba a notar que había muy poco presupuesto y parecía que iba a peor”. Decidió darse un año de plazo para abrirse camino en Hollywood. “Venir aquí un mes no sirve de nada. Se tarda en entrar”. En ese año, en el que estuvo sin visado, yendo y viniendo como turista, mantuvo muchas reuniones, conoció a gente, pero las puertas parecían selladas. No salía “nada de nada; fue duro”, reconoce. Con las maletas de vuelta casi preparadas y el contrato anual de alquiler a punto de vencer, al borde del fracaso, recibió la llamada de Fede Álvarez, director uruguayo que entonces estaba acabando Evil Dead. Quería su música para la película. Resultó un taquillazo. Y eso ya es una carta de presentación en condiciones. De esas que abren, entre otras cosas, el camino al visado 01, el que gasta la mayoría de los entrevistados. En él se denomina a su portador “alien with extraordinary abilities”.
Tras el debut en Hollywood, llegó el encargo de Spike Lee, y en estos momentos Baños se mete a componer la banda sonora para la próxima película de Ron Howard. Se ha abierto un hueco hasta el punto de que Hans Zimmer, ganador de un Oscar por El rey león, le escribe SMS por su cumpleaños: “¡Hola, Roque! Felicidades. De verdad me encanta tu música. ¿Te apetece que algún día colaboremos en algo? Escríbeme un e-mail”.
Este tipo de cosas suceden en Hollywood. Y así funciona lo que ya algunos denominan aquí la “Spanish Mafia”. Contactos. Solidaridad. Y proyectos. Quizá el más sorprendente sea el de Medem y Balenciaga. Si acaba saliendo (se encuentra en desarrollo), sería la primera vez que dirigiría una película que no ha escrito. El guion lo firman Julia Fontana (29 años) y Pablo Gómez Castro (32). Dos desconocidos. Casados y aterrizados en la ciudad hace cuatro años con una beca. Conocieron a los Medem en “la Recent”, intimaron con Montse en el rodaje del videoclip de Bunbury y en un cortometraje de Susana Casares que acabó ganando un premio Emmy. Se lo comentaron. Ella les dijo que enviaran el libreto. Y a la semana, el donostiarra aceptó la propuesta. Los Ángeles, tierra de las oportunidades: “Nos une saber que somos españoles. Que estamos buscándonos la vida aquí”, dice Medem. En más de una ocasión, en el salón de su casa se ha organizado el pase de algún cortometraje. Se ve y se sugiere cómo podría mejorar. Así funciona la escuela de cine aquí. Y el relevo generacional.
Por supuesto, no todos los que están se conocen. Hay quien se deja ver poco, como Paco Cabezas, director sevillano que un día recibió la llamada de un mánager estadounidense. Había disfrutado su ópera prima, Carne de neón, y le veía posibilidades. En estos momentos, el realizador, de 35 años, termina el montaje de Tokarev, su primera cinta en Hollywood, un thriller protagonizado y coproducido por Nicolas Cage. Cabezas nos cita en Soho House, un club privado en el que se mueven las estrellas y los grandes productores, situado en la última planta de un rascacielos al borde de las colinas que siluetean la ciudad. Desde allí se ve una espesa capa grisácea cubriendo Los Ángeles. Una burbuja asfixiante. El sevillano ha quedado con un par de productores que le hablan de un proyecto de terror. Terminada la reunión, acudimos a la sede de WME, la segunda mayor agencia de representación de Hollywood, a un paso de Rodeo Drive. En las oficinas, Cabezas se reúne con su mánager y su agente. Poco antes, el director nos ha explicado la diferencia entre uno y otro: “Tu mánager es tu amigo. No toma decisiones por dinero. El agente ya es más tipo American psycho”. Este último se llama Rich Cook. Traje impecable, dentadura perfecta, tacos creativos. Confirma que hay muchos españoles. Quizá más que nunca. Representa a Cabezas y a otros ocho directores compatriotas. “No sé qué bebéis allí. ¿Zumo de talento?”, dice. “Los estudios quieren gente fresca. Sexi. Con estética nueva”. La reunión es una mezcla entre un capítulo de Entourage y la consulta del psicólogo. Cabezas confiesa sus dudas con proyectos que tiene entre manos y nombres de actores. Cook desempolva su lengua para tumbar algunos nombres. En Hollywood siempre hay que andar con la mochila llena. “En España tienes tu película y punto”, dice Cabezas. “Aquí necesitas seis. Luchas por todas. Es como una carrera de caracoles”.
No siempre salen, como le ha sucedido a Juan Carlos Fresnadillo, cuyo nombre ha estado vinculado, por ejemplo, a El cuervo y Los inmortales, antes de que se evaporaran. En estos momentos dirige el episodio piloto de una serie para el canal de cable estadounidense HBO. El realizador canario había coqueteado con Estados Unidos desde que un corto suyo fue nominado a los Oscar en 1997. Pero nunca había tomado la decisión de establecerse en Los Ángeles. Se mudó en marzo. Y uno de los motivos, reconoce, fue la situación en España: “La industria está parada. Ahora mismo, una película como Intruders [su último largo] no se podría hacer. Las teles han reducido la financiación, han recortado subvenciones, la taquilla ha caído brutalmente…”. Un dato es suficiente. En 2010 se produjeron 186 largometrajes en España. Este año, en septiembre se habían notificado 92.
Y en este nuevo escenario hay quienes han comenzado a mover un nuevo modelo. Más allá del cine español; un cine “hecho por españoles”, en palabras de Elia Urquiza, directora de documentales que forma parte de La Panda, una productora de la que son miembros 11 españoles con residencia en Los Ángeles (varios retratados en estas páginas). La empresa coproduce Open windows, la próxima obra de Nacho Vigalondo, con Elijah Wood y Shasha Grey. Por ahí van los tiros de esa nueva forma de armar largometrajes. “Tienen un inicio creativo o de capital español, pero no se pueden hacer en España. Se está rodando en inglés, con actores americanos y filmando en Estados Unidos”.
Un poco al estilo de Buried o Grand piano, por citar dos títulos que salen en la conversación con Luiso Berdejo. Estamos en una terraza de Santa Mónica con uno de los veteranos en Los Ángeles. Llegó en 2006 con Adrián Guerra [productor de las citadas películas junto a Rodrigo Cortés]. Nunca había rodado un largometraje. “Y después de siete años en España intentando hacer pelis, aquí me salió en seis meses. Con Kevin Costner [La otra hija]. Me mudé, y aquí sigo”. Su último trabajo es Violet, una rareza que ha escrito, dirigido y rodado en las calles de su ciudad adoptiva. Pagada, en gran parte, de su bolsillo. Toma el cuaderno de notas y escribe el nombre de sus jefes de equipo en el rodaje. Todos españoles. Algunos nombres coinciden con los del videoclip de Bunbury. Dice que quiso reclutar a los que pudo “como reconocimiento al cine español y a los profesionales que se han venido a buscarse la vida”. También cita a Cicerón: “Allí donde se esté bien, eso es la patria”. Y cuenta que en su película, una búsqueda desesperada por los rincones de Los Ángeles, hay un personaje americano que trata al protagonista igual que Estados Unidos le ha tratado a él: “Le ayuda, le acoge, le quiere, le cuida, le da calor”. Quizá hable de ese tipo recién levantado y bien aseado que descubre a un joven durmiendo en su piscina. En lugar de llamar a la policía, le prepara un zumo de naranja y unos huevos revueltos. Se acoda en la cocina de su mansión y escucha atento la historia de un español en Los Ángeles.
TITULO: Cómo nos reímos - Unas navidades a ritmo de swing ,.
El domingo-12- Enero a las 21:30 por La2, foto,.
Unas navidades a ritmo de swing,.
Un
año más, una Navidad más. Otra vez las luces y los villancicos inundan
la ciudad. La banda sonora propia del mes de diciembre, canciones
clásicas que venimos escuchando desde que somos niños y que no nos
permiten olvidar ni un solo momento que ¡ya es Navidad! Regalos,
compromisos familiares, comilonas, quedadas con viejos amigos,
villancicos, más villancicos... ¡Ya es Navidad!
Pero la
Navidad tiene algo más que reunirnos con gente que hace un año que no
vemos. Porque esa gente es parte de nosotros, cabe decir que no seríamos
quienes somos sin ellos. Esa gente es gente a la que queremos. Y del
mismo modo, esos villancicos que escuchamos una vez al año forman parte
de nuestra vida. Cuando escucho un villancico pienso en que ya es
navidad, pienso en que tengo que llamar a mi primo, que hace ya tiempo
que no nos vemos, pienso que lo quiero y en lo mucho que nos reímos el
año pasado cuando la abuela se puso a cantar...Las cosas de siempre perduran. Los clásicos nunca mueren porque tienen algo que está por encima de las modas. Y si nos aburren los villancicos de siempre, podemos darles una vuelta. La banda sonora de las navidades puede ser elegante, fina, rica, bailonga, divertida. Y si no, que se lo pregunten a la Babalú Swing Band que nos propone un gran espectáculo para empezar el año. 3 de enero, entre Nochevieja y Reyes, Swing For Christmas. Un concierto con 10 músicos en directo que propone recuperar todos esos grandes clásicos americanos - como Jingle Bells o White Christmas -, algunos más cercanos - Los Peces En El Río o el Campana Sobre Campana -, otros contemporáneos - All I Want For Christmas Is You - e incluso ochenteros de la banda Wham!, todo en clave de swing.
Si hay una figura internacional que representa una navidad molona, esa es sin duda Michael Bublé, posiblemente con uno de los discos más escuchados en estas fechas. Música que nos hace amar la Navidad, que nos retrotrae a nuestra infancia, que nos da ganas de bailar y cantar. Y Valencia, por lo visto, tiene a su propio Bublé. Se llama Juanjo Navarro y nos invita a que volvamos a dejarnos conquistar por los villancicos en el concierto de Casino CIRSA Valencia.
TITULO: Aquí la tierra - Cierzo,.
foto / Dices que si no puedes con tu
enemigo,
únete a él,
después de muchos días de nieve en
la,
hemos decidido sobrevolar la,
para admirar su belleza.
Comenzamos.
Ocho 8:31 de la tarde,
tampoco nos queremos pasar de
optimistas,
estamos viviendo un cambio de tiempo
por el norte
que limpia la atmósfera y disipa las
tinieblas.
Es el caso de Zaragoza,
que espera con ansia la entrada de
Cierzo a esta hora.
Y ya sabéis que junto a la cuenca
del Ebro,
la del Duero es el otro recipiente
colmado por la niebla,
hoy la hemos visto en Soria,
pero en Zamora se ha disipado y
alcanzado los 11°.
Algo más acostado subir los
termómetros en Valladolid.
Gijón también ha tomado medidas por
alcanzar niveles muy altos,
por suerte la llegada de lluvia y
viento fuerte
va a rebajar esos niveles.
En el cantábrico ya se notan las
fuertes mareas de esta semana.
También se van a agitar las aguas
del mediterráneo.
Tanto hemos visto mangas cortas o o
bufandas y abrigos.
La solución era pantalón corto y
abrigos.
Hay que solucionar el grave problema
de sequía de las tablas de Daimiel.
Es la consecuencia de la falta de
lluvia
y de la sobreexplotación de los
acuíferos.
Ponemos el foco en Australia,
y que vuelve a ser protagonista de
nuestra vuelta al mundo en un minuto
las situaciones meteorológicas
pueden complicar aún más
la situación de cara mañana.
Y Madrid no es la única ciudad
europea con alta contaminación,
en Italia también lo han hecho en
una docena de pueblos,
el tiempo estable unido a la escasa
lluvia y viento
han provocado la alerta.
En México ha habido un nuevo
espectáculo de lava y rocas.
Este volcán es uno de los más
activos de México.
Y en la ciudad rusa la es loción de
una refinería
. ha causado un herido
ahora volvemos a Australia,
para ver los animales del,
recordemos que Australia está
soportando un calor extremo,
por suerte estos amigos reciben
todos los cuidados que necesita.
Ahora me voy hasta un pueblo de
Teruel,
resulta que me han dicho que me
tengo que llevar todos estas
porque hay muchas puertas,
y nos van a preparar unos cardos de
respectiva.
Terrícolas, nos vamos al pueblo,
concretamente en Teruel.
En este pueblo se han dedicado
tradicionalmente a la minería
y al olivo,
pero vamos a conocer su huerta.
- Imprescindible hablar de la
Huerta,
esto es la borraja,
que es una verdura muy típica de
Aragón,
y prácticamente todos comestibles.
Tenemos acelgas,
aquí tenemos coles,
y estos son habas.
Éstos son cardos.
- Menudo volumen que tiene.
- De aquí se come el tallo.
Eso se pone la lona para protegerla
del frío,.
No hay comentarios:
Publicar un comentario